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6 TERRI
Sábado 12.04.14
EL CORREO
TORIOS LECTURAS
Un Ulises silenciado
La editorial madrileña Círculo d’Escritores Olvidados rescata
‘Insaciabilidad’, la obra maestra del polaco Witkiewicz, que los
expertos sitúan al nivel de los grandes títulos de Joyce y Musil
REEDICIÓN
EDUARDO
LAPORTE
L
as librerías y los suplementos hablan
cada semana de nuevos libros imprescindibles y ‘necesarios’. Pensemos en ‘Intemperie’, de Jesús
Carrasco, cuya faja ya presumía en su día de «novela del
año», a pesar de haberse publicado en enero, o en ‘La habitación oscura’, de Isaac Rosa,
también en Seix Barral, vendida como «la novela de toda
una generación». O, la novela de Donna Tartt, ‘El jilguero’, un tocho de 1143 páginas
que Lumen anuncia nada menos que como «el primer clásico del siglo XXI».
Entre tanta novela vital
como el comer, nacen otros
proyectos, en pequeñas editoriales, que tratan de dar voz
a autores que en el pasado no
la tuvieron del todo, corriendo el riesgo de que repita ese
destino. Es el caso de ‘Insaciabilidad’, de Stanislaw Ignacy
Witkiewicz (Polonia, 18851939), cuyo primer tomo,
‘Despertar’, acaba de publicar
la editorial Círculo d’Escritores Olvidados –de los editores
de Eutelequia–, a la espera de
la siguiente entrega, ‘Locura’,
actualmente en proceso de
traducción.
Familia de editores
Detrás de esta obra literaria
se encuentra la historia de una
pasión por los libros, en sus
diversas facetas, tanto editorial como librera, ya que esta
familia de editores regenta la
librería-cafetería La Fugitiva,
en la calle Santa Isabel de Madrid, con su hija Clea a la cabeza de la nave. El matrimonio formado por Miguel Ángel Moreno y Emilia Poplawska, de nacionalidad polaca, creó este sello con la intención de recuperar a autores
que fueron silenciados por sus
ideas políticas, normalmente por la maquinaria represo-
razones, que el libro no tuviera el impacto esperado en
aquel momento. Tampoco lo
tuvo ‘Vida y destino’, de Vasily Grossman, cuando Seix
Barral lo publicó en los años
ochenta y, en cambio, en
2007, se convirtió en uno de
los acontecimientos literarios
del año de la mano de Galaxia
Gutenberg. ¿Podría pasar algo
similar con ‘Insaciabilidad’?
Las pretensiones de sus editores son mucho más modestas, aunque no dudan en ponerlo a la altura del ‘Ulises’ de
Joyce o de ‘El hombre sin atributos’, de Musil. Por su ambición literaria y su destreza en
el lenguaje, que lo convierten
en un «libro fundamental»
del periodo de entreguerras.
¿Otra etiqueta grandiosa? Que
el lector juzgue.
La acción de ‘Insaciabilidad’, considerada desde el momento de su publicación una
obra maestra, se sitúa en un
tiempo indefinido pero futurible, a la manera de un ‘1984’
de Orwell, en el que la amenaza de una invasión china es
un ‘leit motiv’ constante, en
una sociedad que se tilda de
«fordiana». El protagonista,
Genezyp Kapen (ingenioso
juego de palabras en francés
y polaco que viene a decir,
‘Apenas respiro’, Je ne zipe
qu’à peine), esgrime y denuncia esa sociedad ‘fordiana’ que
va en aumento, en referencia
a la producción en serie de las
fábricas y la obsesión por la
productividad material, al estilo Henry Ford (lo que no deja
de ser una clara crítica a la dictadura del proletariado, aunque ponga la mira en los florecientes Estados Unidos).
Distopía de su tiempo
Stanislaw Ignacy Witkiewicz, en una imagen de sus últimos meses de vida.
ra del comunismo. De ‘Insaciabilidad’ no se puede decir
que se censurara exactamente, pero sí que fue maltratado
por las autoridades comunistas, que publicaron tiradas de
10.000 ejemplares, en lugar
de las 100.000 estipuladas.
Tras su primera edición en
1930, solo se publicó una vez
más, en 1957, pero en las condiciones citadas. ¿Por qué? El
editor no ofrece una única respuesta, pero sí apunta cómo
se mofaba, por ejemplo, de
instituciones sagradas en la
URSS, como el Ejército, que
en sus novelas se parodia
como «el colegio». Y aunque
se alistó como voluntario en
la revolución bolchevique, a
pesar de que en aquellos años
Polonia estaba aún bajo el poder de Austria, la desafección
le llegó pronto. «Hay algo importante, que le marca, que
ni siquiera aparece en los diarios ni en sus cartas; algo vio
que le generó un miedo atroz
con todo lo relacionado con el
bolchevismo», explican al alimón Miguel Ángel y Emilia.
Pero algo tenía ese libro
para que en 1973, Carlos Barral se decidiera a traducirlo
de ese polaco original lleno de
neologismos y préstamos de
otras lenguas. Fue de hecho
una traducción defectuosa la
que pudo provocar, entre otras
Se mofaba de
instituciones sagradas
en la URSS, como el
Ejército, al que
llamaba «el colegio»
En ese mundo distópico pero
en el fondo crítico con su presente, se pone en solfa ese estado del bienestar en el que
el trabajador no se cansa físicamente, tiene tiempo para
la ociosidad y, por tanto, explican los editores, «pierde la
capacidad para pensar, se adocena y aburguesa, en el peor
sentido de la palabra». ¿Elitista? Quizá más bien un nostálgico de una sociedad realmente culta, que puede que no encontrara en la promesa comunista. También, apunta la traductora Poplawska, tuvo mucho de «inadaptado», por la
educación a contracorriente
que recibió, a instancias de su
padre, un importante arquitecto que prefirió que recibiera a los profesores en su
propia casa, casi como un príncipe.
Todo el que se haya acercado a la monumental obra de
James Joyce, ‘Ulises’ –cuya acción sin embargo transcurre
en un único día– sabe de la
complejidad de la obra. El primer tomo de ‘Insaciabilidad’,
sin ser una novela de domingo y manta, ofrece un chisporroteo de genialidades que seducen al lector exigente. Se
puede hablar de humor, delirante a veces, autoparódico
en su iniciación sexual con la
apabullante –aunque vieja–
condesa Ticonderoga, que recuerda al mejor Robert Walser. Porque el autor, conocido
también como Witkacy –para
diferenciarse del nombre ya
manido de su célebre padre–
fue un artista polifacético que
también cultivó la fotografía
y la pintura; de hecho, se ganaba la vida haciendo unos retratos muy cotizados hoy día
en el mercado del arte. Los
pintaba bajo los efectos de distintas drogas, como el peyote o la mescalina, con las que
llevaba al máximo aquella idea
que le transmitió Mallarmé a
Manet: «No pintes el objeto
en sí, sino el efecto que produce».
Se suicida en 1939
Ese actitud creadora y experimental queda patente en
las páginas de ‘Insaciabilidad’.
«Juega muchísimo con el lenguaje, tiene una capacidad de
inventiva brutal. Inventa términos, une prefijos griegos
con palabras latinas, o palabras rusas o polacas con términos franceses», destacan
los responsables de la traducción y edición. Además, hay
un rescate de palabras en desuso, muchas de ellas del
francés, de gran riqueza,
como cuando habla de una
mujer bas-bleu, que es un término que se usaba para definir a las mujeres de la época
con aspiraciones literarias.
La edición cuenta con elaboradas notas a pie de página
que aclaran al lector los términos extraños y aportan explicaciones adicionales. Algunas, como la pérdida de la
virginidad en circunstancias
calamitosas, no requieren
más explicación: sofocodesfloramiento.
Witkacy no pudo disfrutar de una gloria que tampoco llegó. Sin una razón todavía esclarecida, se disparó un
tiro el 18 de septiembre de
1939; su novia también quiso quitarse la vida junto a él,
pero al usar un método menos contundente (pastillas),
logró sobrevivir. En los años
ochenta, desenterraron sus
restos mortales, pero por
error exhumaron los de una
mujer, corolario macabro a
una vida malograda, que quizá un reconocimiento postrero de su ambiciosa obra
ayude a reparar.
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