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Elige tu Propio Museo
Enamorados
Texto y diseño:
Andrea López Azcona
Fotografías:
Ángel Martínez Levas
Departamento de Educación, Acción Cultural y Comunicación
Museo Cerralbo
C/ Ventura Rodríguez, 17
28008, Madrid
NIPO 5551-11-001-7
2011
Elige tu Propio Museo
Os invitamos a conocer el Museo Cerralbo de una forma diferente. Ahora, es el Museo Cerralbo el que
se adapta a vuestra personalidad, estado de ánimo e intereses a través del los recorridos Elige tu propio
Museo.
El primero de estos recorridos está dedicado a
los enamorados y a todos aquellos que quieran saber
algo más sobre el amor. Las obras seleccionadas os guiarán a través de los las siete bloques en los que se
articula la visita: los dioses protectores, el rapto por amor, el amor conyugal, el culto al amado, la separación, la galantería y el baile.
1
Recorrido
Piso Entresuelo
Escalera de Honor
Salón Comedor
Piso Principal
Salón de Baile
Galería Tercera
Salón Imperio
2
Salón Billar
Galería Primera
Los Dioses Protectores
Venus
Estatua de Venus
Mármol blanco
Siglo XIX
Escalera de Honor
Identificada con la Afrodita griega, Venus era la diosa romana
de la belleza, la fertilidad y el amor, principalmente del amor erótico o sensual. No en vano fueron numerosos los amoríos de la
diosa, que aún casada con Vulcano, dios del fuego, vivió apasionados romances con el bello Adonis, el valeroso Marte y el pastor
Anquises.
En la estatuaria clásica, la diosa suele aparecer desnuda o cubierta
parcialmente y acompañada de una esponja o un ungüentario, en
alusión al tema del “Baño de Venus”. Fue la Venus de Cnido del
escultor griego Praxíteles, la que popularizó esta reprentación en
el 360 a. C. La Venus del Museo Cerralbo, fechada en el siglo XIX,
sigue el modelo de la anterior, presentado a Venus con un pañuelo
en la mano y con un brazalete en el brazo izquierdo, aunque, en
este caso, adopta una posición acuclillada.
Más alla de la presencia de atributos que permitan identificarla
con seguridad, en la Historia del Arte, Venus se convierte en sinónimo de desnudo femenino, haciendo honor a la belleza de la
diosa.
Cupido
Reloj de sobremesa
Bronce dorado
Francia
Primera mitad del siglo XIX
Salón Imperio
Cupido era el dios romano del amor, conocido en la mitología
griega como Eros. De carácter travieso, disparaba sus flechas sembrando el desasosiego en los corazones, o bien utilizaba su antorcha para inflamarlos. Esta actitud le valió numerosas reprimendas
de la que, según la tradición, fue su madre, Venus, y el castigo de
las diosas castas, Minerva y Diana.
A Cupido se le representaba como a un muchacho, con frecuencia
alado. Es en época barroca y rococó cuando adquiere el aspecto de
un bebé mofletudo; representación que pervive en este reloj de
comienzos del XIX, en el que el dios acompañado de su carcaj y sus
flechas, conduce un carro tirado por mariposas y no por sus habituales caballos blancos.
En gran parte de las obras artísticas, la presencia de Cupido es simbólica, recordando que el tema está relacionado con el amor, como
ejemplifican los cuadros El rapto de Europa y Anfítitre que también
se incluyen en este recorrido.
3
El Rapto por Amor
El tema del rapto es una constante en la mitología clásica y está
protagonizado por todo tipo de seres, dioses, gigantes, ninfas, sátiros, héroes o mortales.
En el Salón Comedor se exponen dos cuadros que representan el
rapto de Anfítitre y el rapto de Europa. El rapto de Europa es,
junto al rapto de Helena, el más difundido en la Historia del Arte.
En la mitología griega, Europa era la hija de Agenor, rey de Tiro.
Zeus se enamoró de ella y adoptando la apariencia de un toro, se
acercó hasta la costa, donde Europa y sus compañeras jugaban. Engañada por la mansedumbre del animal, Europa le puso guirnaldas
de flores y se sentó en su lomo. Inmediatamente, Zeus huyó hacia
el mar y se llevó a la muchacha hasta Creta donde la hizo suya. La
nereida Anfítitre, por su parte, fue amada por Posidón, dios del
mar, que locamente enamorado de ella se dirigió con su carro para
raptarla y convertirla en su esposa.
Guirnalda de flores con
el rapto de Europa/
Guirnalda de flores con Anfítitre
Escuela Flamenca
Siglo XVII
Salón Comedor
4
El rapto por amor, popularizado por la mitología, es el reflejo de
una situación real en las sociedades primitivas. De este modo,
puede entenderse como una solución a las exigencias de exogamia
de un pueblo, caso del rapto de las sabinas, o como manifestación,
al menos por parte de uno de los miembros de la pareja, de sentimientos de amor y deseo que quedaban excluidos de los tradicionales pactos de matrimonio. La acción del rapto en las sociedades
pasadas tiene su herencia en los rituales nupciales. Así, el acto simbólico de levantar a la novia para traspasar el umbral, se remonta
a los ritos nupciales de época griega y romana, en los que la joven
desposada era trasladada a su nuevo hogar en volandas, profiriendo
gritos y fingiendo resistencia.
El Amor Conyugal
Retrato de una dama o
Amor conyugal
Escuela española
Último cuarto del siglo XVIII
Salón Comedor
Este retrato femenino, fechado a fines del siglo XVIII, nos muestra
a una joven que descubre un cesto en el que se cobijan dos palomas,
mientras que con su mano derecha señala una inscripción que reza
“Amor, pues en mi silenzio oy te ofrezer esta oblación V. Z. que
publiquen sus dichas todo lo que callo yo”. La aparición en la escena
de dos palomas besándose en el pico, símbolo del amor conyugal, nos sitúa ante un retrato eleborado con motivo del casamiento de la dama, aspecto que vienen a reforzar la dedicatoria a
su esposo, y el jarro y la palangana, que simbolizan, por su parte,
la intimidad del hogar.
La sacralización del amor conyugal, a la que se asiste a fines
del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, es una expresión de los
nuevos valores burgueses nacidos al amparo de la Revolución Industrial. En el marco de las sociedades tradicionales, las relaciones familiares se concebían desde un alto grado de formalismo, por
lo que no conllevaban, en principio, un vínculo afectivo e, incluso,
el amor dentro del matrimonio era objeto de desconfianza. En las
sociedades industriales, por contra, el reforzamiento de lo privado
conduce a una nueva noción de familia, que se concibe ahora como
un refugio ante las amenazas externas. De ahí que surga un nuevo
sentimentalismo familiar que reclama que el matrimonio se base en
el amor.
El Culto al Amado
Vitrina con colección de miniaturas
Escuelas Flamenca, Francesa,
Española e Inglesa
Siglos XVI al XVIII
Salón Billar
Frente al carácter público del retrato de gran formato, el retrato
en miniatura se concibe como un objeto destinado a las miradas
íntimas. Así, se convierte en testimonio del lazo que existe entre
el modelo del retrato y su destinatario, que puede ser de parentesco, de amistad o de amor. Este tipo de retratos adquieren, además, un valor especial cuando el amado está ausente, por haber
marchado a la guerra o por haber fallecido, de ahí que reciban la
denominación de “retratos de consolación”. A mediados del
siglo XVIII, las miniaturas comienzan a vincularse a objetos de uso
personal como medallones, brazaletes o tabaqueras, que permitían llevar siempre consigo al ser querido. En ocasiones, este culto
al amado se hace más evidente al incorporar en el reverso mechones de cabello.
5
La Separación
Pareja de jarrones Imari
Porcela
Japón
1868-1911
Galería Primera
Yoshitsune no Minamoto y su amante Shizuka Gozen son
dos de los personajes trágicos más famosos de la historia de Japón.
Yoshitsune (1159-1189) fue un victorioso general que luchó en
defensa de su clan, los Genji, contra el hasta entonces dominante
clan Taira. Los éxitos militares del samurai despertaron, no obstante, las envidias de su hermano Yoritomo contra el que guerreo
durante cuatro años hasta que fue capturado y obligado a hacerse
el harakiri. Poco se sabe del destino real de Shizuka, aunque la tradición cuenta que cuando vagaba en busca de su esposo, cayó
muerta en mitad de un camino, convirtiéndose la rama que utilizaba como bastón en un hermoso árbol. La pareja de jarrones de
porcelana que se exhibe en la Galería Primera muestra la escena de
la despedida de los dos amantes en la bahía de Daimotsu, que recoge la obra de teatro Funa Benkei. Yoshitsune, aparece acompañado de su fiel escudero Benkei. Por su parte, Shizuka podría
identificarse como la figura femenina que porta una naginata, arma
de asta de hoja curva.
La Galantería
Visita campestre /Visita de máscaras
Escuela francesa
Segunda mitad del siglo XVIIIPrimer cuarto del siglo XIX
Galería Tercera
6
En los salones y en los ambientes cortesanos franceses del siglo
XVIII, nace una nueva concepción del amor, el llamado amor
galante. Era éste un fenómeno exclusivo de la aristocracia que
concebía al matrimonio como una sociedad mercantil, impulsando a que hombres y mujeres se aventuraran en amores idílicos, en los que la pasión y la exaltación quedaban al margen.
Por contra, se imponía el amor-gusto que conjugaba artificio
y naturalidad, ingenio y candor.
El reflejo en la pintura de este nuevo sentir son las escenas galantes, siendo el principal representante de esta tendencia el
francés Antoine Watteau. A él se debe la creación del género de las fêtes galantes, escenas de cortejo amoroso y diversiones, con un encanto idílico y bucólico. Estas escenas se
desarrollan principalmente en ambientes campestres e introducen elementos propios de la música y del teatro, así comopersonajes mitológicos y de la comedia del arte.
Las dos obras seleccionadas ilustran bien esta tendencia, que
mantuvo su vigencia hasta comienzos del siglo XIX, y que en
lo estilístico se corresponde con el arte rococó.
El Baile
Durante el siglo XIX, la ópera, el teatro y el baile se convierten en los espacios básicos de socialización de los círculos
aristocráticos y burgueses. La asistencia a la ópera constituía la
ocasión idónea no sólo para lucir las mejores galas, si no también para ver y ser visto. En el caso de los bailes, organizados
en salones privados y más tardíamente en sociedades públicas,
eran una oportunidad única para encontrar al futuro cónyuge.
De ahí que se convirtieran en un acto social habitual en el que
las jóvenes se exponían tras la atenta y vigilante mirada de sus
madres y familiares.
Salón de Baile
Primer cuarto del siglo XX
Archivo fotográfico del
Museo Cerralbo
Invitados al Baile
Primer cuarto del siglo XX
Archivo fotográfico del
Museo Cerralbo
Ninguna novela ejemplifica mejor esta realidad que Orgullo y
prejuicio de Jane Austen, en la que la Señora Bennet, madre de
las protagonistas, se expresa en estos términos “Me habría gustado que hubieses estado allí. Jane despertó tal admiración,
nunca se había visto nada igual. Todos comentaban lo guapa
que estaba, y el señor Bingley la encontró bellísima y bailó con
ella dos veces. Fíjate, querido; bailó con ella dos veces. Fue a
la única de todo el salón a la que sacó a bailar por segunda vez”.
Los jovenes invitados encontraban, así, durante el baile un momento de intimidad para conversar e, incluso, el baile se convertía en el momento propicio para cortejar a una dama. La
predilección por una dama quedaba patente en el número de
veces que se hubiera bailado con ella, aunque el hombre debía
tener cuidado de no bailar más de cuatro bailes con una misma
mujer, pues era considerado una descortesía hacia el resto de
las damas. El baile quedaba sujeto a un riguroso ceremonial
que exigía la protocolaria inscripción de cada bailarín en el
carné de baile de la dama.
Al mirar hoy en día el Salón de Baile del Museo Cerralbo,
no podemos dejar de recordar a aquellas “...juveniles parejas
que cruzaron el salón entre las lunas venecianas y las columnas
de Pórfido, à los acordes primeros de la música, llenas de regocijo y satisfacción, entre frases de amoroso galanteo...” *
*Fiesta en el Palacio del Marqués de Cerralbo por León-Boyd
7
Amor e'l cor gentil
Corazón y el Amor son una cosa
sola y gentil -el sabio lo ha dictado.
Ninguno sin el otro ha palpitado,
que la razón no puede estar ociosa.
Falla natura cuando está amorosa,
y Amor o el Corazón por un cuidado;
transcurra el tiempo breve o dilatado,
lo mismo en inquietud que si reposa.
Si a la Bella se suma la Discreta,
y nuestra vista bebe su dulzura
colmando el corazón de ansia secreta,
del Amor al asedio que perdura
pidiendo estadio la Beldad nos reta
como bravo adalid en su armadura.
Dante Alighieri
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