1 El género gramatical El género en español es una categoría que se manifiesta por medio de desinencias que se agregan a la raíz de las palabras (morfemas). Hay dos géneros básicos: masculino y femenino. Suelen coincidir con las marcas morfemáticas de “o” para masculino y “a” para femenino. Conservamos un resto del género neutro latino que sólo se encuentra en singular y nada más que en el artículo (lo) y en algunos pronombres (ello, esto, eso, aquello). ¿Qué dice la Real Academia sobre el género gramatical? A continuación presentamos algunas precisiones sobre el tema, extraídas de diversos artículos del Diccionario de la Real Academia Española, edición 2001, y del Diccionario Panhispánico de Dudas, edición 2005. Sustantivos comunes en cuanto al género. Designan seres animados y tienen una sola forma, la misma para los dos géneros gramaticales. En cada enunciado, el género del sustantivo, que se corresponde con el sexo del referente, es señalado por los determinantes (artículos, pronombres demostrativos, indefinidos, etc.) y adjetivos. Ej.: el/la pianista; ese/esa psiquiatra; un buen/una buena profesional; ese/esa artista Los sustantivos comunes se comportan, en este sentido, de forma análoga a los adjetivos de una sola terminación, como feliz, dócil, confortable, etc., que se aplican, sin cambiar de forma, a sustantivos tanto masculinos como femeninos. Ej.: un padre/una madre feliz, un perro/una perra dócil, un sillón/una silla confortable. Sustantivos epicenos Designan seres animados y tienen una forma única, a la que corresponde un solo género gramatical, para referirse, indistintamente, a individuos de uno u otro sexo. En este caso, el género gramatical es independiente del sexo del referente. Hay epicenos masculinos. Ej.: personaje, vástago, monarca, tiburón, lince y epicenos femeninos. Ej.: persona, víctima, criatura, hormiga, perdiz La concordancia debe establecerse siempre en función del género gramatical del sustantivo epiceno, y no en función del sexo del referente. Así, debe decirse: La víctima, un hombre joven, fue trasladada al hospital más cercano, y no La víctima, un hombre joven, fue trasladado al hospital más cercano. * En el caso de los epicenos de animal, se añade la especificación “macho” o “hembra” cuando se desea hacer explícito el sexo del referente: La orca macho permanece cerca de la rompiente. 2 Sustantivos ambiguos en cuanto al género. Designan generalmente seres inanimados y admiten su uso en uno u otro género, sin que ello implique cambios de significado. Ej.: el/la armazón, el/la dracma, el/la mar, el/la vodka, el/la agravante, el maratón/la maratón, el arte/las artes Normalmente la elección de uno u otro género va asociada a diferencias de registro o de nivel de lengua, o tiene que ver con preferencias dialectales, sectoriales o personales. Atención: No deben confundirse los sustantivos ambiguos en cuanto al género, con los casos en que el empleo de una misma palabra en masculino o en femenino implica cambios de significado. Ej.: el cólera (‘enfermedad’) o la cólera (‘ira’); el editorial (‘artículo de fondo no firmado’) o la editorial (‘casa editora’). Uso del masculino en referencia a seres de ambos sexos Sostiene la Real Academia: “En los sustantivos que designan seres animados, el masculino gramatical no solo se emplea para referirse a los individuos de sexo masculino, sino también para designar la clase, esto es, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos.” Ej: El hombre es el único animal racional. El gato es un buen animal de compañía. Por lo tanto, los nombres apelativos masculinos, cuando se emplean en plural, pueden incluir en su designación a seres de uno y otro sexo. Ej.: Los hombres prehistóricos se vestían con pieles de animales. En mi barrio hay muchos gatos. De la referencia no quedan excluidas ni las mujeres prehistóricas ni las gatas. Así, con la expresión los alumnos podemos referirnos a un colectivo formado exclusivamente por alumnos varones, pero también a un colectivo mixto, formado por chicos y chicas. No obstante, aclara la Academia que a pesar de ello, en los últimos tiempos, por razones de corrección política (no de corrección lingüística), se está extendiendo la costumbre de hacer explícita en estos casos la alusión a ambos sexos: Ej.: «Decidió luchar ella, y ayudar a sus compañeros y compañeras» (Ver Informe “Aproximación a la cuestión del manejo no sexista del lenguaje jurídico”) Actualmente es motivo de debate si en esa posibilidad de referirse a colectivos mixtos a través del género gramatical masculino existe o no intención discriminatoria. Se alega que se trata de la aplicación de la ley lingüística de la economía expresiva. Así, en el ejemplo citado pudo decirse simplemente “Ayudar a sus compañeros”. 3 Suele afirmarse que sólo cuando la oposición de sexos es un factor relevante en el contexto, es necesaria la presencia explícita de ambos géneros. Ej.: La proporción de alumnos y alumnas en las aulas se ha ido invirtiendo progresivamente. En las actividades deportivas deberán participar por igual alumnos y alumnas. Agrega la Academia que “el afán por evitar esa supuesta discriminación lingüística, unido al deseo de mitigar la pesadez en la expresión provocada por tales repeticiones, ha suscitado la creación de soluciones que contravienen las normas de la gramática. Ej.: las y los ciudadanos.” La arroba Con respecto al uso de este símbolo, explica la Real Academia que para evitar las repeticiones a que da lugar la reciente costumbre de hacer explícita la alusión a los dos sexos (ej.: los niños y las niñas, los ciudadanos y ciudadanas, etc.), ha comenzado a usarse en carteles y circulares el símbolo de la arroba (@) como recurso gráfico para integrar en una sola palabra las formas masculina y femenina del sustantivo, ya que este signo parece incluir en su trazo las vocales a y o. Ej.: l@s niñ@s Debe tenerse en cuenta que la arroba no es un signo lingüístico y, por ello, su uso en estos casos es inadmisible desde el punto de vista normativo. “A esto se añade la imposibilidad de aplicar esta fórmula integradora en muchos casos sin dar lugar a graves inconsistencias, como ocurre en Día del niñ@, donde la contracción del solo es válida para el masculino niño.” Formación del femenino en profesiones, cargos, títulos o actividades humanas Señala la Academia que en el modo de marcar el género femenino en los sustantivos que designan profesiones, cargos, títulos o actividades, influyen tanto cuestiones puramente formales —la etimología, la terminación del masculino, etc.— como condicionamientos de tipo histórico y sociocultural. Al respecto se pueden establecer las siguientes normas, atendiendo únicamente a criterios morfológicos: a) Aquellos cuya forma masculina acaba en -o forman normalmente el femenino sustituyendo esta vocal por una –a. Ej.: bombero/bombera, médico/médica, ministro/ministra, ginecólogo/ginecóloga. Hay excepciones, como piloto, modelo o testigo, que funcionan como comunes: el/la piloto, el/la modelo, el/la testigo Pero no debe considerarse una excepción de este tipo el sustantivo reo, cuyo femenino etimológico es rea. En algún caso, el femenino presenta la terminación culta -isa (del lat. -issa), por provenir directamente del femenino latino formado con este sufijo. 4 Ej.: diácono/diaconisa; y excepcionalmente hay voces que tienen dos femeninos, uno en -a y otro con la terminación -esa (variante castellana de -isa): diablo, fem. diabla o diablesa; vampiro, fem. vampira o vampiresa. b) Los que acaban en -a funcionan en su inmensa mayoría como comunes. Ej.: el/la atleta, el/la cineasta, el/la guía, el/la terapeuta, el/la pediatra. En algunos casos, por razones etimológicas, el femenino presenta la terminación culta isa: profetisa, papisa. En el caso de poeta, existen ambas posibilidades: la poeta/poetisa. Son asimismo comunes en cuanto al género los sustantivos formados con el sufijo -ista: el/la ascensorista, el/la electricista, el/la taxista. Es excepcional el caso de modista, que a partir del masculino normal el modista ha generado el masculino regresivo modisto. c) Los que acaban en -e tienden a funcionar como comunes, en consonancia con los adjetivos con esta misma terminación, que suelen tener una única forma (afable, alegre, pobre, inmune, etc.). Ej.: el/la amanuense, el/la conserje, el/la orfebre, el/la pinche. Algunos tienen formas femeninas específicas a través de los sufijos -esa, -isa o –ina. Ej.: alcalde/alcaldesa, conde/condesa, duque/duquesa, héroe/heroína, sacerdote/sacerdotisa .En unos pocos casos se han generado femeninos en -a, como en jefe/jefa, sastre/sastra, cacique/cacica. Dentro de este grupo están también los sustantivos terminados en -ante o -ente, procedentes en gran parte de participios de presente latinos, y que funcionan en su gran mayoría como comunes, en consonancia con la forma única de los adjetivos con estas mismas terminaciones (complaciente, inteligente, pedante, etc.): el/la agente, el/la conferenciante, el/la dibujante, el/la estudiante. No obstante, en algunos casos se han generalizado en el uso femeninos en -a, como clienta, dependienta o presidenta (Ver informe “Aproximación a la cuestión del manejo no sexista del lenguaje jurídico”) A veces se usan ambas formas, con matices significativos diversos: la gobernante (‘mujer que dirige un país’) o la gobernanta (en una casa, un hotel o una institución, ‘mujer que tiene a su cargo el personal de servicio’). d) Los pocos que terminan en -i o en -u funcionan también como comunes. Ej.: el/la maniquí, el/la saltimbanqui, el/la gurú. e) En cuanto a los terminados en -y, el femenino de rey es reina, mientras que los que toman modernamente esta terminación funcionan como comunes. 5 Ej.: el/la yóquey. f) Los que acaban en -or forman el femenino añadiendo una a Ej.: compositor/compositora, escritor/escritora, profesor/profesora, gobernador/gobernadora, senador/senadora En algunos casos, el femenino presenta la terminación culta -triz (del lat. -trix, -tricis), por provenir directamente de femeninos latinos formados con este sufijo. Ej.: actor/actriz, emperador/emperatriz. g) Los que acaban en -ar o -er, así como los pocos que acaban en -ir o -ur, funcionan hoy normalmente como comunes, aunque en algunos casos existen también femeninos en -esa o en –a. Ej.: el/la auxiliar, el/la militar, el/la escolar (pero el juglar/la juglaresa), el/la líder, el/la chofer, el/la ujier, el/la bachiller, el/la mercader, el/la faquir, el/la augur. h) Los agudos acabados en -n y en -s forman normalmente el femenino añadiendo una –a. Ej.: guardián/guardiana, bailarín/bailarina, anfitrión/anfitriona, marqués/marquesa, dios/ diosa. Se exceptúa barón cuyo femenino se forma a través del sufijo -esa: baronesa. Rehén y barman También se apartan de esta regla la palabra rehén, que funciona como epiceno masculino (el rehén) o como común (el/la rehén). Por su parte, las palabras llanas con esta terminación funcionan como comunes: el/la barman. i) Los que acaban en -l o -z tienden a funcionar como comunes. Ej.: el/la cónsul, el/la corresponsal, el/la timonel, el/la capataz, el/la juez, el/la portavoz. [Los adjetivos terminados en estas mismas consonantes tienen, salvo poquísimas excepciones, una única forma, válida tanto para el masculino como para el femenino. Ej.: dócil, brutal, soez, feliz (no existen las formas femeninas *dócila, *brutala, *soeza, *feliza)]. No obstante –dice la Real Academia- algunos de estos sustantivos han desarrollado con cierto éxito un femenino en -a, como es el caso de juez/jueza, aprendiz/aprendiza, edil/edila, concejal/concejala o bedel/bedela. 6 j) Los terminados en consonantes distintas de las señaladas en los párrafos anteriores funcionan como comunes Ej.: el/la chef, el/la médium Se exceptúa la voz abad, cuyo femenino es abadesa. En el caso de huésped, hoy se prefiere su uso como común (el/la huésped). k) Independientemente de su terminación, funcionan como comunes los sustatnivos que designan grados de la escala militar. Ej.: el/la cabo, el/la teniente, el/la brigadier, el/la capitán, el/la coronel, el/la alférez. También, los sustantivos que designan por el instrumento al músico que lo toca: el/la batería, el/la corneta, el/la contrabajo; y los sustantivos compuestos que designan persona. Ej.: el/la mandamás, un/una cazatalentos, un/una sabelotodo, un/una correveidile. l) Cuando el nombre de una profesión o cargo está formado por un sustantivo y un adjetivo, ambos elementos deben ir en masculino o femenino dependiendo del sexo del referente. Por tanto, debe decirse: la primera ministra, una intérprete jurada, una detective privada, etc., y no la primera ministro, una intérprete jurado, una detective privado, etc. Ej.: «Me llamo Patricia Delamo y soy detective privada» (Beccaria Luna [Esp. 2001]). Género de los nombres de países y ciudades En la asignación de género a los nombres propios de países y ciudades influye sobre todo la terminación, aunque son muy frecuentes las vacilaciones. Países En general puede decirse que los nombres de países que terminan en -a átona concuerdan en femenino con los determinantes y adjetivos que los acompañan: Ej.: «Serán los protagonistas de la Colombia del mañana» «la vieja España» Los que terminan en -a tónica o en otra vocal, así como los terminados en consonante, suelen concordar en masculino: «el Panamá del futuro» «El México de hoy» «el Iraq que resultará de la guerra ». Ciudades Las que terminan en -a suelen concordar en femenino: «la Córdoba romana» Las que terminan en otra vocal o en consonante suelen concordar en masculino, aunque en todos los casos casi siempre es posible la concordancia en femenino, por influjo del género del sustantivo “ciudad”: Ej.: «el Toledo medieval» «la Toledo misteriosa» «El Buenos Aires caótico » «Mi Buenos Aires querido» «Misteriosa Buenos Aires» 7 Con el cuantificador todo antepuesto, la alternancia de género se da con todos los nombres de ciudades, independientemente de su terminación: Ej.: «Lo sabe todo Barcelona» «Por toda Barcelona corre un rumor» La expresión masculina «el todo + nombre de ciudad» se ha lexicalizado en países como México y España con el sentido de ‘élite social de una ciudad’. Ej.: «Allí se reúne “el todo Barcelona”». En síntesis: Cuando el sustantivo designa seres animados, lo más habitual es que exista una forma específica para cada uno de los dos géneros gramaticales, en correspondencia con la distinción biológica de sexos . ya sea por el uso de desinencias o sufijos distintivos de género añadidos a una misma raíz Ej.: gato/gata, profesor/profesora, nene/nena, conde/condesa, zar/zarina; . ya sea por el uso de palabras de distinta raíz según el sexo del referente (heteronimia), como ocurre en hombre/mujer, caballo/yegua, yerno/nuera. No obstante, son muchos los casos en que existe una forma única, válida para referirse a seres de uno u otro sexo: es el caso de los llamados «sustantivos comunes en cuanto al género» y de los llamados «sustantivos epicenos». Si el referente del sustantivo es inanimado, lo normal es que sea solo masculino (cuadro, césped, día) o solo femenino (mesa, pared, libido), aunque existe un grupo de sustantivos que poseen ambos géneros, los denominados tradicionalmente «sustantivos ambiguos en cuanto al género». Género común Hablamos de género común para referirnos a aquellas palabras cuya marca genérica se encuentra en los determinantes o adjetivos que acompañan al sustantivo. Ej.: el periodista/la periodista; el testigo/la testigo El determinante marca la diferencia de los géneros. Género ambiguo: es el de aquellas palabras que pueden llevar determinante masculino o femenino Ej. el lente/la lente; el tilde/la tilde 8 Género epiceno es el de los sustantivos, casi siempre nombres de animales, que no marcan el sexo. Ej: la perdiz Heterónimos: son los que necesitan un lexema (palabra) distinto para marcar femenino o masculino. Ej.: madre / padre Bibliografía García Negroni, María Marta; Pérgola, Laura; Stern, Mirta. El arte de escribir bien en español. Manual de corrección de estilo. Buenos Aires, Santiago Arcos, 2004. Diccionario de la Lengua Española. Real Academia Española, Madrid, Espasa-Calpe, 1997 Diccionario Panhispánico de Dudas. Real Academia Española, Madrid, Espasa- Calpe, 2005. Para mayor desarrollo de las explicaciones, los usuarios registrados pueden enviar un mensaje electrónico a la siguiente dirección: [email protected]