Dios y el Universo

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CAPÍTULO 1
Dios y el Universo
“E
n el principio creó Dios...” Estas, las primeras palabras en la
Biblia, declaran que Dios estuvo presente al comienzo de la
creación. Dios mismo no tiene un principio: él es eterno.
Aunque luchamos para comprender lo que eso significa, la conclusión
es ineludible (ver Romanos 1:20). Retrocediendo en la historia, encontramos un encadenamiento de causas y efectos, hasta que alcanzamos
el principio de todo. En ese punto, no hay causas físicas: si no existe un
universo, entonces no hay nada físico que pudiera ser la causa primera.
Debemos postular, entonces, que al principio de la existencia había una
causa eterna, no “causada”. Esa causa es Dios. 1
Alguien podría alegar que el universo es eterno y por ello no necesita de una causa; con lo que no tenemos necesidad de postular un Creador. Pero, el universo no puede ser eterno. 2 Si fuera eterno, todo lo que
hay en él que pudiera descomponerse se habría descompuesto por debajo del nivel de los átomos individuales, alcanzando el máximo desorden (la “muerte térmica”). Y la vida no podría subsistir en un universo en ese estado. Pero, el universo tiene un alto grado de orden y muestra evidencias de poseer un principio. De este modo, razonablemente
no se puede pretender que el universo sea eterno. En su lugar, debemos
concluir que hubo un principio, y que Dios existió antes de que el universo
llegara a ser. Dios estaba al principio. Esta conclusión se mantiene sin
tomar en cuenta cuándo el universo fue creado.
Dios creó
Bará, la palabra hebrea traducida como “creó”, se usa solo para las
acciones realizadas por Dios; aunque no siempre en el sentido de una
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creación ex nihilo (de la nada). Además de usarse en Génesis 1:1 acerca
de toda la obra de la creación, se usa para designar la creación de las
grandes criaturas del mar (Génesis 1:21); de los seres humanos (Génesis
1:27; 5:1, 2); y de la creación en general que Dios obró durante la semana de la Creación (Génesis 2:3). Podemos entender este término en el
sentido de que se refiere a un evento más allá de la capacidad humana.
El universo no fue formado con materia preexistente; fue creado de
la nada (ex nihiló) por la Palabra de Dios. 3 Por supuesto, Dios tuvo, primero, que crear el universo de la nada, porque antes de crear el universo no existía nada con lo que pudiera haber formado el universo. Génesis 1:1 describe la absoluta soberanía de Dios. Él habla, y se hace (Salmo
33:9; Génesis 1:3 sigs.).
La Escritura también describe la creación de Dios como un proceso
pacífico: Dios no tuvo que luchar con materiales difíciles o con otros
dioses. Esto niega el concepto, de algunos eruditos críticos, que sostienen que el Génesis es meramente una versión hebrea de un antiguo mito de creación, como los de otras culturas del Cercano Oriente. No, la
historia de la creación en el Génesis es fundamentalmente diferente de
las historias de la creación de las culturas circundantes. 4 Además de la
falta de conflicto y violencia en la creación descrita en la Escritura, este
relato difiere de aquellas otras historias de la creación en que retrata a
Dios como preexistente y que tiene una soberanía absoluta; y lo describe como valorando altamente a los seres humanos.
Los cielos y la tierra
Hay diferentes opiniones con respecto a la amplitud de la creación
del Génesis; con respecto a cuánto abarca la frase “los cielos y la tierra”.
Se han propuesto tres conceptos principales: 5 que la frase se refiere al
universo entero; que se refiere a nuestro sistema solar; o que se refiere a
la ecosfera del planeta Tierra.
Quienes proponen el primer concepto señalan los merismos: una
construcción literaria en la que una frase usa algo y su opuesto, tal como “día y noche”, para indicar la totalidad (“todo el tiempo”). Si la frase los cielos y la tierra es un merismo, entonces Génesis 1:1 se refiere a la
creación del universo entero. Esto podría llamarse la interpretación de
la “creación universal”. Algunas personas han postulado una brecha en
el tiempo entre la creación del universo, en el versículo 1, y el comienzo
de la Creación en seis días en el versículo 3. 6 Se la conoce con el nombre de teoría “de la brecha pasiva”.
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Una segunda idea es que “los cielos y la tierra” se refieren a nuestro
sistema solar, no al universo entero. Los antiguos no tenían idea de la
diferencia entre un sistema solar y el universo, y el idioma hebreo no
posee una palabra que exprese esa distinción. Así, ellos podrían haber
usado las palabras ordinarias para “cielos” (shamáyim) y “tierra” (‘éretz)
con la idea de describir la creación del sistema solar. Dios pudo haber
creado el resto del universo fuera de nuestro sistema solar antes de la
semana de la Creación, y luego crear nuestra Tierra y el sistema solar al
comienzo de esa semana, o durante ella; y luego preparar la Tierra para
los seres vivientes, y luego poblarla con esos seres vivos durante la semana de la Creación. Este concepto se llamaría la interpretación de “la
creación del sistema solar”. En este caso, no podríamos interpretar Génesis 1:1 como refiriéndose a la creación del universo de la nada; aunque señalando que otros textos afirman la creación del universo ex nihilo. 7
Una tercera interpretación es que la frase “los cielos y la tierra” se
refieren a la ecosfera de nuestra tierra. 8 Los que proponen esta idea dicen que nuestro planeta podría haber existido en un estado sin vida, tal
como aparecen Venus o Marte, por un tiempo no determinado antes de
la semana de la Creación. Luego, durante esta semana, Dios transformó
un planeta Tierra anteriormente inhabitable en un mundo organizado y
habitado. Podemos llamar a esta la interpretación de “la creación de la
ecosfera”.
Otras evidencias textuales pueden ayudarnos a determinar si el universo entero fue creado al mismo tiempo que nuestro mundo, o si otras
partes del universo podrían haber existido antes de la semana de la
Creación. Note, por ejemplo, Job 38:4 al 7. Habla de “hijos de Dios” que
se regocijaban cuando Dios creaba nuestro mundo. Obviamente, habían sido creados antes de la semana de la Creación. Y la presencia de
Satanás en el Jardín del Edén (bajo la forma de la serpiente) implica una
historia previa de rebelión y de caída (Isaías 14; Ezequiel 28), así como
la metanarrativa de la “gran controversia”, que ubica la existencia y la
caída de Lucifer antes de la creación de Adán y de Eva. 9 Además, no se
cuenta con registros acerca de cuándo se creó el agua. Ya está presente
cuando comienza la historia de la Creación (Génesis 1:2; 2 Pedro 3:5).
No importa cuál interpretación consideremos la mejor, la Biblia es
clara en cuanto a que Dios es el Creador del universo entero y de nuestro mundo y sus habitantes; y que él creó todo de la nada por el poder
de su Palabra.
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Los cielos cuentan
Podemos decir algo acerca de los constructores por el diseño y la calidad de los edificios que construyen. Por supuesto, hay que conocer el
propósito proyectado para el edificio: no esperaríamos que un edificio
de oficinas se viera como una iglesia, o una casa pareciera una tienda
de comestibles. Diversos factores determinan el diseño de un edificio,
entre ellos: la forma en que se usará el edificio; nuestra estética y recursos; y otros factores, tales como el clima y la topografía. Podemos ser
capaces de inferir algunas de las limitaciones al examinar el diseño y
las funciones del edificio. En forma similar, podemos hacer inferencias
con respecto al Constructor del universo cuando examinamos su estructura y diseño. 10
Primero, vemos un universo que es inmenso. Desde nuestra perspectiva, parece infinito: se extiende más allá de nuestra capacidad de visualizarlo directamente o usando nuestra tecnología más sofisticada.
Tampoco podemos medir la tremenda cantidad de materia y energía
que hay en el universo. El tamaño del universo implica que el poder y
la capacidad del Creador son ilimitados.
Segundo, vemos orden en el universo. La materia está agrupada en
conjuntos interesantes, formando elementos tales como galaxias espirales y agujeros negros. La materia y la energía interactúan en esquemas
regulares, que se pueden describir usando ecuaciones matemáticas. Esto, en sí mismo, es realmente notable, y favorece la idea de una creación
con un propósito. No hay razón para que el universo tuviera esas propiedades matemáticas. El orden en el universo también nos dice algo
importante. Todos los sistemas físicos que observamos tienden a desordenarse con el tiempo. Se considera que esta es una de las leyes naturales. La presencia del orden en el universo muestra que fue creado con
orden, y que no es eterno. Si fuera eterno, ahora estaría completamente
desordenado.
La observación del universo también nos dice que tiene las propiedades necesarias para sostener la vida. Esto no puede atribuirse al azar;
debe ser el resultado de una planificación inteligente. Podemos demostrar esto con un experimento intelectual.
Imagínense que se les diera la tarea de diseñar un universo en el que
la vida pudiera existir y prosperar. Descríbanse frente aúna pared en la
que hay cincuenta diales que controlan las propiedades físicas del universo. El trabajo asignado es elegir el valor de cada propiedad física y
registrar ese valor en el dial. Por ejemplo, deben determinar cuán fuerte
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debe ser la fuerza de la atracción gravitatoria entre objetos, y qué propiedades deben tener las partículas fundamentales que constituyen la
materia. Deben decidir cuánta masa y carga eléctrica debe tener cada
partícula, y cómo deberían mantenerse unidas las partículas a fin de
formar los átomos; y cuán fuertes deben ser las fuerzas nucleares. Encontrar la combinación correcta de los valores de los cincuenta diales
simultáneamente sería realmente una tarea abrumadora.
Sin embargo, el problema es mucho más difícil de lo que sugerirían
esos cincuenta diales. Los hombres de ciencia sostienen que el universo
está delicadamente sintonizado. Hallaron que, para que exista la vida,
los valores de las diversas propiedades físicas del universo deben tomar un conjunto de niveles muy precisos: el más pequeño error produciría un universo muy diferente del que habitamos. La posibilidad de
que todos estos diales estuvieran donde debieran de modo que la vida
exista, es demasiado pequeña para sostener la idea que pudo producirse por azar.
Dios estaba completamente libre para crear cualquier universo que
quisiera. Podría haber elegido cualquier cantidad de combinaciones de
valores diferentes para las diversas leyes y fuerzas físicas, dependiendo
del propósito asignado para el universo. La adecuación de nuestro universo para la vida no puede ser el resultado del azar: es el resultado de
una planificación inteligente. La sintonía fina de las constantes físicas
nos expresan que el Creador es infinitamente inteligente; y que él tuvo
la intención de que la vida existiera.
La vastedad y el orden del universo, junto con su conformación
exacta como para ser adecuado para la vida, es maravillosamente consistente con la revelación bíblica del Dios Creador. Él creó libremente,
con poder, sabiduría y recursos ilimitados. Es consistente, y gobierna
por medio de leyes que él mismo eligió; lo que significa que esperaríamos que el universo tuviera regularidades, que podemos descubrir por
medio de un estudio sistemático, y singularidades más allá del alcance
de nuestras mentes u otros recursos. Verdaderamente, los cielos declaran la gloria de Dios (Salmo 19:1).
La teoría del Big Bang
Los hombres de ciencia han tratado de explicar el origen y la estructura del universo estudiando sus características. Esto produce un dilema. Los científicos acostumbraban a incluir a Dios en sus explicaciones,
pero esto ya no se considera aceptable. Como se practica actualmente,
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la ciencia es estrictamente naturalista, lo que significa que excluye
cualquier análisis de Dios o de causas sobrenaturales. Para que sea considerada científica, una explicación del origen del universo tiene que
referirse exclusivamente a procesos físicos. Esto significa que si el universo realmente fue creado por un acto sobrenatural, la ciencia nunca
podría conocerla: su filosofía la excluye del conocimiento de la verdad.
La teoría actual del origen del universo se conoce como la teoría del
Big Bang (la gran detonación). 11 Esta teoría reconoce que el universo
tuvo un comienzo, pero no explica qué produjo ese comienzo. Más
bien, supone un comienzo, y trata de usar las leyes físicas conocidas
con el fin de explicar la estructura presente del universo. Sin embargo,
la pregunta acerca del origen del universo continúa siendo importante.
La idea de que el universo tuvo un comienzo plantea interrogantes
que desafían a los científicos. Para las personas que niegan la existencia
de Dios, es filosóficamente preferible suponer que el universo es
eterno, porque no hay necesidad de explicar el origen de algo que sea
eterno. Debido a este prejuicio filosófico, los científicos naturalistas experimentaron una considerable incomodidad cuando se descubrieron
evidencias que sugieren que el universo tuvo un comienzo, y que no es
eterno. Esa evidencia provino de observaciones hechas por el astrónomo Edward Hubble en 1929.
Hubble notó que las estrellas en diferentes partes del universo producían luz de colores ligeramente diferentes, y que algo de esa luz parecía tener “un corrimiento hacia el rojo”; es decir, la longitud de onda
de esa luz era mayor, y cuanto más distante de la Tierra estuvieran,
mayor sería ese corrimiento en la longitud de onda. (La luz roja tiene
una longitud de onda mayor que la de los otros colores de la luz.) La
explicación de ese “corrimiento al rojo” parecía ser que las estrellas se
estaban alejando de la Tierra, con rapidez suficiente para que las ondas
de la luz de estrellas distantes demoraran más tiempo en alcanzar la
Tierra, haciéndolas más rojas. Y las galaxias más distantes parecían
moverse alejándose de la Tierra con más velocidad que las más cercanas. Todo esto condujo a la idea de que las estrellas deben estar alejándose, lo que implica que en el pasado estuvieron más cerca que ahora.
Si las estrellas solían estar más cerca de lo que ahora están, entonces,
si retrocedemos lo suficiente en el tiempo, deberíamos llegar al momento en el que todas las estrellas estaban amontonadas juntas. En realidad, los científicos llegaron a la conclusión de que debió haber habido
un tiempo cuando todas las estrellas estaban reunidas en un solo punto
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de energía inimaginable. Creen que no solo las estrellas, sino también el
tiempo y el espacio, debieron haber estado contenidos en ese único
punto. El punto, entonces, se expandió rápidamente; hizo que el tiempo y el espacio comenzaran y, en un proceso que ha llevado unos trece
o catorce mil millones de años, se formaran las estrellas y las galaxias
como las vemos hoy. Si esta teoría es cierta, sería una evidencia adicional de que el universo tuvo un principio.
Al principio, los científicos con un punto de vista naturalista se opusieron a la idea de que el universo tuviera un principio. Uno de ellos, el
astrónomo británico Sir Fred Hoyle, burlonamente llamó a esta teoría el
“Big Bang”. El nombre quedó, y todavía la llamamos la “Teoría del Big
Bang”.
Esta teoría estimuló ideas nuevas, una de las cuales es que si el Big
Bang es cierto debería haber algo del calor de la gran detonación todavía presente en todo el universo; y debería estar uniformemente distribuido en todas partes del universo. En 1964, los científicos en realidad
descubrieron “la radiación de fondo de microondas”, que encaja bien
con las especificaciones de la teoría. Este descubrimiento condujo a que
los científicos aceptaran, en general, la teoría del Big Bang.
La teoría del Big Bang también explica la abundancia de los elementos en el universo: por ejemplo, explica por qué el hidrógeno y el helio
son muy abundantes, mientras que los elementos más pesados son relativamente raros. Aunque la teoría del Big Bang es considerada como
la mejor explicación que tienen los científicos para la historia del universo, no debería ser considerada más allá del debate. Algunos científicos no la aceptan.
La Biblia y el Big Bang
¿Contradice la teoría del Big Bang lo que defiende la Biblia, o es consistente, hasta cierto punto, con ella? 12
El punto de acuerdo más importante es que ambas creencias indican
que el universo tuvo un principio, que no es eterno. En algunos otros
puntos, los dos informes pueden ser tomados como complementarios.
La teoría del Big Bang no brinda ninguna explicación para el origen del
universo, mientras que la Biblia identifica a Dios como el Creador. La
teoría no explica por qué el universo está tan delicadamente diseñado
para la vida, mientras que la Biblia indica que Dios tenía la intención de
que sostuviera organismos vivientes.
Un punto importante donde puede haber conflicto entre la Biblia y
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la teoría del Big Bang es la cantidad de tiempo involucrada. Los científicos no tienen una explicación acerca de qué fue lo que hizo que el universo comenzara, pero dado un punto de partida, han calculado que
los procesos realmente observados habrían tomado unos 13.700 millones de años para producir el universo como lo observamos hoy. La extensión del conflicto con Génesis 1:1 depende de cómo se interpreta el
texto. Sin embargo, cualquier propuesta que limite al Creador a los
procesos descritos en la teoría del Big Bang entrará en conflicto inevitable con la enseñanza bíblica de que Dios es soberano absoluto sobre la
Creación y sus “leyes”.
La idea de que Dios pudo haber creado el universo usando un proceso como el Big Bang podría ser consistente con algunas interpretaciones de Génesis 1:1. Sin embargo, algún conflicto es inevitable, debido a
que los partidarios de la teoría del Big Bang rechazan los eventos sobrenaturales de la semana de la Creación. Las interpretaciones de “la creación de la ecosfera” y “la creación del sistema solar” dejan lugar a pensar en la creación del universo antes de Génesis 1:1. La interpretación
de la “creación del universo” podría permitir sostener que la tierra existiera en un estado exento de vida por un período desconocido entre
Génesis 1:1 y Génesis 1:2. El modelo del Big Bang podría describir qué
sucedió en esa brecha de tiempo, pero todavía habría un conflicto sobre
los momentos de los eventos de la semana de la Creación. Probablemente, no hay manera de armonizar la teoría del Big Bang con la interpretación de que el universo entero fue creado al principio de la Creación en los seis días de Génesis 1. Pero, como notamos antes en este capítulo, la “creación del universo” tampoco se ajusta bien a los datos bíblicos. La posición que aquí se favorece es que, no importa qué interpretación de Génesis 1:1 se prefiera, el universo no fue creado durante
la semana de la Creación, sino en algún tiempo anterior.
Conclusiones
Génesis 1:1 es una de las declaraciones más profundas de la Escritura. Identifica a Dios como el Creador de todo, implicando su existencia
eterna (preexistencia), su omnipotencia y su sabiduría creativa. Explica
el orden y el propósito que se observan tan claramente en el universo.
Confirma nuestra intuición de que hay una razón para nuestra existencia. Y nos recuerda que nuestro alcance científico es limitado. Es el fundamento sobre el cual edificamos nuestro concepto de la realidad y
nuestro lugar en el universo.
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Referencias
Este argumento fue hecho famoso por Tomás de Aquino en Summa Theologica, Primera Parte, Pregunta 2, Artículo 3.
1
Para un pensamiento reciente, ver L. Grossman. “Death of the Eternal Cosmos”, New
Scientist 213 (14 de enero de 2012), pp. 6, 7.
2
3
Por ejemplo, Salmo 33:6-9; Juan 1:1-13; Colosenses 1:16; Hebreos 11:3.
Shea, W. H. “A Comparison of Narrative Elements In Ancient Mesopotamian Creation-Flood Stories With Genesis 1-9”. Origins 11 (1984); pp. 9- 29; Copan P., y W. L.
Craig, Creation Out of Nothing (Grand Rapids, MI: Baker, 2004), pp. 29-36.
4
Andreasen, N. E. “The word ‘earth’ in Genesis 1:1”. Origins 8 (1981), pp. 13-19; Hasel,
G. F. “The Meaning of Genesis 1:1”. Ministry 49/1 (1976), pp. 21-24; Roth, A. A. Origins:
Linking Science and Scripture (Hagerstown, MD: Review and Herald®, 1998), 316; Regalado, F. O. “The Creation Account in Genesis 1: Our World Only or the Universe?”
Journal of the Adventist Theological Society 13/2 (2002), pp. 108-120.
5
Davidson sitúa la brecha entre los versículos 2 y 3; Davidson, R. M. “The Biblical Account of Origins”, The Journal of the Adventist Theological Society 14/1 (2003), pp. 4-43;
ver también Younker, R. W. God’s Creation. Exploring the Genesis Stor, (Nampa, ID: Pacific Press®, 1999), pp. 33-35.
6
7
Ver Copan, P. y W. L. Craig (2004).
8
“Ecosfera” se refiere a todos los organismos vivientes y su medioambiente físico.
9 Ver Elena de White, Patriarcas y profetas (Mountain View, CA: Publicaciones Interamericanas, 1955), capítulos 1 al 3.
10 Roth, A. A. Science Discovers God. Hagerstown, MD: Autumn House (2008); Heeren,
F. Show Me God. 2da. ed. (Wheeling, IL: Daystar Publications, 2000).
11
En Internet se pueden encontrar numerosas referencias.
12 Ver de Groot, M. “El modelo del Big Bang: Una evaluación”. Diálogo universitario
10/1 (1998), pp. 9-12.
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