UNIDAD 9. LA II REPÚBLICA.

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UNIDAD 9. LA II REPÚBLICA.
1. GOBIERNO PROVISIONAL Y PROGRAMA INICIAL.
Gobierno provisional.
Tras las elecciones municipales del 12 de abril, que se consideraron una victoria
republicana y la marcha de Alfonso XIII, se proclama la República el 14 de abril de
1931. Apenas proclamada, se instituyó un gobierno provisional formado por una
coalición de los hombres más destacados que habían contribuido al cambio de
régimen: los elementos más conservadores eran Alcalá-Zamora
-nombrado
presidente- y Miguel Maura. Entre los republicanos "típicos" destacaba Azaña. El
partido radical, convertido en un partido de centro, estaba representado por Lerroux y
Martínez Barrio, Alvaro de Albornoz y Marcelino Domingo, a su vez, representaban a
los radicalsocialistas. Y en cuanto a los socialistas, Indalecio .Prieto (de la línea
socialdemócrata) y Largo Caballero ( del ala radical).
Además hay que señalar que el hombre con más ideas e iniciativas era Azaña,
que contribuiría decisivamente a la configuración del nuevo régimen y que la
tremenda diversidad de temperamentos e ideologías hacía muy difícil un mínimo de
consenso en el seno del gobierno.
Programa inicial.
El Estatuto Provisional. El nuevo gobierno emprendió la realización del
programa previsto en el "Pacto de San Sebastián". El 15 de Abril fue publicado un
"Estatuto Provisional" que declaraba los objetivos inmediatos que se pretendían
lograr: implantación de una auténtica democracia, el reconocimiento de las entidades
regionales, revisión del régimen de propiedad agraria, libertad de cultos y creencias.
Las Cortes Constituyentes y primeros decretos. En Junio de 1931 se celebraron
elecciones. Su resultado: los socialistas obtuvieron 113 escaños, los radicales 87, los
radical-socialistas 61 y algunos menos los republicanos intelectuales. La derecha no
pasó de 60.
Las Cortes se reunieron el 14 de julio. Su tarea fundamental: elaborar una
nueva constitución. Previamente, sin embargo, procedieron a la aprobación de unos
decretos dados por el gobierno Provisional en los primeros meses de la República:
a) Decretos sobre el trabajo agrario (obra de Largo Caballero). Creación de
"Jurados mixtos del trabajo rural", jornada de 8 horas; se prohibe desahuciar a
los pequeños arrendatarios y se obliga a los propietarios a cultivar todas sus
tierras.
b) Decretos de Azaña. Crearon malestar en el ejército. Se exige el juramento de
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fidelidad a las instituciones republicanas, se deroga la Ley de Jurisdicciones, se
suprimen las capitanías generales del "Consejo Supremo de Guerra y Marina" y
de la Academia General Militar, se disminuyen los escalafones de algunos
generales como Franco, Fanjul, etc.
c) Decretos de Instrucción pública (obra de Marcelino Domingo). Creación de
6.500 escuelas y aumento, por tanto, del número de maestros. Se crea el
"Patronato de Misiones Pedagógicas" para las zonas rurales.
2. LA CONSTITUCIÓN DE 1931
Proclamada la II República, el nuevo régimen buscó en la elaboración de una
constitución el primer paso para consolidarse. Las Cortes Constituyentes, con Julián
Besteiro como presidente, designaron una comisión que, presidida por Jiménez de
Asúa, elaboró el proyecto de Constitución que, después de tres meses de discusión,
terminaría aprobándose el 9-12-1931.
La cuestión religiosa.
Fue ésta la cuestión más discutida. La Constitución terminó contemplando la
libertad de conciencia, la no confesionalidad del Estado y la disolución de la Compañía
de Jesús. Se negaba, además, a la Iglesia cualquier beneficio del Estado.
La estructura territorial del Estado.
La Constitución establece en su artículo 8 que España está integrada por
municipios y regiones con derecho a la autonomía. Se intentaba así solucionar el
problema regional.
Otras notas características de la Constitución de 1931.
- Recoge y amplia los derechos ciudadanos, para los que se creaba un sistema
de garantías con el "Tribunal de Garantías Constitucionales".
- Inscribe las instituciones en un equilibrado régimen parlamentario, con total
independencia del poder judicial. En el plano institucional, a su vez, el poder
principal recayó en el Parlamento, que ahora era unicameral y estaba
caracterizado por amplias competencias legislativas y un gran control sobre el
Ejecutivo.
- Por último, en lo que se refiere a la propiedad privada de los medios de
producción, quedaba subordinada a los intereses de la economía nacional y a la
posibilidad de nacionalización.
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Influencia de otras constituciones.
La Constitución pretendía ser reflejo de los avances jurídicos y políticos habidos
tras la I Guerra Mundial. Por ello se dejo influir por las Constituciones de Austria,
México y la Constitución de Weimar alemana.
3. GOBIERNO DE AZAÑA (diciembre de 1931- septiembre de 1933)
Gobierno de coalición de republicanos de izquierda y socialistas.
El 10 de diciembre Alcalá Zamora fue elegido de nuevo presidente de la
República. Dos días después Azaña formó su gobierno de coalición de republicanos de
izquierda y socialistas.
La doble estrategia de la derecha.
La derecha no aceptaba la Constitución y, apoyada por la Iglesia, postuló su
revisión. Desde el primer momento actuó con dos estrategias: una era la conspiración,
que desembocó en la conspiración de Sanjurjo el 10 de agosto de 1932. La otra era la
penetración pacífica en el sistema, que logró su máxima expresión en la CEDA.
Estatuto de Cataluña y Reforma Agraria.
Los diputados de la derecha obstaculizaron sistemáticamente los debates sobre
el Estatuto Catalán y la Reforma Agraria, que a pesar de todo, fueron aprobados en
septiembre de 1932.
En Cataluña, las elecciones autonómicas de noviembre confirmaron la
hegemonía de la Esquerra y la presidencia de Maciá. En cambio, la Reforma Agraria era
asunto más complejo. Para evitar que la lógica impaciencia de los campesinos
acarrease conflictos de orden público, el Gobierno publicó el "Decreto de
Intensificación de Cultivos" que permitió el acceso i9nmediato a tierras laborables sin
explotar a campesinos que carecían de ellas, para cultivarlas en su ciclo bienal. Más de
32000 yunteros fueron asentados antes de la primavera de 1933; no obstante, la
resistencia de los propietarios, y la roturación por vía extralegal, fueron causa de
numerosos conflictos.
La tensión social. Los sucesos de Casas Viejas.
La tensión social se agudizó desde el primer momento, y no sólo por las huelgas
violentas de anarquistas y comunistas, sino por el permanente conflicto entre
trabajadores de la tierra y patrones agrarios que no podían mantener sus beneficios.
En 1933 aumentó la conflictividad. En Enero los anarquistas protagonizaron una
sublevación armada en Casa Viejas (Cádiz) que no hubiera tenido particular
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trascendencia de no ser por la cruel represión del capitán Rojas, que motivó una
campaña de protestas.
La "Ley de Congregaciones Religiosas".
Azaña promulgó poco después esta ley, privando a las congregaciones
religiosas del derecho a la enseñanza. La ley motivó la airada protesta del Vaticano y
de la jerarquía española.
Crisis política y caída de Azaña.
El gobierno de Azaña se fue desgastando por estos y otros motivos,
provocando finalmente su caída y dando paso a los brevísimos gobiernos de Lerroux y
Martínez Barrios, tras lo cual fueron disueltas las Cortes y se convocaron elecciones
generales.
Elecciones generales.
Celebradas con normalidad a finales de 1933, la nueva Cámara que de ellas
resultó significaba un verdadero vuelco en la situación parlamentaria y política del
país: aun sin haber una amplia mayoría de un solo partido, la CEDA pasaba ser la
minoría mayoritaria, seguida por el centrista partido radical.
4. BIENIO RADICAL-CEDISTA (BIENIO DE DERECHAS).
El primer gobierno Lerroux (nov. 1933- abril 1934). Una política hacia la
derecha. Inestabilidad social.
En noviembre de 1933, Lerroux formará gobierno con apoyo parlamentario de
la CEDA. El gobierno era de centro pero dependía de la derecha, que estuvo
presionando para conseguir la rectificación (o al menos la no aplicación de lo legislado
entre 1931 y 1933).
El año 1934 empezó de manera incierta. En el campo, los propietarios se
consideraron de nuevo dueños y señores; mientras que en las ciudades menudearon
las huelgas.
Gobierno de Ricardo Samper (abril 1934-octubre 1934).
El radical Samper formó gobierno en abril. Los problemas con que tuvo que
enfrentarse fueron:
- Huelga general de los trabajadores de la tierra organizada por la "Federación
de los Trabajadores de la Tierra" de UGT para junio. Duró dos semanas y
terminó con una dura represión.
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- Las tensiones entre el gobierno central y el catalán. Con Companys
presidiendo el gobierno autonómico, el parlamento catalán votó una "Ley de
Contratos de Cultivo" que sería recurrida por el gobierno central ante el
Tribunal de Garantís Constitucionales, que, constituido por una mayoría de
derecha, terminaría declarando inconstitucional el decreto. Los catalanes no
admitieron esta decisión.
- El problema vasco. En el País Vasco se enardecieron los ánimos por:
* un decreto del Ministro de Hacienda, que se consideró que atentaba
contra los "conciertos económicos" de las diputaciones con el Estado;
* el continuo bloqueo del Estatuto Vasco.
El segundo gobierno Lerroux (octubre 34-mayo 35)
En octubre de 1934 Alcalá Zamora encargó a Lerroux la formación de un
gobierno que integrase a tres ministros de la CEDA, la agrupación más a la derecha del
gobierno. Para muchos significaba una agresión contra la República del 14 de abril.
Los problemas sociales: la revolución de Asturias. Para el día 5 de octubre de
1934 se convocaba una huelga general que aunque se da en todas las grandes
ciudades, adquirió especial virulencia en Asturias, que quedaría totalmente paralizada.
Desde la madrugada los mineros asaltaban los carteles de la Guardia Civil. Los
revolucionarios serían virtualmente dueños de Oviedo tres días después. Para
entonces el Gobierno ya había encomendado al Tercio de la Legión la lucha contra la
revolución. El 18 de octubre se rinde el "Comité Provisional Revolucionario de
Asturias". Comenzó entonces una represión de amplitud y ferocidad desconocidas.
La revolución en Cataluña. Allí los extremistas presionaron a Companys, que
acabó proclamando el "Estado Catalán dentro de la República Federal Española". La
reacción del gobierno fue inmediata, suspendiendo el Estatuto y deteniendo a todos
los miembros del gobierno de la Generalitat.
El tercer gabinete Lerroux (mayo 35-octubre 35). La corrupción políticaadministrativa.
Ante la exigencia de Gil Robles de formar un gobierno de la CEDA, Alcalá
Zamora, con su característico temor a un gabinete de derechas, acabó un gobierno de
coalición, presidido otra vez por Lerroux, pero con cinco cedistas en su seno - entre
ellos el propio Gil Robles como ministro de la Guerra -.
Así las cosas, mientras en las Cortes continuaba la oposición al proyecto de
reforma agraria, no faltaron, entretanto, escándalos, producto de la corrupción de
algunos radicales. Primero fue el asunto del " straperlo ", que no pasó de anécdota ,
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pero que levantó enorme polvareda. Lerroux dimitió y fue sustituido por el también
radical Chapaprieta. Fue entonces cuando un funcionario, Nombela, denunció la
entrega de unas subvenciones que no se habían pasado por el Consejo de Ministros, y
se armó otro escándalo que acabó con el poco prestigio que restaba al partido radical.
El gobierno Portela Valladares.
Alcalá Zamora encargó formar gobierno al centrista Portela Valladares, que
pronto se quedó sin el apoyo de las Cortes, que hubieron de ser disueltas,
convocándose nuevas elecciones para el 16 de febrero de 1936.
La reorganización de la izquierda: hacia el Frente Popular. En el origen y
formación del Frente Popular desempeñaron un papel de primer orden los factores
emotivos de rechazo de la represión de la revolución de octubre. Uno de los puntos en
que cristalizó ese estado de ánimo fue la popularidad adquirida por Manuel Azaña.
Pero lo más importante fue el clima de exaltación hacia la unidad de la izquierda, sin
distingos partidistas. El 15 de febrero de 1936 se firmó el pacto del Frente Popular. Lo
suscriben PSOE, PCE, Izquierda Republicana, Unión Republicana, UGT, POUM, Partido
Sindicalista y Partido Republicano Federal.
5. LAS ELECCIONES DE FEBRERO Y EL TRIUNFO DEL FRENTE POPULAR.
Los dos frentes electorales.
Rápidamente se constituyeron los dos frentes electorales básicos:
- la derecha, bajo el lema "Contra la revolución y sus complicaciones" presentó
un bloque que iba desde la CEDA hasta "Renovación Española" y el tradicionalismo, es
decir, desde los posibilistas hasta los monárquicos y contrarrevolucionarios a ultranza.
La Falange quedó aislada.
- la izquierda, a su vez, presentaba una candidatura llamada "Frente Popular",
que era más una coalición electoral que otra cosa, pero que fue acogida
entusiásticamente. Tras vencer algunas dificultades se llegó a un acuerdo sobre un
programa muy moderado, cuyos puntos principales eran la amnistía y la reintegración
de los represaliados, así como la vigencia y aplicación de las leyes republicanas
suspendidas o derogadas en el segundo bienio.
Resultados electorales.
El 16 de febrero 9'8 millones de electores (el 72% del censo electoral de
españoles de ambos sexos mayores de 23 años) acudieron a las urnas para elegir 473
diputados entre 977 candidatos. La izquierda obtuvo unos 141.000 votos más que la
derecha. La ley Electoral (igual que en 1931 y 1933) otorgaba una prima importante a
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la mayoría, de ahí que el Parlamento elegido fuese radicalmente de izquierda con 280
diputados frente a los 136 de la derecha.
Fin del gobierno de Portela Valladares.
En las 24 horas que siguieron a las elecciones se ejercieron presiones por la
derecha sobre Portela Valladares para que no reconociese el resultado electoral y
declarase el estado de guerra. Portela abandonó en cuanto pudo las riendas del poder.
Gobierno de Azaña (febrero-mayo 1936).
Así las cosas, Alcalá Zamora no tuvo otra solución que llamar a Azaña. Era el 18
de febrero y Azaña formó un gobierno sólo con republicanos de izquierda.
Las primeras medidas de gobierno. En esos dos días, sin romper las formas
legales y utilizando la Diputación Permanente de las Cortes, concede la amnistía y
reintegración de los represaliados, además de liberar al Gobierno de la Generalitat de
Cataluña. Las Cortes, a su vez, deciden restablecer en su vigor la "ley de Bases de la
Reforma Agraria" de 1932. En la primavera de aquel año, lo legislado se aplicaba sin
titubeos.
Los conflictos de orden público: la escalada de la violencia. Se abría, sin
embargo, una etapa difícil. Desde las semanas iniciales de marzo la tensión fue
creciendo en la España urbana y la España rural. En Madrid un grupo de falangistas
disparó sobre el diputado socialista Luis Jiménez de Asúa, a consecuencia de la
agresión murió un policía de la escolta. El Gobierno reaccionó clausurando los locales
de la Falange, ilegalizándola y deteniendo a J.A. Primo de Rivera. Las agresiones
continuaron por una y otra parte.
Nombramiento de Azaña como presidente de la República.
En abril, los frentepopulistas decidieron destituir a Alcalá Zamora. Era el primer
paso para abrir el camino de Manuel Azaña a la presidencia de la República. El 10 de
mayo se eligió por gran mayoría a Manuel Azaña como presidente de la República.
Gabinete Casares Quiroga.
Azaña terminó llamando para formar gobierno a un hombre de su confianza:
Santiago Casares Quiroga. Entre los logros del gobierno podemos destacar la
aceleración de la reforma agraria y un nuevo impulso a la creación de escuelas. Entre
los problemas políticos que tuvo que enfrentarse, mencionar el distanciamiento entre
las organizaciones del Frente popular.
Se acelera el engranaje de la violencia. Desde primeros de junio no pasó un día
sin que la situación se agravase. Se multiplicaban las huelgas y los incidentes. Pero si
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seguían las huelgas, también seguía la conspiración y Mola, con el nombre de
"Director", recababa apoyos y urdía hábilmente la trama.
Julio había acomenzado con una sesión de Cortes en la que Ruiz Funes presentó
el "proyecto de ley de rescate y readquisición de bienes comunales y de propios de los
pueblos" que suponía la reversión a los municipios de inmensas extensiones de tierras
que habían entrado en el dominio privado durante el siglo XIX. La aplicación de este
proyecto, aunque se preveía paulatina, sumada a la reforma agraria, suponía a plazo
medio una transformación, no por legal menos revolucionaria, de las relaciones de
producción en buena parte del campo. Era demasiado para el antiguo bloque
dominante de la sociedad.
En la noche del 12 de julio, el teniente de asalto José del Castillo era asesinado
por un comando de la Falange. La réplica fue inmediata: asesinato de Calvo Sotelo el
14 del mismo mes.
En Melilla, la tarde del 17 de julio, el coronel Solans y oficiales de la Legión
detienen al general Romerales y se apoderan de la ciudad.
6. EL FRACASO DE LA REPÚBLICA.
Ya a mediados de 1936 había una conciencia general de que la República había
fracasado. No sólo fue destruida por el alzamiento de julio, las "dos Españas" - o las
"tres" como Madariaga señalaba, con una España de en medio incapaz de moderar a
las otras dos- se oponían cada vez con más virulencia. Entre las razones de este fracaso
están las siguientes:
- El escaso número de verdaderos republicanos, en contraste con el de quienes
sólo querían valerse de ella, para instaurar otro régimen.
- La democracia en "carne viva", más auténtica que nunca pero sin el arraigo de
instituciones capaces de consolidarla constructivamente.
- La supermovilización política, en parte de origen regeneracionista, y por
supuesto entusiasta, quizá no muy preparado para encauzar pacíficamente
esos ímpetus.
- Lo opuesto y en algunos casos incompatible de los programas, en un
momento de ruptura de cauces y convenciones, agravado, además, por la crisis
económica. Una actitud "de pacto entre caballeros" como la de la Restauración
era impensable en aquel momento.
- Las mínimas y con frecuencia discutidas victorias electorales, que
denunciaban la igualdad de fuerzas, pero que por las razones antes expuestas
no podían desembocar en un equilibrio de poder, sino, por el contrario, en el
usufructo del mismo frente a una oposición implacable.
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- La creciente movilización de la derecha, incluyendo a gentes pacatas de toda
la vida, ante el desorden, la violencia y la política antireligiosa.
- La creciente movilización de la izquierda social, fruto de una expectativa
frustrada de gozosas redenciones y, una crisis económica que la República no
había remediado, sino, involuntariamente, contribuido a agravar.
Desde luego, estas conclusiones no son definitivas, y muchos autores se
dedican y han dedicado a estudiar los mecanismos que ayudaron al fin de la República.
La tradicional de tesis de las dos Españas que se enfrentan de una manera inexorable
es quizás demasiado simple, pero representa gráficamente la lucha, no de dos bandos
ideológicos (lo que es discutible) sino de dos cosmovisiones, de dos formas de
entender la vida, que desde el siglo XIX, y quizás desde antes (¿la Ilustración?).
El hecho es que la época final del Frente Popular no hizo sino agravar la división
de las conciencias y las actitudes de abierto enfrentamiento. La tímida recuperación
económica del año 1935 se vino abajo ante las huelgas, las luchas callejeras y la
incapacidad del gobierno de dominar la situación. El uso de las armas se generalizó. Las
milicias obreras disponían de una disciplina en algunos casos casi militar. La derecha ,
aunque movilizada en la calle en menor número, había aprendido también, sobre todo
entre los jóvenes, "la dialéctica de los puños y las pistolas" de que hablaba José
Antonio Primo de Rivera. Los tiroteos por las calles se hicieron frecuentes, así como las
bombas en los centros religiosos o en los círculos de gentes de derechas. Era peligroso
asistir a un entierro católico sin armas, porque los disparos de los espectadores podían
comenzar en cualquier momento. Con todo ello, y en expresiva afirmación de TUSELL,
" el país no iba con la anarquía a ninguna parte, ni siquiera a la revolución".
El asesinato de Calvo Sotelo, el 13 de julio, fue al parecer, no la gota que colma
el vaso, sino más bien el detonante. Las dos Españas, cordialmente enfrentadas, no
necesitaban más para lanzarse una contra otra.
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ANEXO. LAS FUERZAS POLÍTICAS EN LA II REPÚBLICA.
Uno de los hechos que más destacan en la historia de la Segunda República
española es la enorme variedad de fuerzas que actúan en la vida pública
simultáneamente. El hecho deriva de la entrada en escena de una serie de elementos
de la "España vital" que hasta el momento habían permanecido más o menos al
margen; es decir, de ese proceso de movilización que se produjo en España. De nuevo,
usando la frase de Fernando VII, se habló de "una botella de champañe" que se había
descorchado. Pero también el hecho se debe a la falta de una idea conductora, de un
líder indiscutible, de un partido republicano por antonomasia que disfrutase de la
aquiescencia general. Pero posiblemente la principal causa del desbarajuste estuvo en
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que muchas de aquellas fuerzas en presencia consideraban la República como un
medio más que como un fin.
Las fuerzas políticas
El súbito advenimiento republicano significó una muy rápida y a veces
improvisada organización de nuevos partidos. No sólo los viejos históricos, sino ni tan
siquiera los reformistas consiguieron sobrevivir al golpe. Sólo dos antiguos partidos se
mantuvieron durante la Segunda República, el Radical y el PSOE.
En pocas semanas quedó dibujado un amplio espectro político. En el flanco
conservador cabe alinear al partido agrario, formando precipitadamente y sin apenas
otras ideas que la de oponerse a las reformas. El nombre le viene precisamente de la
cantidad de terratenientes que lo integraron. Nada tiene de particular que fueran
precisamente los "agrarios" quienes se opusieran con más fuerza a la reforma agraria.
Acción Popular, integrada por elementos salidos muchas veces del maurismo, es un
grupo más moderno, aunque de dudosa fidelidad republicana, algunos de cuyos
miembros fueron acusados con razón o sin ella, de "fascistas". Ya dentro del régimen
están los "progresistas" - llamados también Derecha Republicana_- de Alcalá Zamora
y Miguel Maura, que aspiran a integrar a los elementos conservadores, a los
partidarios del orden, a los católicos, en un gran partido implantado en el régimen,
capaz de contrapesar a la izquierda.
En 1932, la derecha española va a reunirse en torno a la CEDA (Confederación
Española de Derechas Autónomas), fundada por José María Gil Robles, activo
catedrático de Salamanca, que ya militaba en las filas de Acción Popular, que permitiría
aglutinar una serie de "derechas" distintas y hasta entonces separadas. Más que un
programa concreto, defendía unos cuantos valores sustanciales como la religión, el
amor a la patria y el respeto a las leyes. La amalgama variopinta de la CEDA podía
comprometer su futuro, pero le permitió tener una ancha base, y sobre todo, poder
acudir a las urnas en bloque, cuando la ley electoral primaba especialmente las
coaliciones.
Casi al mismo tiempo se formó Renovación Española, dirigida en un principio
por Goicoechea y en la que pronto militaría Calvo Sotelo y otros regeneracionistas
católicos y monárquicos que deseaban no una Restauración monárquica, sino una
"instauración", una monarquía de nuevo cuño, sin los defectos de la antigua, y muchos
de sus miembros se mostraban partidarios de un régimen de autoridad.
El salto hacia una ideología antiliberal y antidemocrática fue dado primero por
las JONS de Ramiro Ledesma, que predicaba una reforma social bajo un régimen sin
partidos, y en 1933, por la Falange Española, fundada por José Antonio Primo de
Rivera, que mostraba afinidad con los movimientos totalitarios que por entonces se
despertaban en Europa, aunque con ciertas peculiaridades muy españolas, como el
respeto a la religión y a la tradición. Su idea central era la superación simultánea del
liberalismo y del socialismo: frente al primero, lucha de partidos, y al segundo lucha de
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clases, pretendía proclamar la "unidad entrañable de todos al servicio de una misión
común, de un supremo destino común, que asigna a cada cual su tarea, sus derechos y
sus sacrificios".
Al mismo tiempo, las fuerzas del carlismo, hasta entonces en estado latente,
levantaba cabeza en actitud militante, y bajo la dirección del conde Rodezno o de Fal
Conde se preparaban para la lucha que habría de venir.
Los radicales que dirige Lerroux se han convertido, lo mismo que su jefe, en un
partido de centro, que aspira a atraerse a unos y a otros: tanto con la fama de su
pasado revolucionario como en el temple moderado del presente, y que espera
actuar de eje y de árbitro entre las dos tendencias encontradas.
Después vienen los partidos propiamente republicanos, paradójicamente los
más débiles del espectro político, formados por minorías intelectuales. Allí están
Alianza Republicana, que dirige Manuel Azaña (más tarde Izquierda Republicana), una
de las revelaciones del régimen, y la Agrupación al Servicio de la República, en que
militan catedráticos, escritores y periodistas, herederos del espíritu de la Institución
Libre de Enseñanza y de la misma generación del 98, cuyo programa puede resumirse
en: europeización, cultura y anticlericalismo. Su hombre más conspicuo, aunque se
retiraría pronto de la política activa sería Ortega y Gasset.
Luego vienen los radical-socialistas, con Alvaro de Albornoz y Marcelino
Domingo, preocupados por la reforma social desde arriba, no siempre bien avenidos
con los socialistas del PSOE.
El PSOE va a ser una de las fuerzas parlamentarias y políticas más poderosas del
quinquenio, pero en su interior van a coexistir diferentes posturas. Indalecio Prieto,
vasco-asturiano de fuerte personalidad e ideas despejadas, señala ahora la línea
socialdemócrata, o por lo menos colaboracionista con los grupos burgueses; por el
contrario, Franciso Largo Caballero, madrileño de carácter entero e indoblegable,
hereda el espíritu de Pablo Iglesias, y aspira, tarde o temprano a la revolución. En un
plano distinto se encuentra la tercera figura del partido, Julián Besteiro, un intelectual
que compatibiliza ideas bastantes radicales y maneras suaves.
La extrema izquierda del arco político se encuentra ocupada por los
comunistas, que forman un grupo pequeño, pero disciplinado y muy atado a las
consignas de Moscú, y cuyo protagonismo sería creciente en los años de la República (
y en zona republicana durante la guerra civil).
En Cataluña tiene una fuerte implantación el POUM (Partido Obrero de
Unificación Marxista) de tipo troskista, en continua pugna con los estalinistas del PCE.
No es posible incluir entre las fuerzas políticas a los anarquistas, que no son un partido,
ni siquiera, según ellos, son "políticos". Con todo, su influencia en la caída de la
Monarquía, aunque ellos lo negaron, es evidente. Luego, como agitadores de masas,
su papel sería muy importante.
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Al margen de los partidos nacionales, pero formando parte también del
concierto o desconcierto político, tenemos a los partidos regionalistas o nacionalistas.
En Cataluña, la histórica Lliga Regionalista, después de la desaparición de Cambó, cede
posiciones ante la más fuerte y radical Esquerra Republicana, con Maciá y Companys.
El PNV adquiere ahora una renovada fuerza, bajo el liderazgo del joven y hábil José
Antonio Aguirre, y el galleguismo se asoma a la política general con Casares Quiroga. El
andalucismo empezaba a moverse en Andalucía con Blas Infante.
Después de la enumeración de este complicado mosaico - que no refleja
siquiera lo que fue la realidad- se obtienen algunas conclusiones:
- que las fuerzas políticas y sociales del país estaban tan divididas, que iba a ser
imposible gobernar con un programa definido;
- que los partidos auténticamente republicanos estaban en minoría,y para
mantenerse en el poder tendrían que apoyarse en fuerzas extrañas, lo que
equivalía a tirar por la borda, en parte o en todo, su proyecto político.
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