¿CÓMO HACER UNA BUENA CONFESIÓN? PREMISA: Comunión y reconciliación La Eucaristía es también banquete sagrado, en el que recibimos a Jesucristo como alimento de nuestras almas, que exige, antes de recibirlo, estar reconciliados con Dios, consigo mismo y con los demás. En la Comunión, por tanto, se recibe a Jesucristo sacramentado en la Eucaristía; de manera que, al comulgar, entra en nosotros mismos Jesucristo vivo, verdadero Dios y verdadero hombre, con su cuerpo, sangre, alma y divinidad. La Eucaristía es la fuente y cumbre de la vida de la iglesia, y también lo es de nuestra vida en Dios. La Iglesia manda comulgar al menos una vez al año, en estado de gracia; recomienda vivamente la comunión frecuente y, si es posible, siempre que se asista a la Santa Misa, para que la participación en al sacrificio de Jesús sea completa. Para comulgar debidamente se ha de observar el ayuno eucarístico y estar en estado de gracia: El ayuno consiste en abstenerse de tomar cualquier alimento o bebida, al menos desde una hora antes de la Sagrada Comunión, a excepción del agua y de las medicinas. Los enfermos y sus asistentes pueden comulgar aunque hayan tomado algo en la hora inmediatamente anterior. Y, lo segundo a tener en cuenta es que, el que desea comulgar y se encuentra en pecado mortal no puede recibir la Comunión sin haber acudido antes al sacramento de la Penitencia o Reconciliación, pues para comulgar no basta el acto de contrición, en asunto de pecados mortales. En cuanto al pecado hay que decir que es una falta contra la razón, la verdad y la conciencia recta. Es una falta al amor verdadero que debemos a Dios, a nosotros mismos y al prójimo, a causa de un apego perverso a ciertos bienes que aparecen como atractivos por efectos de la tentación, pero que en verdad son dañinos para el hombre. Por eso el Papa Juan Pablo II señala que el pecado, bajo la apariencia de bueno o agradable, es siempre un acto suicida. Es grande la variedad de pecados que se cometen por egoísmo y por falta de visión sobrenatural. Pero el pecado más grave es que se ha perdido la conciencia de pecado; y cada persona se convierta en juez para calificar lo que es bueno y lo que es malo, como si fueran Dios. El que ha perdido la conciencia de pecado, vive en la oscuridad, en la mentira, como el anticristo que niega y rechaza la redención de Jesús, los méritos de salvación, que él nos alcanzó en la Cruz. ¿Qué es el sacramento de la confesión? La confesión es el sacramento en el cual por medio de la absolución del sacerdote recibimos el perdón de nuestros pecados si nos confesamos arrepentidos. La S. Biblia dice: Confiésense unos a otros sus pecados para que sean salvos (Sant. 5) ¿Cómo hacer una buena confesión? Con la confesión se obtienen tres gracias o favores especiales: 1ª.) Nos devuelve o nos aumenta la gracia santificante: la vida de Dios, la amistad con Dios. 2ª.) Nos da fuerzas especiales para evitar el pecado y rechazar las tentaciones. 3ª.) Nos da asco y antipatía por todo lo que sea ofender a Dios. Para hacer una buena confesión son necesarias cinco cosas: 1ª.) Examen de conciencia El Examen de conciencia es recordar los pecados cometidos después de la última confesión bien hecha. Cada uno examine su propia conducta, porque cada cual responderá por sus pecados ante Dios (Gal. 6,4). El examen de conciencia se hace así: 1º. Pedimos al Espíritu Santo que nos ilumine y nos recuerde cuáles son los pecados nuestros que más le están disgustando a Dios. 2o. Vamos repasando los diez mandamientos para saber qué faltas hemos cometido contra ellos. 2ª.) Arrepentirse de los pecados Arrepentirse de los pecados es sentir tristeza o pesar de haber ofendido a Dios que es tan bueno y por haber hecho, pensado o dicho lo que nos hace daño a nosotros mismos o a los demás. Para sentir arrepentimiento de los pecados debo pensar en los favores que Dios me ha dado, (y a los cuales he correspondido pecando) y recordar los dolores y sufrimientos que Jesús padeció en su Pasión y muerte por mis pecados. Debo también pensar en los castigos (aunque el que peca, muere por su pecado) que Dios me puede enviar por mis faltas y en el Paraíso eterno que me voy a perder si sigo pecando. 3ª.) Propósito de la enmienda. El propósito de la enmienda es una firme resolución de no ofender más a Dios. Antes de pasar al confesionario tengo que hacer el propósito o resolución de que de ahora en adelante voy a ser mejor: por ejemplo, que me voy a callar cuando esté de mal genio. Que voy a ir a misa todos los domingos. Que no hablaré mal de nadie. Que no aceptaré pensamientos ni miradas ni actos impuros, Etc. Etc. 4ª.) Confesar los pecados al sacerdote Padre hace x días que me confesé y sí cumplí la penitencia. Me acuso de que (y aquí digo lo que recordé en el examen): sin descripciones ni historias… Diré todos mis pecados, porque Dios me perdona lo que sí le pida que me perdone, pero puede no perdonarme lo que no le pido que me perdone. Oiré con mucha atención las preguntas y consejos del sacerdote y la penitencia que él me imponga. No me levantaré del confesionario antes de que el Padre me haya dado su absolución y bendición 5ª.) Cumplir la penitencia que impone el confesor La penitencia que me impone el confesor la debo cumplir lo más pronto posible, pero si están dando comunión puedo ir a comulgar y cumplirla después de la comunión. Pero como la penitencia que el sacerdote me impone no alcanza para pagar mis pecados que son tantos, mi mejor penitencia será cumplir las 14 obras de misericordia: dar limosnas, ayudar a los necesitados, leer buenos libros y sufrir con paciencia las penas que Dios permite que me lleguen. Y sobretodo rezar mucho y asistir mucho a la S. Misa.