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Sus únicas ambiciones eran llegar a Capitán, ha
gia yacía hecho girones, vagaba entre sombras,
cer dinero y divertirse en grande. Como en todos
en medio del mar sin límites de su amargura.
redes hábilmente tendidas por sus artes y ahora
refugiado en un extremo de la plataforma, emo
cionado besaba a una linda muñequita porteña
de 18 abriles, de rubios cabellos y ojos profun
La estada en el puerto había sido como to
das. Unos días más en su sufrimiento, unos días
los puertos muchas chicas habrán raído en las
damente azules y nostálgicos.
¡Qué expresión
tan dulce tiene su mirada! ¡Con qué arrobamien
to la mira él! Una ardiente hoguera de amor fu
sionaba a ambos corazones jóvenes sedientos de
cariño.
El timonel Pedro, nacido en ese puerto era
el más feliz de todos rodeado por su viejecita
que le colmaba de bendiciones y de besos; jun
to a su querida madrecita después de tanto
tiempo de ausencia, ahora podía abrazarla y sen
tirla cerca, estrecharla entre sus brazos y llevar
a bordo sus lágrimas de amor como el más pre
ciado regalo.
Casi todos vivían dentro de este ambiente
de adioses, respirando nostalgias y evocación.
Casi todos, menos, el navegante Juan que vaga
ba cabisbajo, haciendo crujir las apoiilladas ta
blas del muelle en su andar lento y doloroso, tor
turado por una tristeza infinita, su cara pálida
revelaba un sufrir intenso, sus ojos de melan
cólicas pupilas flotando en la distancia, su alma
ati'avezada por agudas saetas de angustia, su vi
da, una nave a la deriva sin otro faro que la nos
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menos en su carrera hacia la muoi'te.
Sumido en esa obscuridad dejaba pasar los
minutos escrutando una luz, una esperanza, bus
cando ansiosamente un faro cjuc rasgue las ti
nieblas de su alma viviendo en un mundo de
. ^
abstracción sin importarle nada la realidad de
la vida. Pensaba como siempre en la crueldad
del destino y evocaba la imagen adorada de su
madre. Y cíerrepente de entre las tinieblas de
su mente surge una luz resplandeciente, amor
.
mental?
—No —Es huérfano— Perdió a su madre ha
ce ya más de un año. Eirtonces era joven alegre
y animoso, marino por tradición fafniliar, des
de pequeño surcó los. mares, querido y aprecia
do por todos, generoso, sincero amigo, amoroso
hasta el delirio por su madrecita en quien pen
saba con respeto y veneración a cada instante,
añoraba el momento de poder tenerla junto a él,
de poder acariciar su plateada cabecita entre sus
naanos; colmarla de mimos y de besos en su lím
pida frente. Ansiaba verla en el muelle agitan
do su pañuelo, precipitarse al portalón y correr
a refugiarse en sus amorosos brazos.
Un día después de largo peregrinar avistó a
su puerto, desde lejos escrutaba con binóculos
al muelle. A medida que el buque iba entrando
su emoción iba en aumento; sin embargo entre
tanta gente no encontraba a su pequeña vieje
par esa nostalgia v tristeza cjue lo consume, mi
nando sus energías v su voluntad poderosa. Ex
perimenta la sensación inelable de sus eaiicias
Y luego escucha la musicalidad de su voz cari
ñosa que le dice:
iniciando el Partido de Baskct en el Coliseo
capitalino en Mayo, 1955.
—Hijo mío por qué tanta nostalgia, por qué
permites'que el fantasma de la tristeza se enseño
ree en tu alma?, ¿por qué te encierras en ese
círculo reducido de tu dolor?, ¿dónde ha queda
Wc
la vida había perdido para él todos sus encan
tos, caminaba entre sombras e interrogaciones,
su corazón crucificado ñor el dolor y la nostal
'^FíiA' " i*«üg»g.gsff^t
••- •
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s íi .. .
Pasado ese pe
ríodo nos separamos de lo corpóreo por la muer
te pero no se terminan allí nuestias almas, ellas
m
pasan a un numdo distinto y desde allí miramos
todo aquello que pasa aquí en la tierra,
sufri
mos con la desgracia de nuestros seres queridos
y nos regocijamos con ellos en sus alegrías. Te
sientes solo, huérfano. ¡Nada más absurdo! Yo
Flamantes campeones.
estoy contigo; por doquiera que vayan te sigo y
ten bendigo y ruego a Dios por tu felicidad. ¡Ani
mo!. falta poco para que te hagas a una nueva
travesía, acuérdate que cuando el mar te arru
lle allí estaré junto a tí. Cuando escuches la mú
sica suave de la brisa piensa que son mis suspi
ros. En las noches cuando dirijas tu mirada a la
luz'rutilante de una estrella que te ilumina y te
señala el rumbo, piensa que soy yo en persona
que te miro. Cuando te sientas deprimido y tris
te acude a mis recuerdos, acuérdate do los con-
sejos que te di cuando eras niño, que te repetí
no se lanza a la oiensiva. iTuya e;i la \'ictoiia!
Desde entonces su vida se había apagado,
f
cer un período determinado en la tierra sujetos
a un cuerpo y a las necesidades inherentes a la
llevó consigo. Sus últimas palabras fueron:
sus ojos sin luz no veían más allá de su tristeza,
t <
Los seres humanos tenemos que permane
condición material del mismo.
En plena regata.
biblPll®-ÍilÍji
do tu fe, tu \*oluntad y mis consejos.^
cuando eras joven y te hago presente hoy ciue
—Juan, hijo de mi corazón, Dios te bendiga!
V- : b •M iLviq::
fa al principio pero que luego va precisándose a
medida qué se acerca. Distingue los rasgos do
alguien que el bien conoce, no.. . no puede sei,
es la imagen de su madre que despide rayos de
luz V lo mira sonriente, y lo incita a reir, a disi
cita; desembarcó, buscó por todas partes y na
die respondió a sus llamadas, voló a su casa y
encontróla moribunda, la abrazó fuertemente en
su delirio loco de arrebatarla de las garras de
la muerte que inexorablemente se la quitaba, pe-
i'o no pudo. Más poderoso fué el destino que la
-.. V.,
••¡.-....A
Itíríts?: bu. - ;
talgia .
La gente lo ve pasar e indiferente lo mira.
Alguien por curiosidad pregunta: ¿Un enfermo
:
i.:.-;
me necesitas.
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Eres hombre y tienes que serlo de verdad.
¡Lucha y vencerás! Nadie consigue la vic'.oria si
¡Adelante pues, hijo mío!
I,a sirena del buque anunciando la partida
vino a sacarlo de sus sueños, pero la reahdad lo
encontró radicalmente cambiado. Era otro hom
bre, con nuevas esperanzas, con una voluntad
inflexible de triunfar, y
no estaba solo.
m
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Nuestro equipo de Foot-Ball.
Salva un obstáculo y no
deja que desear.
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V
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