RECORDANDO A ANTONIO CABRAL Este verano se cumplen 6 años de la prematura muerte del historiador Antonio Cabral Chamorro. Ahí quedan sus interesantes estudios sobre la reforma agraria liberal decimonónica, el fracaso de la sociedad económica jerezana por desarrollar nuevas industrias en la zona, los movimientos anarcosindicalistas en la provincia de Cádiz, los orígenes del Consejo Regulador del vino de Jerez, el fallido intento de cambio social mediante la creación de un falansterio en Tempul, etc. Cabral fue un maestro para muchos historiadores jerezanos. Todavía lo recuerdo, mientras canturreaba, devorando los Protocalos Notariales del rico Archivo Municipal de Jerez, rastreando todos los inventarios de herencia para realizar su inacabado estudio sobre la revolución agrícola en la comarca de Jerez. Conocedor como casi nadie del Archivo jerezano, no dudaba con su espíritu generoso en orientar a los nuevos historiadores para enfocar mejor sus estudios. Pero si importante fue su labor historiadora, mayor fue su personalidad humana. Era hombre coherente con sus principios de izquierda y muy crítico con el camino que seguían los partidos de izquierdas en nuestro país. Como buen humanista, obsequiaba a sus compañeros docentes del IES Santa Isabel de Hungría con artículos de revistas especialiazadas que depositaba en los casilleros. A través de estos escritos, algunos nos empezamos a familiarizar con términos como globalización o neoliberalismo. Defendía sus principios con vehemencia, ímpetu y contundencia, en una sociedad donde hablar alto y claro significa rodearse de enemigos. Olvidado por la Universidad de Cádiz, a Cabral se le quedaba corta su docencia en bachillerato, que alternaba con sus clases en Trabajo Social. No soportaba la LOGSE porque no llegaba a entender la falta de preparación académica generalizada, y aún peor, la falta de respeto que invadió los institutos de enseñanzas con dicha ley. Por ello, era exigente, en forma y contenido, con sus alumnos. Sin ningún tipo de ayuda económica por parte de ninguna institución, elaboraba sus trabajos históricos, para los que tenía que recorrer los diferentes archivos de España. De su memoria nos queda el Museo Cabral, sito en el precioso patio del Convento de la Merced dentro del IES Santa Isabel de Hungría, donde se recogen diversas maquinarias y aperos agrícolas que junto a sus compañeros de departamento recogía por los campos una vez que habían sido abandonados por su desuso. Un museo etnográfico de gran interés para la ciudad. Sin embargo, nunca fue su intención concebir un museo expositivo como el actual. Su intención era que dicho fondo sirviese de base para la creación de una fundación o institución para el desarrollo de estudios agroeconómicos especializados que impulsara la labor de los historiadores locales. Idea que vuelvo a lanzar por si alguna institución lo considerase. De Cabral recuerdo numerosas anécdotas que definen su fuerte personalidad: su pesaroso servicio militar sin obtener permisos de salida por su pertenencia al antiguo PTE, el acopio de documentación de viejas bodegas salvando los documentos de su destrucción, su empeño en adquirir buenos libros para enriquecer el Departamento de Historia de su instituto, etc. Antonio Cabral fue siempre a contracorriente. Fue un humanista y un gran historiador. Algunos de los que convivimos con él tuvimos la suerte de aprender de su sabiduría. Jesús Caballero Ragel