Los cuatro enemigos de la República

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LOS CUATRO ENEMIGOS DE LA REPÚBLICA,
SEGÚN MANUEL AZAÑA
Escribe mi amigo y colega Ángel Viñas en Las armas y el oro. Palancas de
la guerra, mitos del franquismo (Barcelona, Pasado y Presente, 2013, p. 272)
que Santos Juliá, recordando una “curiosa inversión producida en un segmento
de la historiografía, sobre todo española […] retocó las reflexiones sobre las
causas de la derrota que Manuel Azaña hizo al delegado mexicano ante la
Sociedad de Naciones poco después de terminar el conflicto”. Sostiene Viñas
que, de las cuatro causas señaladas por Azaña al embajador Isidro Fabela, “Juliá
modificó la prelación. En el segundo escalón situó la intervención armada italoalemana y bajó al tercero las disensiones políticas intra-republicanas”.
Si, extrañado de que yo retocara y modificara textos de Manuel Azaña,
hubiera cotejado Ángel Viñas el orden de prelación de los cuatro enemigos del
Gobierno de la República que dijo Azaña a Fabela el 8 de febrero de 1939 con el
orden de prelación de esos mismos cuatro enemigos de la República que Azaña,
dos años antes, había puesto en boca de Garcés, personaje de La velada en
Benicarló, habría encontrado la explicación del fantasmal y nunca ocurrido
retoque:
Los cuatro enemigos del Gobierno según testimonio de Isidro Fabela:
“FABELA: El Presidente considera que por orden de importancia, los
enemigos del Gobierno republicano han sido cuatro: primero, la Gran
Bretaña; segundo, las disensiones políticas de los mismos grupos
gubernamentales que provocaron una anarquía perniciosa que fue
total para las operaciones militares de Italia y Alemania en favor de
los rebeldes; tercero, la intervención armada italo-alemana; y cuarto,
Franco.”
Los cuatro enemigos de la República según La velada en Benicarló:
“GARCÉS: Enumerados por orden de su importancia, de mayor a
menor, los enemigos de la República son: la política franco-inglesa; la
intervención armada de Italia y Alemania; los desmanes, la
indisciplina y los fines subalternos que han menoscabo la reputación
de la República y la autoridad del Gobierno; por último, las fuerzas
propias de los rebeldes. ¿Dónde estarían ahora los sublevados de
julio, si las otras tres causas, singularmente la primera, no hubiesen
obrado a su favor?”1
Al publicar en enero de 2001 la reseña de Armas para España, de Gerald
Howson2, citada por Viñas como lugar y prueba de mi supuesto retoque, el
orden de importancia de los enemigos de la República al que yo me refería era el
mismo de Garcés en La velada en Benicarlo, único que con toda seguridad
puede atribuirse a la pluma de Manuel Azaña: primero, la política francoinglesa; segundo, la intervención armada de Italia y Alemania; tercero, los
desmanes, la indisciplina y los fines subalternos de los defensores de la
República; cuarto, las fuerzas propias de los rebeldes. Azaña terminó de escribir
La velada en abril de 1937 y es posible que, dos años después, en febrero de
1939, en su conversación con Isidro Fabela, modificara este orden de prelación
manteniendo en su lugar al primer y cuarto enemigos e invirtiendo el orden del
segundo y tercero. Puestos a lucubrar, podría haber ocurrido que Azaña pensara
durante los primeros días de su exilio en Collonges que las disensiones políticas
entre partidos y grupos gubernamentales hubieran pesado más en la inminente
derrota de la República que la intervención italo-germana.
Lo cierto es, sin embargo, que al entregar y revisar por partida doble el
manuscrito de La velada en Benicarló para sus dos primeras ediciones (Buenos
Aires, Losada, y traducción francesa de Jean Camp, Paris, Gallimard, ambas
publicadas en agosto de 1939) Manuel Azaña no modificó el orden de los cuatro
enemigos establecido por Garcés en abril de 1937, como tampoco lo hizo al
1
“Entrevista con el señor presidente Azaña”, en Isidro Fabela y Luis I. Rodríguez,
Diplomáticos de Cárdenas. Una trinchera en la Guerra Civil (1936-1940), edición de
Manuel Ortuño Martínez, Madrid, 2007, p. 48; Manuel Azaña, La velada en Benicarló.
Diálogo sobre la Guerra de España, Buenos Aires, Losada, 1939, p. 65. Ambas citas
pueden verse también en Manuel Azaña, Obras Completas, ed. de Santos Juliá,
Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2007, vol. 6, pp. 51 y 190,
respectivamente.
“Abandono y estafa de la República”, El País, Babelia, 20 de enero de 2001, p. 15,
publicado, pues, seis años antes de la edición de la entrevista de Isidro Fabela.
2
corregir muy meticulosamente las abundantes erratas de la edición argentina3.
En realidad, lo que interesa de esta enumeración, sea en la versión de Fabela,
sea en la suya propia de La velada, es que, según lo veía Azaña, a la República le
salieron durante la guerra algo más de un enemigo, cuatro, y que, de ellos, el
principal fue la política de no intervención franco-británica, y el último, las
fuerzas rebeldes. El orden de los otros dos no tiene mayor importancia y puede
explicarse sencillamente por el curso que tomara la conversación con Fabela o
porque, en efecto, sintiera Azaña que en la catástrofe de aquel invierno, con
cientos de miles de españoles atravesando a pie la frontera, los conflictos entre
grupos y partidos gubernamentales hubieran sido más importantes que las
armas italianas y alemanas; una impresión que, en todo caso, no fue suficiente
para moverle a alterar el orden de prelación de los enemigos de la República
publicado en La velada en Benicarló medio año después de celebrarse esa
entrevista. Y fue ese orden, sin retoque ni modificación alguna, el que yo recordé
en mi reseña de 2001.
Santos Juliá
7 de octubre de 2013
Con ocasión de la edición de las Obras Completas de Manuel Azaña, en 2007,
Enrique de Rivas tuvo la generosidad de regalarme el valioso ejemplar de La
velada, que había sido propiedad de doña Dolores de Rivas Cherif y que –como
escribió al dedicarme el libro- “conserva las correcciones hechas por él mismo”.
3
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