entendiendo los lugares altos

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Por S.I. Nehemías David Adrián S.
“ENTENDIENDO LOS LUGARES ALTOS”
Entendiendo Los Lugares Altos
Textos: Núm 33:50-53; Sal.7:9; Jer.17:10; Rom.1:28; 1ª.Cor.1:10; Tit.1:15; 1ª.Cor.2:16.
Núm 33:50-53:
50
“ Y habló Jehová a Moisés en los campos de Moab junto al Jordán frente a Jericó, diciendo:
51
Habla a los hijos de Israel, y diles: Cuando hayáis pasado el Jordán entrando en la tierra de
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Canaán, echaréis de delante de vosotros a todos los moradores del país, y destruiréis todos sus
53
ídolos de piedra, y todas sus imágenes de fundición, y destruiréis todos sus lugares altos; y
echaréis a los moradores de la tierra, y habitaréis en ella; porque yo os la he dado para que sea
vuestra propiedad.”
Sal.7:9:
“Fenezca ahora la maldad de los inicuos, mas establece tú al justo; Porque el Dios justo prueba la
mente y el corazón.”
Jer.17:10;
“Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino,
según el fruto de sus obras.”
Rom.1:28:
“Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para
hacer cosas que no convienen;”
1ª.Cor.1:10:
“Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una
misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una
misma mente y en un mismo parecer.”
Tit.1:15:
“Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada les es puro;
pues hasta su mente y su conciencia están corrompidas.”
1ª.Cor.2:16:
“Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente
de Cristo.”
Como ustedes podrán notar, estos pasajes bíblicos hacen referencia a la mente; trataremos de
encontrar claridad de cuán importante es para Dios y para nuestro beneficio estar conscientes de la
actividad mental en cada uno de nosotros. Para ello debemos partir de “los lugares altos” a que hace
referencia la Biblia.
El apóstol Pablo, bajo la inspiración del Espíritu de Dios, escribió que las Escrituras Antiguas (El
Antiguo testamento) se escribieron para que nos enseñen a vivir nuestra relación con Dios. Veamos
lo que escribió: Rom. 15:4
“Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que
por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza.”
Sostenidos en esta verdad vamos a desarrollar algo que los RELIGIOSOS ignoran y que en vez de
ayudarnos a “sacar el carro” del atolladero, lo único que hacen es, impedir el AVANCE arrollador del
REINO DE DIOS.
1.- El Anuncio Del Antiguo Testamento:
Para ver este plan, primeramente examinaremos cuidadosamente al Israel del Antiguo
Testamento. Ellos, sin duda alguna, tipifican a la iglesia del Nuevo Testamento de la cual habla
la Biblia como el Israel de Dios en Gál.6:16,
“Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de
Dios.”
Al ir descubriendo cómo Dios se relacionó con la nación de Israel, nos daremos cuenta cómo Dios
se interrelaciona con las iglesias del Nuevo Testamento.
El Israel del Antiguo Testamento comenzó con los patriarcas Abraham, Isaac, y Jacob. Alcanzó su
gloria mayor durante los reinos de David y Salomón. Fue una nación sacada de Egipto, y llevada
dentro de la tierra de Canaán bajo el liderazgo de Moisés primeramente y luego por Josué.
Dios prodigó Su amor sobre esta nación haciéndola Su pueblo. Deut. 7:6-8 registra en forma
hermosa este hecho, leámoslo:
6
“ Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle
7
un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra. No por ser vosotros
más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el
8
más insignificante de todos los pueblos; sino por cuanto Jehová os amó, y quiso guardar
el juramento que juró a vuestros padres, os ha sacado Jehová con mano poderosa, y os ha
rescatado de servidumbre, de la mano de Faraón rey de Egipto.
Así que, Israel continuó durante cientos de años bajo la guía paciente de Dios. Vez tras vez
cuando se extraviaron Dios envió jueces, o profetas, o sacerdotes, o reyes para traerlos de
regreso a una fidelidad más obediente hacia Dios.
2.- La Causa Del Desenfreno: Los Lugares Altos
Para poder comprender el desarrollo de lo que estamos considerando, es necesario saber qué
significa LUGARES ALTOS, y de eso nos ocuparemos antes de continuar:
LUGARES ALTOS
En la mayoría de los pueblos antiguos que circundaban a Israel, se tenía la idea de que las
divinidades moraban en el cielo. Por tanto, el lugar más adecuado para adorarlas era una
elevación cualquiera. A veces estas elevaciones eran montes o cerros naturales, y otras veces,
sobre todo en regiones llanas, se trataba de "torres" o montículos artificiales sobre los que se
colocaba el altar. La adoración a los dioses en lugares altos era tan común que la encontramos
hasta en las antiguas civilizaciones americanas (en las pirámides mayas y aztecas, y en los
montículos artificiales que construían algunos indios de Norteamérica, así como los incas en
nuestro país.).
En las tierras bíblicas, esta costumbre también era común. Pero la forma en que la encontramos
más frecuentemente en el Antiguo Testamento es la que los hebreos encontraron en Canaán al
entrar en la tierra prometida. Por lo general, se escogían elevaciones para adorar a los BAALES
y otros dioses. La altura siempre ha sido señal de respeto y de autoridad, como en el caso de
los tronos de los reyes, que se colocan por encima de la altura común de la gente.
Por estas razones, cuando el Antiguo Testamento habla de lugares altos no se refiere
sencillamente a un accidente geográfico. El término se emplea, por el contrario, para designar
un lugar de culto.
Por lo general, sobre la elevación, natural o artificial, se colocaba un altar. Varios de estos
altares se han conservado, y por medio de ellos podemos imaginar cómo eran la mayoría
de ellos. Algunos tenían techo, pero otros estaban al aire libre. Frecuentemente en el lugar
alto también había un árbol sagrado. Había además, una plataforma de piedra, sobre la cual
estaba el altar. Otra marca característica eran los pilares sagrados, comúnmente de piedra o de
madera.
A estos lugares acudía el pueblo de Canaán en peregrinaciones, y en ellos y a su alrededor se
celebraban las grandes festividades religiosas de los baales.
Cuando los israelitas conquistaron la tierra, comenzaron a destruir los lugares altos de los
cananeos. Pero esta destrucción no fue completa, y uno de los temas que aparecen
constantemente en el Antiguo Testamento es la tentación de acudir a tales lugares. Además,
los israelitas comenzaron a adorar a Jehová en lugares altos, construidos en forma semejante
a los de los cananeos. Durante los primeros años del pueblo en la tierra prometida, la lucha no
fue contra los lugares altos en sí, sino contra los baales que se adoraban en muchos de ellos. La
costumbre de adorar a Jehová en estos lugares era aceptada.
Pero con el proceso de centralización, que puede verse en el establecimiento del reino y la
construcción del templo, los lugares altos empezaron a rivalizar con el verdadero culto a Jehová
en el templo, y el ataque contra ellos se hizo más general. Ya no se trataba solo de lugares
altos consagrados a los baales, sino también de los consagrados a Jehová. Esto llegó a su fin con
la reforma de JOSÍAS, después de la cual parecen haber desaparecido todos los lugares altos
dedicados a Jehová. Sin embargo, los profetas tuvieron que atacar repetidamente la idolatría
del pueblo, que en varias ocasiones restableció los lugares altos dedicados a los baales.
Es así que, en el desarrollo de Israel, como pueblo especial de Dios, un problema persistió y se
convirtió en un asunto continuo, fue el tema de los lugares altos.
La división del reino a la muerte de Salomón en el año 931 A.C. estimuló la adoración de dioses
falsos:
·
En el reino de Israel, el cual consistió de diez tribus, su primer rey, edificó centros de
adoración en Dan y en Bet-el que enfatizaban la adoración de becerros. Esta triste condición
nunca cambió a través de toda la historia de las diez tribus de Israel. Leamos lo que hizo uno
de ellos, 1ª.Rey. 12:28-33,
28
“ Y habiendo tenido consejo, hizo el rey dos becerros de oro, y dijo al pueblo: Bastante
habéis subido a Jerusalén; he aquí tus dioses, oh Israel, los cuales te hicieron subir
29
30
de la tierra de Egipto. Y puso uno en Bet-el, y el otro en Dan. Y esto fue causa de
31
pecado; porque el pueblo iba a adorar delante de uno hasta Dan. Hizo también casas
sobre los lugares altos, e hizo sacerdotes de entre el pueblo, que no eran de los hijos de
32
Leví. Entonces instituyó Jeroboam fiesta solemne en el mes octavo, a los quince días del
mes, conforme a la fiesta solemne que se celebraba en Judá; y sacrificó sobre un altar.
Así hizo en Bet-el, ofreciendo sacrificios a los becerros que había hecho. Ordenó también
33
en Bet-el sacerdotes para los lugares altos que él había fabricado. Sacrificó, pues, sobre
el altar que él había hecho en Bet-el, a los quince días del mes octavo, el mes que él había
inventado de su propio corazón; e hizo fiesta a los hijos de Israel, y subió al altar para
quemar incienso.”
Para ilustrarnos veamos qué significa Dan y Bet-el:
Dan: ( Hebreo:‫דן‬
ָּ que significa «juzgar» ),era el quinto hijo de Jacob y de Bilha, la criada de
Raquel. El hermano menor era Neftali. Dan era patriarca y ascendiente de la tribu de Dan
en Egipto. Vivió 120 años (40 años en Canaán y 80 años en Egipto), y murió naturalmente
en Egipto. Según la Biblia, su hijo Jusin y los hermanos lo cargaron en un cofre de madera
para sepultarle cerca de la cueva del campo de Makpelá que está frente a Mambre, es decir,
Hebron, en Canaán junto a las tumbas de Abraham, Isaac, y Jacob.
Bet-el: (La letra bet, primera de la palabra "casa", se refiere a la casa de Dios, (Gén.35:7)
·
En la nación de Judá, la cual consistía de las dos tribus de Judá y Benjamín, la situación
fue un poco mejor en que muchos de los reyes que gobernaron fueron temerosos de Dios.
Aun así con la excepción de dos reyes, Ezequías y Josías, hasta cierto punto los lugares altos
fueron siempre notorios en la tierra.
Estos lugares altos fueron obviamente un acto de rebelión contra la VOLUNTAD de Dios. No
obstante, por centenares de años, Dios los toleró y bendijo especialmente a Judá a pesar de
ellos, pero, esto no pasó desapercibido delante de Dios.
En Lev. 26:27-31, Dios advirtió solemnemente:
27
28
“ Si aun con esto no me oyereis, sino que procediereis conmigo en oposición,
yo procederé
29
en contra de vosotros con ira, y os castigaré aún siete veces por vuestros pecados. Y comeréis
30
la carne de vuestros hijos, y comeréis la carne de vuestras hijas. Destruiré vuestros lugares
altos, y derribaré vuestras imágenes, y pondré vuestros cuerpos muertos sobre los cuerpos
31
muertos de vuestros ídolos, y mi alma os abominará. Haré desiertas vuestras ciudades, y
asolaré vuestros santuarios; y no oleré la fragancia de vuestro suave perfume.”
Observa en esta advertencia que Dios está hablando específicamente de los lugares altos. Esta
advertencia fue dada antes que Israel entrase a la tierra de Canaán.
3.- Los Lugares Altos Serán Destruidos
¿Pero cómo y cuándo destruiría Dios los lugares altos? Recuerda que en Levítico 26 Dios declaró
que El los había escogido para ser un pueblo especial. El había puesto su amor sobre ellos.
Seguramente Dios sería muy suave con Israel cuando, si acaso, llevare a cabo Su amenaza de
quitar los lugares altos.
Pero también recuerda, Dios había dicho: haré desiertas vuestras ciudades, y asolaré
vuestros santuarios. ¿Realmente haría Dios esto? Sí, lo haría. Y lo hizo.
En el año 709 A.C. el desastre golpeó a las diez tribus de Israel. Esta nación que Dios amó
fue completamente destruida por los Asirios. El hecho es que, exceptuando a la ciudad de
Jerusalén, al mismo tiempo que las diez tribus fueron destruidas, gran parte de la nación de
Judá fue también destruida.
Solamente porque Ezequías rey de Judá quitó todos los lugares altos Jerusalén fue librada.
¿Cómo podría Dios traer este desastre horrible sobre el pueblo a quien El había jurado Su amor?
Pero hubo más. Cien años más tarde, en el año 609 A.C. la nación de Judá fue otra vez golpeada
con desastre. El rey Josías, el rey más temeroso de Dios que reinó sobre Judá, fue muerto en
batalla cuando solamente tenía 39 años de edad.
Cien años antes, el Rey Ezequías había destruido los lugares altos así que Jerusalén fue librada
en el tiempo que las diez tribus fueron destruidas; pero, a continuación de Ezequías, su hijo y
luego su nieto reinaron, y durante sus reinados ellos reconstruyeron los lugares altos. De modo
que, Judá continuó en su rebelión contra Dios.
Y luego Josías llegó a ser rey. Verdaderamente, él fue un rey maravilloso. Dios declaró tocante
al rey Josías en 2ª.Rey.23:25:
“No hubo otro rey antes de él, que se convirtiese a Jehová de todo su corazón, de toda su alma
y de todas sus fuerzas, conforme a toda la ley de Moisés; ni después de él nació otro igual.”
Los actos piadosos del rey Josías fueron maravillosos. La Biblia registra en 2 Reyes 22 y 23 y en
2 Crónicas 34 y 35 todos los hechos de justicia de este gran rey. Incluidos dentro de sus hechos
estuvo la destrucción de todos los lugares altos.
Pero fue demasiado tarde. Cuando Dios advirtió en Levítico 26 que destruiría todos los lugares
altos, dio suficiente información a fin de que podamos saber con precisión cuándo ocurrió esto.
El había dicho en Lev. 26:33-34:
33
“ y a vosotros os esparciré entre las naciones, y desenvainaré espada en pos de vosotros;
34
y vuestra tierra estará asolada, y desiertas vuestras ciudades. Entonces la tierra gozará
sus días de reposo, todos los días que esté asolada, mientras vosotros estéis en la tierra de
vuestros enemigos; la tierra descansará entonces y gozará sus días de reposo”.
Dios identifica el tiempo cuando la tierra disfrutaría sus días de reposo como un tiempo de 70
años. El declara en 2ª.Crón.36:21:
“Para que se cumpliese la palabra de Jehová por la boca de Jeremías, hasta que la tierra hubo
gozado de reposo; porque todo el tiempo de su asolamiento reposó, hasta que los setenta
años fueron cumplidos”.
La Biblia nos muestra que estos setenta años comenzaron con la muerte de Josías en el año 609
A.C. y concluyó con la conquista de Babilonia por los Medos y los Persas en el año 539 A. C.
El cumplimiento de esta profecía requirió la muerte del rey Josías porque el año 609 A.C. vino
a ser el comienzo de los setenta años que habían sido profetizados. En efecto, ahora la ira de
Dios comenzó a ser derramada sobre Judá.
Aunque cuatro reyes más reinarían, todos ellos fueron malos. Durante su reino, primeramente
Egipto los atacó y luego Babilonia comenzó a destruirlos. Finalmente, en el año 587 A.C., 23
años en total desde que el rey Josías fue muerto en batalla, el fin llegó.
¡Y qué final! Jerusalén, el templo, el lugar Santísimo fueron todos destruidos. Este final terrible
se precipitó sobre el pueblo que Dios amó, el cual había sido escogido como pueblo especial.
Dios había cumplido Su advertencia de que destruiría los lugares altos.
Lo hizo así en el año 709 A.C. y luego completó la tarea en el año 587 A.C. Verdaderamente,
Dios no hace advertencias vacías o inútiles. Una advertencia vacía es una bravata. ¿Tú crees
que tienes un Dios que gasta su tiempo en bravatas que no cumplirá? Tú sabes que no.
¿Pero cómo se relaciona esto a la iglesia y a la era del Nuevo Testamento, a las congregaciones
y denominaciones por medio de las cuales Dios ha enviado el Evangelio a todo el mundo durante
más de mil novecientos años pasados?
4.- Una Advertencia A La Iglesia
Cuando comenzamos a considerar la situación crítica de las iglesias y congregaciones de
nuestros días, por lo menos cuatro hechos resultan abundantemente obvios:
1. La iglesia eterna formada por todos los verdaderos creyentes, nunca será destruida.
2. La iglesia corporal o externa, siendo representada por las diferentes denominaciones y
congregaciones locales que han existido durante más de mil novecientos cincuenta años
pasados, podrían ser destruidas como fueron eventualmente destruidas las siete iglesias de
Apocalipsis 2 y Apocalipsis 3.
3. El antiguo Israel, amado y protegido por Dios durante centenares de años, fue finalmente
destruido. La nación de Israel, en el año 709 A.C., y la nación de Judá, en el 587 A.C.
4. Una causa insistente para su destrucción fue su persistencia en mantener lugares de
adoración, llamados lugares altos, donde dioses paganos eran adorados.
Con este contexto en mente, debemos hacernos la pregunta lógica: ¿Qué tiene que ver con
nosotros hoy, la destrucción del Israel antiguo en el 709 A.C. y 587 A.C.? La respuesta debe venir
a nosotros fuerte y clara.
Lo que Dios hizo al antiguo Israel tiene que ver en gran manera con este asunto.
En Heb. 13:8, la Biblia declara: Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. Jesús
es Jehová Dios del Antiguo Testamento. De la manera que vimos su trato del antiguo Israel,
podemos saber cómo trata con el Israel del Nuevo Testamento, las iglesias y congregaciones que
existen por todo el mundo.
La conclusión lógica entonces tiene que ser: Puesto que los lugares altos de Israel fueron una
causa dominante para la destrucción del Israel antiguo, parece entonces que las iglesias de hoy
están a salvo del juicio de Dios, porque no tenemos lugares altos donde se estén adorando
dioses paganos.
5.- En Las Iglesias De Hoy: ERA CRISTIANA
¿Es cierto que nuestras iglesias no tienen lugares altos?
La Biblia nos muestra que las iglesias de hoy en ninguna manera están libres de lugares altos.
La Biblia define la naturaleza de los lugares altos del Nuevo Testamento en 2ª.Cor. 10:4-6 y
Rom.12:2, donde leemos:
2ª.Cor. 10:4-6,
4
“ Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la
5
destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el
6
conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo, y
estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta.”
Rom.12:2,
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro
entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y
perfecta.”
En estos pasajes tan reveladores, Dios nos muestra cuáles son los lugares altos de Su iglesia o
del Cuerpo de Su amado Hijo, que somos nosotros, así como nos da a conocer Sus planes para la
Iglesia del Nuevo Testamento. Y tal como veremos, son comparables con Su plan para el antiguo
Israel.
Los lugares altos en nosotros, están ubicados en nuestra mente como: FORTALEZAS,
ARGUMENTOS, ALTIVEZ y PENSAMIENTOS DE DESOBEDIENCIA.
Leamos lo que responde Jesús a una pregunta que le hicieron y que está registrada en
Mat.22:35-40,
35
36
“ Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo: Maestro, ¿cuál es
37
el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón,
38
39
y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el
40
segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
De estos dos mandamientos
depende toda la ley y los profetas.”
En esta Era, trataré de considerar la influencia de los lugares altos en dos áreas fundamentales
de la vida de la Iglesia: global e individual:
A.- En El Ámbito Global
Como usted puede darse cuenta, la adoración verdadera se identificaba con la observancia
cuidadosa de las leyes de Dios expuestas en la Biblia, pero muchos en Israel tenían sus
propias ideas concernientes a la naturaleza de la verdadera adoración.
De sus propias MENTES: imaginaciones y racionalizaciones ellos diseñaron lugares y modos
de adoración a dioses que ellos sintieron que tenían que ser honrados al igual que Jehová
Dios era honrado. Así que, diseñaron y construyeron sus lugares altos.
El individuo del Nuevo Testamento tiene la misma clase de pensamientos e imaginaciones
que el creyente del Antiguo Testamento. El también tiene opiniones en cuanto a la manera
apropiada de adoración a Dios, tanto, que frecuentemente incluye ideas de su propia
mente y no de la Biblia, queriendo vivir a su manera.
Durante los días del Antiguo Testamento, se pensaba seriamente en cuanto a cómo diseñar
y edificar correctamente un lugar alto a fin de hacer la escena total de adoración más
completa.
En el Nuevo Testamento, hombres serios han pensado cuidadosamente acerca de
enseñanzas que sentían que eran agradables a Dios. Razonaron juntos en reuniones
solemnes tales como concilios de iglesia, consistorios y sínodos. Luego de una piadosa
consideración, adoptan doctrinas que no siempre son fieles a la Biblia. Algunas de las
conclusiones erróneas fueron aun escritas y forman parte de muy prestigiosas confesiones.
Esto fue así, no obstante llegaran a conclusiones que no eran enseñadas en la Biblia.
Conclusiones tales como:
·
la figura de un pastor casi omnipotente, cuando en ningún registro bíblico se
ve una figura de tal calibre y carácter.
·
Escenas casi típicas de un moderno Sanedrín, donde el aspirante a ser
bautizado se sienta en medio de los dignatarios para que estos “lo examinen” si está
apto para recibir el bautismo, cuando la pregunta básica de aquel ¿Qué impide que yo
sea bautizado? del etíope todavía resuena en todos los oídos preparados.
·
Indudablemente, hay un gran número de lugares altos en nuestras iglesias hoy
día, o sea resultados de maquinaciones mentales como el día de reposo dominical,
·
evangelios solamente basados en señales y prodigios,
·
la música como único y excluyente método de alabanza y adoración
·
Dan a la Iglesia más autoridad que a la misma Palabra de Dios. No debemos
olvidar nunca que la columna y baluarte de la verdad no puede ser la iglesia, basta
fijarnos lo que el apóstol dice en 1ª.Tim. 3:15,
“para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia
del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad.”
La columna y baluarte de la verdad solamente puede ser Dios. Por tanto, cualquier
doctrina sostenida por una iglesia debe caer bajo el cuidadoso escrutinio de la Biblia.
La realidad es que la enseñanza que es sostenida por un gran número de iglesias de que
la iglesia es la columna y baluarte de la verdad constituye en sí misma un lugar alto.
Hace ser a la iglesia y lo que ella enseña una autoridad por lo menos igual a Dios.
Estos son lugares altos en el sentido de que han salido de MENTES elevadas de hombres
en vez de venir de Dios. Han crecido extensamente en las iglesias en los pasados 50 años,
que nacen de una mente no renovada.
B.- En Lo Individual
Voy a hablar específicamente sobre nuestra relación con Dios, luego de nuestra conversión.
Sin conversión, no hay - no puede haber, entrada al reino de Dios. Toda alma inconversa
está fuera del reino de Dios. No importa, en el más mínimo grado, quién soy yo, o qué soy
yo; si yo no estoy convertido, estoy en «el reino de las tinieblas», bajo el poder de Satanás,
en mis pecados, y camino al lago de fuego. Leamos lo que dice Jesucristo en Mat.18:3,
(RV60)
“y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el
reino de los cielos.”
(LBLA)
“y dijo: En verdad os digo que si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el
reino de los cielos.”
(RV1865)
“Y dijo: De cierto os digo, que sino os convirtiereis, y os hiciereis como niños, no entraréis
en el reino de los cielos.”
Veamos qué significa CONVERSIÓN:
La palabra conversión en este pasaje bíblico, viene de stréfo (στρέφω); torcer, esto es:
hacer dar la vuelta o revertir (lit. o fig.):-volver, apartar, convertirse. Pero, stréfo tiene
como base la palabra tropé (τροπή); de aparentemente del primitivo trépo (τρέπω, girar);
giro, esto es: revolución (fig. variación):-variación.
Por lo tanto CONVERTIRME es transformarme en algo distinto de lo que era.
·
En el pasaje bíblico que hemos leído, lo que el Señor Jesucristo está diciendo
es que, yo puedo ser una persona de una ética irreprensible; de una reputación sin
mancha; un elevado profesante de la religión; un trabajador en la viña; un maestro de
Escuela Dominical; puedo ostentar un cargo en alguna rama de la iglesia profesante;
puedo ser un ministro ordenado; un diácono, anciano, pastor u obispo; un individuo muy
caritativo; un buen sembrador; respetado, buscado, muy demandado, y reverenciado
por todos debido a mi valor personal e influencia moral. Yo puedo ser todo esto y más;
puedo ser, y puedo tener, todo lo que es posible que un ser humano sea o tenga, y
con todo, no ser convertido, y por ello estar fuera del reino de Dios, y en el reino de
Satanás, en mi culpabilidad, y en el camino ancho que conduce directamente hacia el
sufrimiento eterno, al lago que arde con fuego y azufre. No hay posibilidad de evadirlo.
“que si no os convertís…, no entraréis en el reino de los cielos”
·
Esto se aplica, con igual fuerza, al degradado borracho que rueda a lo largo
de la calle, peor que una bestia, y al buen temperante o abstemio inconverso que se
enorgullece de su sobriedad, y que se está jactando perpetuamente del número de días,
semanas, o años durante los cuales él se ha abstenido de toda bebida embriagadora.
Ambos están igualmente fuera del reino de Dios; ambos en sus pecados; ambos están de
camino al sufrimiento eterno.
Es verdad que uno de ellos ha sido convertido de la embriaguez a la sobriedad - una
bendición muy grande efectivamente, bajo un punto de vista moral y social - pero la
conversión de la embriaguez a una sociedad de abstinencia no es conversión a Dios; no
es volverse de las tinieblas a la luz; no es entrar en el reino del amado Hijo de Dios.
Existe esta diferencia entre las dos: que el abstemio puede estar edificando sobre
su temperancia, vanagloriándose de su moralidad, y engañándose así él mismo en la
vana noción de que él está bien, mientras que en realidad, él está totalmente mal.
El borracho está palpable e inequívocamente mal. Todos saben que un bebedor está
yendo precipitadamente, y con pasos pasmosamente rápidos, a aquel lugar donde no
encontrará ni una gota de agua para refrescar su lengua. Está claro que ningún borracho
puede heredar el reino de Dios (1ª.Cor. 6:10); y tampoco lo puede heredar un abstemio
inconverso. Ambos están fuera.
“ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los
estafadores, heredarán el reino de Dios.”
La conversión a Dios es absolutamente indispensable tanto para el uno como para el
otro; y lo mismo se puede decir de todas las clases sociales, de todas las categorías,
de todos los matices de pensamiento, de todas las castas y condiciones de los hombres
bajo el sol.
·
Un alma convertida ha cruzado el límite que separa el que es salvo del que
no es salvo - los hijos de la luz de los hijos de las tinieblas - la iglesia de Dios de este
presente siglo malo.
·
El alma convertida tiene la muerte y el juicio detrás de ella, y la gloria delante
de ella. Está tan segura de estar en el cielo como si ya estuviese allí; de hecho ya está
allí en espíritu. Tiene un título sin mancha, y una perspectiva sin una nube.
Conoce a Cristo como su Salvador y Señor; a Dios como Su Padre y Amigo; al Espíritu
Santo como su bendito Consolador, Guía y Maestro; conoce y ESTÁ en el cielo como
su resplandeciente y feliz hogar. ¡Oh! la inefable bendición de ser convertido. ¿Quién
puede expresarlo? Lee conmigo 1ª.Cor.2:9-10,
9
“ Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en
10
corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman.
Pero Dios
nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo
profundo de Dios.”
Fíjese lo que dice otra traducción, la LBLA,
"COSAS QUE OJO NO VIO, NI OIDO OYO, NI HAN ENTRADO AL CORAZON DEL HOMBRE, son
LAS COSAS QUE DIOS HA PREPARADO PARA LOS QUE LE AMAN. Pero Dios nos las reveló
[a los creyentes] por medio del Espíritu, porque el Espíritu todo lo escudriña, aun las
profundidades de Dios."
C.- Lo Que No Es Conversión
·
Si, por ejemplo, una persona ha sido despertada, por alguno u otro medio,
para tomar conciencia de la completa vanidad y de la falta de satisfacción de los
entretenimientos mundanos, y de la urgente necesidad de un cambio de vida, el
archi-engañador procurará persuadir a tal persona a hacerse religiosa, para que se
ocupe de ordenanzas, ritos y ceremonias, para que abandone bailes y fiestas, teatros y
conciertos, la bebida, las apuestas, la caza y las carreras de caballos; en una palabra,
que abandone toda clase de alegre diversión y entretenimiento, y que se comprometa
en lo que es llamado 'una vida religiosa', ser diligente prestando atención a las
ordenanzas públicas de la religión, leer la Biblia, decir oraciones, y dar limosnas,
ayunos, vigilias y contribuir al apoyo de las grandes instituciones religiosas y de
beneficencia del país.
Ahora bien, esto no es conversión. Una persona puede hacer todo esto, y con todo,
ser totalmente inconversa. Un religioso devoto cuya vida es gastada en vigilias, ayunos,
oraciones, auto-mortificaciones y actos de misericordia, puede ser tan completamente
inconversa, estar tan lejos del reino de Dios como el incauto cazador de placeres,
que gasta su vida completa en la prosecución de objetos tan inservibles como la hoja
marchita o la mustia flor.
Los dos caracteres, sin duda, se diferencian ampliamente - tan ampliamente, quizás,
como dos cosas se pueden diferenciar. Pero ambos son inconversos, ambos están fuera
del bendito círculo de la salvación de Dios, ambos en sus pecados. Es verdad, uno está
empeñado en "malas obras", y el otro en "obras muertas"; ambos están fuera de Cristo;
no son salvos; están en camino a la miseria sin esperanza e interminable.
El uno, tan ciertamente como el otro, si no son convertidos en forma salvadora, hallarán
su porción en el lago que arde con fuego y azufre, que es la “…muerte segunda”.
Leamos Apoc.21:8,
“Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y
hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde
con fuego y azufre, que es la muerte segunda.”
·
La conversión no es que uno se cambie de un sistema religioso a otro.
Un hombre puede volverse del Judaísmo, Paganismo, de la religión Musulmana, o
Catolicismo, al Protestantismo, y sin embargo, ser totalmente inconverso.
Sin duda, mirado desde un punto de vista social, moral, o intelectual, es mucho mejor
ser un Protestante que un Musulmán; pero con respecto a lo que estamos estudiando,
ambos están en una plataforma común, ambos son inconversos.
De uno, tan verdaderamente como del otro, se puede decir que, a menos que sea
convertido, no puede entrar en el reino de Dios.
La conversión no es unirse a un sistema religioso, por muy puro que sea ese sistema, por
muy sano, por muy ortodoxo. Un hombre puede ser un miembro del cuerpo religioso más
respetable que pueda existir a todo lo largo y ancho de la Cristiandad, y sin embargo ser
un hombre inconverso, no salvo, en su camino a la eterna perdición.
·
¿De qué le sirve, podemos lícitamente preguntar, un sistema religioso o un
credo teológico a un hombre que no tiene ni una sola chispa de vida divina? Los sistemas
y los credos no pueden dar vida, no pueden salvar, no pueden dar vida eterna. Un
hombre puede trabajar en su maquinaria religiosa como un caballo en un molino, dando
vueltas y vueltas, de un fin de año a otro, partiendo justo del lugar donde antes había
comenzado, en una deprimente monotonía de obras muertas. ¿Qué valor tiene todo
esto? ¿Qué resulta de todo esto? ¡Muerte! Sí; y entonces, ¿qué?
Pero además, el mismo Cristianismo, plenamente circundado de toda su luz, puede
ser adoptado como un sistema de creencia religiosa. Una persona puede estar
intelectualmente encantada - casi extasiada con las gloriosas doctrinas de la gracia,
un evangelio pleno, libre, la salvación sin obras, la justificación por fe; en resumen,
todo lo que hace a nuestro glorioso Cristianismo Neo-Testamentario. Una persona puede
profesar creer y deleitarse en esto; incluso puede llegar a ser un poderoso escritor
en defensa de la doctrina cristiana, un ferviente predicador elocuente del evangelio.
Todo esto puede ser verdad, y con todo, el hombre puede estar completamente
inconverso, muerto en delitos y pecados, endurecido, engañado y destruido por su
misma familiaridad con las preciosas verdades del evangelio - verdades que nunca han
ido más allá de la región de su entendimiento - que nunca alcanzaron su conciencia,
nunca tocaron su corazón, nunca convirtieron su alma.
·
Esto es acerca del caso que causa más consternación de todos. Nada puede
ser más horroroso, más terrible, que el caso de un hombre que profesa creer y se
deleita, sí, efectivamente, predicando el evangelio, en toda su plenitud, y enseñando
las grandes verdades características del Cristianismo, y no obstante ser completamente
inconverso, no salvo, y en su camino a una eternidad de miseria inefable - miseria que
necesariamente es intensificada hasta el grado máximo, por el recuerdo del hecho que
una vez él profesó creer, y realmente emprendió la predicación de las más gloriosas
nuevas que alguna vez cayeron en oídos mortales.
D.- ¿Qué Es Conversión?
1ª.Tes.1:9-10,
9
“ porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os
10
convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de
los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira
venidera.”
Aquí tenemos una clara definición de la conversión - breve, pero completa.
Se trata de un convertirse de, y un volverse a.
1.- Los Tesalonicenses, se convirtieron de los ídolos. Hubo un completo rompimiento
con el pasado, una actitud de dar la espalda, de una vez y para siempre, a su vida
y costumbres anteriores; una renunciación completa a todos esos objetos que habían
gobernado sus corazones y regido sus energías.
Esos queridos Tesalonicenses fueron conducidos a juzgar, a la luz de la verdad
divina, su vida pasada, y no sólo a juzgarlo, sino a abandonarlo abiertamente. No
fue un trabajo a medias. No hubo nada vago o inequívoco acerca de él. Fue una
época marcada en la historia de ellos - un gran momento crucial en la carrera
moral y práctica de ellos. No se trató de un mero cambio de opinión, o de la
recepción de una nueva colección de principios, una cierta alteración en sus opiniones
intelectuales. Fue mucho más que cualquiera o todas estas cosas. Se trató del solemne
descubrimiento de que toda su pasada carrera había sido una gran, oscura, monstruosa
mentira. Fue la real convicción de corazón de esto.
La luz divina se había abierto paso en sus almas, y en el poder de esa luz ellos se
juzgaron a sí mismos y la totalidad de su historia previa. Hubo una renunciación a
fondo de ese mundo que había gobernado hasta aquí los afectos de sus corazones; ni
una pizca de él debía ser exceptuada.
Podemos preguntar, ¿y qué produjo este cambio maravilloso? Simplemente la Palabra
de Dios convenció a sus almas en el gran poder del Espíritu Santo.
Fíjese lo que hizo el apóstol Pablo cuando llegó a Tesalónica, Hech. 17:2,
“Y Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres días de reposo discutió con
ellos,”
La RVA dice que, "discutió con ellos basándose en las Escrituras."
El apóstol procuró traer sus almas al contacto directo con la Palabra de Dios viva y
eterna. Él no trajo una mera influencia humana para imponerla sobre ellos. No hubo
ningún esfuerzo para actuar sobre sus sentimientos e imaginación. El bendito obrero
juzgaba que todas estas cosas eran absolutamente sin valor. No tenía confianza de
ninguna clase en ellas. Su confianza estaba en la Palabra y en el Espíritu de Dios. Él
asegura justamente esto a los Tesalonicenses de la manera más conmovedora, en 1ª.
Tes.2:13,
“Por lo cual", él dice, "también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando
recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra
de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros
los creyentes."
Esto es lo que podemos llamar un punto cardinal y vital. La Palabra de Dios, y sólo eso,
en la poderosa mano del Espíritu Santo, produjo estos grandes resultados en el caso de
los Tesalonicenses, quienes llenaron el corazón del amado apóstol con sincera acción
de gracias a Dios.
Él se regocijó que ellos no estuviesen unidos a él, sino al propio Dios vivo, por medio
de Su Palabra. Este es un vínculo imperecedero. Es tan permanente como la Palabra
que lo forma. La palabra del hombre es tan perecedera como él mismo; mas la Palabra
del Señor permanece para siempre.
Toda mera influencia humana, poder humano, y los resultados producidos por la
sabiduría o la energía humanas, son perfectamente inservibles. - sí, positivamente
dañinos.
Pablo predicaba la Palabra, y esa Palabra convenció, en la energía vivificante del
Espíritu Santo, los corazones de los Tesalonicenses. Cayó en buen terreno, echó raíz,
y produjo fruto en abundancia.
Y señalemos el fruto: "Os convertisteis de los ídolos." Tenemos aquí, en una palabra,
la vida completa de todo inconverso, hombre, mujer, o niño, sobre la faz de la tierra.
Todo está envuelto y presentado a nuestra vista en la expresión única: "ídolos."
No es de ninguna manera necesario inclinarse ante un linaje o una piedra para ser un
idólatra. Cualquier cosa que domina el corazón es un ídolo, la rendición del corazón
a esa cosa es idolatría, y el que lo rinde de ese modo es un idólatra. Tal es la
verdad clara, solemne, en este asunto, por muy desagradable que ella pueda ser para
el orgulloso corazón humano.
2.- Fíjese lo que dice el apóstol Pablo en Col.3:5,
“Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones
desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría;”
¿Cómo llama el apóstol Pablo a la avaricia o codicia? Él la llama "idolatría" ¡Cuántos
corazones son dominados por el dinero! ¡Cuántos adoradores se inclinan delante del
ídolo del oro!
¿Qué es la avaricia?
En el original, la palabra usada para avaricia es pleonéktes (πλεονέκτης); de sostener
(desear) más, esto es con ansia de ganancia (avaricioso, de aquí, defraudador):-avaro.
Y según el DRAE, Avaricia: (Del lat. avaritĭa). 1. f. Afán desordenado de poseer y
adquirir riquezas para atesorarlas.
Resumiendo tenemos que avaricia es, o el deseo de obtener más, o el amor a lo que
tenemos. Sea el deseo de poseer, o el deseo de acumular, en ambos casos se trata
de idolatría. Y con todo, las dos cosas pueden ser muy diferentes en su desarrollo
exterior.
a.- El deseo de poseer, es decir, el deseo de obtener más, puede ser hallado a
menudo en conexión con una disposición favorable para gastar;
b.- El deseo de acumular, por el contrario, está vinculado generalmente con un
intenso espíritu de acumulación.
Ejemplifiquemos esto, de esta manera: hay un hombre de gran capacidad comercial
- un completo genio comercial - en cuyas manos todo parece prosperar. Él tiene un
entusiasmo real por los negocios, una sed inextinguible por hacer dinero. Su único
objetivo es obtener más, añadir miles a los miles que posee, fortalecer su base
comercial, y ampliar su esfera. Él vive, prospera, y se deleita en la atmósfera del
comercio. Él comenzó en su carrera con unos pocos centavos en su bolsillo, y se ha
elevado a la orgullosa posición de un príncipe comerciante. Él no es un tacaño. Él está
tan dispuesto para malgastar como para obtener. Él viaja suntuosamente, agasaja con
una hospitalidad espléndida, da con gran generosidad a múltiples objetivos públicos.
Él es tenido en estima y respetado por todas las clases sociales. Pero él ama obtener
más. Él es un hombre codicioso - un idólatra.
Es verdad, él desprecia al pobre tacaño que pasa sus noches sobre sus bolsas de dinero,
'manteniendo una extraña comunión con su oro'; deleitando su corazón y proveyendo
un banquete para sus ojos con la vista misma del fascinante polvo dorado; negándose
a él mismo y a su familia las provisiones necesarias de la vida; andando en harapos y
miseria, antes que gastar siquiera un centavo del precioso tesoro escondido; que ama
el dinero, no por lo que él puede obtener o dar, sino simplemente por lo que el dinero
es; que ama acumular, no para poder gastar, sino para poder atesorar; cuyo único
deseo rector es morir merecedor de tan miserable polvo - !deseo extraño, desdeñable!
Ahora bien, estas dos personas son aparentemente muy distintas, pero ellas se
encuentran en un punto; ellas se ubican en una plataforma común; ambas son
codiciosas (avaras), ambos son idólatras.
Las dos palabras Griegas a las que hemos aludido en el texto son, pleonéxtes - el deseo de
obtener más, y, philarguria - el amor al dinero. Ahora bien, es la primera de ellas la que
aparece en Col. 3:5 - "avaricia, que es idolatría"; y allí está colocada en la terrible categoría con
algunos de los pecados más viles que manchan las páginas de la historia humana.
Esto puede parecer áspero y severo, pero es la verdad de Dios, y nosotros debemos
inclinarnos delante de su autoridad santa.
Amados hermanos, el corazón natural está formado por los pensamientos de los
hombres. Este corazón ama, idolatra, y adora los objetos que halla en este mundo; y
cada corazón tiene su propio ídolo. Uno adora el oro, otro adora el placer, otro adora
el poder.
Todo hombre no convertido es un idólatra; e incluso hombres convertidos no están
fuera del alcance de las influencias idolátricas, como es evidente a partir de la nota
de advertencia planteada por el venerable apóstol, "Hijitos, guardaos de los ídolos.
Amén" (1ª.Jn. 5:21).
3.- Ahora vamos a considerar lo que podríamos denominar el lado positivo del gran
asunto de la conversión.
Nosotros hemos visto que es un volverse (convertirse) de los ídolos - un volverse
(convertirse) de todos esos objetos que gobernaban nuestros corazones y
comprometían nuestros afectos - las vanidades y las necedades, las pasiones y los
placeres, que conformaban el todo de nuestra existencia en los días de nuestra
oscuridad y ceguera. Es, como leemos en Hech. 26:18, un volverse (convertirse)
de las tinieblas, y del poder de Satanás; y, como leemos en Gál.1:4, un volverse
(convertirse) del presente siglo malo ("de la presente época malvada" - RVA).
Leamos estos pasajes bíblicos:
Hech. 26:18,
“para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la
potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de
pecados y herencia entre los santificados.”
Gál.1:4,
“el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo
malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre,”
Pero la conversión es mucho más que todo esto. No sería, en un sentido, más que una
pobre cosa, si fuera meramente un volverse 'del pecado, el mundo, y Satanás.' Sin
duda, es una misericordia de proporciones el ser liberado, de una vez y para siempre,
de toda la desdicha y de la degradación moral de nuestra vida anterior; de la terrible
servidumbre del dios y príncipe de este mundo; de toda la falsedad y vanidad de un
mundo que yace en los brazos del maligno; y del amor y práctica del pecado - los
viles afectos que una vez gobernaban sobre nosotros. Nosotros nunca podemos estar
demasiado agradecidos por todo lo que se incluye en este aspecto del asunto.
Pero, repetimos, hay efectivamente mucho más que esto. El corazón puede sentirse
dispuesto a inquirir, «¿Qué hemos obtenido en lugar de todo lo que hemos
abandonado? ¿Es el Cristianismo meramente un sistema de negaciones? Si nosotros
hemos roto con el mundo y con el 'yo' - si hemos abandonado nuestros antiguos
placeres y entretenciones - si, en resumen, si hemos dado la espalda a lo que hace a
la vida en este mundo, ¿que tenemos en cambio?»
El pasaje bíblico que venimos considerando en 1ª.Tes.1:9 proporciona, en una
palabra, la respuesta a todos estos interrogantes - una respuesta plena, clara,
distintiva, y comprensiva. Aquí está - "os convertisteis . . . A DIOS."
a.- ¿Qué he conseguido en lugar de mis "ídolos" anteriores"? ¡A Dios! ¿En lugar
de los vanos y pecaminosos placeres de este mundo? ¡A Dios! ¿En lugar de
sus riquezas, honores, y distinciones? ¡A Dios! ¡Oh, bendito, glorioso, perfecto
Substituto!
¿Qué tuvo el hijo prodigo en lugar de los trapos de la provincia apartada? ¡El
mejor vestido en la casa de su padre! ¿En lugar de las algarrobas de los cerdos?
¡El becerro gordo de la provisión de víveres del padre! ¿En lugar de la degradante
servidumbre de la provincia apartada? ¡La bienvenida del padre, su seno, y su
mesa! (Luc. 15: 11-32)
Amada hermana y amado hermano, ¿no es éste un bendito intercambio? ¿No
tenemos nosotros, en la historia familiar, pero siempre encantadora, del hijo
pródigo, una ilustración muy conmovedora e impresionante de la verdadera
conversión en ambos de sus aspectos? ¿No podemos bien exclamar, mientras
contemplamos fijamente el retrato inimitable, «¡Qué conversión!»? ¡Qué
volverse de y convertirse a! ¿Quien puede pronunciarlo? ¿Qué lengua humana
puede exponer adecuadamente los sentimientos del retornado vagabundo,
cuando fue estrechado al seno del Padre, y bañado en la luz y el amor de la casa
del Padre? Los trapos, las algarrobas, los cerdos, la esclavitud, el frío egoísmo,
la destitución, el hambre, la miseria, la degradación moral - todas estas cosas ya
no están, y nunca más estarán; y, en lugar de eso, el inefable deleite de aquel
resplandeciente y feliz hogar; y, sobre todo, el exquisito sentimiento de que todo
ese alegre gozo que lo rodeó fue despertado por el hecho mismo de su regreso ¡de que ello alegró al padre por tenerle de regreso!
Pero quizás se nos dirá que todo esto no es más que una figura. Sí; pero, ¿una
figura de qué? De una realidad preciosa, divina; una figura de lo que sucede
en cada caso de una conversión verdadera, si solamente se contempla desde un
punto de vista celestial. No se trata de un mero abandono del mundo, con sus mil
y una vanidades y locuras. Es esto, sin duda; pero es muchísimo más. Es ser traído
a Dios, traído al hogar, traído al seno del Padre, traído a la familia; es ser hecho
- no en el lenguaje de una estéril formalidad, sino en el poder del Espíritu, y por
la poderosa acción de la Palabra - un hijo de Dios, un miembro de Cristo, y un
heredero del reino.
Esto, y nada menos que esto, es la conversión.
b.- Que el lector vea que él lo entiende completamente. Que no se satisfaga con
nada menos que esta gran realidad - con este volverse de las tinieblas a la luz,
del poder de Satanás, y de la adoración de ídolos, a Dios. El Cristiano está, en un
sentido, como realmente traído a Dios ahora, como si él estuviera, de hecho, en
el cielo. Esto puede parecer fuerte, pero es dichosamente verdad. Oigan lo que
el apóstol Pedro dice en cuanto a este punto, 1ª.Ped. 3:18,
"Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los
injustos, para llevarnos… - ¿Qué? ¿Al cielo cuando morimos? No, sino …para
llevarnos a Dios (¿cuándo? Ahora) siendo a la verdad muerto en la carne, pero
vivificado en espíritu"
Ahora leamos Rom. 5: 10-11,
10
“ Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de
11
su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Y
no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro
Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.”
Este es un principio inmenso. No está dentro del ámbito del lenguaje humano
expresar lo que está implicado en 'volverse' ('convertirse'), o 'traído a Dios'.
Nuestro adorable Señor Jesucristo lleva a todos quienes creen en Su nombre a
la presencia de Dios, en toda Su perfecta aceptabilidad. Ellos vienen en todo el
mérito, y la virtud, y el valor de la sangre de Jesús, y en toda la fragancia de Su
muy excelente Nombre.
El nos lleva a la misma posición con Él mismo. Él nos vincula con Él mismo, y
comparte con nosotros todo lo que Él tiene, y todo lo que Él es, excepto Su
Deidad, la cual es incomunicable. Nosotros somos perfectamente identificados
con Él. Fíjate lo que dicen algunas escrituras de boca de nuestro mismo Señor:
Jn.14:19, 27; 15:11, 15:
Jn.14:19, 27;
19
“ Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis;
27
porque yo vivo, vosotros también viviréis… La paz os dejo, mi paz os doy;
yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga
miedo.”
Jn.15:11, 15
11
“ Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro
15
gozo sea cumplido… Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que
hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi
Padre, os las he dado a conocer.”
Del mismo modo, en aquella maravillosa oración en Juan 17, leemos:
Jn.17:8-10,14,18,22-26:
8
“ porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han
9
conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste. Yo
ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos
10
14
son, y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos… Yo
les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo,
18
como tampoco yo soy del mundo… Como tú me enviaste al mundo, así yo
22
los he enviado al mundo… La gloria que me diste, yo les he dado, para que
23
sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que
sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que
24
los has amado a ellos como también a mí me has amado. Padre, aquellos
que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo,
para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de
25
la fundación del mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te
26
he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Y les he dado a conocer
tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado,
esté en ellos, y yo en ellos.”
Ahora bien, es completamente imposible concebir nada más elevado o más
bendito que esto. Ser así tan plenamente identificados con el Hijo de Dios, ser tan
completamente uno con Él como para compartir en el mismo amor con el que Él
es amado por el Padre, participar de Su paz, Su gozo, Su gloria - todo esto implica
la medida y el carácter de bendición más elevados posible con los que cualquier
criatura pudiese ser dotada. Ser salvos de los horrores eternos del abismo del
infierno; ser perdonados, lavados, y justificados: ser reinstalados en todo lo que
Adán perdió; que se nos permita entrar en el cielo, sobre cualquier terreno, o en
cualquier carácter de cualquier clase, sería maravillosa misericordia, bondad, y
benevolencia; pero ser llevados a Dios en todo el amor y el favor de Su amado
Hijo, ser íntimamente asociado con Él en toda Su posición delante de Dios - Su
aceptabilidad ahora - Su gloria de aquí a poco - esto, verdaderamente, es algo
sobre lo cual sólo el corazón de Dios pudo pensar, y sólo Su gran poder pudo llevar
a cabo.
Amados hermanos, todo esto está involucrado en la conversión de la que
hablamos. Tal es la gracia magnífica de Dios, tal es el amor con que Él nos ha
amado, aún cuando nosotros estábamos muertos en delitos y pecados, enemigos
en nuestras mentes haciendo malas obras, esclavos de concupiscencias y deleites
diversos, adorando ídolos, ciegos, degradados, esclavos del pecado y Satanás,
hijos de ira. y yendo directo al infierno.
Y lo mejor de todo ello es, que, al mismo tiempo, ello glorifica el nombre,
y gratifica el corazón de Dios, el traernos a este lugar de bienaventuranza
inconcebible, amor, y gloria. No satisfaría el amor de Su corazón darnos cualquier
lugar inferior que el de Su propio Hijo.
Bien podía el inspirado apóstol exclamar, en vista de toda esta gracia estupenda:
Ef. 1: 3 - 7; VM
"¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, el cual nos ha
bendecido en Cristo con toda suerte de bendiciones espirituales, en las regiones
celestiales; según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que
fuésemos santos e irreprensibles delante de él: habiéndonos predestinado, en
su amor, a la adopción de hijos, por medio de Jesucristo, para sí mismo, según
el beneplácito de su voluntad; para loor de la gloria de su gracia, de que nos
hizo merced en el amado Hijo suyo: en quien tenemos redención por medio de
su sangre, la remisión de nuestros pecados, según las riquezas de su gracia." .
¡Qué profundidad de amor, qué plenitud de bendición, nosotros tenemos aquí!
Es el propósito de Dios glorificarse a Sí mismo, a lo largo de los innumerables
siglos de la eternidad, en Sus tratos con nosotros. Él exhibirá, a la vista de toda
inteligencia creada, las riquezas de Su gracia, en Su bondad hacia nosotros, por
medio de Cristo Jesús. Nuestro perdón, nuestra justificación, nuestra perfecta
liberación, nuestra aceptación - todas las bendiciones concedidas a nosotros en
Cristo - son para la exhibición de la gloria divina a través del vasto universo, para
siempre. No satisfaría las demandas de Dios, ni respondería a los afectos de Su
corazón, tenernos en cualquier otra posición que la de Su propio bienamado y
unigénito Hijo.
Esto, entonces, es conversión.
c.- Así nosotros somos llevados a Dios. Nada menos que esto. No meramente nos
volvimos de nuestros ídolos, cualesquiera que ellos fueran, sino que somos, de
hecho, llevados a la presencia misma de Dios, para hallar nuestro deleite en Él,
para gozarnos en Él; para andar con Él, para hallar todas nuestras fuentes en Él,
para recurrir a Sus inagotables recursos, para hallar en Él una respuesta perfecta
a todas nuestras necesidades, de modo que nuestras almas estén satisfechas, y
eso para siempre.
¿Queremos nosotros regresar a los ídolos? ¡Jamás! ¿Sentimos algún anhelo por
nuestros antiguos objetos? No si nuestros corazones están comprendiendo nuestro
lugar y nuestra porción en Cristo.
¿Tuvo el hijo pródigo algún anhelo por las algarrobas y los cerdos, cuando
descansó en el seno del padre, cuando fue vestido en la casa del padre, y cuando
se sentó a la mesa del padre? Nosotros no, y no podemos, créalo. No podemos
imaginar que tuviera un solo suspiro por la provincia apartada, una vez que él se
halló dentro del círculo bendito de esa resplandeciente y dichosa casa de amor.
¡Es lamentable! ¡muy lamentable! muchos profesan ser convertidos, y parecen
seguir adelante por una temporada, pero antes de que pase mucho tiempo ellos
comienzan a enfriarse, y sentirse cansados e insatisfechos. La obra no fue real.
Ellos no fueron realmente traídos a Dios. Pueden haber renunciado a los ídolos
por un tiempo, pero Dios mismo nunca fue alcanzado. Ellos nunca hallaron en Él
una porción satisfactoria para sus corazones - nunca conocieron el significado real
de la comunión con Él - nunca gustaron la satisfacción de corazón, el reposo del
corazón, en Cristo. De ahí que, con el transcurso del tiempo, el pobre corazón
comenzó a añorar una vez más al mundo, y regresaron, y se zambulleron en sus
locuras y vanidades con mayor avidez que nunca.
Casos semejantes son muy tristes, muy decepcionantes. Ellos acarrean gran
vituperio sobre la causa de Cristo, y son utilizados como un argumento para el
enemigo, y como una piedra de tropiezo para averiguadores ansiosos. Pero dejan
el asunto de la conversión divina justo donde estaba.
El alma que es verdaderamente convertida es una que no meramente se ha vuelto
(convertido) de este presento siglo malo, y todas sus promesas y pretensiones,
sino que ha sido conducida por el precioso ministerio del Espíritu Santo a hallar
en el Dios vivo, y en Su Hijo Jesucristo, todo lo que puede posiblemente necesitar
ahora y por los siglos. Un alma semejante ha terminado divinamente con el
mundo. Ha roto con él para siempre. Ha tenido sus ojos abiertos para ver, por
completo, la cosa en su totalidad. Lo ha juzgado en la luz de la presencia de
Dios. Lo ha medido por la norma de la cruz de Cristo. Lo ha pesado en las
balanzas del santuario, y le ha vuelto sus espaldas para siempre, para hallar un
objeto absorbente y dominante en la Persona de aquel Bendito que fue clavado
al madero maldito, para librarla, no sólo de las llamas eternas, sino también de
este presente siglo malo.
¿Permitirás que ponga a tu consideración una pregunta clara, directa? ¿Eres tú convertido?
¿Profesas tú serlo? ¿Tomas tú el terreno de ser un Cristiano? Si es así, ¿abandonaste los
ídolos? ¿Has roto realmente con el mundo, y con tu antiguo yo? ¿Ha entrado la Palabra
viva de Dios en tu corazón, y te ha conducido a juzgar la totalidad de tu vida pasada,
haya sido ella una vida de diversión y de irreflexiva extravagancia, una vida de laborioso
enriquecimiento, una vida de vicio y maldad abominables, o una vida de mera rutina
religiosa - una religión sin Cristo, sin fe, sin valor?
Si no es así, ¡Que Dios nos dé de su gracia para convertirnos de una vez por todas!.
6.- Caminando Hacia La Destrucción
Por más de mil novecientos setenticinco años, Dios ha dejado pasar estos lugares altos
espirituales, del mismo modo que por muchos siglos dejó pasar los lugares altos de Israel y de
Judá. Pero recuerda, Dios advirtió al antiguo Israel que llegado el momento El destruiría los
lugares altos.
Esta destrucción fue completada cuando Judá comenzó a caer en la esclavitud al tiempo cuando
su último rey bueno, el rey Josías, fue muerto en el año 609 A.C. La destrucción fue completa en
el 587 A.C. cuando Jerusalén y el templo fueron totalmente destruidos, en los 23 años siguientes
al año 609 A.C.
De manera amenazante, el pasaje de 2ª.Cor.10:4,6 que habla de los lugares altos en el Nuevo
Testamento también advierte de un tiempo cuando Dios destruiría los lugares altos.
Recuerde que Dios dijo:
4
“ Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la
6
destrucción de fortalezas… y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando
vuestra obediencia sea perfecta.”
Fíjese lo que dice otra traducción: CST-IBS (Versión Castilian)
4
“ porque no son armas humanas, sino poderosas armas divinas destinadas a destruir
6
fortalezas,… Utilizaré estas armas frente a cualquier rebeldía, habiéndolas utilizado antes
contra vosotros mismos para lograr que vuestra obediencia a Cristo sea perfecta.”
En este pasaje tan revelador, Dios, a través del apóstol Pablo, está declarando que vendrá
castigo contra toda maquinación mental contraria a la obediencia a Cristo. Contra toda actitud
que nace de argumentos elaborados en la mente que se oponen a la VERDAD.
Y el apóstol Pedro nos lo aclara de esta manera en 1ª.Ped.4:17,
“Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por
nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios?”
Por tanto, vemos claramente que Dios ha determinado un tiempo durante la era del Nuevo
Testamento cuando vendría castigo contra las cosas elevadas y razonamientos exaltados de los
hombres. Este castigo se está dando ahora hasta que la obediencia de las iglesias haya sido
cumplida. Todo lo que no es Dios, se caerá.
Conclusión
Estas consideraciones permiten que nos preguntemos ¿Si una iglesia quita sus lugares altos, cómo
será su estilo de vida?
Fíjate lo que dijo Jesús, refiriéndose a las preocupaciones propias de una MENTE NO RENOVADA
de los que le escuchaban en la ladera de una montaña, por las cosas que nosotros llamamos
“materiales”, es decir: casa, comida, vestido, lee conmigo Mat.6:33-34:
33
“ Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán
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añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán.
Basta a cada día su propio mal.”
Debo decirles que lo que impide que las bendiciones dadas por Dios a través de Jesucristo, se hagan
realidad en nosotros, es porque todavía siguen imperando en nuestras MENTES, los lugares altos y
no AQUEL que debe estar entronizado, JESUCRISTO NUESTRO SEÑOR.
Es por ello que TENEMOS que seguir comprendiendo las Sagradas Escrituras para que la PALABRA DE
DIOS, para estos tiempos, y para nuestras vidas, sea de verdad viva y eficaz.
¡Que Dios les siga bendiciendo!
Apéndice
LUGAR ALTO
Del hebreo: bamah (hm;B; , 1116), «lugar alto».
Este nombre se halla en otras lenguas semíticas con el significado del lomo de un animal o la espalda
de un hombre (ugarítico), la ladera o «lomo» de una montaña (acádico) o el «bloque» de piedra o
tumba de un santo (árabico).
En hebreo bíblico, bamah se usa unas 100 veces y por primera vez en Lev.26:30 (rva): «Destruiré
vuestros lugares altos, derribaré vuestros altares donde ofrecéis incienso, amontonaré vuestros
cuerpos inertes sobre los cuerpos inertes de vuestros ídolos, y mi alma os abominará».
La mayoría de los casos se encuentran en los libros de Reyes y Crónicas, con el significado de un
«lugar alto» de culto. Son contadas las veces que el término se encuentra en el Pentateuco o en la
literatura poética o profética.
Bamah con la simple acepción de «espalda» o «lomo» también se halla en el Antiguo Testamento:
«Tus enemigos tratarán de engañarte, pero tú pisotearás sus lugares altos» (Deut.33:29 rva nrv;
«alturas» rvr; «espaldas» bj).
El uso metafórico en la Biblia de los «lomos» (bamah) de las nubes y de las olas del mar causa
problemas a los traductores: «Sobre las alturas [«el dorso» nbe] de las nubes subiré, y seré
semejante al Altísimo» (Is.14:14 rvr), y «Por sí solo extiende los cielos y camina sobre las ondas
[«alturas» rv; «dorso» nbe] del mar» (Job 9:8).
Un problema parecido se encuentra en Sal.18:33 (rva) (cf. 2ª.Sam.22:34; Hab.3:19): «Hace que
mis pies sean ágiles como los del venado, y me mantiene firme sobre mis alturas». En estos pasajes,
bamah se debe entender como una expresión idiomática que expresa «autoridad». Metafóricamente
el vocablo sirve para describir al Señor que provee para su pueblo: «Le hizo cabalgar sobre las alturas
de la tierra, y le hizo comer los productos del campo. Hizo que chupara miel de la peña, aceite
del duro pedernal» (Deut.32:13 rva; cf. Is.58:14). El modismo, «cabalgar sobre las alturas de la
tierra», expresa, en términos hebreos, cómo protege Dios a su pueblo. Señala la naturaleza exaltada
de Israel, cuyo Dios es el Señor.
No todos los bamah fueron literalmente «lugares altos» cúlticos; el término puede referirse
sencillamente a una unidad geográfica; cf.: «Por tanto, por culpa de vosotros Sion será arada como
campo. Jerusalén será convertida en un montón de ruinas; y el monte del templo, en cumbres
boscosas» (Miq.3:12 rva; cf. Am. 4.13).
Antes de llegar los israelitas, los cananeos sirvieron a sus dioses sobre estos montes, en los que
sacerdotes paganos presentaban sus sacrificios a los dioses: Israel imitó tal práctica (1ª.Rey.3:2),
aun cuando sacrificaban al Señor.
Los lugares altos de las naciones circunvecinas estaban dedicados a Quemós (1ª.Rey.11:7 rva), Baal
(Jer.19:5) y otras divinidades.
Sobre el «lugar alto» se construía un templo que se consagraba al dios: «También hizo [Jeroboam]
santuarios en los lugares altos e instituyó sacerdotes de entre la gente común, que no eran hijos de
Leví» (1ª.Rey.12:31 rva).
Los santuarios se decoraban con símbolos cúlticos; por lo que los pilares sagrados (<asherah) y los
árboles y palos sagrados (matstsebah) se asociaban con templos: «También se edificaron lugares
altos, piedras rituales y árboles de Asera, en toda colina alta y debajo de todo árbol frondoso»
(1ª.Rey.14:23 rva; cf. 2ª.Rey.16:4).
Antes de la construcción del templo, Salomón adoró al Señor en el gran bamah de Gabaón
(1ª.Rey.3:4). Esto se permitió hasta la consagración del templo; sin embargo, la historia demuestra
que Israel no tardó en apropiarse de los «lugares altos» para usos paganos.
Hubo bamah en las ciudades de Samaria (2ª.Rey.23:19), Judá (2ª.Crón.21:11) y hasta en Jerusalén
(2ª.Rey.23:13).
Los bamah fueron sitios de prostitución ritual: «Pisotean en el polvo de la tierra las cabezas de los
desvalidos, y tuercen el camino de los humildes; y el hijo y su padre se llegan a la misma joven,
profanando mi santo nombre. Sobre las ropas empeñadas se acuestan junto a cualquier altar; y el
vino de los multados beben en la casa de sus dioses» (Am. 2.7–8).
La Septuaginta usa los siguientes términos griegos: hupselos («alto; altivo; elevado»), bama
(transliteración del hebreo), bomos («altar»), stele («pilar») y hupsos («altura; lugar alto»).
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