M. L. RAMLOT EL CANTAR DE LOS CANTARES, "UNA LLAMA DE YAHVÉ" El autor resume las diversas y contradictorias interpretaciones dadas al enigmático Cantar de los cantares enjuiciándolas una por una. Luego expone los principales puntos del exhaustivo comentario al Cantar, obra de Robert-Tournay-Feuillet, completando su visión parabólica del poema con su propia teoría según la cual, el Cantar de los cantares, sería un poema parabólico-alegórico del amor de Yahvé por Israel. LE Cantique des cantiques «une flamme de Yahvé», Revue Thomiste, 64 (1964) 239259 Después de veinte siglos de controversias, el Cantar de los cantares parece levantarse aún como la esfinge de la exégesis bíblica. En apariencia ¿qué hay más natural y más límpido que estos cantos amorosos? y, sin embargo, la historia de la exégesis nos presenta la paradoja de ser una obra mística, el libro privilegiado de los monjes y las vírgenes, mientras que en tiempos de Akiba se canturreaba en los cabarets. También se recitaba en la pascua judía. Esto nos indica que, si hay tal variedad de usos, habrá otras tantas interpretaciones. La aparición de un comentario científico como el de A. Robert y R. Tournay, con la colaboración de A. Feuillet,1 es un suceso que queremos subrayar en toda su importancia. Para situarlo adecuadamente, recordaremos con brevedad las diversas orientaciones de la exégesis del Cantar de los cantares, INTERPRETACIONES EXEGETICAS Interpretación profana A primera vista el Cant parece una recopilación de poemas amorosos. Esta orientación tomó Th. de Mopsueset al declararlo: "infanda christianorum auribus" (cosas no aptas para los oídos de los cristianos). Bossuet considera que canta las bodas de Salomón: el poema se dividiría en siete cantos correspondientes a los siete días de las fiestas nupciales. Tesis adoptada por Dom Calmet (1726) y Lowth (1770). Muchos exegetas de los siglos XVIII y XIX lo interpretan como un drama, posición mantenida por Renan, Pouget y Guitton. Entre los contemporáneos hay algunos católicos resueltamente partidarios de la tesis profana. Son innumerables los defensores entre los independientes. En el balance de esta interpretación hay que constatar una gran valoración de lo bello, de los cuerpos y del amor que aquí es el eros. Sin embargo no tenemos en el Cant. una teología ni una filosofía del eros, porque no se juzga nunca el matrimonio, y los amantes no tienen el nombre de esposos. M. L. RAMLOT Interpretación cultual El comparacionismo extrabíblico favorecido por los descubrimientos arqueológicos debía aportar su contribución. El principal mérito del P. Tournay consiste en haberle concedido una atención paciente y un leal examen, en el que ha rechazado la mayor parte de sus conclusiones. Del hecho de que la Sinagoga utilizase este texto en la Pascua, T. J. Meek cree poder deducir una prolongación de los cultos de la fecundidad en parentesco con las liturgias de Tammuz. La escuela mítico-cultual, teniendo en cuenta las huellas de prostitución sagrada en Israel y del culto de Tammuz y de Ishtar, pretende demostrar la existencia de un matrimonio sagrado en el pueblo escogido. Evidentemente, no estamos dispuestos a admitir que el Cant, ni siquiera en su estado primitivo, haya sido una liturgia en honor de Tammuz e Ishtar. Puesto que se acepta cada vez más la época persa como fecha de redacción del Cant, todos estos elementos no pueden ser más que una prehistoria del poema. Lo único real que podría haber en la hipótesis cultual, es la familiaridad con la idea de ol s matrimonios divinos. Pero no podemos olvidar el cambio radical aportado por el monoteísmo. El hebreo no tiene palabra adecuada para decir "diosa". Existen también soluciones mixtas. H. Ringgren estima que los cantos para celebrar una boda divina se han utilizado aquí en provecho de la tesis profética del amor de Yahvé hacía su pueblo. En Francia el pastor Lys ha intentado asociar el Cant a las dos interpretaciones anteriores: por una parte su sentido literal es obvio: el amor humano; pero por otra parte: "El Cant podría tener como fundamento una desmitización e historiación de un mito hierogámico". Es decir, tendríamos "una desmitización del ritual de Tammuz" y "lo que realmente se describe en el Cant es el amor humano, que tiene como término de comparación el amor divino, y no a la inversa como quiere la interpretación alegórica". Esta tesis es más erudita que probatoria porque el autor hace consideraciones generales y nunca se concreta al texto. Con este método se podría probar cualquier tesis. Con estos ejemplos queda claro cómo el comparacionismo extrabíblico trabaja, con frecuencia, sobre arenas movedizas y qué coeficiente de probabilidad hay que dar a estas grandes hipótesis, cuando quieren precisar algo más que un ambiente general. Interpretación espiritual o tipológica Bajo este título podemos colocar toda la exégesis patrística y medieval. La esposa se convierte en el tipo o símbolo de la humanidad, del alma fiel, de la Virgen, o de la Iglesia. De este modo se superponen sentidos tipológicos y, más a menudo aún, acomodaticios al sentido literal. M. L. RAMLOT Esta corriente está representada todavía por exegetas modernos como A. Miller (1927), según el cual el sentido literal se aplica a un matrimonio ideal como símbolo de la unión de Dios y del hombre. Hacer del Cant un poema místico que utiliza temas de amor sexual es una piadosa interpretación; pero nadie ve qué fundamento podrían tener en el texto, ni en el sentido realista de los israelitas, estas innumerables proyecciones de la piedad. Puede ser útil a los fieles, pero no es ni científico ni perfectamente respetuoso con la Palabra de Dios. Interpretación del sentido parabólico-alegórico No se trata ahora de sobreponer al sentido literal profano otro sentido alegórico, tipológico o acomodaticio, sino más bien queremos decir que el mismo sentido literal, pretendido por el autor inspirado, es parabólico o alegórico: en otros términos, que el hagiógrafo no compuso cantos de amor a los que dio una significación religiosa, sino que directamente quiso una parábola o una alegoría del amor de Dios y de Israel. Esta tesis puede tener un cierto parentesco con la tradición rabínica. Entre los modernos ha tomado dos formas: parabólicas con Buzy, Dhorme; alegórica con Joüon, Ricciotti, Warnach, Robert, Feuillet. LA OBRA DE ROBERT TOURETNAY-FEUILL Como la interpretación parabólica o alegórica no ha encontrado una indicación explícita del autor sagrado, continúa suscitando reservas y oposiciones en una gran mayoría de exegetas. Trataremos, pues, de medir la aportación del libro de Robert- Tournay-Feuillet. Queremos determinar lo característico de su arquitectura y de su método. El método de antología en el judaísmo M. Robert, después de un largo trabajo detallista y de gran precisión, ha descubierto el estilo de antología que ha provocado una serie de reacciones en cadena. Es un género literario especial. El estilo de antología, que es un procedimiento literario de composición de un texto religioso a partir de citas bíblicas, es un fenómeno probado y admitido desde el exilio (Cantos del Siervo de Yahvé; Sal 119) hasta la aurora cristiana (Qumrán; Le 1-2; Ap). Durante el largo período del judaísmo, el pensamiento se alimentó y a con la meditación del pasado y obre todo de la Biblia. Muchos exegetas encuentran el método de antología en Judit o en Rut, en el Magnificat o en los Himnos del Qumrán. Creemos también que se ha de extender esta hipótesis afirmando que este fenómeno, en literatura comparada, es característico de las épocas tardías. Según nuestro criterio, éste es el caso, por ejemplo, de la literatura egipcia demótica. La objeción, continuamente renovada por los defensores del sentido literal profano, consiste en afirmar que el método antológico se enreda en una petición de principio, ya M. L. RAMLOT que del empleo de un mismo vocabulario profético sobre el amor de Dios deduce un mismo significado teológico en el Cant. La argumentación parece rigurosa en sí, pero en el contexto se le escapa un dato fundamental del judaísmo: la importancia de la tradición, así como el papel que juega la meditación de las Escrituras, caracteres esenciales del pensamiento judío después del destierro. Dadas estas circunstancias, más bien se tendría que demostrar cómo un escriba bíblico pudo tomar los símbolos proféticos del Amor de Dios fuera de la tradición rompiendo con el sentido alegórico, recibido en Israel tres o cuatro siglos antes, si nos remontamos hasta Oseas. Si sólo quiso hacer pura poesía, ¿a qué vienen tantas alusiones a los profetas? Si la ley del contexto es una regla exegética, aquí es favorable a la alegoría ya que especialmente después del destierro, floreció el estilo alegórico y de antología. El género literario; un midrash La tesis de Robert consiste en equiparar el Cant con un género literario frecuente en la época post-exílica: el midrash. Se puede llamar midrash toda búsqueda del sentido de las Escrituras, emprendida a la luz de la Biblia entera, en vistas a actualizar el sentido de los textos bíblicos, con la ayuda de procedimientos que dependen, en gran parte, de la imaginación oriental. En todo lugar en que encontramos el estilo antológico, el midrash está presente. El midrash floreció en la época post-exílica con los libros de las Crónicas, Tobías, Esther, Judit y en la 2.ª parte del libro de la Sabiduría de Salomón. La búsqueda midráshica se propone hacer manar de los textos el mayor número de concepciones diversas a fin de sacar de los libros santos el máximo de justificación y edificación. Es una meditación edificante sobre la historia pasada de Israel de la que se sacan lecciones de actualidad. Como texto importantísimo citamos el midrash de Israel por excelencia: Ez 16. ¿Cuáles son los argumentos alegóricos del Cant mantenidos por Robert? Para la Amada hay que retener los simbolismos que la relacionan con la tierra santa ideal (en el tiempo de las conquistas de David): tu jefe se lavanta, parecido al Carmelo (7,6), tus cabellos son como un rebaño de cabras ondulante sobre las cuestas de Galaad (6,5), tus ojos son como piscinas de Heshbon cerca de la puerta de Bat-Rabbim (7,5), tu cuello es como la torre de David, construida en fortaleza, mil rondelas están suspendidas... (4,4; cf. también 6,4; 1,5; 2,1; 4,8;11.15). Estos símbolos, nos parecen ser el mayor argumento para la tesis alegórica. Veamos algunos ejemplos de los símbolos proféticos: tus labios, mi amada, destilan miel virgen; la miel y la leche están bajo tu lengua (4,11; cf. también 1,7). Notemos un símbolo histórico: A mi yegua, uncida al carro del, Faraón, yo te comparo, mi amada, (1,9). Esta audaz comparación necesariamente habría de herir la imaginación judía recordándole la dureza del éxodo. La comparación es atrevida pero totalmente conforme con el género midráshico: aplicación actual de una situación pasada. M. L. RAMLOT Para el Amado primeramente hay que abordar el problema de Salomón. Supuesto que la exégesis moderna admite casi unánimemente que el Cant es un escrito post-exílico, es evidente que Salomón es un símbolo, una clave. Las menciones de Salomón molestan mucho a los exegetas. Dom Winandy suprime el pasaje como interpolación. Sin embargo, este trozo tiene un carácter específico que sólo se valora con la interpretación midráshica, por razón del prestigio de Salomón en la época post-exílica. Pero las alusiones, poco halagüeñas para Salomón en 6,8-9 (las 60 reinas y las 80 concubinas) dan la razón a Robert al descartar la alegoría que ve en, Salomón una figura de Dios. Para él estaríamos en el contexto del retorno de la primera caravana de exilados y de la explosión mesiánica ligada a Zorobabel. Pero la cuestión no es clara. Hauret ha aportado una contribución decisiva en la exégesis del Cant: la novedad absoluta de este escrito: la belleza del Amado. "La singularidad del Cant consiste en asignar como motivo principal -podríamos decir exclusivo- del amor de Israel por Yahvé, la belleza del compañero divino. Ni Oseas, ni Isaías, ni Jeremías, ni Ezequiel, mencionan, en la alegoría matrimonial, este tipo de atracción ejercida por el EsposoYahvé. Siempre es la bondad de Yahvé la que motiva el afecto de la esposa-Israel." También hace notar que en el Cant se verifica asimismo el movimiento inverso: "...la belleza, la sola belleza de Israel atrae al Esposo" (1,5; 8,15; 2,10,13, etc ... ). Robert parece demasiado sensible a la importancia y novedad radical del tema en el que no sería imposible una influencia griega. Para los símbolos del Amado, encuentra Robert relaciones con el Templo de Jerusalén reconociendo en esto una alegoría de Yahvé. Pero la alegoría exige que todos los personajes sean identificados. De aquí toda la ingeniosidad desplegada por Robert. Nos podríamos preguntar si a fuerza de querer probar demasiado, Robert no ha comprometido un poco su causa o sí es el autor inspirado quien amó demasiado el misterio y las claves. Ciertamente se trata de una alegoría pero, sobre todo si el Cant tiene una prehistoria, quererlo explicar todo nos parece más propio del rigor occidental que de la libertad oriental de los escribas. Sin embargo mantenemos que Robert halló la clave del Amado y de la Amada. Es un midrash del amor de Yahvé por su pueblo. En qué medida es parabólico y en qué proporción es alegoría es lo que falta por determinar. Creemos que Robert se engañó al excluir el elemento parabólico. El carácter erudito del Cantar Robert y Tournay han señalado un considerable número de palabras técnicas, más de treinta para unos ciento diez versículos auténticos, y estas palabras eruditas con frecuencia no se emplean ya más en la Biblia. Evidentemente esto no es exclusivo de los cantos de amor. Pero esto no obsta para que las anoma lías y singularidades del Cant fueran mayores si se tratase de un simple canto de amor para dos amantes o para dos esposos. Entre las palabras con un sentido escondido, el caso más impresionante parece ser la alusión a "Yahvé de los ejércitos" bajo la transposición ayyalot (ciervas) y cebaot M. L. RAMLOT (gacelas). Tales procedimientos suponen una intención de misterio muy sorprendente fuera del contexto histórico que vamos a estudiar. Un libro escrito bajo la ocupación extranjera Supuesto que el Cant es de época persa, Palestina estaba entonces bajo la dominación extranjera y la comunidad de los repatriados en Jerusalén se encuentra mezclada con muchos extraños. Estas dos razones favorecen la idea de un libro esotérico con sentidos ocultos. La ausencia explícita del no mbre de Yahvé, excepto al final (8,6) se explicaría por este contexto histórico. Los textos del Qumrán prueban que este género literario no era insólito en Israel. El enigma del Cant está en que el autor no explica nunca su alegoría, discrepando en esto de los profetas que explican sus símbolos. Este contexto de ocupación extranjera, podría justificar el silencio. Cántico por excelencia del Agapé La traducción de los Setenta nos invita a reflexionar sobre dos cuestiones: primero, sobre las anotaciones marginales de los manuscritos; y segundo, sobre el vocabulario del amor. En efecto, el códice Alexandrinus y el Sinaíticus añaden numerosas anotaciones. Lo menos que se puede desear es un estudio profundo de estas anotaciones: ¿son muy antiguas?, ¿verdaderame nte son de autores cristianos? El libro de Robert y Tournay no da mucho relieve a los Setenta. En cuanto al vocabulario, es sabido que de los cuatro verbos clásicos para expresar el amor: fiteín, agapán; stérgein, y erán, la traducción de los Setenta ha preferido agapán con detrimento de los otros. Esto es especialmente importante en el Cant. Sin duda los Setenta no han atenuado las expresiones de amor; sin embargo la eliminación de los otros verbos y de la palabra éros demuestra que no se puede comparar el Cant con paralelos no bíblicos. El empleo de agapán no ofrece ninguna dificultad a una exégesis que comprenda el canto del amor de Dios, cosa que sería más difícil o imposible con los otros verbos. Notemos también que el agapé ha quedado de alguna manera personificado en el Cant. Se convierte en el objeto amado, la persona tiernamente querida. Se encuentra aquí el tema, fuertemente subrayado, de la belleza. Sin embargo, la nobleza de las. expresiones no permite prejuzgar la cuestión en favor de una interpretación literalista. Tradición judía antigua La aportación más constructiva de la tesis de Robert, proviene del profundo examen que hace Tournay de la tradición judía, enteramente favorable a la interpretación alegórica hasta el medioevo. M. L. RAMLOT Como primera manifestación de la tradición judía, mencionaremos el título, ciertamente posterior: Cantar de los cantares. La palabra sir designa en los salmos el canto cultual. Fuera del salterio se usa para cantos triunfales como el de Déborah (Jue 5,12). Es el sentido profano de canto gozoso que se encuentra en Gén 31,27 e Is 30,29; y para definir los cantos de Salomón (1 Re 5,12). Pero después del destierro, la palabra sir, excepto en el Qohélet, toma resonancias religiosas de la que son clara manifestación los salmos. Este es el término técnico para los cantos levíticos acompañados de instrumentos. ¿"Cantar de los cantares" apuntaría menos alto que "Santo de los santos", obras -una y otra- de Salomón, según la tradición? El contexto post-exílico de la palabra sir no desfavorece la tesis, según la cual al "cántico por excelencia" no le falta mucho para ser el salmo por excelencia. En cualquier hipótesis el sentido religioso no puede ser excluido a priori. En la comparación con las otras literaturas orientales ha hallado Tournay analogías favorables a su tesis. Alusiones del NT al Cantar de los cantares Según Tournay "es evidente que los escritos del NT sugieren una lectura alegórica del Cant. Hay así un reencuentro con la tradición judía del primer siglo y nada nos indica en estos textos que tal interpretación fuese una innovación que cambiara radicalmente la significación del Cant". Efectivamente, con frecuencia aflora en los Evangelios el tema del Esposo, y el de la Esposa en San Pablo y el Apocalipsis. Conclusión Estas largas consideraciones sobre el más monumental comentario del Cant no nos han de hacer perder de vista su finalidad: narrar la conversión y la entrada en la gracia. Sí Robert tiene razón, y nosotros compartimos su punto de vista en lo esencial, revivimos el desenlace de una verdadera tragedia conyugal. La nación infiel, esposa ingrata, ha sido castigada con el destierro de Babilonia. Es como una expulsión del hogar conyugal. Pero jamás se ha cantado una reconciliación como una primavera de amor semejante. Un Dios que ama y busca a su esposa como el más perdidamente enamorado de los esposos. He aquí una de las más sorprendentes prospecciones de la teología mística y el preludio de la parábola del Hijo pródigo. Esto fue lo que intuyeron oscuramente los santos. Si Robert une la ciencia escriturística más crítica con la más alta mística cristiana, Tournay le aporta, la tradición y su testimonio de orientalista. En cualquier sitio que se busque se encontrarán muchos elementos literarios comunes para los enamorados y los místicos, pero el caso del Cant es único en su género. Por eso diremos del poema, que nos parece la parábola alegórica del amor divino, lo que el escritor sagrado decía de este amor: una llama de Yahvé. Notas: 1 Le Cantique des cantiques-Etudes bibliques. Gabalda. París 1963. 468 pp. Tradujo y condensó: RAMÓN RIBAS