Alfredo Gómez Gil - Casino de Madrid

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Ciclo de Conferencias
Foro de Opinión
“Años y años
de labor/
entre mares
ríos y lagunas./
Años y años,/
esperando
construir un
paraíso”.
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d
Alfredo Gómez Gil
“Alfredo Gómez Gil: peregrinaje de un poeta
extraviado”
D
e este acto dijo el Presidente del
Casino, Mariano Turiel de Castro,
“no es la presentación de un libro,
no es una conferencia, es un algo
muy muy especial porque es un
recital poético no de un libro, sino de una suma
de libros, de un popurrí de libros”, dedicado a la
obra y trayectoria vital de nuestro consocio, poeta
y catedrático español afincado durante más de seis
lustros en los EE. UU. y China. La presentación
del ponente la realizó, Luis del Val, “una figura nacional de nuestro mejor periodismo”, en palabras
de Turiel. Fue el 23 de marzo y sobre el acto hizo
una reseña el escritor, traductor e investigador
hispano-francés Luis Español Bouché, y amigo
personal del ponente, que aquí reproducimos y
que inicia destacando la intervención de Luis del
Val “acertada y muy aplaudida presentación de la
obra del maestro Gómez Gil, haciendo hincapié
en versos tan afortunados como Mi labio zurcido al
tuyo, tus ojos cosidos, ciegos.
A continuación, el propio autor brindó una
selección de sus distintas etapas vitales y creativas, desgranando las claves de su poética. Don
Alfredo, justificó esa aclaración con una declaración rotunda: El poeta puede retrotraerse, desacordarse, retractarse, pero nunca negar lo que
alguna vez marcó su verso, pues esto equivaldría
a traicionar su autenticidad. Esas explicaciones
añadidas —sencillas vivencias del autor— amenizaban la velada introduciendo una variación en la
prosodia y desvelaban la intención del poeta y las
circunstancias coetáneas de su escritura. El título
de la conferencia aludía a la categoría de los “poetas extraviados” inventada por nuestro consocio
Fernando Díaz Plaja para aludir a aquellos que,
viviendo durante largos años en el extranjero, no
entendieron la integración como una disolución
de lo propio en lo ajeno, sino que permanecieron
atentos a la voz de una España perdida e idealizada, tanto más añorada cuanto más lejana, una
España encarnada de la que el poeta escribiría Yo
voy besando tu voz, tu voz… la de siempre.
Gómez Gil, autor de ensayos como Cerebros
Españoles en USA, fue el primero en dar a conocer algunas de las trayectorias más brillantes de
nuestros emigrantes nada extraviados y podrían
servirles de homenaje estos versos del autor: Años
y años de labor / entre mares ríos y lagunas. / Años y
años, / esperando construir un paraíso.
El poeta recordó con lógica melancolía su intervención ante las autoridades españolas para
traer del exilio al profesor José Santacreu, quien
recibió la autorización de regresar apenas unos
días después de su muerte, o la carta que Pablo
Neruda le encargó llevar al gran poeta chino Ai
Qing por aquel entonces considerado disidente.
Viviendo los años más tensos del movimiento
contra la guerra del Vietnam, Gómez Gil se reunía
con amigos como el dramaturgo Arthur Miller y
exponía su fundamentalismo esencial en favor de
la vida: La gente tiene derecho a no querer morir asesinada […] La gente no ha nacido / para que la asesinen,
/ pero la están matando / a cientos, a millares, aunque,
eso sí: / Está prohibido suicidarse. Al terminar de recitar estos versos, por desgracia siempre actuales, el
público interrumpió el recital con calurosos aplausos.
Al margen de cualquier circunstancia del devenir histórico, el amor tiene tal presencia en la
obra de nuestro consocio que Ramón J. Sender
lo definió como “el poeta del amor”, refiriéndose
a todas las posibles definiciones del amor, desde el
amor familiar y cercano del padre, hasta la pasión
más desbocada. Así, versos dedicados a la belleza
de una joven Por surcos asombradamente tiernos tus
ojos se encadenan. Rosarios son de la esperanza […] o el
ansia de una pasión con el bellísimo poema encabezado por Tus manos, cerezas de mi rosal…
Durante su exposición y recital, recoge
Bouché, se una cabalgata de nombres ilustres,
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íntimos amigos o compañeros del autor a lo largo de su periplo vital: José de Creft, José Iturbi,
Picasso, Dalí, Santiago de Santiago, Rafael Lapesa, Neruda, José María Carrascal, Luis Rosales,
Leopoldo de Luis, Ramón de Garciasol. Alguna
vez, esos famosos han inspirado a nuestro poeta
versos tan afortunados como el poema que dedicó
a Marlene Dietrich, el cataclismo vital de aquel
profesor locamente enamorado e inmolado a la pasión por una cabaretera egoísta: y en mi nueva aula
del fracaso / continuaré / soñando y amando solitario / a
mi ángel azul / al Ángel Azul.
El despeñarse del profesor no es más que la
anti-ilustración, según Gómez Gil, de aquel italiano aforismo: un bel morir tuta la vita honora, que
le permite alabar el sentido del árbol caído en un
sentido alternativo al clásico machadiano: Caer no
es / otra cosa que /un desperezo. / Caemos nosotros / las
cosas / los hechizos / Hacia delante / o hacia atrás / todo
se cae. […] Cae la noche / y nace la mañana / … Caída a fin de cuentas / es el camino. La más descarnada
pasión la recuerda con Y sigo en ti aunque tu olor / se
haya ido […] Y paladeo embocados ayeres / en el reposado durmiente hoy […] Y sigo escuchando el suave quejido
/ de tu piel chirriando dentro de la mía […].
La vitalidad de Gómez Gil se conmueve ante
lo pequeño, ante la infancia, y su poema Negrito
concluye No importa / que los cristales caigan rotos de
ternura. Y en su Nana del abuelito que murió evoca
la consoladora idea de que el amor puede vencer
las puertas de la muerte: No creas mi ternura / en la
ausencia […] riégame en silencio / pues no dejo de besarte
/ desde mi penumbra.
El público asistente no dejó de conmoverse
cuando el poeta dedicó a su mujer, la licenciada en
derecho Etsuko Asami, presente en primera fila,
su Nana entre Antípodas.
Gómez Gil evocó su tierra chica, en el poema
en que imagina su bandera, una bandera alicantina que reduce al absurdo los discursos regionalista
al exaltar la realidad vital y eterna de las esencias:
Virginidad del naranjo / Sabiduría del olivo / Optimismo
del almendro / ¡Ché, qué bandera! Bandera nada política como demuestra el extraordinario poema que
dedica a la memoria de Luis Aguilé: Mi boina no
sabe de banderas…
Finalmente el autor brindó una selección de
sus recreaciones poéticas de clásicos chinos y de
los sonetos de Shakespeare, concluyendo con su
particular homenaje a la obra La ardiente oscuridad de su gran amigo Antonio Buero Vallejo: Con
mis ojos sin luz / hice claridad con tu cabello / sin
intentar la causa / del milagro. Con mis ojos sin
luz / adiviné luceros / en la espiritual caricia / del
prodigio.
No es frecuente que un recital poético reúna
a 185 asistentes, lo que da idea del enorme interés
levantado por un acto finalmente coronado por los
interminables aplausos del público entre los que
se contaban los representantes más destacados de
la intelectualidad, las artes y la alta sociedad madrileñas”, señala el insigne escritor Luis Español
Bouché.
“Y en mi
nueva aula
del fracaso/
continuaré/
soñando y
amando
solitario/
a mi ángel
azul/
al Ángel
Azul”.
Imágenes del conferenciante con
Arthur Miller, Buero Vallejo, Dalí,
Díaz-Plaja y Ramón J. Sénder.
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