04-tu.qxd 4/26/01 21:16 Página 1 4 Justicia, Seguridad y Policía La Plata, viernes 27 de abril de 2001 UN ERROR IMPERDONABLE Secuestran y golpean a Alejandro Ocampo fue encañonado, maniatado, vendado y secuestrado. Los captores lo Fraude con siliconas: médicos piden una excarcelación extraordinaria El cirujano, el ayudante y el anestesista detenidos por facturar al IOMA operaciones inexistentes para encubrir cirugías estéticas, presentaron ayer pedidos de excarcelación extraordinaria ante el juez de Garantías César Melazo. Los escritos fueron radicados por el cirujano Guillermo Luna, el médico ayudante Victor Armesto y el anestesiólogo Pedro Pérez Bagnasco por intermedio de sus defensores. Luna es representado por José Luis Podestá y Alina García, Armesto es patrocinado por el defensor oficial Claudio Ritters y Pérez Bagnasco es defendido por el Dr. Alfredo Gascón. De los tres médicos el único que aceptó declarar fue el anestesista. La situación procesal de los facultativos se vio complicada luego que el juez Melazo a pedido de los fiscales Carlos Argüero y Esteban Lombardo decidieron recalificar la causa e imputarles los delitos de “asociación ilícita y defraudaciones reiteradas”. Los fiscales mantuvieron el miércoles una extensa conversación con el Presidente del IOMA Julio Municoy y el titular de la Agremiación Médica Platense Juan José Fracchia. Los funcionarios se comprometieron ante los fiscales en el lanzamiento de auditoría que tendrá como objeto controlar la facturación, liquidación y percepción de las prácticas médicas. Las pruebas que se obtengan de esas auditorias serán luego incorporadas a la causa penal, por lo que se extenderá la lista de pacientes que habrían simulado operaciones de várices y hernias umbilicales para percibir el reintegro que la obra social le negaba por las cirugías estéticas. El fraguado de diez historias clínicas derivó en la orden de detención de once mujeres pertenecientes a la administración pública. Lo siguieron y observaron sus movimientos. Al llegar a una esquina, se bajaron del auto, lo encañonaron y lo obligaron a subir al rodado: lo secuestraron. Luego, lo vendaron y maniataron y lo llevaron a dar un largo viaje. Lo mantuvieron de rehén en un salón de poca monta. Pero en esta historia que ocurrió en La Plata, hay un detalle fatídico: los secuestradores se equivocaron de víctima. Querían atrapar al hijo de “Gómez”, pero el chico que se llevaron no tenía nada que ver y los planes se desmoronaron de la noche a la mañana siguiente. Los secuestradores querían canjear a su víctima por un amigo, y un joven platense, que trabaja en el Poder Judicial, vivió y sufrió horas que no le pertenecían. Todo comenzó el pasado martes a la noche, cuando Alejandro Ocampo, de 18 años, quien se desempeña como meritorio de la Justicia y trabaja junto al fiscal Mariano Lasarte en la fiscalía número 2, circulaba a bordo de su moto por las calles platenses. En 11 y 64, un auto se detuvo junto a él, se bajaron al menos dos hombres, y uno de ellos se subió en la parte trasera de la moto, encañonó a Ocampo y lo obligó a manejar hasta la estación de trenes de City Bell, sin levantar sospecha. La víctima no entendía nada, apenas acató las órdenes temiendo lo peor. Al llegar al lugar señalado, el secuestrador y el rehén dejaron la moto y se subieron a un auto, donde Ocampo fue vendado con cinta adhesiva por otro cómplice. En el rodado, la víctima fue acompañada por al menos cinco sujetos, que casi no hablaron entre ellos. En ese momento, el rehén perdió la El joven que fue mantenido cautivo por error y aún sufre las heridas que le causó la cinta adhesiva con la que los secuestradores lo maniataron conciencia del espacio y el tiempo, aunque se sospecha que fue trasladado varios kilómetros, hasta la localidad de Bernal. Allí, los captores habrían “guardado” a su presa en una disquería, emplazada en un local sucio y de poca monta, donde lo dejaron maniatado de pies y manos y vendado. Con Ocampo bajo control, los secuestradores le dieron una implacable paliza, imposible de olvidar para la víctima. Le dejaron golpes y marcas en todo el cuerpo, incluso un ojo en compota, a pesar de la venda que no lo dejaba observar los movimientos ni los detalles del lugar. Según supo Trama Urbana, en el lugar había otros dos pibes en las mismas condiciones en que estaba el pibe platense, aunque entre los tres jamás hubo contacto. Una vez tranquilos en el “aguantadero”, los secuestradores le habrían confesado a Ocampo que “esto lo hacemos porque tenemos que hablar con Gómez”, un personaje totalmente des- Los secuestradores se confundieron de persona, aunque se dieron cuenta luego de una durísima negociación telefónica infructuosa conocido para la víctima. Convencidos de que habían elegido a la persona indicada, los secuestradores levantaron el teléfono, llamaron a “Gómez”, y comenzaron a amedrentarlo, bajo amenaza que tenían a su hijo con ellos. En tanto, los otros dos jóvenes se mantenían aislados de esta situación. De todas maneras, se supone que los tres chicos fueron víctimas de supuestos secuestros extorsivos. Las conversaciones entre los captores y “Gómez” habrían sido ríspidas y todo habría sucedido en un ambiente caldeado y de nerviosismo. Los sujetos querían negociar un canje con “Gómez”, a quien le pedían que libere al “Pollo” a cambio de recibir sano y salvo a su hijo: que no era su hijo, sino que era Ocampo, un joven inocente, víctima de la confusión. En tanto, el “Pollo” aún es un dato que la Justicia investiga, ya que sería uno de los integrantes de esta banda que se dedica aparentemente a secuestrar y cobrar rescates. Tras varios llamados mantenidos con “Gómez”, los captores se dieron cuenta de que se habían equivocado de persona, y ahora tenían que decidir. Los sujetos tomaron de los pelos y volvieron a golpear con brutalidad a Ocampo, que en todo momento sufrió la paliza sin entender qué estaba pasando en su vida. El joven platense pasó toda la noche en ese local del conurbano, vendado y con las manos y los pies atados con cinta. El frío y la angustia no doblegaron su tranquilidad, y en ningún momento pidió por libertad o lloró demostrando pequeñez ante la situación. Esto a pesar de su contextura flaca y en apariencia débil. A la mañana siguiente, los sujetos