El viento sin sombra: UN ANÁLISIS HERMENÉUTICO

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RESEÑA
El viento sin sombra:
UN ANÁLISIS HERMENÉUTICO
ISELA DE PABLO PORRAS y MANUEL ARANA NAVA
Facultad de Filosofía y Letras/Universidad Autónoma de Chihuahua
R
ecrear un texto para actualizarlo es el propósito del análisis
del contenido de la novela de Carlos
Ruiz Zafón, La sombra del viento. Se
utiliza la hermenéutica como herramienta de
actualización: ir de las partes al todo, es decir
localizar mensajes parciales ubicándolos en categorías e interpretar el mensaje total de la novela; expresar qué dice y describe la novela, pero también por qué lo
dice y cuál es el motivo. Se realizó una síntesis de los contenidos, que obedece al mismo orden del texto para comprenderlos e hilar los acontecimientos para re-decirlos; y no solamente como consecuencia de la diégesis o de la construcción del texto.
Al final se encontró el mensaje total de la novela, que se
justifica a partir de la interpretación de las categorías. El amor
se convierte en lo más valioso como solución para las relaciones entre los sujetos. El amor un sentimiento que organice la vida y que no es solo síntesis de lo opuesto sino algo
dinámico que supera lo pasado y lo usa pero no lo repite. Un
discurso en donde las categorías ubicadas en el acontecimiento y por influencia de este, cambian su sentido.
A medida que avanzaba, la estructura del relato empezó a
recordarme a una de esas muñecas rusas que contienen
innumerables miniaturas de sí mismas en su interior. Paso a
paso, la narración se descomponía en mil historias, como si el
relato hubiese penetrado en una galería de espejos y su
identidad se escindiera en docenas de reflejos diferentes y al
tiempo uno solo.1
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Desde las primeras páginas de la novela, el principio de
incertidumbre domina; se adelanta que la narración se descompone en mil historias y depende entonces de otras voces la construcción e identidad del personaje central que se
aparece con el testimonio de otros –incluyendo a un narrador intradiegético y también personaje central–. La polifonía
es parte de la construcción del mundo narrado.
El pretexto para la construcción de la novela de Carlos
Ruiz Zafón, La sombra del viento, es la historia de un personaje que vive antes y en el transcurso de la Guerra Civil
española: Julián Carax, cuya vida vamos conociendo poco a
poco a través de la revelación que del mismo hacen el resto
de los personajes. Una experiencia de vida construida a partir de lo que saben y dicen sobre él; una existencia de la que
él mismo desconoce una parte fundamental, queda oculta en
la sombra; se refleja y mueve siempre con él, pero no es
transparente, es oscura al igual que su vida y su obra. Una
sombra que al igual que el viento no refleja nada; y que solo
llega a reflejar a partir del interés del otro.
En la postmodernidad se manifiesta una desconfianza
en verdades únicas, en la falta de matices, en un solo relato
que construye la narración apropiada; en una identidad fijada y sin interpretaciones. Solo lo visible (las manifestaciones externas) no ubica la comprensión de una vida, es lo que
perciben y significa para otros y para el mismo Julián lo que
permite interpretar su sentido. Sentidos que se arman a partir
de la percepción de los sujetos y permiten pensar en una
objetividad que se desprende de las percepciones subjetivas de los testimonios de los otros y conforman la trama que
selecciona y acota la narración.
Daniel, otro personaje central de la novela y, también
narrador, que aparece como hijo de un librero, investiga so1
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bre la vida de Julián y nos dice sobre él: “...se escindirá en
docenas de reflejos diferentes y al mismo tiempo uno
solo”.2
La identificación de Julián termina por ser casi acabada, y se da, solo al final de la novela, cuando casi muere.
Se incluyen textos dentro del texto, textos que son
autoría de dos de los personajes centrales: Julián y Daniel, y por esto intradiegéticos; y del autor de la novela,
Carlos Ruiz Zafón, narrador extradiegético. Julián y Daniel además se expresan de forma directa y su discurso
permite escuchar su voz “...recibimos la información narrativa de manera fragmentaria, no ya de la sola fuente
vocal que es el narrador principal, sino de estos personajes convertidos momentáneamente en narradores delegados...”.3
Un análisis hermenéutico considera la motivación del
autor y el tiempo en el que se ubica la narración y, para
empezar, es contradictorio que el tema sea el amor cuando
el tiempo de la narración es de guerra.
La motivación interna del relato, el pretexto de la novela, parte del interés de Daniel Sampere en un libro que
encuentra en el Cementerio de los Libros Olvidados a
donde es llevado por su padre a escoger uno para rescatarlo del olvido y conservarlo vivo, para traer de nuevo
un alma. El libro seleccionado es La sombra del viento,
de autor desconocido. El encuentro azaroso de La sombra del viento motiva a Daniel a conocer la vida del escritor, Julián, y empieza a tejer todo con todo, a articular
sentidos, es el detonante para construir una historia. Los
sentidos se articulan como se presentan los discursos.
En La sombra del viento, autoría de Julián, un hombre busca su verdadero padre y lucha por recobrar una
infancia y juventud perdida y el recuerdo de un amor
maldito lo persigue hasta el fin de sus días.
En la narración de Carlos Ruiz, el amor se destaca
como motor de los sucesos y como esperanza que cambia
y transforma y anula su contrario: el amor maldito.
La síntesis se constituye como un todo que nunca
finaliza que permite re-iniciar o lleva a re-construir los
acontecimientos a partir de la percepción de los distintos
sujetos donde se mezcla lo interno con lo externo. Lo que
ocurre en la vida cotidiana y lo que se rescata de la experiencia pasada. La síntesis “nos muestra un mundo que
se refleja en la multiplicidad, en la yuxtaposición y en la
simultaneidad”.4 Regresar al pasado para decir lo que no
se había podido decir.
La descripción es por ello el lugar de convergencia
de los valores temáticos y simbólicos de un texto narrativo. El subtítulo tematiza el relato y da contenido a una
descripción de los personajes del texto. La serie
predicativa se conforma gracias a la descomposición del
tema descriptivo.
La descomposición puede ser... semántica– se aíslan, para
luego desplegarlos, los distintos rasgos semánticos del
significado del nombre. Ahora bien, la serie predicativa
puede estar constituida por las partes o rasgos semánticos
2
analíticamente aislados, o puede constituirlos de manera
sintética por medio de predicaciones analógicas; dicho en
otras palabras, un objeto puede ser descrito por medio de las
partes y atributos que lo conforman, o por medio de metáforas
y toda clase de analogías que describan de manera oblicua al
nombre-objeto propuesto como tema descriptivo.5
Los nombres son las categorías de los distintos apartados de la novela, se convierten en el tema que articula el
contenido: salvar del olvido una vida. Sacar del olvido una
novela cuyo mensaje coincide con la realidad extradiegética:
la Guerra Civil, que puede compararse con el amor maldito. El
Cementerio de los Libros Olvidados, lo que termina esta muerto
y las vidas que se olvidan y pueden enseñarse también.
La diégesis comienza en 1945 en Barcelona y en el primer
apartado, “El Cementerio de los Libros Olvidados”, comienza
a tejerse todo con todo, el relato ubica a Daniel y a su padre
en una librería (propiedad del último) en donde los dos viven
solos. Daniel comenta como le afecta darse cuenta que no
puede recordar el rostro de su madre y su padre le dice que él
la recordara por los dos.
Daniel Sempere es conducido por su padre a los diez
años al Cementerio de los Libros Olvidados en donde él debe
elegir un libro para rescatar del olvido una historia de vida.
Ahí son atendidos por quien está a cargo, Isaac, y los conduce por un laberinto de libros empolvados para que así Daniel
pueda seleccionar uno. Daniel escoge uno y su padre le dice
que no lo debe contar a nadie ni a su mejor amigo: Tomás
Aguilar. Daniel le pregunta que si le puede decir a su madre,
ya muerta, a lo cual su padre le responde que sí. En los libros
“tras las cubiertas se abre un universo infinito”.6 Daniel se
queda con La sombra del viento de Julián Carax, lo lee y se
fascina con el relato que se descompone en mil historias. Un
hombre joven que pierde su juventud y su niñez y se encuentra en busca de un amor maldito que lo persigue hasta el final
de sus días.
Se re-toma el acontecimiento para encontrarse ante una
nueva explosión de sentidos. La experiencia de otros, su mundo que queda en la escritura para reconstruir el mundo a partir
de otras perspectivas.
El relato continúa con una re-descripción del mundo. La
presentación de una multitud de textos posibles de nuevo
recreados y nunca totalmente aprehensibles, ni decibles. Una
descripción del mundo a partir de múltiples relatos, que parten de narradores visibles y presentes tanto como de informaciones intangibles y no totalmente comprendidas...
Yuri Lotman señala que el poder heurístico del texto artístico reside en la capacidad de contener una alta densidad de
información, la mayor que texto alguno pueda soportar en su
estructura.7
Deconstruir para construir: buscar en lo que queda como
ceniza y en la que quedan partes que pueden ser expulsadas
como humo y en este caso son experiencias que se quieren
apresar para empezar, deconstruir para traer a la conciencia el
pasado y volver a construir. En un intento de eliminar lo que
no es, lo muerto, la sombra y dar continuidad a un proceso,
que sin pasado sería nada.
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La referencia a las sombras es a un pasado oscuro, turbio y doloroso. “Los días” no pueden ser de cenizas, pues
no pueden ser obscuros. Empiezan las contradicciones que
se van eliminando a través del encuentro con el pasado.
El segundo apartado de la novela, “Días de cenizas”, se
desarrolla entre 1945-1949. Aquí aparece el interés de Daniel
por la novela y por la vida de Julián Carax, tanto, que hasta
se olvida de convivir con su mejor amigo, Tomás Aguilar. Lo
primero que sabe del texto es que se editó en castellano por
una editorial francesa en 1935, Cabestany, y el tiraje fue de 2
mil 500 ejemplares.
Daniel quiere obtener más información y su padre lo
lleva con Gustavo Barceló, otro librero, para ver si sabe más
sobre Julián Carax. Barceló confiesa saber muy poco sobre
él porque sus publicaciones han ido desapareciendo del
mercado, pero le dice que le va a presentar a su sobrina,
Clara, quién sabe más acerca de Julián. Daniel conoce a Clara
que es ciega (lo que contradice su nombre), le dobla la edad
y se enamora de ella. Clara le cuenta su historia con palabras
duras y forjadas en años de dureza y sombra y le dice que su
padre murió en la Guerra Civil. Que ella y su madre se fueron
a Francia cuando empezó la guerra. Y también le narra acerca
de Julián Carax y como supo de él a través de su tutor y
maestro que en 1929 se encontró una novela, La casa roja,
que tenía en la portada una imagen borrosa del autor, Carax:
joven de 27 años que escribía en francés y era pianista en un
lugar de alterne. La casa roja relata la atormentada vida de
un individuo que asaltaba jugueterías y museos para robar
muñecas y títeres que llevaba a su vivienda y les arrancaba
los ojos. Un día entró a robar en una casa de ricos y se
enamoró de la hija (leída y fina) del dueño, el padre rico por
artimañas que hizo en la Revolución Industrial se hace su
novio y al final se hunde en una serie de tragedias sin fin.
Clara le sigue contando a Daniel de la existencia de otra
novela, El ladrón de catedrales; y también que su tutor,
Monsieur Roquefort, le contó que sabía que Carax se iba a
casar con una dama de buena posición y su novela había
recibido una crítica favorable. Pero, continúa Clara relatando, Carax no se casó y sí se enfrentó en un duelo. Circularon
muchas versiones sobre lo ocurrido: que murió, que cayó en
desgracia, que lo ayudaron. Clara además comenta que este
es un mundo de sombras y la magia un bien muy escaso. Y
sigue contándole acerca de un individuo que apareció dedicado a quemar los libros de Julián Carax.
Por último, le cuenta que cuando ella y su madre regresaron a Barcelona investigaron sobre su padre y supieron el
nombre del culpable de su muerte, Javier Fumero: pistolero
que sirvió a todos en la Guerra Civil y se pasó al mejor postor, pues tras la caída de Barcelona ingresó al cuerpo de
policía y ahora era un inspector famoso y condecorado.
Daniel regresa a la casa que comparte con su padre y en
un aparador observa una estilográfica, que fue de Víctor
Hugo, objeto de su devoción porque el quería ser escritor.
Su padre le dice que no la pueden comprar pero podrían
preguntarle a don Federico, el relojero de su barrio, si puede
hacer una. La obsesión de Daniel lo lleva a escribir la historia de una pluma estilográfica embrujada, poseída de un
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alma torturada de un novelista que había muerto de hambre
y de frío.
Daniel mira una sombra que ve desde el balcón de su
casa, cuando platicaba con su padre, un hombre cojeando
con un cigarrillo y que en la novela de Carax, La sombra del
viento, describe a Laín Coubert: el diablo.
Daniel, a partir de la primera vista a Clara la sigue frecuentando y ella le platica de un extraño encuentro con un
hombre que parecía llevar una máscara de piel. En sus constantes visitas a Clara, Daniel conoce a Bernarda: mujer que
trabaja al servicio del tío de Clara y llega a Barcelona pobre y
escapando de un padre que la golpeaba, acorralaba y manoseaba. Bernarda trata muy bien a Daniel.
En su búsqueda, Daniel se encuentra con el pasado de
tres personajes que tienen relación con el nombre del capítulo, “Cenizas”, y que identifican lo que ya pasó y quedó atrás
para Julián, Clara, Bernarda y Fumero, pero que marca su ser
y hacer. Y a partir del nombre, el personaje va adquiriendo
significación y valor, pues las cenizas se refieren a lo que
quedó de la experiencia de los personajes.
“Miseria y compañía” es otro nombre que se convierte
en eje temático y en categoría que define la amistad y el amor,
la compañía; y la máscara y la apariencia, la miseria. La amistad que empieza con Fermín e Isaac y la decepción con Clara;
porque Clara no es lo que parece e indica su nombre. Y otra
vez las categorías, miseria y compañía, son antagónicas.
En “Miseria y compañía (1950-1952)” Daniel cumple 16
años y coincide con su encuentro con un hombre cojo de
traje oscuro y que no tiene nariz, ni labios ni párpados. Este
hombre se acerca a él y le pregunta por Clara porque sabe
que tiene un libro de Carax y quiere que se lo dé. Daniel le
contesta que no lo tiene y siente miedo de que ese hombre
vaya en busca del libro con Clara y decide ir por él. Dentro de
la casa de Barceló recibe una sorpresa, pues encuentra a
Clara en los brazos del profesor Neri en la recamara de ella.
Neri lo ve, lo corre a golpes y le avienta el libro. Al salir se
encuentra con un vagabundo. Este le presta ayuda y dice
llamarse Fermín Romero de Torres.
Daniel se dirige al Cementerio de los Libros Olvidados.
Isaac lo recibe, lo ayuda y le platica que el conoció al editor
del libro de Carax, a Toni Cabestany, y sabe que la madre de
Carax era francesa, que de 1928 a 1936 publicaron ocho novelas de él, que La casa roja vendió 90 novelas, que al hijo
del editor (pues ya había muerto Toni Cabestany) un tal Laín
Coubert le había querido comprar todas las novelas de Carax,
pero no se las vendió porque quería más dinero del que
ofrecía Coubert y se encontró a la mañana del día siguiente
con un incendio que terminó con todos sus libros. Sabe
también que la secretaria de Cabestany, Nuria, hija de Isaac,
se llevó un libro de cada uno y lo dejó en el Cementerio de
los Libros Olvidados. Isaac, además, le cuenta de su ex novia, Teresita, de su gran amor por ella y a Daniel se le abre un
universo que otros no podrán tener porque de sus almas no
quedará pluma.
“Genio y figura” son dos categorías análogas, pues la
figura se refiere a la forma que permanece y sin contenido y
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el genio es una forma de ser que permanece y no puede
cambiarse y determina el contenido. La identidad de los personajes que se desprende de los nombres se va haciendo
más sólida, pues sus acciones responden a una transformación constante pero que los identifica.
En “Genio y figura (1953)”, Daniel recuerda al hombre
que le ayudó cuando salió golpeado y decepcionado de la
casa de Clara, cuando su padre le comenta que necesitaban
a alguien para ayudarlos, y va por él. Fermín es rescatado de
la calle y empieza a trabajar con ellos. Cuando lo ayudan a
bañarse y cambiarse ven marcas en su cuerpo de terribles
golpes. Le consiguen lugar en una pensión con doña Encarna. Y Fermín se convierte en un excelente ayudante y buscador de textos para los clientes de la librería. En breve tiempo
Fermín sufre un ataque de locura y Daniel y su padre acuden
a auxiliarlo; llaman al doctor Baró que lo tranquiliza con calmantes y Fermín se repone.
A Fermín le encanta el cine y una vez que Daniel lo
acompaña se encuentran a Coubert, el diablo de la novela de
Julián.
Daniel recuerda como se hizo amigo de Tomás a partir de
un comentario que hizo sobre su hermana, Bea, y por eso
Tomás lo golpeó, pero después se hicieron amigos. Tomás
era grande y fuerte y le encantaba inventar objetos raros,
pero no tenía sentido práctico. Tomás no heredó la pinta de
su padre, un próspero administrador, quien seguro de que
su hijo era pusilánime y deficiente mental le ponía maestros
y les decía que lo trataran como imbécil. Pero Tomás solo les
hablaba a sus maestros en latín y por esto renunciaban. Beatriz, la hermana de Tomás, era pelirroja, pálida y se pintaba y
Daniel no la podía ni ver. Fermín hacia gala de sus conocimientos y los usaba muy bien para desenvolverse en la práctica; según él “El ejército, matrimonio, Iglesia y banca eran
los cuatro jinetes del Apocalipsis”. Bernarda visita a Daniel,
pues este ya no va a visitar a Clara desde que la encontró
con Neri, y conoce a Fermín Romero de Torres.
Entra un tipo a la librería que Daniel no puede ver y que
deja una foto con los bordes quemados y en la que aparece
una pareja. En la foto, el joven no parecía tener más de 17 o
18 años, cabello claro y rasgos aristocráticos, mirada y rostro cincelado, pelo negro corto, mirada envenenada de alegría. Él le pasaba un brazo por el talle y ella parecía susurrar
algo, burlona. La imagen trasmitía calidez. Detrás de ellos se
podía ver el escaparate de una tienda, llenos de sombreros
pasados de moda. Se veía la silueta de un rostro tras aquel
mostrador y un letrero grabado en el cristal: “Hijos de Antonio Fortuny. Casa fundada en 1888”. Daniel recordó que el
padre de Carax tenía una sombrerería en la ronda de San
Antonio.
La vida de los personajes en “Ciudad de sombras” comienza a articularse hacia un fin: la sombra, lo oscuro empieza a develarse a convertirse en luz y hacer de los contrarios
una sola cara, lo interno se vuelve externo. Se empiezan a
resolver las contradicciones manifiestas hasta en el título de
la novela y en la identidad de los personajes: Clara, ciega y
con una personalidad oscura, descubierta por sus acciones
4
y un personaje central, Carax, que no tiene rostro.
Se revela lo oculto y la “Ciudad de sombras” saca a la
luz todo lo que está en ella para cancelarlo.
Se empieza a plantear el amor como sentimiento importante para dejar de vivir en las sombras: “Porque aquellos
que necesitan amor son solo sombras que viven en el alma
de un extraño”. Pero junto al amor aparece la banalidad, la
risa; y además se entienden las acciones de los personajes
cuando se descubre su pasado.
“Ciudad de sombras (1954)”. Fermín empieza un romance con Bernarda y está feliz. El padre de Daniel queda de
llevarle unos libros al maestro Velásquez a la universidad.
Fermín y el señor Sampere hablan sobre la televisión que
nos convertirá en seres del futuro, que la televisión es el
anti-Cristo, este mundo no se morirá de una bomba atómica
se morirá de risa, de banalidad, haciendo un chiste de todo y
además un chiste malo.
Daniel va a llevar los libros encargo del maestro
Velásquez y se encuentra con Bea, la hermana de Tomás,
quién le comenta que para Tomás: Daniel y su familia son
más su familia. Daniel queda en salir con Bea, pero antes se
va en busca de la sombrerería, Fortuny, en donde encuentra
a la portera y le dice que la tienda cerró hace 12 años, cuando
murió el viejo. Daniel le enseña una foto a la portera, la que
dejó el extraño en la librería y tiene al fondo de una pareja la
imagen de la sombrerería y ella le dijo que era Julián, pero él
se fue a París en el año 18 o 19, pues su padre quería meterlo
al ejército y su madre se lo llevó. Y el señor Fortuny se quedó
solo en el ático. Julián no regresó porque murió, me lo dijo su
padre. Daniel le dice que no murió y la portera se alegra, pues
era un chico muy cariñoso y fantasioso. “Era un poco raro y
de chico contaba cuentos, pero su padre no era bueno, le
pegaba a la mamá, y yo entiendo que a veces el hombre le
pegue a la mujer para que la respete”8 pero no si la zurra
porque sí. La madre de Carax solo tenía una amiga, la Vicenteta,
y esta contaba que el crío no era del sombrerero. Cuando a la
madre de Julián la llevaban al hospital, el muy cerdo decía
que ella se golpeaba sola. Julián, continúa la portera, conoce
a los Aldaya, familia muy rica que comienza a protegerlo y
recuerda también a Miquel, un compañero suyo. En el piso
no vive nadie. El viejo no hizo testamento y la mujer vive en
Buenos Aires. Ella dejó todo en manos de un abogado,
Molins, y a veces viene en la noche, pues tiene llave y mi hija
Isabelita lo ha oído. A veces escucha tacones de mujer. Y
una vez vino un tipo muy siniestro y dijo que era de la brigada comunal: un inspector. Daniel convence a la portera, Aurora, que lo deje entrar al piso; una vez adentro él vio el sillón
donde murió Fortuny y enseguida una Biblia; se encontró
una foto de Penélope retratada en la casa de Tibidabo y en la
parte de atrás decía: “te quiero”; y un cuarto lleno de cruces.
Aurora le dio a Daniel una carta de amor que ella encontró.
Daniel se pasa a visitar a Molins y este le cuenta de
Sophie, Julián y Fortuny. “Al niño le gustaba inventar sombras donde no había”.9
Regresa a la librería y Fermín le comunica que fue Bea a
buscarlo. Fermín se va y llega un tipo ojo azul: Fumero, quien
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informa a Daniel de Federico Flavio (el relojero del barrio),
cuenta que es un maricón y además que su padre y él tienen
contratado a un chorizo vulgar, un indeseable de la peor
calaña: Wilfrido Camagüey.
Fumero se retira. Daniel lee la carta de Penélope que le
entregó la portera cuando fue a la sombrerería en donde
destaca la frase: “hay muchas cosas que no sabes y es mejor”.
Daniel sale y se dirige a la casa de Tibidabo y comenta
con el señor Remigio, el barredor de la calle de enfrente de la
casa, y él le platica que muchas veces ha oído ruidos. Entra
al jardín e imagina a Julián “a la sombra del mismo árbol”.10
Regresa a la librería.
Llega la vecina, Merceditas, y entra Anacleto Olmos,
vecino del inmueble y portavoz de la real Academia que componía versos eróticos con el seudónimo de Rodolfo Pitón, y
los visita Kilo Calbuig (periodista).
Daniel se va a ver a Nuria Monfort y sube a unos departamentos y en el zaguán se adivina una estancia de sombras. Encuentra a Nuria: una mujer atractiva, de rasgos tallados para figurín de modas, tenía como cuarenta y pico de
años. Nuria Monfort “vivía en sombras”.11 Nuria le dice que
su esposo Miquel está en la cárcel y le relata sobre cómo
conoció a Julián el 33 en París y de cómo él vivía en el pasado
encerrado en sus recuerdos (hay peores cárceles que las
palabras); Julián trabajaba tocando el piano e iba a casarse
en 1936. En ese mismo año, un empleado de la morgue le
habló para decirle que Julián había muerto. Y le contó de una
visita de Jorge Aldaya a ella y a su esposo; Jorge les preguntó por Julián; le comenta además de la aparición de Coubert
para quemar los libros de Julián en la editorial donde ella
trabajaba. Daniel se va y deja a Nuria Monfort “sola sentada
en las sombras”.12
Daniel ve a Bea y le platica sobre una historia de amor
odio y de sueños que vive en la sombra del viento. “Porque
aquellos que necesitan amor son solo sombras que viven
en el alma de un extraño”.13 Viven en otro y no para ellos
mismos, para el recuerdo del otro. No unen lo interno con lo
externo.
Bea y Daniel van al Cementerio de los Libros Olvidados
y Daniel después de dejarla se regresa a su casa. Se topa con
Fermín, quien le comenta sobre su padre: es un hombre con
cabeza, corazón y alma; y también le informa a Daniel sobre
quien recoge la correspondencia que llega a un apartado
para Julián: Nuria. Llega Tomás y le dice que su padre está
muy enojado porque Bea salió con alguien y no quiere decirle con quién. Daniel le dice a Tomás que él fue el que salió
con Bea y Tomás le dice que no le vaya a hacer daño.
Otro día, Daniel se va con Fermín y le platica que se
enteró de la amistad de Jorge Aldaya y Carax y que en 1919,
Julián parte a París como Odiseo; y sabe que Julián regresó
a Barcelona en 1936 en pleno estallido de la Guerra Civil.
Fermín y Daniel se dirigen a ver al padre, Fernando, que
también estudio con Julián, Miquel y Jorge. Y con mentiras
consiguen que les platique sobre Julián. Les dice que Julián
murió hace quince años (Daniel le confirma que no) y que
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Jorge Aldaya se fue a la Argentina con su padre después de
que perdió la mayor parte de su fortuna; relata que él era hijo
del cocinero y que Julián ingreso a San Gabriel en 1914; que
el mejor amigo de Julián era Miquel Molinar y a Julián lo
llevó a San Gabriel el padre de Jorge Aldaya. Sabía además
que Julián vivía en una sombrerería en la ronda de San Antonio a donde fue Ricardo Aldaya: que era uno de los hombres
más ricos y poderosos de Barcelona y de España, a comprar
un sombrero y ahí conoció a Julián y lo llevo a su casa a
conocer a su hijo, Jorge, y lo inscribió en la escuela donde
estudiaba; se dio cuenta además que Ricardo Aldaya se identificó rápidamente con Julián porque no le tenía miedo y le
decía lo que otros no se atrevían a decirle; supo que a Julián
al igual que a él le gustaba leer y le dice don Ricardo que “los
libros son espejos se ve dentro lo que uno lleva dentro”;14
Julián conoce en la escuela a Miquel, hijo de un industrial
rico por la fabricación de armas, y cuya madre había muerto
cuando era niño y decían que se había suicidado cuando la
encontraron en el fondo del agua con piedras en los bolsillos y una carta en alemán, pues era alemana, que recogió su
padre y nadie leyó; que con ellos también estudio Francisco
Javier Fumero, hijo del los conserjes de San Gabriel, y siempre llevaba un cortaplumas para tallar figuras de madera y su
padre Ramón, veterano de la guerra de Cuba (había perdido
una mano y el testículo derecho): el Unicojo se casó con una
mujer de escasas luces y aires de princesa con trazos de
fregona; se exhibía ligera de ropas ante los alumnos; se llamaba María Craponcia, pero se hacía llamar Ivonne; los alumnos le tiraban piedras a Javier y Carax le tendió la mano y por
eso empezó a juntarse con ellos. Pero Miquel comentaba
que Javier estaba loco como su madre que lo manoseaba. Un
día llegó al Colegio Penélope con su aya Jacinta y ahí la
conoció Javier. Y el último año del Colegio, Fumero quiso
matar a Julián, pues se enamoró de Penélope. Les dijo también que Jacinta, la aya de Penélope, está en el asilo de Santa
Lucía.
Se van y se encuentran a Bea afuera de la librería y
juntos van a la casa de la calle de Tibidabo 32. Bea le dice
que la casa se llamaba el Ángel de bruma y que Ricardo
Aldaya la compro a fines del siglo XIX. Y fue construida en
1899 por un financiero catalán, Salvador Jausá (se hizo rico
en Cuba y en Puerto Rico) que llegó con una esposa norteamericana de Filadelfia y una criada mulata: Marisela (belleza
de ébano) amante y guía, bruja y hechicera; en 1990 se instalaron en la casa y todos murieron al parecer porque Marisela
los enveneno. Jausá sobrevive, pero sin habla y paralizado.
Jausá empieza a gastar su fortuna en contratar personas que
filmen signos y visiones de otro mundo. Ricardo Aldaya lo
conoce y Jausá le transfiere el poder de sus reservas financieras y Aldaya le quita toda su fortuna y se adueña de la
casa a la que se muda y ahí nace su hija Penélope. Los inquilinos de esa casa se quejaban de ruidos y olores y tenía un
doble sótano con una cripta sin estrenar en el fondo y una
capilla arriba con un gran Cristo. Un día, Jorge Aldaya desapareció y dijo que había estado con una mujer que le advirtió: todas las mujeres que vivan en esta casa morirán y le
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comentó la fecha en que su madre iba a morir, 12 de abril de
1921. Ricardo Aldaya se fue a Argentina en 1922 y pusieron
la casa en venta.
Daniel va con Fermín a ver a Jacinta, la aya de Penélope.
María Jacinta Coronado le cuenta su historia. Le dice que en
sus sueños un ángel negro le cuenta todo, Zacarías, y le
advierte que “sombras se esparcían a su alrededor y pronto
estrecharían el cerco”.15 Le cuenta que se casó y no pudo
tener hijos y por eso su esposo la dejó; se fue a trabajar a la
ciudad en una fábrica de textiles y ahí conoció a Ricardo
Aldaya quien él contrato como aya de su hijo, Jorge, pues
aún no nacía Penélope. Pero Zacarías le había prometido que
ella tendría una hija a la cual cuidaría, sin ser de su sangre y
esta hija fue Penélope, a la que cuidó y amó desde niña;
cuando la niña creció se enamoró de Julián y ella estaba de
acuerdo con ellos. Sin embargo le temía a Javier Fumero,
pues veía con ojos raros a Penélope y una vez le dio una
figura de madera tallada de Penélope, pero la tiró: y cuando
ocurrió que Ricardo Aldaya se enteró de lo de Julián y
Penélope, jamás la dejaron volver a ver a Penélope.
Cuando Daniel y Fermín dejan el asilo se encuentran a
Fumero que ante la impotencia de Daniel golpea terriblemente a Fermín. Se van a casa de Barceló, a donde la Bernarda, y
cuando llegan Barceló llama al doctor Soldevilla para que
atienda a Fermín.
Daniel recorre la casa de Tibidabo se encuentra a Bea y
después Daniel empieza a recorrer la casa y en su búsqueda
encuentra la tumba de Penélope (1902-1919).
Daniel va a ver a Nuria y ella le pregunta por Fumero y le
dice que se vaya; regresa a su casa en la librería y encuentra
una carta del servicio militar: reclutamiento.
Llega don Anacleto, vecino, y les cuenta la noticia de la
muerte de Nuria y les dice que se la atribuyen a Fermín (Antonio José Gutiérrez Alcayete).
Fue a ver a Bea. “La puerta se cerró, sellándome en la
sombra”16 y después fue a donde vivía Nuria y se encontró
a Isaac que le platicó de su hija y le entregó a Daniel una
carta de Nuria dirigida a él.
Aparece un trozo de experiencia y de vida gracias a la
escritura de alguien que ya no está, pero construye con su
historia su forma de vida, su manera de ser y sus justificaciones.
“Nuria Monfort: memoria de los aparecidos (1933-1955)”.
En la carta, Nuria le informa que Julián en 1933 escribió Ladrón de catedrales y le relata cómo es que conoció a Julián
cuando viajó a París con encargos de su jefe (el editor de
Julián), Cabestany. Miquel ya le había platicado de Julián y
la hospedó con él. Julián trabajaba con Irene Marceau de
pianista, la mujer lo había ayudado y rescatado de las calles.
Nuria se enamora de Julián y vive brevemente con él, pero
sabe que Julián solo quiere a Penélope.
Miquel le contó a Nuria de Penélope y le dice que Jorge,
su compañero de escuela y hermano de Penélope, odia a
Julián y fue a verlo después de que Julián se fue y le dio una
carta para que se la enviara a Julián donde Penélope le decía
que no lo quería y se iba a casar. Pero Miquel no se la envió
6
porque después encontró a la madre de Julián y ella le confesó que Peneólope y Julián eran hermanos y que ella se iba a
ir a América. Cuando Sophie Carax se casó con Antoni
Fortuny ya estaba embarazada. Pero el padre de Julián, Ricardo Aldaya, siempre supo dónde estaba ella y cuando Julián
cumplió 15 años fue a conocerlo, aunque su hijo, Jorge, siempre viviría en la sombra de su privilegio. Ricardo llevó a su
casa a Julián, lo presentó con todos y lo trató muy bien, pero
cuando se enteró que Penélope estaba embarazada de él, lo
odió y lo persiguió sin éxito, pues Miquel le había dado
dinero a Julián para que huyera a Francia donde se iba a
encontrar con Penélope que nunca llegó porque la encerró
su padre. El odio de Ricardo se convierte en obsesión después de la muerte de Penélope, ocurrida después del nacimiento de un hijo de Julián sin ser auxiliada por nadie. El
rencor de don Ricardo empezó a acabar con él. Después
muere la madre de Penélope y en 1926 sin fortuna don Ricardo y Jorge se van a Argentina. En el trayecto por barco
muere don Ricardo y le hace jurar a Jorge que va a encontrar
y a matar a Julián. Diez años después Jorge regresa a Europa
y se encuentra a Fumero que lo lleva a vivir con él. Fumero
visita a Miquel y le dice que sabe donde está Julián y que se
va a casar. Fumero manda a Jorge a Francia a matar a Julián,
pero le da un arma que no sirve, pues Fumero quiere matarlo
él y obligar a Julián a regresar a Barcelona. Fumero le dijo a
Jorge que le dijera a Julián que Penélope siempre lo había
querido, que la carta que recibió de Penélope donde le decía
que no lo quería no era cierta y que él mismo le obligó a
escribirla.
El día que se iba a casar Julián con su protectora se
enfrenta en duelo con Jorge; este último muere y Julián no se
casa. Por esto Julián, perseguido, tiene que regresar a Barcelona. Se encuentra con Miquel y “ambos se preguntaban si
habían sido las cartas que les había servido la vida, o si
había sido el modo en que las habían jugado”.17 Miquel le
dice a Julián que se casó con Nuria; se van a un café y los
encuentran esbirros de Fumero y ellos matan a Miquel con
las identificaciones de Julián, pues Miquel le dice a Julián
que huya porque él está muy enfermo y ya no va a vivir
mucho; Julián huye, “había perdido la identidad. Era una
sombra”. El que pierde el nombre ya no es.
Muere el señor Cabestany y su hijo Álvaro se hace cargo de la editorial. Le avisan a Nuria que murió Julián, pero
cuando llega a su casa se encuentra a Julián y se siente
aliviada. Julián y Nuria van a la casa de Tibidabo y hallan la
tumba de Penélope y su hijo (1902-1919). Julián se fue a ver
a Álvaro y le dice que le compra todos los libros de Carax,
pero Álvaro quiere más dinero. Nuria va al despacho de
Cabestany y rescata un ejemplar de cada una de las novelas
de Julián y las lleva con su padre al Cementerio de los Libros
Olvidados. Al día siguiente descubren quemados todos los
libros de Julián, propiedad de Álvaro, y un cuerpo quemado
que llevan a la Cruz Roja. El cuerpo era de Julián que vivió de
milagro, pero completamente desfigurado (y sin cara), gracias a los cuidados de Nuria. Nuria se lleva a Julián a vivir
con ella. Casi no hablan, pero salen algunas veces. Julián
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Fuentes de consulta
LOTMAN, Yuri en: T ORRES G., Carlos Luis: “La postmodernidad o el
peligroso espacio de percolación de lo banal”, Revista Especulo,
2005.
NIETZSCHE, Frederich: “De la utilidad y los inconvenientes de la historia para la vida”, 2005, http://www.nietzscheana.com.ar/
sobre_la_utilidad.htm#arriba.
P IMENTEL, Luz Aurora: El relato en perspectiva. Estudio de teoría
narrativa, México, Siglo XXI, 2002.
RICOEUR, Paul en: T ORRES G. Carlos Luis: “La postmodernidad o el
peligroso espacio de percolación de lo banal”, Revista Especulo,
2005.
RUIZ ZAFÓN, Carlos: La sombra del viento , Buenos Aires, Planeta,
2002.
T ORRES G., Carlos Luis: La postmodernidad o el peligroso espacio de
percolación de lo banal, Revista Especulo , 2005, http://
www.ucm.es/info/especulo/numero29/cltorres.html.
Notas
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
Carlos Ruiz Zafón: La sombra del viento , p.14.
Ídem.
Luz Aurora Pimentel: El relato en perspectiva, p. 91.
Carlos Ruiz Zafón: obra citada, p.14.
Luz Aurora Pimentel: obra citada, p. 40.
Carlos Ruiz Zafón: obra citada, p. 12.
Yuri Lotman, en Carlos Luis Torres G.: La postmodernidad o el
peligroso espacio de percolación de lo banal, p. 6.
Carlos Ruiz Zafón, obra citada, p. 116.
Ibídem, p. 129.
Ibídem, p. 148.
Ibídem, p. 162.
Ibídem, p. 172.
Ibídem, p. 177.
Ibídem, p. 207.
Ibídem, p. 265.
Ibídem, p. 339.
Ibídem, p. 396.
Ibídem, pp. 421-422.
Ibídem, p. 432. S
MARTHA LEGARRETA: Dos pájaros negros en las ramas de la dicha.
empieza a salir en las noches con una bufanda y un sombrero.
Nuria le escribe a la mamá de Julián y ella les empieza a mandar dinero, pues Nuria le dice que lo necesitan para arreglar lo
que dejó Fortunaty. “El tiempo pasa más aprisa cuando más
vacío está. Las vidas sin significado pasan de largo como
trenes que no paran en tu estación”.18 Nuria consigue trabajo
con Pedro Sanmartí, amigo de Fumero, y él la hostiga. Y un
día porque ella no responde a sus requerimientos la despide
y esto se lo comenta a Julián, y un día, Pedro aparece muerto.
Pedro había contraído matrimonio con una mujer de padre
rico a quién mando al asilo y se quedó con su dinero. Julián
es llevado por Nuria a la casa de Fortuny pues teme que
Fumero lo encuentre. Deja algunos días de ver a Julián y
cuando lo vuelve a ver lo “ve persiguiendo las sombras de
sus propias palabras”.19
Julián se va a vivir a Tibidabo y Nuria piensa: “Hay peores cárceles que las palabras”.
“La sombra del viento (1955)”. Utilizar el pasado en beneficio de la vida y transformar los acontecimientos antiguos en
historia presente, solo así el hombre llega a ser hombre.
Daniel sale a buscar a Bea a su casa y no la encuentra,
pero sí a Tomás y este le reclama acerca de lo que le hizo a su
hermana. Bea había huido de su casa y Daniel la encontró en
la de Tibidado a donde lo siguió Fumero y Palacios. Bea le
dice a Daniel que Julián le ayudó. Fumero entra para encontrar a Julián y pelean. Daniel interviene y le dispara Fumero.
Julián mata a Fumero. Quiere que Daniel realice su amor, salir
de la oscuridad y encontrar nuevos horizontes.
“27 de noviembre de 1955. Post Mortem”. Las contradicciones terminan y los temas se refieren a lo actual, lo que
pasa; ya sin sombras y con un pasado que le sirve para la
vida. Daniel recibe un mensaje que lo escapa de la muerte.
Daniel está en el hospital muy grave; tratan de salvarlo; su
padre no se mueve de su lado y Bea tampoco. Daniel recuerda el rostro de su madre; lo vuelve a ver; le regala su estilográfica a Julián, pues antes había sido de él, pues piensa que
fue a verlo.
Los individuos no continúan un proceso sino que viven
a la vez en su tiempo y fuera del tiempo, se dirige la mirada a
algo eterno e inmutable: el amor.
“1956 las aguas de marzo”. Daniel enamorado se casa
con Bea y tienen un hijo. Su amigo, Tomás, se convierte en
gran inventor y se va de Barcelona, también se casa. Las
aguas pasan y la vida continua, pero con la claridad del agua
y en un proceso continuo.
“Dramatis personal”. En 1966 Daniel lleva a su hijo al
Cementerio de los Libros Olvidados a que escoja un libro. Se
finaliza con el reinicio de lo mismo que ubica la vida en lo
simple y lo cotidiano, en lo que parte de la experiencia de
Daniel para ayudar a construir la de su hijo: como El viento
sin sombra.
La sombra sirve en el texto para definir las categorías que
transmiten el cambio y llevan a un mensaje final: amor. El
discurso de otros crea nuevas relaciones y nuevos sentidos,
que no se construyen ni deductivamente ni lógicamente, sino
que parten de la experiencia de los sujetos y de lo cotidiano.
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