“Perú es el país más conservador de América Latina” Lunes, 29 de julio de 2013 | 4:30 am razón. Roncagliolo dice que se quedó en gabinete mientras línea progresista se mantenía. Rafael Roncagliolo. Ex canciller del Perú. EL PAÍS. Rafael Roncagliolo (Lima, 1944) fue uno de los pocos ministros del gabinete inicial de Ollanta Humala con experiencia política y orígenes de izquierda. Dejó el cargo a mediados de mayo por una afección cardíaca y tras ser atacado públicamente por Nicolás Maduro por llamar al diálogo en Venezuela. Después de estar internado en cuidados intensivos en una clínica a comienzos de julio, recibe a EL PAÍS en su casa, animado, y al final de una sesión de terapia física. Con reservas, reconoce el momento complejo por el que atraviesa el Gobierno de Ollanta Humala al cumplir dos años. ¿Cómo de difícil ha sido para Perú actuar en dos bloques tan distintos como Unasur y la Alianza del Pacífico? La clave de la política peruana ha sido servir como punto de convergencia de las distintas posiciones, el hecho de pertenecer a la Alianza del Pacífico y mantener la presidencia de Unasur son complementarios. Participa en la primera para asegurar la presencia en la cuenca del Pacífico y en Unasur porque en el mundo del futuro, en las grandes ligas, sólo los bloques podrán tener lugar. Unasur significa un acuerdo de seguridad y defensa. En estos dos primeros años del Gobierno del presidente Humala hemos conseguido un buen equilibrio: ser miembros de la Alianza del Pacífico y un compromiso firme con Unasur. El presidente Humala no quiso recibir a Henrique Capriles cuando vino a Lima a pedir que se respetara un compromiso que hicieron los presidentes de Unasur en abril. Lo de Capriles me parece un tema secundario. Los países tenemos que sujetarnos a lo que digan los organismos electorales de cada país y Unasur hizo un llamado al diálogo y la tolerancia. Pero también hubo un compromiso de investigar la violencia y saludaron un anuncio de auditoría que luego no se concretó. Ahora bien: ¿hasta dónde puede llegar la comunidad internacional? Hasta donde los actores nacionales lo piden. ¿Lo piden o lo permiten? Lo piden. Lo piden. La comunidad internacional no puede imponerse. En este momento, por parte de Venezuela no hay interés en que haya un tipo de supervisión internacional. Tampoco creo que los presidentes deban dedicarse a intercambiar insultos y agravios en público como ocurrió en el pasado. No hay que dividir la región entre los países buenos y malos. No estamos en esta pelea de cowboys. Recibir a Capriles podría haber parecido que pertenecemos a un bloque al que no pertenecemos. El presidente Maduro lo atacó verbalmente pero no hubo una reacción pública del Gobierno para solidarizarse con usted. R. Repito que no estoy de acuerdo con esta política del pasado de que los presidentes entren en una escalada de declaraciones. Determinados exabruptos solo perjudican a quienes lo profieren y no requieren respuesta. Se especuló, como otro motivo de su salida, que no estuvo a favor del voto de Perú por México en la OMC. Esas ya son interioridades de la política del régimen sobre las cuales no me parece prudente ni leal entrar en infidencias. Puede haber diferencias sobre algunas cosas, pero apliqué la política del presidente, que es quien fija la política internacional. ¿Aceptó ser canciller por alguna promesa puntual del presidente? Sí. Iba a hacer un Gobierno de concertación. Yo vengo del Acuerdo Nacional y también creo en la concertación latinoamericana. El segundo punto fue el mensaje del presidente Humala de crecimiento con inclusión. Pero la pluralidad que hubo al inicio del Gobierno se perdió. Prescindieron de ministros más progresistas y algunos hoy son opositores. Yo entré a un gabinete en el que tenía grandes amigos, como Salomón Lerner, pero permanecí mientras pensé que esta línea de política exterior se mantenía, se mantuviera, se ha mantenido, y no me gustaría opinar sobre los otros cambios. Mantengo un gran respeto por el presidente. ¿Entonces esas salidas no le parecen un cambio en el aspecto de concertación? Todos los fenómenos políticos son complejos y en esas salidas hubo muchos aspectos. Uno es que había muchas contradicciones entre los ministros. El segundo gabinete fue un poco menos dialogante y el actual me parece que está recuperando la perspectiva de diálogo. Hubo cosas en ese primer cambio de gabinete que lo hacían necesario, aunque no me gustaron, pero eso no significaba que me tuviera que ir. A este tercer gabinete se le critica por su poca visibilidad y resultados y ello ha coincidido con evidencias de la capacidad de decisión de la primera dama. No voy a entrar a juzgar a mis antiguos colegas de gabinete ni a la primera dama. Hay una cosa que quisiera agregar de mi sector: tenemos pendiente de aprobación en el Congreso el proyecto de Boliviamar. También está pendiente el llamado ‘incidente de la mortadela’ con Ecuador, porque la vocación de integración no es solo con Chile. No se han vuelto a nombrar a los embajadores de Perú y Ecuador en Quito y Lima, respectivamente. También ha habido denuncias por la falta de transparencia en aspectos de seguridad y defensa. El Gobierno ha tratado de mantener la mayor transparencia en esos aspectos, salvo en lo que se refiere a la lucha antiterrorista, donde es necesario un cierto nivel de opacidad por razones obvias. Hace semanas que hay protestas contra el Gobierno. Empezaron los empleados públicos, a quienes no se consultó sobre una nueva ley que los afecta, y los universitarios, por otra ley. ¿El pragmatismo lleva al presidente a avanzar sin consultar? Todo Gobierno tiene un dilema inevitable. La necesidad de consultar contra la necesidad de avanzar. Hoy hay una mesa de diálogo con el gremio principal y el diálogo con los sindicatos es tan importante como con los empresarios. La Ley Servir es una reforma muy importante porque por primera vez no apela a los despidos masivos. Ambas leyes podían someterse a una mayor consulta, pero la estructura del Estado peruano es una en que los poderes formales son muy débiles frente a los poderes fácticos. El Congreso en particular tiene un nivel de crítica y desprestigio por el que la gente no se siente representada, lo cual es una anomalía. Pero la ley de consulta previa a los pueblos indígenas me parece una de las cosas más importantes del Gobierno y espero que la lista de los pueblos se pueda resolver para que se aplique. El presidente dijo que los pueblos indígenas eran unos pocos aislados en la selva. Las organizaciones han dicho que se sienten traicionadas puesto que consideran que hay otros pueblos indígenas que merecen ser consultados. Me parece un punto polémico importante. La discusión es compleja porque tiene que ver con la definición de lo indígena. Es una discusión en la que hay que avanzar. Las democracias cumplen en América Latina 35 años y parecen no cuajar. Cada vez hay más protestas. Cada vez hay más democracia. Norberto Bobbio decía que la autocracia es estática, siempre es igual a sí misma y la democracia es dinámica. Hoy, la inmensa mayoría de países tienen gobiernos elegidos. Lo que tenemos ahora son peticiones de democracia con más calidad, acceso a servicios, como los reclamos en Brasil y Chile. En Bolivia, la incorporación de los indígenas a las instancias de Gobierno es una gran gesta democrática. En Perú, pese a la salud de la macroeconomía, el tejido social y político es frágil y tiene un sistema político poco calificado, no institucionalizado. Le voy a decir una cosa bien dura. El Perú es el país más conservador de América Latina. Hay un sentido común producto de la historia, de los medios de comunicación, de la clase política que tiene como referencia la cultura política del siglo XIX y no la del siglo XXI. Se discuten cosas que en otros países no se discuten. En el Perú, hablar de empresas estatales les parece una cosa diabólica. La forma como se ataca políticamente, la forma como se organizan los partidos, hace que sea el más conservador políticamente. Fuimos el último país en acceder a la independencia. Muchos otros países están ahora en la modernidad y nosotros seguimos atados a una mentalidad anacrónica ¿En qué otros rubros? R. Reconocimiento de derechos de minorías, derechos sexuales. Somos un país muy atrasado. Y comparados con Ecuador y Bolivia, lo indígena no existe. Sí: ellos son países mucho más modernos que Perú.