Ide@s CONCYTEG 10(118): Abril, 2015 ISSN: 2007-2716 La instrumentación de la polı́tica de lucha contra la pobreza rural en Colombia 1997-2013 En el componente de servicios financieros, Pademer entregó los fondos para crédito directamente a operadores financieros no supervisados por la Superintendencia de Bancos, como ONG, fondos rotatorios de ahorro, créditos comunitarios, cooperativas financieras regionales de ahorro y empresas privadas, con los cuales Pademer suscribió convenio y/o contratos para la adjudicación de recursos de crédito (Lizarazo, 2002: 37). El principio de ejecución que rigió la puesta en marcha de estos fondos de microcrédito regional, según Lizarazo (2002) fue su “sostenibilidad” más allá del horizonte del proyecto. Finalmente, en un esfuerzo por crear vı́nculos más horizontales entre los microempresarios de diversas regiones, Pademer desarrolló una serie de encuentros, talleres temáticos y giras técnicas. En esta perspectiva, a finales del 2006 puso en marcha una estrategia denominada “Rutas de Aprendizaje”, liderada por la Corporación Regional Procasur de Chile con financiamiento del FIDA, con el objetivo de lograr una mejor sinergia entre los microempresarios y acrecentar el acervo de conocimientos empresariales que éstos actores tenı́an acumulado a lo largo de sus procesos productivos. Con relación a las Rutas de Aprendizaje”, éstas se definen como un proceso continuo de capacitación, organizado temáticamente en torno a experiencias, casos y prácticas exitosas de desarrollo rural y local en las cuales son los propios usuarios y aliados quienes se convierten en capacitadores. Esta estrategia se ha puesto en marcha por Procasur y el FIDA no solo en Colombia sino a nivel mundial en los paı́ses donde operan los proyectos FIDA. De manera general, los ajustes producidos en el periodo descrito, muestran unos arreglos institucionales más claros entre el gobierno y los microempresarios, y entre el gobierno y las administraciones regionales, mediados por la microempresa. Algunos funcionarios recordaron la primera etapa de Pademer como una “mala experiencia”, la cual, sin embargo, dejo lecciones aprendidas e hizo renovar su mirada hacia el sector rural con la puesta en marcha de mecanismos más participativos y coherentes con el contexto de los actores locales, lo que deja ver también cómo el instrumento guı́a la conducta de los actores, tal como lo recordó una de las funcionarias: ”Las propuestas presentadas por los microempresarios, fueron evaluadas por ellos mismos sin intermediarios operativos y conociendo más la realidad en que se desenvuelven” (Lucı́a Isacs, Bogotá, julio 3 de 2012). Las evaluaciones En la recta final de Pademer, se realizaron dos evaluaciones de impacto. Una, la hizo el FIDA y la otra, la firma Econometrı́a (Entidad de consultorı́a privada, reconocida por realizar las evaluaciones de los programas de desarrollo rural de Colombia.). El FIDA realizó la evaluación a través de consultores expertos en microfinanzas. Su análisis se centró en la cobertura y la participación de los usuarios. En resumen, la evaluación cataloga a Pademer como programa exitoso y muy pertinente en relación con el contexto socioeconómico, la estrategia en el paı́s y las prioridades del FIDA. Le otorga una calificación de 5/6 que lo acredita como “muy pertinente” ya que sus objetivos y estrategias de alivio de la pobreza rural mediante el apoyo a las microempresas rurales, lograron satisfacer las necesidades de la población objetivo y contribuyeron a superar la crisis de la agricultura que Colombia sufrió en el decenio de 1990 (FIDA, 2007, pp. 38-39). Econometrı́a realizó la evaluación teniendo en cuenta la información de una muestra de subproyectos, 20