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El correo
en el
continente americano
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El correo en América
“Es un viaje de viajes, silencioso, que ahonda
la quietud en que reposo, y siento, como un río
que se expande, henchido frente al mar que se
adivina, que un misterio profundo se avecina,
azul y bello, doloroso y grande”.
Pedro Prado.
El correo en el
continente americano
T
ras el desembarco de los españoles en
damente religiosa, pero también debían
América, una de sus primeras sorpresas
transmitir diversas informaciones; ellos
fue constatar que el imperio azteca con-
eran los encargados de movilizar a los
taba con una organización de mensaje-
ejércitos con sus noticias. Los yciucatit-
ros o emisarios que cubrían distintas cate-
lantis, en cambio, eran los emisarios de lo
gorías, según las necesidades o urgencias
urgente, y quienes a la llegada de los es-
del mensaje. Los emisarios del dios Painal
pañoles corrieron a comunicar los hechos
eran conocidos como painanis, que en
a Tenochtitlán. Por otra parte, todo lo
la mitología azteca quería decir “el de
concerniente al desarrollo de las batallas
los pies ligeros”. Su función era marca-
correspondía a los tequihuatitlantlis.
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El correo en América
El imperio contaba con un servicio especial de emisarios llamados tamemes
para el transporte de artículos en paquetes, tales como alimentos, alfarería, textiles y orfebrería. Todos estos mensajeros
se encontraban siempre alertas, en sus
puestos de vigilancia, generalmente situados en las fronteras territoriales. Cada
10 kilómetros, en los caminos del reino
existían torres especialmente construidas
para hacer relevos, y que las mercancías
circulasen con gran rapidez.
El imperio Inca, en Perú, había logrado
desarrollar un avanzado sistema de comunicación. Era impresionante observar
que sin caballos —ya que éstos aún no
llegaban al continente—, hubiesen sido
capaces de unir las ciudades de Quito
y El Cuzco atravesando el macizo de
y desde Potosí a Buenos Aires, ramifi-
los Andes por un extenso territorio que
cando sus caminos principales en rutas
abarcaba más de 2.000 kilómetros. A
alternativas hacia el interior.
los mensajeros se les conocía como
chasquis, y se encargaban de propagar
Poma de Ayala, en su libro “Primer nueva
los mensajes haciendo relevos cada 20
crónica y buen gobierno”, del año 1588,
km, utilizaban los quipus, un complejo
describe esta sorprendente trama de
sistema de cuerdas anudadas, aún sin
calzadas, coherentemente comunica-
descifrar completamente.
das, con sus postas o “tambos” cada 15
ó 20 kilómetros de camino. Su obra era
El camino o carretera real del Inca era
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una carta dirigida al Rey, provista de
la columna central de una importante
dibujos que describían las malas condi-
red de conexiones que iban por la costa
ciones en que vivían los indígenas y las
atravesando montañas y extensos valles
duras situaciones que debían padecer.
desde Ecuador hasta el Maule, en Chile,
Esta carta se perdió, pero fue hallada
Reproducción de un chasqui (Museo
Histórico y Militar del Ejército).
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El correo en América
Primer sello del correo chileno.
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El correo en América
En 1521, luego de la caída de
Tenochtitlán, en el Virreinato de la Nueva
España no volvió a funcionar un sistema de
mensajería por casi 60 años y los despachos
se resolvían de manera individual y a través
de servidores del ejército.
300 años más tarde y posteriormente se
adecuadas para un trabajo que reque-
convirtió en uno de los libros más impor-
ría esfuerzo y disciplina, ya que la misión
tantes de la historiografía mundial; está
otorgada era permanente.
compuesto por 1.200 páginas y 400 dibujos alusivos a la situación que se vivía.
En el año 1521, luego de la caída de
Tenochtitlán, en el Virreinato de la
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Es interesante señalar que los mensaje-
Nueva España no volvió a funcionar un
ros o chasquis, antes de llegar a cada
sistema de mensajería por casi 60 años
posta, anunciaban su arribo con el
y los despachos se resolvían de manera
sonido de su caracol o pututu, para
individual y a través de servidores del
que su relevo se dispusiese a continuar
ejército. Ante la necesidad de organizar
la travesía sin pérdida de tiempo. Ese
y dar cuerpo con urgencia a los siste-
sonido se convertía así en una alerta
mas de correos y afrontar así la inmensa
capaz de estremecer y poner en movi-
tarea que demandaba la conquista, en
miento a todo un pueblo. Los chasquis
cuanto al intercambio de información
eran personas seleccionadas entre los
entre América y la Corona, Juana I de
indios de mayor lealtad y confianza. Eran
Castilla y Aragón nombra en 1514 a su
hijos de curacas, con condiciones físicas
consejero, Don Lorenzo Galíndez de
Carvajal, como el encargado oficial de
“Correo Mayor de las Indias, Islas y Tierra
Firme del Mar Océano Descubiertas y
por Descubrir”. El nombramiento era a
perpetuidad para él y sus descendientes y fue ejercido hasta 1768. El Servicio
Postal Mexicano surge así como uno de
los más antiguos de América, y, durante
la Colonia, con la fundación de ciudades, puertos, minas y territorios agrícolas,
se fue extendiendo a través del nuevo
mundo con sus primeras vías postales.
En 1580 ya se había dictado la Real
Ordenanza para el traslado de la correspondencia marítima entre España y las
Indias, y en 1600, el primer Correo Mayor
de las Indias, con sede en la ciudad
de Lima, tenía una labor que consistía
en realizar la recepción y entrega de
la correspondencia proveniente de las
colonias. Casi dos siglos más tarde, el servicio de correos pasó a formar parte de
la colonia española. Luego, Don Domingo Basavilbaso instaló en Buenos Aires
un sistema de correos a cargo de un teniente del Correo Mayor. Fue tal el éxito
de su empresa, que logró extender el
sistema de postas hasta unir las ciudades
de Buenos Aires y Potosí, y posteriormente con la ciudad de Santiago de Chile.
También designó el cargo de cartero
en 1771, cuando eligió a Bruno Ramírez
para ejercer la labor de distribuidor de
correspondencia.
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El correo en América
Durante el periodo de la Colonia, el
sistema de correos se organiza a medida
que crecen los centros ciudadanos mineros,
portuarios y agrícolas.
Los navíos de la época transportaban
correos, y los encauzan hacia el apoyo
cajones de correspondencia, exclusiva-
de la causa patriótica.
mente, y tenían prohibido llevar otro tipo
de carga para no despertar el interés
En 1747 se designó a Don Ignacio de los
de los piratas, que permanecían atentos
Olivos Teniente del Correo Mayor, con
a la espera de interceptar cargueros
sede en Santiago de Chile, y en el año
de oro y plata. Los puertos designados
1748 se estableció un Teniente de Correo
para el desembarque eran La Habana,
Mayor en el Río de la Plata, que tenía
Veracruz, Puerto Bello o Cartagena.
su sede en la ciudad de Buenos Aires, y,
Desde allí retornaban a la metrópoli una
finalmente, en 1755, fue designado un
vez cargada la correspondencia de las
Correo Mayor para la Isla de Cuba. Duran-
Indias. Cabe señalar que hubo Correos
te el periodo de la Colonia, el sistema de
Mayores en México (1580) y Guatemala
correos se organiza a medida que crecen
(1602), desde donde funcionaba un ser-
los centros ciudadanos mineros, portuarios
vicio hacia Yucatán y Honduras, Nicara-
y agrícolas, que desarrollan en América las
gua y de Costa Rica hasta Panamá.
primeras rutas postales a la Nueva Galicia,
al Nuevo Reino de León, a la provincia
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Más tarde, con el proceso de la inde-
de Antequera, al Real de Zacatecas, a la
pendencia que se inicia entre fines del
Nueva Vizcaya y a las lejanas Californias,
siglo XVIII y comienzos del XIX, los países
continuando las rutas originarias de los
americanos controlan los servicios de
caminos reales y de herradura.
Carta de Pedro de Valdivia al rey Carlos V.
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El correo en América
Un interesante hecho ocurre cuando
aparece en la ciudad el uso de los
“buzones”, cuando las Ordenanzas
de Correos de 1762 definieron que se
instalasen puestos en todas las veredas de las rutas postales. Aparece por
primera vez en América la presencia
del cartero, ya que, como consignan
las Ordenanzas: “No pudiendo despacharse las cartas al público enteramente por la reja de los oficios (buzones)
a causa de no acudir sus dueños a
sacarlas, se ha hecho preciso destinar
sujetos determinados que las lleven a
las casas, los cuales se llaman carteros”. Era obligación de ellos dar cuenta
de los cambios de domicilio, investigar
las nuevas direcciones hasta dejar las
cartas en manos del destinatario correspondiente. En caso de que la carta
fuese certificada, la devolvía al administrador, en un plazo máximo de doce
horas, ya que de no cumplir esta regla
sería despedido. En ese entonces el
cartero recibía un cuarto de real como
pago por cada carta despachada.
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En los inicios del siglo XIX, la red postal de
América era capaz de poner en marcha
más de un millón de cartas al año. La
red poseía una extensión cercana a los
25.000 kilómetros y contaba con 401
oficinas, atendidas por 901 empleados.
Tanta efectividad había alcanzado
el sistema de correos, que durante la
Guerra de Independencia cobró un rol
preponderante, ya que fue a través de
este medio que viajaron por todo el territorio –a través de cartas encomendadas
para su distribución–, las conspiraciones
que dieron origen a la independencia
de México.
Próceres de América: José Miguel Carrera,
Manuel Rodríguez, José de San Martín, Simón
Bolivar, José Artigas y Pedro I de Brasil.
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