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SEGUNDO Y TERCER NIVEL DE EVALUACIÓN DE PROGRAMAS DE
CAPACITACIÓN JUDICIAL: PROPUESTA BASADA EN UNA EXPERIENCIA DE
LA ACADEMIA JUDICIAL DE CHILE
Second and third level assessment of judicial training programs: Proposal based upon
the experience of the Judicial Academy of Chile
Alberto Merino Lefenda
Juez, Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Osorno
RESUMEN
La evaluación de programas de capacitación es una actividad central en el ciclo
de capacitación judicial. El marco teórico utilizado mayoritariamente para su desarrollo
es el modelo de cuatro niveles propuesto por Kirkpatrick. Siguiendo dicho modelo, las
actividades de evaluación se han focalizado generalizadamente en los dos primeros
niveles: Reacción y Aprendizaje. Por su parte, los niveles de Comportamiento y
Resultado han sido abordados tímidamente a nivel judicial, principalmente debido a su
complejidad. Este artículo propone una evaluación del impacto sobre el aprendizaje y
comportamiento de los jueces, basándose en aspectos del programa de capacitación para
capacitadores judiciales de Chile.
ABSTRACT
The assessment of training programs is a central activity in the cycle of judicial
training. The theoretical framework mostly used for such a purpose is the four level
model proposed by Kirkpatrick. Following this model, evaluation activities have
generally focused upon the two first levels: Reaction and Learning. In turn, the levels of
Behaviour and Results have been timidly addressed by judiciaries, due to their
complexity. This paper proposes a way to assess the impact upon learning and
behaviour of judges, based on aspects of the Chilean training for judicial trainers
program.
1 I. INTRODUCCIÓN
El proceso de capacitación judicial puede ser visto como un ciclo circular en que
las diversas etapas se retroalimentan y complementan para producir un impacto positivo
en la organización judicial. De esta forma, la planificación y diseño de un curso
provechoso debe ser antecedida por un adecuado estudio de las necesidades concretas
de capacitación que se pretende atender, aspecto en que Latinoamérica ha exhibido
históricamente claras debilidades (Hammergren 1998). De igual forma, la ejecución del
programa de capacitación debería dar lugar posteriormente a un proceso serio de
evaluación de la actividad y sus efectos a fin de determinar si los objetivos inicialmente
trazados y las necesidades de capacitación identificadas fueron adecuadamente
abordadas. La experiencia internacional muestra que esta etapa tiende a ser ejecutada de
forma relativamente superficial. Así por ejemplo, un estudio reciente sobre buenas
prácticas de capacitación judicial de la Comisión Europea (2014) indica que
precisamente en el área de evaluación es donde se observa un menor número de
iniciativas destacables (p. 28). Sin embargo, a pesar de las dificultades que la
evaluación de la capacitación judicial presenta, lo deseable es que dicha evaluación se
efectúe y que los resultados obtenidos sean utilizados para alimentar nuevamente el
proceso de estudio de las necesidades de capacitación, produciéndose de esta forma un
ciclo virtuoso en que las diversas fases del proceso de capacitación se complementan
(Armytage 1996, 2005).
Diagrama 1: Ciclo de la capacitación judicial (Armytage 1996, p.222)
2 Este artículo propone una aproximación a la evaluación de la capacitación
judicial en el nivel de aprendizaje y también en aquel en que posiblemente ofrece mayor
complejidad, como es la evaluación de la transferencia del conocimiento adquirido en
una actividad de capacitación hacia el comportamiento efectivo del juez. En otras
palabras, interesa aquí explorar formas para determinar si las actividades de
capacitación continua de los jueces producen o no un verdadero impacto en su
comportamiento judicial. Para desarrollar una propuesta concreta, el artículo expone el
marco teórico que se usa generalizadamente en el mundo para la evaluación de
programas de capacitación judicial, desarrollado por Donald y James Kirkpatrick
(2006), utilizando dicho marco para situar y contextualizar la propuesta que se plantea.
Posteriormente el artículo expone algunas dificultades que ofrece la evaluación de la
capacitación de jueces, y someramente algunos métodos utilizados en el mundo para
evaluar el impacto de la capacitación judicial sobre su comportamiento, indicando cómo
la propuesta que ofrece este artículo se diferencia de los mecanismos utilizados
tradicionalmente para tal efecto. En la última parte del artículo se explican los
principales aspectos del programa de capacitación para capacitadores que actualmente
aplica la Academia Judicial de Chile, exponiendo particularmente el modelo de
evaluación que este programa utiliza. Finalmente, se propone una adaptación de dicho
modelo, para su uso de forma más generalizada, en distintos programas de capacitación
judicial y como complemento de otros mecanismos igualmente necesarios.
Como conclusión se resaltan los beneficios potenciales de la propuesta, en
cuanto permitiría efectuar una evaluación de aprendizaje, pero también una evaluación
indirecta del impacto sobre el comportamiento de los jueces. Ello, sin necesidad de
aplicar instrumentos altamente complejos. Más aún, el modelo de evaluación que se
plantea, en cuanto se basa en el trabajo directo de los evaluados en sus respectivos
entornos de trabajo, refuerza el proceso de aprendizaje propiamente tal, y promueve la
motivación hacia el cambio, basada en la auto-determinación de los propios jueces.
II. MARCO TEÓRICO PARA LA EVALUACIÓN DE PROGRAMAS DE
CAPACITACIÓN JUDICIAL
Como se anticipó, el modelo más utilizado para la evaluación de programas de
capacitación continua es aquel desarrollado por Donald Kirkpatrick a partir de los años
3 60’. Este modelo ha sido objeto de numerosas críticas y variaciones (ver Pineda Herrero
& Ciraso Calí 2012), sin embargo, debido a su simplicidad se ha mantenido como el
marco mayoritariamente aplicado en diversas áreas, incluyendo la judicial (ver
European Comission 2014; Goldstein & Tull 2013; Edwards 2013; Pineda Herrero &
Ciraso Calí 2012; Épineuse 2008; Basarab & Root 1992).
El modelo de Kirkpatrick distingue cuatro niveles, cada uno con distintos
objetivos y metodologías. En primer lugar, en el nivel de reacción se mide la opinión de
los participantes en el programa y su nivel de satisfacción con el mismo. En este ámbito
se incluyen aspectos relativos a la calidad de los expositores, la pertinencia de los temas
abordados, la comodidad del recinto en que se realiza el curso, etc. La metodología
utilizada es en general simple e.g. aplicación de cuestionarios al final de la actividad. El
segundo nivel del modelo mide el nivel de aprendizaje de los participantes en términos
de conocimientos adquiridos, habilidades desarrolladas o actitudes asumidas. En este
caso, la evaluación normalmente reviste mayor complejidad, requiriendo en lo posible
mediciones previas a la actividad de capacitación y posteriores a la misma. Tales
mediciones pueden consistir en pruebas escritas, encuestas o bien, ejercicios prácticos.
El tercer nivel del modelo de Kirkpatrick mide el efecto de la capacitación sobre el
comportamiento de los participantes, una vez que han retornado a sus lugares de trabajo.
La evaluación en este nivel es necesariamente más compleja y costosa, requiriendo
tiempo para que el cambio de comportamiento se asiente y la aplicación de un
procedimiento que en general descansa en encuestas o entrevistas. Tales instrumentos
pueden aplicarse tanto al sujeto que asistió a la capacitación, como a su entorno laboral
inmediato: pares, subordinados o superiores, intentando detectar la transferencia
efectiva de los contenidos aprendidos al comportamiento en el entorno laboral.
Finalmente, el modelo distingue la evaluación del resultado de la capacitación, el
aspecto más complejo del proceso, en cuanto se refiere a los efectos concretos de la
capacitación sobre la organización y los procesos de trabajo. En otras palabras, se trata
de determinar si la capacitación ha generado cambios efectivos y tangibles, para lo cual
se requiere normalmente de una investigación que aplique diversas metodologías,
orientadas a identificar evidencias de tales cambios (Kirkpatrick & Kirkpatrick 2006,
pp.27–70).
Los cuatro niveles de la evaluación de capacitación continua pueden graficarse
utilizando una pirámide. En la base se ubica el nivel de reacción, reflejando que en este
ámbito la evaluación de programas de capacitación se practica de manera generalizada
4 en diversos escenarios, incluyendo el judicial. Los niveles superiores aumentan
progresivamente la complejidad de la evaluación y por tanto, los sistemas judiciales
tienden a efectuar evaluaciones limitadas en tales ámbitos, incluso omitiendo las
evaluaciones más complejas de comportamiento o de resultado.
4. Resultado 3.Comportamiento 2. Aprendizaje 1. Reacción Diagrama 2: Pirámide de los niveles de evaluación de Kirkpatrick
Es importante destacar que la distinción entre distintos niveles no implica
necesariamente diferenciar según importancia. Al contrario, es recomendable realizar
evaluaciones en todos los niveles de manera complementaria. Particularmente, sería un
grave error omitir la evaluación de los dos primeros niveles, de reacción y aprendizaje,
a fin de medir directamente cambios de comportamiento. En efecto, es inapropiado
asumir que el tercer nivel comprende los dos primeros y por lo mismo, una estrategia de
ese tipo podría conducir a conclusiones equivocadas. Así por ejemplo, es posible que un
programa de capacitación cumpla las expectativas de los participantes y que el
aprendizaje se produzca efectivamente, pero que no obstante ello, no exista un cambio
de comportamiento real en el entorno de trabajo. Ello podría deberse a factores ajenos al
programa de capacitación propiamente tal, lo que sin embargo no podría ser pesquisado
en el caso señalado, por no haberse evaluado el programa de capacitación en primer
lugar. Al respecto, cabe destacar que la transferencia efectiva del nuevo conocimiento al
entorno de trabajo depende de numerosos factores, algunos de los cuales pueden ser
abordados por el programa de capacitación, como la motivación del individuo para
adoptar un cambio de comportamiento o el conocimiento específico de qué hacer y
cómo implementar el cambio. Sin embargo, otros factores son normalmente ajenos a los
programas de capacitación, como por ejemplo, el efecto del clima laboral o la
disponibilidad de recompensas intrínsecas (internas e.g. la sensación de satisfacción u
orgullo ante un logro) o extrínsecas (externas al individuo e.g. reconocimiento de
superiores o pares, o recompensa económica) vinculadas al cambio de comportamiento
(Kirkpatrick & Kirkpatrick 2006, pp.23–24).
5 En relación con lo anterior, la literatura especializada aborda de manera más
específica los factores de transferencia de conocimientos, habilidades o actitudes
adquiridos en un programa de capacitación continua, hacia el entorno de trabajo. Al
respecto, Burke y Hutchins (2007) ofrecen una revisión de la literatura que aborda el
tema distinguiendo tres grupos de factores de transferencia propuestos por diversos
autores:
1) Las características del alumno/trabajador/juez. En este grupo se ubican
aspectos tales como: a) la habilidad cognitiva individual; b) la auto-eficacia o juicio que
tienen los individuos acerca de su competencia para enfrentar un desafío; c) la
motivación, referida al interés de los participantes por aplicar en un contexto real los
conocimientos aprendidos.; d) la personalidad, en cuanto engloba una serie de atributos
que pueden limitar o facilitar la posibilidad de transferir los conocimientos adquiridos al
plano práctico; e) la percepción de utilidad o valor que se asocia a la capacitación; y f)
las variables de carrera, en cuanto se ha establecido que la percepción de impacto
positivo de la capacitación en la carrera del participante puede incidir en la motivación
para aplicar los conocimientos adquiridos.
2) El diseño y ejecución del programa de capacitación. En este grupo se ubican
los siguientes factores: a) el estudio de necesidades de capacitación; b) el
establecimiento de objetivos específicos de aprendizaje; c) la relevancia de los
contenidos abordados para el entorno de trabajo del participante; d) las estrategias y
métodos de enseñanza, etc.
3) La influencia del ambiente de trabajo. En esta categoría se mencionan
factores tales como: a) el vínculo estratégico entre la actividad de capacitación y los
objetivos de la organización; b) El clima de transferencia, en cuanto al apoyo en el
contexto de trabajo para la incorporación de nuevos conocimientos; c) el apoyo de
superiores y pares, siendo el apoyo de estos últimos más significativo que el de los
primeros; d) la oportunidad para aplicar los conocimientos adquiridos; y e) la
necesidad de rendir cuentas sobre la aplicación de los conocimientos adquiridos en la
capacitación, sea ante la organización, superiores o en el entorno cultural.
De acuerdo a lo anterior, un programa de evaluación aplicable al nivel de
comportamiento del participante en una capacitación, debería considerar en qué medida
la actividad de capacitación continua se adecúa a las particularidades de los
participantes y de la organización, ofreciendo un programa apto para promover la
transferencia de conocimientos adquiridos al entorno laboral y minimizar los obstáculos
6 a dicha transferencia. Precisamente en tal sentido razona un enfoque particular para la
evaluación del efecto de la capacitación sobre el comportamiento de los jueces, basado
en una metodología indirecta, a través de la identificación y valoración de los factores
condicionantes de la aplicación de los aprendizajes al lugar de trabajo. En este caso se
intenta obtener información acerca de los factores negativos y positivos que inciden en
la transferencia de aprendizajes adquiridos (Pineda Herrero & Ciraso Calí 2012). De
esta forma, ante la dificultad de detectar cambios de comportamiento concretos de los
participantes, la evaluación se concentra en los factores que facilitan u obstaculizan
tales cambios, permitiendo realizar inferencias acerca de la posibilidad de que
aprendizajes adquiridos hayan sido efectivamente transferidos. Este mecanismo
indirecto de evaluación se diferencia del más tradicional, por el cual se intenta
identificar efectivos cambios de comportamiento, fundamentalmente mediante
encuestas o entrevistas ex-post a los participantes.
III. PANORAMA GENERAL DE LA EVALUACIÓN DE PROGRAMAS DE
CAPACITACIÓN JUDICIAL
En términos generales, la evaluación de la capacitación judicial ofrece
dificultades particulares. Además de las complejidades metodológicas propias de la
actividad evaluadora, existen otras dificultades derivadas de la naturaleza subjetiva del
trabajo judicial, del principio de independencia judicial y del largo plazo que en general
requieren los cambios en organizaciones judiciales (International Network to Promote
the Rule of Law 2007). En tal sentido, la adopción de conocimientos y la instalación de
nuevos comportamientos no debe interferir los procesos individuales sobre los cuales se
asienta la independencia del juez. De esta forma, deben en general evitarse evaluaciones
demasiado prescriptivas, así como vincular el resultado de las evaluaciones con
consecuencias para la carrera del juez, sean directas o indirectas, que tiendan en
definitiva a comprometer la independencia que debe imperar en el trabajo judicial. Por
otro lado, es necesario tener presente que el impacto global de la capacitación es
incremental y por lo mismo, de largo aliento. En consecuencia, los resultados de un
programa de capacitación no son usualmente de alto impacto o de gran visibilidad
inmediata. En efecto, un buen programa de capacitación es aquel que logra producir un
aprendizaje que en definitiva se transfiere al trabajo judicial, lo que en el mediano o
7 largo plazo, en conjunto con otras iniciativas o factores, podría reflejarse en un impacto
de mayor alcance sobre el sistema judicial propiamente tal.
La evaluación de programas de capacitación ha sido un aspecto del proceso de
formación continua que ha sido relativamente descuidado por los diversos sistemas
judiciales. En general, la base para la actividad evaluativa en la mayoría de los países ha
consistido en cuestionarios completados por los jueces al final de las sesiones de
capacitación, cuyos resultados son analizados con el ánimo de decidir posibles cambios
en el contenido, materiales o relatores de actividades futuras. Así, en la generalidad de
los casos no se desarrollan procesos para evaluar en mayor profundidad el impacto y
efectividad de la capacitación, lo que requiere necesariamente de un compromiso mayor
en tiempo, recursos y disposición a aceptar resultados eventualmente negativos
(Thomas 2006, p.40).
No obstante lo anterior, en el último tiempo se vienen desarrollando algunas
iniciativas novedosas que intentan desarrollar una evaluación de mayor profundidad,
incluso en el nivel de reacción a la capacitación, que ha sido el usualmente abordado
por los sistemas judiciales. Así por ejemplo, en la evaluación de dicho nivel, escapa a la
lógica mayoritaria de los cuestionarios y encuestas de satisfacción, una iniciativa
desarrollada en Bélgica, donde en ciertos programas de capacitación, uno de los
participantes es designado al inicio como secretario o informador1. Esta persona tiene la
misión de recabar y resumir en un informe las opiniones de los demás participantes
acerca del curso y las sugerencias que deseen plantear. Al final de la actividad el
informe debe ser aprobado por todos los participantes y entregado al organismo
capacitador. Esta práctica ha sido considerada excelente –best practice- en el entorno
Europeo, en cuanto mejora las posibilidades de obtener información de calidad respecto
de la reacción de los participantes. De forma similar, respecto de la medición de
aprendizaje, se ha destacado una metodología implementada en Holanda, donde al final
de la actividad los participantes realizan una presentación en la cual deben ilustrar y
demostrar lo que aprendieron. Posteriormente, se les entregan diplomas de logro por
parte de pares participantes en la actividad, quienes deben exponer un breve discurso
relativo al progreso del participante a quien se entrega el diploma. Esta práctica, aún
incipiente, ha sido calificada como promisoria a nivel Europeo (European Comission
2014, p.108).
1 Rapporteur es la expresión utilizada en los documentos publicados en idioma inglés. 8 Por otra parte, las evaluaciones de comportamiento y resultado, esto es, de los
niveles 3 y 4 en el modelo de Kirkpatrick, son mayoritariamente desarrolladas mediante
un estudio post-capacitación, en que se recomienda en general realizar encuestas o
entrevistas con los participantes en la capacitación, pero también con sus pares y
superiores. Todo ello después de dejar pasar un tiempo desde la capacitación
(Kirkpatrick & Kirkpatrick 2006; Basarab & Root 1992). En esta línea, el Instituto
Europeo de Administración Pública desarrolla evaluaciones, además de las usuales de
nivel 1 y 2, utilizando encuestas practicadas entre dos a cuatro meses después de la
capacitación. Con tales instrumentos se intenta determinar si los participantes han
tenido la oportunidad de aplicar los conocimientos adquiridos en su trabajo, si a
consecuencia de ello han experimentado una mejoría en la calidad de su trabajo y si
existen elementos que mejorar en la capacitación (European Comission 2014, p.110).
Un enfoque similar se ha comenzado recientemente a aplicar en los Tribunales de
Inglaterra y Gales, donde se ha diseñado un sistema de evaluación de largo plazo,
basado en entrevistas con los participantes en capacitaciones, entre tres y seis meses
después del programa, a fin de determinar si la capacitación influyó efectivamente en
sus trabajos y pidiéndoles ejemplos específicos de aquello (Cooper 2013). En ambos
casos se trata de experiencias de evaluación del nivel 3 de Kirkpatrick, relativo al
cambio de comportamiento de los jueces capacitados.
Finalmente en cuanto a las evaluaciones de nivel 4, relativas al resultado del
proceso de capacitación y su impacto sobre el sistema judicial, las evaluaciones son de
alta complejidad y se basan en estudios que utilizan generalmente triangulación de
metodologías. Una aproximación a este tipo de evaluaciones se observa en Estonia,
donde una unidad del Poder Judicial se encarga de realizar análisis de prácticas
judiciales en diversas áreas. En algunos casos se han identificado necesidades de
capacitación en estos estudios, motivando la implementación de programas de
formación continua para atender tales necesidades. Algunos años después de la
aplicación de tales programas de capacitación, un nuevo análisis de prácticas judiciales
ha podido determinar la existencia de cambios generalizados de conducta de los
tribunales, claramente vinculados al proceso provocado por el sistema de análisis,
demostrando con ello el impacto del programa de capacitación (European Comission
2014, p.111). En el mismo ámbito de evaluación, pero con un enfoque más tradicional,
en el contexto de los Tribunales de Salud Mental de Inglaterra y Gales, en 2012 se
ejecutó una investigación general del proceso de capacitación, el cuál entregó datos
9 relativos a las necesidades de capacitación, a la reacción y aprendizaje de los
participantes; y también evidencia de resultados exitosos del sistema de capacitación
aplicado por estas unidades jurisdiccionales (Holdsworth 2013).
Frente al panorama general descrito, en este artículo se propone una
aproximación distinta a las señaladas, la que permitiría abordar el nivel 2, de
aprendizaje, y de manera indirecta también el nivel 3, de comportamiento de los jueces.
Como se explicó en la sección anterior, tal evaluación indirecta es posible si se
determinan los factores que en un caso concreto favorecen la transferencia de
conocimientos aprendidos a la práctica judicial en el entorno de trabajo, y también
aquellos factores que obstaculizan tal transferencia. En la medida que se haya evaluado
adecuadamente el aprendizaje de los jueces, el proceso de evaluación de nivel 3 debe
entonces orientarse a establecer si persisten obstáculos personales, u otros propios de la
capacitación aplicada, o emanados del ambiente de trabajo; que impidan aplicar los
conocimientos, habilidades o actitudes adquiridas en el programa de formación
continua. Si no existen tales impedimentos, o si han sido minimizados o eliminados por
el proceso de capacitación, entonces se puede inferir que aquellos conocimientos
asentados deberían transferirse naturalmente al trabajo cotidiano. La conveniencia de
aplicar esta metodología indirecta radica en que se disminuyen los sesgos implícitos en
la auto-evaluación que se solicita a los jueces con los mecanismos más utilizados; y más
claramente, en el ahorro significativo de los recursos requeridos para efectuar una gran
cantidad de entrevistas y evaluaciones ex-post que suponen los sistemas propuestos
tradicionalmente (Pineda Herrero & Ciraso Calí 2012).
En el año 2011 se generó en España un mecanismo de evaluación en el sentido
que se viene señalando, el cual fue denominado FET, o modelo de Factores para la
Evaluación indirecta de Transferencias. Este modelo distingue diez factores de
transferencia de conocimientos adquiridos: a) relacionados con el individuo y sus
intenciones de aplicar el conocimiento i.e. aprendizaje logrado, satisfacción con el
curso, motivación para transferir; b) el programa aplicado i.e. pertinencia u orientación
a las necesidades del trabajo; y c) el entorno laboral i.e. posibilidades de transferencia
en el entorno específico, apoyo de pares, apoyo de superiores, rendición de cuentas de la
aplicación del conocimiento. El estudio en un caso concreto de estos factores de
transferencia permitiría anticipar o predecir el éxito o no de una capacitación en cuanto
a la posibilidad de aplicación real del conocimiento adquirido por los jueces que
participen en el programa (Pineda Herrero & Ciraso Calí 2012).
10 IV. EL PROGRAMA DE CAPACITACIÓN PARA CAPACITADORES DE
LA ACADEMIA JUDICIAL DE CHILE Y SU SISTEMA DE EVALUACIÓN
Desde el año 2012, con apoyo del Instituto Judicial de Canadá, la Academia
Judicial de Chile viene implementando cambios metodológicos en su programa de
perfeccionamiento o de formación continua que incorporan los principios de la
educación de adultos. Bajo el nuevo esquema se fomenta el aprendizaje de pares
mediante trabajo con metodologías activas, grupales, guiadas por jueces entrenados
como facilitadores y con apoyo de académicos externos sólo en aspectos puntuales
(Academia Judicial 2012). La implementación de esta reforma ha requerido la
formación de un número importante de jueces para actuar como facilitadores capaces de
crear y aplicar metodologías novedosas, guiar debates y motivar a los participantes en
programas de formación continua. Como consecuencia, el programa de capacitación
para capacitadores ha venido desarrollándose de manera constante desde el año 2012
hasta la fecha, a fin de permitir la expansión de la nueva metodología en el marco del
programa de perfeccionamiento de la Academia Judicial. En dicho contexto, los
participantes del curso de capacitación para capacitadores tienen la tarea de crear un
curso de perfeccionamiento en todas sus etapas, desde la definición del tema, los
objetivos y las metodologías. En particular se les entrena en la aplicación del ciclo de
aprendizaje de Kolb para el diseño de un curso orientado al aprendizaje experiencial
(Academia Judicial 2015, p.23).
Diagrama 3: Ciclo de Aprendizaje de Kolb
11 De acuerdo a lo anterior, a los jueces participantes se les entregan elementos
para la identificación de requerimientos de capacitación, objetivos de enseñanza e hitos
de aprendizaje. El curso se desarrolla en tres talleres: En los dos primeros se diseña un
curso de aprendizaje activo por parte de equipos de participantes. En el último taller este
curso es impartido a otros miembros del Poder Judicial, como un curso efectivo de
capacitación, bajo la supervisión de un equipo de la Academia Judicial. La ejecución
satisfactoria da a los equipos participantes la posibilidad de ejecutar el mismo curso en
una nueva oportunidad y de ser finalmente acreditados como capacitadores judiciales
(Academia Judicial 2015, p.23).
Lo interesante de esta experiencia para efectos del presente artículo es la
modalidad de evaluación que se utiliza en el marco de la capacitación para
capacitadores. Se trata aquí de una evaluación basada en la puesta en práctica efectiva
de los conocimientos adquiridos. En efecto, la certificación no se produce después de
una prueba de conocimientos o de una disertación, sino que tras observar el desempeño
de los participantes en su rol de capacitadores en un entorno real, con jueces reales en
proceso de formación continua. Este método tiene la virtud de que facilita la
consolidación de los conocimientos adquiridos al ponerlos en práctica, permitiendo a
los evaluadores identificar indicadores concretos de aprendizaje de los participantes en
el curso de capacitación para capacitadores. Se trata en este caso de una evaluación
original del nivel 2 identificado por Kirkpatrick, que entrega evidencia sólida del
aprendizaje de los contenidos entregados por la actividad de formación. Más aún, el
mecanismo de evaluación se basa en la idea de poner en aplicación los conocimientos
en un entorno real, generando discusiones y reflexión en un equipo de pares que deben
concordar en una manera de utilizar los conocimientos y habilidades adquiridas en los
talleres de capacitación. De esta forma se evalúa también el nivel 3, esto es la
transferencia de los conocimientos a la práctica.
V.
PROPUESTA
DE
UN
ESQUEMA
DE
EVALUACIÓN
PARA
PROGRAMAS DE CAPACITACIÓN JUDICIAL EN LOS NIVELES 2 Y 3 DEL
MODELO DE KIRKPATRICK
La propuesta que se desarrolla a continuación se fundamenta en dos aspectos
fundamentales discutidos en las secciones precedentes:
12 1. La obtención de indicadores concretos de aprendizaje y de transferencia o
comportamiento se facilita mediante evaluaciones prácticas en que los participantes
puedan poner en juego los conocimientos adquiridos. Esto puede ocurrir poniendo en
práctica los nuevos conocimientos en un entorno real o bien sometiendo la aplicabilidad
de los nuevos conocimientos a discusión ante pares. Todo ello es visible en la
experiencia del programa de capacitación para capacitadores de la Academia Judicial de
Chile.
2. La evaluación indirecta de transferencia de conocimientos al entorno de
trabajo permite evaluaciones eficaces y de menor costo que una evaluación tradicional
basada en encuestas ex-post practicadas a los participantes de la formación continua, a
sus pares y superiores. De esta forma, siguiendo el modelo descrito por Pineda y Ciraso
(2012), es posible evaluar los factores que facilitan u obstaculizan la adopción de un
nuevo comportamiento i.e. la aplicación de nuevos conocimientos, de nuevas
habilidades o actitudes, impulsados desde el proceso de formación continua. De esta
forma, la ausencia o minimización de obstáculos a la transferencia de conocimientos
adquiridos permite inferir que dicha transferencia ocurrirá naturalmente.
Un tercer aspecto considerado en el diseño de la propuesta se desprende de una
metodología de capacitación en cascada aplicada en diversos entornos y
particularmente en sectores de los Tribunales de Inglaterra y Gales. En dicho contexto,
los Tribunales del trabajo han diseñado un mecanismo para replicar los contenidos
entregados en programas de capacitación. De esta forma, los participantes en el
programa son seleccionados según distribución geográfica: uno de cada zona
geográfica, los que asisten a un curso presencial con la obligación de volver a sus
ciudades y organizar un seminario de transferencia de los conocimiento a otros jueces,
promoviendo así la discusión entre pares y minimizando los costos de la formación
continua (Rostant 2013).
Mezclando los ingredientes anteriores, la propuesta de este artículo es la
siguiente:
1. Aplicar el modelo de evaluación propuesto a capacitaciones presenciales en
que concurran representantes de zonas geográficas, sean ciudades, provincias o
territorios jurisdiccionales. Estas capacitaciones deben orientarse a presentar nuevos
conocimientos para discutir su aplicación práctica, promover el desarrollo y utilización
de nuevas habilidades, o fomentar la adopción de nuevas actitudes en algún área del
desempeño judicial.
13 2. La concurrencia de estos representantes está sujeta a la condición de que
implementen, con cierto apoyo material de la Academia Judicial2, un seminario a nivel
local una vez que retornen a sus lugares de origen. En lo posible, asistirán a este
seminario jueces de distintos tribunales del territorio e idealmente de distintas ciudades
dentro de la misma zona jurisdiccional. Ello, en el ánimo de promover una discusión
con pares que no sean únicamente aquellos con los que existe una relación laboral
diaria. De esta forma, la exigencia en la elaboración del seminario se eleva,
considerando que los participantes serán variados y no necesariamente conocidos.
3. Durante la capacitación inicial, se solicitará a cada representante que diseñe el
seminario antes mencionado, según pautas proporcionadas por la Academia Judicial,
especificando los temas acotados que se expondrán, las metodologías que se utilizarán y
en lo posible, los ejercicios que permitirán promover una discusión provechosa con sus
pares. El seminario deberá tener un objetivo acotado a los contenidos centrales que se
pretende difundir y no deberá ser una mera réplica de la capacitación recibida por el
representante de cada zona. Ello sería por lo demás impracticable, desde que se
dispondrá únicamente de unas tres a cuatro horas para la ejecución del seminario en que
se aborden temas tratados en profundidad anteriormente, en un curso de dos o tres días.
4. Como parte esencial del seminario en cascada, se deberá presentar por el
grupo participante un producto final basado en la discusión de los contenidos centrales
sometidos a discusión en el grupo y de los eventuales obstáculos para la aplicación del
nuevo conocimiento, además de las posibilidades reales de implementar cambios
basados en los conocimientos, habilidades o actitudes que se promueven con la
capacitación. En este escenario debe existir apertura total para discutir la procedencia de
introducir cambios, los problemas que se visualizan, las adaptaciones posibles o las
objeciones al cambio de cualquier naturaleza etc. Sería deseable que este producto final
se presente en un informe escrito según una pauta relativamente esquemática en que el
grupo entregue su opinión sobre los contenidos en discusión y además se identifiquen
los elementos principales que faciliten u obstaculicen la transferencia y aplicación
concreta del nuevo conocimiento. Idealmente, se podría solicitar también a los grupos
grabar un video de 5 a 10 minutos de duración en que todo el grupo exponga
someramente sus conclusiones, dando cuenta así del desarrollo efectivo de la actividad.
2 Este apoyo puede consistir en materiales de trabajo y papelería, financiamiento de
coffee break, tramitación de permisos para asistir al seminario por media jornada
laboral, apoyo en el diseño de metodologías etc. 14 En cuanto actividad evaluativa, el seminario final que se solicitaría implementar
a los participantes en el curso o programa de formación continua podría ofrecer
elementos concretos para evaluar los niveles 2 de aprendizaje y 3 de comportamiento,
siguiendo la terminología de Kirkpatrick. Respecto de la evaluación de nivel 2, cabe
señalar los siguiente:
La implementación de un seminario post-curso, en cascada, por parte de los
representantes, ofrece una oportunidad de consolidar los conocimientos adquiridos y de
generar una reflexión de mayor profundidad al respecto. El informe grupal que sea
entregado al final de la actividad dará cuenta del nivel de debate promovido por el
representante encargado del seminario, de las ideas puestas en juego por el mismo y en
definitiva, de la comprensión cabal o parcial de los conocimientos que se pretendía
entregar, de las habilidades que se esperaba desarrollar o de las actitudes que se
permitiría fomentar. Desde luego, no debe esperarse que el informe indicado contenga
un set de respuestas correctas. Al contrario, lo deseable sería contar con un catálogo de
situaciones complejas o debatibles, de decisiones o acuerdos producidos conjuntamente
y de eventuales diferencias de opinión. La riqueza del debate, reflejada en un informe
final breve y preciso debería dar cuenta con bastante claridad: primero, del aprendizaje
del representante que asista a la capacitación inicial, a partir de su capacidad para
traspasar las ideas centrales del curso inicial a sus colegas en el seminario posterior; y
segundo, del aprendizaje del grupo participante en el seminario.
En lo referido a la evaluación de nivel 3 o de comportamiento, sin perjuicio de
las ideas centrales discutidas en grupo respecto de las posibilidades de aplicación del
conocimiento adquirido, el informe final debería contemplar una sección de mayor
profundidad redactada por el representante del grupo de manera individual. Este
participante, quien asistió a la capacitación inicial bajo evaluación, debería basarse en la
discusión grupal para analizar los factores de transferencia del conocimiento adquirido
en la capacitación inicial y su réplica. Ello, a fin de detectar aspectos concretos que
puedan incidir positiva o negativamente en eventuales cambios de comportamiento de
los jueces involucrados, permitiendo inferir las posibilidades reales de transferencia de
los conocimientos adquiridos hacia comportamientos concretos. El informe redactado
por el representante revelará la perspectiva de éste respecto de las posibilidades de
transferencia del conocimiento adquirido, aportando elementos para la evaluación final
de la capacitación inicialmente ejecutada.
15 Al momento de definir los requerimientos que se plantearán para su análisis e
inclusión en el informe final, sería posible recurrir al catálogo de factores de
transferencia ofrecido por Burke y Hutchins (2007), quienes agrupan tales factores en
tres grupos:
1. Características de los participantes del seminario. En este ámbito los autores
han distinguido los siguientes aspectos:
a) Habilidad cognitiva de los participantes: En esta área no debería solicitarse
evaluación o discusión alguna en el marco del seminario, por no tratarse de una variable
que sea manejable por el sistema de capacitación continua.
b) Nivel de autoeficacia de los participantes, entendida como la auto-percepción
sobre la competencia para alcanzar objetivos: En este aspecto, es posible solicitar al
representante del grupo una opinión respecto de los temores del grupo frente a un
cambio complejo y su capacidad para enfrentar situaciones nuevas. El programa inicial
al que asista este representante deberá ser enfocado de forma positiva, aportando
ejemplos de estrategias concretas y simples para alcanzar el logro de algún objetivo
vinculado al programa. Todo ello ha sido mencionado en diversos estudios como
factores que refuerzan la percepción de autoeficacia (ver Burke & Hutchins 2007,
pp.266–267).
c) Motivación para llevar a efecto la transferencia de conocimientos: En este
aspecto el representante deberá identificar elementos que disminuyen la motivación de
miembros del grupo para aplicar un cambio y aquellos que por el contrario les
incentivan a adoptarlo. En el curso inicial al que asista el representante deberán
enfatizarse los factores institucionales que justifican el cambio o mejoramiento que se
incentiva con la capacitación. Ello, intentando que este representante pueda replicar
dicha mirada en su seminario y así promover crecientes grados de internalización de la
conducta esperada mediante una discusión positiva entre pares con ánimo de
superación. Es necesario considerar que los incentivos intrínsecos generados en un
entorno positivo de compromiso profesional se han vinculado a mayores niveles de
transferencia de conocimientos al plano práctico, y por otra parte, la motivación
externamente regulada i.e. basada en premios o castigos inmediatos, produce efectos
muy limitados en la motivación y más aún, en el caso de profesionales de alto nivel,
pueden incluso provocar desmotivación o distorsiones de comportamiento e.g. cumplir
sólo formalmente con lo exigido para obtener un bono o premio (Gagne & Deci 2005;
Deci et al. 1991; Doménech Pascual 2008; Bagues & Esteve-Volart 2010). En
16 consecuencia, en el marco del programa, deberá evitarse el uso de factores extrínsecos
absolutos, esto es, desvinculados de la capacitación propiamente tal, para incentivar la
participación de jueces en el programa propuesto. Así, es factible pensar en incentivos
extrínsecos relacionados con la formación continua, como por ejemplo, ofrecer a jueces
que lleven a cabo la actividad adecuadamente, la posibilidad de ser inscritos en otros
seminarios de la Academia Judicial que sean de interés general para los jueces.
Por otro lado, la propuesta descansa en el aporte activo que deben realizar los
jueces representantes, respecto de quienes se efectúa la evaluación en primer lugar, al
solicitarles el diseño y ejecución de un seminario en cascada. Este elemento implica un
factor motivacional natural, en cuanto entrega elementos al Juez para sentir que su
aporte es relevante y necesario, reforzando la motivación con base en la autonomía y
autodeterminación de ese Juez (Ryan & Deci 2000). De esta forma, la ejecución del
programa propuesto intenta incidir positivamente en la motivación del Juez que actúa
como representante, para que desarrolle un compromiso profesional intrínseco que en
definitiva pueda facilitar su aplicación del conocimiento adquirido.
d) Personalidad de los participantes: Al igual que en lo relacionado con el factor
de habilidades cognitivas, las variables en este ámbito presentan una complejidad que
escapa a las posibilidades del programa de capacitación, por lo que no debería ser
materia de evaluación.
e) Percepción de utilidad de las actividades de capacitación implementadas para
aplicar el cambio de comportamiento: En este ámbito el representante deberá exponer
su visión respecto de los elementos que se le aportaron en la capacitación a la que
asistió, de los que desarrolló en la organización posterior del seminario, y de los que
recogió de los participantes en el mismo. También puede indicar los requerimientos
adicionales de capacitación que se puedan plantear respecto del tema por los
participantes en el seminario final en cascada. Se trata aquí fundamentalmente de
evaluar si el representante siente haber adquirido los conocimientos, habilidades o
reforzado las actitudes que se proponen en el programa, o también si ha desarrollado
una postura crítica fundada respecto de lo mismo. La evidencia obtenida permitirá
determinar la suficiencia del modelo de capacitación propuesto o la necesidad de
reforzar el mismo con nuevas actividades.
f) Finalmente deben considerarse variables de la carrera judicial y el trabajo
propiamente tal. En este aspecto, el representante deberá identificar posibles aspectos
de la carrera de los jueces y de la organización de su trabajo, que pudieran incidir en la
17 adopción de nuevos comportamientos. Por ejemplo, efectos del comportamiento
esperado en la carga de trabajo, o en la organización de la agenda del Tribunal.
2. Diseño y ejecución de la capacitación. En este ámbito los autores mencionan,
entre otros, los siguientes factores de transferencia:
a) Efectiva evaluación de necesidades de capacitación: Este aspecto puede
incidir en la pertinencia de la capacitación ofrecida y con ello en las posibilidades de
motivar nuevos comportamientos. El análisis debe ser ejecutado a priori por la propia
Academia Judicial, sin perjuicio de que en el informe final el representante aporte su
visión respecto de la existencia real de necesidades de capacitación en el área de que se
trata; y de eventuales necesidades nuevas de capacitación que puedan surgir. Estos datos
servirán no sólo para evaluar el resultado de las actividades, sino también para adoptar
decisiones sobre acciones sucesivas.
b) Claridad en los objetivos de aprendizaje: Al respecto, el seminario inicial
deberá definir con claridad los objetivos ante los participantes. Más aún, al entregarse a
los representantes la pauta de requerimientos del seminario que deberán ejecutar, se
individualizarán los objetivos centrales de la actividad en cuanto a los contenidos y
aprendizajes esperados. En este sentido, debe existir un esfuerzo de síntesis para
permitir que tales objetivos puedan ser desarrollados por los representantes en un
seminario de 3 a 4 horas de duración. Tal claridad y precisión facilitará de acuerdo a la
literatura la aplicación efectiva de los conocimientos adquiridos.
c) Relevancia de los contenidos tratados: En este aspecto, el representante
deberá informar si los contenidos que le fueron aportados y que ha debido replicar de
forma concentrada en un seminario, son relevantes para la función y particularmente
para enfrentar una necesidad de los jueces, de los Tribunales o del sistema de justicia.
La percepción que el representante tenga será aquí alimentada también por las opiniones
que emanen de los participantes en el seminario final.
d) Estrategias de enseñanza y métodos utilizados: La capacitación inicial debería
basarse en las nuevas metodologías implementadas por la Academia Judicial, de
aprendizaje activo, basadas en principios de la enseñanza de adultos (Academia Judicial
2015, p.23). En tal sentido, la Academia Judicial ha desarrollado ya una experiencia y
conocimiento
propio
respecto
de
las
metodologías
que
mejor
funcionan.
Lamentablemente, no existen estudios empíricos que demuestren con solidez la eficacia
de las metodologías activas respecto de la transferencia de los conocimientos adquiridos
18 a un comportamiento concreto (Burke & Hutchins 2007, p.276). Sin embargo, las
ventajas que en general se atribuyen a tales metodologías permiten al menos intuir que
ofrecen buenas posibilidades de éxito en dicho proceso. Por otro lado, se deberá
solicitar a los representantes que al implementar el seminario final apliquen
metodologías activas, dirigidas a la discusión y reflexión en grupo. En tal sentido, una
metodología para guiar las discusiones que ha sido evaluada en cuanto a sus efectos
positivos sobre la transferencia de conocimientos a la práctica, implica usar ejemplos
basados en el error. De esta forma, se exponen situaciones en que se generan problemas
o dificultades al no aplicar los conocimientos, habilidades o actitudes que se pretende
instalar. A partir de estos ejemplos se generan dinámicas de discusión o diálogo.
Diversos estudios han demostrado que el uso de esta técnica facilita la adopción de un
nuevo comportamiento, basado en la capacitación referida (Burke & Hutchins 2007,
p.277). En consecuencia, el representante deberá identificar en su informe los ejemplos
utilizados para motivar discusiones, aportando con ello elementos para evaluar
indirectamente la transferencia de conocimientos respecto de si mismo y del grupo que
asista al seminario final.
3. Influencia del entorno laboral. Al respecto, los autores mencionan, entre
otros, los siguientes factores de transferencia:
a) Vínculo estratégico entre objetivos organizacionales y la actividad de
capacitación: Al respecto, se ha estimado que las posibilidades de aplicar los
conocimientos recibidos en la capacitación se incrementa si estos conocimientos están
vinculados a un objetivo de la organización que los miembros de la misma conocen y
eventualmente comparten (Burke & Hutchins 2007, p.280). De existir tales objetivos
organizacionales, la capacitación ofrecida y el seminario posterior deberían vincularse
con claridad a los mismos. De esta forma, en el informe final el representante deberá
indicar si se ha logrado generar una discusión respecto de los contenidos del seminario
y los objetivos organizacionales. La claridad en el punto entregará luces respecto de la
percepción del representante y también del grupo participante en el seminario final.
b) Existencia de un clima de proclive a la transferencia: En este punto se debe
pedir al representante que basándose en la discusión generada en el seminario cascada,
identifique aspectos del clima laboral que favorezcan la innovación u obstaculicen la
adopción de cambios. En este caso, el representante alimentará su informe con visiones
de pares diversos, lo que le permitirá entregar un panorama más o menos general del
19 impacto que pudiese tener el clima laboral en los efectos de la capacitación. Dicha
información permitirá evaluar posibles cambios futuros que incorporen la variable de
clima laboral de manera más específica si fuere necesario. Por otro lado, en caso de
identificarse un obstáculo en esta área, el organismo encargado de capacitación contará
con elementos para argumentar sobre las dificultades de transferencia de conocimientos
a la práctica, obstaculizando el éxito de la capacitación continua.
c) Apoyo de pares y superiores: Existe abundante apoyo empírico respecto de
que este factor es altamente relevante como factor de transferencia de los conocimientos
adquiridos en la capacitación hacia la práctica cotidiana (Burke & Hutchins 2007,
p.281). En este ámbito debería pedirse al representante que en su informe final se
identifiquen dificultades concretas en esta línea, incorporando las visiones de los
participantes al seminario. Sería deseable además que en el marco del programa de
capacitación se ejecuten medidas para tratar de minimizar eventuales obstáculos a la
transferencia, por la vía de dar a conocer el trabajo del representante que participó en el
programa ante su entorno laboral directo. Quizás enviar el informe final aprobado por la
Academia Judicial al Tribunal de dicho Juez podría servir para que sus colegas valoren
el trabajo y eventualmente manifiesten su apoyo o interés. Con ello se podría concretar
una forma de recompensa que Kirkpatrick y Kirkpatrick (2006) identifican como
favorable para motivar cambios: el reconocimiento de pares (p. 24).
VI. CONCLUSIONES
El presente artículo ofrece una propuesta concreta para la evaluación de
programas de capacitación continua en el sistema judicial, en los niveles 2 y 3 del
modelo de Kirkpatrick (2006). Al respecto, los siguientes aspectos resultan destacables:
1. La propuesta se basa desde la perspectiva teórico en el modelo de Kirkpatrick
(2006), en cuanto distingue cuatro niveles en que se puede evaluar programas de
formación continua. La experiencia internacional demuestra que los sistemas judiciales
evalúan de manera relativamente consistente el nivel 1, de reacción y con menor
intensidad el nivel 2 de aprendizaje. En este caso, se propone un mecanismo para
evaluar el nivel 2 y también el nivel 3, de comportamiento. Para esto último,
considerando el escaso desarrollo a nivel internacional y lo costoso de efectuar
evaluaciones complejas basadas en entrevistas múltiples, se propone utilizar una
20 metodología de evaluación indirecta, en que se evalúen los factores de transferencia del
conocimiento adquirido al nivel práctico. De esta forma, es posible realizar inferencias
razonables acerca de la aplicación por los jueces de los conocimientos, habilidades o
actitudes aportadas en capacitación, si se determina que no existen obstáculos concretos
para ello o se minimizan los mismos.
2. El artículo ofrece un panorama general de experiencias de evaluación
aplicadas a programas de capacitación judicial en el mundo. Posteriormente describe en
términos generales el programa de capacitación para capacitadores de la Academia
Judicial de Chile y particularmente el sistema de evaluación, basado en la aplicación de
los conocimientos recibidos en el programa, en el diseño y ejecución de un nuevo curso
de capacitación real, con participantes también reales.
3. Se utiliza también como referencia el sistema de capacitación en cascada,
según el cual se diseña un programa al cual acuden representantes de una ciudad, sector
o territorio jurisdiccional, debiendo posteriormente organizar una actividad en sus
lugares de origen, replicando la actividad de capacitación ante sus pares.
4. Finalmente se propone un sistema de evaluación en que los distintos
representantes deben organizar un seminario en sus lugares de origen, con posterioridad
a la capacitación y con apoyo de la Academia Judicial, en el cual deberán transmitir los
aspectos esenciales de la capacitación recibida. Para ello se deberá diseñar el seminario
aplicando metodologías participativas basadas en discusión de pares. Para permitir la
evaluación se deberá presentar por el grupo un informe final breve en que se sinteticen
las conclusiones arribadas y un video breve con una presentación grupal de 5 minutos.
Estos instrumentos servirán para evaluar el aprendizaje del grupo, pero particularmente
del representante encargado de presentar los contenidos y fomentar la discusión. En
efecto, probablemente la manera en que más se aprende sea enseñando, por lo que una
discusión fructífera en el marco del seminario final reflejará necesariamente la
adquisición sólida de conocimientos, habilidades o actitudes por el representante.
5. También en cuanto al informe, el representante deberá redactar una segunda
parte del mismo de manera individual, efectuando una análisis sintético de los factores
de transferencia que inciden en la aplicabilidad de conocimientos, habilidades y
actitudes adquiridos en el programa de capacitación, los cuales fueron detallados en las
secciones precedentes. Este análisis se debe basar en la discusión que se mantenga con
el grupo que participe del seminario final, pero reflejará en definitiva las impresiones
del representante. De acuerdo a ello, será posible evaluar las posibilidades de
21 transferencia y aplicación de los conocimientos por parte del representante en primer
término, a la luz de los obstáculos que se puedan identificar, y secundariamente, del
grupo que interviene en el seminario.
6. Finamente, cabe destacar que el instrumento de evaluación será el informe
final evacuado por el representante y el grupo participante en el seminario. Sin
embargo, no es posible reducir el proceso meramente a un reporte que funcione como
evaluación académica tradicional. El proceso ofrece la posibilidad no sólo de evaluar,
sino además de difundir conocimientos más ampliamente, ofreciendo a los jueces
participantes oportunidades de desarrollo y con ello, fuentes de motivación distintas y
de mayor fortaleza que la lógica de premios o castigos, o de buenas o malas notas, que
tiende a primar cuando se piensa en evaluaciones. Asimismo, el sistema plantea una
alternativa que debiese ser menos onerosa y compleja que la práctica extensiva de
entrevistas ex-post. Evidentemente, esta propuesta no sustituye otras formas de
evaluación igualmente necesarias, debiendo entenderse como un elemento más de
evaluación, aplicable a ciertos casos y de manera complementaria con otros
mecanismos.
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