público alcanzaron los romances que terminaron siendo sabidos y cantados por todos, sin necesidad de juglares. Los eruditos dejaron de fijarse en los viejos cantos heroicos como fuente historiográfica, fruto del trabajo personal de uno o varios juglares, para utilizar los romances, nacidos del colectivo de la sociedad. Los cronistas, dice Pidal, “ahora no invocan la autoridad del juglar que canta, como invocaban en el siglo XII, sino la del pueblo que guarda en sus cantos los viejos recuerdos”15. La juglaría había perdido legitimidad y se vio abocada a la desaparición; no volvió a dejar huella en la literatura. 2. 2 Recuperación en el siglo XX 2. 2. 1 Cantautores16 a. 1960 - 1980 Los cantautores aparecen en España a finales de la década de los 60 por motivos muy distintos a los que propiciaron la aparición de los juglares en la Edad Media: si entonces la literatura oral era útil para un público que no sabía leer, en el siglo XX español, marcado por una dictadura de corte fascista, la literatura oral fue útil para un público al que no le dejaban leer. En aquellos años el régimen franquista se vio obligado a abrirse al mundo para mantener viva la economía. La llegada del turismo y la televisión supuso un verdadero cambio cultural que permitió a la población, para disgusto de los gobernantes, comparar su sociedad con la de otros países europeos. Esta medida utilizada como balón de oxígeno por la dictadura, unida al nacimiento de una clase media muy amplia, supusieron, paradójicamente, el principio del fin del régimen. El espíritu revolucionario que inundó Europa durante toda la década y culminó en las manifestaciones de Mayo del 68 también alcanzó a España. Inspirados por el ejemplo cercano de cantantes como George Brassens, una serie de artistas catalanes empezaron a orientar su música hacia la dirección marcada por la canción de autor francesa. La Nova Cançó nació como una suerte de segunda Renaixença: a su música iba unida una reivindicación nacionalista, puesto que sus letras estaban escritas en catalán. Dejando aparte sus temas reivindicativos, en una época en la que las lenguas nacionales (vasco, catalán y gallego) no estaban reconocidas, esto suponía toda una provocación. Admiradores de poetas sociales como Blas de Otero o Gabriel Celaya; filósofos como Sartre; comunistas muchos de ellos declarados, o nacionalistas, ambas cosas igual de perseguidas, hicieron suyos los principios ideológicos de todas estas influencias. En 1964 se publica el primer LP de Raimon17, que contenía la canción Al vent. El cantautor paseó este tema por universidades y salas de toda España. Sus conciertos eran interrumpidos por la policía, se censuraban; incluso hubo ocasiones en las que el público fue desalojado por la fuerza. Aún así la letra no paraba de pasar de boca en boca, hasta el punto de que toda una generación de españoles no catalanoparlantes la hizo suya18: Al vent, la cara al vent, lo cor al vent, les mans al vent, els ulls al vent, al vent del mon. 15Op. cit., pág. 420. 16 La práctica inexistencia de obras de consulta contrastables que recorran la historia del movimiento de cantautores en España imposibilita la confección de una cronología o historia del todo fiable. Nos conformaremos con dar, como fechas clave, la aparición de determinados discos o la celebración de eventos que tuvieran un importante impacto social. Por supuesto, no existe una ruptura real entre las distintas etapas que marcamos en el movimiento de los cantautores en España. Las fronteras temporales que se ofrecen tienen sólo carácter orientativo. 17 Pelegero, Raimon, Disc antològic de les seves cançons, Edigsa CM, Barcelona, 1964. 18 Es por esto que las letras se ofrecen en su versión original catalana. 9 I tots, tots plens de nit, buscant la llum, buscant la pau, buscant a Deu, al vent del mon. La vida mos dona penes, ya el naixer es un gran plor: la vida pot ser eixe plor; pero nosatros al vent, la cara al vent, lo cor al vent, les mans al vent, els ulls al vent, al vent del mon. I tots, tots plens de nit, buscant la llum, buscant la pau, buscant a deu, al vent del mon. Tan simple y tan efectiva como una petición de paz, la canción supuso un revulsivo para el momento. Muy poco después editaba Joan Manuel Serrat Una guitarra19, y un año más tarde Ara que tinc vint anys20, ambos en catalán. La canción que daba título a este disco tuvo también un gran significado para los jóvenes del momento, por el espíritu de rebeldía sugerido: Ara que tinc vint anys, ara que encara tinc força, que no tinc l'ànima morta, i em sento bullir la sang. Ara que em sento capaç de cantar si un altre canta. Avui que encara tinc veu i encara puc creure en déus... Vull cantar a les pedres, la terra, l'aigua, al blat i al camí, que vaig trepitjant. A la nit, al cel, a aquest mar tan nostre, i al vent que al matí ve a besar-me el rostre. Vull alçar la veu, per una tempesta, per un raig de sol, o pel rossinyol que ha de cantar al vespre. Ara que tinc vint anys, ara que encara tinc força, que no tinc l'ànima morta, i em sento bullir la sang. Ara que tinc vint anys, avui que el cor se m'embala, per un moment d'estimar, o en veure un infant plorar... Vull cantar a l'amor. Al primer. Al darrer. Al que et fa patir. Al que vius un dia. Vull plorar amb aquells que es troben tots sols, sense cap amor van passant pel món. Vull alçar la veu, per cantar als homes 19 20 Serrat, Joan Manuel, Una guitarra, Edigsa, Barcelona, 1964. Serrat, Joan Manuel, Ara que tinc vint anys, Edigsa, Barcelona, 1965. 10 que han nascut dempeus, que viuen dempeus, i que dempeus moren. Vull i vull i vull cantar. Avui que encara tinc veu. Qui sap si podré demà. Però avui només tinc vint anys. Avui encara tinc força, i no tinc l'ànima morta, i em sento bullir la sang... También en 1964 Paco Ibáñez publica su primer disco, con la especial característica de musicar los versos de importantes poetas. Gracias a él se pudieron escuchar famosos versos de la poesía social, como el de Celaya: “la poesía es un arma cargada de futuro”. En 1968 suceden dos hechos que darán un impulso definitivo al recién nacido movimiento: la publicación del recopilatorio de los sencillos de los últimos años de Lluís Llach, Els èxits de Lluís Llach21, en el que se incluía la canción que había de convertirse en himno de aquellos que reclamaban cambios políticos: L´estac. L'avi Siset em parlava de bon matí al portal mentre el sol esperàvem i els carros vèiem passar. Siset, que no veus l'estaca on estem tots lligats? Si no podem desfer-nos-en mai no podrem caminar! «Si estirem tots, ella caurà i molt de temps no pot durar, segur que tomba, tomba, tomba, ben corcada deu ser ja». «Si jo l'estiro fort per aquí i tu l'estires fort per allà, segur que tomba, tomba, tomba, i ens podrem alliberar». Però, Siset, fa molt temps ja, les mans se'm van escorxant, i quan la força se me'n va, ella és més amplia i més gran. Ben cert sé que està podrida, però és que, Siset, pesa tant, que a cops la força m'oblida. Torna'm a dir el teu cant: «Si estirem tots, ella caurà i molt de temps no pot durar, segur que tomba, tomba, tomba, ben corcada deu ser ja». «Si jo l'estiro fort per aquí i tu l'estires fort per allà, segur que tomba, tomba, tomba, i ens podrem alliberar». La alegoría, que invita a la lucha social, es más que clara; los adjetivos que califican “la estaca” que simboliza al régimen franquista guardan una fuerte carga negativa. El segundo hecho 21 Llach, Lluís, Els èxits de Lluís Llach, Concèntric, Barcelona, 1968. 11 significó la legitimación social de la Nova Cançó, al ser elegida la canción La, la, la22 de Joan Manuel Serrat para el popular festival de música Eurovisión. Aunque aceptó que su canción fuera la elegida, se negó a interpretarla él mismo si no era en catalán. Finalmente la interpretó Massiel, que obtuvo el triunfo en el certamen. La televisión hizo popular la canción de Serrat y al mismo artista, y con ambos a la Nova Cançó, todos ellos legitimados por la victoria europea. Sin embargo, hubo otros movimientos dentro del género de canción de autor en España; por ejemplo la “Canción aragonesa”, con José Antonio Labordeta a la cabeza. En Teruel se formó un nutrido grupo de intelectuales de los que surgieron varios artistas, como Joaquín Carbonell y el mismo Labordeta. En 1968 graba un primer sencillo, Andros II23, que fue secuestrado por orden del gobierno franquista. En 1975 aparece su primer larga duración, Tiempo de espera24, el cual contiene una canción que había de convertirse en el himno no oficial de Aragón, Canto a la libertad: Habrá un día en que todos al levantar la vista veremos una tierra que ponga libertad. Hermano, aquí mi mano será tuya; mi frente y tu gesto de siempre caerá, sin levantar huracanes de miedo ante la libertad. Haremos el camino en un mismo trazado, uniendo nuestros hombros para así levantar a aquellos que cayeron gritando libertad. Habrá un día en que todos al levantar la vista veremos una tierra que ponga libertad. Sonarán las campanas desde los campanarios y los campos desiertos volverán a granar unas espigas altas dispuestas para el pan. Para un pan que en los siglos nunca fue repartido entre todos aquellos que hicieron lo posible por empujar la historia hacia la libertad. Habrá un día en que todos al levantar la vista veremos una tierra que ponga libertad. También será posible que esa hermosa mañana 22 Serrat, Joan Manuel, La, la, la, Zafiro / Novola, Barcelona, 1968. Labordeta, José Antonio, Andros II, Edumsa, 1968. Me ha sido imposible averiguar la ciudad de publicación. 24 Labordeta, José Antonio, Tiempo de espera, Fonomusic, Madrid, 1975. 23 12 ni tú, ni yo, ni el otro la lleguemos a ver, pero habrá que forzarla para que pueda ser. Que sea como un viento que arranque los matojos, surgiendo la verdad, y limpie los caminos de siglos de destrozos contra la libertad. Habrá un día en que todos al levantar la vista veremos una tierra que ponga libertad. Así, entre gritos de libertad y reclamaciones sociales, se fue extendiendo la canción de autor hasta que todo intento de censura fue inútil. Con la muerte de Franco, estos artistas encontraron el camino llano para movilizar a las masas sociales a favor de un proceso de democratización. Es imposible negar la influencia que tuvieron al apoyar la Transición. El nacimiento de la democracia volvió obsoletos la mayoría de los mensajes políticos de esta generación de cantautores, cuyas letras pasaron a ser símbolo de una época, pero perdieron influencia sobre la población. Algunos, como Joan Manuel Serrat, se adaptaron al cambio y continuaron siendo escuchados por el gran público; otros, como Paco Ibáñez o Lluís Llach, decidieron continuar en la misma línea cantando para minorías. El ejemplo de Labordeta resulta curioso; apartado de la canción con el paso de los años, ha mantenido su compromiso con el aragonesismo hasta el punto de ser actualmente diputado en las Cortes por la Xunta Aragonesista. Surgieron otros al final de esta época otros, como Javier Ruibal, que ya empezaron a experimentar con nuevas melodías, ritmos tradicionales, latinos, árabes, etc. Así pues, esta generación de cantautores está marcada principalmente por su ideología política, claramente revolucionaria y de izquierdas y enfrentada al régimen franquista. Contra la total identificación entre juglar y cantautor puede señalarse que los primeros nunca tuvieron la carga reivindicativa de los segundos. Para rebatir este argumento es necesario señalar que la política no fue el único tema de la canción de autor durante las décadas de los 60 y principios de los 70; los habituales temas de la lírica, e incluso la elaboración musical de clásicos de la poesía, ocupan también los versos de los cantautores. Además, lo que distingue un espectáculo de otro no es necesariamente el mensaje que se ofrece al público, sino el modo en que éste se elabora. El cantautor utiliza las técnicas juglarescas, y se identifica con éste principalmente por el carácter íntimo y oral de su espectáculo. La verdadera carga política no estaba en los discos, que podían ser censurados y secuestrados por el gobierno, sino en los conciertos, que resultaban mucho más difíciles de controlar. b. 1980 - 1990 Contra todo pronóstico, al desaparecer el tema principal de sus canciones los cantautores no se extinguieron. Vivieron una nueva época de esplendor a principios de los 80, como una manifestación totalmente diferente de lo que fue la llamada “movida madrileña”. Su imagen cambió totalmente: de ser poetas comprometidos con los problemas sociales pasaron a comportarse como vividores, hedonistas, algo cínicos y desvergonzados. La actitud canalla e iconoclasta era su principal atractivo25. Los mejores ejemplos de este cambio estético se reunieron en el mítico local 25 Y sigue siéndolo. La figura del “calavera” mantiene su peso cultural en España. Claro ejemplo de su carácter iconoclasta es la canción Adivina, adivinanza de La Mandrágora, que relataba satíricamente el supuesto entierro de Franco. Cuenta Sabina que una nieta del dictador asistió a uno de los conciertos, escuchó la canción y esperó a que la sala estuviera vacía para felicitarles. 13