LA PRESENCIA DE LOS ILUSTRADORES EN LA OBRA DE WENCESLAO FERNÁNDEZ FLÓREZ Wenceslao era un escritor que se identificaba con los ilustradores de sus libros, y así podemos observar que los primeros títulos corresponden a libros que fueron penosamente editados, con mucho texto y poca imagen, es decir, totalmente planos y anodinos. Incluso las cubiertas no eran estudiadas estas primeras obras. El salto cualitativo se da con la publicación de Volvoreta: en este caso Wenceslao acude a su amigo Castelao y le encarga dos emblemáticas cubiertas, una con la imagen de la posible ría de la Coruña, y otra con una Volvoreta con unos colores modernos y un diseño totalmente evolucionado al puro estilo Miró que representa una mariposa propia de la Galicia rural, especie que frecuentemente se encuentra en verano en nuestros campos de maíz. Otros libros posteriores van ilustrados por Federico Rivas, por Arturo Souto, por Baldrich, Bartolozzi… y muchos otros hasta que llegamos al Bosque Animado, para cuyo diseño encarga al maestro lugués Castro Gil, quien le prepara esos árboles frondosos, enraizados y centenarios que parece que tienen vida propia. Pero tal vez la mejor representada o mejor identificada con el espíritu de la Fraga Animada sea la edición especial de Sáez de Tejada, (que ahora les presento y que es desconocida por ser una edición especial y muy corta). Curiosamente WFF fue elevado al mundo de la ilustración y de la moderna Banda Diseñada, por Mingote, quien realizó unos fantásticos diseños tipo cómic el libro de El Malvado Carabel que fue publicado en viñetas en la revista de humor La Codorniz. Otro libro que fue ilustrado con un afamado ilustrador fue El Toro, el torero y el gato, con el que Herreros hizo una síntesis de abstracción muy difícil y compleja de algo sin antecedentes, como el toreo de un gato. Un mundo, el del toro, en el que incluso Wenceslao se atrevió a hacer su incursión dibujando y pintando un torero. Son más de 200 caricaturas a las que tenemos acceso en la Fundación y entre las que se encuentran algunas hechas por el propio Wenceslao. Entre ellas se encuentran obras de Bagaría, de Máximo Ramos, de Siro, de Cebreiro, de Castelao, de Baltasar- ilustrador portugués- e incluso de ilustradores argentinos del mundo de la prensa. Ciertamente un escritor como Wenceslao, que fue llevado al mundo del cine, donde se realizaron más de 34 películas con guiones suyos y otras basadas en su obra, fue quizás el autor más llevado a la pantalla. Tal vez lo fuese porque su obra era una exacta descripción del espacio, del estado de ánimo de los personajes, de sus vivencias, de su vestimenta, de su carácter, de su personalidad, descripción hecha con tal definición que realmente nos introduce en el espacio que él, con su filtro personal, quiere representar, y nosotros podemos intuir, oler, imaginar y colorear. Acaso este efecto no es el mismo que aquel que el pintor o el ilustrador nos pretende enseñar con su obra y plasmar en sus acuarelas o en sus óleos. En definitiva, reivindico al escritor como un maestro del pincel utilizando con maestría el lenguaje escrito, con un dominio de la técnica a la perfección. Felicitamos a los artistas aquí presentes, y a los ausentes, por el hermoso trabajo realizado sobre la obra del Bosque Animado que hoy cuelga en esta sala de exposiciones, y que he visto comenzar en ese par de jornadas de inmersión en la Fraga de Cecebre, incluso con mal tiempo, con lluvia, con frío. Y alguno de ellos incluso sin ropa de abrigo, porque los artistas creativos son así. Digo que fue una gran experiencia, digna de ser repetida, ya que en la fundación permanecemos abiertos en todo momento a este tipo de colaboraciones. La plasticidad y la creación, en cada caso sujeta a la parte de la obra que le tocó en suerte, ha sido magnífica y en muchos casos superior a lo que hasta ahora había visto en la obra de Wenceslao. Por tanto en nombre de la Fundación, del escritor y en nombre propio transmito mis agradecimientos a la Asociación, a la Diputación y, como no, a la Alcaldía Antonio Montero Fundación WFF