10 sociedad 10 a 24 de octubre de 2008 [email protected] Día Internacional Se busca trabajo decente Se requiere desesperadamente trabajo con un buen sueldo y contrato laboral. Que ofrezca garantías y además que asegure salud, pensión, caja de compensación y ARP. Preferible con opciones de sindicalizarse. Informes aquí. Vanessa Morales Rodriguez En la Organización Internacional del Trabajo, OIT, el trabajo decente es definido como “las aspiraciones de las personas durante su vida laboral. Significa contar con un trabajo que sea productivo y que genere un ingreso digno, seguridad en el lugar y protección social para las familias, mejores perspectivas de desarrollo personal e integración a la sociedad. Libertad para que la gente exprese sus opiniones, organización y participación en las decisiones que afectan sus vidas e igualdad de oportunidad y trato para todos”. En Colombia esta definición no existe para la mayoría de trabajadores. Aquí, lo más popular es rebuscarse el trabajo de forma informal o independiente. O pegarse a los clasificados de los periódicos para terminar en las bolsas de empleo que cobran exámenes médicos y piden papeles interminables sin ningún resultado. El pasado 6 de octubre fue celebrada la Jornada Mundial del Trabajo Decente impulsada por las centrales y confederaciones sindicales de todos los países del mundo. Cerca de 1.200 líderes de varias regiones de Colombia firmaron el Pacto Ciudadano por Trabajos Decentes. Un día después se realizó una jornada nacional de protesta sin precedentes. Según los organizadores de la marcha, en Colombia no se está creando trabajo decente. Por el contrario, cada vez se recurre más a esquemas de contratación que no le garantizan al trabajador ingresos dignos, estabilidad en su puesto, acceso a la seguridad social, la posibilidad de afiliarse a sindicatos, la no discriminación de la mujer y de la mano de obra infantil. Coopere y fracase en el intento Según la Ley 79 de 1988, “Las Cooperativas de Trabajado Asociado, CTA, son aquellas que vinculan el trabajo personal de sus asociados para la producción de bienes, ejecución de obras o la prestación de servicios”. Es decir, son mediadoras de los términos laborales entre el empleado y el Foto / Marco Á González empleador. En el país hay cerca de 10 mil CTA registradas en la Superintendencia de Economía Solidaria. Según el Ministerio de Protección Social “son organizaciones sin ánimo de lucro pertenecientes al sector solidario de la economía, que asocian personas naturales que de alguna manera son gestoras, contribuyen económicamente a la cooperativa y son aportantes directos de su capacidad de trabajo para el desarrollo de actividades económicas”. Suena bonito, pero otra es la realidad. Las CTA están por fuera del Código Sustantivo de Trabajo y de la normativa que define el derecho de asociación sindical. Las víctimas más recientes de esta normativa son los corteros de caña. La Escuela Nacional Sindical de Medellín, ENS, revela que algunas son bolsas de empleo disfrazadas de cooperativas. “Entonces sucede lo que está pasando con los corteros de la caña en el Valle del Cauca, y lo que sucedió a principios de este año con los obreros de la palma africana en el Magdalena Medio: del puro desespero ante sus malas condiciones laborales, tomaron por sus manos el derecho que la legislación colombiana les niega: el de asociarse para pedir mejores condiciones laborales”, afirmó Ricardo Aricapa de la ENS. El ranking de los trabajos indecentes 1 Si bien es cierto que algunas cooperativas cumplen su labor dentro del marco del trabajo decente definido por la Organización Internacional del Trabajo, OIT, la mayoría de cooperativas perjudican los derechos de los trabajadores y su calidad de vida. “Por eso hay que creerles a los corteros de caña cuando dicen que hoy sus familias, con los malos sueldos que reciben y la ausencia casi completa de prestaciones sociales, están aguantando hambre”, ratificó. El presidente nacional de la Central Unitaria de Trabajadores, CUT, Tarsicio Mora, denuncia que en Colombia “no se reconocen las garantías laborales a los trabajadores. Tal es el caso de las CTA, los contratos por prestación de servicios, y el caso más aberrante, y es el que vemos en la mayoría de supermercados donde les permiten ponerse una camiseta a los empacadores y ganar un salario de la propina que deje el usuario. Además, no se permite la creación de nuevos sindicatos y los que lo intentan son reprimidos, restituidos y perseguidos”. Invita a todos los trabajadores de Colombia para que continúen denunciando las violaciones. Tenga paciencia, continúe buscando trabajo y prepare sus mejores zapatos para salir a marchar, porque en el país esa es la única fórmula para exigir sus derechos. Fredy Rubiano es docente en Español y trabaja en un colegio privado en Bogotá. Su contrato es un acuerdo verbal con el rector y su sueldo mensual es de 516.500 pesos, de los cuales debe invertir en pagar el servicio de salud para su familia. Se transporta en bicicleta para el colegio. 2.Andrés Fernando Puentes es ingeniero de Sistemas recién graduado de una universidad pública. Trabaja en el call center de una empresa celular reconocida y gana 900 mil pesos. Pero está afiliado a una cooperativa de trabajo asociado y debe aportar un porcentaje de su sueldo para mantenerla y además pagar su seguridad social. 3.Frank Melo tiene 17 años. Es empacador voluntario de una cadena de supermercados reconocida. Cuando le va bien, gana 13 mil pesos diarios. Cuando el día es malo, recolecta para recuperar lo del bus y dos mil pesos más. Trabaja toda la semana con un día de descanso. 4.Claudia Roncancio es periodista y trabaja en una cadena radial reconocida. Tiene contrato laboral por seis meses y devenga un sueldo de 600 mil pesos mensuales. Trabaja doce horas diaras y descansa un domingo cada quince días. Claudia aguanta esta situación mientras consigue un empleo mejor. 5.Carmenza Parra trabaja como empleada doméstico en un apartamento en Chapinero. Sus patrones son estudiantes universitarios, los cuales le pagan 15 mil pesos diarios por su labor, de los cuales debe pagar su transporte en Transmilenio, el pasaje más caro de la ciudad. Cuando ella o cualquiera de sus dos hijas se enferman deben acudir al Sisben. Movilización mediática por el bebé asesinado Los temas sobre los que hablan amplios sectores de la sociedad colombiana los imponen los medios de comunicación; particularmente la televisión y la radio. Eso es una obviedad, un lugar común, pero también una certeza sobre la cual el régimen se parapeta. Sin embargo, a raíz del reciente caso del bebé asesinado en Chía, algunos comunicadores –adictos a su propia medicina– llegaron a creer que habían logrado “una movilización de la sociedad colombiana en repudio a este crimen”. O sea, algunos periodistas ya no solo creen en su poder de proponer los grandes temas que se debaten (liposucción, brujería y actividad matrimonial de las estrellas de la televisión), sino que también creen ser los artífices de la movilización de las clases subordinadas. Durante dos días, o un poco más, la movilización general consistió en la exigencia un tanto histérica de imponer un castigo más drástico a los asesinos del bebé. Como señaló el periodista Antonio Caballero, proponer una cabeza de turco en la cual castigar simbólicamente a todos los maltratadores de niños, adolescentes y adultos, que salen impunes en este país de la impunidad. Esta movilización mediática –pese a lo triste del caso- no pasa de ser Roberto Rubiano una utilización vulgar de un caso de policía. Y en lo alto de ese pastel Vargas de ira acumulada, como una cereza escritor mediática, estaba el gobernante de turno (o de dos turnos), que encontró tiempo para llorar con la familia del bebé. En realidad solo era otra jornada más de los medios colombianos: ligereza, discursos moralistas a cargo de comunicadores más o menos iletrados, y sobre esa palabrería, Uribe Vélez sacando tajada. En un país con tan altos índices de impunidad, donde los autores de masacres viajan a negociar sus penas con la justicia norteamericana, son ganas de buscar un chivo expiatorio en el criminal de Chía que sí, muy culpable, muy inhumano, pero apenas otro más en nuestra amplia galería criminal. Se llegó a argumentar, para justificar el escándalo, que esta vez el crimen tuvo un rostro. Este argumento, como casi todos los expuestos en estos días, es una falacia. Los rostros del Aro o de Soacha existen. Lo que no existe es una vocación por la verdad. Las grandes empresas mediáticas saben que la verdad incomoda a los señores que han hecho de la guerra su negocio particular. Si su compromiso con aquel bebé tuviera algo de honradez, deberían ser consecuentes con todos esos rostros cuyas fotos salen de sus cédulas de identidad a las páginas de prensa y a los noticieros. Liderarían una gran campaña por la decencia. Pero claro, esos rostros no tienen la piel sonrosada y los ojitos grises. No son un buen producto para venderle un tema efímero a las grandes mayorías que escuchan radio y ven televisión. Lo más probable es que cuando este comentario circule, el furor popular y mediático alrededor del bebé de Chía será un periódico de ayer.