ÉTICA CÍVICA TRANSNACIONAL

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ÉTICA CÍVICA TRANSNACIONAL:
FUNDAMENTACIÓN y
APLICACIÓN
Adela Cortina
1.
NECESIDAD SOCIAL Y POSIBILIDAD FILOSÓFICA DE UNA
ÉTICA GLOBAL
e
uando en el año 1973 apareció el libro de KarlQtto Apel Transformatíon der Philosophie, advirtiendo, entre otras cosas,
de la necesidad de una ética universal, el escepticismo reinante en el
mundo ético intelectual consideró una rareza semejante pretensión (Apel,
1985). Se atacó al universalismo ético y se le criticó por presuntuoso y
megalománico, incluso por dogmático y fundamentalista. ¿Quién puede
preterider diseñar una ética normativa para el conjunto de la humanidad?
Sin embargo, como Karl-Otto Apel afirmaba con razón, una ética
universal era tan necesaria como el aire que se respira, porque la idea
vigente de progreso tenía que cambiar por imperativo ético. Si tanto las
consecuencias benéficas como las indeseables de la ciencia y de la técnica
podían tener un alcance universal, el incremento tecnológico debía ser
orientado desde una ética universal que atendiera a los intereses de todos y
cada uno de los seres humanos. Esa era la pretensión de un universa1ismo
ético, consciente de que su misión no consistía en prescribir a todos los
seres humanos cómo deben ser felices, sino únicamente en exigir que los
intereses de todos y cada uno de ellos fueran tenidos en cuenta en la
Adela Cortina, Catedrática de Ética y Filosofía Política, Universidad de Valencia
(España) .
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organización de la vida local y mundial, también en la distribución de los
bienes proporcionados por la ciencia y la técnica. Todos los seres humanos
tienden a la felicidad, pero todos tienen también deberes de justicia.
La idea de progreso cambió paulatinamente por la de "desarrollo sostenible", que pretendía tener en cuenta el bien de la humanidad y del medio
ambiente en su conjunto, desde la convicción de que solo una ética de la
responsabilidad por las consecuencias de la ciencia y de la técnica, tanto las
intencionadas como las no intencionadas, podía orientar ese desarrollo deseable (Goulet, 1999; Martínez, 2000). Una ética incluso del cuidado, de la
preocupación por las personas y por la naturaleza (Cortina, 2002).
Han pasado tres décadas. Y en este comienzo de milenio innumerables voces, venidas de todos los sectores sociales, advierten de la necesidad de una ética universal de la responsabilidad por el presente y por el
futuro de las personas y de la tierra. Sin una ética global -dicen con toda
razón- la globalización informática y financiera y el incremento técnico
no se pondrán al servicio del desarrollo, sino que abrirán un abismo cada
vez más profundo entre los países pobres y los ricos, y la diversidad de
culturas desembocará en una "clash of civilizations", en vez de propiciar
una ciudadanía intercultural y cosmopolita.
Otra globalización es necesaria, una que oriente la actividad económica y el desarrollo tecnológico hacia el bien de las personas desde
una ética universal. Es, pues, urgente construir eine Globalethik, une
éthique planétaire , a global ethic, una ética global, que oriente moralmente el proceso de globalización. Y en este sentido parecen ir coincidiendo el Foro Social de Porto Alegre y el Foro Económico de Davos,
aunque con matices bien diferentes. La "globalización desde arriba" y la
"globalización desde abajo" proporcionan dos perspectivas que difícilmente pueden coincidir, aun cuando se aproximen.
Sin embargo, el proyecto de construir una ética global, con fuerza
normativa se encuentra con una gran cantidad de problemas. Y no solo
porque el relativismo y el contextualismo impregnen el ambiente, como
realmente sucede, sino también porque en un mundo multicultural parece
preciso optar por uno de estos cuatro caminos a la hora de diseñar los trazos
de una ética global: 1) tomar como punto de partida una cultura determinada
e intentar extender sus supuestos éticos a las restantes; 2) detectar en las
distintas culturas cuáles son los valores y principios éticos que ya comparten
y construir desde ellos una ética global; 3) tomar como punto de partida un
hecho Innegable y descubrir mediante reflexión trascendental un núcleo racional normativo que no pueda negarse sin incurrir en contradicción; 4)
simultanear el tercer modelo con el descubrimiento paulatino de una ética
compartida a través de las realizaciones de las éticas aplicadas.
ADELA CORTINA : ÉTICA Ctvl CA TRANSNACIONAL: FUNDAMENTACI ÓN y APLICACIÓN
El primero de estos caminos es el que ha seguido el modelo hermenéutico-coherencial, propio del liberalismo político, diseñado sobre todo
por John Rawls; el segundo, tendría un buen representante filosófico en
el modelo que podríamos llamar de "crítica social inmanente" de Michael Walter; el tercero tendría su paradigma en la pragmática trascendental de Apel; y el cuarto uniría la "reflexión trascendental" sobre el
hecho de la argumentación con el descubrimiento paulatino de una ética
cívica transnacional, que ya se va pergeñando a través de las decisiones
éticas que se están tomando en el campo de las éticas aplicadas. Este
cuarto modelo es el que yo propongo.
De analizar las posibilidades de estos modelos me he ocupado con
detalle en otros lugares (Cortina, 2001, cap. 8; 2003). De ahí que en esta
intervención me centre en analizar el surgimiento de una ética cívica
transnacional desde las realizaciones de las éticas aplicadas.
2.
EL SURGIMIENTO DE LAS ÉTICAS APLICADAS
En los años sesenta y setenta del siglo XX surgen en los países con
tradición occidental lo que con el tiempo vinieron a llamarse "éticas aplicadas". A los tres giros sufridos por la filosofía en el siglo pasado (lingüístico,
hermenéutico y pragmático) se sumaba un cuarto, el "giro aplicado" y, en
este caso, en uno de los ámbitos de la filosofía, concretamente el de la ética
o filosofía moral. En aquel tiempo el problema de la fundamentación de lo
moral seguía siendo el tema estrella de la ética, pero junto a él empezaba a
ganar terreno la necesidad de aplicar a la vida cotidiana lo ganado en el
proceso de fundamentación, la necesidad de diseñar una ética aplicada a las
distintas esferas de la vida social, que daría lugar a las distintas "éticas
aplicadas" (Cortina, 1993,2003; Lipovetsky, 1994; Chadwick, 1998).
Los nuevos candidatos a convertirse en objeto de la filosofía eran
las biotecnologías, las organizaciones empresariales, la actividad económica, el desarrollo de los pueblos, el ejercicio de las profesiones, las
consecuencias de las nuevas tecnologías, los medios de comunicación, la
revolución informática, la educación en la ciudadanía, la construcción de
la paz, el consumo y tantas otras cuestiones que desde la vida cotidiana
buscaban respuestas. Pero no solo de la filosofía, sino también de la
medicina, la biología, la economía y la empresa, las profesiones, la informática, la ecología, las ciencias de la educación o los estudios de la
paz. La realidad social exigía orientaciones éticas, inevitablemente interdisciplinares, en sociedades moralmente pluralistas, y precisamente por
el hecho de tratarse de sociedades pluralistas.
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En efecto, son sociedades moralmente pluralistas aquellas en las
que las cuestiones morales no pueden abordarse desde un único código
moral , porque en su seno conviven distintos códigos, distintas "éticas de
máximos", y a la hora de enfocar las cuestiones morales no pueden dar
por supuesto que existen acuerdos básicos, sino que es preciso descubrirlos, si es que existen, o construirlos, si hay voluntad de hacerlo. El gran
problema consiste entonces en determinar qué instancia está legitimada
para abordar las cuestiones morales y desde qué ética puede hacerlo,
teniendo en cuenta que tales cuestiones son ineludibles y, sin embargo,
no existe una instancia única (Cortina, 1986; 2001).
No existen parlamentos éticos, porque no se pueden elegir representantes éticos; tampoco existen iglesias éticas, porque las iglesias, las
sinagogas o las mezquitas tienen autoridad para sus creyentes, pero no
para los que no lo son. Sus declaraciones en la opinión pública son sin
duda elementos con los que los ciudadanos pueden contar para formarse
su juicio moral, pero no son las únicas instancias. Y, sin embargo, es
necesario encontrar algunas orientaciones comunes para abordar las
cuestiones morales, porque afectan a grupos diversos de la población y,
en ocasiones, a la población en su conjunto. Estas orientaciones fueron
viniendo desde diversos enclaves sociales, desde los que se fueron tejiendo las éticas aplicadas, aun sin proponérselo expresamente.
3.
LOS NUEVOS PROTAGONISTAS DEL MUNDO ÉTICO
A mi juicio, la clave del éxito de la ética aplicada consiste en que se
compone de cuatro elementos inéditos, entre los que cuenta la incorporación
de nuevos protagonistas al mundo ético (Bayertz, 2003; Cortina, 2003).
En principio, estas éticas no nacen solo de la curiosidad de los
éticos, sino que es la realidad social la que lleva la iniciativa, la que
insta no solo a los éticos, sino también a gobiernos, expertos y ciudadanos a buscar respuestas.
Los gobiernos, primero en Estados Unidos, más tarde en Europa y
en otros lugares, se han visto urgidos a formar comisiones de ética sobre
el uso de las tecnologías, especialmente las biotecnologías , la práctica
sanitaria, el gobierno de las empresas, el comportamiento de los políticos o el funcionamiento de la Administración Pública. Una realidad que
cambia de forma acelerada no puede esperar a que se lleven a término
los largos procesos jurídicos, necesita asesoramiento ético.
Por su parte, los expertos de los diferentes ámbitos se encuentran
ante problemas para los que no existen respuestas automáticas y a menu-
ADELA CORTINA : ÉTICA C tVICA TRANSNACIONAL : FUNDA MENTA Ci ÓN y APLICACiÓN
do son profesionales vocacionados que desean revitalizar su actividad
profesional (Goulet, 1999; Cortina y Conil!, 2000; Hortal, 2002).
Asimismo los ciudadanos, cada vez más conscientes de sus derechos, exigen que se les respeten en los distintos campos, pero también en
ocasiones se percatan de que es preciso asumir responsabilidades y participar directamente, bien en las distintas esferas, como "legos" en la
materia, pero como protagonistas en tanto que afectados, bien mediante
deliberación a través de la opinión pública (Conil!, 2004).
Por último, también algunos filósofos morales han entendido el
compromiso con la ética aplicada y con las éticas aplicadas como incluido en la responsabilidad de la filosofía por su época y por el futuro.
Colaborar con los demás saberes en forma republicana, junto con expertos, juristas, teólogos, ciudadanos y gobiernos, es una obligación moral.
Las éticas aplicadas -y esta es su segunda "ventaja competitiva"no las elaboran solo académicos en sus despachos y congresos, sino que
es un trabajo interdisciplinar, en el que colaboran expertos, éticos y
afectados , trabajando codo a codo en comités y comisiones, más que en
seminarios cerrados. Sus resultados no se recogen solamente en sesudos
libros para disfrute de universitarios, sino también en documentos públicos, en forma de informes, declaraciones, códigos u orientaciones (guidelines), que tienen fuerza normativa en la vida pública, y en toda una
esfera institucionalizada de códigos éticos, documentos de auditorías o
balances de responsabilidad social (García-Marzá, 2004).
y, por último, quienes trabajan en las éticas aplicadas no lo hacen
solo, ni siquiera principalmente, en los departamentos universitarios,
sino en instituciones y organizaciones, políticas o cívicas, situadas en
el nivel local, estatal, transnacional o global. En este sentido, iniciativas internacionales han ido alumbrando declaraciones y códigos éticos
mundiales, como el Código de Nüremberg (1946), la Declaración de
Helsinki de la Asociación Médica Mundial (1964), o códigos globales
de ética empresarial, como la Declaración Interconfesional (1993), los
Principios de la Caux Round Table (1994), o el Pacto Mundial de las
Naciones Unidas (1999), amén de los referidos al medio ambiente,
como la Carta de la Tierra.
Las éticas aplicadas nacieron, pues, por imperativo de una realidad
social que necesitaba respuestas multidisciplinares en sociedades moralmente pluralistas. A comienzos del tercer milenio constituyen una forma
de saber y actuar indeclinable, precisamente porque no han nacido a requerimiento de una sola instancia, sino a demanda de la realidad social, de
ciudadanos, políticos, expertos y éticos, y forman parte de esa misma
realidad social, se han incorporado a ella de forma institucional tanto en
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los Estados nacionales como en las comunidades transnacionales y en el
orden global. El sueño hegeliano de incorporar la moral a las instituciones
se va cumpliendo, al menos verbalmente, y pretendiendo generar con ello,
entre otras cosas, ese tipo de capital social que es la confianza.
4.
LA NECESIDAD DE CONFIANZA
En efecto, una de las razones por las que nacen las éticas aplicadas
es la necesidad de confianza. Profesionales y expertos de distintos ámbitos, insatisfechos con la calidad de sus prácticas profesionales y con el
grado de confianza que la profesión puede infundir en la sociedad, entienden que la mejor manera de recuperar el crédito es revitalizarla éticamente, es decir, mediante la forja del carácter de la profesión, que es la
que garantiza su éxito a medio y largo plazo. Ni la legalidad ni los
incentivos económicos bastan para lograr que los profesionales alcancen
las metas de la actividad que la sociedad les ha encomendado: lo único
eficaz es asumir la ética de la profesión, las excelencias y principios que
la orientan. Recordemos algunos ejemplos brevemente.
En 1946 ve la luz el Código de Nüremberg, relacionado con las
normas para la investigación con humanos y redactado para juzgar a los
médicos y científicos que re alizaron experimentos biomédicos en los
campos nazis de concentración. Las palabras con que el código se abre
son las siguientes: "1. El consentimiento voluntario del sujeto humano es
absolutamente esencial". Con ello se venía a defender el principio moral
de autonomía de los sujetos frente a cualquier instrumentalización. En la
investigación con personas son sujetos los que están siendo investigados,
y nadie tiene derecho a manipular su cuerpo o su mente sin su libre
autorización. ¿Qué confianza pueden inspirar la clase médica y la actividad sanitaria, si se tiene patente de corso para sacrificar a los individuos
con vistas a un presunto bien mayor? En la relación médico-paciente la
confianza es un valor tal, que sin ella difícilmente puede lograrse el fin
de la ac tividad sanitaria: procurar la salud y paliar el dolor. No es extraño que la autonomía fuera tambi é n recogida como uno de los principios
de la bioética en el "Belmont Report" (1978), elaborado por la Comisión
Nacional para la Protección de Personas Objeto de Experimentación
Biomédica; principios que, habiendo nacido con ese objeto, han pasado a
co nvertirse e n los de la bioética: beneficencia, autonomía y justicia (Gracia, 1988; Simón , 2000) .
Por su parte, escándalos como el del caso Watergate impulsaron el
nac imiento de la "ética de la empresa", al recordar hasta qué punto la
AD ELA C ORTI NA: ÉTICA C/ VICA TRANSNACIO NAL: FUNDAMEN TACIÓN y A PLI CA CIÓ N
credibilidad de las empresas puede quedar cuestionada y también hasta
qué punto la falta de credibilidad puede resultar perjudicial para alcanzar
el beneficio. La confianza fue convirtiéndose de nuevo explícitamente en
el valor empresarial que, en buena ley, nunca había dejado de ser, y
casos como los de Enron o Worldcom no han hecho sino recordar la
necesidad de confianza (Cortina, Conill, Domingo, García-Marzá, 1994;
García-Marzá, 2004; Lozano, 2004). Revistas especializadas, asociaciones internacionales y nacionales empezaron a proliferar, así como cátedras e institutos de ética económica y empresarial.
Una idea orientaba estas realizaciones, y sigue haciéndolo: para
lograr beneficio no solo no es preciso abandonar la ética, sino que es
prudente comportarse de forma ética. Parafraseando la expresión kantiana "la honradez es la mejor política" , podríamos decir que "la ética es el
mejor negocio" ; de suerte que la moralidad de las palomas es uno de los
factores que han de tener en cuenta las cautelosas y prudentes serpientes.
"En cuenta", porque también en la cuenta de resultados se pueden percibir los beneficios de vivir moralmente, en la medida en que las empresas
capaces de sintonizar con el público generan ese "capital simpatía" que,
sin ser en principio financiero, tiene sus repercusiones en la cuenta de
resultados . La exigencia de que las empresas asuman la responsabilidad
social está sobre el tapete de la discusión europea y global.
Y, por último, aunque la ética de la información cuenta ya en su
haber con una cierta andadura, conviene recordar cómo en nuestro país
supuso un aldabonazo el código ético que los periodistas catalanes quisieron darse a fines de octubre de 1992, amén de ofrecerlo al resto de la
prensa española, por si creía conveniente adoptarlo. El código contenía
dos partes: un preámbulo recordando los fines de la profesión (el buen
desarrollo de la vida pública y la plenitud del sistema democrático) y los
requisitos necesarios para alcanzarlos (libertad de expresión y derecho a
la información, necesarios para una opinión pública plural e independiente), y, en segundo lugar, doce principios que los periodistas creían
necesario seguir para alcanzar los fines de la profesión .
¿Qué les había movido a redactar un código semejante? ¿Qué movió a la Federación de Asociaciones de la Prensa de España a adoptar
también un código el 28 de noviembre de 1993? El afán de mantener la
independencia y la inquietud por recuperar la credibilidad de la profesión. Recuperar el buen nombre, asumir la responsabilidad que a la prensa compete en la construcción de una sociedad democrática, recordar que
"información es mercancía", pero puede dejar de vender si pierde todo
crédito, son metas de los códigos éticos, razones para el florecimiento de
una ética de la información (Conill/Gozálvez, 2004) .
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Razones muy similares a las que han presidido el surgimiento de
las restantes éticas aplicadas. nacidas para elevar el ánimo de nuestras
sociedades, para moralizarlas, en el sentido que Ortega y Aranguren dan
a este término (Ortega y Gasset, 1966, 72; Aranguren, 1994), Los profesionales llegan a declaraciones y códigos éticos comunes, "desde dentro" , desde una autorregulación que pretende no ser corporativista,
S.
LA BUENA VOLUNTAD EN LAS INSTITUCIONES
Porque las éticas aplicadas añaden un interesante rasgo y es que no
son éticas individuales, hechas para héroes que, en un mundo de lobos,
mantienen una bondad lúcida. Precisamente lo que estas éticas lamentan
es que las personas, para comportarse con esa bondad sagaz en la vida
cotidiana, tengan que ser héroes, realizar actos supererogatorios, que son
los que no pueden exigirse a todo ser humano porque sobrepasan la
capacidad normal. Y precisamente para evitar que las gentes tengan que
ser héroes en la vida cotidiana, exigen que prácticas, actividades e instituciones se "remoralicen" de tal modo que quienes viven de ellas y en
ellas no tengan que jugarse la salud para alcanzar las metas por las que
cobran su sentido y legitimidad.
Que el empresario empeñado en satisfacer necesidades sociales
mediante el beneficio, el médico preocupado por el bien del paciente en
su sentido íntegro, el universitario harto de mafias, el periodista deseoso
de satisfacer el derechó a la información, el juez imparcial o el político
consciente de que debe . satisfacer intereses universalizables, no tengan
que salir a combatir gigantes o molinos. Lo verdaderamente inteligente,
es construir unas actividades e instituciones tales que lo cotidiano sea
tratar de conseguir las metas que les dan sentido,
6,
LA ESTRUCTURA DE LA ÉTICA APLICADA
Dilucidar cuál es la estructura de las éticas aplicadas es uno de
los problemas en debate a comienzos del Tercer Milenio. Como he
expuesto con detalle en otros lugares, además del "equilibrio reflexivo" de John Rawls, que algunos autores mencionan, cuatro modelos
se ofrecen, al menos (Gracia, 1991 , 98-101 ; Cortina, 1993 , 2003;
Bayertz, 2003).
En primer lugar, la Casuística 1, que puede caracterizarse como el
arte de aplicar cualquier tipo de principios morales que se tengan a mano
a los casos concretos, ya que considera los casos concretos como una
AD ELA CORTI NA : ÉTICA C/VICA TR ANSNAC/ONAL: FUNDA M ENTA CI6 N y A PLlCACI6N
particularización de los principios generales . Este modelo de aplicación
destaca el valor de la teoría, de la deducción y de la búsqueda de certeza
moral, pero no resulta adecuado en sociedades pluralistas, que no cuentan con principios materiales compartidos.
La Casuística 2, por su parte, es un método de aplicación de carácter retórico y práctico, entendiendo por retórica el arte de realizar juicios
probables sobre situaciones individuales y concretas. En este tipo de
juicios, que alcanza probabilidad y no certeza, la solución de los conflictos no se alcanza por la aplicación de axiomas formulados a priori, sino
por el criterio convergente de todos los hombres, o al menos de los más
prudentes y sabios, expresados en forma de máximas de actuación (Gracia, 1991, 97 Y 98; Jonsen/Toulmin, 1988). Aunque este es un modelo
que está funcionando sobre todo en bioética, resulta insuficiente si no se
entiende desde una hermenéutica crítica, como la que queremos proponer, porque resulta incapaz de articular los distintos lados de la reflexión
desde algún principio, siquiera sea procedimental.
Una tercera propuesta sería la Pragmática Trascendental de K.-O.
Apel, quien distingue dos partes en la ética: la parte A, que se ocupa de
la fundamentación racional de la corrección de normas, y la parte B,
preocupada por diseñar el marco racional de principios que permiten
aplicar en la vida cotidiana el principio descubierto en la parte A, es
decir, el Principio de la Ética del Discurso. Según Apel, así como la
parte A se orienta por la idea de fundamentación , la parte B se orienta
por la de responsabilidad, porque a la hora de aplicar el principio a los
contextos concretos, es necesario tener en cuenta la noción weberiana de
responsabilidad o, mejor, la de corresponsabilidad. La aplicación del
principio tiene que venir mediada por el uso de la racionalidad estraté. gica, siempre que se pretenda con ello conservar al sujeto hablante y a
cuantos dependen de él y poner las bases para que algún día sea posible
actuar comunicativamente sin que peligre la conservación propia y ajena
(Apel, 1985, 1988; Apel/Kettner, 1992; Kettner, 2000) .
A mi juicio, sin embargo, el uso de estrategias es importante en
ámbitos como la empresa o la política, pero no tanto en otros , como la
bioética o la ecoética; y en aquellos campos en los que es un factor
importante, no es el único. Por otra parte, la distinción de niveles (A y
B) da la sensación de que descubrimos un principio y tenemos que diseñar un marco para aplicarlo a los casos concretos, cuando en la realidad
de la gestación de las éticas aplicadas se trata de descubrirlo en los
distintos ámbitos y averiguar cómo debe modularse en cada uno de ellos.
Las éticas apli~adas tienen -a mi juicio-la estructura circular propia
de una hermenéutica crítica: no parten de unos primeros principios con
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contenido para aplicarlos, porque en las sociedades pluralistas no hay
principios con contenido comunes ; tampoco descubren únicamente principios de alcance medio desde la práctica cotidiana, porque en cualquier
ética aplicada hay una cierta pretensión de incondicionalidad que rebasa
todos los contextos concretos. Más bien detectan hermenéuticamente en
los distintos ámbitos de la vida social principios éticos y valores que se
modulan de forma distinta en cada ámbito; justamente los principios éticos
y valores que constituyen la ética cívica, común a todos los ámbitos.
7.
ÉTICA APLICADA COMO HERMENÉUTICA CRÍTICA
Como he expuesto con detalle en otros lugares (Cortina, 1993,
2003), las éticas aplicadas tienen la estructura circular propia de una
hermenéutica crítica: no parten de unos primeros principios con contenido para aplicarlos, porque en las sociedades pluralistas no hay principios
con contenido comunes ; tampoco descubren únicamente principios de
alcance medio desde la práctica cotidiana, porque en cualquier ética
aplicada hay una cierta pretensión de incondicionalidad que rebasa todos
los contextos concretos. Más bien detectan hermenéuticamen'te en los
distintos ámbitos de la vida social principios éticos y valores que se
modulan de forma distinta en cada ámbito; los principios éticos y valores
que constituyen la ética cívica, común a todos los ámbitos, y que tienen
como trasfondo el doble principio ético al que nos hemos referido, el
kantiano del Fin en Sí mismo y el Reino de los Fines, y el del reconocimiento de cada persona como interlocutor válido, que se modula de
forma distinta según el ámbito en que nos encontremos.
Este doble principio formal es una orientación de trasfondo, lo
cual significa que necesitamos contar con otras tradiciones éticas para
articular el modelo de aplicación. Las distintas tradiciones se han ido
mostrando como unilaterales, de suerte que, incluso al nivel de la fundamentación, es necesaria una complementariedad entre ellas. Las dicotomías éticas clásicas -éticas teleológicas/deontológicas, de la convicción/
de la responsabilidad, procedimentalistas/sustancialistas- han de ser superadas en un "tercero" que constituya la verdad de ambas. Sin embargo,
lo que es hoy patente ya en cualquier intento de fundamentar lo moral,
resulta diáfano en la ética aplicada: un solo modelo de ética es impotente
para orientar las decisiones de los mundos político y económico, médico,
ecológico o, simplemente, la convivencia ciudadana.
Por eso nos vemos obligados a tener en cuenta los diferentes modelos en el momento oportuno, aunque el elemento coordinador será la
ADELA CORTINA: ÉTI CA C/VI CA TRANSNACIONAL: FUNDAMENTACiÓN y APLICACiÓN
ética del discurso, porque hunde sus raíces en la acción comunicativa y
en la subsiguiente argumentación, que constituyen el medio de coordinación -aunque no la sustancia- de las restantes actividades humanas .· La
idea de sujeto como fin en sí mismo y como interlocutor válido configura el trasfondo común a todas las esferas, ya que en todas ellas es el
afectado, en último término, quien está legitimado para exponer sus intereses, y solo deben considerarse legítimas aquellas normas que satisfagan los intereses universalizables .
Desde esta perspectiva, las éticas aplicadas cuentan con la estructura que exponemos a continuación.
7.1.
Ética de las actividades sociales (El momento "aristotélico")
Como afirma Benjamin Barber, refiriéndose en este caso a la política, en la vida social es preciso atender en primer lugar a las actividades
y después a las instituciones que las sustentan. En caso contrario, corremos el riesgo de plegar la actividad a la institución, y no viceversa.
Cuando la vida humana es, por decirlo con la tradición aristotélica, vita
activa. ¿Cuál es la estructura moral de una actividad social?
A mi juicio, para desarrollar una· actividad moralmente en una
sociedad moderna es preciso atender al menos a cinco puntos de referencia: 1) las metas sociales por las que cobra su sentido; 2) los mecanismos
adecuados para alcanzarlas en una sociedad moderna; 3) el marco jurídico-político correspondiente a la sociedad en cuestión, expresado en la
Constitución y en la legislación complementada vigente; 4) las exigencias de la moral cívica alcanzada por esa sociedad, y 5) las exigencias de
una moral crítica planteadas por el principio de la ética discursiva.
En principio, para analizar qué sea una actividad social voy a servirme de un modelo aristotélico, concretamente, del concepto de "práctica" tal como MacIntyre lo reconstruye en Tras la Virtud. Práctica es una
actividad cooperativa, que cobra su sentido -su racionalidad específicade perseguir determinados bienes internos, lo cual exige el desarrollo de
determinados hábitos por parte de quienes participan en ella. Esos hábitos recibirán el nombre de "virtudes" precisamente porque son los que
nos permiten alcanzar el bien.
Trasladando esta caracterización a las actividades sociales, podríamos decir que el bien interno de la sanidad es el bien del paciente; el de
la empresa, la satisfacción de necesidades humanas con calidad; el de la
política, el bien común de los ciudadanos ; el de la docencia, la transmisión de la cultura y la formación de personas críticas ; el de las biotecnologías, la investigación en pro de una humanidad más libre y feliz. Quien
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ingresa en una de estas actividades no puede proponerse una meta cualquiera, sino que ya le viene dada y es la que presta a su acción sentido y
legitimidad social.
Con lo cual dentro de ese ámbito "deliberamos sobre los medios",
como afirma Aristóteles, no sobre los fines o bienes últimos, porque estos
ya vienen dados. Y nuestra tarea consiste en dilucidar qué principios de
alcance medio, qué valores y qué virtudes concretas es preciso asumir para
alcanzar esos fines. Las distintas actividades se caracterizan, pues, por los
bienes que solo a través de ellas se consiguen, por los principios de alcance medio y por los valores que en la persecución de esos fines se descubren, y por las virtudes cuyo cultivo exigen. Las distintas éticas aplicadas
tienen por tarea, a mi juicio, averiguar qué principios, valores y virtudes
permiten alcanzar en cada caso los bienes internos.
Las aportaciones del comunitarismo, la ética de las virtudes y el contextualismo son imprescindibles en este momento de las éticas aplicadas.
7.2.
El momento estratégico
Para alcanzar los bienes internos de cada actividad es preciso contar con los mecanismos específicos de esa sociedad; en nuestro caso, con
los mecanismos propios de sociedades modernas. Y aquÍ entra en juego
frecuentemente la necesidad de recurrir a "estrategias", como exige una
ética de la responsabilidad.
Por ejemplo, la actividad empresarial, dentro del contexto económico, persigue un bien interno -la satisfacción de necesidades humanas-,
pero para alcanzarlo ha de contar con mecanismos, como el mercado, la
competencia y la búsqueda del beneficio, y realizar valores peculiares,
como la búsqueda de calidad, la habilidad para hacer uso de los recursos,
muy especialmente los recursos humanos, etc.
Ciertamente, el hecho de que para alcanzar su fin tenga que recurrir a medios como la búsqueda del beneficio o la competitividad, despierta la sospecha de que es una actividad intrínsecamente inmoral. Sin
embargo, no es aSÍ, sino que el bien por el que cobra su sentido y
legitimidad social no puede alcanzarse en una sociedad moderna si no es
a través de esos mecanismos. Otra cosa es que el medio se convierta en
fin: en tal caso la actividad es inmoral, o más bien, está "desmoralizada".
7.3.
El marco jurídico
Por otra parte, la legitimidad de cualquier actividad social exige
atenerse a la legislación vigente, que marca las reglas de juego de cuan-
A DELA C ORTI NA: É TICA Ctvl CA TRA NSNACIONAL: FUNDAM ENTACi ÓN y APLICACi ÓN
tas instituciones y actividades tienen metas y efectos sociales y precisan,
por tanto, legitimación. En una sociedad democrática debe atenerse al
marco constitucional y a la legislación complementaria vigente.
Sin embargo, cumplir la legislación jurídico-política no basta, porque la legalidad no agota la moralidad. Y no solo porque el marco legal
puede adolecer de lagunas e insuficiencias , sino porque una Constitución
democrática es dinámica y tiene que ser reinterpretada históricamente, y
porque el ámbito de lo que ha de hacerse no estará nunca totalmente
juridificado ni es conveniente que lo esté. ¿Cuáles son entonces las instancias morales a las que es preciso atender?
7.4.
El marco deontológico (El momento "kantiano")
La primera de eIlas es la conciencia moral CÍvica alcanzada en una
sociedad, es decir, su ética civil , entendiendo por "ética civil" el conjunto
de valores que los ciudadanos de una sociedad pluralista ya comparten,
sean cuales fueren sus concepciones de vida buena. El hecho de que ya los
compartan les permite construir conjuntamente parte de su vida en común.
Por ejemplo, a la altura de nuestro tiempo una empresa debe respetar los derechos de sus miembros y los de los consumidores y proveedores, y no puede atropellarlos aduciendo que su meta consiste en lograr un
beneficio económico, expresado en la cuenta de resultados. Ciertamente,
para satisfacer con calidad necesidades humanas ha de obtener beneficio
económico, pero no a costa de los derechos de los empleados, los consumidores o los proveedores, ni el beneficio de los miembros de la empresa puede pasar por delante de los derechos de los consumidores .
Para obtener legitimidad social una actividad ha de lograr a la vez
producir los bienes que de eIla se esperan y respetar los derechos reconocidos por esa sociedad y los valores que tal sociedad ya comparte. De
ahí que se produzca una interacción entre los valores que surgen de la
actividad correspondiente y los de la sociedad, entre la ética de esa
actividad y la ética civil, sin que sea posible prescindir de ninguno de los
dos polos sin quedar deslegitimada.
Sin embargo, este nivel de moralidad debe ser suficientemente
aclarado, no sea que intereses espurios lleven a deformarla en un sentido
indeseable. Si se trata de la ética cívica de países que han alcanzado el
nivel postconvencional en el desarrollo de la conciencia moral, justamente, el hecho de que esa ética reconozca que los seres humanos son
interlocutores válidos , con un valor interno, es 10 que ofrece un criterio
para valorar las consecuencias de las decisiones . Esto significa que cualquier actividad o institución que pretenda ser legítima ha de reconocer
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16, 2003
que los afectados por las normas de ese ámbito son interlocutores válidos, y esto exige considerar que tales normas serán justas únicamente si
pudieran ser aceptadas por todos ellos tras un diálogo racional. Por lo
tanto, obliga a tratar a los afectados como seres dotados de un conjunto
de derechos y capacidades, que en cada campo recibirán una especial
modulación.
Consecuencialismo y deontologismo no se contraponen, sino que
la especial dignidad o valor de un tipo de seres (momento deontológico)
es lo que da sentido a la pregunta por las consecuencias de las decisiones
para esos seres, lo que permite valorarlas. Lo incondicionado, el valor
de los seres humanos, a pesar del pragmatismo contextualista a la Rorty,
es indispensable para el mundo moral. Pero ese· valor, así como los
principios éticos de distinto nivel, se descubren en las distintas esferas,
al ir inventando respuestas morales.
De ahí que pueda decirse que las éticas aplicadas constituyen la
fenomenización de una ética cívica que se va forjando desde las distintas
esferas de la vida social, en comisiones, comités, códigos, auditorías, y
en la esfera de la opinión pública; que constituyen la fenomenización de
la intersubjetividad moral que se va descubriendo mediante la reflexión y
la acción.
Nacen, pues, de la reflexión pública, su tarea consiste en resolver
cuestiones públicas, y tienen un papel esencial que cumplir en la deliberación pública. Con su quehacer están forjando una ética global, que
parece no tener marcha ,atrás.
8.
LA DIMENSIÓN PÚBLICA DE LAS ÉTICAS APLICADAS
A comienzos del tercer milenio puede decirse que las éticas aplicadas constituyen una forma de saber y de actuar indeclinable, porque no ha
nacido a requerimiento de una sola instancia, sino a demanda de ciudadanos, políticos, expertos y éticos. Desde esa cuádruple exigencia, fueron
naciendo las éticas aplicadas pioneras (bioética, genÉtica, ética económica
y empresarial, ética del desarrollo), y también la ética de los medios, la
infoética, la ecoética, las diversas ramas de la ética profesional (ingeniería,
arquitectura, abogacía, psicología, docencia, etc.) y toda una amplia gama
de reflexiones éticas acerca de fenómenos centrales en la vida humana,
como el deporte o el consumo (Apel, 1988; Cortina, 2002).
Pero también por haber nacido por exigencia de la realidad social,
se han incorporado a ella de forma institucional sin retroceso posible:
sus esfuerzos están encarnados en instituciones, organizaciones e instru-
ADELA CORTI NA : ÉTICA C[ VICA TRANSNACIONAL: FUNDAM ENTA CIÓN y APLICACIÓN
mentos, tanto en los Estados nacionales como en las comunidades transnacionales y en el orden global; amén de tener una más que merecida
presencia en la opinión pública.
El núcleo de estas éticas, el de una ética cívica, constituye la base
ética común de las Comisiones Nacionales de Bioética, de los Comités
locales de Ética e Investigación Clínica, de los Comités Asistenciales de
los Hospitales , de las Comisiones Internacionales y Nacionales de Ética
de la Ciencia y de la Técnica. Es también la base común de los códigos
éticos y las auditorías éticas de las empresas, así como de los comités de
seguimiento de las mismas, de los códigos de las distintas profesiones y
de las comisiones de seguimiento correspondientes. Desde este tipo de
ética se elaboran los programas de las instituciones educativas públicas y
los mínimos éticos de los que no pueden prescindir las instituciones
educativas privadas.
_
y como no puede decirse que cada país descubra en solitario los
valores y principios que comparten los ciudadanos, y que, después de
haberlos descubierto, entre en diálogo con otros países , sino que el marco de la ética cívica de cada país es desde el comienzo transnacional, el
surgimiento y la evolución de la ética cívica, núcleo de las éticas aplicadas, va conformando paulatinamente un a ética cívica transnacional desde esas éticas cívicas que son ya transnacionales.
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