Abrirse al futuro j n año que termina, y termina bien, y otroquc comienza y se abre al futuro, mira hacia el siglo XXI, el lercer milenio. Kste año comienza un nuevo período presidencial, con sus propias expectativas y esperanzas para muchos. Durante este régimen ¿se J abrirá nuestra sociedad a la construcción de su futuro o vivirá sólo afanada en el L presente y llevada sin querer a un fuluro indeseable? Para esta revista es también un año de expectativas y esperanzas pues el próximo mes de octubre será beatificado en Roma nuestro fundador, el P. Alberto Hurtado Cruchaga. ¡No es pequeña responsabilidad tener como fundador a un santo! Debemos continuar difundiendo un mensaje cristiano para el mundo de hoy. tal como él lo haría si aún viviera. U N AÑO QUE TERMINA BIEN El año viejo terminó bien, las luces primaron sobre las sombras. Para la economía fue un buen año: alto crecimiento, inflación más baja, suben el empleo, el ahorro y la inversión; todo esto a pesar de la caída de los precios de nuestros principales productos de exportación. Rl gobierno saliente tiene razón para sentirse satisfecho... El año 1993 también fue favorable para la democracia: elecciones realizadas en calma, sin grandes concentraciones políticas, con más campañas «puerta a puerta» y sin mayores diferencias entre las proposiciones programáticas de los candidatos. Hay cambios de comportamiento electoral que denotan quizás una mayor madurez cívica y menos apasionamiento partidario. Lo que parece emerger es una forma de participación más razonada que confiere estabilidad al sistema político. Es decir, la transición a la democracia ha avanzado exitosamente aunque quedan asuntos por resolver. Por ejemplo, la reforma del aparato estatal y la descentralización administrativa; la modificación de un sistema electoral binominal heredado del régimen militar, que favorece los acuerdos consensúales, pero que tiene el inconveniente de no ser suficientemente representativa como no lo es tampoco la institución de los senadores designados; el avanzar en el esclarecimiento de la verdad específica referente a los detenidos desaparecidos en el pasado, como paso necesario para llegar a una reconciliación nacional y al establecimiento de sanas relaciones cívico-militares. Y como todos los candidatos presidenciales lo señalaron, queda aún mucho por hacer en la lucha contra la pobreza y en el dar igualdad de oportunidades en salud y educación a los chilenos, para que así los desfavorecidos logren integrarse plenamente a la sociedad, una sociedad de personas y más equitativa. Pensemos en los estallidos de Sanliago del Estero y a partir del nuevo año en el levantamiento indígena en Chiapas. Son signos ominosos que se ciernen sobre los ciclos de América. La violencia a la sombra de la modernidad... En el mundo se dan también hechos esperanzadores para la paz y la cooperación económica, junto con la persistencia de disputas políticas, étnicas, religiosas y militares. Loscasos de Somalia, Bosnia, Azerbaiyán y Armenia y Georgia en la ex-Unión Soviética, y otros conflictos militares, son graves. Felizmente avanza el desarme nuclear de las grandes potencias yel acercamiento entre sus líderes y hay hechostan significativos como el acuerdo árabe-judío firmado en Washington por Rabin y Arafal, la construcción MENSAJE N~ 42b. rntro-febrtro J«H democrática en Sudáfrica, gracias al entendimiento entre De Klerk y Mándela; labúsqueda conjunta de tiran Bretaña c Irlanda para entenderse con el IRA. El establecimiento de relaciones diplomáticas entre el Vaticano e Israel es igualmente signi ficativo y, enel plano económico, la firma de la Ronda Uruguay del GATT y del NAFTA en Norteamérica OTEANDO EL PORVENIR Aunque los cristianos estemos sólidamente enraizados en la ciudad secular, marchamos tendidos hacia la Jerusalén celestial como el centinela espera el alba (Sal 130). Sabemos que con el anuncio hecho por el ángel a María y el nacimiento de Jesús -que recién hemos celebrado- se inaugura la plenitud de los tiempos, es decir, el cumplimiento de las promesas. El liempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convenios y creed en la Buena Nueva (Me. 1, 15). El tiempo presente, para nosoiros, es el liempo del Espíritu y del testimonio, es el tiempo favorable, el tiempo de salvación (2 Co 6,2). Pero sabemos también quecs un tiempo todavía marcado por el mal (Ef 5,16) hasta que llegue el universo nuevo (Ap 21,5). ¿Lo entendemos así'.' En pocos años entraremos en el nuevo milenio, pero en este fin de siglo estamos ya viviendo anticipadamente una nueva civilización que emerge. Desde 1989 -cuando cayó el comunismo y se alejó la amenaza de guerra atómica- se crearon condiciones favorables a la consolidación de una economía global de mercado y a la extensión de la democracia como sislema político aceptado, al menos en principio, por casi todos los pueblos. Pero el elemento detonante de la nueva civilización ha sido sin duda el extraordinario crecimiento de los medios de comunicación, posibilitado por el desarrollo acelerado de nuevas tecnologías: el tiempo y el espacio se comprimen en una sociedad que está centrada en el conocimiento y en la capacidad de gestión de la información para producir bienes y servicios para mercados mundiales cada vez más diferenciados. Esto conduce a nuevas formas organizacionales de la sociedad: el Estado, las fuerzas armadas, la empresa, la escuela y la investigación científica y tecnológica, las relaciones con el entorno ecológico, sufren modificaciones cuyos alcances aún no percibimos. Esta modernización está acompañada por nuevos valores culturales que pueden afectar positiva o negativamente la vida de la pareja y la familia, la fe y la vida política y por supuesto la convivencia en general. Que el impacto sea positivo o negativo depende de cada uno de nosotros; el objetivo es que la cultura de! siglo XXI lleve a una sociedad en que el ser cuenle más que el tener. Para lograrlo, lo que vale no es tanto el discurso sino el testimonio de entrega a los demás, el diálogo con el otro, por muy diferente que sea, y la empalia con los más necesitados. Así se irá conformando una sociedad más integrada que aparte de desarrollarse económica y socialmente, lleve a todos los sectores y eslamemos sociales, a cada uno de los ciudadanos, a sentirse como en su casa, la casa de todos. Urgeque no nos dejemos deslizar hacia un futuro que no queremos para nosotros ni para las generaciones que nos seguirán. La mejor manera para evitar que los automatismos perversos de la economía (Sollicitudo rei socialis) nos entrampen en una modernidad que no deseamos, es no vivir sólo en el presente, obnubilados por los éxitos económicos recientes. Estos nos hacen olvidar que somos un país pequeño y dependiente dentro del mercado mundial y que no podemos disputar el poder a las grandes potencias. Pero ser pequeño no impide mirar a mediano y largo plazo, construyendo una sociedad más integrada e igualitaria, una sociedad alternativa, en la cual se establezcan relaciones humanas y solidarias en los negocios, en las empresas y se avance hacia una democracia descentralizada y participativa, que corresponda a nuestras raíces culturales autóctonas y cristianas. Mensaje 17 de enero de 1994 . mm-ftbrm /9M