Proclamación de la República. El Consulado

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Proclamación de la República. El Consulado
PUBLICADO POR CARLOS ARIEL CHÁVEZ EN 09:56
jueves, 22 de octubre de 2009
El Congreso decide no enviar diputados.
El 30 de septiembre de 1813 se efectuó en el templo de la Merced la inauguración del Congreso,
constituido por más de mil diputados. Pedro Juan Caballero fue elegido presidente. Herrera,
preparado a librar la batalla, pidió permiso para hablar y presentar al Congreso una extensa
memoria sobre la convivencia de que el Paraguay enviara sus representantes a la Asamblea y se
incorporara a las Provincias Unidas. Herrera ya no planteaba la renovación del Tratado del día
12 de Octubre, sino la incorporación lisa y llana del Paraguay al sistema de Buenos Aires, y
amenazaba, para el caso contrario, con la asfixia económica o la guerra. Su alegato provocó la ira
del Congreso. El único diputado que levantó la voz a favor de la unión con Buenos Aires fue
expulsado del recinto violentamente. Un sacerdote tuvo que subir al pulpito para aplacar el
tumulto. El Congreso hizo decir a Herrera que debía entenderse directamente con el Gobierno;
decidió no enviar diputados a la Asamblea de Buenos Aires.
Se proclama la República y se crea el Consulado.
El Congreso deliberó durante varios días. Resuelta la cuestión fundamental que motivara su
reunión, se planteó el problema de la organización del Estado. El 10 de Octubre se produjo la
crisis política con la renuncia a sus cargos de Francia y Caballero. Se encomendó la redacción de
un Reglamento de Gobierno a los renunciantes, quienes lo presentaron el 12 de octubre, y ese
mismo día el Congreso lo sancionó por aclamación. En su virtud fueron investido Fulgencio
Yegros y José Gaspar de Francia de la calidad de “Cónsules de la República del Paraguay”. De
este modo quedaba proclamada la República, la primera en Sudamérica, y se creaba un nuevo
sistema
de
gobierno.
Abandonada, desde tiempo atrás, la farsa de gobernar en nombre de Fernando VII, el Paraguay
rompía, esta vez definitivamente, todo lazo de unión con España. Los cónsules tendrían
jurisdicción y autoridad iguales, a ejercerse unidamente y en conformidad, pero las tropas y
armamentos debían ser distribuidos por mitad. En la presidencia interior debían turnarse cada
cuatro meses. Quedaban autorizados para organizar la administración y crear un Tribunal
Superior de Apelaciones. Se dispuso “como ley fundamental y disposición general” la reunión
anual de un Congreso General que debería celebrarse cada 15 de octubre para tratar los intereses
de interés nacional.
El Consulado rehúsa confirmar la alianza con Buenos Aires.
Cumplida su misión, el Congreso de disolvió. Los cónsules asumieron el gobierno
correspondiendo el primer turno de la presidencia al doctor Francia. El enviado de Buenos Aires
pidió informes oficiales sobre las resoluciones del Congreso en cuanto al envío de diputados, y
una audiencia para tratar las resoluciones políticas y mercantiles de ambas partes. Los cónsules
informaron a Herrera que “ha sido la voluntad del Congreso supremo de la Provincia no enviar
ahora diputados a la Asamblea formada en Buenos Aires”. Herrera fue recibido por los cónsules,
y propuso la consolidación de la alianza mediante el envío de auxilios en hombres y recursos, los
cónsules prometieron consultar el punto al Cabildo, y basándose en su dictamen negativo
contestaron a Herrera en un extenso oficio en que se reproducían las razones porque hasta
entonces el Paraguay rehusaba prestar auxilio militar. Paraguay no alegaba la caducidad de la
alianza, sino su imposibilidad de presentarse con la dignidad que le correspondía.
Buenos Aires crea nuevos impuestos.
La posición que adoptaba el Consulado frente a Buenos Aires era amistosa. No desconocía la
alianza, prometía auxilio para más adelante, y se comprometía a no entenderse entre tanto con
los enemigos comunes. Herrera obtuvo del doctor Francia la promesa de “que en todos modos y
en cualesquiera circunstancia sostendrá el Paraguay la independencia proclamada, a toda costa,
sin entrar jamás y en ningún caso en conciliación ni convenio con los opresores de nuestra
libertad”. Pero Herrera no fiaba en la buena fe de Francia. En viaje hacia Buenos Aires informó
desde Corrientes a su Gobierno: “Yo creo, no sin fundamento, que las proposiciones de Francia
no tiene otro objeto que ganar tiempo y gozar sin pesadumbre las ventajas de la independencia.
Apenas llegado Herrera a Buenos Aires comenzó la ejecución de sus amenazas. Nuevos
impuestos fueron creados para la yerba y el tabaco del Paraguay. Fracasada en la guerra militar
y en la lid diplomática, Buenos Aires recurría nuevamente a la guerra económica para someter al
Paraguay.
Adopción de medidas contra los españoles.
Francia era acusado de estar en convivencia con los españoles, que la habían prestado ostensible
apoyo, mientras, desde su retiro, hacía oposición a la Junta. Pronto demostró desde el gobierno,
que sólo por circunstancias políticas momentáneas había aceptado la adhesión de los europeos.
Desaparecido el peligro unionista, los esfuerzos del consulado se dirigieron a perseguir
implacablemente al partido españolista. El 5 los españoles no avecindados fueron conminados a
presentarse en la plaza mayor, en el término de una hora, su pena de ser pasados por las armas.
El 6 de marzo se fulminó a los europeos con la absoluta prohibición de contraer matrimonio con
mujeres blancas. No pararon aquí las medidas contra los españoles. En julio se les prohibió
hablar de política, bajo penas de expulsión y confiscación de bienes. El partido españolista
quedó aplastado.
Neutralidad de las guerras civiles del Plata.
En enero de 1814 Artigas gestionó nuevamente la alianza del Paraguay contra Buenos Aires,
cuyo Gobierno le había declarado traidor y puesto precio a su cabeza. El Consulado, informado
por el director supremo de Buenos Aires, Posadas, de que Artigas, para dar a sus planes aspectos
de seguridad, invocaba la protección del Paraguay, desahució sus pretensiones, así como
anteriormente había rehusado la propuesta portuguesa de llevar la guerra al caudillo oriental. El
delegado en Misiones, Vicente Antonio Matiauda, en connivencia con Artigas, se adelantó a
organizar un ejército para atacar a Corrientes. No obtuvo, sin embargo, la autorización que
solicitó de los cónsules, quienes se dirigieron al teniente gobernador de Corrientes para
desautorizar las versiones de que Artigas, en sus proyectos, obraba de concierto con el Paraguay.
A pesar de todos los jefes de frontera habían recibido órdenes de no tomar partido, Matiauda,
impetuoso inició las hostilidades y fue relevado de su mando. Estaban trazadas las grandes
líneas de la política Paraguaya. El Paraguay, si bien no quería ayudar a Buenos Aires en su lucha
contra los españoles, estaba resuelto guardarle las espaldas. Nunca haría armas contra ella,
sordo a las súplicas de sus enemigos. Se mantendría absolutamente neutral en la guerra civil que
se extendía de un extremo a otro del territorio argentino, no tanto por horror a la lucha entre
hermanos y por amor a su tranquilidad, cuanto por el temor de poner en peligro su
independencia en la vorágine de la anarquía.
Se regulariza la administración.
Durante el Consulado de negocios administrativos marcharon con mayor regularidad. Se creó
una Secretaría de Estado; a falta de Tribunal Supremo, se le devolvieron al Cabildo sus
atribuciones judiciales; se ordenó la Hacienda y se dio mejor organización al Ejército. El doctor
Francia aunque nunca utilizó las tropas que le correspondía y se puso personalmente en frente
de ellas, dirigiendo él mismo su instrucción. Pero Yegros, ponderado y generoso, con todos los
atributos de un gran señor paraguayo, continuaba siendo el prestigioso caudillo militar de 1811.
Su presencia en el Gobierno, aunque se manifestara poco en la dirección administrativa,
contrapesaba las tendencias absorbentes de su colega. Pero Francia había trazado su plan.
Mandó preparar dos sillas curales para el despacho consular. Una llevaba el nombre de César,
otra el de Pompeyo. Francia se apoderó de la primera. Además de los tres turnos de presidencia
de
que
constaba
el
periodo,
hizo
que
le
correspondiera
dos.
El 7 de septiembre de 1814 fue convocado el Congreso anual. Francia tomó sus precauciones y
Yegros, dócil, consistió medidas que haría a sus propios partidarios. Las tropas que mandaba
fueron alejadas con pretexto de perseguir a los mbayaes. El teniente coronel Juan Manuel
Gamarra y el Capitan Pedro Juan Caballero fueron confinados a puntos del interior, y dados de
baja todos los enemigos militares de Francia. Vicente Ignacio Iturbe se vio obligado a retirarse
de la comandancia de Iguamanduyú. Emisarios de Francia trabajaban en la campaña a favor de
la formación de una dictadura, al uso de Roma, cada vez que peligraba la libertad de la patria. Su
prestigio estaba en auge y se le atribuían todos los éxitos políticos y diplomáticos. Francia se
burlaba sin compasión de la falta de conocimientos de Yegros, de quien se decía muy inclinado a
escuchar las sugestiones de Buenos Aires. La incidía rápidamente su prestigio, pero el gran jefe
seguía
teniendo
muchos
partidarios,
sobre
todo
en
la
Bibliografía: Efraím Cardozo - Paraguay Independiente.
http://paraguay-historia.blogspot.com/2009/10/proclamacion-de-la-republica-el.html
capital.
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