Échame a mí la culpa

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Sandoval: legitimidad incuestionable
“Échame a
mí la culpa”
ERNESTO ACERO C.
rednayarit.com
Tepic, Nayarit
1 de noviembre de 2011
Por: Ernesto Acero C.
Muchos la han interpretado. Desde Javier Solís, a Albert Hammond, pasando por Ricardo Montaner, Julio
Iglesias, Rocío Durcal, Flor Silvestre, Amalia Mendoza, Eugenia León, Tania Libertad, y muchos más.
Todos ellos la han expresado con su particular sentimiento. Su autor es José Ángel Espinoza
(Ferrusquilla). Se trata de la canción “Échame a mí la culpa”, escrita allá por 1957.
Pero no es solamente una canción. Sucede que también es una tesis política y una sugerencia en la
esfera de la praxis política. Es imperiosa verdad en la escena del empiroinstitucionalismo en el que las
realidades feudales y la ausencia de clase política lo reclaman.
Se cuenta que todos los presidentes de México la han usado. Esta se reduce a la sugerencia de
los tres sobres. Tres sobres que todo presidente debe dejar lacrados para ser abiertos en tres tiempos por
lo releve en el cargo.
El primer sobre debe ser abierto al inicio de la gestión de un presidente, y como todos los secretos
en México, su contenido es de todos conocido. El primer sobre dice: “Échame a mí la culpa”. El segundo
sobre debe ser abierto al mediar el ciclo sexenal de gobierno y dice: “Sigue echándome a mí la culpa”. El
tercer sobre debe ser abierto ya casi para concluir con el sexenio y casi teniendo encima al sucesor y dice:
“Prepara tus tres sobres”.
En realidad esto no aplica exactamente al caso de Nayarit y menos para el gobernador Roberto
Sandoval Castañeda. El Primer Mandatario no necesita de echarle la culpa a nadie, pues el veredicto
popular es implacable con su antecesor. El gobernador Roberto Sandoval no necesita echarle la culpa
a nadie de lo que ocurre en el estado porque las culpas ya han sido repartidas por el pueblo. En todo
caso, el gobernador Roberto Sandoval no hace sino recoger el sentir popular (“que hace la olla sino
recoger legumbres”, nos dice Catulo en uno de sus cármenes).
A pesar de esa mala imagen que se construyó el anterior gobernante del estado, el partido que
postuló Roberto Sandoval logró ganar las elecciones al lado de sus dos aliados, el PNA y el PVEM. De
hecho, Roberto Sandoval personifica nítidamente la fragilidad de la tesis que supone falsamente
que “un buen gobierno hace ganar al partido que gobierna, y un mal gobierno, hace perder al partido
que gobierna”. Roberto Sandoval ganó las elecciones a pesar de un mal gobierno; a pesar del saldo
cuestionado y cuestionable dejado por la anterior administración.
No hubo fallas, sino las que ahora salen a relucir contra el pueblo de Nayarit, y no hay
promesas incumplidas porque nada se prometió. No obstante, la llama de la soberbia sigue viva y
hay llanto porque no se supo hacer amigos en la subida, eso lo saben ahora que los ocupan en la
bajada.
Igualmente, queda claro tras todo lo que hemos presenciado, que el culto a la personalidad no
puede sustituir una eficaz comunicación política. La administración que recientemente acaba de
concluir, contrario a lo que le cantó al oído la runfla aduladora, resultó un severo fracaso en
materia de comunicación institucional. Salvo dos personajes, uno que se mantuvo desde el principio
hasta el final, y otra a la que se le cerró el paso al inicio, el pasado gobierno careció de operadores en la
materia. El resultado es dramático.
Seis años se la pasó la anterior administración, echándole la culpa a su antecesor. Se llegó a tal
grado que, contrario a los consejos de Sun Tzu, el autor de «El Arte de la Guerra», se disputaron terrenos
que no deben ser disputados. Naturalmente, el talante mesiánico fue la causa de tales desvaríos.
Para colmo, la centralización en la toma de decisiones finalmente centralizó las culpas, las
responsabilidades, en un solo ente. Los funcionarios de la anterior administración siempre culparon al
anterior mandatario de sus errores, de sus deficiencias como funcionarios, de sus excesos. En parte
tenían razón para proceder de esa manera, pues su comandante en jefe propició esa conducta. Pero en la
mayor parte, las culpas deberían ser cargadas a lomo de esos ex funcionarios que no supieron estas a la
altura de los reclamos de la sociedad. Al pasado gobernador no le ayudaron sus funcionarios a
realizar un buen gobierno: ni siquiera le ayudaron a bien morir ante la opinión pública. La vindicta
pública es tan lapidaria como abrumadora.
El gobernador no necesita echar culpas porque el pueblo ya las colocó en el lugar más adecuado,
en un mini-lomo. El pueblo, en todo caso, está a la espera de que tras las culpas haya consecuencias
en términos de responsabilidades. Si no las hay, luego entonces habrá que asumir culpas ajenas.
Las escenas que hemos visto en la esfera política nos convencen de que es la operación política la
clave para que el gobernador Roberto Sandoval logre asumir el mando sujeto a un talante
contemporizador y sobre todo, de orden democrático. En ese sentido, la presente administración tiene
ante sí el desafío de proceder recurriendo al orden jurídico que ordena el sistema democrático.
No solamente es un asunto de habilidad política lo que reclama el actual gobierno. Es una
necesidad imperiosa igualmente el proceder a sentar las bases de una comunicación institucional que
no siembre la simiente que llevó al ex gobernador a cosechar las malas yerbas que cultivó en un clima
de endiosamiento postizo y dudosamente astuto.
En la administración anterior no se hizo política. Se cayó en la frivolidad, en la molicie intelectual.
Hubo odio y oídos sordos contra toda expresión intelectual crítica. El gobierno pasado no hizo política,
sino que simple y sencillamente tomó decisiones. Decisiones que, dadas las condiciones y condicionantes
del régimen político, suelen llevar al ocultamiento de la basura bajo la alfombra y a ocultar esqueletos en
la alacena. Solamente que la peste sale a relucir luego de que se debe cambiar de alfombra, de esa mágica
alfombra en la que se camina en la engañosa esfera del poder.
Es indispensable avanzar en la definición de las coordenadas que deben regir la
comunicación política. Es necesario fortalecer los mecanismos de toma de decisiones que sepan
interpretar cabalmente, claramente, los criterios delineados ya por el gobernador Roberto Sandoval.
En lo personal, preferiría atenerme al aforismo bíblico, “dejad que los muertos entierren a sus muertos”.
LITORAL I
Mensaje a quien corresponda: una botella de tequila, sal y limón. Como fondo, un enlace a
http://www.youtube.com/watch?v=IXXs9pok64g o a http://www.youtube.com/watch?v=Jbkzp7jGgmA y
en otro caso, a http://www.youtube.com/watch?v=Cwdb8RaiItI.
LITORAL II
Otro documento cuyo contenido tampoco aparece en la página web del PO, es el correspondiente al
“ACUERDO QUE CREA EL ORGANISMO PUBLICO DESCENTRALIZADO DENOMINADO
CENTRO DE ATENCION Y DESARROLLO INFANTIL PAULO FREIRE”. Digo, para alimentar
el atinado ánimo investigativo de don Enrique Hernández Quintero. Esto dígase en la lógica del et al.
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