Una serie de atentados deja 68 muertos en Basora en la peor matanza en zona britànica / EL MUNDO Jueves, 22 de abril de 2004. Ano XV. Número: 5.248. MUNDO LA ERA POST SADAM / Tres de los ataques, supuestamente perpetrados por suicidas, se produjeron en el centro de la ciudad, situada en la zona de control brítànico / Entre las víctimas mortales, 20 ninos que se dirigían al colegio Una serie de atentados deja 68 muertos en Basora en la peor matanza en zona britànica Entre ellas, 20 ninos que se dirigían a sus colegios MONICA G. PRIETO. Enviada especial BASORA.- «EI que haya hecho esto no es iraquí ni sabe nada del islam». Hassam Ali, un polícía de 30 anos con 17 de servicio a sus espaldas, no daba crédito a la escena que, horas antes, había presenciado frente a la comisaría del distrito de Saudia, en Basora, uno de los cuatro puntos de la ciudad sobre los que ayer se cebó una acción simultànea de terrorismo, aparentemente suicida, que se saldó con 68 muertos. Entre los cadàveres estàn los de 20 ninos, algunos de los cuales se dirigían en autobús al colegio. Hay ademàs cerca de 300 heridos. «Estàbamos dentro de la comisaría cuando escuchamos una gran explosión. EI edificio tembló. Salimos a la calle, y lo que vi me dejó paralizado. Había trozos humanos por todas partes. Frente a la comisaría estaba el autobús escolar en su parada, debía estar esperando a alguna nina cuando ocurrió la explosión. Dentro quedaban ocho crías despedazadas, corno e] conductor. Estaban quemadas, retorcidas...». Ali trataba de dispersar a la multitud -unos 150 hombres- que se arremolinaba sobre los restos calcinados del autobús escolar con morbosa curiosidad y creciente exaltación. A pocos metros del mismo, frente a los restos de otros automóviles destrozados y a poca distancia de la comisaría, un cràter de unos cinco metros de diàmetro y dos de profundidad revelaba el lugar del ataque, aunque también generaba muchas dudas acerca del origen del mismo. «Esto no lo hace un coche bomba, esto sólo lo hace un proyectil desde el aire», gritaba furibundo Ahmed Abdel Amir, un joven de 27 anos que juraba haber oído el zumbìdo de los helicópteros en el momento del ataque. «No fue un coche bomba, fue un misi] el que impactó contra el coche», aseguraba por su parte Jalid, un oficial de policía de Saudia con 13 anos de servicio, mientras Ali, un tercer agente, describía la trayectoria del supuesto proyectil. Como el resto de los policías congregados ayer en lo que quedaba de la comisaría, devastada tras la explosión, el oficial insistía en que «nadie mejor que nosotros para saber el efecto de un misil, y ése cràter no es de un coche bomba». Las versiones sobre lo acontecido ayer en Basora difieren. Si bien las autoridades senalan al terrorismo integrista y a los coches bomba corno arma, los testigos aseguran que fueron misiles los que cayeron sobre la ciudad, lo cual apuntaría directamente a britànicos y norteamericanos, una hipótesis inexplicable. Basora es el núcleo centrai de la zona iraquí bajo mando de las tropas britànicas. La oleada de ataques que sufrió ayer es, sin duda, la peor que ha sufrido la región desde el final de la guerra. En la comisaría del distrito de Saudia, los agentes intentaban mantener en calma a los centenares de personas que clamaban venganza contra el enemigo invisible -«iTenemos que combatir a los britànicos!»- mientras Iloraban a sus muertos. Cinco colegas cayeron sólo en su comisaría, otros 10 resultaron heridos, dos de ellos en estado crítico. Si bien la acción contra esta estación de policía, situada en el casco antiguo de Basora (unos 600 kilómetros al sur de Bagdad), fue la que dejó mayor número de víctimas, casi al mismo tiempo se registraron otros cuatro ataques igualmente mortíferos. «Dos de ellos tenían corno objetivo la Academia Zubeir de Policía; hubo dos ataques contra comisarías del distrito de AI Ashar y una acción contra la de Saudia. En total, hemos contabilizado 69 muertos, de ellos 23 policías, y casi 300 heridos», detallaba a este diario Mohamed Ali, jefe de policía de la ciudad portuaria. Este responsable, que apenas se asomó unos minutos al lugar de uno de los atentados, una calle cubierta de restos calcinados de todo tipo, no tenía dudas en afirmar que «todos los ataques se Ilevaron a cabo con coches bomba cargados de TNT». «Se trata de un acto criminal de aquéllos que no quieren la paz, corno los wahabíes o AI Qaeda», anadía, pese a que sus hombres murmuraban entre dientes: «Ha sido un misi], ha sido un misil». EI horror superó a muchos testigos. La mala suerte quiso que, justo en el momento de la explosión, los autobuses escolares estuviesen justo allí. Los agentes, encargados de auxiliar a los heridos, afirman que había entre ocho y 14 ninas dentro, y que la mayoría resultaron muertas. En Basora no se recuerdan grandes matanzas desde hace un ano, cuando la guerra derivó en un largo asedio y en una campana aerea de bombardeos. «Desde entonces habíamos estado tranquilos», recordaba el doctor Jaled Nasser, director del Hospital de Ensenanza AI Sadr de Basora, con cierta anoranza. «Hemos recibido 30 cadàveres y 90 heridos, de los cuales la mitad aproximadamente son ninos», relataba mientras recorría los pasillos del centro, atestados de familiares desesperados. «La mayoría presentan heridas de metralla o quemaduras graves». En una habitación se encontraban las pequerias Ban Gorgis, de 13 anos, y su amiga Ragad Issam, de 15. La primera tenía el cràneo completamente vendado y el rostro tan hinchado que sus , ojos habían quedado reducidos a delgadas ranuras. A la - .gunda, la explosión le destrozó el rostro y la mandíbula y le afectó gravemente a una pierna. Con un aparatoso vendaje y parcialmente inmovilizada, la pequena no paraba de gritar de dolor mientras sus padres trataban de calmarla con làgrimas en los ojos. Ban sufría con los quejidos de su amiga y enjugaba sus ligrimas dejando surcos entre las manchas de sangre reseca. «No me acuerdo bien de qué pasó. Cuando se produjo la explosión sólo pensé en escapar, pero no sabía por dónde salir. Luego recuerdo que me metieron en una ambulancia con dos hombres y me trajeron aquí», relata. En la cama contigua, Ragad se tranquiliza un momento y trata de articular el nombre de sus amigas. «LY Meisha?», grita.«Shh, Meisha està muerta», contesta su padre.