La arquitectura globalizada... sus consecuencias Fernando Roberto Chiapa Sánchez Maestría en Ciencias y Artes para el Diseño Durante las últimas tres décadas se ha especulado en torno a las posibles causas que dieron lugar al vertiginoso proceso globalizador del mundo. Por un lado, algunos de estos debates se han fundamentado a partir de las teorías económicas, pero muchos otros desde la perspectiva antropológica y cultural. Lo que es cierto, es que en pleno siglo XXI, se hace evidente que el quehacer arquitectónico se ha convertido en una fase más de este fenómeno, sin encontrar aún las bases teóricas que coadyuven a revelar cuáles son los elementos que determinan su condición. En esta tónica, el presente artículo analiza las etapas evolutivas de la arquitectura del siglo XX y los factores que han propiciado su metamorfosis. During the last three decades, inspections have been made concerning the presumable causes involved in the vertiginous globalizing process of the world. On one hand, some of these debates have been based on economic theories, but many others on the anthropologic and cultural perspective. What is true is that at the height of the 21st century, it has become evident that the architectural task has turned into another phase of this phenomenon, and the theoretical basis which aid in the revealing of the elements that determine its condition have not yet been found. In this respect, the present article analyzes the evolutionary stages of the architecture of the 20th century and the factors that have atoned for its metamorphosis. Palabras clave Globalización, quehacer arquitectónico, metamorfosis, modernismo, internacionalización, posmodernismo, contextualismo, supermodernismo, neutralidad. Key words Globalization, architectural task, metamorphosis, modernism, internationalization, postmodernism, contextualism, super-modernism, neutrality. INTRODUCCIÓN A todo momento histórico le corresponden contenidos, emblemas y procesos propios de su naturaleza específica. De igual forma que a mediados del siglo XX el átomo, la energía nuclear y la bomba atómica dominaban cualquier espacio de la cultura popular, el proceso globalizador parece conquistar hoy al mundo entero. La globalización es un fenómeno tan abstracto y efímero que parece instalarse en todos los procesos que determinan el enfoque de la realidad; en esta tónica, son sus efectos tanto positivos como negativos los que intervienen en la conformación de nuestra rutina cotidia- na. Así pues, es la complejidad de la globalización asociada con los distintos factores que intervienen en nuestras vidas lo que limita a otorgar una definición concreta del término. No obstante, los efectos del fenómeno globalizante están latentes en la mayoría de los campos del conocimiento y, es por esta condición, que el cometido arquitectónico también sufre grandes consecuencias. Los procesos de internacionalización y modernidad que la arquitectura ha desarrollado desde el último tercio del siglo XX son concebidos como parte de un sistema más general de 97 Investigación y Diseño la globalización. Gran cantidad de arquitectos han llegado a concebir el mundo de manera homogénea sin comprender que se trata de un gran sistema complejo cuyas partes específicas requieren ser estudiadas con gran detalle. Por otra parte, un sinnúmero de diseñadores se han puesto a experimentar con la globalización, especialmente en los países dominantes, en donde las publicaciones de arquitectura dedicadas a mostrar las causas y efectos de este fenómeno son un fuerte indicador de un tema cuyas consecuencias y repercusiones son equiparables a las problemáticas ambientales. El objetivo principal de este artículo es indagar las causas de una de las mayores y más frecuentes dificultades con las que el arquitecto se ha enfrentado a lo largo de su actividad profesional, que se acentúa alarmantemente en estos tiempos en los que el fenómeno de la globalización parece impregnarse en todas las esferas de la vida cotidiana. El análisis que elaboro tiene sus bases en el desarrollo y la evolución de los tres periodos representativos que la arquitectura presenta a lo largo del siglo XX: el Movimiento Moderno (cincuenta y sesenta), el Posmodernismo (setenta y ochenta) y el Supermodernismo como lo define Hans Ibelings en su obra titulada Supermodernismo, Arquitectura en la Era de la Globalización. blimidad platónica, al orden matemático y a la armonía; sus ideales son la línea continua, las paralelas y el ángulo recto; y sus fundamentos descansan en la estandarización y prefabricación. (Bauman, 1999, 58) En la futura ciudad radiante, la supremacía de la arquitectura significaría la muerte de la calle, tal como la conocemos: “ese producto incoherente y azaroso de la historia de la construcción desorganizada y desincronizada, representa el campo de batalla de usos incompatibles, el lugar propio del accidente y el equívoco”. Para el radiante modernista, las arterias de la ciudad, así como sus edificios, estarán consagrados a tareas concretas; la única función de aquellas será el tráfico y el transporte de personas y productos de un lugar funcional a otro. Esa funcionalidad tendrá que ser liberada de todas las incomodidades causadas por la acción de los paseantes sin brújula, transeúntes casuales. El sistema de organización espacial en el cual se basaba la configuración de la Ciudad del Futuro fue tomado del modelo panóptico del poder moderno propuesto por Michel Foucault. Este nuevo e innovador sistema surge de la analogía del cómo funcionaba y estaba constituido el espacio en las antiguas prisiones. El poder decisivo que ejercen los supervisores ocultos en la torre central del panóptico sobre los presos encerrados en las alas del edificio en forma de estrella es la combinación de la plena y constante visibilidad de los presos con la total y perpetua invisibilidad de los supervisores. Su propósito principal radicaba en infundir la disciplina e imponer la uniformidad en los patrones de conducta a los presos; se consolidó como la herramienta que neutralizaba la diferencia, la elección y la diversidad. Así pues, las condiciones de legibilidad y transparencia del espacio eran consideradas en los tiempos modernos como las señales del orden racional. La era moderna significó, entre DEL MOVIMIENTO MODERNO Y LOS POSTULADOS DE LE CORBUSIER Uno de los más grandes arquitectos y urbanistas que soñaron en voz alta con monopolizar el registro cartográfico mediante el esparcimiento de sus postulados, mismos que favorecían y fundamentaban el surgimiento de la Ciudad del Futuro, fue indudablemente el célebre suizo-francés Le Corbusier. La arquitectura, comenta Le Corbusier, es una ciencia afín a la geometría, al arte de la su- 98 Investigación y Diseño otras cosas, hacer del espacio un lugar cómodo y placentero para la administración comunal regida por el Estado. El modelo panóptico constituye un espacio artificial, construido sobre la base de la asimetría de la capacidad visual. Sólo era cuestión de saber manipular y reordenar a voluntad la transparencia del espacio como relación social: en último de los casos como relación del poder absoluto. (Bauman, 1999, 48) Desafortunadamente, estos intentos de homogeneizar el tejido urbano, convertirlo en algo lógico, funcional y legible, estimulaban la disgregación de las redes sociales de protección de los lazos humanos. En un ambiente creado utópicamente con el objeto de asegurar el anonimato mediante la búsqueda de la especialización funcional del espacio, los transeúntes y paseantes urbanos padecieron una patología de identidad irreversible. Entre los diversos experimentos que se quedaron atrapados en el papel destaca La Ville Radieuse (La ciudad radiante), publicado en 1933 y postulado para convertirse en el máximo evangelio del modernismo urbano. Le Corbusier declara la muerte de las ciudades existentes: un depósito putrefacto de la historia ingobernable, irracional y urbanísticamente ignorante e impotente (Le Corbusier, 1962). No obstante, el visionario arquitecto urbanista Oscar Niemeyer es el primero que trata de poner en práctica las propuestas del padre del urbanismo moderno, cuando se le presenta la oportunidad. Fue en Brasilia, capital de la nación carioca, donde encontraría el paraíso para dar rienda suelta a su utopía arquitectónica, libre de restricciones tanto materiales como sentimentales. Para los arquitectos y urbanistas modernos, Brasilia era concebida como un inmenso laboratorio en el que se podían fusionar la lógica y la estética. Se mostraba como un sitio incontaminado por la doliente historia, en el que se lograría emprender el experimento a partir de Fig. 1. Boceto del modelo Panóptico del Poder Moderno. 99 Investigación y Diseño Fig. 2. Brasilia hacia 1960. Proyecto de Oscar Niemeyer. la nada, diseñando el espacio a la medida del hombre. Sin embargo, para sus pobladores esta ciudad resultó convertirse en toda una pesadilla, y en citas textuales de Bauman “sus infelices víctimas acuñaron rápidamente el concepto de “brasilitis”, un nuevo síndrome patológico del cual la ciudad es el prototipo y epicentro más famoso hasta la fecha”. Fue hasta entonces, cuando se establecieron sus más graves patologías, entre ellas: la falta de multitudes y concentraciones de residentes en el espacio urbano, las calles se percibían desiertas y los espacios se pronunciaban anónimos; un lugar despojado de todo factor humano. Por el contrario, los espacios de la ciudad eran sumamente transparentes para ser controlados por los comisionados de tareas administrativas y los que determinaban el contenido y programación de éstas. (Bauman, 1999, 61) El Movimiento Moderno no sólo influyó en la configuración del tejido urbano, también incidió radicalmente en la propia disposición del espacio interno del edificio, promoviendo la inclusión de innovadores sistemas constructivos y la utilización de nuevos materiales. Así pues, se convierte en un estilo arquitectónico que debería ser aplicable “internacionalmente”. Es de este modo que la década de los años noventa es concebida como la apoteosis de los años cincuenta y sesenta, los cuales representaron una dilatación de los procesos de preguerra propios de la modernización y la internacionalización. (Ibelings, 1992) En esta arquitectura, la sensación inmediata de la forma, espacio y luz, de transparencia y liviandad, es más importante que la comunicación de un mensaje. En esta tónica, la naturaleza de lo internacional era percibida como un factor esencial de modernidad; siendo Estados Unidos el lugar más acogedor para que se asentara la arquitectura moderna. El uso de diversas tipologías, como el edificio de actividades administrativas o el mismo hotel, se desplegaron por todo el mundo en forma de “cajas de cristal”. De este modo, estos grandes edificios podían per- 100 Investigación y Diseño tenecer a compañías diferentes, pero también eran vistos como parte de una gran cadena estadunidense. Otro aspecto que influyó de manera determinante en la homogeneización del espacio fue la innovación de la tecnología comunicacional, que permitía con gran facilidad insertarse y participar en dicha sociedad global. Debido a todas estas características, existía la convicción de que la gente pertenecía a una única y misma comunidad global, olvidándose fácilmente de los rasgos específicos de identidad nacional. Actualmente, el Movimiento Moderno en arquitectura constituye una condición permanente y, al mismo tiempo, resulta ser un fenómeno histórico superado. (Montaner, 1997) POSMODERNISMO… UNA REACCIÓN EN CONTRA DEL MOVIMIENTO MODERNO Esta corriente ha resultado ser muy polémica, pero como escuela de pensamiento ha llegado a ser aceptada universalmente. En esencia, la mentalidad del posmodernismo no ha representado solamente ser la oposición a la arquitectura del Movimiento Moderno, sino también a conceptos como la creencia en el progreso y la fe en la razón. (Ibelings, 1992) El rechazo a la modernidad surgió a partir de mediados del siglo XX, y desde la perspectiva posmoderna, éste había promovido la generación de productos anónimos, visualmente empobrecedores, tecnocráticos e indiferentes hacia los individuos y su contexto. La corriente posmoderna despliega dos objeciones contundentes hacia el Movimiento Moderno: en primer lugar, la escasez de facultades comunicativas por parte del edificio, es decir, la incapacidad para hablar un lenguaje no verbal y procurar significados relacionados con el sentido de la obra en sí misma; y en segundo término, la falta de memoria, misma que convertiría en nostalgia el doliente paso de la historia. Así pues, en la escuela del pensamiento posmoderno ha permanecido la idea de que cada edificio es portador de un significado, concepción que representaba prestar atención a la dimensión simbólica de la arquitectura. Por otra parte, la sensibilidad hacia el contexto y la máxima comprensión de los elementos del entorno significarían el derecho de un edificio a existir. Esta visión contextualista tiene sus fundamentos en el concepto de genius loci, temática principal de la obra literaria de Christian Norberg-Schulz, en la que argumenta la idea de que “cada lugar presenta su carácter específico, de acuerdo con su situación geográfica e histórica. En este sentido, el Posmodernismo siempre ha mostrado una tendencia populista, comprometida con dar a la gente lo que quiere. Un aspecto sumamente significativo de la Posmodernidad radica en concebir al renacimiento de la historia como punto nodal para la creación de formas, tipos o estilos. Una gran cantidad de historia arquitectónica anteriormente detestada —por los artistas modernos— se constituye ahora como un interesante mercado de investigación. Esta nueva perspectiva posmoderna también apuntalaba sus fundamentos teóricos en otras disciplinas, que durante mucho tiempo se encontraban ajenas a la arquitectura. De este modo, para muchos artistas posmodernos las perspectivas filosóficas constituían la justificación principal de sus proyectos. (Ibelings, 1992, 23). No obstante, el mecanismo de búsqueda constante de originalidad y novedad utilizado por los artistas sufre una crisis entre los años cuarenta y setenta. Esta crisis era concebida como una situación de rechazo al racionalismo y a la modernidad, ambos introducidos y apoyados por el régimen capitalista mundial. De este modo, a mediados del siglo XX se construyen dos edificios “emblema” y totalmente opuestos en su concepción de modernidad. Por 101 Investigación y Diseño integración a las preexistencias ambientales y en la recuperación de la idea de monumentalidad. Partiendo de esta premisa, Joseph María Montaner, en su obra La modernidad superada: Arquitectura, arte y pensamiento del siglo XX plantea una pregunta en la que se cuestiona ¿quién es más moderno, el que continúa acríticamente los patrones de la modernidad establecida o el que pone énfasis en la crisis de esta modernidad, y para afrontarla introduce referencias a la tradición? (Montaner, 1997) SUPERMODERNISMO... Seagram Building, Nueva York de Mies van der Rohe. LA SUPERFICIALIDAD Y LA NEUTRALIDAD DE LA ARQUITECTURA un lado, el Seagram Building en Nueva York de Mies van der Rohe, obra en la que se lleva a cabo la idea de modernidad como lenguaje, estilo y espacio internacional, utilizando las más avanzadas tecnologías de estructuras de acero. Y, el segundo edificio, estandarte de la posmodernidad, es la Torre Velasca en Milán del grupo BBPR. Su responsabilidad radicaba en “otorgarle un nuevo grado de modernidad a la arquitectura”, que consistía precisamente en voltear la mirada a la tradición, en la Durante una exposición llevada a cabo en el Museo de Arte Moderno de Nueva York en 1988, se lanzó el deconstructivismo como la última tendencia arquitectónica. Sin embargo, varios arquitectos incluidos en la exposición no querían ser “catalogados” como partidarios de esta vanguardia. Visto en retrospectiva, el deconstructivismo estaba destinado a una vida breve. (Ibelings, 1992) Como consecuencia de este fenómeno surgen un sinnúmero de diferentes estilos arqui- Seagram Building, Nueva York de Mies van der Rohe. 102 Investigación y Diseño tectónicos, que van desde las construcciones ligeras y monolíticas (Light Construction) hasta la arquitectura minimalista, cuya preocupación es proponer al máximo la abstracción de la forma, promoviendo los lugares flexibles y seguros. En palabras de Hans Ibelings, “una sensibilidad hacia lo neutral, indefinido, implícito, cualidades que no se limitan a la substancia arquitectónica y que hallan también una poderosa expresión en una nueva sensibilidad espacial”. De este modo, una vez superada la espacialidad radicalmente definida por los posmodernistas y deconstructivistas, ahora el espacio se convierte en el vacío bajo control, el espacio indefinido no es la nada sino un contenedor seguro, un cascarón flexible. Desde la perspectiva historicista, el hecho de que conceptos como indefinido, ilimitado o neutral hallan tomado gran fuerza se puede leer como una reacción a los postulados dominantes del antepuesto Movimiento Posmoderno. No obstante, es viable observar más allá de la arquitectura para darnos cuenta de los cambios ocurridos durante el siglo XX en el ámbito arquitectónico. Uno de los factores que intervienen de manera sustancial en la transformación del orden del espacio es lo que llamamos actualmente como el fenómeno de “globalización”. Así pues, Torre Velasca en Milán del grupo ���� . los avances en las telecomunicaciones y la creciente movilidad, que han desempeñado una faceta sobresaliente en el proceso globalizador, intervienen de igual manera en la planificación urbana y arquitectónica, en la medida en que cambian nuestra experiencia del tiempo y el espacio. Así pues, el intercambio mundial y la incidencia de las redes internacionales de comunicación interactuando en un nuevo espacio (cibernético) han transformado nuestra manera de concebir el mundo. Torre Velasca en Milán del grupo ����. 103 Investigación y Diseño tiene hacia él. Este fenómeno es considerado por ese autor como: Supermodernismo. Según Augé, esta concepción de Supermodernismo surge de la coalición de tres condiciones de abundancia: la abundancia de los espacios, la abundancia de los signos y la abundancia de individualización. Este último factor tiene un fuerte impacto en la arquitectura ya que la individualización transforma el uso de los espacios públicos y semipúblicos, imaginándolos cada vez en menor grado como espacio social, condición que fomenta el surgimiento de sitios en los cuales el individuo se desenvuelve de manera individual. Desafortunadamente, la progresiva y creciente homogeneización del mundo ha provocado que estos “no lugares” se reproduzcan de manera incontrolable, resultando ser más comunes en el ámbito del transporte y del consumo. Centros comerciales, aeropuertos y hoteles son espacios en los que los sujetos pasan un período variable, no obstante, la interacción de los sujetos dentro Gaskin & Bezanski, Hotel-Casino New York/New York, Las Vegas, EEUU, 1995-1997. Murphy/Jahan, Inc. Architects, aeropuerto O’Hare de Chicago, EEUU, 1988. Como consecuencia de este fenómeno, surge la paradoja en la cual gran cantidad de arquitectos conciben cualquier rincón del mundo como si fuera su propia casa, es decir, un territorio seudo familiar en el cual la gente encuentra un planeta carente de significados. Esta experiencia de falta de significado en el contexto arquitectónico es uno de los temas que trata el antropólogo francés Marc Augé en su libro Los no lugares: espacios del anonimato; antropología sobre modernidad (1992). En efecto, este ensayo reafirma el concepto que existe entre lugar y espacio, definiendo a partir de estudios antropológicos el lugar como un sitio que adquiere significado mediante las actividades humanas que se desarrollan en el mismo; mientras que el espacio, comenta el antropólogo, carece de cualquier tipo de significado a causa de la indiferencia que el sujeto 104 Investigación y Diseño de estos contenedores no es comparable con la que podría ejercer la plaza del pueblo como centro social de reunión comunal. En conclusión, estos sitios llamados “no lugares” los podemos considerar como fuertes manifestaciones de una conjunción de fenómenos y procesos que interactúan de manera homogénea: la globalización. BIBLIOGRAFÍA Augé, Marc, Los no lugares: espacios del anonimato, una antropología de la sobremodernidad, Gedisa, Barcelona, 1992. Bauman, Zigmunt, La globalización, consecuencias humanas, FCE, México, 1999. Ibelings, Hans, Supermodernismo: arquitectura en la era de la globalización, Gustavo Gili, Barcelona, 1998. Kahn, Louis, Louis Kahn: Conversación con estudiantes, Gustavo Gili, Barcelona, 2002. Le Corbusier, La ciudad del futuro, Infinito, Buenos Aires, 1962. Montaner, Joseph M., La modernidad superada: Arquitectura, arte y pensamiento del siglo XX, Gustavo Gili, Barcelona, 1997. Norberg-Schulz, Christian, Intenciones en arquitectura, Gustavo Gili, Barcelona, 1979. 105