1. LAS MOSCAS Vosotras las familiares inevitables golosas, vosotras, moscas vulgares, me evocáis todas las cosas. su cuerpo dejará, no su cuidado; serán ceniza mas tendrán sentido; polvo serán, mas polvo enamorado. Francisco de Quevedo. 3. MIENTRAS POR COMPETIR CON TU CABELLO ¡Oh viejas moscas voraces como abejas en abril, viejas moscas pertinaces sobre mi calva infantil! Mientras por competir con tu cabello oro bruñido, el sol relumbra en vano; mientras con menosprecio en medio el llano mira tu blanca frente el lilio bello; Moscas de todas las horas de infancia y adolescencia, de mi juventud dorada; de esta segunda inocencia, que da no creer en nada, en nada. mientras a cada labio, por cogello, siguen más ojos que al clavel temprano, y mientras triunfa con desdén lozano del luciente cristal tu gentil cuello; ¡Moscas del primer hastío en el salón familiar, las claras tardes de estío en que yo empecé a soñar! Y en la aborrecida escuela raudas moscas divertidas, perseguidas, perseguidas por amor de lo que vuela. Yo sé que os habéis posado sobre el juguete encantado, sobre el librote cerrado, sobre la carta de amor, sobre los párpados yertos de los muertos. Inevitables golosas, que ni labráis como abejas, ni brilláis cual mariposas; pequeñitas, revoltosas, vosotras, amigas viejas, me evocáis todas las cosas. Antonio Machado. 2. AMOR CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE Cerrar podrá mis ojos la postrera sombra que me llevare el blanco día, y podrá desatar esta alma mía hora a su afán ansioso lisonjera: mas no de esa otra parte en la ribera, dejará la memoria, en donde ardía: nadar sabe mi llama el agua fría, y perder el respeto a la ley severa. Alma, a quien todo un dios prisión ha sido, venas, que humor a tanto fuego han dado, medulas, que han gloriosamente ardido, goza cuello,cabello, labio y frente, antes que lo que fue entu edad dorada oro, lilio, clavel, cristal luciente, no solo en plata o vïola troncada se vuelva, mas tú y ello juntamente en tierra,en humo, en polvo, en sombra, en nada. Luis de Góngora → El poema ordenado: Mientras que el oro bruñido refleja en vano el sol por (para) competir con tu cabello. Mientras, en medio del llano, tu blanca frente mira con menosprecio el lirio bello Mientras que más ojos siguen a cada labio que al clavel temprano-por (para) cogerloy mientras tu gentil cuello triunfa, con lozano desdén, sobre el luciente cristal. Goza cuello, cabello, labio y frente antes de que lo que en tu edad dorada fue oro, lirio, clavel, cristal luciente, no solo se vuelva (transforme) en plata (canas) o violeta tronchada (el cuello) sino además tú y ello juntamente (todo eso y tu misma al mismo tiempo) en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada) 4. LA CASADA INFIEL Y que yo me la llevé al río creyendo que era mozuela, pero tenía marido. Fue la noche de Santiago y casi por compromiso. Se apagaron los faroles y se encendieron los grillos. En las últimas esquinas toqué sus pechos dormidos, y se me abrieron de pronto como ramos de jacintos. El almidón de su enagua me sonaba en el oído, como una pieza de seda rasgada por diez cuchillos. Sin luz de plata en sus copas los árboles han crecido, y un horizonte de perros ladra muy lejos del río. Pasadas las zarzamoras, los juncos y los espinos, bajo su mata de pelo hice un hoyo sobre el limo. Yo me quité la corbata. Ella se quitó el vestido. Yo el cinturón con revólver. Ella sus cuatro corpiños. Ni nardos ni caracolas tienen el cutis tan fino, ni los cristales con luna relumbran con ese brillo. Sus muslos se me escapaban como peces sorprendidos, la mitad llenos de lumbre, la mitad llenos de frío. Aquella noche corrí el mejor de los caminos, montado en potra de nácar sin bridas y sin estribos. No quiero decir, por hombre, las cosas que ella me dijo. La luz del entendimiento me hace ser muy comedido. Sucia de besos y arena yo me la llevé del río. Con el aire se batían las espadas de los lirios. Me porté como quien soy. Como un gitano legítimo. Le regalé un costurero grande de raso pajizo, y no quise enamorarme porque teniendo marido me dijo que era mozuela cuando la llevaba al río. Federico García Lorca 5. ROMACE SONÁMBULO Verde que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas. El barco sobre la mar y el caballo en la montaña. Con la sombra en la cintura ella sueña en su baranda, verde carne, pelo verde, con ojos de fría plata. Verde que te quiero verde. Bajo la luna gitana, las cosas le están mirando y ella no puede mirarlas. Federico García Lorca 6. ENTONCES Y ADEMÁS Entonces y además (...) Cuando morir es ir donde no hay nadie, nadie, nadie; caer, no llegar nunca, nunca, nunca; morirse y no poder hablar, gritar, hacer la gran pregunta. (...) Entonces, y además cuando da miedo ser hombre, y estar solo es estar solo, nada más que estar solo, sorprenderse de ser hombre, ajenarse: ahogarse sólo. Blas de Otero 7. CANTARES Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre el mar. Nunca perseguí la gloria, ni dejar en la memoria de los hombres mi canción; yo amo los mundos sutiles, ingrávidos y gentiles, como pompas de jabón. Me gusta verlos pintarse de sol y grana, volar bajo el cielo azul, temblar súbitamente y quebrarse... Antonio Machado