Fracasaron Dijeron que el jueves iban “Tomar Caracas” con una marcha pacífica, fachada que ocultaba sus planes de desencadenar una espiral de violencia, destrucción y muerte, similar a la que el 11-A derrocó a Chávez y con la que esta vez pensaban derrocar a Maduro, pero, volvieron a “tropezar con la misma piedra”, la monolítica roca de lealtad y amor por la paz del pueblo venezolano. No lograran ninguno de sus objetivos, ya que lo único que tomaron fue su propio feudo, cinturón de riqueza mal habida y opulencia ubicado al Este y Sudeste de donde procede la letal violencia que ha asolado a Venezuela por más de 16 años, traducida en golpe de Estado, sabotaje petrolero, La Salida y ruido de los cacerolazos que gente con el estómago bien lleno, hace al golpear ollas vacías,. Salieron tras tomar su desayuno, rico en alimentos que abundan en sus neveras pero escasean en bodegas y supermercados, porque en el marco de la guerra económica desatada contra la Revolución Bolivariana, los ocultan y venden a sus cómplices bachaqueros, mientra el pueblo hace largas “colas“ para adquirir lo poco que dejan, logrando su objetivo: provocar su malestar contra el gobierno Tampoco pudieron derrocar al Presidente-Obrero con la violencia que habían programado desatar durante la marcha que de “pacífica” no tenía nada, pues pensaban llenarla de explosivos, armas de fuego, y sobre todo, del compulsivo odio, ira y revanchismo que socava su miseria humana, estimulados por la seguridad que tenían, de que esta vez el triunfo por fin les sonreiría. Pero jamás imaginaron que la conjura ordenada por EEUU, su amo, verdadero promotor de la escalada desestabilizadora que no solo adelanta contra Venezuela, sino también contra demás gobiernos progresistas y revolucionarios de la región, se derrumbaría como castillo de arena en cuestión de horas, demolido por la ola de inteligencia de los cuerpos de seguridad del Estado. Ellos descubrieron el plan y lo neutralizaron mediante una serie de operativos que llevaron a la captura de 90 mercenarios ocultos cerca del palacio de Miraflores, con el aparente fin de asaltarlo para asesinar a Maduro, como trataron de hacerlo hace 12 años los 150 mercenarios colombianos que esa misma canalla importó para asesinar a Chávez quien los perdonó y devolvió a su país de origen. A la detención de reconocidos agentes de la oposición golpista, como Yon Goicochea, quien recientemente llegó de EEUU, quien tenía en su poder cordones de explosivos que iban hacer estallar en la marcha para echarle la culpa al gobierno de la muerte o heridos que sus explosiones causaran. Al envío al internado penal de San Juan de los Morros, de Daniel Ceballos, ex alcalde de San Cristóbal y uno de los principales promotores de la violencia ocurrida en esa ciudad durante La Salida, que se hallaba bajo arresto domiciliario por encontrarse supuestamente enfermo, a quien se le incautó un “pen-drive” con información sobre actos terroristas a activar durante la marcha. A la captura en un lugar en el Estado Carabobo, no identificado por medidas de seguridad, de dos sujetos a bordo de un vehículo en el que encontraron uniformes militares y policiales, unos facsímil de armas de fuego que igualmente sería usados durante la manifestación del jueves pasado. A la detención de cerca de una decena de traficantes de armas, a los que le fueron incautados dos fusiles, dos pistolas y una sub ametralladora, todas pertenecientes a la Fanb. Acorralados en su laberinto conspirativo, los organizadores de la marcha no tuvieron más remedio que cancelar sus planes, pues comprendieron de que proseguir con su aventura golpista serían detenidos, juzgados, condenados y llevados a la cárcel, como hoy está Leopoldo López, cabecilla de La Salida, junto con María Corina y Ledezma. Y fue esta “femme fatal de la política venezolana, quien este jueves, apenas finalizada la fracasada marcha disfrazada de “pacífica” y la cancelada masacre en que ella y sus cómplices iban a convertirla, mientras se lamía las heridas de la derrota y para consolar a sus fracasados compañeros de aventura y hacerles creer que están ante una inminente victoria, les dijo : “Falta poco, estamos muy cerca” De lo que están mas cerca que nunca, en caso de dar un paso en falso como el que estuvieron a punto de dar con esa marcha disfrazada de “pacífica”, es de la cárcel, porque Maduro, hijo político y heredero del legado de Chávez, el eterno y supremo comandante, acabó con la impunidad en Venezuela, delito de lesa humanidad, ¡Clemencia Criminal! Como la llamó Bolívar hace 200 años. Pero, ¿de donde surtgió ese irresistible y compulsivo afán de derrocar, primero a Chávez y luego a Maduro, mandatarios que alcanzaron el poder en democráticos y transparentes comicios, como nunca antes se habían registrado en Venezuela? ¿Quien les dijo que podían atentar impunemente contra esas legítimas victorias, violando la Constitución y leyes de la República, ignorando normas y principios que rigen la sociedad humana, como ese que Juárez dejó al mundo como herencia de su trayectoria de hombre de justicia, al decir que “ entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la Paz.” ¿Quién en fin, les llevó a desatar esa irracional espiral de violencia, cuyo objetivo ha sido y sigue siendo la conquista del poder a como de lugar, sin importar las vidas que ha cobrado, los heridos que ha dejado, muchos, discapacitados de por vida, además de las viudas y huérfanos, que por su culpa perdieron a sus esposos y a sus padres quedando sumidos muchos de ellos en la indigencia. La justicia, no se puede exonerar sus crímenes, tomando como excusa el refrán que dice que “La culpa no es del ciego, sino de quien le da el garrote”, porque no perdieron la vista, sino el respeto que tiene un pueblo a vivir en paz y armonía, deslumbrados por el verde brillo de los dólares que les arroja su amo como premio por sus servicios de sumisos y obedientes lacayos imperiales. De allí que, como lo anuncia María “Mentira”, que “falta poco”, que están “muy cerca”, mientras recibiendo esa limosna, seguirán lanzando garrotazos conspirativos y aullando al paso de vencedores de la triunfal caravana de la Revolución Bolivariana que conduce ese veterano conductor de Metrobuses que es Nicolás Maduro. Mientras tanto, Ramos Allup seguirá maldiciendo su mala suerte de conspirador fracasado; y María “Mentira”, derramando alguna lágrima furtiva para no entristecer aún más a su alicaída tropa de golpistas de oficio como ella. Y Maduro, como hizo el jueves en Caracas, la ciudad que no pudieron tomar esos lacayos, seguirá celebrando con su pueblo el triunfo conquistado ese día, sin dormirse en el triunfalismo, siempre alertas ante la posibilidad de nuevas embestidas por parte de esa horda de asesinos y en pos de nuevas victorias dirigidas a alcanzar para los hijos de Venezuela, “el mayor grado de felicidad posible.” Powered by TCPDF (www.tcpdf.org)