185 Entre Espada y Cercas: los límites de la literatura en prensa1 Federico Gerhardt IdIHCS (UNLP-CONICET) P ublicada en marzo de 2001, con una tirada inicial de 4000 ejemplares, Soldados de Salamina de Javier Cercas alcanzó en poco tiempo un éxito notable, plasmado en la sucesión de numerosas ediciones –más de cuarenta, con centenares de miles de ejemplares vendidos– y la publicación de varias traducciones, además de la obtención de varios premios otorgados por lectores, libreros, escritores y críticos, españoles y extranjeros, como el Qué Leer, el Crisol, el Premi Llibreter, el Librería Cálamo, el Salambó, el de la Crítica de Chile, el Premi Ciutat de Barcelona, el Ciudad de Cartagena, el Extremadura y el Independent Foreign Fiction Prize, entre otros. Consecuentemente, la recepción de la novela redundó en la consolidación del lugar de Cercas en el campo literario español. En este contexto, reconocidos escritores como Mario Vargas Llosa, John Maxwell Coetzee y Roberto Bolaño, y reputados críticos como Jordi Gracia, Susan Sontag y George Steiner, se sumaron al elogio de la novela. Sin embargo, no todas las lecturas de la obra fueron igualmente ponderativas. Formando también parte importante del suceso de la novela, Soldados de Salamina se convirtió en el centro de una serie de polémicas, fundamentalmente en torno a los modos como la obra construye un relato sobre el pasado reciente.2 Cabe recordar que en la novela, el narrador, que comparte con el autor el nombre de Javier Cercas –así como también otros aspectos de su trayectoria profesional–, refiere el proceso de construcción de un relato sobre el supuesto fallido fusilamiento del dirigente falangista Rafael Sánchez Mazas por parte de un pelotón de soldados republicanos. 1 El presente trabajo se inscribe en el marco del proyecto de investigación PICT “Letras sin libro. Literatura española en soporte prensa: mestizaje, intermedialidad, canon, legitimación. Proyecciones del articulismo en la novela del siglo XXI”, aprobado y financiado por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, desarrollado en el Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (Universidad Nacional de La Plata-CONICET), y dirigido por la Dra. Raquel Macciuci. 2 Los juicios críticos y los debates suscitados en torno a diferentes aspectos de la novela, algunos estrechamente relacionados con lo que se expone a continuación, han sido abordados en un trabajo previo (Gerhardt, 2010). Asimismo, una lectura de un caso particular de la relación entre Soldados de Salamina y la escritura en prensa de Javier Cercas ha sido expuesta en Gerhardt, 2013. 186 HISPANISMOS DEL MUNDO: DIÁLOGOS Y DEBATES EN (Y DESDE) EL SUR A muy poco de editada, el periodista español Arcadi Espada volcó en sus Diarios su lectura de la novela. En la entrada correspondiente al 23 de marzo, acusa al relato de “ambigüedad” o “hermafroditismo”, y señala que el narrador es “un sujeto algo idiota llamado Cercas”. Y sobre el final, aclara: Ni muy enfermo habría leído yo una novela donde se nos anunciara la epopeya de un falangista al que fusilan, pero no, y las pesquisas frustradas en torno al que le salvó la vida cerrando los ojos. Si he caído en la trampa, es por lo que el autor llama, con pomposo pleonasmo, relato real (Espada, 2002, 54; cursiva del original). La respuesta de Javier Cercas se hace esperar, y recién en noviembre de 2005 contesta a las críticas de Espada, en las que el periodista por momentos parece confundir al autor con el narrador. En su artículo “Sobre las desventajas de no atender en la escuela”, publicado en la revista Quimera (n° 263-264) y recogido más tarde en el libro La verdad de Agamenón (2006), Cercas trata a Espada de “altanero y malcarado” (2006, 113), y le responde con una “aclaración superflua” (2006, 114) que estriba en dos puntos: […] lo primero que se enseña en las escuelas –lo primero que debería enseñarse– cuando se enseña a leer una novela es que una cosa es el autor y otra cosa el narrador; […] lo segundo que se enseña en la escuela –lo segundo que debería enseñarse– cuando se enseña a leer una novela es que, aunque ésta persiga a toda costa el asentimiento del lector al mundo ficticio que propone, y aunque el lector, dejando en suspenso su incredulidad en el curso de la lectura, deba acatar esa realidad ilusoria como si fuera la realidad real –como por lo común hace de forma espontánea–, en última instancia el lector nunca debe fiarse del todo del narrador de una novela, en particular si ésta está narrada en primera persona… (Cercas, 2006, 113) Sobre este último se extiende hacia el cierre del artículo: Así pues, sentirse estafado porque Soldados de Salamina no es un relato real, como declara aquí y allá el narrador de la novela, constituye una ingenuidad –o, más precisamente, una estupidez– sólo equiparable –y perdonen ustedes los ejemplos: son los primeros que se me ocurren– a sentirse estafado por el Quijote porque, pese a lo que el narrador una y otra vez sostiene, la historia de Don Quijote no es fruto de la pluma de Cide Hamete Benengeli, o a considerar un engaño intolerable que los autores respectivos del Lazarillo o Robinson Crusoe alentaran o propiciaran, mediante estratagemas diversas, que esas novelas fueran leídas como historias verdaderas, como relatos reales. La historia y el periodismo no toleran la mentira; la novela está obligada a ANEXO DIGITAL 187 ella, porque es su instrumento de acceso a la verdad. Así que acusar a un novelista de engañar en sus novelas es como acusar a un delantero centro de meter goles (Cercas, 2006, 114). Los mismos argumentos tomará Cercas como punto de partida cuando una intervención pública suya desate una nueva polémica con Arcadi Espada. El 11 de enero de 2011, el crítico literario y miembro de la Real Academia Española Francisco Rico publica en la sección “Tribuna” del diario El País, un texto titulado “Teoría y realidad de la ley contra el fumador” en la que expone las razones por las que considera que la ley de medidas sanitarias contra el tabaquismo sancionada en diciembre de 2010 “es un golpe bajo a la libertad, una muestra de estolidez y una vileza” (Rico, 2011). La exposición lleva un post scriptum, en el que Rico afirma: “En mi vida he fumado un solo cigarrillo” (Rico, 2011). En esta última afirmación reside el punto conflictivo del texto de Rico, que provocó la llegada de gran cantidad de cartas de protesta al diario, ya que, como señala quevedescamente Javier Cercas, Rico no es un fumador: es un hombre a un cigarrillo pegado, un tipo que, en sus innumerables clases, conferencias e intervenciones en prensa, radio y televisión, apenas ha aparecido sin un cigarrillo en la mano, o por lo menos jamás ha ocultado su vicio imparable (Cercas, 2011). A los cinco días intervino en el asunto Milagros Pérez Oliva, defensora del lector, con un texto titulado “La impostura de un fumador”, donde escribe: “[p]ronto comprobé que los lectores tenían razón: el profesor Rico tiene un largo historial de fumador empedernido” (Pérez Oliva, 2011a). Tras realizar, de modo no declarado, dicha comprobación, la defensora del lector pidió explicaciones al académico, cuya respuesta cita textualmente: Amén de darle al conjunto una nota de color, el post scriptum quiere decir varias de las cosas que literalmente dice, y sobre todo otra no literal pero obvia: que “Je est un autre” (Rimbaud), la escritura no es la autobiografía y “la verdad es la verdad dígala Agamenón o su porquero” (A. Machado) (Pérez Oliva, 2011a).3 La cita del Juan de Mairena de Machado es, casualmente, la misma que sirve de epígrafe y da nombre al ya mencionado volumen de crónicas La verdad de Agamenón, de Javier Cercas (2006, 11), quien sale en defensa 3 La réplica de Pérez Oliva a esta explicación, comienza con un aviso significativo respecto del diálogo entre el autor y el lector en el periódico: “Le advierto al profesor Rico que su respuesta es tan críptica que corre el riesgo de que no se le entienda” (2011). 188 HISPANISMOS DEL MUNDO: DIÁLOGOS Y DEBATES EN (Y DESDE) EL SUR de Rico, con una intervención irónicamente titulada “Rico, al paredón”, también incluida en la sección “Tribuna” de El País, el 13 de febrero de 2011, es decir, poco más de un mes después de publicado el texto de la discordia. Para introducir el tema, parte de una comparación usada años atrás en su referida polémica con Espada: “… como dice Vargas Llosa, escribir novelas consiste esencialmente en mentir –en mentir con la verdad, claro está, en contar una mentira factual para decir una verdad moral–, exigirle a un novelista que no mienta viene a ser como exigirle a un delantero centro que no meta goles” (Cercas, 2011).4 Luego de esta introducción, Cercas expone su postura con respecto al tema en cuestión, y la ilustra con un ejemplo, al que sin embargo reconoce como extremo (la relevancia de la cita excusa su extensión): El mejor lugar donde asediar la verdad factual del presente es el periódico. ¿Quiere esto decir que hay que exigir que todo lo que se cuenta en el periódico responde a la verdad de los hechos? A mi juicio, no. Y pongo un ejemplo. Imaginemos que Juan José Millás publica un artículo en el que, impostando la voz de una mujer, cuenta que se despierta de madrugada, va a la cocina a beber un vaso de leche y al abrir la nevera se encuentra dentro a su madre enana, con un cubata de Bacardí en una mano y un porro en la otra. Imaginemos también que ese mismo día recibe Millás una llamada del director del periódico. ¿Cómo estás, Juanjo?, dice el director. Bien, dice Millás. ¿Y usted? No tan bien, dice el director. Acabo de leer tu columna de hoy y no me ha gustado un pelo. No me joda, dice Millás. No te jodo, dice el director. En los periódicos no se cuentan mentiras, Juanjo: ni tú eres una mujer ni tu madre es enana; además, sé de buena tinta que no bebe una gota de alcohol y que ni siquiera fuma Rex, y por supuesto no me creo lo de que te la encontraras metida en la nevera. Mi madre está muerta, gime Millás. ¿Muerta?, vocifera el director. ¡Peor me lo pones! Mira, Juanjo, me estás confundiendo a los lectores: las mentiras las dejas para tus novelas, o para los relatos del verano; en todo lo demás, la verdad y sólo la verdad, ¿estamos? Pero, señor director, intenta protestar Millás. No hay pero que valga, lo interrumpe el director. Este es un periódico serio, la tuya es una columna de opinión y ahí no quiero jueguitos con la verdad y la mentira y la realidad y la ficción. Así que como vuelvas a repetir lo de hoy te quito la columna y te meto un paquete que te cagas. ¿Está claro? (Cercas, 2011) 4 A esta “mentira” o “manipulación” hace referencia Vargas Llosa en su elogiosa reseña de Soldados de Salamina publicada, también, en El País: “en sus páginas lo literario termina prevaleciendo sobre lo histórico, la invención y la palabra manipulando la memoria de lo vivido para construir otra historia, de estirpe esencialmente literaria, es decir, ficticia” (2001, 11). ANEXO DIGITAL 189 A través de este ejemplo, Cercas está haciendo hincapié en ciertas características del columnismo literario que él mismo señalaba respecto de su obra, en el prólogo al libro Relatos reales del año 2000, compilación de sus columnas publicadas en la edición catalana del diario El País, donde era compañero de Arcadi Espada, a quien –cabe recordar–, cita casi amistosamente en el mencionado prólogo.5 Dichas características tienen que ver, fundamentalmente, con el lugar de la ficción en el columnismo literario, por un lado, en la construcción del “yo” y, por otro lado, en el tratamiento del tema que se propone abordar. Así, en principio, plantea que el libro acaso tolere ser leído como un dietario un tanto azaroso o desordenado, entre otras cosas porque, como en cualquier dietario, aquí se habla ante todo del yo […] [pero] casi me avergüenza aclararlo, ese yo no soy yo, evidentemente, suponiendo que yo sepa, y ya es suponer, quién soy. Si no ando equivocado, escribir consiste, entre otras cosas, en fabricarse una identidad, un rostro que al mismo tiempo es y no es el nuestro, igual que una máscara. De hecho, máscara es lo que persona significa en latín y, como se dice en una de estas crónicas, dedicada precisamente a una forma peculiar del dietarismo, la máscara es lo que nos oculta pero sobre todo lo que nos revela. En mi caso, esa identidad –ese yo que soy yo y no soy yo al mismo tiempo– no es, a qué engañarnos, demasiado original: […] un hombre normal y corriente, y por tanto un poco neurótico, como yo mismo, un hombre al que le pasan cosas normales y corrientes… (Cercas, 2000, 7-8) Por otra parte, para explicar el grado ficcional de sus columnas, Cercas apela a un sintagma, que luego tomará el narrador homónimo de Soldados de Salamina, llamándolas “relatos reales”. Al respecto explica que es casi un oxímoron, esa figura retórica que consiste en añadirle a un nombre un epíteto que parece contradecirlo. En rigor, un relato real es apenas concebible, porque todo relato, lo quiera o no, comporta un grado variable de invención; o dicho de otro modo: es imposible transcribir verbalmente la realidad sin traicionarla. […] el relato real, puesto que está hecho con palabras, inevitablemente se independiza en parte de la realidad (Cercas, 2000, 16-17). Tanto la ficcionalización del “yo”, la construcción de un ethos o una máscara, como el sometimiento de la materia abordada a un tratamiento 5 Recuerda: “Fue así como empecé a escribir estas crónicas para un periódico [El País] que, para decirlo con palabras de Arcadi Espada (otro habitual de ‘La Crónica’), fue el mío mucho antes de que yo soñara con colaborar en él, porque también fue el primero que compré de adolescente…” (Cercas, 2000, 12). 190 HISPANISMOS DEL MUNDO: DIÁLOGOS Y DEBATES EN (Y DESDE) EL SUR formal e imaginativo constituyen características en las que la crítica cifra generalmente la especificidad de la columna literaria como género dentro del periódico.6 También Cercas, en su defensa de Rico, admite que estas “licencias” serían, en principio, sólo admisibles en las columnas. Sin embargo, también sugiere la posibilidad de considerar al periodismo como “un ensayo de comprensión imaginativa del presente” (Cercas, 2011). La respuesta de Arcadi Espada a esta intervención de Cercas demorará apenas dos días y se servirá de una noticia publicada en ese mínimo lapso. El 14 de febrero de 2011, es decir, un día después de publicado “Rico, al paredón”, el diario El País daba cuenta de una serie de allanamientos en prostíbulos clandestinos con el título “Cae una red que controlaba con cámaras a prostitutas” (Calleja, 2011). Al día siguiente, el 15 del mismo mes, Espada escribe para el diario El Mundo, una columna titulada “Gato al agua”, en la que vuelve a dedicarse a Javier Cercas, ya que, explica las circunstancias de su detención y, sobre todo, de la publicidad de su detención, durante la operación policial que ha llevado al acabamiento de una trama de explotación sexual en Arganzuela, me obligan a volver con él. […] Y el hecho de que Cercas estuviera haciendo uso de una de las casas de Arganzuela la misma madrugada, del pasado domingo, en que irrumpió allí la policía ha acabado mezclando innoblemente su nombre con el de los cabecillas de la red. Parece lógico que la policía condujera a comisaría a los clientes de la llamada, en prosa antigua, casa de tolerancia para verificar su identidad; un trámite que acabó con la inmediata puesta en libertad del escritor, sin cargo alguno y tal vez con la ruborizada sorpresa de algún funcionario. Pero no es ni lógico ni justo ni tolerable que su nombre fuera citado al día siguiente en uno de esos siniestros programas televisivos […]. Es por completo miserable que alguien haya querido mezclar a Cercas con el tráfico de personas; y hablo perfectamente en serio y no quiero que nadie vea, ni ensartada, mi punta polémica sobre sus manejos con personas y personajes. Cercas podrá ser cualquier cosa, de hecho lo es; pero jamás un malvado. Que hayan arrastrado su nombre por auténticos lupanares, que no son desde luego los de Arganzuela, me llena de espanto y de desprecio. Sobre todo, porque el caso no refleja más que nuestra identidad de inofensivos soldados, al fin y al cabo sólo interesados en las maniobras de la retórica, el estilo y la verdad (Espada, 2011). Como puede sospecharse, la detención de Cercas en relación con redes de explotación sexual es falsa. Días después, Arcadi Espada explicará, también 6 Sobre la ficcionalización del “yo” del columnista, véase los trabajos de Alexis Grohmann (2005 y 2006). Una aproximación a este aspecto en la escritura en prensa de Javier Cercas puede encontrarse en Benson (2006, 101-104). ANEXO DIGITAL 191 en las páginas de El Mundo, por qué difundió la noticia: “Pensé que [Cercas] merecía una lección y que iba a dársela. La lección consistiría en aplicar sus premisas a un caso concreto. A una ficción concreta. Me iba a tomar con él algunas licencias, como tan graciosamente las llamaba” (s/f, 2011). En este punto, la polémica entre Cercas y Espada sobre el lugar de la ficción en la prensa se pierde en el cauce judicial, dejando no pocos cabos sueltos en torno a cuestiones de diversa índole (profesionales, éticas, jurídicas, etc.) que no cabe abordar aquí. Sí cabe, como cierre de este repaso, citar una última intervención en esta polémica que no corresponde a Cercas ni a Espada, sino a Milagros Pérez Oliva, quien interviene nuevamente en calidad de defensora del lector con un texto titulado, a su vez, “En defensa de Cercas y de la verdad”. Allí, a una semana del artículo de Cercas sobre Rico, Pérez Oliva escribe: La mentira no tiene cabida en periodismo. Y la ficción narrativa solo en las columnas literarias. Nunca en la información. El lector no se llamará a engaño si encuentra interpretaciones imaginativas en las columnas de Manuel Rivas, Maruja Torres, Rosa Montero, Almudena Grandes, Elvira Lindo o Manuel Vicent. Nadie les toma por periodistas cuando escriben en esas secciones, ni se espera de ellos que sean notarios de la realidad, aunque sí se espera que sean honestos y se atengan a la verdad, entendiendo que su verdad, esta vez sí, puede ser fruto de esa “interpretación imaginativa” de la realidad que defiende Javier Cercas. (Pérez Oliva, 2011b) De este modo, la intervención de la defensora del lector pretende fijar los límites de la literatura en la prensa, de la ficción en el periódico. Lo que resulta interesante en este caso es que dichos límites ya no parecen remitir tanto, como en la discusión de Cercas y Espada, a criterios ideales (éticos o estéticos), sino más bien a las condiciones materiales de edición y circulación de los textos, es decir, a los condicionamientos del soporte.7 Los límites de 7 En ese sentido, la intervención de la defensora del lector parece, curiosamente (véase nota 3), coincidir con la crítica literaria especializada, en que la definición de la columna como género resulta menos problemática atendiendo a su formato que a su contenido. Frente a la dificultad que entraña determinar sus criterios temáticos, por ser una suerte de “cajón de sastre”, la modalidad de la columna de escritores exhibe ciertos aspectos formales de su presentación, apariencia y diseño que permitirían delimitarla, por lo que en su explicación se ha apelado a la lógica de la intransitividad y recurrido a la metáfora de la “cajas vacía” que requiere ser llenada. Estas características pueden resumirse en: una periodicidad fija, generalmente diaria o semanal; una extensión apenas variable en el número de palabras; un lugar y un espacio determinados dentro del periódico o suplemento; una presentación tipográfica distintiva, que muchas veces incluye su recuadro; y la firma del autor, que puede acompañarse con su foto (Grohmann, 2005 y 2006). De ahí que un cambio de soporte –a través de, por ejemplo, la inclusión en antologías o la integración en textos más extensos como novelas– implique siempre una resignificación de la columna (Macciuci, 2009). 192 HISPANISMOS DEL MUNDO: DIÁLOGOS Y DEBATES EN (Y DESDE) EL SUR la literatura y de la ficción en el periódico estarían dados, entonces, por el aparato paratextual (título, firma, tipografía diferenciada, recuadro) que define y da forma a esa caja vacía que cada autor llena a su estilo: la columna. Bibliografía Benson, Ken, 2006. “Fronteras entre ficción ——, 2013. “La columna móvil. ‘Un secreto y dicción: Rosa Regás, Enrique Vila-Matas, esencial’ de Javier Cercas, entre la prensa y Justo Navarro y Javier Cercas”, en Alexis el libro”, en Aymará de Llano, comp., Actas Grohmann y Marteen Steenmeijer, eds., El del Cuarto Congreso Internacional CELEcolumnismo de escritores españoles (1975- HIS de Literatura 2011: áreas de literatura 2005), Madrid: Verbum, pp. 97-122. española, argentina e hispanoamericana, Mar del Plata: Universidad Nacional de Mar Calleja, Tono, 2011. “Cae una red que del Plata, [en línea], http://www.mdp.edu.ar/ controlaba con cámaras a prostituhumanidades/letras/celehis/congreso/2011/ tas”, El País, 14 de febrero, [en línea], actas/ponencias/gerhardt.htm#_ftn12 (fecha http://elpais.com/diario/2011/02/14/made consulta: 14-7-2013) drid/1297686254_850215.html (fecha de consulta: 14-VII-2013). Grohmann, Alexis, 2005. “La escritura impertinente”, Ínsula, 703-704: 2-5. Cercas, Javier, 2000. Relatos reales. Barcelona: El Acantilado. ——, 2006. “El columnismo de escritores españoles (1975-2005): hacia un nuevo gé——, 2006. La verdad de Agamenón. Crónero literario”. en Alexis Grohmann y Marnicas, artículos y un cuento. Barcelona: teen Steenmeijer, eds., El columnismo de Tusquets. escritores españoles (1975-2005), Madrid: ——, 2011. “Rico, al paredón”, El Verbum, pp. 11-43. País, 13 de febrero, [en línea], http:// Macciuci, Raquel, 2009. “Letras sin libro. Las e l p a i s . c o m / d i a r i o / 2 0 11 / 0 2 / 1 3 / o p icláusulas del papel prensa (con breve alto nion/1297551604_850215.html (fecha de en Manuel Vicent)”, en Raquel Macciuci, consulta: 14-7-2013). ed., Lea Hafter y Federico Gerhardt, coords., Espada, Arcadi, 2002. Diarios. Madrid: Es- Crítica y literaturas hispánicas entre dos sipasa Calpe. glos. Mestizajes genéricos y diálogos inter——, 2011. “Gato al agua”, El Mundo, 15 mediales, Madrid: Maia-CSIC, pp. 231-258. de febrero, [en línea], http://elmundo. Pérez Oliva, Milagros, 2011a. “La impostura orbyt.es/2011/02/14/orbyt_en_elmun- de un fumador”, El País, 16 de enero, [en do/1297716677.html (fecha de consulta: línea], http://elpais.com/diario/2011/01/16/ 14-7-2013) opinion/1295132405_850215.html (fecha Gerhardt, Federico, 2010. “Infección y biblio- de consulta: 14-VII-2013) grafía. (En torno a Soldados de Salamina de ——, 2011b. “En defensa de Cercas y de la Javier Cercas)”, en Raquel Macciuci y Ma- verdad”, El País, 20 de febrero, [en línea], ría Teresa Pochat, eds., Juan Ennis, coord., http://elpais.com/diario/2011/02/20/opiEntre la memoria propia y la ajena. Ten- nion/1298156405_850215.html (fecha de dencias y debates en la narrativa española consulta: 14-VII-2013) actual, La Plata: Ediciones del lado de acá, pp. 175-203. ANEXO DIGITAL Rico, Francisco, 2011. “Teoría y realidad de la ley contra el fumador”, El País, 11 de enero, [en línea], http:// e l p a i s . c o m / d i a r i o / 2 0 11 / 0 1 / 11 / o p i nion/1294700405_850215.html (fecha de consulta: 14-VII-2013) S/f, 2011. “Arcadi Espada, sobre su polémica con Cercas: ‘Pensé que merecía una lección’”. Libertad Digital, 17 de febrero, 193 [en línea], http://www.libertaddigital.com/ sociedad/arcadi-espada-sobre-su-polemica-con-cercas-pense-que-merecia-unaleccion-1276414775/ (fecha de consulta: 14-VII-2013) Vargas Llosa, Mario, 2001. “El sueño de los héroes”, El País, 3 de septiembre: 11-12. Resumen A principios de 2011, Arcadi Espada y Javier Cercas, retoman un intercambio polémico iniciado con el siglo, cuando la publicación de Soldados de Salamina (2001) en torno al concepto de “relato real”. En el caso más reciente, la discusión entre ambos se ubica en la misma cuestión de fondo, esto es, los límites entre ficción y realidad en la literatura, pero, más específicamente, en la literatura publicada en la prensa periódica. Este trabajo aborda la polémica, atendiendo a las concepciones de la literatura subyacentes en una y otra posición, en relación con el soporte y los modos de circulación de lo escrito. Palabras clave: Javier Cercas, Arcadi Espada, “relato real”, Soldados de Salamina, prensa periódica, edición, columnismo. Abstract: In early 2011, Arcadi Espada and Javier Cercas retake a controversy around the concept of “relato real” begun when Soldados de Salamina (2001) was published. In the latest case, the discussion between the two revolves around the same problem, that is, the boundaries between fiction and reality in the literature, but more specifically in the literature published in the periodical press. This paper analyzes the controversy, considering the underlying conceptions of literature in the positions of both in relation to the publication and circulation of the written word. Keywords: Javier Cercas, Arcadi Espada, “relato real”, Soldados de Salamina, periodical press, edition, column-writing.