Cómo se trabajan los terroristas a los medios

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Cómo se trabajan los terroristas a los
medios
Occidente - los medios occidentales en particular - continúa irremediablemente
perdido con respecto a la manipulación terrorista.
por Ilana Freedman
http://www.elreloj.com/article.php?id=20283
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Occidente - los medios occidentales en particular - continúa irremediablemente perdido
con respecto a la manipulación terrorista. Mi propio modo de explicarlo es: "La primera
noticia que sale, se lleva la palma". Hezbolá, Hamas, las diversas facciones de la OLP y
al Qaeda, todas utilizan este principio simple para influenciar a la opinión pública
mundial y a los legisladores.
El ejemplo más reciente es la tragedia de Qana. Siete horas después de un ataque israelí
contra un edificio desde el que Hezbolá lanza misiles contra Israel, los portavoces de
Hezbolá informan de 56 muertos, incluyendo 34 niños que habrían sido asesinados. Pero
Cruz Roja Internacional informaba posteriormente de 28 muertos, 16 de ellos niños.
Una vez que aparecieron las noticias, los fotógrafos de información fueron invitados a
fotografiar la escena. Cientos de fotografías muestran a Hezbolá y a empleados de rescate
de Cruz Roja posando con varios cadáveres de niños durante más de una hora bajo un sol
libanés de justicia, en una impactante muestra de falta de respeto hacia los muertos, antes
de abandonar los pequeños cadáveres sin ceremonias extendidos por el suelo y sin cubrir
con fundas mientras esperan el funeral.
Los agudos comentaristas de noticias acuden prestos a ocupar el vacío mediático
inmediato. En la práctica, se encuentran "milagrosamente" en el lugar donde aparece la
noticia. Con el fin de lograr su ventaja de relaciones públicas, están dispuestos a simular
sucesos y fabricar noticias, que llevan hasta límites sensacionales acaparando titulares
con lemas sonoros y vistosos. A continuación corren a difundir su primera noticia entre
una audiencia lo más amplia posible.
Otro ejemplo reciente: la familia palestina de siete miembros fallecida en una playa del
norte de Gaza el 8 de junio, acaparando titulares por todo el mundo. Hamas se encontraba
inmediatamente en la escena; su gente filmó selectivamente el lugar, y a continuación lo
limpió rápidamente para que no se pudieran tomar otras fotografías.
En palabras de Hamas, un buque israelí había disparado contra la familia, generando una
masacre. Esa noticia llegó a las ondas como un misil y reverberó durante días por todo el
mundo. El periódico británico The Guardian, por dar un ejemplo, informaba, "Una
andanada de artillería israelí impactó sobre una populosa playa de Gaza ayer, matando a
siete palestinos, tres de ellos niños".
Pero el ejército israelí recogió fragmentos de metralla extraídos del cuerpo de una joven,
que estaba siendo tratada en un hospital israelí - y descubrió que los materiales no
concordaban con los proyectiles israelíes. Exámenes adicionales del lugar procedentes de
fotografías aéreas de expertos internacionales en explosivos demostraron que el cráter de
la explosión no era del tipo causado por un proyectil de artillería. Al final, el escenario
más probable resultó ser que la explosión estaba causada por una mina colocada
probablemente por Hamas con el fin de proteger la playa de incursiones israelíes
procedentes desde el mar.
Pero la que se recuerda es la primera versión de la historia - en la práctica se ha
convertido en un ejemplo de la retórica anti-Israel, apoyando las acusaciones de Hamas
de brutalidad israelí.
El caso por excelencia es Jenin, la ciudad palestina objeto de una operación militar israelí
en abril del 2002. Actuando para cortar el flujo de terroristas suicida que habían
asesinado a 151 israelíes en tres meses, las tropas israelíes libraron combates puerta a
puerta con el fin de evitar herir a civiles. Pero la agencia palestina de noticias, Wafa,
corrió a contar al mundo que los israelíes habían masacrado a más de 500 civiles
inocentes - y una vez más, la noticia coló.
En la realidad, una comisión independiente de Naciones Unidas determinó más tarde que
los soldados israelíes habían abatido solamente a 56 palestinos, en su mayoría armados.
Para su propio crédito, Nic Robertson, de CNN, ha admitido que su información del 19
de julio concerniente al Líbano estuvo marcada por límites impuestos por Hezbolá. "Ellos
designan los lugares a los que vas", decía.
"Hezbolá practica una operación mediática muy, muy sofisticada y cuidada", ha
observado Robertson. "Pueden conceder o cortar el acceso... No accedes sin su permiso".
La corresponsal de la CBS Elizabeth Palmer añade, "Hezbolá está decidida a que los
extranjeros sólo vean lo que ellos quieren que vean". En otras palabras, si usted quiere
recoger los sonidos y las vistas de la guerra del Líbano, es Hezbolá quien le debe dar el
visto bueno.
La estrategia ha sido utilizada durante muchos años. El American Colony Hotel de
Jerusalén Este, por ejemplo, sirvió durante muchos años como centro de prensa ad hoc de
la Autoridad Palestina. Todo periodista que quisiese acceder a alguna noticia sensacional
sabía que si no redactaba su crónica de modo que promoviese la causa palestina, nunca
iba a tener otra oportunidad. He tenido noticias de primera mano de reporteros
procedentes de cuatro países que fueron amenazados u obligados a abandonar la región
después de informar de sucesos desde un prisma no favorable a la AP.
Contra mejor comprendamos nosotros en Occidente cómo utiliza a los medios el
enemigo, con mayor eficacia podremos defendernos del impacto de su mensaje. Las
noticias de Qana o Jenin son solamente dos de entre muchas. Pero envían un fuerte
mensaje de que nuestros medios, que proporcionan cobertura mediática instantánea en
todo el globo, también pueden ser obligados a servir de palestra de la desinformación.
Debemos verlos con ojos críticos y sopesar el mensaje con sano escepticismo, teniendo
una comprensión clara de la dinámica que se encuentra detrás de ello.
Ilana Freedman ha trabajado en cuestiones de contraterrorismo durante décadas en
distintos puestos. Escribe con regularidad en diversos medios y sirve como editora del
New York Post
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