Chile aún es un país joven, que aparece en la comunidad

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Chile aún es un país joven, que aparece en la comunidad internacional como un país depredador
en su desarrollo y con poco aporte a la cultura universal. La investigación científica nos permite
integrarnos como un actor a la generación del conocimiento universal (ej astronomía, sismología,
oceanografía). Nuestro país tiene desafíos únicos y crecientes cuyas soluciones no vendrán de
soluciones importadas (ejemplo: el salmón, abastecimiento energético). Chile no puede depender
de soluciones externas si quiere mantener su independencia. La ciencia no es un lujo de los países
desarrollados. La ciencia y la investigación son cruciales para el desarrollo a largo plazo y como
apoyo a la gobernabilidad de los países. La ciencia no es sólo una herramienta para avanzar en la
causa de una nación, sino un alimento para el alma de ésta.
Para dar el gran salto hacia el desarrollo, Chile debe partir por establecer una estrecha
vinculación entre científicos, sociedad civil, y tomadores de decisiones. No basta con subsidios a la
pobreza. Hay que invertir en educación y ciencia. La ciencia se nutre de los talentos de nuestra
gente y estamos desaprovechando gran parte de nuestro talento debido a la pésima calidad de
nuestra educación básica y secundaria. Para enfrentar estos desafíos la comunidad científica tiene
que hacerse escuchar. Es este el ámbito en donde FC está jugando un rol clave.
FC es una tribuna para mostrar a nuestros jóvenes que en nuestro país es posible hacer ciencia de
muy buen nivel, motivar a los estudiantes a optar por una carrera científica, y contribuir así al
desarrollo del país. Este conocimiento que se genera en Chile debe hacerse llegar al público
general, porque todavía hay mucha gente que no sabe o no entiende que la investigación científica
es la base de la hiper-competitiva sociedad tecnológica en la que vivimos.
Gracias a FC, la ciencia puede llegar a escuelas y liceos de todo el país, mostrando los apasionantes
caminos del descubrimiento por los que los jóvenes pueden transitar y contribuir a lograr que
Chile se inserte en la sociedad del conocimiento. También ha construido una Red de profesores de
establecimientos públicos, uno por región, a quienes les ha enviado desde ciclos de programas
científicos como por ejemplo sobre astronomía y neurociencias para que los trabajen con sus
alumnos en aula.
Gracias al entusiasmo y pasión de Vicky Quevedo, ella ha logrado encender la chispa en jóvenes,
profesores y las nuevas generaciones.
FC ha logrado llegar a los rincones más humildes del país, tratando de romper con las flagelantes
inequidades del país.
FC ha permitido mostrar que la gente tome conciencia de que tras de cada uno de los productos
de uso cotidiano, hay una hebra que nos conduce a la investigación en ciencia básica.
FC es una invitación a soñar, una invitación a valorar la naturaleza sobre la que el ser humano se
sustenta críticamente. También es una búsqueda de nuestras raíces, de nuestros orígenes.
FC ha trabajado con la misma pasión de los científicos, energía fundamental para sobreponerse a
las dificultades, a la falta de políticas públicas que vayan en apoyo a osadas apuestas,
especialmente en el ámbito de las Radio Comunitarias.
FC ha recorrido todos los rincones de Chile, acercándose a las radios comunitarias que permiten
hacer llegar productos informativos de calidad a gente pobre y de clase media baja, desafiando al
mercado de las comunicaciones y construyendo una sociedad más informada y más democrática,
acercándonos al sueño de FC: “será posible in Chile dialogante?”.
Un país se construye compartiendo sueños y proyectos comunes y su identidad se cimienta sobre
la memoria, la que nos permite tomar conciencia de nuestra diversidad. Sin memoria no hay
identidad ni país. El material auditivo que FC entrega al Museo es la memoria científica y cultural
de Chile, un testimonio inédito de nuestra historia, una invitación a construir el Chile científico del
futuro, que tanto nos hace falta para lograr nuestra independencia intelectual y tener agenda
propia, ingredientes fundamentales sin los cuales estaremos condenados a ser meros
espectadores del devenir humano en la competitiva sociedad del conocimiento en que estamos
insertos.
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