Carta a mis hermanos y hermanas del ARCA Y de FE Y LUZ

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Carta a mis hermanos y
hermanas
del ARCA
Y
de FE Y LUZ
Jean Vanier
Indice
Introducción
3
I.
El tesoro de nuestras comunidades
4
Il.
Reconocidas por nuestras Iglesias
9
III.
El Arca y Fe y Luz
12
IV.
El sufrimiento
16
V.
La formación y la busquedad de la verdad
21
a)
b)
c)
d)
La integración entre la filosofía
y la Palabra de Dios
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Cada persona humana tiene un
valor y está llamada a la madurez
25
El lazo entre psicología y la
espiritualidad
26
Finalmente estamos llamados a
profundizar este lazo entre estos
tres aspectos
26
Conclusión
27
2
Introducción
Con la visión de mis 70 años y el sentimiento que Jesús
me da todavía una misión en el Arca y Fe y Luz, con otras
personas, naturalmente, tengo la audacia de escribir esta carta a
todas nuestras comunidades. Tengo cada vez más el
sentimiento que Dios nos ha confiado un tesoro, que esta vida
con las personas débiles es un don de Dios. Me siento
responsable como fundador del Arca con el padre Thomas y de
Fe y Luz con Marie-Hélène Mathieu, de comunicar y volver a
comunicar este tesoro. Jesús dice que si alguien encuentra un
tesoro en un campo, va a vender todos sus bienes para comprar
ese campo. Es lo que trato de hacer. Les envío por lo tanto esta
carta cuando deseo volverme más pobre, para dejar más lugar a
Jesús y a cada uno de vosotros.
Hace dos años, escribí mi primera ÿCarta a los
hermanos y hermanasþ, dirigida a los asistentes del Arca,
sobre nuestra vocación. Quisiera abrir otras puertas: el tesoro
que se nos ha confiado, la unidad entre el Arca y Fe y Luz, la
compasión ante el sufrimiento, y la formación y la búsqueda de
la verdad. No dudéis en comunicarme vuestras reflexiones.
Esta carta quiere ser el inicio de un diálogo.
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I. El tesoro de nuestras comunidades
Desde hace algunos años, he tenido la ocasión de dar
retiros a personas con una deficiencia mental. Cada vez, me he
maravillado de su apertura y su acogida. Recientemente
durante un Katimavik en Bélgica, dos personas con una
deficiencia profunda vinieron a verme después de una
conferencia que había durado cerca de una hora. Cada una a su
manera me dijo: ÿ¡Gracias. Tu palabra me hizo bien!þ Y
últimamente en el monasterio de Orval, con las personas de mi
propio hogar, hablaba de Dios, el Padre de Jesús, tan diferente
de nuestros papás de la tierra que pueden algunas veces ser
duros o violentos. Después de mi charla, un joven que acaba de
ser acogido en el hogar y cuyo padre es bastante violento vino
a decirme: ÿEsto me ayudó muchoþ. No siempre sé lo que las
personas comprenden o retienen de una conferencia de una
hora, pero es evidente, considerando su manera de escuchar, su
silencio y su atención, que el Espíritu Santo actúa en sus
corazones y les da luces de paz y de calor interior. Hace
algunos años, Didier de mi hogar me dijo: ÿCuando el
sacerdote hablaba, mi corazón ardíaþ. Le pregunté lo que había
dicho el sacerdote. Me respondió: ÿNo séþ. El Espíritu Santo
actúa en un nivel más profundo que los conceptos o las ideas y
puede servirse de tal o tal palabra y del tono de voz para tocar y
despertar los corazones.
Las personas con una deficiencia parecen tener
mecanismos de defensa menos complejos, menos sutiles que
nosotros, la gente supuestamente inteligente y sana. Sus muros
están construidos más bien sobre el sufrimiento interior que
sobre el orgullo y el deseo de poder. Sus corazones son por lo
tanto más sencillos, más confiados. Estas personas no están
invadidas por los mismos deseos de poder. Ellas responden al
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amor con el amor. No es sorprendente cuando Pablo, en su
carta a los Corintios, dice que ¡Dios ha elegido lo mas débil y
loco en el mundo para confundir a los fuertes y a los sabios! (1
Co 1, 20).
Me gusta esta historia que Marie-Hélène Mathieu narra
en su libro ÿDios me ama como soyþ:
Emmanuel está afectado de trisomía; tiene doce años y
medio. Acabamos de saber que también tiene leucemia. No se
lo han dicho, pero él siente muy bien que sus fuerzas
disminuyen. El médico anuncia a sus padres que le queda poco
tiempo de vida. En la misa el domingo siguiente, habiendo
recibido la comunión, Emmanuel permanece en el coro de
rodillas, la cabeza entre las manos. A su padre que se
preocupa, ÿ¿Qué haces Emmanuel?þ, le dice simplemente:
ÿLe rezo a Jesús para que mamá no llore muchoþ. Al
debilitarse más Emmanuel, su padre le dice un domingo:
ÿPienso Emmanuel, que vas a ver la misa en la televisiónþ.
ÿPapá, ¿y la comunión?þ. ÿSabes, yo puedo traertelaþ. ÿNo,
quiero ir a ver a Jesúsþ. ÿEstás demasiado cansadoþ. Con un
gran esfuerzo, Emmanuel se levanta y se pone de rodillas
diciendo: ÿ¿Ves papá?, todavía puedoþ. Aquel domingo, por
última vez, Emmanuel fue a misa. Algunos días más tarde en el
hospital, durante sus últimos momentos, su padre tiene el valor
de decirle: ÿMuy pronto, Emmanuel, verás a Jesúsþ. Entonces
Emmanuel tomó de un lado la cabeza de su papá y del otro la
de su mamá y des dijo: ÿPapá, ¿sabes?, te quiero, mamá,
¿sabes?, te quieroþ. Era su manera de decirles simplemente
adiós.
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Emmanuel revela concretamente lo que dice la Carta
del Arca:
ÿLas personas que tienen una deficiencia mental tienen
frecuentemente cualidades para acoger, para maravillarse.
Están llenas de espontaneidad y de verdad. En su
despojamiento y su fragilidad, tienen el don de tocar los
corazones y de llamar a la unidad. Ellas son así para la
sociedad un recuerdo vivo de los valores esenciales del
corazón sin los cuales el saber, el poder y el actuar pierden su
sentido y se desvían de su finalidadþ (II 3).
ÿLa debilidad y la vulnerabilidad de la persona
humana, lejos de ser un obstáculo a su unión con Dios, pueden
favorecerla. En efecto, frecuentemente es a través de la
debilidad reconocida y aceptada que se revela el amor
liberador de Diosþ (II 4).
Cada vez me doy más cuenta de que en el Arca y en Fe
y Luz, estamos viviendo la parábola de las bodas descrita en el
evangelio de Mateo (cap.22) y de Lucas (cap.14). Un hombre
organiza un gran banquete para la bodas de su hijo. Cuando
todo está dispuesto, los servidores van a invitar a la fiesta a
toda la gente ÿdignaþ, pero ellos declinan la invitación. Están
demasiado ocupados por las cosas que deben hacer. No tienen
tiempo. El dueño de la casa irritado envía entonces a sus
servidores diciéndoles: ÿSalid aprisa a las plazas y calles de la
ciudad, y a los pobres, tullidos, ciegos y cojos, traédlos aquíþ.
¡Ellos corren todos al Banquete del Amor!
Nuestras comunidades están llamadas a ser banquetes
del Amor preparados para aquellos que frecuentemente han
sido puestos a un lado por la sociedad, considerados como
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inútiles, como una carga. A los ojos de Dios cada persona es
única e importante cualquiera que sean sus dones, sus
capacidades, sus faltas, su cultura o su religión; cada una tiene
un valor, cada una tiene un corazón hecho para amar y ser
amado. ¿No es acaso nuestra meta: tratar a cada persona con
respeto y amor, como un ser único, escucharlo y ayudarlo a
realizarse plenamente en un ambiente cálido hecho de amistad
y de confianza mutua?
A menudo nuestro mundo se construye para fortificar a
los fuertes; Dios, El, quiere una sociedad donde los débiles
tengan su lugar. En el Arca y en Fe y Luz, los asistentes, los
padres y los amigos son como los servidores de la parábola que
invitan a las personas discapacitadas al Banquete del Amor y
las conducen a él. Pero una vez en el interior de la sala de
fiesta, estamos ahí todos juntos para celebrar.
El Banquete del Amor descrito en el Evangelio es
ciertamente el banquete eucarístico donde Jesús se da él mismo
como alimento; es un evento espiritual. Pero el Banquete del
Amor es también el lugar donde los corazones se abren unos a
otros. Está en la vida cotidiana de nuestras comunidades. El
Banquete del Amor es una realidad a la vez profundamente
humana y divina. El corazón humano es el lugar donde se
encuentran el cielo y la tierra, donde Dios se manifiesta. En su
primera carta, Juan escribe: ÿCarísimos, amémonos unos a
otros, porque la caridad procede de Dios, y todo el que ama es
nacido de Dios y a Dios conoceþ (1 Jn 4,7).
En el contexto bíblico, ÿconocerþ a Dios quiere decir
ÿtener una experienciaþ de Dios, si nosotros nos amamos
verdaderamente, estamos en Dios. El Arca y Fe y Luz son
comunidades en las cuales el corazón profundo de cada uno es
llamado a abrirse y a florecer. Bebemos en la fuente del Amor
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que es Dios, para ser fuente de amor para todos nuestros
hermanos y hermanas.
Las personas discapacitadas son elegidas por el Dios
de amor a causa de su sed de amor y de amistad, pero
nosotros sabemos que pueden también estar perturbadas, ser
difíciles y estar angustiadas. Algunas ya no tienen confianza en
ellas mismas; se creen malas, malvadas; creen que nadie puede
amarlas. Otras son invadidas por la cólera y un sabor a muerte.
Su persona profunda parece ocultarse detrás de las
perturbaciones psíquicas graves. Vivir con ellas no es fácil y no
da siempre la pazý Pueden despertar nuestras propias
angustias, nuestra violencia, nuestra impaciencia y nuestras
perturbaciones interiores. Se trata entonces de creer en esta
persona oculta en ellas y esperar que un día la luz de su
corazón pueda manifestarse.
Esta apertura del corazón implica en primer lugar que
cada persona tome conciencia de su valor y vuelva a encontrar
la confianza en ella misma y en su capacidad de dar la vida.
Esta confianza se desarrolla cuando uno se siente amado.
Cuando siente que otros son felices que exista, cuando recibe la
atención y la ayuda humana y psicológica que necesita para
desarrollarse y crecer en madurez y en libertad interior. Esta
apertura y esta confianza pueden tomar mucho tiempo para
establecerse. Amar, es liberarse poco a poco de sus miedos y
de sus prejuicios para acoger al otro, ÿal extranjeroþ, al
ÿdiferenteþ, entrar en relación con él, vivir una alianza con él.
El Arca y Fe y Luz son ante todo escuelas de amor.
Suponen un reencuentro con el Dios de amor que revela a cada
uno: ÿTú eres mi hija, mi hijo predilecto, en ti he puesto toda
mi alegríaþ. El Arca y Fe y Luz son lugares de fe y de
celebración, Banquetes del Amor, donde aprendemos a
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regocijarnos de la presencia de cada persona y a dar gracias a
Dios por ella.
Estas comunidades de amor no deben cerrarse sobre ellas
mismas. Si el miedo encierra, el amor abre; y es fuente de
ternura, de perdón, de acogida, de irradiación y de don de si
mismo. Por eso nuestras comunidades están llamadas a estar
abiertas a los vecinos, en el barrio o la aldea, insertas en la
Iglesia local o en los lugares de culto.
La Carta del Arca afirma que somos llamados en primer
lugar a crear comunidades de amor, pero también a manifestar
a la sociedad, por lo tanto a nuestros vecinos, que el valor del
ser humano reside esencialmente en su capacidad de amar y no
en sus capacidades de acción. Nuestras comunidades quieren
dar testimonio de la importancia y del valor de las personas
débiles.
Su vida tiene un sentido; ellos tienen una misión como
fuente de comunión. Dios está presente no solamente en la
belleza y la grandeza del universo, sino también en la
debilidad, la pequeñez, el sufrimiento y las crisis que puede
convertirse en momentos de profundización y de conversión.
Nuestras comunidades quieren dar testimonio de la importancia
de escuchar con benevolencia a cada persona, sobretodo las
mas desprovistas. Frente a la violencia y las divisiones de
nuestro mundo, nosotros queremos dar testimonio de la
compasión que transforma el corazón de cada uno.
II. Reconocidas por nuestras Iglesias
Los tres encuentros que he vivido este año, en primer
lugar con el Consejo Ecuménico de las Iglesias, después con
Juan Pablo II durante la reunión de las nuevas comunidades
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laicas, finalmente con los Obispo de la Comunión Anglicana
me han confirmado mucho en esta visión del Arca y de Fe y
Luz. Estos encuentros nos animan a ser todavía más fieles a
esta pequeña vía que nos ha sido dada. Tenemos necesidad de
esta confirmación de las Iglesias, como nuestras Iglesias tienen
necesidad de las personas más débiles. Pablo dice: ÿLos
miembros del cuerpo que parecen más débiles son los más
necesarios; y a los que parecen más viles los rodeamos de
mayor honorþ (1 Co 12). Estos encuentros me han confirmado
en el hecho que los pobres y los débiles son, en su pobreza,
signo de la presencia de Dios y tienen la misión de crear la
unidad entre los cristianos.
En el encuentro internacional de la gran familia de Fe y
Luz en julio de 1998, di una conferencia sobre mis visión del
ecumenismo surgida de estos años de experiencia en el Arca y
Fe y Luz: ÿJuntos hacia una tierra de unidadþÿ . Creo que
nuestra experiencia de vivir juntos, nosotros cristianos de
diferentes tradiciones, puede ser un signo profético para
nuestras Iglesias.
Pero nuestras comunidades pueden ser signos de
unidad, para nuestras Iglesias y para el mundo, únicamente si
cada uno de nosotros trata de vivir el Evangelio. Nuestras
comunidades están fundadas sobre esta Carta de amor que son
las bienaventuranzas. Para vivir el amor hay que acoger el
amor, lo que implica cierta pobreza y abandono a Dios. Vivir el
Evangelio y un compromiso de amor, no es fácil. Para hacerlo
bien tenemos que ser alimentados por la paz y el silencio de la
oración. La mayor parte del tiempo, el silencio interior pide un
silencio exterior, lugares de oración, pequeñas casas de oración
y de acogida donde cada uno puede encontrar el descanso y
ÿ
Esta conferencia ha sido publicada en La Ferme (Trosly).
10
rehacer sus fuerzas. Es una alegría ver nacer casas de oración
en diferentes comunidades del Arca por el mundo. Era la
intuición del padre Thomas al crear ÿLa Fermeþ en Trosly.
Esto me lleva a hablar de nuestros lazos con las
Iglesias. El Arca ha sido fundada por el padre Thomas y yo
mismo. El padre Thomas ha estado en el origen de mi
vocación. Él ha estado en el corazón del Arca como sacerdote.
El Arca y Fe y Luz no quieren y no pueden ser comunidades
aisladas, autosuficientes o encerradas en ellas mismas.
Nuestras comunidades forman parte de esta gran corriente que
surge del corazón de Dios, llamado al amor y al don de sí
mismo. Nosotros somos una de las múltiples manifestaciones
de la lucha entre la muerte y la vida, la esclavitud y la libertad,
la opresión y la Buena Nueva. El Arca y Fe y Luz son los
lugares donde luchamos por los derechos humanos, para
manifestar que el amor es mas fuerte que el odio, la paz y la
unidad mas fuertes que la guerra y las divisiones. Somos
solidarios de todos aquellos que creen en el amor. Solidarios de
todos aquellos que creen en el Dios del Amor. ¿No es esto la
Iglesia? Por eso la Carta del Arca dice:
ÿCada comunidad es una comunidad de fe. Arraigada
en la oración y la confianza en Dios, quiere dejarse guiar por
El y por el mas débil que revela su presencia. Cada miembro
de la comunidad es incitado a descubrir o a profundizar su
vida espiritual y a vivirla según la fe y la tradición que le son
propias. Los que no tienen una fe explícita son igualmente
acogidos y respetados en su libertad de concienciaþ (III 1.1).
Nuestras Iglesias son como el Templo santo visto por
Ezequiel de donde surgen aguas que sanan, vivifican, vuelven
fecundo (Ez 47). Doy gracias por tantos sacerdotes, pastores,
ministros ordenados, hombres y mujeres enviados por sus
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Iglesias para acompañarnos, para anunciar y revelar el misterio
que nosotros vivimos y ayudarnos a ser fieles a nuestra
vocación. Ellos nos ayudan a encontrar nuestro lugar en
nuestras Iglesias locales. Ellos nos alimentan con la Palabra de
Dios que nos recuerda el sentido de nuestra vida juntos en el
Arca y en Fe y Luz. Ellos nos llaman a avanzar siempre más en
ÿaguas profundasþ. En efecto, prisioneros de nuestras múltiples
preocupaciones, podemos rápidamente perder el sentido de
nuestra vida comunitaria, estancarnos o rehusar crecer a un
mayor amor. Tenemos necesidad de estas personas, enviadas
por nuestras Iglesias, que hacen a Dios presente a través de su
amor, su palabra, los sacramentos y especialmente el
sacramento del cuerpo y de la sangre de Jesús.
Por eso fue por lo que me impactó particularmente el
reconocimiento de nuestras Iglesias en el curso de este último
año. Necesitamos que ellas nos confirmen que las personas más
débiles están en el corazón de la Iglesia, que les son necesarias
y que deben ser ÿhonradasþ. Nuestras comunidades deben
encontrar su lugar en nuestras diferentes Iglesias. Es bueno que
pertenezcamos a diferentes tradiciones cristianas y diferentes
religiones para dar testimonio juntos del Amor de Dios por
nuestro mundo.
III. El Arca y Fe y Luz
El Arca y Fe y Luz son dos realidades diferentes pero
complementarias, profundamente unidas por la gracia y por la
historia. Tienen algo que dar y que recibir una de otra.
Debemos dar gracias unos por otros y hacer todo para
conservar lazos que nos animen mutuamente.
El Arca ha sido fundada en agosto de 1964, inspirada
por el padre Thomas Philippe. Los dos hemos sido el origen de
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la comunidad: dos testigos de Jesús y del Evangelio unidos
juntos. Teníamos dones y temperamentos diferentes. Nuestra
unidad a pesar de nuestras diferencias, o gracias a ellas, ha sido
fecunda. Podría decir lo mismo de Fe y Luz entre MarieHélène Mathieu y yo.
El Arca y Fe y Luz están arraigadas en la misma
espiritualidad, fundadas sobre el amor de Dios para los más
débiles y los más pobres y sobre sus capacidades para abrir los
corazones a la compasión y al mensaje del Evangelio. Las
metas fundamentales de estas dos comunidades son los
mismos: acoger y revelar la vocación de las personas
discapacitadas, trabajar para el reconocimiento de sus derechos
humanos y su inserción en la sociedad y en la Iglesia. La
historia y el caminar del Arca y de Fe y Luz a nivel ecuménico
son muy similares. Nuestras estructuras se parecen. Nuestras
vidas comunitarias diferentes, a menudo culminan en las
mismas celebraciones. Nuestras dificultades son las mismas:
búsqueda de fondos, falta de asistentes en el Arca y falta de
amigos en Fe y Luz. Los peligros también son muy semejantes:
olvidar el valor espiritual de las personas discapacitadas, su
capacidad de unión con Dios, olvidar las exigencias de la vida
comunitaria y ya no ver más que los aspectos de pedagogía, de
ocio y de trabajo.
Al mismo tiempo, el Arca y Fe y Luz son muy
diferentes. Bajo muchos puntos de vista, Fe y Luz es un
movimiento familiar donde los padres ocupan un lugar muy
grande. El Arca acoge a personas con una deficiencia que ya no
pueden vivir en familia o que ya no tienen familia. Existen
todas las diferencias que pueden haber entre comunidades de
vida y comunidades de apoyo donde uno se reúne una o dos
veces al mes. En Fe y Luz, los padres se preocupan a menudo
por el porvenir de su hijo o de su hija, por lo que sucederá con
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él cuando ellos ya no estén aquí. Aspiran a que sea acogido en
un Arca. Y si es imposible, algunos se preguntan entonces si Fe
y Luz no podrían ayudarlos a crear un Arca o un hogar
semejante, y naturalmente, eso no es siempre posible.
Sin embargo a través de los años, el Arca y Fe y Luz
han estado a menudo cerca una de otra. Miembros del Arca han
sido llamados a jugar un papel importante en la animación de
las peregrinaciones de Fe y Luz. En algunos países, ellos han
sido los que han organizado la peregrinación a Lourdes de
1971. El Arca ha estado en el origen de Fe y Luz y algunas
veces, a la inversa, Fe y Luz ha dado nacimiento a una
comunidad del Arca. Nuestra proximidad, pues somos
hermanos y hermanas o por lo menos primos hermanos, ha
engendrado también malentendidos, celos o conflictos
frecuentemente provocados por una ignorancia mutua. En
ciertos países, el Arca es una realidad muy pequeña, tratando
bien que mal de sobrevivir a nivel económico mientras que Fe
y Luz tiene muchas comunidades, una buena organización,
sesiones de formación, etc. Otras veces sucede lo contrario, el
Arca tiene dinero, un buen consejo de administración, muchos
asistentes, sesiones de formación y retiros, mientras que Fe y
Luz parece frágil. Algunas veces jóvenes comprometidos en Fe
y Luz se vuelven amigos de la comunidad del Arca en su país,
lo que puede crear tensiones y malentendidos, ¡sobretodo si el
Arca les pide un servicio el día que hay una sesión de
formación para Fe y Luz! Las posibilidades de tensiones son
numerosas entre las dos organizaciones. ¡Hace falta entonces
ÿecumenismoþ entre el Arca y Fe y Luz!
Estando en el origen a la vez del Arca y de Fe y Luz y
siendo miembro de los dos Consejos internacionales, me doy
cuenta que cada uno puede estar tan metido en sus propios
asuntos que se olvida que los dos son complementarios, que las
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Iglesias y las sociedades tienen necesidad de los dos. El Arca y
Fe y Luz tienen las mismas metas fundamentales, la misma
espiritualidad, las mismas aspiraciones, la misma fe, aunque
sus metas inmediatas sean diferentes. Cada uno tiene
excelentes documentos de los cuales todos podrían
beneficiarse. Fe y Luz tiene un carnet de ruta para cada mes del
año que podría ser útil al Arca. En los dos, hemos trabajado
sobre el ecumenismo.
A nivel local, regional, nacional, internacional y de las
zonas ¿cómo organizar encuentros en los que podamos
compartir juntos y estar al tanto del crecimiento y de las
dificultades de nuestras comunidades? ¿Cómo suscitar lugares
de encuentros donde podríamos compartir nuestros
sufrimientos y apoyarnos en la oración? ¿Cómo desarrollar el
sentido de nuestra unidad mucho mas profunda que nuestras
diferencias, el sentimiento que luchamos por lo mismo, que
somos llevados por el mismo Dios de Amor? Siento
profundamente en mi corazón este deseo de unidad y espero
que en diferentes niveles puedan nacer lugares de diálogo y de
encuentros regulares. Si nos encontramos en un ambiente de
comunión, de oración y con el deseo de apoyarnos
mutuamente, Dios nos bendecirá y estoy seguro que surgirán
cosas hermosas. La unidad en el respeto de la diferencia es
siempre fuente de una gran fecundidad.
Los retiros son uno de los lugares de unidad más
importantes. Muchas vocaciones personales y numerosas
comunidades han nacido a partir de retiros. Se han recibido
muchas gracias en estos retiros que son uno de los mejores
lugares de anuncio de nuestra espiritualidad. Si nosotros
queremos que nuestras comunidades sigan respondiendo a los
designios de Jesús y sean signos de resurrección, de vida y de
esperanza en un mundo donde hay tantos signos de
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desesperación y de muerte, si queremos que las personas
discapacitadas reciban la Buena Nueva de Jesús y la proclamen
con su vida, estos retiros vividos juntos son irremplazables. Ya
en ciertos países, se han organizado retiros comunes. Se han
hecho a veces por medio de una estructura autónoma que
incluye a personas del arca y de Fe y Luz o que están cerca de
ellas. Existe una ligera estructura en América del Norte, en
Irlanda y en los países escandinavos: ÿFe y Compartirþ que
nació después del primer retiro que di en Marylake en 1968; en
Francia, hay una estructura ÿKatimavikþ que organiza retiros
durante los fines de semana.
Las personas más débiles son un tesoro para las Iglesias
y para el mundo. ¿No fue eso de lo que dio testimonio san
Lorenzo martirizado en 258, cuando querían obligarle a dar a
las autoridades romanas todas las riquezas de las iglesias de
Roma? Llegó con todos los pobres de la ciudad y dijo: ÿLos
pobres son el tesoro de la Iglesia!þ Es importante desarrollar
entre nuestras dos formas de comunidades una unidad nueva
que permita revelar aún más este tesoro a las Iglesias y al
mundo.
IV. El sufrimiento
El Arca y Fe y Luz, fundadas sobre el sufrimiento,
quieren ser una respuesta al sufrimiento. Existimos para aliviar
la carga de las personas discapacitadas, su sufrimientos físicos,
su sentimiento de fracaso o de rechazo, sus dificultades para
darse a comprender y comprender lo que se les dice, su
sufrimiento al no poder responder a las esperanzas de los
demás. Para aliviar también el sufrimiento de los padres que se
sienten algunas veces culpables de cara a la sociedad por tener
un hijo ÿasíþ, que se sienten solos, incomprendidos y que viven
en la vergüenza y algunas veces con grandes dificultades con
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su hijo. En ciertos países, existe poco apoyo médico,
psicológico y pedagógico para las personas discapacitadas; no
hay ni escuelas ni talleres, únicamente instituciones poco
humanas. Algunos padres viven un infierno real, sin ningún
apoyo, sin amigos, en apartamentos muy pequeños con su hijo
perturbado. Me siento fuertemente conmovido por tales
sufrimientos.
Y todos los sufrimientos que veo a mi alrededor.
Ciertamente el sufrimiento siempre existió, pero hoy tomo más
conciencia de ello: los accidentes, la muerte de seres queridos,
los suicidios, las rupturas en las relaciones, los divorcios, el
desempleo, el desprecio y el rechazo de los emigrantes, el
rechazo a acoger a personas frágiles a quienes les cuesta salir
adelante solas en la sociedad. Y todo el sufrimiento de las
guerras, de los campos de refugiados, de las catástrofes
naturales. ¿Cómo situarse, cómo reaccionar frente a esta masa
de sufrimiento humano? ¿Huir? ¿Tratar de olvidar? ¿Pretender
que eso no existe? ¿Deprimirse? ¿Sentirse culpable de la
desgracia de los demás? ¿Lanzarse con frenesí en la acción
creyéndose obligado a responder a todos los sufrimientos
humanos, tratando de ser salvador hasta que uno se derrumbe?
Cada uno de nosotros debe situarse frente al sufrimiento
humano: sufrimiento fuera de nosotros y sufrimiento dentro de
nosotros. Es tanto más difícil situarse ante el sufrimiento
cuando vivimos en una época en la que tratamos de hacer como
si no existiera; se busca a todo precio la comodidad, el placer y
el éxito; se huye de todo lo que es difícil, sobretodo en el
ámbito de las relaciones. Sin embargo, a pesar de toda la
tecnología y de todos los medicamentos de los que
disponemos, el sufrimiento permanece.
Si el Arca y Fe y Luz aportan una pequeña respuesta a
algunas personas que sufren, sabemos también que no podemos
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responder a todos sus sufrimientos, y aún menos a todo
sufrimiento. Los padres están marcados y heridos por lo que
han vivido. Las personas discapacitadas no sanarán jamás;
ciertamente, gracias a nuestras comunidades, algunos llegan a
aceptarse mejor, a tener amigos, a encontrar un sentido a su
vida e incluso una real alegría de vivir. Pero muchos siguen
sufriendo. Los asistentes se sienten frecuentemente atraídos por
las personas que han alcanzado una madurez del corazón, que
comunican con cierta facilidad. Pero ¿no debemos confesar que
a todos nos cuesta hacer frente a personas que siguen
angustiadas y que gritan su sufrimiento? ¿No forma eso parte
de nuestra vocación? Cuando se puede aliviar el dolor de
alguien, se siente que se ha hecho algo. Pero cuando se siente
que no se puede hacer nada, es mucho más difícil.
Hay sufrimientos físicos intolerables, con el progreso de
la medicina, se logra calmarlos algunas veces. Los sufrimientos
psíquicos son más complejos de curar: la angustia, el
sentimiento de ser culpable de existir, el miedo a los demás, la
confusión, la inseguridad, la pérdida de confianza en sí mismo,
el sabor de la muerte...
Existen calmantes, pero estos pueden poner a la gente
en un segundo estado. Si los medicamentos son necesarios, una
respuesta importante al sufrimiento es la presencia de alguien
que revela a la persona que sufre que no es malvada, que no
está sola, que alguien se vuelve un amigo y que está
simplemente ahí con ella. La amistad ayuda a comunicar la
vida, a sacar a la gente de la depresión y de las tinieblas y
volver a darle el gusto por la vida. Pero la amistad necesita ser
probada. Se necesita tiempo para crear la confianza y poder
creer en la fidelidad de una amistad.
Frente a alguien que tiene un dolor de muelas, no hay
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que decirle simplemente que estamos con él y que le queremos,
tenemos que llevarle a un buen dentista. Así mismo frente a
alguien que tiene hambre, es necesario darle alimentos, o los
medios para que él mismo pueda procurárselos con dignidad.
Existe una forma de compasión que es la de luchar con todas
sus fuerzas, con toda su inteligencia y toda su capacidad frente
al sufrimiento humano. Ante ciertos sufrimientos, sin embargo,
no hay nada que hacer. Cuando una madre acaba de perder a su
hijo, lo que necesita es a una amiga que permanezca con ella.
Es la compasión en el sentido fuerte de la palabra ÿestar conþ.
¿No es este el corazón del Arca y de Fe y Luz?
¿Cómo permanecer de pie cerca de la persona que
sufre? Bajo muchos puntos de vista, el Arca y Fe y Luz están
muy cerca de los cuidados paliativos. Durante mucho tiempo,
mi hermana Teresa ha sido médico en un gran centro de
cuidados paliativos en Londres, el Hospicio San Cristóbal. Me
introdujo ella en este campo y me enseñó mucho. El enfermo
en fase terminal necesita de una competencia médica, necesita
de un máximo de comodidad, de no estar demasiado molesto
con las máquinas y los tubos; necesita de una persona que
pueda contestar sus preguntas, de un amigo que lo quiera y lo
ayude a vivir hasta el final. Estamos llamados a vivir estos dos
aspectos de competencia y de amistad.
Es difícil vivir la Alianza con una persona angustiada,
sobretodo si rehusa su estado de debilidad, si está enojada con
la vida, con los demás y con Dios. Para vivir una amistad fiel
con ella, necesitamos una fuerza nueva. Hace falta una
madurez de corazón y de espíritu que necesita que hayamos
aceptado nuestros propios sufrimientos interiores, nuestras
angustias y nuestros fracasos. Esto toma tiempo. Necesitamos
la ayuda de un buen acompañante y de profesionales
competentes para llevar a cabo todo un trabajo sobre nosotros
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mismos. Necesitamos una buena formación humana y
espiritual. Es necesario que las condiciones de vida en la
comunidad o en el hogar sean viables a largo plazo, sin
demasiado estress ni fatigas exageradas. Necesitamos esta
fuerza dada por el Espíritu Santo. Cuando nos sentimos amados
y elegidos por Dios a pesar de todas nuestras debilidades,
nuestras dificultades para relacionarnos, nuestras rupturas
interiores e incluso nuestros pecados, podemos estar presentes
con las personas que viven en la angustia y la confusión.
No estoy ignorando la importancia de las celebraciones
en el Arca y Fe y Luz, ni las alegrías de la comunión entre
nosotros; no quiero ser dolorista. Pero la experiencia de treinta
y cuatro años en el Arca me demuestra que para durar y para
trabajar por la unidad, es necesario saber permanecer de pie
delante del sufrimiento y llevarlo con amor. Es necesario
descubrir la compasión. Jesús pone la compasión en la cumbre
de la vida nueva que vino a traernos: ÿSed misericordiosos
como vuestro Padre es misericordioso. No juzguéis y no seréis
juzgados; no condenéis y no seréis condenados: adsolved y
seréis absueltosþ (Lc 6,36). La compasión, es caminar con los
que sufren, tratar de comprenderlos, aliviarlos, pero sobretodo
amarles y permanecer con ellos como María permaneció con
Jesús, de pie cerca de la cruz (Jn 19). No huyó como los
apóstoles. Había en ella una fuerza de amor que le permitió
quedarse cuando todos los demás se iban.
Me siento todavía lejos de esta forma de compasión.
Tengo todavía muchos miedos y angustias en mi que hacen que
me sea algunas veces difícil permanecer tranquilamente con
alguien que sufre sin agitarme. La Alianza que anunciamos en
el Arca es a la vez dulce y dolorosa; es un camino para entrar
en comunión con Dios. Implica que nuestros corazones se
formen, se estructuren, se fortifiquen para permanecer cerca de
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los que sufren. Dios quiere darnos corazones de compasión,
dones del Espíritu Santo, para que podamos permanecer con
los que sufren, en el amor y la esperanza de la Resurrección.
Sólo si tenemos corazones de compasión podremos ser
instrumentos de paz, trabajar para la unidad en nuestras
comunidades y entre nuestras comunidades, pero también entre
el Arca y Fe y Luz, entre nuestras diferentes Iglesias y entre
todos los hombres y mujeres de la tierra, cualquiera que sea su
religión. Si a menudo se rompe la unidad es porque se tiene
miedo del sufrimiento provocado por la diferencia. La
compasión, como el perdón, es fuente de unidad. Implica una
sabiduría. Esto me lleva a hablar de la formación.
V. La formación y la búsqueda de la verdad
El Arca y Fe y Luz son escuelas de amor y de
compasión. Tomo cada vez más conciencia de que para ser
escuelas de amor, deben ser escuelas de verdad: un lugar donde
podamos discernir la verdad, anunciarla, ser sus vivos testigos.
En un mundo en mutación continua y rápida, un mundo
pluralista, unificado por los medias y los transportes, existe un
peligro de relativizarlo todo, de no ver la realidad más que a
partir de lo que ella puede procurarnos como placer, dinero...,
de dudar incluso de la existencia de la verdad.
¿Cómo hacer renacer el gusto por la verdad? ¿No es
necesaria toda una vida para ir mas allá de nuestras ilusiones,
nuestros subjetivismos y aprender a amar la realidad y a
maravillarse ante ella? Huimos tan a menudo de la realidad
porque nos molesta; revela nuestras carencias, nuestras
deficiencias, y algunas veces el mal que está en nosotros.
Entonces, tratamos de arreglarla a nuestro gusto para
protegernos. Pero existe una verdad humana y filosófica como
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existe también una verdad científica.
Nuestro mundo es tan complejo que parece algunas
veces ir a la deriva. Tiene una inmensa necesidad de
compasión y de sabiduría. Nuestras comunidades y cada uno de
nosotros, tenemos necesidad de descubrir la importancia de la
verdad. Es necesario que nuestras cabezas y nuestros corazones
se unifiquen para que podamos amar inteligentemente con el
fin de ayudar a cada uno a ser más libre. El corazón está
llamado a guiar a la inteligencia y recíprocamente. Una
inteligencia mal o poco formada guiará mal al corazón, se
separará de él; y un corazón separado de la inteligencia será
guiado únicamente por emociones subjetivas.
Si nosotros no desarrollamos nuestra inteligencia, no
tendremos certezas, ni fundamentos de nuestra acción, ni visión
del ser humano. Corremos entonces el riesgo de dejarnos llevar
por los valores del momento y las emociones vehiculadas por
los medias, todo lo que está de moda. La verdad nos estructura,
nos da esta visión necesaria para vivir humanamente en
nuestras sociedades. Se puede evidentemente desarrollar la
propia inteligencia y utilizar los propios conocimientos para su
propia gloria, creyéndose superiores a los demás. Pero la
verdad no está ahí para encerrarnos en nosotros mismos; tiene
como misión abrirnos a la realidad y a los demás, para
escucharles, comprenderles, servirles, acoger lo que piensan y
viven, con el fin de permitirnos entrar todavía más
profundamente en el misterio de la vida con corazones
maravillados. Nosotros no poseemos jamás la verdad, pero
podemos humildemente dejarnos poseer por ella. La verdad no
se fabrica; se busca y estamos llamados a acogerla como un
don.
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Esta búsqueda de la verdad es esencial para la vida de
nuestras comunidades. No pienso que algunos asistentes
puedan comprometerse a largo plazo sin ese gusto por la
verdad. David Ford, profesor de teología en la universidad de
Cambridge, dijo a un grupo del Arca: ÿTenéis una
espiritualidad en el Arca, pero para que esta espiritualidad se
profundice, es necesario basarla en una teologíaþ. Nuestras
comunidades no podrán seguir, profundizarse, encontrar
nuevos caminos en los años venideros si nosotros no tenemos
ese gusto por la búsqueda de la verdad que nos ayuda a avanzar
en el camino que Dios nos da.
Para crecer en esta búsqueda, necesitamos la ayuda de
pensadores: teólogos, filósofos, psicólogos, sociólogos,
antropólogos, etcý exteriores a nuestras comunidades. Con
ellos, podremos discernir mejor el sentido del Arca y de Fe y
Luz en nuestro mundo actual. Sabiendo que estamos en el plan
de Dios, sabremos la dirección que hay que tomar, tendremos
una visión y una luz.
Todos debemos buscar a estas personas que pueden
ayudarnos a dejarnos poseer por la verdad y, además a
comprender el valor y la visión del Arca y de Fe y Luz. Esta
visión es importante para nosotros pero también para nuestra
sociedad y nuestras Iglesias. Todo un trabajo ha sido hecho ya
en diferentes países a nivel de la formación, pero todavía queda
mucho por hacer. Quisiera evocar cuatro aspectos que debemos
profundizar.
a) La integración entre la filosofía y la Palabra de Dios
Tuve la suerte de conocer al padre Thomas y de vivir
cerca de él. Fue para mí, no solamente un maestro espiritual
que me llevó a escuchar al Espíritu Santo y a descubrir las vías
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de Dios para mi, sino también un maestro de pensamiento
filosófico y teológico. Él fue quien me aconsejó hacer una tesis
sobre Aristóteles. Jamás lamenté este trabajo arduo. Aristóteles
me enseñó a distinguir lo que es esencial de lo que es
accidental o secundario en todas las cosas. Se dice que
Aristóteles se apasionaba por todo lo que es humano, por lo
real; él quería acoger humildemente lo real y tratar de
comprenderlo. Aristóteles ha abierto mi inteligencia y me ha
enseñado a maravillarme ante la verdad. La verdad ayuda, pero
no nos ayuda solamente a actuar y a tener buen éxito en
nuestras vidas; se deja también contemplar humildemente.
Contemplando la belleza, la armonía y la inteligencia inscritas
en nuestros seres y en el universo, podemos caminar hacia la
contemplación de la fuente de este universo. El Evangelio nos
hace descubrir que esta Fuente se hizo hombre en Jesús:
ÿAl principio era el Verbo
y el Verbo estaba en Dios
y el Verbo era Dios.
El estaba al principio en Dios.
Todas las cosas fueron hechas por El,
y sin El no se hizo nada de cuanto ha sido hecho...
Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotrosþ (Jn 1)
Con la Revelación, descubrimos el Verbo, Jesús que se
hizo débil para convertirse en el amigo de los débiles y
anunciarles una Buena Nueva. Se trata de descubrir la verdad
sobre el Verbo que se oculta ahora entre los débiles y en
nuestra propia debilidad. Juan dijo en su Evangelio que ÿEl
Verbo vino entre los suyos y los suyos no lo recibieron. Pero a
todos los que lo recibieron, les dio el poder de ser hijos de
Diosþ. ¿No es esta la historia de las personas débiles que no
son recibidas por nuestras sociedades?
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En el Arca como en Fe y Luz, estamos llamados a
conocer a la vez las verdades que vienen del mundo, de
nuestras experiencias y las que vienen del cielo, de la Palabra
de Dios. La luz viene de estas dos fuentes. Es por eso que es
importante reconocer y poner palabras sobre nuestra
experiencia, de iluminarla con la aportación de profesionales,
pero también de profundizar nuestro conocimiento del misterio
del Verbo que se hizo pobre para enriquecernos.
b) Cada persona humana tiene un valor y es llamada a la
madurez
Estamos en una época particular. Hay mucha opresión,
caos, pero también un mayor reconocimiento, por lo menos
teórico, del valor de cada ser humano. Descubrimos cada vez
más nuestra pertenencia a una misma raza humana, nuestra
humanidad común. Al mismo tiempo, reconocemos los miedos
y los prejuicios que existen en nosotros. Y nos cerramos
rápidamente sobre nosotros mismos.
No es fácil discernir en nuestras diferentes culturas lo
que alimenta esta cerrazón sobre nosotros mismos y lo que
ayuda nuestro crecimiento hacia la libertad interior, una
madurez mas grande y la capacidad de acoger y de amar a cada
persona.
Hoy se habla mucho de aceptar a cada uno tal y como
es. Hay algo hermoso en esta actitud: un respeto del otro, un
rechazo a juzgar. Esta tolerancia es una reacción contra un
moralismo exacerbado que acusaba y juzgaba. Ella puede sin
embargo ocultar un rechazo a la verdad: todo es bueno; todo es
posible. ¡No todo es bueno! El mal existe. Hay guerras,
genocidios, droga. Los fuertes oprimen frecuentemente a los
más débiles. Por dinero o poder, se puede hacer mucho daño.
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Es importante distinguir la moral y la psicología. La
moral se funda sobre el valor intrínseco de cada ser humano,
cualesquiera que sean sus limitaciones. Para vivir esta moral,
es necesario saber lo que es el ser humano, cómo a través de
las diferentes etapas de su vida, es llamado a crecer hacia la
libertad y la unidad interiores. Es necesario profundizar lo que
es la libertad, la conciencia y la madurez. Para volverse
plenamente humanos, no se trata únicamente de actuar según
nuestras emociones o nuestra voluntad de poder ni obedecer
ciegamente a unas leyes; se trata de desarrollar nuestra
conciencia para elegir la madurez. Para nosotros, se trata no
solamente de la madurez de los asistentes sino igualmente de la
de las personas discapacitadas. Ya no es una cuestión de
ÿnormalizaciónþ sino de ÿpersonalizaciónþ. Ayudar a cada
persona a ser ella misma, la más libre, la más abierta, la más
feliz posible.
c) El lazo entre psicología y espiritualidad
Estamos llamados a comprender cómo la psicología se
distingue de la espiritualidad, y al mismo tiempo, cómo nuestro
carácter, nuestra psicología, nuestra humanidad forman la tierra
en la cual se ha depositado el Espíritu Santo. Psicología y
espiritualidad no se oponen sino que son llamadas a
completarse.
d) Finalmente estamos llamados a profundizar el lazo entre
estos tres aspectos: una visión de la persona humana
iluminada por el lugar que debería ser el de los más débiles en
nuestras Iglesias y en el mundo. Esto nos obliga a mirar
nuestras propias debilidades de una manera nueva. Nosotros
descubrimos así que la debilidad nos abre un camino nuevo en
la búsqueda de la unidad en nosotros mismos, en nuestras
comunidades, entre nuestras comunidades, entre nuestras
Iglesias y en nuestras sociedades.
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Conclusión
Día tras día me maravillo ante nuestras comunidades y
ante aquello y aquellas que son su corazón. Ellas están
haciéndome descubrir una nueva sabiduría, la sabiduría del
corazón y por ende, la sabiduría de Dios que no es mas que
corazón. Nuestras comunidades están guiándome hacia una
nueva antropología, una nueva manera de leer la Palabra de
Dios, mas especialmente el evangelio de Juan, una nueva
manera de ver las desigualdades del mundo, una nueva manera
de responder a los conflictos y una nueva manera de ejercer la
autoridad. Doy gracias a Dios que en 1950 me llevó a conocer
al padre Thomas que estuvo siempre ahí para guiarme. Doy
gracias a Dios por haberme invitado a acoger en 1964 a
Raphaël y Philippe y a iniciar la aventura del Arca, y después
de Fe y Luz. Doy gracias por cada uno de ustedes que leerán
esta carta. Juntos estamos llamados a seguir el camino, a luchar
por la vida y el amor en nuestro mundo tan herido, a crecer en
la verdad y a maravillarnos ante el tesoro que Dios nos confía.
Disponible en « Foi et Lumière international »
3, rue du Laos 75015 Paris Francia
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