Tesoros escondidos de la literatura cristiana

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 Tesoros escondidos de la literatura cristiana
Por Guillermo Rodríguez
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Tabla de Contenidos
La Boda de la Iglesia con sus Hijos y con Su Dios........................................................................................ 3
Basado en la Gracia .................................................................................................................................... 7
El Camino De La Salvación .......................................................................................................................... 9
Carta de Guido de Bres a su esposa antes de morir ................................................................................. 10
Cómo Desarrollar una Mente Cristiana .................................................................................................... 13
Cómo orar en medio de la crisis ............................................................................................................... 18
Cómo Pasar el Día con Dios ...................................................................................................................... 23
Conceptos Bíblicos Básicos de la Motivación Humana ............................................................................. 26
Cristo y su crucifixión ............................................................................................................................... 41
La Cruz de Cristo (La Vindicación de la Causa de Dios) ............................................................................. 43
La Declaración de Cambridge ................................................................................................................... 52
¿Entiendes lo que lees?............................................................................................................................ 56
Definiciones y desafíos contemporáneos de la Pneumatología reformada ............................................. 59
La Deidad de Cristo .................................................................................................................................. 71
Del conocimiento de sí mismo y de la Gracia ........................................................................................... 76
Del Escritorio al Púlpito: ¿Importa la pasión? .......................................................................................... 77
Dios: El controlador de la historia ............................................................................................................ 81
Dios no está obligado a recibir todo lo que nosotros llamamos alabanza u ofrenda para "El" ................ 82
Referencias .............................................................................................................................................. 86
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La Boda de la Iglesia con sus Hijos y con Su Dios
Selecciones de un sermón inolvidable de Jonathan Edwards
En un domingo, septiembre 19 de 1746, el renombrado teólogo Jonathan Edwards[1] predicó el
sermón de instalación del reverendo Samuel Buel, nombrado pastor de la congregación de East
Hampton en Long Island (lo que hoy es la ciudad de Nueva York). ¿Cómo le fue a Samuel Buel
de pastor? la historia no nos dice. Lo que sí ha quedado como ilustrísimo monumento es el
sermón que Edwards predicó ese día.
¿Qué es y qué hace un pastor? Este es el tema que nos interesa. ¿Tendrá vigencia lo que fue
dicho en tiempos coloniales para nosotros hoy en el siglo electrónico? Si interpretó
correctamente el sentir bíblico, no sólo tendrá vigencia sino mucho que enseñarnos en estos días
confusos y turbulentos.
Edwards basó su sermón en Isaías 62:4-5, un pasaje que a primera vista no parece tener nada
que ver con el pastorado: “Tu tierra será desposada. Pues como el joven desposa con la virgen,
se desposarán contigo tus hijos; y como el gozo del esposo con la esposa, así se gozará contigo
el Dios tuyo.” En su exposición Edwards demuestra que este texto se refiere a los pastores.
Presentamos a continuación los puntos claves del sermón de Edwards:
Introducción
¿Cómo hemos de entender esta unión tan particular de la Iglesia con sus Hijos y con Dios? ¿Qué
es esta boda de que se habla? ¿A qué se refiere todo este asunto?
Los ministros o pastores de Dios, a pesar de que son puestos para ser instructores, guías, y
padres del pueblo de Dios, son a su vez hijos que han salido de la iglesia (Amos 2:11: Y levanté
de vuestros hijos para profetas, y de vuestros jóvenes para que fuesen nazareos.” (ver también
Lam 4:2,7; Isaías 51:18.). Es evidente que estos hijos de la iglesia se refieren a ministros o
pastores por el texto que sigue: “Sobre tus muros, O Jerusalén, he puesto guardas; todo el día y
toda la noche no callarán jamás.” Los hijos de la iglesia se casan con ella, parecido a un joven
que se casa con una virgen y esto no es un misterio muy distinto a otros que se encuentran en la
Biblia.
Por ejemplo, es parecido a la misteriosa relación que existe ente Cristo y su pueblo; luego a la
relación especial que hay entre creyentes con otros creyentes. No es más misterioso de que
Cristo sea el Señor de David, a la misma vez que es su hijo; Él es el vástago que retornará, raíz
de la cual viene David (Isa 11:1), y a la vez que es su descendiente. Cristo es, como nos narra
Isaías 9, “Hijo nacido a la vez que es Hijo dado, y el Padre Eterno”. La Iglesia es la madre de
Cristo (Cant 3:11 y 8:1), a la vez que es la esposa, la hermana, y la hija de Él. Como creyentes
somos la madre de Cristo, y también sus hermanas y hermanos (Lu 8:21). Los pastores son hijos
de la iglesia a la vez que padres de ella. Es así que el Apóstol Pablo dice que es el padre de los
miembros de la iglesia de Corinto, a la vez que es la madre de los Gálatas, quien sufre dolores
de parto por ellos (Ga 4:19).
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La promesa es que la Iglesia se casa con Cristo: “como el gozo del esposo con la esposa, así se
gozará contigo el Dios tuyo” (Is. 62:5). Por este texto no entendamos que la iglesia tiene
muchos maridos, o que Cristo es uno de los esposos y los pastores son otros esposos. No es así,
puesto que[1] aunque habla de los pastores como si estuvieran casados con la iglesia, sin
embargo no es como si estuvieran en competencia con Cristo, ni que ellos están en la misma
relación conyugal. La iglesia, propiamente hablando, tiene sólo un esposo; ella no es adúltera,
sino que es una virgen desposada con el Cordero, siguiéndole a Él donde quiera que Él le guíe.
Los ministros o pastores son simplemente los embajadores de Cristo, que le representan a Él, y
protegen a la iglesia en nombre de Él, hasta que llegue el glorioso día de la Boda del Cordero
con su iglesia (Apocalipsis 19); Por tanto:
“Cuando un pastor propiamente se casa con una iglesia, la relación es igual a la de un hombre
que se casa con una virgen.”
La exposición de Edwards tiene que ver con el rol, o el quehacer, o el cargo de un pastor. Lo
podremos entender bajo las siguientes propuestas:
A) El pastor que es llamado por Dios le servirá como un embajador
Edwards dice que el ministro debe estar “propiamente llamado”, en sentido de las credenciales
divinas esenciales para el cargo de embajador de Cristo. Al decir “propiamente llamado” quiere
diferenciar entre aquel que en verdad es llamado por Dios y apartado por Él para hacerse cargo
de la “novia” del Cordero, y otro que no tiene tal llamado ni tal comprensión de lo que es la
Iglesia ni qué significa servir al Señor. Desea ser pastor por interés propio, por el prestigio de
tener tal cargo, o por beneficios personales que supone tal cargo le dará. Se auto-nombra pastor,
pero no tiene esas credenciales especiales de Embajador de Dios, pues Él no los ha llamado ni
nombrado.
Para servir a la iglesia de Jesucristo, ha de tener el respaldo divino —igual que un embajador—
pues, como indica el pasaje de Isaías, Dios desea darle a Su Iglesia ministros consagrados y
capaces como fruto del amor tan grande que Él tiene para ella. Su propósito es derramar gran
bendición y gloria espiritual sobre esa agrupación particular de su Iglesia universal. Ya que Su
deseo es que la “gente” del mundo y los “reyes” de la tierra vean la “justicia” y “gloria” de Dios
a través de Su iglesia, y que ésta sea “corona de gloria en la mano de Jehová, y diadema de reino
en la mano del Dios tuyo” (vss.2-3), el embajador ha de ser escogido y empoderado por el
mismo Señor de la Iglesia. Al no ser así, no habrá ni la bendición ni la gloria espiritual que Dios
desea darle a la iglesia.
B) El pastor que es llamado por Dios recibirá sus credenciales de lo alto
En segundo lugar, al decir “propiamente llamado” se trata de las credenciales espirituales que
Dios da al pastor. Estas no le vienen porque hombres han impuesto sus manos sobre él, como se
suele hacer al seguir ciertas tradiciones u observando ciertas costumbres eclesiásticas. Hay que
cuidar que en tales actos de consagración se sigan normas que sean aceptables a Dios, ya que el
ministro es representante de Él y no de los hombres. Su nombramiento a una iglesia debe
hacerse en conformidad al criterio divino, de forma santa, pura, y de corazón abierto ante Dios.
Si en verdad el ministro es hombre de Dios, nombrado por Él para servir a una congregación,
ha de esperarse un acompañamiento correspondiente de bendición que viene de parte de Dios.
En tal caso, han de haber grandes expectativas espirituales tanto por parte del pastor como por
parte de la congregación. Por esto, el pastor tomará su cargo responsablemente. Por su parte, la
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congregación lo recibirá como el enviado de Dios. Sólo así habrá ese tipo de unión que se
asemeja a la de un desposado con su novia.
C) El pastor que es llamado por Dios amará a la Iglesia
El que propiamente es llamado por Dios (en el sentido espiritual de que hablamos) evidenciará
un amor genuino por toda la iglesia de Cristo, no importa a donde esta esté, ni de qué
denominación sea la iglesia. Reconoce a toda Iglesia evangélica como objeto especial del amor
de Jesucristo. Por tanto él también la amará, y sentirá responsabilidad especial de ayudar a su
membrecía y a servirla. Ya que es embajador y representante especial del Esposo, ha de ser
recibido y escuchado con toda la dignidad correspondiente.
Sin embargo, aunque debe amar a toda la iglesia, su preocupación especial será para con la
congregación particular a la cual él ha sido llamado. Como encargado en nombre de Cristo
Jesús, ha de entregarse a esa iglesia, trabajar por ella, amarla, honrarla, confortarla en tiempos
malos como en buenos, y velar por su bien —tanto espiritual como material— sin egoísmo,
igual que cualquier esposo haría con la novia con que se ha casado.
Para usar otro simbolismo, el pastor no sólo es “esposo” de la iglesia, pero también es el “ángel”
de la iglesia (Ap. 2:1, 8, 12, 18; 3:1, 7, 14), en el sentido que los ángeles son ministros
especiales de Dios para hacer todo lo que Él les ordena. Igualmente podríamos dar la
interpretación a Apocalipsis 14:6 de que el “ángel” allí nombrado representa a todos los pastores
(desde la ascensión de Cristo hasta Su retorno) a los cuales Él entregó el mensaje del “evangelio
para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo.”
D) El pastor que es llamado por Dios llenará de gozo a la Iglesia
Cuando propiamente ha habido la unión de un pastor con la iglesia, el resultado es parecido a la
unión de un hombre con una mujer. Hay afecto mutuo y evidencia de amor. Los dos se llevan
con cariño especial, se aman de corazón. El esposo se entrega a la novia con toda limpieza y
pureza, igual que ella se presenta a él en la pureza de su virginidad.
Es así que un ministro llamado por Dios, que entiende su rol, se entrega a la iglesia. No es
motivado por ganancia ni por ventajas personales, fueran cuales fueran, sino por amor sincero y
afecto puro. La congregación igualmente le presta su estima y afecto santo, no porque lo
admiran como hombre o por su sabiduría, capacidad o elocuencia, sino como aquel que viene
como mensajero del Dios Altísimo, llegando a ellos con una encomienda especial del cielo, y
con las calificaciones santas que reflejan las virtudes del mismo Cordero de Dios.
Así como en el pacto matrimonial el desposado y la novia se entregan el uno al otro, igualmente
en nombre de Cristo el pastor se entrega a la congregación, con votos sinceros, prometiendo a
ellos ser fiel pastor ante Dios mientras tanto el Señor en su providencia le permita servirlos.
Ellos, a su vez, en votos santos le entregan el cuidado de sus almas, y se someten a su sagrada
dirección, atentos a sus enseñanzas, las cuales han de ser bíblicas y correctas, si es que en
verdad representa a Dios.
Tal unión produce gran gozo. El pastor se entrega a su trabajo, dispuesto a dar todo lo que es y
tiene para el bien de la congregación, y ellos se dedican a escucharlo y a recibir con gozo las
instrucciones y enseñanzas que Dios da a través de él. Así ambos llegan a ser de gozo mutuo,
como decía el apóstol Pablo: “Para que con gozo llegue a vosotros por la voluntad de Dios, y
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que sea recreado juntamente con vosotros” (Ro. 15:32) y “como también en parte habéis
entendido que somos vuestra gloria, así como también vosotros la nuestra” (2 Co. 1:14).
E) El pastor que es llamado por Dios velará por el bien espiritual de la Iglesia
Otro beneficio de esta unión es que el pastor, con la bendición de Dios, busca la manera de
fortalecer, nutrir, ministrar, y promover el bien espiritual de cada miembro. Les advierte de los
peligros, les muestra los delicados pastos, los protege del engaño, los llena de la Palabra,
buscando la paz y prosperidad espiritual de ellos.
A su vez la congregación, sintiéndose satisfecha, busca la manera de que el pastor esté contento
con ellos, supliéndole cuantas cosas sean esenciales para su comodidad, aliviándole las cargas
materiales para que pueda seguir ministrándoles con gozo y bien. Cuando el pastor cruza por
valles difíciles ministrándoles a ellos, la congregación lo respaldan y se unen a él para animarle,
como hicieron los creyentes de la antigüedad: “Levántate, porque esta es tu obligación, y
nosotros estaremos contigo; esfuérzate y pon mano a la obra” (Esd. 10: 4).
Es así que se establece entre pastor y congregación una feliz unión. Cuando el pueblo sufre, el
pastor sufre con ellos. Cuando ve sus almas afligidas, él se siente afligido. Como dijera el
apóstol: “¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se hace tropezar, y yo no me indigno?” (2
Corintios 11:29); “Hemos sido consolados con vuestra consolación” (2 Corintios 7:13). Por su
parte, la congregación también entra en las pruebas de él: “Bien hicisteis en participar conmigo
en mi tribulación” (Filipenses 4:14), “para que cuando llegue no tenga tristeza de parte de
aquellos de quienes me debiera gozar” (2 Corintios 2: 3).
F) El pastor que es llamado por Dios estimulará a la Iglesia a tener muchos hijos
Finalmente, cuando propiamente ha habido una unión de pastor con congregación, se verán los
frutos, igual que cuando un matrimonio se casa. Hay fruto particular. No sólo se siente el pastor
animado y gozoso con su relación con la congregación pero, al verles crecer en gracia,
conocimiento y en obediencia a Dios, comienza a ver entre ellos avance espiritual y vidas
cambiadas, las primicias del fruto palpable de su ministerio. En cuanto a la congregación, al
verse satisfecha con lo que recibe en bienes espirituales, se siente con ánimo hacia el pastor y
desea bendecirle palpablemente como ven a bien. Así hay gozo y gran provecho de ambas
partes.
Pero el fruto no termina ahí. Bajo esta hermosa unión de pastor con congregación, y la
obediencia de ambos a Dios, se comienza a ver almas en el vecindario tocadas por el Espíritu de
Dios. La iglesia comienza a evidenciar los beneficios de programas de evangelismo. Los
vecinos se convierten. Se ve la riqueza del discipulado entre los nuevos creyentes. El sentir en la
iglesia lo expresa Isaías: “Regocíjate, oh estéril, la que no daba a luz; levanta canción y da voces
de júbilo, la que nunca tuvo parto; porque más son los hijos de la desamparada que los de la
casada, ha dicho Jehová” (Is 54: 1). También 1 Pedro 2: 2: “Desead, como niños recién nacidos,
la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación”.
[1] Jonathan Edwards (1703 - 1758) es reconocido como uno de los cinco más importantes teólogos de la historia
cristiana. Su ministerio lo ejerció en la región de Nueva Inglaterra durante los tiempos coloniales. Fue erudito
bíblico, famoso evangelista, gran pastor, sobresaliente educador, e importante impulsor de la obra misionera.
Durante su pastorado de 23 años, hubieron dos grandes movimientos del Espíritu Santo (uno en 1735 y el otro en
1740) donde almas que llegaban a sus servicios caían bajo increíble convicción de pecado (a veces gritando en
medio de sus sermones, pidiendo perdón de Cristo Jesús) y otras señales extraordinarias del mover del Espíritu
Santo. Uno de los pastores contemporáneos dijo de estos avivamientos, “Los tiempos apostólicos parecen haber
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regresado por el despliegue del gran poder y la gracia del Espíritu divino”. Edwards, que hoy no sería considerado
dinámico en el púlpito, leía sus sermones palabra por palabra. Pero tal formalidad no impidió el mover
extraordinario del Espíritu de Dios, Como precaución a los excesos que siguieron a estas demostraciones genuinas,
Edwards escribió un tratado importante sobre el tema: LAS MARCAS DISTINTIVAS DE LA OBRA DEL
ESPÍRITU SANTO, un estudio que enseña como evaluar si algo es o no es del Espíritu Santo. Fue nombrado
presidente de Princeton College en Enero de 1758. Dos meses más tarde, a causa de una epidemia de viruela, fue
inaculado contra el virus, sólo para contraer la enfermedad y morir de una alta fiebre, el 22 de marzo, 1758, a la
edad de 55.
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Basado en la Gracia
Por R.C. Sproul
El histórico debate entre el Protestantismo y el Catolicismo romano a menudo se enmarca en los
términos de una discusión entre obras o fe y mérito o gracia. Los reformadores magistrales
expresaron su opinión sobre la justificación a través de un arquetipo teológico de lemas en latín,
y las frases que utilizaban: sola fide y sola gratia, se han afianzado profundamente en la historia
protestante. Sola fide, o “sólo fe” niega que nuestras obras contribuyan al fundamento de
nuestra justificación, mientras que sola gratia, o “sólo gracia”, niega que cualquier mérito propio
contribuya a nuestra justificación.
El problema de los lemas es que, en su función de arquetipos teológicos, pueden ser fácilmente
malinterpretados o emplearse como licencia para simplificar temas complejos excesivamente.
Así, cuando la fe se distingue radicalmente de las obras, algunas distorsiones se cuelan en
nuestro entendimiento con facilidad. Cuando los reformadores insistían en que la justificación
sólo era por fe, no querían decir que la fe en sí fuese otro tipo de obra más. Al procurar excluir
las obras del fundamento de nuestra justificación, no querían sugerir que la fe no contribuyese
en nada a la justificación.
EL CORAZÓN DEL PROBLEMA
Puede decirse que el núcleo del debate del siglo XVI sobre la justificación era la cuestión sobre
el fundamento de la misma. La base de la justificación es el fundamento por el que Dios declara
justa a una persona. Los reformadores insistían en que según la Biblia el único fundamento
posible para nuestra justificación es la justicia de Jesucristo. Esto es una referencia explícita a la
justicia con la que vivió Cristo su propia vida, no se trata de la justicia de Jesucristo en nosotros
sino la justicia de Jesucristo por nosotros. Si nos plantamos de lleno ante la cuestión del
fundamento de la justificación, vemos que sola fide es un lema arquetípico no sólo para la
doctrina de la justificación por la fe, sino también para la idea de que la justificación es sólo
mediante Jesucristo. Dios nos declara justos ante Su presencia sólo en, a través, y por la justicia
de Jesucristo. Que la justificación es sólo por fe significa sencillamente que es por o a través de
la fe de la manera en la que se nos imputa la justicia de Jesucristo a nosotros. Por tanto, la fe es
la causa instrumental, o el medio, por el cual establecemos una relación con Cristo.
Roma enseña que la causa instrumental de la justificación es el sacramento del bautismo (en
primer lugar) y el sacramento de la penitencia (en segundo lugar). A través del sacramento, la
gracia de la justificación, o la justicia de Jesucristo, se infunde (o se vierte) en el alma del
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destinatario. Por lo tanto, la persona debe consentir y cooperar con esta gracia infundida hasta
tal punto que la verdadera justicia sea inherente al creyente, en cuyo caso Dios declara justa a
esa persona. Para que Dios justifique a una persona, primero la persona debe volverse justa. Por
consiguiente, Roma cree que para que una persona se vuelva justa necesita tres cosas: gracia, fe,
y Jesucristo. Roma no enseña que el hombre se pueda salvar a sí mismo por su propio mérito sin
gracia, por sus propias obras sin fe, o por sí mismo sin Jesucristo. ¿Así que por qué se armó
tanto alboroto? Ni los debates del siglo XVI, ni las más recientes discusiones y declaraciones
conjuntas entre Católicos y Protestantes han sido capaces de resolver el tema clave del debate, la
cuestión del fundamento de la justificación. ¿Es la justicia imputada de Jesucristo o la justicia
infundada de Jesucristo?
En nuestros días, muchos de los que se enfrentan a este conflicto secular simplemente se
encogen de hombros y dicen: “¿Y qué?” o “¿Cuál es el problema?”. Ya que ambas partes
afirman que la justicia de Jesucristo es necesaria para nuestra justificación, y que igualmente
necesarias son la gracia y la fe, investigar más a fondo en otras cuestiones técnicas parece una
pérdida de tiempo o un ejercicio de pedante arrogancia teológica. Cada vez, más y más personas
piensan que este debate es como hacer una montaña de un grano de arena.
DOS PERSPECTIVAS
Bien, ¿cuál es el problema? Intentaré responder a esta pregunta desde dos perspectivas: una
teológica, y otra personal y existencial.
El gran problema teológico es la esencia del Evangelio. Los problemas no van mucho más allá.
La Buena Nueva es que la justicia que Dios exige a sus criaturas fue lograda para ellos por
Jesucristo. La obra de Jesucristo cuenta para el creyente. El creyente está justificado en base a lo
que Jesucristo hizo por él, fuera de él y aparte de él, no por lo que Jesucristo hace en él. Según
Roma, una persona no está justificada hasta que o a menos que la justificación sea inherente a
ella. La persona obtiene la ayuda de Jesucristo, pero Dios no calcula, transfiere o le imputa la
justicia de Cristo a esa persona.
¿Y qué significa esto personal y existencialmente? La visión de Roma infunde tristeza en mi
alma. Si tengo que esperar hasta que la justicia sea inherente en mí para que Dios me declare
recto, me queda una larga espera. Según Roma, si cometo un pecado mortal perderé toda la
gracia que ahora mismo me justifica. Incluso si la recupero por medio del sacramento de la
penitencia, todavía tengo que enfrentarme al purgatorio. Si muero con cualquier impureza en mi
vida, debo ir al purgatorio para "purgar" todas las impurezas, y esto puede tardar miles y miles
de años en llevarse a cabo.
Qué diferencia tan radical comparado con el Evangelio bíblico, que me garantiza que la
justificación ante Dios es mía en el momento en que pongo mi confianza en Jesucristo. Su
justicia es perfecta, no puede aumentar ni disminuir. Y si su justicia se imputa en mí, ahora
poseo el fundamento total y completo de la justificación.
La cuestión de la justicia imputada contra la justicia infundida no puede resolverse sin rechazar
una u otra. Son dos opiniones sobre la justificación que se excluyen mutuamente. Si una es
verdadera, la otra tiene que ser falsa. Una de estas opiniones expone el Evangelio bíblico
verdadero, el otro es un Evangelio falso. Sencillamente, las dos conjuntamente no pueden ser
verdad.
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De nuevo, esta cuestión no puede resolverse con una explicación que quede en término medio.
Estas dos posturas incompatibles pueden ser ignoradas o minimizadas (como hacen los diálogos
modernos a través de la revisión histórica), pero no pueden reconciliarse. Tampoco pueden
reducirse a un mero malentendido; ambas partes son demasiado inteligentes para que esto haya
ocurrido durante los últimos 400 años.
La cuestión del mérito y la gracia en la justificación está cubierta de nubes de confusión. Roma
dice que hay dos tipos de mérito para los creyentes: congruente y digno. El mérito congruente se
obtiene realizando obras de satisfacción en conexión con el sacramento de la penitencia. Estas
obras no son tan meritorias como para imponerle a un juez justo la obligación de
recompensarlas, pero son lo suficientemente buenas para que sean "acordes" o "congruentes" y
que Dios las recompense. El mérito digno es una orden superior de mérito lograda por los
santos. Pero incluso este mérito, según lo define Roma, está arraigado y basado en la gracia. Es
un mérito que no se podría lograr sin la ayuda de la gracia.
Los reformadores rechazaron tanto el mérito congruente como el digno, argumentando que
nuestro estado no sólo está arraigado en la gracia, sino que además es gracia en todo momento.
El único mérito que cuenta para nuestra justificación es el mérito de Jesucristo. De hecho,
somos salvos por obras meritorias: las de Jesucristo. Que seamos salvos gracias a que se nos
imputa Su mérito es la propia esencia de la gracia de la salvación.
Es esta gracia la que nunca debe ser comprometida o negociada por la iglesia. Sin ella,
estaremos verdaderamente desesperanzados e indefensos para poder permanecer justos ante un
Dios santo.
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El Camino De La Salvación
Por Arthur Pink
¿Qué debo hacer para ser salvo? ¿Salvo de qué? ¿De Qué deseas ser salvo? ¿Del infierno? Eso
no prueba nada. Nadie quiere ir allá. El asunto entre Dios y el hombre es EL PECADO.
¿Quieres ser salvo de esto?
¿Qué es el pecado? El pecado es una especie de rebelión en contra de Dios. Es autocomplacencia; es ignorar los reclamos de Dios, y ser indiferente por completo al hecho de que
nuestra conducta puede agradar o desagradar a Dios.
Antes que Dios salve a un hombre, Él lo convence de su pecaminosidad. No quiero decir con
esto que él diga como muchos dicen, -Si, todos somos pecadores, ya lo sabemos.- Más bien,
quiero decir que el Espíritu Santo me hace sentir en el corazón que he estado toda mi vida en
rebelión contra Dios, y que mis pecados son tantos, tan grandes, tan negros, que temo haber
transgredido fuera del alcance de la misericordia divina.
¿Has tenido esta experiencia alguna vez? ¿Te has sentido totalmente indigno para el cielo y
alelado de la presencia de un Dios Santo? ¿Percibes que en tí hay nada bueno, ni nada bueno
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acreditado a tu cuenta; y que siempre has amado las cosas que Dios odia y odiado las cosas que
Dios ama?
¿Al pensar en estas cosas no se te ha quebrantado el corazón ante Dios? ¿No te lamentas tu por
haber hecho mal uso de Sus misericordias, de Sus bendiciones, por haber abusado del Día del
Señor, por haber desechado Su Palabra, y por no haberle dado un verdadero lugar en tus
pensamientos, en tus afecciones y en tu vida? Si no has visto ni sentido esto personalmente,
entonces actualmente no hay esperanza para tí, pues Dios dice, "Antes si no os arrepintiereis,
todos pereceréis igualmente" (Lucas 13:3). Y si mueres en tu condición actual, estarás perdido
para siempre.
Pero si has llegado al lugar donde el pecado es tu mayor plaga, donde ofender a Dios es tu
mayor pesar, y donde tu mayor anhelo es agradarle y honrarlo a Él; entonces tienes esperanza.
"Porque el Hijo del Hombre vino á buscar y á salvar lo que se había perdido" (Lucas 19:10). Él
te salvará, si estás listo y dispuesto a abandonar las armas de tu rebelión en contra de Él, te
inclinas a Su Señorío, y te rindes a Su control.
Su sangre puede limpiar la mancha más obscura. Su gracia puede sostener al más débil. Su
poder puede librar al que sufre con pruebas y tentaciones. "He aquí ahora el tiempo aceptable;
he aquí ahora el día de salud" (2 Co.6:2). Cede ante los reclamos de Dios.
Dale el trono de tu corazón. Confía en Su muerte expiatoria. Amalo con toda tu alma.
Obedécelo con todas tus fuerzas, y Él te guiará al cielo. "Cree en el Señor Jesucristo, y serás
salvo tu, y tu hogar" (Hechos 16:31).
*****
Carta de Guido de Bres a su esposa antes de morir
Guido de Bres (1522-31 de mayo 1567) fue uno de los reformadores en Bélgica. Es el padre de
la llamada “Confesión belga de fe”. Pastor de la iglesia clandestina, teólogo y mártir del Señor
Jesucristo. Un verdadero héroe de la fe.
Reproducimos íntegramente el texto de su carta de despedida a su esposa, Catalina Ramon,
escrita en la prisión, a pocas semanas de su ejecución. No es mi estilo usar muchos adjetivos,
pero se trata de un testimonio extraordinario, absolutamente conmovedor.
“Que la gracia y la misericordia de nuestro buen Dios y Padre Celestial y el amor de su Hijo,
nuestro Señor Jesucristo, sea con tu espíritu, mi bien amada.
Catalina Ramon, mi querida y bien amada esposa y hermana en nuestro Señor Jesucristo, tu
angustia y tu dolor perturban un poco mi gozo y la alegría de mi corazón. Te escribo esta carta,
tanto para tu consolación como para la mía; especialmente para la tuya, puesto que siempre me
has amado con ardiente afecto y que ahora le ha placido al Señor que seamos separados el uno
del otro. Siento tu amargura por esta separación todavía más que la mía. Te ruego de todo
corazón que no te dejes turbar en exceso, temiendo que Dios no sea ofendido por ello. Sabes
bien que cuando te casaste conmigo, tomaste un marido mortal, que no sabía si iba a vivir un
simple minuto más, y sin embargo le ha placido a nuestro buen Dios dejarnos vivir juntos
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durante cerca de siete años y darnos cinco hijos. Si el Señor hubiera querido dejarnos vivir más
tiempo juntos, bien hubiera tenido los medios para hacerlo. Pero no fue tal su voluntad; por
consiguiente, que se haga según su buena voluntad y que esta razón te pueda satisfacer.
Por otra parte, considera que no he caído en manos de mis enemigos por casualidad, sino por la
providencia de mi Dios, quien conduce y gobierna todas las cosas, tanto grandes y como
pequeñas, tal como Cristo nos lo dice: “No temáis, vuestros cabellos están todos contados. ¿Se
venden dos pajarillos por un cuarto? Ninguno de ellos cae a tierra sin la voluntad de vuestro
Padre celestial. No temáis. Vosotros valéis más que muchos pajarillos”. ¿Hay algo que
estimemos menos que un cabello? Sin embargo, he aquí la boca de la sabiduría divina que dice
que Dios mantiene el registro del número de mis cabellos. Entonces, ¿cómo el mal y la
adversidad me pueden alcanzar sin que Dios lo haya ordenado en su providencia? No podría ser
de otra manera, a menos que Dios ya no sea Dios. Es por eso que el profeta dice que no hay
desgracia en la ciudad sin que el Señor sea el autor de ella.
Vemos que todos los santos que nos han precedido han sido consolados por esta doctrina en
todas sus aflicciones y tribulaciones. José, que fue vendido por sus hermanos para ser llevado a
Egipto, dijo: “Vosotros habéis hecho una mala acción, pero Dios la ha transformado para
vuestro bien; Dios me envió delante de vosotros a Egipto para vuestro bien” (Gen. 50). David
hizo lo mismo con Simei, quien lo maldijo. Job también, al igual que todos los demás.
Por ello, los evangelistas, cuando tratan con tanto cuidado acerca del sufrimiento y la muerte de
nuestro Señor Jesucristo, añaden: “Y esto se hizo, a fin que se cumpliera lo que estaba escrito
sobre él”. Lo mismo debe decirse de todos los miembros de Cristo.
Es bien cierto que la razón humana lucha contra esta doctrina y la resiste tanto como puede. Yo
mismo he hecho la experiencia de ello. Cuando me arrestaron, me dije a mí mismo: “Hicimos
mal de viajar tantos juntos. Hemos sido delatados por tal o cual; no nos debimos parar en ningún
lugar”. En todas estas cavilaciones, me quedé ahí, totalmente hundido por mis pensamientos,
hasta que me levante mi espíritu al cielo meditando en la providencia de Dios. Entonces, mi
corazón empezó a sentir un descanso maravilloso. Empecé, entonces, a decir: “Dios mío, tú me
hiciste nacer en el tiempo y a la hora que habías ordenado. Durante toda mi vida, me has
guardado y preservado en medio de tremendos peligros y me has librado de todos ellos. Si ha
llegado la hora para mí de pasar de esta vida a ti, que sea hecha tu buena voluntad; yo no puedo
escaparme de tus manos. E incluso, si pudiera, no querría hacerlo, de tanto que mi felicidad es el
conformarme a tu voluntad”. Todas estas consideraciones han llenado y llenan todavía mi
corazón con un gran gozo y lo guardan en paz.
Te ruego, mi querida y fiel compañera, que te regocijes conmigo y que des gracias a este buen
Dios por lo que hace, porque no hace nada que no sea justo y equitativo. Te debes regocijar,
sobretodo porque es para mi bien y para mi reposo. Bien has visto y sentido los trabajos, las
cruces, las persecuciones y las aflicciones que he sufrido. Has sido incluso participante de ellas
cuando me has acompañado en mis viajes durante el tiempo de mi exilio. He aquí que ahora mi
Dios quiere tenderme la mano para recibirme en su Reino bienaventurado. Yo me voy antes de
ti, y cuando le placerá al Señor, tú me seguirás. No estaremos separados para siempre. El Señor
te recibirá igualmente para que estemos unidos juntos a nuestra cabeza Jesucristo.
El lugar de nuestra habitación no se halla aquí, está en el cielo; aquí, es el lugar de nuestro
peregrinaje. Por eso, aspiramos a nuestro verdadero país, que es el cielo, y sobretodo queremos
ser recibidos en la casa de nuestro Padre celestial, para ver a nuestro Hermano, Cabeza y
Salvador Jesucristo, así como a la muy noble compañía de patriarcas, profetas, apóstoles y
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tantos miles de mártires, entre los cuales espero ser recibido cuando haya acabado la obra que he
recibido de mi Señor Jesús.
Te ruego, pues, mi bien amada, que halles tu consuelo en la meditación de estas cosas.
Considera debidamente el honor que Dios te hace de haberte dado un marido que no es sólo
ministro del Hijo de Dios, sino que también es de tal manera estimado y valorado por Dios que
le ha placido hacerle participar de la corona de los mártires. Es un gran honor que Dios no
concede ni siquiera a sus ángeles.
Estoy lleno de gozo, mi corazón está lleno de alegría, no me falta nada en mis aflicciones. Estoy
lleno de la abundancia de las riquezas de mi Dios, y mi consolación es aun tan grande que tengo
suficientemente para mí y para todos aquellos a los que puedo hablar. Así, ruego a mi Dios que
siga manifestando Su bondad y misericordia hacia mí, Su prisionero. Tengo la seguridad de que
lo hará, puesto que siento por experiencia que Él no abandona jamás a aquellos que esperan en
Él. No habría pensado nunca que Dios hubiera podido ser tan bueno para con una tan pobre
criatura como yo. Siento la fidelidad de mi Señor Jesucristo
Ahora pongo en práctica lo que he predicado tantas veces a los demás. Sin embargo, debo
confesar esto: que cuando yo predicaba, hablaba como un ciego que habla de colores, en
comparación de lo que ahora siento en la práctica. Desde que he sido apresado, he progresado y
aprendido más que en el resto de mi vida. Estoy en una escuela muy buena. El Espíritu Santo
que me inspira continuamente y me enseña a manejar las armas en este combate. Por otro lado,
Satanás, el adversario de todos los hijos de Dios, que es como un león rugiente y furioso, me
rodea por todas partes para herirme. Pero el que dijo: “No temáis, yo he vencido al mundo” me
hace victorioso. Veo que el Señor aplasta ya a Satanás bajo mis pies y siento el poder de Dios
perfeccionado en mi debilidad.
Por un lado, nuestro Señor me hace sentir mi debilidad y pequeñez, que no soy más que un
pobre vaso de barro extremadamente frágil, para que me humille y que toda la gloria de la
victoria le sea dada. Por otro lado, Él me fortalece y me consuela de una manera increíble.
Incluso me encuentro mejor que los enemigos del Evangelio. Como, bebo y descanso mejor que
ellos. Estoy encerrado en la cárcel más terrible y mejor guardada que pueda haber, oscura y
tenebrosa, a la que llaman Brunain por su oscuridad, y donde el aire no entra más que a través
de un apestoso pequeño agujero, por el cual tiran los excrementos. Tengo cadenas en pies y
manos, grandes y pesadas. Son un continuo infierno, que llegan hasta mis pobres huesos. El
oficial encargado de la seguridad viene a verificar mis cadenas dos o tres veces al día, para que
no me escape. Además, han puesto tres guardias de cuarenta hombres en la puerta de la prisión.
Recibo también la visita del señor de Hamaide, quien viene a verme para consolarme y
exhortarme a la paciencia, como él dice. Pero viene de buena gana después de la cena, después
de que el vino se le haya subido a la cabeza y que su estómago esté lleno. ¡Puedes imaginar
cómo son estos consuelos! Me hace muchas amenazas y me dice que a la menor señal de intento
de fuga por mi parte, me hará encadenar por el cuello, el cuerpo y las piernas, de manera que no
pueda ni siquiera mover un dedo. Dice también muchas otras muchas palabras semejantes. Pero
en todo esto, mi Dios no deja de guardar su promesa y consolar mi corazón, procurándome un
contentamiento muy grande.
Dada la situación, mi querida hermana y esposa fiel, le ruego que halles consolación en el
Señor, en medio de todas tus pruebas, y que te encomiendes a Él en todas las cosas. Él es el
marido de las viudas fieles y el padre de los pobres huérfanos. No te abandonará, te lo puedo
asegurar. Compórtate siempre como una mujer cristiana y fiel, en el temor de de Dios, como lo
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 Tesoros escondidos de la literatura cristiana
has hecho siempre, y honra de la mejor manera posible, por tu buena vida y tus palabras, la
doctrina del Hijo de Dios que tu esposo ha predicado.
Al igual que siempre me has amado con tanto afecto, te ruego que sigas amando igualmente a
nuestros niños tan pequeños. Enséñales el conocimiento del Dios verdadero y de su Hijo
Jesucristo. Sé su padre y su madre y vela que sean tratados lo mejor posible con lo poco que
Dios te ha dado. Si Dios, después de mi muerte, te da la gracia para vivir en viudez con nuestros
hijos pequeños, harás muy bien. Si no lo puedes hacer, y tus recursos financieros se acaban,
halla entonces a un hombre de bien, fiel y temeroso de Dios, de quien se dé buen testimonio.
Cuando tenga los medios para hacerlo, escribiré a mis amigos para que cuiden de ti, porque no
creo que te dejen en la necesidad. Podrás retomar tu primer nivel de vida después de que el
Señor me haya quitado de esta vida. Tienes a nuestra hija Sara, que pronto será mayor. Ella te
podrá hacer compañía, ayudarte en tus pruebas y consolar en tus tribulaciones. El Señor estará
siempre contigo. Saluda a todos nuestros buenos amigos en mi nombre y pídeles que oren por
mí, para que Él me dé la fuerza, las palabras y la sabiduría que me permitan mantener la verdad
del Hijo de Dios hasta el final, hasta el último aliento de mi vida.
Adiós, Catalina, mi amiga excelente. Ruego a Dios que te consuele y te conceda el
contentamiento en su buena voluntad. Espero que Dios me dará la gracia de volverte a escribir,
si es su voluntad, para que pueda consolarte mientras esté en este pobre mundo. Guarda mi carta
en recuerdo de mí. Está bastante mal escrita, pero lo hago como puedo, no como quiero. Te
ruego que me encomiendes a mi buena madre. Espero poder escribirle una carta para consolarla,
si Dios quiere. También saluda a mi querida hermana y que ella acepte su prueba como
proveniente de Dios. Te deseo mucho bien.
Desde la cárcel, el 12 de abril de 1567.
Tu esposo fiel Guido de Bres, ministro de la Palabra de Dios, en Valenciennes, y actualmente
preso en este lugar por el Hijo de Dios.
*****
Cómo Desarrollar una Mente Cristiana
Por John W. Stott
«No seáis como el caballo, ni como el mulo, sin entendimiento» (Sal 32.9); en otras palabras:
«No esperen que yo los guíe en la forma en que ustedes guían a los caballos o a las mulas,
porque ustedes no son ni lo uno ni lo otro. Tienen entendimiento». Estaban dos mujeres
conversando en el supermercado y una le dijo a la otra: «¿Qué es lo que te pasa? Pareces muy
preocupada». «Lo estoy, me preocupa la situación en el mundo», contestó su amiga. «Tienes
que tomar las cosas más filosóficamente y dejar de pensar», respondió la primera mujer.
Curiosa idea esta de que para ser más filosóficos hay que dejar de pensar. Sin embargo, estas
dos mujeres estaban reflejando la forma de pensar del mundo actual. El mundo moderno ha
dado a luz a dos gemelos terribles: uno se llama falta de inteligencia y el otro carencia de
sentido. En contraste con esta tendencia vemos lo que dice la Escritura: «Hermanos, no seáis
niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar»
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 Tesoros escondidos de la literatura cristiana
(1 Co 14:20). Notemos que Pablo por un lado les prohíbe que sean niños, y por otro les manda
que lo sean, pero en diferentes esferas. En lo que se refiere a la malicia, les dice que deben ser
tan inocentes como niños pequeños, pero en su manera de pensar tienen que ser personas
maduras.
La importancia de la mente
El uso correcto de nuestra mente produce tres beneficios. En primer lugar, glorificar a nuestro
Creador. Siendo nuestro Creador un Dios racional que nos hizo seres racionales a su imagen y
semejanza, y habiéndonos dado en la naturaleza y en las Escrituras una revelación racional,
espera que usemos nuestra mente para estudiar su revelación. Al estudiar el universo y leer las
Escrituras estamos pensando los pensamientos de Dios como él quiere. Por esto, un uso correcto
de nuestra mente glorifica a nuestro Creador.
En segundo lugar, enriquece nuestra vida cristiana. No estoy hablando de la educación, la
cultura y el arte, que enriquecen la calidad de nuestra vida humana; estoy hablando de nuestro
discipulado cristiano. Ningún área del discipulado es posible sin el uso de nuestra mente. Alabar
es amar a Dios con todo nuestro ser, incluso con nuestra mente. La fe es una confianza
razonable y otro ejemplo de la manera en que Dios nos guía.
En tercer lugar, fortalece nuestro testimonio evangelizador. Con frecuencia nos preguntamos:
¿Por qué unos no aceptan a Jesucristo? Podríamos dar muchas razones, pero hay una acerca de
la cual no pensamos lo suficiente: ellos perciben que nuestro evangelio es trivial, no les parece
suficientemente amplio como para relacionarse con la vida real. Tenemos que recordar cómo
evangelizaban los apóstoles, de qué forma razonaba con la gente, y que basándose en las
Escrituras muchos fueron persuadidos. De hecho, Pablo define su ministerio diciendo:
«Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres» (2 Co 5.11). Utilizar
argumentos en nuestra evangelización no es incompatible con la fe en la obra del Espíritu. El
Espíritu Santo no hace que la gente llegue a Jesucristo a pesar de las evidencias, sino que atrae a
las personas a Cristo por medio de éstas, cuando Él abre sus mentes para que las tengan en
cuenta. Pablo puso su confianza en el poder del Espíritu Santo, pero no por eso dejó de pensar y
argumentar. El anti-intelectualismo es algo negativo y destructivo, insulta a nuestro Creador,
empobrece nuestra vida cristiana y debilita nuestro testimonio; el uso adecuado de la mente
glorifica a Dios, nos enriquece y fortalece nuestro testimonio en el mundo.
La mente cristiana
Empezaremos por definir el término. En primer lugar, se trata de la mente de un cristiano.
Nuestra mente ha sido manchada por la caída, también nuestras emociones, nuestra voluntad,
nuestra sexualidad. Pero cuando vamos a Jesucristo nuestra mente comienza a ser renovada. El
Espíritu Santo nos abre la mente para que veamos cosas que nunca antes habíamos visto. Por lo
tanto, la mente cristiana no es una mente que está pensando sólo en asuntos religiosos, sino que
es una mente que está pensando aun hasta en las cosas más seculares ¡pero desde una
perspectiva cristiana! La mente cristiana busca la voluntad de Dios en el hogar y en el trabajo,
en nuestra comunidad, en cuestiones de ética social y de política. Una mente cristiana es una
forma de pensar, es una manera cristiana de mirar todas las cosas, su perspectiva cristiana ha
sido renovada por el Espíritu Santo. Es una mente bíblica, porque está moldeada por
presuposiciones bíblicas.
Los fundamentos del pensar cristiano
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 Tesoros escondidos de la literatura cristiana
1) La realidad de Dios
La mente cristiana reconoce a Dios como la realidad suprema dentro y más allá de todo
fenómeno. La realidad del Dios viviente y el hecho de que la Biblia se centre en Dios son
indispensables para la mente humana. La Biblia es un libro hecho por Dios acerca de Él mismo.
Hasta se podría decir que es la autobiografía de Dios. Dios se revela a sí mismo a través de las
Escrituras. Se describe como Creador y Señor, como Redentor, Padre y Juez. Por lo tanto, la
mente cristiana es una mente centrada en Dios.
Permítanme ahora pensar en dos implicaciones de esta verdad. En primer lugar el significado de
la sabiduría. La sabiduría es un tema prominente en la Biblia. Creo que todos quisiéramos tener
la reputación de ser sabios. El Antiguo Testamento contiene, además de la Ley y los profetas,
una tercera sección llamada de literatura sapiencial que consta de cinco libros: Job, Salmos,
Proverbios, Eclesiastés y Cantares. El rey David y el rey Salomón vivieron muchos, muchos
años, con muchas, muchas concubinas y muchas, muchas esposas; pero cuando llegaron a la
vejez, con muchos remordimientos, el rey Salomón escribió los Proverbios y el rey David los
Salmos. Estos cinco libros de sabiduría tratan los siguientes temas: ¿Qué significa ser un ser
humano? ¿Cómo es que el sufrimiento, el mal y el amor forman parte de nuestra humanidad?
Eclesiastés, por ejemplo, es muy conocido por su estribillo pesimista: «Vanidad de vanidades,
todo es vanidad» (1:2), o «sin sentido, sin sentido, todo es sin sentido». Este libro demuestra lo
absurda que es una vida sin Dios. Es la falta de sentido de la vida humana que, por lo tanto,
ignora la realidad de Dios. Si la vida se reduce al pequeño período de 70 años, con todo el
sufrimiento y la injusticia que se obtiene, y si para todos termina de la misma manera, entonces
«sin sentido, sin sentido, todo es sin sentido». Sólo Dios le puede dar sentido a la vida. Puede
convertir la locura humana en sabiduría. Sin Dios, no hay más que locura y futilidad. Ésta es la
tragedia del vacío espiritual del mundo hoy en día, y de ahí viene el rechazo del secularismo por
parte de la mente cristiana. El secularismo niega la realidad de Dios y, por lo tanto, destruye la
auténtica humanidad. No solamente destrona a Dios, sino que también reduce el potencial del
ser humano a menos de lo que es su potencial. El ser humano sin Dios ya no es humano.
La segunda implicación de la realidad de Dios es la preeminencia de la humanidad. La mente
cristiana es una mente centrada en Dios y, por lo tanto, también una mente humilde, debido al
carácter teocéntrico de la Biblia. De acuerdo a la Biblia, nada es tan vulgar como el orgullo y
nada tan atractivo y hermoso como la humildad que nos hace inclinarnos ante el Dios viviente y
recordar que Dios es Dios.
La historia de Nabucodonosor (Daniel 3–5) es una gran advertencia para nosotros. Paseaba por
el palacio real en Babilonia y hablaba consigo mismo: «¿No es esta la gran Babilonia que yo he
construido con mi poder y para la gloria de mi majestad?» Notemos que él pedía para sí mismo
el poder, el reino y la gloria, exactamente la antítesis de la doxología; y no debe sorprendernos
que mientras estas palabras salían de sus labios, el juicio de Dios cayó sobre él. Fue privado de
su reino y echado del palacio. Vivió con los animales y comió con ellos. Su cabello creció como
las plumas de las águilas y sus uñas como garras de aves. En otras palabras, enloqueció; y
solamente cuando reconoció que el Dios altísimo reinaba sobre los reinos de los seres humanos,
y elevó su mirada en adoración humilde frente a Dios, se le restituyeron su razón y su reino. La
moraleja es: a aquellos que andan con orgullo, Dios los humilla. El orgullo y la locura van de la
mano, y asimismo la humildad y la razón.
En ningún punto choca tan fuerte la mente cristiana con la mente secular como en esta
insistencia en la humildad. La mente secular desprecia la humildad, las grandes religiones
tampoco la recomiendan, y nuestra cultura está dominada más de lo que pensamos por la
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 Tesoros escondidos de la literatura cristiana
filosofía del poder de Nietzsche, quien escribió acerca del surgimiento de lo que él consideraba
una raza que tuviese el coraje de dominar, que fuese ruda, brava. De manera que su ideal era el
superhombre, mientras que el ideal de Jesús es el niño, y no hay posibilidad de compromiso
entre esos dos ideales. Tenemos que escoger.
La realidad de Dios le da a la mente cristiana su perspectiva primera y esencial. La mente
cristiana rehúsa honrar cualquier cosa que deshonre a Dios. Aprendamos a evaluarlo todo
basándonos en este criterio: da gloria a Dios, o toma de la gloria de Dios. Esta es la elección, y
explica por qué la sabiduría es el temor de Dios y por qué la humildad es la virtud más grande.
2) La paradoja del ser humano
¿Cómo responde la Biblia a su propia pregunta? ¿Qué es el hombre? ¿Qué significa ser hombre?
Enseña por un lado que el ser humano tiene una dignidad única como criatura hecha a la imagen
de Dios, pero por otro lado enseña que el ser humano también tiene una depravación única como
pecador que está bajo el juicio de Dios. Su dignidad nos da esperanza, pero su depravación pone
límites a nuestras expectativas. Así que tenemos que mantener ambas juntas, y es aquí donde
encontramos la crítica cristiana a mucha de la filosofía política moderna. O son demasiado
ingenuas en su optimismo acerca del ser humano, o demasiado negativas en su pesimismo. Solo
la Biblia mantiene el equilibrio.
En primer lugar vamos a referirnos al optimismo de los humanistas. Es verdad que se refieren al
hombre como nada más que el resultado de un ciego proceso de evolución pero, sin embargo,
tienen una tremenda confianza en el potencial de evolución que tiene el ser humano. Creen que
el ser humano va a poder tomar su historia en sus manos y hacer él mismo, y aun su propia
evolución. Esto es muy optimista y no toma en consideración el egoísmo torcido de éste.
En segundo lugar, los existencialistas —que tienden a ir al extremo opuesto— son gente llena
de pesimismo y aun de desesperación, porque dicen que no hay Dios, que no hay valores. Nada
tiene sentido. Todo es absurdo. Esa conclusión es lógica si niegan la existencia de Dios. El
escritor norteamericano Mark Twain, que era un humorista pesimista, dijo: «Si pudieras hacer
un cruce entre un gato y un hombre, mejorarías al hombre y empeorarías al gato». Este
pesimismo no toma en cuenta el amor, la belleza, la hermosura, el heroísmo y el sacrificio
propio que han adornado la historia humana. Tenemos que evitar ambos extremos: el optimista
y el pesimista.
La tercera opción es el realismo bíblico. De acuerdo a la Biblia el ser humano es una extraña y
sorprendente paradoja: es capaz de la más alta nobleza, pero también de las crueldades más
bajas. Puede comportarse como Dios, a cuya imagen fue hecho, pero también puede
comportarse como las bestias de las cuales tenía que ser diferente. El hombre puede pensar,
escoger, crear, amar, adorar; pero también puede codiciar, pelear, odiar y matar. El ser humano
es el que ha inventado los hospitales donde se cuida a los enfermos, las universidades donde se
adquiere sabiduría y los templos donde se alaba a Dios; pero también ha inventado cámaras de
tortura, campos de concentración y bombas de hidrógeno. La mente cristiana recuerda la
paradoja del ser humano. Somos nobles pero innobles, sabios pero tontos, racionales e
irracionales, morales y al mismo tiempo inmorales, y esto cada uno de nosotros los sabemos.
Vamos a aplicar esta paradoja del ser humano a una serie de situaciones. En primer lugar
veremos la cuestión de la autoestima. Todos conocemos la gran importancia de la salud mental,
de saber quiénes somos. Algunas personas tienen un punto de vista muy exagerado con respecto
a su importancia, son gente orgullosa. Pero otros tienen una autoimagen muy baja, creen que no
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sirven para nada, tienen paralizantes complejos de inferioridad que se acentúan muchas veces
debido a ciertas enseñanzas cristianas, y nunca ven la dignidad de ser un ser humano creado a la
imagen de Dios.
La imagen de nosotros mismos tiene su origen en el hecho de que hemos sido creados a imagen
de Dios.
Sin embargo, el ser humano también es producto de la caída, y es por eso que Jesús nos llama
tanto a la negación como a la afirmación de nosotros mismos. Lo que somos se debe en parte a
la creación y en parte a la caída. Hay cosas que debo negar y repudiar, pero todo lo que soy por
la creación y aun por la redención en Cristo no lo niego, sino lo afirmo. Eso presupone la
comprensión de la doctrina bíblica del hombre.
Ahora pasemos a los procesos democráticos. Todos sabemos que la democracia tiene como
meta ser un gobierno del pueblo y para el pueblo; y cualquiera que sea nuestro color político, la
mayor parte de los cristianos la aprecian, quieren estar al lado de la democracia, porque es la
forma más segura de gobierno jamás inventada y refleja la paradoja del ser humano. Toma
seriamente la creación, la dignidad de los seres humanos, ya que se rehúsa gobernarlos sin su
consentimiento. Les da a los seres humanos participación en la toma de decisiones. Trata a los
seres humanos como adultos responsables. Por otra parte, la democracia también toma en cuenta
la caída, porque rehúsa concentrar el poder en las manos de unos pocos. La democracia reparte
el poder y así protege a los seres humanos de ellos mismos y de su locura. Esta es la forma en
que Reinhold Niebuhr lo resumió: «La capacidad del hombre para la justicia hace que la
democracia sea posible, pero la tendencia del hombre hacia la injusticia hace que sea necesaria».
Concluyo refiriéndome al progreso social. ¿Es posible que haya progreso social en el mundo de
hoy? ¿Puede el mundo ser un lugar mejor? Algunas personas tienen una tremenda confianza en
la acción social. Sueñan con crear una utopía y se olvidan del incorregible egoísmo del ser
humano. Otras van al extremo opuesto, son tan pesimistas que dicen que es imposible cambiar
la sociedad y que no vale la pena intentarlo, pero se olvidan de que los seres humanos aún
conservan algo de la imagen de Dios y que aun aquellos que no son regenerados pueden tener
una visión de una sociedad justa, pacífica. Casi todo ser humano, regenerado o no regenerado,
prefiere la paz a la guerra, la justicia a la opresión y el orden al caos. Así que en cierta medida es
posible el progreso social. Creo que tiene un cierto grado de equilibrio afirmar lo siguiente: «Es
imposible perfeccionar la sociedad, pero es perfectamente posible mejorarla».
Veamos cómo Pablo nos recuerda la paradoja del ser humano: «Porque ellos mismos cuentan de
nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para
servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos,
a Jesús, quien nos libra de la ira venidera» (1 Ts. 1:9-10). Por un lado, el ser humano debería
convertirse a Dios y ponerse a su servicio y al del prójimo; en consecuencia contará con la
ayuda de la presencia y el poder de Dios para cambiar y mejorar su mundo. Pero por otro lado,
no logrará perfeccionar su mundo, porque la maldad humana seguirá operando y será juzgada y
eliminada por el Señor Jesucristo en su venida. Así que, servimos al Dios viviente haciendo
buenas obras y procurando cambiar y mejorar la sociedad, mientras esperamos la perfección y el
juicio final que traerá Jesucristo en su venida.
En resumen, debemos recordar nuestro llamado como cristianos al «doble-escuchar». Es decir,
la mente cristiana estará atenta a la revelación de Dios para tener una perspectiva realista y
teocéntrica de la vida, y estará atenta al mundo para poder actuar concretamente en la historia,
haciendo el bien y combatiendo el mal. Una mente cristiana no se ocupa solamente de Dios sin
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reconocer e involucrarse en la realidad humana, no es escapista. Una mente cristiana tampoco se
fija solamente en el mundo de los seres humanos, ni trata de interpretarlos y cambiarlos a partir
de una perspectiva y recursos netamente humanos. No es ni optimista sin fundamento, ni
pesimista sin esperanza. La mente cristiana tiene que escuchar a Dios y al mundo que la rodea.
Esta tarea de formar una mente cristiana que escucha a Dios y al mundo no es tarea de cristianos
solitarios. Es más bien una tarea que requiere de una comunidad cristiana en conjunto. La
Iglesia ha de ser, en la práctica, una «comunidad hermenéutica». Parte de la tarea de la Iglesia es
escuchar la Palabra de Dios juntos para descubrir la mente de Dios, y la realidad actual para
entender lo que está sucediendo. Es en este «doble-escuchar» a la Palabra y al mundo, y en
compañía e interacción con otros miembros de la Iglesia de Dios, que se va desarrollando una
mente cristiana. Que Dios nos conceda gracia para esforzarnos en pensar como cristianos.
*****
Cómo orar en medio de la crisis
Por D. Martyn Lloyd-Jones
El carácter de la verdadera oración
Habacuc expresa en forma de oración la revelación que Dios le dio. No obstante, esta oración es
al mismo tiempo una maravillosa pieza de poesía titulada: «Oración del profeta Habacuc, sobre
Sigionot». Fue una oración acompañada de música, ni triste ni alegre, sino expresiva de una
profunda emoción. No hay duda de que el profeta fue movido hasta las fibras más profundas de
su ser con emociones conflictivas, pero predominaron aquellas de triunfo y victoria.
Todo el capítulo es un registro de la oración del profeta. La oración es más que una simple
petición, e incluye alabanza, agradecimiento, reminiscencia y adoración. El recuento de la
historia tal como lo hace el profeta es, con frecuencia, una parte esencial de la oración. Las
grandes oraciones de la Biblia, son aquellas que los hombres han efectuado, recordándole a Dios
lo que él ha hecho en el pasado. Basaron sus peticiones sobre esos hechos, de manera que todo
este capítulo constituye una gran oración.
El segundo verso de este capítulo es un modelo de lo que debe ser la actitud de un cristiano en
un tiempo de crisis o adversidad. Hoy nos enfrentamos a una situación mundial que bien puede
conducir a los creyentes de mente espiritual a pensar en este libro de Habacuc. Nuestro
problema vuelve a ser: ¿Por qué no interviene Dios? ¿Por qué permite Dios estas cosas? ¿Por
qué es que los impíos tienen tanto éxito? ¿Por qué no desciende Dios para avivar a su Iglesia?
Ante estas situaciones nuestra actitud debe ser la misma del profeta. ¿Lo es en verdad? ¿Lo fue
durante los oscuros días de guerra? Hay ciertos peligros sutiles que siempre amenazan al
creyente de la misma manera que lo hicieron con el profeta Habacuc. El diablo como «un ángel
de luz», procura sacar ventaja de cualquier perplejidad nuestra, y nos hace mirar a lo que no
corresponde y torcer de esta manera, nuestra actitud hacia Dios. Aquí tenemos delante nuestro la
actitud que debe caracterizar al cristiano en un tiempo de adversidad y de prueba.
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 Tesoros escondidos de la literatura cristiana
Elementos esenciales en la oración verdadera
Humillación
En primer lugar notamos cómo el profeta se humilló a sí mismo, o sea, su actitud de
humillación. «Oh, Jehová, he oído tu palabra, y temí. Oh, Jehová, aviva tu obra en medio de los
tiempos, en medio de los tiempos hazla conocer». Ya no es la actitud de alguien que alterca con
Dios o de quien lo cuestiona acerca de lo que permitió que ocurriera como puede apreciarse en
los primeros capítulos. Ni siquiera protesta por lo que Dios le ha dicho. De la perplejidad
intelectual ha progresado a una convicción espiritual. Tampoco apela a Dios para que invierta su
propósito de juicio. Menos aún existe un pedido para que Dios detenga su mano del juicio y
perdone a Israel. Sí, observamos en el profeta un reconocimiento de que la decisión de Dios
para con su pueblo, es perfecta; que Dios es absolutamente justo y que el castigo para Israel está
bien merecido; todo esto refleja una completa sumisión a la voluntad de Dios [2]. No hay
ningún esfuerzo por defender a Israel o a sí mismo, sino una franca confesión de pecado y un
reconocimiento de la justicia, santidad y rectitud de Dios. Como Daniel dice: «Nuestra es la
confusión de rostro». No queda un solo vestigio de justicia propia, sino un completo
reconocimiento de pecado y total sumisión al juicio de Dios que se avecina sobre la nación.
¿Cómo llegó Habacuc a esta posición? Al parecer, ocurrió cuando dejó de pensar en su propia
nación, o en los caldeos, y contempló sólo la santidad y la justicia de Dios contra el oscuro
fondo del pecado en el mundo. Nuestros problemas con frecuencia se pueden rastrear en nuestra
insistencia en mirar al problema inmediato según nuestra propia óptica, en lugar de observarlo a
la luz de Dios. Mientras Habacuc estaba mirando a Israel y a los caldeos, estuvo turbado. Ahora
los ha dejado de lado y sus ojos se han fijado en Dios. Ha vuelto a la esfera espiritual de la
verdad, de la santidad de Dios, del pecado en el hombre y el mundo, de manera que puede ver
los eventos en una perspectiva completamente nueva. Ahora se ocupa de la gloria de Dios y no
de otra cosa. Tuvo que olvidar que los caldeos eran peores pecadores que los judíos, y reconocer
que Dios los iba a utilizar a pesar de plantear un problema tan complejo. Esa actitud le había
hecho olvidar el pecado de su propia nación, por eso se concentró en los pecados de otros, los
cuales aparentaban ser más graves. Mientras permanecía en esta actitud, quedó en la
perplejidad, descontento en su mente y corazón. Sin embargo, el profeta fue levantado
completamente de ese estado para ver la maravillosa visión de Dios en su santo templo, y la
humanidad pecaminosa y todo el universo debajo de él. Al ver los hechos de esta manera, la
distinción entre israelitas y caldeos se tornó en algo sin importancia. Ya no era posible
considerar la exaltación ya sea como nación o como individuo. Cuando las circunstancias se
observan desde un punto de vista espiritual, sólo puede haber un reconocimiento de que «todos
pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios» y que «el mundo entero está bajo el maligno»
(Ro 3.23; 1 Jn 5.17). La santidad de Dios y el pecado del hombre son lo único que cuenta.
Aquí está la clave de la situación actual. ¿Vemos nuestra necesidad de humillarnos? ¿Vemos
esta necesidad como miembros de la Iglesia? ¿La vemos como ciudadanos de nuestra nación?
Nos enfrentamos con una situación mundial, sin saber qué es lo que va a ocurrir. ¿Habrá otra
guerra? Si nuestra actitud todavía es: ¿por qué Dios permite esto?, ¿qué hemos hecho para
merecer todo esto?, quedará al descubierto que aún no hemos aprendido la lección que aprendió
Habacuc. No nos hemos humillado lo suficiente. Hemos pasado por alto que las dos grandes
guerras mundiales fueron consecuencia inevitable de la impiedad de los últimos cien años, y
todo por la arrogancia y el orgullo del hombre. ¿Ha reconocido la Iglesia que su condición
actual y mucho de su sufrimiento se debe al castigo de Dios por la infidelidad y apostasía en que
la misma Iglesia ha caído? Por mucho tiempo la propia Iglesia ha negado lo sobrenatural y
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milagroso, y ha puesto en duda la deidad de Dios y exaltado a la filosofía por encima de la
revelación. ¿Tiene la Iglesia derecho a protestar si es que ahora está pasando por tiempos
difíciles?, ¿se ha humillado en polvo y en ceniza?, ¿ha reconocido y confesado su pecado?,
¿tiene acaso el mundo derecho a protestar? A pesar de los juicios de Dios sobre nosotros, ¿ha
habido humillación?, ¿existe un espíritu de arrepentimiento? Si lo hay, ¿dónde está?
No es bíblico ni tampoco espiritual mirar sólo a lo que es evidentemente impío. Cristianos y aun
sus líderes tienden a dar la impresión de que el único problema es la posmodernidad. Han caído
en el error en que Habacuc estuvo atrapado por un tiempo. Con frecuencia oímos decir: La
Iglesia cristiana no es perfecta, pero la cultura posmoderna es peor, o: La Iglesia no es todo lo
que debería ser, pero ¡miren tal o cual posición! Por tanto, no vemos la verdadera necesidad de
la humillación. Muchos solo ven un problema —los caldeos o la cultura posmoderna— y
mientras permanecen mirando ese problema no sienten ninguna necesidad de humillarse. La
lección que aprendió el profeta Habacuc fue que el problema no tenía que ver con el
nacionalismo o el antagonismo entre naciones. Se trataba de la santidad de Dios y el pecado. No
nos queda más que humillarnos delante de Dios. Nada podría ser tan desastroso, o tan
antibíblico como que la Iglesia considere que su primer deber es combatir al comunismo y,
menos aún, el ser conducido a tal campaña por la iglesia romana. No hay tal cosa como la unión
de la Iglesia y el Estado. Estos problemas no deben ser considerados políticamente, sino
espiritualmente. Nuestra principal preocupación deber estar en la santidad de Dios y el pecado
del hombre; ya sea en la Iglesia, en el Estado o en el mundo. A pesar de todo lo que se pueda
decir de lo que se oponga a Cristo, lo primero que debemos preguntar es: ¿Qué de mí mismo? El
hecho de que haya otros peores que yo, ¿significa que yo estoy bien? ¡Daniel y Habacuc no lo
vieron así! Todos nosotros, al igual que Habacuc, debemos confesarle a Dios: ¡Hemos pecado
contra ti y no tenemos derecho alguno de rogar en tu presencia que mitigues la sentencia! Se
requiere con urgencia tal auto-humillación.
Adoración
Existe un segundo elemento en la oración y es el de la adoración. «Oh Jehová, he oído tu
palabra y temí». Temor no significa en este caso que Habacuc sintiera temor por las situaciones
que habían de venir, según la revelación que Dios le dio. No se trataba del temor por el
sufrimiento que había de venir. La expresión sugiere más bien estar embargado por el asombro
en la presencia de un Dios tan grande; la de una profunda adoración y respeto por Dios y sus
caminos. Dios le había hablado acerca de su plan histórico. Por eso, el profeta, meditando sobre
el hecho de que Dios está en su santo templo y todo el mundo a sus pies, quedó maravillado y
asombrado. Cuando reconoció la santidad y el poder de Dios, dijo: «Temí». La actitud de
«temor reverente» de la que se habla en Hebreos 5.7, es una actitud que no vemos entre
cristianos, ni siquiera entre evangélicos. Existe un exceso de liviana familiaridad con el Dios
Altísimo. Gracias a él, podemos entrar en su presencia confiadamente por medio de la sangre de
Jesucristo. Sin embargo, esto jamás debería reducir nuestra reverencia y temor piadoso. El
antiguo pueblo de Dios, en particular los más espirituales, vivían tan conscientes de la santidad
y grandeza de Dios que aún temblaban al invocar su nombre. La santidad y el poder de Dios les
hacían temblar y quedaban prácticamente estupefactos. Debemos acercarnos al Señor
«agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor» (He 12.28,29).
Esto es esencial para un buen entendimiento de los tiempos en que vivimos. Debemos aprender
a ver a Dios en su santo templo, por encima del flujo de la historia y de las cambiantes escenas
del tiempo. En la presencia del Señor lo más sobresaliente es la naturaleza santa de Dios y
nuestro propio pecado. Nos humillamos y con reverencia le adoramos.
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Petición
Finalmente llegamos al aspecto de la petición. El apóstol Pablo dice: «Por nada estéis afanosos,
sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego». La verdadera
oración siempre incluye estos tres elementos: humillación, adoración y petición. ¿Cuál es la
petición en el caso de Habacuc? No es liberación o alivio, ni tampoco que Dios tenga
misericordia de su pueblo, ni que impida la guerra con los caldeos. No pide que se evite el
sufrimiento, el saqueo de Jerusalén y la destrucción del templo. No efectuó tal petición porque
había comprendido que estos eventos eran inevitables y estaban bien merecidos. No le pide a
Dios que cambie su plan. La única carga que pesa sobre el profeta ahora es su preocupación por
la causa, la obra, y el propósito de Dios en su propia nación y en el mundo entero. Su único
deseo es que las cosas estén bien hechas. Había llegado al punto en que, en efecto, podía decir:
¡Lo que yo y mis compatriotas tengamos que sufrir, no importa, con tal de que tu obra sea
avivada y mantenida en pureza! Su gran ruego es que Dios avive su obra en medio de los
tiempos. «Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos, en medio de los tiempos hazla
conocer». La expresión «en medio de los tiempos», o «en medio de los años» [3] se refiere a
esos eventos terribles y que estaban profetizados para ser cumplidos en esos tiempos. Una
paráfrasis adecuada podría ser: «En medio de los tiempos de sufrimiento y calamidad que tú has
predicho, aun en medio de ellos, oh Señor, aviva tu obra.» Esta es una oración sumamente
apropiada para la Iglesia en el día de hoy. Si nos preocupamos más por el riesgo que significa
afrontar otra guerra mundial que por la pureza y bienestar espiritual de la Iglesia, esto representa
una seria reflexión sobre nuestro cristianismo. ¿Qué es lo que principalmente nos preocupa
como creyentes? ¿Son los eventos del mundo que nos rodea? ¿O es el nombre y la gloria de
nuestro Dios Todopoderoso, la salud y condición espiritual de su Iglesia, la prosperidad y el
futuro de su causa entre los hombres? Para Habacuc solo había una preocupación. A pesar de
saber lo que iba a ocurrir rogó por un avivamiento de la causa de Dios en Israel.
La palabra hebrea utilizada para «aviva», tiene el significado básico de «preservar» o «mantener
vivo». El gran temor de Habacuc era que el pueblo de Dios fuera completamente destruido, de
manera que oró pidiendo: Preserva, oh Dios, mantén en vida, no permitas que sea abatido.
Además, avivar no sólo significa mantener en vida o preservar sino también purificar, corregir,
y eliminar lo malo. Esta es siempre una acción esencial en la obra de avivamiento que Dios
hace. En cada una de las historias de avivamiento leemos que Dios ha purificado, eliminando el
pecado, la escoria y las demás cosas que frenaban su causa.
Hay otro factor importante y es que mientras la Iglesia es preservada, purificada y corregida,
está siendo preparada para la liberación. El profeta observa la calamidad que se aproxima y
dice: «Oh Señor, mientras somos castigados, prepáranos para la liberación que ha de venir. Haz
que todo tu pueblo sea digno de la bendición que has de derramar.» Parece decir: Recuerda tu
obra, y haz que sea lo que siempre quisiste que sea; que la Iglesia funcione como debe
funcionar. Esta oración, al igual que la de Daniel, fue respondida en forma concluyente cuando
estaban en cautividad en Babilonia, en manos de los caldeos. Dios contestó el pedido de un
avivamiento por medio del castigo, y precisamente durante el tiempo en que el castigo se
ejecutaba.
La apelación final de Habacuc es conmovedora. «En la ira, acuérdate de la misericordia».
Matthew Henry señala en su comentario que Habacuc no pide a Dios: «Oh, Señor, comprendo
que este castigo era necesario, pero recuerda que hemos procurado ser buenos, y que han habido
peores períodos en nuestra historia.» No le pide a Dios que los recuerde por algún mérito, sino
que ruega para que en medio de su ira se acuerde de la misericordia. «Ira» significa la perfecta
justicia y rectitud de Dios. Todo lo que hace es recordarle a Dios su propia naturaleza y de ese
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otro aspecto de su divina persona, que es la misericordia. Pareciera decir: «Mitiga la ira con
misericordia. No podemos pedir más que tú actúes como eres, y que en medio de la ira, tengas
misericordia de nosotros.»
Aquí tenemos una oración modelo para el tiempo en que nos toca vivir. En los días de oración
nacional durante la segunda guerra mundial, parecía predominar el criterio que nosotros
estábamos bien. Además, creíamos que todo lo que debíamos hacer era pedir que Dios derrotara
a nuestros enemigos, quienes eran los únicos que estaban mal [4]. No se dio lugar a una
verdadera humillación ni a la confesión de pecado, ni lamento por nuestra pecaminosidad y
separación de Dios. El mensaje del libro de Habacuc es que nos humillemos en verdad,
olvidando a los demás y aquellos que son peores que nosotros. Debemos vernos tal como somos
en la presencia del Señor y confesar nuestros pecados y encomendarnos en sus manos
todopoderosas. Hasta que no hagamos todo eso, no tenemos derecho a disfrutar de la paz y la
felicidad.
Mientras el mundo no aprenda estas tremendas lecciones de la Palabra de Dios, no hay
esperanza para él. Habrá guerras y más guerras. Que Dios nos dé la gracia para aceptar este
mensaje de la Biblia y aprender a ver las situaciones no desde el punto de vista político, sino del
espiritual.
Este principio tiene aplicación personal. Debemos enfrentar nuestra situación personal de la
misma manera, preguntándonos: ¿Hay algo en mi vida que está mereciendo el castigo de Dios?
Examinémonos y humillémonos bajo la poderosa mano de Dios y preocupémonos
principalmente por el estado de nuestras almas. El problema es que siempre miramos a la
situación y al problema, en lugar de procurar descubrir si hay algo en nuestra vida que conduce
a Dios a proceder de esta manera. En el momento en que yo me preocupo realmente del estado
de mi corazón, en lugar de mi aflicción, estoy ya transitando por la avenida de la bendición de
Dios. La epístola a los Hebreos declara que la disciplina es una prueba de que somos hijos de
Dios. «El Señor al que ama disciplina» (He 12.6). Si no sabemos lo que significa la disciplina,
deberíamos alarmarnos pues si somos hijos de Dios, él se interesa por nosotros y se ha
propuesto llevarnos a la perfección. Si no escuchamos su voz, buscará otra forma para llevarnos
al fin propuesto. «El Señor al que ama disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo». Cuando
las circunstancias son aparentemente adversas no debemos analizar la situación y formular
preguntas, sino mirarnos a nosotros mismos y preguntar: ¿Cómo está mi corazón? ¿Qué me está
diciendo el Señor por medio de esto? ¿Qué es lo que hay en mí que merece esta acción por parte
de Dios? Después de examinarnos y humillarnos deberíamos colocarnos en las manos de Dios y
decir: Tu camino y no el mío, Señor, no importa cuán duro sea. Mi única preocupación es que
mi corazón esté bien contigo. Sólo pido que en la ira recuerdes la misericordia, pero sobre todo,
continúa con tu obra para que mi alma sea avivada y que sea agradable a tus ojos.
Esa fue la actitud de Habacuc. Fue la actitud de todos los verdaderos profetas de Dios. Es
siempre la actitud de la Iglesia en todo tiempo de despertar espiritualmente y experimentar un
avivamiento. Es la única actitud correcta, bíblica y espiritual para la Iglesia y para cada creyente
en lo individual en esta hora presente. Deberíamos pensar menos en la amenaza de cualquier
situación que ponga en peligro a la Iglesia. Deberíamos preocuparnos más por su salud y su
pureza, y por sobre todo esto, mostrar preocupación por la santidad de Dios y dolor por el
pecado humano.
[2]. Compárese con la oración de Daniel, en Daniel capítulo 9.
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[3]. Compárese la Biblia de Jerusalén que traduce: «En medio de los años» y comenta: «es
decir, en nuestro tiempo».
[4]. Nota del traductor: El autor, siendo de nacionalidad británica, habla en primera persona
plural, refiriéndose a sus connacionales.
*****
Cómo Pasar el Día con Dios
Por Richard Baxter
Una vida santa es propensa a hacer más fácil cuando sabemos la secuencia y método de nuestras
responsabilidades con todas las cosas acomodándose en su lugar apropiado. Por lo tanto, os daré
algunas breves directrices para pasar el día de una manera santa.
El Dormir
Mide apropiadamente el tiempo de tu sueño de manera que no malgastes tus preciosas horas de
la mañana de forma lenta y pesada en tu cama. Que el tiempo de tu sueño se corresponda con tu
salud y trabajo, y no con el placer perezoso.
Primeros Pensamientos
Haz que Dios tenga tus primeros pensamientos al despertarte; levantad vuestros corazones a Él
de manera reverente y con acción de gracias por el descanso disfrutado la noche anterior y
entregaos vosotros mismos a Él por el día que continúa.
Familiarízate de manera tan consistente con esto que tu conciencia pueda inspeccionarte cuando
los pensamientos comunes se entrometan de primeros. Piensa en la misericordia del descanso de
una noche y de cuántos han pasado esa noche en el Infierno; cuántos en prisión; cuántos en
alojamientos fríos y duros; cuántos sufriendo de dolores y enfermedades agonizantes, cansados
de sus lechos y de sus vidas.
Piensa en cuántas almas fueron llamadas de sus cuerpos esa noche para aparecer aterrados ante
Dios y, ¡piensa en cuán rápidamente pasan los días y las noches! ¡Con cuánta rapidez se fue tu
noche pasada y vendrá tu día de mañana! Pon atención de aquello que le está faltando a tu alma
en preparación para tal tiempo y búscalo sin demora.
Oración
Que la oración que haces a solas (o con tu cónyuge) tome lugar antes de la oración colectiva de
la familia. Si es posible que sea de primero, antes que cualquier trabajo del día.
Adoración en Familia
Que la adoración en familia se realice de manera consistente en un momento cuando sea más
probable para la familia el estar libre de interrupciones.
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Propósito último
Recuerda tu propósito último, y cuando te dispongas para tu día de trabajo o emprendas
cualquier actividad en el mundo, que la SANTIDAD AL SEÑOR esté escrita en vuestros
corazones en todo lo que hagan.
No hagas ninguna actividad sobre la cual no puedas dar derechos a Dios, y di verdaderamente
que Él te ha establecido en ello, y no hagas nada en el mundo para ningún otro propósito último
que no sea agradar, glorificar y disfrutar de Él. “Hacedlo todo para la gloria de Dios.” – 1
Corintios 10:31.
Diligencia en Vuestro Llamado
Dedícate a las tareas de tu llamado de manera cuidadosa y diligente. De esta forma:
Mostraréis que no sois perezosos ni siervos de vuestra carne (como aquellos que no pueden negarla
con facilidad), y así fomentarás el poner a la muerte todos los deseos y pasiones carnales que son
alimentados por la facilidad y la holgazanería.
Mantendrás alejados los pensamientos ociosos de tu mente, que pululan en las mentes de las personas
frívolas.
No perderás tiempo precioso, algo de lo cual las personas frívolas son culpables diariamente.
Estarás camino de obedecer a Dios mientras que los perezosos se encuentran en constantes pecados
de omisión.
Puedes tener más tiempo para pasarlo en deberes santos si te dedicas a tu ocupación de manera
diligente. Las personas frívolas no tienen tiempo para la oración y la lectura porque pierden tiempo
vagando en su trabajo.
Puedes esperar la bendición de Dios y su provisión confortable tanto para ti como para tu familia.
Esto también puede estimular la salud de tu cuerpo el cual incrementará su competencia para el
servicio de vuestra alma.
Las Tentaciones y las Cosas que Corrompen
Mantente totalmente al corriente de tus tentaciones y de las cosas que puedan corromperte – y
vigílalas durante todo el día. Debieses vigilar, de manera especial, las cosas más peligrosas que
corrompen, y aquellas tentaciones que tu compañía o negocio inevitablemente pondrán ante ti.
Vigila los pecados dominantes de la incredulidad: la hipocresía, el egoísmo, el orgullo, la
complacencia de la carne y el amor excesivo por las cosas terrenales. Ten cuidado de ser
arrastrado hacia la mentalidad mundana y a las preocupaciones excesivas, o de planes
codiciosos para descollar en el mundo, bajo la pretensión de diligencia en tu llamado.
Si has hacer tratos o comerciar con otros, sé vigilante en contra del egoísmo y todo lo que huela
a injusticia o falta de caridad. En todos tus tratos con otros, mantente vigilante contra la
tentación de la charla vacía y frívola. Vigila también a aquellas personas que te tentarán a la ira.
Mantén la modestia y la limpieza del lenguaje que requieren las leyes de la pureza. Si conversas
con aduladores, mantente en guardia contra el orgullo hinchado.
Si conversas con aquellos que te desprecian y hieren, fortalécete en contra del orgullo vengativo
e impaciente. Al principio estas cosas serán muy difíciles, mientras el pecado tenga alguna
fuerza en ti, pero una vez que hayas alcanzado una conciencia continua del peligro venenoso de
cualquiera de estos pecados, tu corazón los evitará fácilmente y de buena gana.
Meditación
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Cuando te encuentres solo en tus ocupaciones, mejora el tiempo con meditaciones prácticas y
benéficas. Medita en la bondad y en las perfecciones infinitas de Dios; en Cristo y la redención;
en el Cielo y en cuán indigno eres de ir allí y cómo mereces la miseria eterna en el Infierno.
El Único Motivo
Cualquier cosa que estés haciendo, acompañado o solo, hazlo todo para la gloria de Dios (1
Corintios 10:31). De otra forma, es algo inaceptable para Dios.
Redimiendo el Tiempo
Asígnale un gran valor a tu tiempo, sé más cuidadoso de no perderlo como lo eres de no perder tu
dinero. No dejes que las recreaciones sin valor, la televisión, la charla frívola, la compañía poco
provechosa, o el sueño, te roben tu precioso tiempo.
Sé más cuidadoso en escapar de esa persona, acción o curso de vida que te robaría tu tiempo de lo que
serías en escapar de ladrones y asaltadores.
Asegúrate que no estés meramente ocupado, sino más bien que estás usando tu tiempo en la manera
más provechosa que puedas y no prefieras un camino menos provechoso ante uno de mayor provecho.
Comer y Beber
Come y bebe con moderación y agradecimiento por la salud, no por placer sin provecho. Nunca
complazcas tu apetito por la comida o la bebida cuando sea propensa a perjudicar tu salud.
Recuerda el pecado de Sodoma: “He aquí que esta fue la maldad de Sodoma tu hermana:
soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas” – Ezequiel
16:49.
El Apóstol Pablo lloraba cuando mencionaba a aquellos “enemigos de la cruz de Cristo... el fin
de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo
piensan en lo terrenal” – Filipenses 3:18-19. Porque si vivís conforme a la carne, moriréis
(Romanos 8:13).
Pecados Predominantes
Si alguna tentación prevalece en tu contra y caes en cualquier pecado además de las fallas
habituales, laméntalo inmediatamente y confiésalo a Dios; arrepiéntete rápidamente cualquiera
que sea el costo. Ciertamente que te costará más si continúas en el pecado y permaneces sin
arrepentirte.
No trates de manera trivial tus fallas habituales, sino confiésalas y lucha contra ellas
diariamente, teniendo cuidado de no agravarlas por la falta de arrepentimiento y el desprecio.
Relaciones
Acuérdate cada día de las obligaciones especiales de las varias relaciones: sea como esposos,
esposas, hijos, jefes, siervos, pastores, magistrados, súbditos.
Recuerda que toda relación tiene su responsabilidad especial y su ventaja para hacer algún bien.
Dios requiere tu fidelidad en este asunto lo mismo que en cualquier otro deber.
Cerrando el Día
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Antes de regresar a dormir, es sabio y necesario revisar las acciones y bendiciones del día que
ya va pasando, para que podáis estar agradecidos por todas las misericordias especiales y
humildes por todos tus pecados.
Esto es necesario para que puedas renovar tu arrepentimiento lo mismo que vuestra resolución
de obedecer, y para que podáis examinaros vosotros mismos para ver si vuestra alma se hizo
mejor o peor, si el pecado ha bajado y la gracia ha subido y si estáis mejor preparados para el
sufrimiento, la muerte y la eternidad.
Que estas directrices puedan grabarse en tu mente y que se hagan la práctica diaria de tu vida.
Si te adhieres con sinceridad a ellas, te conducirán a la santidad, la fructificación y la quietud de
tu vida y te añadirán una muerte confortable y pacífica.
*****
Conceptos Bíblicos Básicos de la Motivación Humana
Por David Powlison
"¿Por qué hice eso?" "¿Por qué hiciste eso?" Así como el bello rostro de Elena originó que
fueran mil naves a la guerra de Troya, así también la pregunta "¿Por qué?" ha originado un
millar de teorías de la naturaleza humana. ¿Por qué hace la gente lo que hace? ¿Eres un Aries
con un Júpiter creciente? ¿Estás programado genéticamente para la agresión? ¿Son las
hormonas de la ira las culpables? ¿Tus impulsos instintivos psicológicos están conflicto con las
ordenanzas de la sociedad? ¿Tus deseos han sido reforzados por estímulos recompensantes? ¿Te
quedaste fijado en algún punto de la jerarquía de la necesidad? ¿Estás compensando alguna
inferioridad percibida? ¿Algún demonio llamado adicción se infiltró en tu personalidad? ¿Es tu
temperamento melancólico o sanguíneo? "Yo hice eso porque..." El comportamiento tiene
razones ser.
Las Teorías de lo que hace a la gente actuar se encarnan en modelos de consejería. La consejería
basada en la Escritura debe hacer justicia a lo que la Biblia dice acerca de los "porqués" y los
"por lo tantos" del corazón humano. Este artículo hace dos cosas. La primera sección da
material para pensar en una perspectiva bíblica de la motivación humana, y después ofrece 34
preguntas para hacer que pienses en los "pensamientos e intenciones del corazón" (Heb. 4:12).
La segunda sección toma una de esas preguntas y la desarrolla, respondiendo una serie de
preguntas acerca de la motivación comúnmente propuestas. Terminaré con la pregunta más
importante de todas "¿Puedes cambiar lo que quieres?"
"Preguntas Rayos X"
Las siguientes preguntas proveen ayuda para discernir el patrón de la motivación de una
persona. Tal entendimiento tiene el propósito de desenmascarar amos impíos que ocupan
posiciones de autoridad en el corazón humano. Estas preguntas revelan tus "dioses funcionales",
es decir, qué o quién en realidad controla tus acciones, pensamientos, emociones, actitudes,
memorias y suposiciones. Nota bien: tus "dioses funcionales" en una situación particular a
menudo están opuestos diametralmente a tu "Dios profesado."
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 Tesoros escondidos de la literatura cristiana
Considera cuando te sentiste ansioso y preocupado. Algo pasó: no podías sacarlo de tu mente.
Algo está pasando: Estás siendo consumido por eso. Algo pasará mañana: Tu mente gira sobre
eso una y otra vez. A medida que el pecado de la preocupación se profundiza en tu alma, tal vez
tu recurras a alguna forma rápida de escapismo: ver televisión, masturbarse, leer una novela, ir
de compras, tomar una cerveza, jugar algo. O tal vez te movilices para tener control: Hacer
muchas llamadas telefónicas, trabajar toda la noche, limpiar tu casa. .. ¿Qué está pasando?
Como cristiano tú profesas que Dios está en control de todo y que hace todo para su gloria y
para tu bienestar. Tú profesas que Dios es tu roca y tu refugio en cualquier problema que
enfrentes. Tu profesas que le adoras, que confías en él, que le amas y le obedeces. Pero en ese
momento (hora, día o temporada) de ansiedad o escape tú vives como si tú necesitaras controlar
todas las cosas. Vives como si el dinero, o la aprobación de alguien, o un sermón "exitoso" o tu
calificación en el examen, o buena salud, o evasión de conflictos o salirte con la tuya o...
importaran más que confiar y amar a Dios. Vives como si algún buen sentimiento temporal
pudiera proveerte de refugio, como si tus acciones pudieran hacer que mundo se corrigiera. Tu
dios funcional entra en competencia con tu Dios profesado. Los incrédulos están dominados
totalmente por motivos impíos. Los verdaderos creyentes a menudo transigen, se distraen y se
dividen severamente.
La santificación tiene el propósito de purificar tanto tu corazón como tu cuerpo, tanto tus
motivos como tu comportamiento. Los dos son importantes. Imagínate que te sientas en una
colina viendo un lago. Tú ves una lancha rápida surcando el agua. Tú ves y oyes que es el
"comportamiento": acelera, hace maniobras, se balancea sobre otra estela a alta velocidad, de
pronto apaga el motor, se detiene en una isleta y tira el ancla. ¿Por qué se comporta de esa
manera? Si fueras capaz de verla de cerca descubrirías sus "motivos." Encontrarías que es lo que
da fuerza y dirección al bote: un motor v-8 de 200 caballos de fuerza, un timón, la voluntad y las
creencias del piloto. ¿Por qué la lancha se detuvo en la isla? ¿Para encontrar un tesoro
escondido? ¿Para escapar de la Policía? ¿Para llevar a la familia en un día de campo? ¿Para
probar la lancha para ver si la compraba? Para entender totalmente la lancha debes considerar
tanto lo visible como lo invisible. La Biblia se dirige tanto a las razones como a los resultados.
Para evaluar y "aconsejar" a la lancha rápida necesitas saber todo lo que se puede saber.
El Conocedor de corazones recompensará a cada persona de acuerdo con sus hechos (Jer.
17:10). La Escritura nunca separa motivo y comportamiento. El espejo de la Escritura expone a
ambos. Las buenas noticias de la Escritura renueva a ambos. La lámpara de la Escritura guía a
ambos. El "primer y grande mandamiento" directamente se dirige a los motivos: ¿Amas a Dios
con todo tu corazón, con toda tu alma, mente y fuerzas? ¿O algo más divide y roba tus afectos?
El "segundo gran mandamiento" directamente se dirige al comportamiento: ¿Amas a tu prójimo
como a ti mismo? ¿O usas, burlas, temes, evitas, odias, ignoras a tu prójimo? El evangelio de
Jesucristo es el puente que nos lleva de las tinieblas a la luz. La gracia estirpa de nosotros los
corazones de piedra; la gracia remplaza las manos y la lengua que obran maldad.
Las preguntas que siguen son preguntas "Por qué" que están formuladas concretamente como
preguntas "Qué." Estas preguntas pueden ayudarte a sacar qué es lo que le da dirección
específica a la vida de una persona. "¿Por qué estás enojado? ¿Por qué le estás manipulando?
¿Por qué estás ansioso en esa situación? ¿Por qué tienes un problema de lascivia en este tiempo
particular? ¿Por qué bebes con exceso?" La Biblia penetra por debajo de tu comportamiento y
emociones para exponer tus motivos. El reorientar tus motivos a través de la gracia del
evangelio puede ser seguido de una convicción de tus formas particulares de desorientación.
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Cualquiera de estas preguntas puede ser hecha directamente a una persona en esta forma o en
una forma alterada apropiadamente. Pero no siempre son preguntas para ser hechas
directamente. Algunas veces es mejor simplemente escuchar y observar, indagando entre el
fruto de la vida de una persona en búsqueda del patrón que revele su corazón. Recuerdo haber
notado como un hombre, a quien yo aconsejaba, se disculpaba abundantemente cada vez que
llegaba unos minutos tarde, con agitación y angustia evidentes. Luego descubrimos, que llegaba
tarde porque no podía interrumpir su charla con otras personas, llamadas telefónicas o visitas
por miedo a que no les agradara. Se disculpaba abundantemente porque tenía miedo que ya no
me agradara. Esos pequeños pedazos de fruto (impuntualidad, agitación momentánea, disculpas
exageradas) me llevaron a descubrir el patrón que gobernaba su vida. Y eso nos llevó a la gracia
de Cristo para perdonar y el poder para hacer cambios prácticos.
Si las mentes se han de renovar, si los corazones han de ser transformados progresivamente, si
el conocimiento de Dios ha de crecer, si el doble ánimo ha de ser convertido en una devoción
singular por Cristo, entonces debes entender con exactitud estos asuntos. Un amor por Cristo
agradecido y sincero depende de tal convicción inteligente.
Nota que cada pregunta gira alrededor del mismo asunto básico: ¿Quién o qué es tu dios
funcional? Muchas de estas preguntas simplemente se derivan de los verbos que te relacionan
con Dios: amar, confiar, temer, esperar, buscar, obedecer, refugiarse, y otros semejantes.
Convierte cada verbo en una pregunta. Cada verbo sostiene un espejo para mostrarnos donde
nos desviamos. Cada verbo sostiene una lámpara para guiarnos a la vida. Así, cada pregunta
viene a la misma pregunta general. En situaciones individuales (tiempos diferentes, lugares, y
personas) una u otra pueden ser más apropiadas o útiles. Las diferentes formas de formular las
preguntas de motivación serán de impacto para diferentes personas.
Estas preguntas pueden ser usadas en diversas maneras diferentes. Cada una puede enfocarse
"microscópicamente" para disectar al detalle un incidente particular de la vida de una persona. O
cada una puede enfocarse para dar una visión panorámica, para iluminar los patrones típicos y
recurrentes que caracterizan la vida entera de la persona. Vas a encontrar con la experiencia en
consejería y de tu crecimiento en la gracia que los detalles y la vista panorámica se
complementan. El panorama únicamente es muy general; el cambio ocurre en las cosas
específicas. Los detalles nada más parecen ser muy triviales; el panorama da un significado más
grande a detalles insignificantes como una disculpa abundante.
Las referencias bíblicas tienen la intención de hacerte pensar. Son apenas un puñado de lo que la
Biblia dice con respecto a lo que motiva a las personas. Asegúrate de preguntarte primero las
preguntas de una manera existencial. ¿Qué es lo que te motiva a ti o a otro? No recurras a la
"repuesta cristiana correcta" sin trabajar duro y honestamente para analizar cuáles son los
"dioses funcionales." El arrepentimiento inteligente hará que las respuestas correctas sean
realmente correctas y harán que el amor de Jesús sea tu gozo y tu esperanza.
1. ¿Qué amas? ¿Qué odias?
Esta pregunta del "primer gran mandamiento" examina tu corazón, alma y fuerza. No hay otra
pregunta más profunda que se le pueda preguntar a cualquier persona. No hay explicación más
profundo del porqué haces lo que haces.
2. ¿Qué quieres, deseas, anhelas, codicias? ¿Los deseos de quien obedeces?
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Esto resume las operaciones internas de la "carne" en las epístolas del Nuevo Testamento. Nota,
algunas veces la voluntad de otra persona de gobierna (presión de grupo, agradar a las personas,
comportamiento de camaleón). El anhelo de tu corazón en tales casos es obtener cualquiera que
sea el bien que te prometen y evitar el mal con el que amenazan.
3. ¿Qué buscas, te propones, persigues? ¿Cuáles son tus metas y expectativas?
Esto te dice que tu vida es activa y se mueve en una dirección.
4. ¿En donde cifras tus esperanzas?
La dimensión futura es prominente en los motivos humanos. La gente enérgicamente se
sacrifica para obtener lo que esperan; ¿Qué es esto? La gente en desesperanza tiene sus
esperanzas hechas pedazos; ¿Cuáles eran esas esperanzas?
5. ¿A qué temes? ¿Qué no quieres? ¿De qué tiendes a preocuparte?
Los temores pecaminosos son la parte inversa de los anhelos.
6. ¿Qué te gustaría hacer?
Esta pregunta lo mismo que la 2, ¿Qué deseas? Quiere decir que quieres hacer de tus deseos la
guía de tu vida.
7. ¿Qué piensas que necesitas? ¿Cuáles son tus necesidades sentidas?
Si las preguntas 2 y 3 exponen los propósitos de la actividad, esta pregunta expone el propósito
de recibir. Las necesidades sentidas frecuentemente se toman como necesidades para ser
satisfechas, no como amos esclavizantes engañosos.
8. ¿Cuáles son tus planes, agendas, estrategias e intenciones diseñadas para ser logradas?
Esta es otra manera de determinar lo que estás buscando.
9. ¿Qué te hace andar? ¿Qué sol hace que tu planeta gire? ¿Donde encuentras tu jardín deleite?
¿Qué ilumina tu mundo? ¿De qué fuente de vida y satisfacción bebes? ¿Qué comida sostiene tu
vida? ¿Qué es realmente importante para ti?
Muchas metáforas pueden expresar la pregunta: "¿Para qué vives?
10. ¿Dónde encuentras refugio, seguridad, comodidad, escape, placer?
Esta es la pregunta de los Salmos, que excava en tu escapismo y falsa confianza.
11. ¿En qué o en quién confías?
El verbo confiar es uno de los verbos mayores que te relacionan con Dios o con falsos dioses y
mentiras.
12. ¿Las acciones de quién importan para ti? ¿Sobre los hombres de quien reposa el bienestar de
tu mundo?
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 Tesoros escondidos de la literatura cristiana
Esta excava en la auto-justificación, o el vivir a través de tus hijos, o cifrar tus esperanzas en
encontrar el cónyuge correcto.
13. ¿A quién debes complacer? ¿La opinión de quién cuenta para ti? ¿De quién deseas
aprobación y temes el rechazo? ¿Con el sistema de valores de quién mides el tuyo? ¿Ante los
ojos de quién vives?
Cuando dejas a Dios, entras a una jungla de confusión. Tiendes a vivir delante de tus propios
ojos o ante los ojos de otros (o ambas cosas).
14. ¿Quién es tu modelo? ¿Qué tipo de persona piensas que debes ser o quieres ser?
Tu "ídolo" te revela a ti mismo.
15. En lecho de la muerte, ¿Cuál será el resumen del valor de tu vida? ¿Qué le da a tu vida
significado?
Esta es la pregunta Eclesiastés. El libro examina varias opiniones y encuentra que todo es
vanidad excepto algo. En algún punto, haz una traducción de Eclesiastés 2 a palabras modernas
equivalentes.
16. ¿Cómo defines éxito o fracaso en cualquier situación particular?
Los estándares que sirves pueden estar muy distorsionados. Dios quiere renovar tu
"consciencia," por medio de la cual te evalúas y evalúas a otros.
17. ¿Qué te haría sentirte rico, seguro, próspero? ¿Qué te haría sentir feliz?
La Biblia habla a menudo de los motivos usando la metáfora de tesoro.
18. ¿Qué te traería el mayor placer, felicidad y deleite? ¿Qué te traería el mayor dolor y miseria?
La bendición y la maldición son maneras en las que la Biblia habla de la felicidad y la miseria.
19. ¿La subida al poder de quién hará las cosas mejores?
La gente invierte vasta confianza en el poder político
20. ¿La victoria o el fracaso de quién hará feliz tu vida?
¿Cómo se revela el interés personal interno? Algunas personas "viven o mueren" de acuerdo a
los logros de un equipo deportivo local.
21. ¿Qué consideras tu como tus derechos? ¿A qué te sientes con derecho?
Esta pregunta a menudo ilumina los patrones de motivación de la gente enojada, agraviada y
autocompasiva.
22. ¿En qué situación te sientes presionado o tenso? ¿En cuál, confiado y relajado? ¿Cuando
estás presionado a donde recurres? ¿En qué piensas? ¿Cuáles son tus escapes? ¿De qué escapas?
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Esta pregunta llega al punto desde otra dirección diferente. Muchas veces ciertos patrones de
pecado dependen de la situación. El analizar la situación puede sostener un espejo para los
motivos del corazón.
23. ¿Qué quieres obtener de la vida? ¿Qué paga buscas de las cosas que haces? ¿Qué sacas al
hacer eso?"
Esta es una manera concreta de repetir las preguntas 3 y 8, en búsqueda de tus metas operativas.
24. ¿Por cuáles cosas oras?
Tus oraciones a menudo revelan el patrón de tu falta de balance y egocentrismo. De las muchas
cosas posibles que puedes pedir, ¿en qué te concentras?
25. ¿En qué piensas con mayor frecuencia? ¿Qué te preocupa o te obsesiona? En la mañana,
¿Hacia dónde se dirige tu mente instintivamente?
Pon un espejo a tu tendencia para que puedas redirigir tu dirección.
26. ¿De qué hablas? ¿Qué es importante para ti?
Esta pregunta y la siguiente asumen una conexión muy cercana entre los motivos y el
comportamiento. Toma nota de lo hablan tú y los demás.
27. ¿Cómo pasas tu tiempo? ¿Cuáles son tus prioridades?
Toma nota de lo tú y otros escogen hacer.
28. ¿Cuáles son tus fantasías características, ya sean placenteras o de temor? ¿En qué sueñas
despierto? ¿Alrededor de qué giran tus sueños nocturnos?
Aunque estemos más o menos separados de la consciencia, seguimos siendo seres humanos
responsables. Los patrones de preocupación y deseo se revelan en el ensueño.
29. ¿Qué creencias sostienes con respecto a la vida, a Dios, a ti mismo y a otros? ¿Cuál es tu
cosmovisión, tu "mitología" personal que estructura la manera en la que ves e interpretas las
cosas? ¿Cuál es tu creencia específica acerca de esta situación? ¿Qué valoras?
Hebreos 4:12 habla de "los pensamientos y las intenciones" del corazón. Tal vez podamos
traducir esto como "creencias y deseos". Tanto las mentiras que crees como la codicia sustentan
pecados visibles.
30. ¿Cuáles son tus ídolos o dioses falsos? ¿En dónde pones tu confianza o tus esperanzas?
¿Hacia dónde te vuelves o buscas? ¿Dónde te refugias? ¿Quién es el salvador, juez y
controlador de tu mundo? ¿A quién sirves? ¿Qué "voz" te controla?
Esta lista de preguntas busca las cosas que han usurpado el lugar de Dios. Cada una de éstas
puede ser llamada metafóricamente "ídolos" a los que les das tu lealtad.
31. ¿De qué manera vives para ti mismo?
Esta es una manera general de preguntar cualquiera de las preguntas anteriores.
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32. ¿De qué manera vives como un esclavo del diablo?
La motivación humana no es meramente "psicológica" o "Psicosocial" o "Psicosocial-somática".
Cuando sirves a la codicia y las mentiras estás sirviendo al enemigo quien desea engañarte,
esclavizarte y matarte.
33. ¿De qué manera dices implícitamente, "Si tan solo…" (Obtener lo que quieres, evitar lo que
no quieres, mantener lo que tienes).
Los "Si tan solo..." son una manera sencilla de desenmascarar muchas motivaciones para crear
autoentendimiento bíblico y arrepentimiento.
34. ¿Qué es lo que instintivamente sientes y te parece correcto? ¿Cuál es tu opinión, las cosas
que sientes que son verdad?
Tú no sólo sientes deseos de hacer algunas cosas (Pregunta 6), sino que también sientes que
ciertas cosas son verdaderas. Por el contrario, la sabiduría es corregible a medida que escucha y
aprende.
Este conjunto de preguntas puede hacerte pensar. Déjame reforzar dos puntos en conclusión. He
hallado estas preguntas muy útiles para mantener mi vida derecha, tanto en consejería como en
buscando arrepentimiento de mis propios pecados. Primero, mi regla básica es una pregunta con
dos aspectos: "¿Qué deseos y mentiras están siendo expresados por este patrón de vida
pecaminoso?" Excava bajo la irritabilidad, el egoísmo, la desesperanza, el escapismo, la
autocompasión, temores irracionales, quejas, etc. y encontrarás un mosaico de mentiras
específicas que se creen y deseos que se persiguen. La Escritura te capacita para dar con ellos.
Segundo, los verbos que relacionan a la gente con Dios deben formar parte activa de tu
pensamiento. La gente está siempre haciendo algo con Dios. Los seres humanos
inescapablemente o aman a Dios o aman cualquier otra cosa. Nos refugiamos en Dios o en
cualquier otra cosa. La Escritura tomará un nuevo sentido cuando desarrolles una atención hacia
los verbos que nos relacionan con Dios. Tal perspectiva provee un poderoso entendimiento tanto
en consejería evangelística como para ayudar a los santos.
Recuerdo cuando aconseje a un hombre que habitualmente escapaba de las presiones de la vida
viendo televisión, comiendo, jugando juegos de video, en el alcohol, la pornografía, colecciones
y novelas de ciencia ficción. ¿Dónde debíamos comenzar? ¿Podría encontrar pasajes que
enfocaran sus problemas? No estaba seguro por donde comenzar. Entonces, me vino una idea:
Intenta comenzar con los Salmo como un todo. Casi cada Salmo, presenta de una u otra manera
al Señor como nuestro refugio en los problemas. Los Salmos implícitamente y explícitamente
amonestan a los que toman refugio en cualquier otro lado. Los Salmos nos impulsan a conocer y
obedecer a Dios en las trincheras de la vida. Este hombre se sintió vagamente culpable por
algunos de sus comportamientos malos. Pero no podía ver el patrón o la seriedad. Sus esfuerzos
de cambio quedaron a medias y no fueron exitosos. Al quedar convencido del pecado específico
de su corazón (volverse de Dios a los ídolos), despertó y le hizo ver sus pecados de conducta de
una nueva manera. Inclusive comenzó a identificar pequeños trucos de escapismo que ni
siquiera se había dado cuenta que los hacía. La gracia de Cristo comenzó a ser real y necesaria.
El empezó a estar motivado para cambiar prácticamente, es decir, enfrentar la presión y las
responsabilidades para la gloria de Dios.
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En la próxima sección, me concretaré a una familia de preguntas en particular. "¿Qué quieres,
deseas, anhelas, codicias?" Como hemos visto, hay muchas maneras de llegar a un tópico de
motivación de una manera bíblica, pero esta es la más fructífera. Los autores del Nuevo
Testamento repetidamente aluden a los deseos controladores de la vida cuando resumen la
dimensión interna de nuestra lucha con el pecado.
Preguntas y Respuestas acerca de los "Deseos de la Carne"
1. ¿Cuáles son las palabras más comunes que la Biblia usa para hablar de lo que está mal con
la gente?
Idolatría, mentiras, y malos deseos son términos que indican lo que está mal espiritualmente con
la gente. (ve las "Preguntas Rayos X" para encontrar otros patrones de pecado del corazón).
Pero las palabras "ídolos", "Mentiras" y "malos deseos" han llegado a ser casi inútiles para los
lectores modernos de la Biblia. La idolatría se ha reducido a imágenes visibles; las mentiras se
han reducido a engaño consciente a otras personas; los malos deseos se han reducido a deseo
sexual. Tienes que ampliar el significado de estos términos. Necesitas aprender a entender la
vida a través de estos términos para usarlos adecuadamente.
La gente deja a Dios para servir a los ídolos, las mentiras y los malos deseos. La gente se vuelve
a Dios para dejar a los ídolos, las mentiras, y los malos deseos. Tú volviste a Dios dejando a los
ídolos para servir al Dios vivo y verdadero (1 Tes. 1:9). Ellos han cambiado la verdad de Dios
por una mentira (Ro 1:25). Nosotros también en el pasado vivimos en el deseo de nuestra carne,
satisfaciendo los deseos de la carne y de la mente (Ef. 2:3).
A través de toda la Biblia, la gente cree y sigue mentiras. El Antiguo Testamento se enfoca en la
idolatría como una manera en la que la gente se desviaba. Esto no quiere decir que el Antiguo
Testamento es externalista. Hay problemas en las que el problema de la idolatría se internaliza
(Ez 14), y la idolatría visible siempre expresa una alejamiento del corazón con respecto a Dios.
Hay lugares en los que el corazón humano es descrito como insensato (9:3), malo (Gn 6:5),
lleno de mentiras y deseos (Num 11-25), incircunciso, duro, ciego, etc.
El Nuevo Testamento típicamente se enfoca en el deseo de la carne como un resumen de lo que
está mal con nuestros corazones: Ro 13:14; Gal 4:16-17; Ef 2:2 y 4:22; Stgo 1:14-15; 1Ped
1:14; 2 Ped 4; 1 Jn 2:16. Esto no quiere decir que Nuevo Testamento es internalista. En cada
uno de los pasajes citados, el comportamiento se conecta íntimamente con los motivos. Los
consejeros sabios siguen el modelo de la Escritura y se movilizan entre el deseo de la carne y
sus obras tangibles, y entre la fe y el fruto tangible del Espíritu. El Nuevo Testamento también
hace un ecuación con los deseos pecaminosos y la idolatría (metafóricamente) en varias
ocasiones (Col. 3:5; Ef. 5:5). La idolatría puede resumirse como cualquier amo falso y
controlador de la vida. (1 Jn. 5:21).
2. ¿Por qué la gente hace cosas impías específicas?
Los deseos de la carne. Los deseos controladores específicos (malos deseos, codicias o placeres)
dan origen a fruto malo. Los deseos desordenados explican y organizan los diversos frutos
malos: palabras, acciones, emociones, pensamientos, planes, actitudes, memorias, fantasías.
Para corroborar esta conexión entre los motivos y el fruto ve Gal 5:16-6:10; Stgo 1:13-16; Stgo.
3:14-4:12. En lenguaje moderno tales anhelos a menudo son enmascarados como expectativas,
metas, necesidades sentidas, deseos, demandas, impulsos, etc. La gente habla de sus motivos de
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maneras que se anestesian ellos mismos y a los demás con respecto al verdadero significado de
lo que están describiendo.
3. ¿Pero qué tiene de malo querer cosas que parecen buenas?
Adjetivo #1: malo, deseos pecaminosos. Algunas veces el objeto mismo del deseo es malo: por
ejemplo, matar a alguien, robar, ser el Señor de la droga en Filadelfia. Pero a veces el objeto del
deseo es bueno y el mal reside en el señorío que tiene ese deseo sobre nosotros. Nuestra
voluntad reemplaza a la de Dios decidiendo como vivimos. Juan Calvino lo dijo de esta manera:
Lo malo de nuestros deseos no reside en lo que queremos sino en que lo queremos demasiado.
Los afectos naturales (por cualquier cosa buena) llegan a estar anhelos controladores y
desordenados. Hemos sido creados para ser gobernados por pasiones y deseos piadosos (Ver
#15 más adelante). Los deseos naturales por las cosas buenas fueron hechos para existir
subordinados a nuestro deseo de complacer al dador de regalos. Un punto importante para la
consejería es el hecho de que el mal reside en la posición de control que ocupa el deseo y no el
objeto en sí.
Considera este ejemplo. Una mujer comete adulterio y se arrepiente. Ella y su esposo
reconstruyen su hogar con dolor y paciencia. Ocho meses después el hombre se ve plagado de
sospechas. La esposa lo percibe y se siente un poco como si estuviera bajo la vigilancia del FBI.
El esposo esta angustiado por sus sospechas porque no tiene razones objetivas para sus
sospechas. "Ya la he perdonado; hemos reconstruido nuestro matrimonio; nunca antes nos
habíamos comunicado tanto, ¿Por qué entonces tengo esta desconfianza?" Los finalmente surge
es que está dispuesto a perdonar el pasado pero está intentando controlar el futuro. Su anhelo
puede ser declarado la siguiente manera: "Quiero tener la garantía que la traición nunca más
ocurrirá." La misma intensidad del anhelo empieza a envenenar la relación; lo pone a él en la
posición de estar continuamente juzgando a su esposa, en vez de estarla amando. Lo que el
desea no puede ser garantizado en esta tierra. El ve el punto, ve su deseo desordenado de
asegurar el futuro. Pero exclama: ¿Qué de malo tiene que yo quiera que mi esposa me ame?
¿Qué tiene de malo que yo quiera que ella permanezca fiel a nuestro matrimonio? Aquí es
donde la verdad es tan dulce. No hay nada malo con respecto al objeto del deseo; pero todo será
malo cuando éste gobierne su vida. El proceso de restauración dio un paso más grande hacia
adelante cuando él entendió la lección que Su Pastor tenía para él.
4. ¿Por qué la gente no ve esto como un problema?
Adjetivo #2: deseos engañosos. Nuestros deseos nos engañan porque se nos presentan como
muy factibles. Los afectos naturales se deforman y nos ciegan. ¿Quién no desea buena salud,
comodidad económica, un cónyuge amoroso, buenos hijos, éxito en el trabajo, padres amables,
comida sabrosa, una vida sin complicaciones, control sobre las circunstancias? Sin embargo, los
anhelos por estas cosas pueden llevarnos a toda clase de mal. Las cosas que la gente desea son
magníficas como bendiciones recibidas de Dios, pero terribles como gobernantes. Ellas
prometen bendición pero entregan pecado y muerte.
Algunos pecados son "de alto calibre" hechos con toda conciencia de la elección (Salmo.
19:13). Otros pecados reflejan la insanidad del pecado que es ciega, oscura, habitual,
compulsiva, ignorante y confundida. Uno de los gozos de la consejería bíblica eres capaz de
encender las luces en el cuarto oscuro de otra persona. Todavía no he encontrado una pareja
hostil que entienda realmente sus motivos. Santiago 4:1 en adelante enseña que los deseos son el
origen de los conflictos. Las parejas que pueden ver qué es lo que las gobierna (anhelos de
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afecto, atención, poder, vindicación, control, comodidad, una vida fácil) se pueden arrepentir y
comenzar a aprender cómo hacer la paz.
5. ¿Es útil en la vida práctica y la consejería la frase "los deseos de la carne"?
Hay que desempacarla para que sea entendible en la vida del siglo XX, redimiendo el lenguaje
evasivo que la gente utiliza. La gente frecuentemente hablar acerca de lo que quiere, espera,
desea, demanda, necesita y anhela. La Psicología popular típicamente valida estas necesidades y
anhelos como cosas neutrales. La gente casi no se dan cuenta que la mayoría del tiempo ellos
están describiendo usurpadores pecaminosos de dios que controlan sus vidas: deseos
desordenados, deseos de la carne. Por ejemplo, escucha a los niños hablar cuando están
molestos, decepcionados, demandantes y contrarios: "Pero yo quiero... Pero yo no quiero..." En
nuestra familia le enseñamos a nuestros hijos acerca del "Yo-quieroismo" desde que tenía
menos de dos años. Queríamos que entendieran que el pecado era más que sólo el
comportamiento. Por ejemplo, analiza cualquier argumento o brote de ira y encontrarás
expectativas y deseos que han sido frustrados (Stgo. 4:1-2). El lenguaje coloquial te lleva a los
detalles de la vida de una persona, pero viene con una interpretación distorsionada adjunta; la
consejería debe reinterpretar la experiencia en categorías bíblicas, con un lenguaje más directo
como "deseos, placeres, codicia." La misma falta de familiaridad de la frase es una ventaja
cuando la explicas y muestras su relevancia y aplicación.
6. ¿Cada persona tiene un "pecado-raíz"?
Deseos (Plural). Con sobrada razón la Biblia usualmente se refiere a los "deseos" (plural) de la
carne. El corazón humano puede generar un deseo confeccionado para cada situación. Los
deseos hierven dentro de nosotros; la mente del hombre es una fábrica de ídolos; estamos
infestados de deseos. Ciertamente un deseo en particular puede ser tan frecuente o habitual que
parezca ser el "pecado-raíz": el amor al dinero, miedo al hombre y deseo de aprobación, amor a
la preeminencia, deseos de placer, etc. pueden dictar en nuestras vidas. Pero toda la gente tiene
todos los deseos típicos.
El darnos cuenta de la diversidad de los deseos humanos nos da gran flexibilidad y penetración
para la consejería. Por ejemplo, un deseo puede generar diversos pecados, como dice 1 Tim.
6:10. Cada uno de los 10 mandamientos pueden ser quebrantados por alguien que ama y sirve al
dinero. Por otro lado, una sola conducta puede venir de diferentes deseos. Por ejemplo, un acto
de inmoralidad sexual puede ocurrir por muchas diferentes razones: placer erótico, beneficios
financieros, venganza hacia el cónyuge o los padres, miedo de decir no a una autoridad,
búsqueda de aprobación y afirmación, el placer de tener control sobre la respuesta sexual de otra
persona, para ganar estatus social o avance en la carrera, sentirse triste por alguien y jugar al
salvador, miedo a perder un compañero potencial para el matrimonio, escapar del sentimiento de
aburrimiento, presión grupal, etc. Los consejeros sabios excavan buscando las cosas específicas.
No asumen que todas las personas tienen la misma carne característica o que una persona
siempre hace las cosas por las mismas razones. La carne es creativa en lo que respecta a la
iniquidad.
7. ¿Cómo puedes saber que un deseo es desordenado o natural?
Por sus frutos los conocerán. La motivación humana no es un misterio teórico del cual debamos
especular. Los deseos malos producen frutos malos que pueden ser vistos, escuchados y sentidos
(Sant 1:15M 3:16). Por ejemplo, un padre que quiere que su hijo llegue a ser cristiano revela la
situación de su deseo siendo un buen padre o uno manipulador, temeroso, iracundo y
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sospechoso. Una esposa que quiere ser amada revela la situación de su deseo amando y
respetando a su esposo. Los frutos visibles revelan si Dios o los deseos están en control.
8. ¿Es correcto hablar acerca del corazón, cuando la Biblia enseña que el corazón es
inescrutable e imposible de conocer excepto por Dios? (1 Sam 16:17; Jer 17:9)
Nadie más que Dios puede explicar y controlar el corazón y las decisiones de otra persona. El es
el conocedor del corazón y el que cambie el corazón. No hay ninguna razón que justifique
porque una persona sirve a algún deseo en vez de servir a Dios; es irracional y locura. Y no hay
ninguna técnica terapéutica que pueda cambiar los corazones. Pero la Biblia enseña en cada
página que podemos describir que es lo que gobierna el corazón. El ministerio bíblico efectivo
prueba y habla del porqué la gente hace las cosas y también qué es lo que hace. Por ejemplo,
Saúl desobedeció a Dios por una razón: temió a la gente y escuchó su voz, en lugar de temer a
Dios y escuchar Su voz (1 Sam 15:24). Por ejemplo, el comportamiento manifiesta que la gente
confía en ídolos, en ellos mismos, en otros, en lugar de confiar en Dios (Jer 17:1-8). Por
ejemplo, los conflictos interpersonales surgen por los deseos (Stgo 4:1-2).
9. ¿No es el término "deseo" aplicable únicamente a los apetitos corporales: los placeres y
comodidades del sexo, la comida, la bebida, el ejercicio, el descanso y la salud?
La gente sigue los deseos del cuerpo y de la mente (Ef. 2:3). Los apetitos del cuerpo ciertamente
son poderosos amos del pecado. Pero el deseo de la mente (por poder, aprobación humana,
éxito, preeminencia, dinero, etc.) son también amos potentes. Los deseos de la mente a menudo
presentan los deseos más sutiles y engañosos porque su obra no siempre es obvia.
10. ¿Pueden ser habituales los deseos?
Pablo describe una manera pasada de vivir caracterizada por deseos engañosos. Pedro dice a sus
lectores que no se conformen a sus antiguos deseos. Como todos los aspectos del pecado
(creencias, actitudes, palabras, actos, emociones, pensamientos, fantasías), los deseos pueden ser
habituales. Aconsejarás a personas que típica y repetidamente buscan controlar o satisfacer los
deseos de la pereza, o que quieren que los quieran. El llamado de Jesús a negarse a uno mismo
cada día toma en cuenta la inercia del pecado. Dios está creando nuevos deseos habituales, por
ejemplo, una preocupación activa por el bienestar de otros delante de Dios.
11. ¿Qué hay de los temores? Parecen ser tan importantes en la motivación humana como los
deseos.
El temor y el deseo son dos caras de la misma moneda. Un temor pecaminoso es el deseo de que
algo no ocurra. Si yo quiero dinero, temo la pobreza con sus privaciones y humillaciones, y vice
versa. Si quiero ser amado, me aterra el rechazo. Si temo al dolor y a las dificultades, deseo
comodidad y placer. Si deseo preeminencia, temo estar subordinados a otros. Con algunas
personas su temor puede estar más pronunciado que su deseo correspondiente, y un consejero
sabio trabajará con aquello que este pronunciado. Por ejemplo, una persona que creció durante
la Gran Depresión puede manifestar adoración al dinero a través de su temor a la pobreza que se
manifiesta por la ansiedad, cálculos repetidos de su riqueza, etc. Otra persona puede manifestar
adoración al dinero a través de un consumismo desmedido. Con el primero hay que señalar el
temor; con el último la codicia. Las dos son expresiones complementarias del deseo de hacer
tesoros en la tierra.
12. ¿Tiene la gente motivos en conflicto?
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Ciertamente. El conflicto entre los deseos pecaminosos y los deseos del Espíritu Santo son un
hecho en la vida cristiana (Gal 5:16-17). La gente a menudo tiene motivos mezclados, algunos
buenos, algunos malos. La mayoría de los predicadores y los consejeros reconocerán que el
amor a Cristo y a la gente batalla con el amor al éxito y a la aprobación humana. La gente puede
tener varios tipos de motivos en conflicto. Dos deseos pecaminosos pueden estar en conflicto.
Por ejemplo, un hombre de negocios puede querer robar algo, pero se detiene por miedo a lo que
pensarán de él sus clientes y amigos si lo descubren. En este ejemplo, la adoración al dinero y la
aprobación social están presentes como opciones para la carne; el corazón se inclina por el
segundo motivo. La gente a menudo pone en orden de prioridad sus deseos, y puede arreglar sus
prioridades de manera diferente en diferentes situaciones. Por ejemplo, un hombre que nunca
evadió al fisco, por miedo a las consecuencias sociales, podría hacer trampa en sus impuestos
porque no es muy probable que lo descubran y no le importa la opinión de nadie en caso de ser
atrapado. En este caso la voluntad propia y la adoración al dinero tomaron el control, y la
aprobación social pasó a segundo término. El "camino ancho" tiene mil variantes creativas.
13. ¿Cómo el pensar en los deseos se relaciona con otras maneras de hablar del pecado, tales
como "la naturaleza pecaminosa", "El yo", "Orgullo", "autonomía", "Incredulidad" y
"Egocentrismo"?
Estas palabras son términos generales que resumen el problema del pecado. Una de las bellezas
de identificar deseos controladores es que estos son tan específicos que permiten un
arrepentimiento y cambio específicos. Por ejemplo, una persona que se enoja en un
embotellamiento de tráfico puede decir, "Yo sé que la ira es un pecado, y que viene de mi yo."
Esto es cierto en cierta medida, pero ayuda a llevar el conocimiento de uno mismo un paso más
adelante: "Yo insulté en mi ira porque deseaba llegar a mi cita a tiempo, y temía el criticismo de
las personas que me esperaban, y temía perder una venta." El arrepentimiento y el cambio
pueden llegar a ser más específico cuando las personas identifican estos tres deseos que
expresaban el señorío del "yo" en este incidente particular.
La Biblia discute el pecado en una asombrosa variedad de maneras, proveyendo varias
connotaciones. Algunas veces, la escritura se dirige al pecado a un nivel general: Ej. Lucas
9:23-26 sobre "el yo"; Proverbios acerca del "Necio". En otras ocasiones la Escritura aumenta el
poder del microscopio y trata un tema particular del pecado: por ejemplo, Fil 3 habla del buscar
la justicia propia; 1 Tim 6 del amor al dinero. En otros pasajes la Escritura habla de deseos
pecaminosos que nos llevan al pecado y nos invita a hacer aplicaciones específicas: Por
ejemplo: 1:14 y 3:14-4:12. Podríamos diagramar esto de una manera global así: términos
generales, patrones típicos de nivel medio y nivel de los detalles específicos.
14. ¿En consejería simplemente confrontamos a las personas con sus deseos pecaminosos?
Los consejeros sabios no "simplemente confrontan" cualquier cosa. Ellos hacen muchas cosas
que hacen que la confrontación sea oportuna y efectiva. Los consejeros no pueden ver el
corazón, sólo las evidencias, por eso es apropiado es tomar con cierta cautela las discusiones
sobre los motivos del corazón.
Pero esto no quiere decir que no puedes lidiar tales asuntos. Recuerda que 2 Tim. 3:16 comienza
con "enseñar." La buena enseñanza (por ejemplo, como Gálatas 5 y Santiago 1 conecta el
pecado externo con los deseos internos) ayuda a la gente a examinar y llegar a conocerse a si
mismos. La experiencia con la gente te hará "conocedor de casos" con respecto a conexiones
típicas (por ejemplo, los varios motivos ligados a la inmoralidad sexual mencionados en la
pregunta 6). Las preguntas provocativas ("¿Qué deseabas/esperabas/temías cuando le pegaste a
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tu esposa?") ayudan a una persona a revelar a sí mismo y a su consejero sus deseos
controladores. Ver las preguntas "rayos X" por más ejemplos.
A la luz del conocimiento personal ante el rostro de Dios (Heb. 4:12-13), el evangelio ofrece
muchas promesas: misericordia, ayuda, el cuidado del Pastor en una vida de santificación
progresiva (Heb. 4:13-16). El arrepentimiento y la fe llegan a ser vigorosos e inteligentes en una
persona que ve tanto sus dioses falsos como sus pecados externos. Los patrones, temas y
tendencias del corazón no nos llevan típicamente a un arrepentimiento definitivo. Trata de dar
un golpe mortal a tu orgullo, temor al hombre, amor al placer, o el deseo de controlar tu mundo,
y te darás cuenta porqué Jesús dijo Lucas 9:23. Sin embargo, progreso genuino ocurrirá en
donde el Espíritu Santo está obrando.
Trabaja duro y cuidadosamente en los asuntos de la motivación (Ro 13:14; los deseos de la
carne versus revestirse de Cristo) y en los asuntos de comportamiento (Ro 13:12-13: los actos
variados de las tinieblas versus el comportamiento apropiado de "luz").
15. ¿Puedes cambiar lo que quieres?
Sí y Amén. Esto es central en la obra del Espíritu Santo. Siempre vas a desear, amar, confiar,
creer, temer, obedecer, anhelar, valorar, perseguir, esperar, y servir . . .ALGO. El Espíritu Santo
obra para cambiar el algo mientras te conduce con una mano íntima. Los deseos del corazón no
son inmutables. Tus deseos no están predeterminados. Dios nunca promete darte lo que quieres,
satisfacer tus necesidades sentidas y anhelos. El dice que seas gobernado por los deseos
diferentes de otro. Esto es radical. Dios promete cambiar lo que tú realmente deseas. Dios
insiste que él sea el primero, y todos lo demás amores estén radicalmente subordinados.
La mejor manera de entender esto es pensar acerca de la oración. Orar significa pedir. Y tú pides
porque quieres algo. Le pides a Dios, porque crees que tiene el poder para concederte algo
deseado. ¿Recuerdas como Salomón oró por un corazón sabio y con discernimiento? Dios
libremente le dio a Salomón lo que quería (1 Rey. 3).
A Dios le complació que Salomón no haya pedido una vida larga, riquezas o éxito. Salomón no
lo había tratado como el genio de la lámpara que existe para concedernos tres deseos. Lo que
deseamos naturalmente (los deseos de la carne) expresa nuestra naturaleza pecaminosa. Pero
Salomón había aprendido a conocer lo que realmente necesitaba. El había aprendido a orar de
acuerdo a la voluntad de Dios. Le plugo a Dios responderle. ¿Puedes cambiar lo que deseas?
¿Puedes aprender a orar por lo que complace a Dios? Cuando Dios te enseñe a orar,
necesariamente él cambiará lo que deseas.
Dios desafía las cosas que todos en todos lados persiguen (Mat. 6:23). ¿Cuáles son los deseos
del cuerpo y la mente (Ef. 2:3) que la gente sigue naturalmente? Estoy seguro que los lectores
están familiarizados con las pasiones características, sin embargo piensen en ellas una vez más.
¿Pueden ser estas cosas realmente? Los deseos del cuerpo incluyen la vida misma, el aire, la
salud, el agua, la comida, la ropa, el refugio, el placer sexual, el descanso y el ejercicio. Los
deseo de la mente incluyen la felicidad, el ser amado, el significado, el dinero, las posesiones, el
respeto, el estatus, el logro, la autoestima, el éxito, el control, el poder, el placer estético, el
conocimiento, el matrimonio y la familia. ¿Tienen que gobernar nuestras vidas estos deseos? No
gobernaron la vida de Jesús.
Por supuesto, muchas de estas cosas no son malas en sí mismas. Lo malo está no en lo que
deseamos, sino en que lo deseamos demasiado. Nuestros deseos de cosas buenas buscan el
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trono, llegando a ser ídolos que reemplazan al Rey. Dios se rehusa a servir a nuestros anhelos
instintivos, pero nos ordena que seamos gobernados por los deseos de otro. Dios ordena y nos
da el poder para cumplirlo: El obra en nosotros el querer como el hacer según su buena voluntad
(Fil 2:12-13).
¿Puedes cambiar lo que deseas? Sí y Amén. ¿Te sorprende la respuesta a esta pregunta?
Contradice a los puntos de vista contemporáneos influyentes de la motivación humana. La
mayoría de los libros cristianos de consejería siguen estas corrientes de la psicología secular y
dan por un hecho tus deseos y necesidades sentidas. Muchos psicólogos cristianos influyentes
ponen como fundamento de su sistema lo inmutable de nuestros deseos. Por ejemplo, muchos
enseñan que tenemos un "tanque de amor vacío" a dentro, y nuestras deseos de amor deben ser
satisfechos o estaremos condenados a una vida de pecado y miseria. Esto haría imposible para
nosotros aprender a orar como oró Salomón. Refuerza nuestra tendencia a orar por nuestros
deseos. Hace que los padres se sientan responsables en exceso. Refuerza un sentido de
victimización en aquellos que fueron abusados. Refuerza la tendencia de presionar a dios para
que nos cumpla los deseos.
Un Psicólogo lo dijo de esta manera: "Los deseos del corazón humano no pueden ser
cambiados. Y aun si se pudieran cambiar, el hacerlo haría que el hombre sea menos de lo que
Dios dispuso que fuéramos. Nuestros anhelos son legítimos. Deben sentidos activamente y
abrazados para conocer más ricamente a Dios como el satisfactor y amante de nuestra alama. El
problema no está centrado en nuestros deseos."
Por el contrario, el problema son nuestros deseos; los deseos del corazón humano pueden ser
cambiados; nos deberíamos activamente arrepentir de ellos, Dios nos quiere deseándole a él.
Para hacernos verdaderamente humanos Dios debe cambiar lo que deseamos, porque debemos
aprender a desear lo que Jesús deseaba. No es de sorprenderse que los Psicólogos no puedan
encontrar un texto bíblico que pruebe su punto de vista de la motivación humana. La Biblia
enseña una perspectiva diferente.
La vida cristiana es una gran paradoja. Aquellos que mueren a sí mismos, se encuentran a sí
mismos. Aquellos que mueren a sus deseos recibirán en este siglo y en el venidero la vida eterna
(Lucas 18:29). Si deseo felicidad, recibiré miseria. Si deseo amor, recibiré rechazo. Si deseo
importancia, recibiré futilidad. Si deseo control, recibiré caos. Si deseo reputación, recibiré
humillación. Pero si deseo a Dios y Su sabiduría, recibiré a Dios y a su Sabiduría. En el camino,
tarde o temprano, recibiré felicidad, amor, significado, orden y gloria.
Todo cristiano vital testifica que las pasiones instintivas y los deseos de la carne pueden ser
reemplazados con las nuevas prioridades del Espíritu Santo. Esta reorientación no es instantánea
ni completa. Pero es genuina y progresiva. Dos de los grandes libros de Teología Cristiana
práctica (Las Confesiones de Agustín y El tratado de los afectos religiosos de Jonathan
Edwards) meditan en esta transformación. Uno asume que Francisco de Asís quiso decir esto en
su oración: "Oh Maestro divino, permite que pueda buscar no tanto el ser consolado como
consolar, el ser entendido, como entender, el ser amado, como amar." La necesidad de aprender
cómo amar reemplaza el deseo de ser amado.
Aquellos que tienen hambre y sed de justicia serán saciados, tenemos la palabra de Jesús. Sin
embargo, no tenemos ninguna promesa de que Dios satisfacerá los deseos instintivos de nuestra
alma. Carrie ten Boom experimentó degradación humana en el campo de la muerte de
Ravensbruck. Pero el que satisface su alma tenía algo mucho mejor en mente que darle lo que
ella deseaba. Le enseñó el gozo en el perdón de los pecados por la libre gracia. Le enseñó el
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gozo en poder del Espíritu para rehacerla en una persona sabia. Y a su tiempo la libro de todas
sus prisiones y la llevo a la gloria.
La Biblia nos enseña a orar, a aprender a pedir por lo que realmente necesitamos. ¿Podemos
orar las peticiones del Padre Nuestro y realmente creerlo? Sí. ¿Podemos anhelar la gloria de
Dios, que su voluntad sea obedecida, que la provisión material para todo el pueblo de Dios
llegue, que los pecados sean perdonados, que recibamos ayuda en nuestra lucha contra el mal?
Sí.
Un pastor sabio, Stephen Charnock, una vez escribió del "Poder expulsivo de un nuevo afecto."
Los nuevos deseos gobernantes expulsan a los amos menores del trono de tu vida. ¿Cuáles son
los motivos nuevos y diferentes que rigen en un corazón renovado? ¿Qué objetos de deseo
caracterizan a los corazones nuevos? ¿Cómo cambia Dios lo que tú quieres?
Para cada uno de los siguientes pasajes pregúntate, ¿Qué o en qué esta persona realmente quiere,
anhela, persigue y se deleita?
* Salmo 42:1-2
* Salmo 73:25-28
* Salmo 63:1-8
* Salmo 80
* Salmo 90:8-17
* Proverbios 2: 1-6
* Proverbios 3:13-18
* Proverbios 8:11
* Isaías 26:8-9
* Mateo 5:6
* Mateo 6:9-13
* Mateo 6:19-33
* Mateo 13:45-46
* Lucas 11:9-13
* Romanos 5:1-11
* Romanos 8:18-25
* Romanos 9:1-3
* 2 Corintios 5:8-9
* Filipenses 1:18-25
* Filipenses 3:8-11
* Filipenses 3:20-21
* 2 Timoteo 2:22
* 2 Timoteo 3:12
* 1 Pedro 1:13
* 1 Pedro 2:2
* Apocalipsis 22:20
¿Es posible que quieras estás cosas más que lo que quieres los ídolos que secuestran tu corazón?
Sí y Amén. Trae a Jesús todos los deseos que tienes por bendiciones menores, y pídele que
renueve tus deseos. El quiere encender tu corazón con santo amor, gloria y gratitud.
*****
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Cristo y su crucifixión
Por Cornelis P. Venema
Intentar resumir la doctrina de salvación del apóstol Pablo dentro de los límites de un ensayo
breve pudiera parecer una locura. Sin embargo, tenemos que intentarlo.
La forma de Pablo para predicar el Evangelio viene de la convicción de que Jesús de Nazaret es
el "Mesías", el Hijo de Dios prometido, a quien Dios envió al mundo "en la plenitud del tiempo"
para cumplir las promesas a Su pueblo, Israel (2 Co 1:18–22; 6:2; Gal 4:4). El mensaje magno
de la predicación de Pablo es el "misterio" del Evangelio de Jesucristo (Col. 1:26; Ro. 16:26; 2
Tim 1:10). Aunque con anterioridad este misterio había permanecido oculto, ahora le fue
confiado a él y a los otros apóstoles, considerados como "los administradores de los misterios de
Dios" (1 Co 4:1; Ef. 3:2ff.).
Esta convicción Paulina ayuda a aclarar la relación entre sus enseñanzas relacionadas con la
salvación y las enseñanzas de Jesucristo en los Evangelios. Así como Cristo enfatizó la llegada
del reino de Dios, introduciendo las bendiciones de "la era venidera" en "esta era", así también
Pablo enfatiza la llegada de Jesucristo como el instrumento a través del cual Dios concede las
bendiciones de salvación a Su pueblo. La enseñanza de Jesús en los Evangelios es similar a una
obertura musical, que anuncia el tema de todo el Nuevo Testamento: el reino de Dios está "muy
cerca". Las predicaciones de Pablo desarrollan este tema dando una explicación exhaustiva de
las bendiciones de salvación del reino.
¿Pero cómo explica el apóstol la salvación que Cristo nos trae? ¿Qué ha logrado Cristo con Su
muerte y resurrección que otorga la redención de aquellos que Le pertenecen?
Pablo resume su respuesta a esta pregunta en 1 Corintios 15:3–4: “Porque primeramente os he
enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las
Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras”. Este
resumen es similar a otros que encontramos en las epístolas de Pablo (ver 1 Co 2:2; Gal 6:14).
En estos pasajes declara que el Evangelio que él predica se centra en la muerte y resurrección
expiatorias de Jesucristo.
En las epístolas de Pablo, se utilizan muchos temas bíblicos para designar diferentes aspectos de
la salvación que Cristo ha conseguido para los creyentes. Los temas principales que Pablo usa
para describir las tareas de la expiación de Cristo incluyen: Primero, “sacrificio” para o
“expiación” de la culpa del pecado humano; Segundo, “propiciación” de la ira divina de Dios
contra Sus criaturas pecadoras; Tercero, “reconciliación” o paz con Dios; Cuarto, “redención”
de la maldición y condena de la Ley; y Quinto, “victoria” sobre el pecado, la muerte y todos los
poderes que se oponen al reino de Dios.
Es indiscutible que Pablo entiende la muerte de Cristo como un 'sacrificio' por el pecado. En 1
Corintios 15:3, declara que Cristo murió "por nuestros pecados". En otro pasaje, dice que Dios
mandó a Su propio Hijo “en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado” (Ro 8:3).
También enseña que la muerte de Cristo fue una 'propiciación' de la ira de Dios. En Su santidad,
Dios únicamente puede detestar el pecado, sin embargo, la belleza del Evangelio reside en que
Él Mismo propicia tiernamente Su ira mediante la muerte de Su propio hijo (Ro 3:25; 5:9−10; 2
Co 5:21). La expiación de Cristo es también una obra de 'reconciliación'. Con Su muerte ha
eliminado todos los obstáculos para que el pecador pueda encontrar la paz con Dios.
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Este trabajo de reconciliación incluye aspectos dirigidos tanto hacia Dios como hacia los
hombres. No solo elimina los obstáculos causantes de la ira de Dios (Ro 5:9–10), sino que
además llama al pecador a que se 'reconcilie' con Él (2 Co 5:20). El tema de la 'redención'
también figura con prominencia en la manera que tiene Pablo de entender la expiación de
Cristo. La idea bíblica de la redención enfatiza el pago de un precio para asegurar que el
pecador queda libre de cualquier esclavitud (1 Tim. 2:5–6). En una de sus afirmaciones más
claras de la expiación de Cristo como tarea de redención, el apóstol declara que “Cristo nos
redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición” (Gal. 3:13). Finalmente, una
característica que se pasa por alto del trabajo de expiación de Cristo es la 'victoria' que se
consigue sobre el poder del pecado, de la muerte y, ciertamente sobre cualquier forma de
oposición al reinado de Dios (1 Co 15:54–57). Con Su muerte y resurrección, Cristo desarmó
los poderes que se oponen al reino de Dios (Col. 2:13–15).
Indudablemente, el mensaje principal de la predicación de Pablo es que Dios ha entrado en la
historia representado por Su Hijo Jesucristo, cuya muerte y resurrección expiatorias han traído
la salvación. Sin embargo, el Evangelio según San Pablo también incluye la aplicación de la
salvación en Cristo para los creyentes que están unidos a Él por el ministerio de Su Espíritu.
Aunque Pablo no expresa explícitamente un "orden de salvación" (ordo salutis), las primeras
nociones de tal orden son evidentes en sus epístolas (ver Rom. 8:30; 1 Cor. 1:30; 6:11).
La manera más general en que Pablo describe la aplicación de la salvación de los creyentes es
mediante su 'unión con Cristo'. Cuando los creyentes se unen a Él a través del ministerio de Su
Espíritu, reciben plenamente todas las ventajas de la obra expiatoria que Cristo realizó por ellos
(Rom. 8:2,11; 1 Cor. 6:11; Ef. 4:30).
Para el propósito de nuestro breve resumen, hay tres beneficios en la unión con Cristo que son
especialmente importantes en la manera que tiene Pablo de entender la aplicación de la
salvación: justificación gratuita, santificación por el Espíritu y glorificación.
Justificación libre. Ya advertimos en nuestra introducción que, en algunos círculos, a menudo se
encuentra oposición al énfasis que Pablo le da a la unión con Cristo sobre sus enseñanzas acerca
de la justificación forense. Sin embargo, esto es un gran error. La Reforma estaba sin duda en lo
correcto al afirmar que una de las características principales de las enseñanzas de Pablo fue la
doctrina de justificación sólo por la gracia a través únicamente de la fe. Además, contrario a las
afirmaciones de autores de "nueva perspectiva" sobre Pablo, él ve claramente la justificación
como un tema "soteriológico". La justificación sencillamente no responde a la pregunta de si los
gentiles también pertenecen, junto con los judíos, al grupo de gente en el convenio de Dios,
como muchos de los autores de nueva perspectiva afirman. Responde fundamentalmente a la
pregunta de cómo cualquier pecador, judío o gentil, puede encontrar la aprobación de Dios a
pesar de su pecado y su culpa.
Según Pablo, la justificación es un acto misericordioso de Dios mediante el cual Él perdona los
pecados de los creyentes y los declara justos, basándose en la imputación de rectitud de Cristo
(Rom. 4:1–5; 5:15–17; 10:3; 2 Cor. 5:21; Fil. 3:9). Aunque todos somos pecadores, Cristo fue
condenado por los pecados de Su pueblo y resucitó para su justificación (Rom. 4:25). Aparte de
otros "trabajos" realizados en obediencia de la Ley, Dios justifica a aquellos que reciben a
Cristo a través de la fe (Rom. 3:28; Gal. 2:16). El beneficio de la justificación es una bendición
de salvación perfectamente escatológica que declara que "no hay condenación para aquellos
unidos a Jesucristo" (Rom. 8:1).
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 Tesoros escondidos de la literatura cristiana
Santificación por el Espíritu. Todos aquellos unidos a Cristo están llenos de Su Espíritu que les
da vida (Rom. 8:4–11). A los creyentes no sólo se les declara justos, sino que además se
transforman según la imagen de Cristo (2 Cor. 3:17–18). El poder y el reinado del pecado se
rompen. Mediante su unión con Cristo en Su muerte y resurrección, los creyentes se pueden
ahora considerar muertos para el pecado y vivos para la rectitud (Rom. 6:12–14). El nuevo
estatus del que disfrutan (justificación) va siempre acompañado por una vida de obediencia
renovada, obrada en ellos por el Espíritu de Cristo (santificación).
Glorificación. Aunque tradicionalmente la glorificación se considera la consumación futura de
la salvación del creyente, Pablo habla de ella como una realidad presente y futura (Rom. 8:18ff.,
30). Por la unión íntima de los creyentes con Cristo, la glorificación de Éste en Su resurrección
y ascensión es también la glorificación de los creyentes. Ya en estos momentos creyentes se
sientan con Cristo en los cielos (Ef. 2:6). Sin embargo, todavía queda la expectación de una
glorificación futura (2 Tes. 1:10). Mientras vivan en este mundo, los creyentes esperarán con
ansiedad el día en que sus "cuerpos de humillación" se transformarán para ser como el cuerpo
glorioso de Cristo (Fil. 3:21).
El Evangelio según San Pablo se puede resumir como el mensaje glorioso del cumplimiento por
parte de Dios de Sus promesas de salvación para Su gente en Cristo. El mensaje principal de
todas las predicaciones de Pablo es la salvación a través de la crucifixión y resurrección de
Cristo, que ha proporcionado una expiación para los pecados de Su pueblo que responde a todos
los aspectos de su condición pecadora. A través de su fe y unión con Cristo, los creyentes se
benefician de esta labor de expiación. En las palabras extraordinarias de 2 Corintios 5:17:
“Cuando alguien se convierte a Cristo, se convierte en una nueva criatura. Su existencia anterior
queda atrás y comienza una nueva vida.” \
Aquellos que se convierten a Cristo disfrutan de un nuevo estatus de aceptación libre con Dios,
a pesar de ser indignos por ser pecadores. También experimentan una nueva vida de obediencia
de la "ley de Cristo" por obra del Espíritu Santo. Y conocen tanto la gracia del presente como la
glorificación futura, cuando se produzcan los "primeros frutos" de la salvación en Cristo en la
cosecha escatológica de la participación completa en la victoria de Su resurrección.
*****
La Cruz de Cristo (La Vindicación de la Causa de Dios)
Por D. M Lloyd Jones
“Al cual Dios ha propuesto en propiciación por la fe en su sangre, para manifestación de su
justicia, atento a haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de
manifestar su justicia en este tiempo: para que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe
de Jesús.” Romanos 3:25-26.
Con el fin de dirigir su atención a las grandes palabras que se encuentran en el capítulo 3,
versículo 25 y 26, de la epístola de Pablo a los Romanos, quiero recordarle nuevamente que en
muchos sentidos, no hay versículos más importantes en todo el alcance y esfera de las
Escrituras, que estos dos versículos. En ellos tenemos la afirmación clásica de la gran doctrina
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 Tesoros escondidos de la literatura cristiana
central de la Expiación. Este es el porqué los consideraremos muy cuidadosa y detalladamente.
Algunos han descrito esto como “El acrópolis de la fe cristiana”.
Podemos estar seguros de que no hay nada que la mente humana pudiera jamás considerar, que
sea en alguna manera tan importante como estos dos versículos. La historia de la iglesia muestra
muy claramente, que estos versículos han sido el medio que Dios El Espíritu Santo ha usado
para traer muchas almas de las tinieblas a la luz, y para dar a muchos pobres pecadores, el
primer conocimiento salvador y su primera certidumbre de salvación.
Déjeme darle un bien conocido y notable ejemplo e ilustración fuera de la historia. Me estoy
refiriendo al poeta William Cowper. El nos dice que se encontraba en su cuarto, en gran agonía
de su alma, y bajo una profunda y terrible convicción. El no podía encontrar la paz, y estuvo
caminando de un lado a otro, casi al punto de la desesperación, sintiéndose completamente sin
esperanza, no sabiendo qué hacer consigo mismo. Repentinamente, en completa desesperación,
se sentó en una silla frente a la ventana del cuarto. Había una Biblia allí, así que él la tomó y la
abrió, y así vino a este pasaje y esto es lo que él nos dice: “El pasaje que encontraron mis ojos
fue el versículo 25 del tercer capítulo de Romanos. Al leerlo, de inmediato recibí poder para
creer. Los rayos del Sol de Justicia cayeron sobre mí en toda su plenitud. Yo vi la completa
suficiencia de la expiación, en la cual Cristo ha forjado para mi, perdón y entera justificación.
En un instante yo creí y recibí la paz del evangelio. Si el brazo del Dios Todopoderoso no me
hubiera sustentado, yo creo que habría sido aplastado de gratitud y gozo. Mis ojos estaban llenos
de lágrimas; este arrobamiento ahogó mis palabras. Yo solamente podía mirar hacia el cielo en
silencioso temor, sobrecogido con amor y asombro”. Esto fue lo que este versículo 25 del
capítulo tres de la epístola a los Romanos, hizo por el famoso poeta William Cowper y ha hecho
la misma cosa por muchos otros.
Déjeme recordarle otra vez lo que el pasaje dice. Es la continuación de lo que el apóstol ha
estado diciendo en el versículo 24. Es la gran buena nueva de que ahora es posible para
nosotros, ser “justificados gratuitamente por su gracia, por la redención que es en Cristo Jesús”.
En otras palabras, ahora hay un camino de salvación aparte de la ley, el cual no depende de
nuestra observancia a la misma. Este es el camino gratuito que es en Cristo.
Dios nos ha rescatado en Cristo, y estos versículos 25 y 26 explican cómo este rescate ha tenido
lugar. Pero, ¿Por qué tuvo que pasar algo como esto? ¿Cómo ocurrió algo así? En este capítulo,
el apóstol ya ha considerado dos de las grandes palabras que explican esto. Ellas son las
palabras “propiciación” y “sangre”. Ya nos ha dicho que la redención adquirida en esta manera,
viene a nosotros a través de la instrumentalidad de la fe.
Pero el apóstol no se detiene en esto, él dice algo más. Veamos nuevamente la afirmación: “Al
cual Dios ha propuesto en propiciación por la fe en su sangre, para manifestación de su justicia,
atento a haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar
su justicia en este tiempo: para que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús”
(Rom. 3:25-26). ¿Por qué el apóstol continuó hasta decir todo esto? ¿Por qué no lo dejó en su
primera afirmación? ¿Cuál es el significado de esta afirmación adicional?
Para descubrir la respuesta debemos considerar una vez más estos términos. El primero es el
término “ha propuesto”. Esto significa ‘manifestar’, ‘hacer claro’. Aquí está, obviamente, algo
que es de vital interés para nosotros, nos lo dice de una vez; que la muerte del Señor Jesucristo
en el calvario no fue un accidente, sino que fue la obra de Dios. Fue Dios quien “propuso a
Cristo” allí. Cuán a menudo la gloria completa de la cruz es perdida cuando los hombres la
sentimentalizan de alguna manera y dicen: “Oh, El fue tan bueno con el mundo, El era tan puro.
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Sus enseñanzas fueron tan maravillosas; y los crueles hombres le crucificaron”. El resultado de
esto es que las personas comienzan a sentir lástima por El, olvidándose de que El mismo se
volvió a las hijas de Jerusalén, quienes comenzaban a sentir lástima por El para decirles: “...no
me lloréis a mí, mas llorad por vosotras mismas” (Luc. 23:28). Si nuestra opinión de la cruz de
Cristo es tal que nos hace sentir lástima por El, esto significa que nunca la hemos visto
verdaderamente.
Es Dios quien le “ha propuesto”. No fue un accidente, sino algo deliberado. De hecho, el apóstol
Pedro predicando en el día de Pentecostés, dijo que todo había pasado por el “determinado
consejo y providencia de Dios” (Hech. 2:23). Dios le “ha propuesto”.
Este término también enfatiza el carácter público de la acción. Es un gran acto público de Dios.
Dios ha hecho aquí algo en público, en la escena de la historia del mundo, con la finalidad de
que esto pudiera ser visto, que pudiera mirarse y ser recordado de una vez y para siempre. Esta
fue la acción más pública que jamás hubiera tenido lugar. De este modo Dios ha propuesto a
Jesucristo públicamente, como una propiciación por la fe en su sangre.
Esto nos conduce a una pregunta vital: ¿Por qué hizo Dios esto? ¿Por qué ocurrió? ¿Qué fue (si
se me permite preguntar con reverencia) lo que condujo a Dios a hacer esto? ¿Acaso tuvo algún
propósito en hacerlo? La mejor respuesta puede encontrarse viendo los términos uno por uno.
Luego los consideraremos como un todo y veremos exactamente, porqué el apóstol sintió que
era vital y esencial agregar esto a lo que ya había dicho.
En primer lugar aparece el término “manifestar”, “para manifestación de su justicia”. Esto
significa: ‘mostrar’, ‘enseñar’, ‘dar una muestra evidente’, ‘probar’, ‘demostrar’. Dios ha hecho
esto, dice Pablo, con el fin de que Cristo de este modo pudiera rescatarnos, a través de dar una
ofrenda propiciatoria. Sí, pero en adición a esto, Dios está “manifestando” algo aquí, está
mostrando algo, está enseñando y dando una muestra evidente de algo. ¿De qué? “De su
justicia”. Debemos tener cuidado con esta expresión, porque este término está usado también en
el versículo 21.
Es un tanto desafortunado que el mismo término sea usado para referirse a dos ideas ligeramente
diferentes. En el versículo 21 esta palabra significa simplemente, “un camino de justicia”. “Mas
ahora, (dice) se ha manifestado la justicia de Dios sin la ley” (Rom. 3:21).
En otras palabras, lo que esto significa es, que se ha manifestado el camino de Dios para hacer
justos a los hombres, el camino de Dios para dar a los hombres justicia.
Pero en el versículo 25 no significa esto. En este versículo dice que Dios ha hecho algo a través
de lo cual, El manifiesta su justicia; no la justicia que El nos da a nosotros, sino más bien la
justicia como uno de sus atributos gloriosos. Esta significa la equidad de Dios, significa la
rectitud judicial de Dios, significa la esencia moral, santa, justa y recta del carácter de Dios. El
dice nuevamente en el siguiente versículo (vers.26): “... para que él sea el justo, y el que
justifica al que es de la fe (al que cree) de Jesús”. Es decir, en la cruz Dios está declarando su
propia rectitud, su propio carácter justo, su propia esencial e inherente rectitud y justicia.
La siguiente frase es “atento a haber pasado por alto”. Dios está declarando su justicia “con
respecto a”, “a cuenta de” la remisión de los pecados pasados.
(Nota del Traductor: En la Versión en inglés aparecen en el vers. 25 las palabras “for” y
“remission” ‘To declare his righteousness for the remission of sins that are past’, que se
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 Tesoros escondidos de la literatura cristiana
traduciría como: ‘para manifestar su justicia por la remisión de los pecados pasados’. Este es el
motivo por el cual el autor hace los comentarios respecto a tales palabras, y éstas no coinciden
con las versiones en español; las cuales traducen “atento a haber pasado por alto, en su
paciencia, los pecados pasados”.)
Vea la palabra “remisión” en su Versión Autorizada y encontrará que esta palabra es usada
varias veces; pero si usted se toma la molestia de buscar la palabra usada en el griego, usted hará
un muy interesante descubrimiento acerca de la palabra que el apóstol usó aquí (la cual es
traducida como “remisión” en la versión en inglés), descubrirá que este es el único lugar donde
fue usada en todo el Nuevo Testamento. El apóstol Pablo no la usó en ningún otro lugar y nadie
más la usó del todo. Hay otra palabra que es traducida también como “remisión”, y en sus varias
formas, usted puede encontrarla 17 veces en el Nuevo Testamento; pero esta palabra la cual
tenemos aquí en el vers. 25, es usada solamente una vez y en realidad no significa “remisión”,
sino que significa “pretermisión”.
Esta es una palabra importante y debemos examinarla. ¿Qué significa “pretermisión”? ¿Qué
significa “pretermitir pecados” en distinción de “remitir pecados”? Esta es una palabra que fue
usada en la Ley Romana. Cuando uno la encuentra en la Ley Romana, generalmente es usada en
este sentido: Se refiere a una persona que ha hecho un testamento y ha dejado a alguien fuera de
su testamento. Imagine a un hombre haciendo un testamento y dejando algo a varios de sus
amigos. Pero hay un amigo al cual no le dejó nada, esto es “pretermisión”. El dejó a su amigo
fuera de su testamento; no lo consideró.
Esto significa, si usted quiere, “pasar por alto”. Aquel hombre dio algo a todos sus parientes y
amigos, pero pasó por alto a uno, esto es pretermitir. Esta es la palabra que es usada aquí en el
vers. 25, “pasar por alto”, “excusar”, “no hacer caso de”, “permitir que pase sin notarlo”,
“ignorar intencionalmente”. Estos son los significados que fueron dados a esta importante
palabra la cual el apóstol deliberadamente escogió en este versículo.
(Nota del Traductor: El diccionario Larousse por Ramón García-Pelayo y Gross define la
palabra ‘pretermisión’ como: Omitir, pasar en silencio alguna cosa.)
Ahora, cuando el apóstol hace una cosa como ésta, él debe haber tenido una buena razón para
hacerlo, no hizo tal clase de cosa accidentalmente. ¿Por qué no usó la palabra que había usado
en otras partes? ¿Por qué esta palabra aquí y solo aquí? Y ¿Por qué esta palabra particular que
significa “pasar por alto”? Claro, debido a que obviamente el significado expresa la idea “pasar
por alto”. Así que, en lugar de traducir “por la remisión de los pecados pasados”, deberíamos
leer: “atento a haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados”, “por no haber hecho
caso intencionalmente, en su paciencia, de los pecados pasados”. Podemos decirlo de otra
manera. La diferencia entre “remisión” y “pretermisión” es la diferencia entre “perdonar” y “no
castigar”. Usted puede decir que esto es una exageración, que esta es una distinción sin
diferencia. Pero esto no es así. Por supuesto, al final viene a ser la misma cosa. Si yo no castigo
a un hombre, en un sentido lo he perdonado y sin embargo, todavía no he hecho eso
completamente. Si yo perdono, ciertamente no he castigado; pero perdonar significa más que no
castigar. Entonces, este término “pretermisión”, “pasar por alto”, queda corto con la palabra
“remisión”; y este es el porqué es una pena que la Versión Autorizada tenga “remisión” aquí,
debiendo ser “pasar por alto” o “no hacer caso intencionalmente”.
La siguiente frase que veremos es “los pecados pasados”. “Atento a haber pasado por alto los
pecados pasados”. Otra vez la Versión Autorizada no es tan buena como debería.
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Tomando la Versión autorizada usted podría llegar a la conclusión que el apóstol está diciendo,
que Dios pasa por alto los pecados “pasados”, los pecados pasados de cualquiera; por ejemplo:
mis pecados pasados, sus pecados pasados, “los pecados pasados” en general.
Pero esto no es lo que el apóstol estaba diciendo, esto no es lo que él quería decir. Una mejor
traducción aquí podría ser: “pecados que fueron cometidos antiguamente”. El se está refiriendo
a un tiempo muy definido. Este es el tiempo que él contrasta en el siguiente versículo, con “en
este tiempo” (vers. 26). Hubo aquel tiempo, luego este tiempo. El dice: ‘Dios ha propuesto a
Cristo, en propiciación por la fe en su sangre, para manifestación de su justicia, atento a haber
pasado por alto, en su paciencia, los pecados que fueron cometidos antiguamente, con la mira de
manifestar su justicia en este tiempo...’
¿Qué es lo que él está viendo atrás? El está viendo atrás hacia la Antigua Dispensación. El está
diciendo que Dios pasó por alto pecados bajo la antigua dispensación, bajo el pacto antiguo, en
los tiempos del Antiguo Testamento. Su punto es que Dios ha hecho esto, y ahora ha propuesto
a Cristo para hacer algo, acerca de lo que El hizo en aquel entonces.
Esto nos trae a la última palabra que tenemos que considerar, la cual es la palabra “paciencia” o
“indulgencia”. ¿Qué es la paciencia o indulgencia? Paciencia significa ‘autorefrenamiento’
(autocontrol), significa ‘discrepancia permitida’, ‘tolerancia’. ¿Qué es lo que exactamente está
diciendo aquí el apóstol? Dice: “A quien Dios ha propuesto, en propiciación por la fe en su
sangre, para manifestación de su justicia, atento a haber pasado por alto, en su
autorefrenamiento o paciencia, los pecados que fueron cometidos antiguamente...”
¿Qué quiere decir esto? Lo que Pablo está diciéndonos es que este acto público que Dios decretó
y consumó en el calvario, tiene relación también con las acciones de Dios bajo la dispensación
del Antiguo Testamento, cuando Dios intencionalmente no hizo caso, cuando Dios pasó por
alto, por su autorefrenamiento y paciencia, los pecados de su pueblo de aquel tiempo.
Pero ¿Qué es lo que todo esto significa? Podemos responder en una manera muy interesante a
esta pregunta, viendo la misma clase de afirmación en otros dos lugares en el Nuevo
Testamento.
¿Recuerda usted cómo habló el apóstol Pablo a la congregación de los estoicos, los epicúreos y
otros en Atenas? El informe nos es dado en el capítulo 17 del libro de Los Hechos de los
Apóstoles, comenzando particularmente en el versículo 30. El apóstol elaborando su argumento
dice: “Empero Dios, habiendo disimulado los tiempos de esta ignorancia, ahora denuncia a
todos los hombres en todos los lugares que se arrepientan” (Hech. 17:30).
Observe como él elabora su gran argumento. El dice, Dios no se ha dejado a sí mismo sin
testimonio a través de todas estas generaciones y siglos. Dios ha dejado sus evidencias y
señales. Y el propósito fue que la gente pudiera buscar al Señor, “si en alguna manera,
palpando, le hallen; aunque cierto no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en el vivimos y
nos movemos y somos; como también algunos de vuestros poetas dijeron, porque linaje de este
somos también. Siendo pues linaje de Dios, no hemos de estimar que la divinidad sea semejante
a oro, o a plata, o a piedra, escultura de artificio o de imaginación de hombres. Empero Dios,
habiendo disimulado los tiempos de esta ignorancia, ahora denuncia a todos los hombres en
todos los lugares que se arrepientan. Por cuanto ha establecido un día, en el cual ha de juzgar al
mundo con justicia, por aquel varón al cual determinó; dando fe a todos con haberle levantado
de los muertos” (Vea Hech.17:27-31).
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El otro pasaje es el versículo 15 del capítulo nueve de la Epístola a los Hebreos: “Así que, por
eso es mediador (Cristo) del nuevo testamento, para que interviniendo muerte para la remisión
de las rebeliones que había bajo del primer testamento, los que son llamados reciban la promesa
de la herencia eterna”. Ahora, esto es precisamente la misma cosa. Hebreos 9:15 dice
exactamente la misma cosa que el apóstol está mencionando en Romanos 3. Entonces, el
verdadero comentario de nuestro versículo se encuentra en la afirmación de Hebreos, donde
vemos que el autor estaba ansioso de que sus lectores pudieran entender claramente acerca del
antiguo pacto y de los sacrificios y ofrendas que las personas ofrecían a Dios bajo este antiguo
pacto. Ellos deberían entender y tener muy claro en sus mentes, que estos sacrificios nunca
fueron capaces de producir un perdón completo de pecados; y que no podían expiar el pecado.
Estos sacrificios podían hacer algo, dice el apóstol, ellos fueron de valor para “la purificación de
la carne”. “...la sangre de los toros y de los machos cabríos, y la ceniza de la becerra, rociada a
los inmundos, santifica para la purificación de la carne” (Heb.9:13).
Pero estos sacrificios no podían hacer nada más. Ellos no podían tratar con la consciencia.
Esta era la dificultad, y todavía todo el problema es con respecto a la consciencia. Pero, si la
sangre de los toros y de los machos cabríos podía purificar la carne, “¿Cuánto más la sangre de
Cristo, el cual por el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras
conciencias de las obras de muerte para que sirváis al Dios vivo?” (Heb. 9:14). Lo cual “era
figura de aquel tiempo presente, en el cual se ofrecían presentes y sacrificios que no podían
hacer perfecto, cuanto a la consciencia, al que servía con ellos; consistiendo solo en viandas y
en bebidas, y en diversos lavamientos, y en ordenanzas acerca de la carne, impuestas HASTA el
tiempo de la corrección. Mas (ahora) estando ya presente Cristo, pontífice de los bienes que
habían de venir...” (Heb.9:9-11) y así sigue.
¿Entiende el argumento? Lo que el apóstol está diciendo es que bajo el antiguo pacto, bajo la
antigua dispensación, no hubo provisión para tratar con los pecados en un sentido radical. Eran
simplemente medios pasajeros, como lo fueron, que duraron hasta el tiempo señalado. Estos
antiguos sacrificios y ofrendas daban cierta clase de purificación de la carne, proporcionaban
una purificación ceremonial, hacían apta a la persona para acudir a Dios en oración. Pero no
había sacrificio bajo el Antiguo Testamento que tratara realmente con el pecado. Todo lo que
estos sacrificios hacían era señalar hacía adelante, al sacrificio que había de venir, el cual
realmente trataría con el pecado, limpiando las conciencias de las obras muertas y reconciliando
verdaderamente al hombre con Dios.
Lo que usted quiere decir con esto, preguntaría alguno, es: ¿Acaso, que los santos del Antiguo
Testamento no eran perdonados? Por supuesto que no. Ellos eran obviamente perdonados y
ellos agradecieron a Dios su perdón. Usted no puede decir ni por un momento que personas
como Abraham, David, Isaac y Jacob no fueron perdonados. Sin embargo, ellos no fueron
perdonados debido a estos sacrificios que fueron ofrecidos en aquel entonces.
Ellos fueron perdonados debido a que ellos miraban hacía Cristo. Ellos no vieron esto
claramente, no obstante, creyeron la enseñanza, y ellos hicieron estas ofrendas movidos por la
fe. Ellos creyeron en las promesas de Dios, que un día El iba a proveer un sacrificio y por medio
de la fe, ellos se sostuvieron en esto. Pero fue su fe en Cristo lo que les salvó, igualmente como
es la fe en Cristo lo que nos salva ahora. Este es el argumento.
Pero, en un sentido esto nos deja con un problema. Dios siempre se ha revelado a sí mismo
como un Dios que aborrece el pecado. El ha anunciado que castigaría el pecado, y que el castigo
del pecado era la muerte. El ha anunciado que el derramaría su ira sobre el pecado y sobre los
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pecadores. Y sin embargo, aquí estaba Dios por siglos, aparentemente, y de toda apariencia,
yendo atrás acerca de Sus propias afirmaciones y de acerca de Su propia Palabra. El parecía no
estar castigando el pecado. El estaba pasándolo por alto del todo. ¿Acaso Dios ha cesado de
estar preocupado por estas cosas? ¿Acaso Dios ha venido a ser indiferente hacia el mal moral?
¿Cómo puede Dios pasar por alto el pecado de esta manera? Este fue el problema. Y fue un
verdadero problema. Es claro que la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas
de la becerra no podían realmente perdonar el pecado. Y sin embargo, Dios pasaba por alto
estos pecados. ¿Cómo podía El hacer esto?
¿Qué es lo que justifica esta “paciencia de Dios”?
Ahora, dice el apóstol, Dios nos ha realmente explicado lo que El hizo en público delante del
mundo entero, en la escena y teatro del mundo entero, con Cristo en el calvario. El retuvo su ira
a través de siglos y no la reveló completamente entonces; pero ahora, Él la ha revelado
completamente. Él lo ha declarado ahora. Pablo dice, “con la mira de manifestar” (Rom. 3:26),
y repetiré que, ésta era una de las cosas que estaban ocurriendo en la cruz.
En la cruz, en el monte calvario, Dios estaba dando una explicación pública de lo que El había
estado haciendo a través de los siglos. Y a través de ello, al mismo tiempo, El estaba vindicando
su propio eternal carácter de justicia y santidad.
¿Cómo hizo Dios exactamente esto? ¿Cómo ha hecho Dios esto en el calvario? ¿Cómo ha
vindicado El su carácter? ¿Cómo ha dado Dios una explicación de su “haber pasado por alto”
los pecados en el tiempo antiguo, de su autorefrenamiento y tolerancia? Hay una sola manera en
la cual El podría hacer esto. Dios ha afirmado que aborrece el pecado, que El castigará el
pecado, que el derramará su ira sobre el pecado, y sobre todos aquellos culpables de pecado. Por
lo tanto, a menos que Dios pueda probar que ha hecho esto, entonces El no es justo. Y lo que el
apóstol está diciendo es que, precisamente en el calvario Dios ha hecho esto. El ha mostrado que
aún aborrece el pecado, que El lo va a castigar, que El debe castigarlo, que El derramará su ira
sobre El. ¿Cómo mostró esto en el calvario? Lo que Dios hizo en el calvario fue derramar sobre
su unigénito y amado Hijo, su ira contra el pecado. La ira de Dios que debería haber venido
sobre usted y sobre mí debido a que nuestros pecados eran sobre El.
Dios siempre supo que El iba a hacer esto. Leemos en las Escrituras acerca del “cordero que fue
inmolado antes de la fundación del mundo” (Apoc. 13:8). Fue un plan que tuvo su origen en la
eternidad. Fue debido a que Dios sabía lo que iba a hacer, que El fue capaz de pasar por alto el
pecado durante todos esos siglos que han transcurrido. De esta manera, usted puede ver, dice el
apóstol, que Dios es al mismo tiempo el Justo y El que justifica al impío que cree en Cristo. Este
era un tremendo problema, ¿Cómo podía Dios permanecer como Santo y Justo, y tratar con el
pecado tal como El dijo que lo iba a hacer y todavía perdonar al pecador? La respuesta solo
puede ser encontrada en la cruz del calvario. Esto es una parte esencial de lo que es declarado a
través de la cruz.
Dios tenía que vindicar lo que Él había estado haciendo en el pasado bajo el antiguo pacto. Pero
El tenía algo más que hacer, nos dice en el versículo 26: “Con la mira de manifestar su justicia
en ESTE TIEMPO”. El ya nos ha explicado cómo es que Dios pudo pasar por alto todos esos
pecados en el pasado. Pero, ¿Cómo trata con el pecado ahora? ¿Cómo tratará con los pecados en
el futuro? La respuesta está también allí en la cruz del monte calvario. La enseñanza en otras
palabras es esta: La cruz en el calvario, la muerte del Señor Jesucristo, tal como el apóstol Juan
señala en su Primera Epístola (1Jn.2:2), “es la propiciación por nuestros pecados; y no
solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo”.
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(Nota del Traductor: En este versículo la palabra mundo significa que Cristo murió por los
pecados no solo de los judíos, sino también de los gentiles. Como dijo la samaritana, El es “el
Salvador del mundo” y no solo del pueblo israelita. Note el paralelo del versículo en la Primera
Epístola de Juan y el pasaje de (Jn. 11:51-52). Note también el uso paralelo de la palabra
gentiles y mundo hecho por el apóstol Pablo en Ro. 11:11-12. Este uso fue muy necesario
debido al recalcitrante prejuicio judío hacia los gentiles, el cual era tanto, que el solo oír la
palabra “gentil” les molestaba grandemente (vea Hech.22:21-22). Este es el significado de la
palabra mundo aquí; de otro modo, si se argumentara que la muerte de Cristo abarcó a todos y
cada uno de los miembros de la raza humana, entonces, estaríamos diciendo que los incrédulos
se van al infierno “con la cuenta pagada” o que Dios castiga doble el pecado, es decir, en su
propio Hijo y en el pecador. Además, es necesario tomar en mente que Cristo no sufrió por los
pecados de ninguna persona que ya estaba en el infierno cuando El murió. Si el lector está
interesado en comprender el propósito y alcance de la expiación de Cristo, le recomendamos la
lectura del libro de “Vida por su Muerte” del Dr. John Owen).
Los pecados fueron tratados de una vez por todas en la cruz. Es en la cruz que fueron provistos
los medios para que todos los pecados bajo la antigua dispensación, los pecados que El había
perdonado a Abraham, Isaac, Jacob y todos los creyentes del Antiguo Testamento, pudieran ser
de este modo ‘pasados por alto’. Sus pecados estaban incluidos en el monte calvario. Sí, dice
Pablo, y los pecados que están siendo perdonados ahora, también fueron tratados allí. Y todos
los pecados que serán cometidos también fueron tratados allí.
Este es el asombroso asunto acerca del Cristo del calvario, El murió ‘de una vez por todas’ este
es el gran argumento de la Epístola a los Hebreos, usted lo recuerda. Los otros sacrificios tenían
que ser ofrecidos día tras día. Había una sucesión de sacerdotes y ellos tenían que ofrecer sus
sacrificios frescos cada vez. Pero este hombre (Jesucristo) ha ofrecido por los pecados “un solo
sacrificio para siempre” (Heb.10:12). El ha tratado con todos los pecados de su pueblo allí. No
se necesita ninguno más. No se necesita otro nuevo sacrificio, este ha sido hecho una sola vez y
para siempre (vea Heb.7:27). Dios los puso todos sobre El allí en la cruz; los pecados que usted
aún no ha cometido ya han sido tratados allí.
Este es el significado del perdón y solamente esto. Tiempo pasado, pecados cometidos antes,
pecados cometidos ahora y en todo tiempo; ésta es la justificación provista por Dios para
perdonar cualquier pecado donde quiera que se haya cometido.
Esto es lo que el apóstol está diciendo aquí. Todo pecado es perdonado sobre estas bases y solo
sobre éstas. La cruz declara que Dios es “el justo y el que justifica al que es de la fe de Jesús”
(Rom. 3:26). Déjeme ponerlo de esta manera. La cruz del calvario no manifiesta meramente que
Dios nos perdona. Hace esto, pero gracias a Dios, esto no para allí. Si la cruz solamente pusiera
de manifiesto esto, el apóstol podría haber terminado el versículo con la palabra “sangre”
(vers.26) y no habría necesidad de más. Pero él no se detiene allí, sino que sigue adelante.
Continúa en el versículo 25 y además añade el versículo 26. ¿Por qué? Porque la cruz no es
solamente la manifestación de que Dios está listo para perdonarnos.
Otra manera en que puedo explicarlo es lo siguiente: La cruz no fue puesta meramente para
influirnos. Aunque esto es lo que la enseñanza popular nos dice. Nos dice que el problema con
la raza humana es que ellos no conocen el amor de Dios, no conocen que Dios ya está listo para
perdonar a todo el mundo. ¿Cuál es entonces el significado de la cruz? Bien, ellos nos dicen que
es Dios diciéndonos que El nos ha perdonado; y luego, cuando vemos a Cristo muriendo en la
cruz, esto quebrantará nuestros corazones y nos conducirá a ver esto. La cruz, de acuerdo con
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ellos, es dirigida solamente a nosotros y nos está hablando a nosotros. Pero, la cruz tiene un
propósito mayor que éste y logra esta otra cosa también.
Nuestro perdón es solo una cosa; pero hay algo que es infinitamente más importante. ¿Cuál es?
Es el carácter de Dios. Entonces, la cruz, además de decirnos que éste es el camino de Dios para
hacer posible el perdón, nos dice que el perdón no es una cosa fácil para Dios. Hablo con
reverencia. ¿Por qué el perdón no es una cosa fácil para Dios? Sencillamente porque Dios no es
solamente amor, Dios también es justo y recto y santo. El es luz, y en él no hay ningunas
tinieblas (1Jn. 1:5). El es tanto recto y justo, como también amor. No estoy poniendo estos
atributos uno contra otro. Estoy diciendo que Dios es todas estas cosas juntas, y usted no debe
dejar fuera una por otra.
Entonces, la cruz no nos dice solamente que Dios perdona, nos dice que esta es la manera de en
que Dios hace posible el perdón. Esta es la manera en la cual comprendemos el cómo Dios
perdona. Iré más lejos: ¿Cómo puede Dios perdonar y permanecer aún como Dios?
(Nota del traductor: Es decir como un Dios justo y santo que no tendrá por inocente al
malvado.)
Esta es la cuestión, y la respuesta es que la cruz es la vindicación de Dios. La cruz es la
vindicación del carácter de Dios. La cruz no solamente nos muestra el amor de Dios más
gloriosamente que ninguna otra cosa, también nos muestra su rectitud, su justicia, su santidad, y
toda la gloria de sus eternos atributos. Todos ellos pueden verse brillando juntos allí en la cruz.
Si usted no los ve allí a todos ellos, usted no ha visto la cruz. Este es el porqué debemos
rechazar totalmente la así llamada “teoría de la influencia moral” de la expiación, la cual he
estado describiendo. Esa teoría la cual nos dice que todo lo que la cruz tiene que hacer, es
quebrantar nuestros corazones y luego conducirnos a ver el amor de Dios.
Por encima y más allá de esto, dice Pablo, Dios está manifestando su “justicia, atento a haber
pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados”. Si la cruz no es más que la
manifestación de su amor, entonces ¿Por qué dice esto? No, dice Pablo, la cruz es más que esto.
Si la cruz está proclamando solamente Su perdón, entonces nosotros tendríamos derecho a
preguntar, si todavía podemos depender de la Palabra de Dios, y si él es justo y recto. Esta sería
una buena pregunta debido a que, repetidamente en el Antiguo Testamento, Dios ha afirmado
que El aborrece el pecado, y que El lo castigará, y que el salario del pecado es la muerte. El
carácter de Dios está involucrado en todo esto, Dios no es un hombre. Algunas veces nosotros
pensamos que es algo maravilloso para las personas decir una cosa, y luego hacer otra. Los
padres dicen a sus hijos, ‘Si tú haces tal cosa, no te daré dinero para que compres tus dulces’.
Entonces el niño hace aquello, pero el padre dice, ‘Bueno, está bien’, y enseguida le da dinero
para gastar. Esto, llegamos a pensar, es amor y perdón verdaderos. Pero Dios no se conduce de
esta manera. Dios, si quizás puedo decirlo de este modo, es eternamente consistente consigo
mismo. No hay contradicción en El. El es el “Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni
sombra de variación” (Stg.1:17).
Todos estos atributos están y deben ser vistos brillando como diamantes en su carácter eternal,
y todos deben ser mostrados. En la cruz todos ellos son manifestados.
¿Cómo puede Dios ser justo y justificar al impío? La respuesta es que El puede, debido a que
en la cruz ha castigado los pecados de los pecadores impíos en su propio Hijo. El ha derramado
Su ira sobre El, “...el castigo de nuestra paz sobre él; y por su llaga fuimos nosotros curados”
(Isa.53:5). Dios ha hecho lo que dijo que El haría; El ha castigado el pecado. El proclamó esto
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por todas partes a través de todo el Antiguo Testamento, y El ha hecho lo que dijo que El haría.
El ha mostrado que El es justo y recto. El ha hecho en la cruz una declaración pública de esto.
El es justo y puede justificar, debido a que habiendo castigado a otro en nuestro lugar, El puede
perdonarnos gratuitamente. Y El lo hace así.
Este es el mensaje del versículo 24: “Siendo justificados (considerados, declarados,
pronunciados ‘justos’) gratuitamente por su gracia, por la redención (el rescate) que es en Cristo
Jesús; al cual Dios ha propuesto en propiciación por la fe en su sangre” (Rom. 3:24-25). De este
modo el declara su justicia por haber pasado por alto estos pecados en su tiempo de
autorefrenamiento. “Con la mira de manifestar” su justicia entonces, y ahora, y siempre al
perdonar pecados. De esta manera El es, el único y al mismo tiempo, el justo y el que justifica al
que es de la fe de Jesús.
Tal es la grande, gloriosa y maravillosa afirmación. Asegúrese de que éste sea su punto de
vista, y de que su entendimiento de la cruz, incluya la totalidad de ella. Examine su punto de
vista acerca de la cruz. Donde está la afirmación acerca de “manifestar su justicia” y siga
adelante, póngalo en su pensamiento: ¿Es esto algo que usted simplemente se salta y dice:
‘Bien, no sé qué es lo que esto quiere decir; todo lo que yo sé es que Dios es amor y que El
perdona’? Pero, usted debería saber el significado de esto, porque esta es una parte esencial del
glorioso Evangelio.
En el calvario Dios estaba haciendo un camino de salvación para que usted y yo pudiéramos ser
perdonados. Pero El tuvo que hacerlo de tal manera que su carácter quedara inviolable, que su
eterna consistencia permaneciera absoluta e inquebrantable. Una vez que uno comienza a
contemplar un asunto como éste, se da cuenta que ésta es la más tremenda, la más gloriosa, la
más asombrosa cosa en el universo y en toda la historia humana. Dios está declarando en la cruz
lo que Él ha hecho por nosotros. Y al mismo tiempo está mostrando su propia grandeza eternal y
gloria, declarando que El “...es luz, y en él no hay ningunas tinieblas” (1Jn.1:5). “Cuando
contemplo la maravillosa cruz...” dice Isaac Watts, pero usted no podrá ver lo maravilloso de
ella, hasta que usted la contemple realmente a la luz de esta gran afirmación del apóstol. Dios
estaba mostrando públicamente en la cruz de una vez y para siempre, Su eterna justicia y Su
eternal amor. Nunca debemos separar la una del otro, porque siempre permanecen juntos y
pertenecen ambos atributos al glorioso carácter de Dios.
*****
La Declaración de Cambridge
Por The Alliance of Confessing Evangelicals
20 de Abril de 1996
Las iglesias evangélicas de hoy están siendo progresivamente dominadas por el espíritu de la
época en lugar del Espíritu de Cristo. Como evangélicos, nos llamamos a nosotros mismos a
arrepentirnos de este pecado y a recuperar la fe cristiana histórica.
A través de la historia las palabras cambian. En nuestro día esto le ha pasado a la palabra
"evangélico." En el pasado esta palabra servía como eslabón de unidad entre los cristianos de
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 Tesoros escondidos de la literatura cristiana
muchas tradiciones eclesiásticas diversas. El evangelicalismo histórico era declarante o
confesional. Este evangelicalismo abrazó las verdades esenciales de la cristiandad tal como
fueron definidos por los grandes concilios ecuménicos de la iglesia cristiana. Además, los
evangélicos también compartieron una herencia común en las "solas" de la Reformación
Protestante del siglo dieciséis.
Hoy en día la luz de la Reformación ha sido significativamente opacada. La consecuencia es que
la palabra "evangélico" se he convertido tan inclusiva que ha perdido su significado.
Enfrentamos el peligro de perder la unidad que nos ha tomado siglos para obtener. Debido a esta
crisis y por nuestro amor a Cristo, a su evangelio y a su iglesia, nos esforzamos en declarar
nuevamente nuestra lealtad a las verdades centrales de la Reformación y al evangelicalismo
histórico. Afirmamos estas verdades no por el papel que desempeñan en nuestras tradiciones,
sino porque creemos que son verdades centrales en la Biblia.
SOLA SCRIPTURA: LA EROSION DE LA AUTORIDAD
La Escritura solamente es la regla inerrante de la vida de la iglesia, pero la iglesia evangélica de
hoy le ha quitado a la Escritura su función de autoridad. En practica la iglesia se guía con mucha
frecuencia por la cultura. Las técnicas terapéuticas, las estrategias de mercadeos y el ritmo del
mundo del entretenimiento y de los medios de comunicación tienen mucha más influencia sobre
las necesidades, el funcionamiento y los objetivos de la iglesia que la Palabra de Dios. Los
pastores han descuidado sus derechos y obligación de decidir y supervisar los servicios de
adoración, que incluye el contenido doctrinal de la música. En la medida en que la autoridad
bíblica ha sido abandonada en la práctica, las verdades bíblicas desvanecen de la realidad
cristiana y las doctrinas bíblicas han perdido importancia, la iglesia poco a poco se ha despojado
de su integridad, autoridad moral y dirección.
En lugar de de adaptar fe cristiana para satisfacer las necesidades que sienten los consumidores,
debemos proclamar la ley como única medida de verdadera virtud y el evangelio como el único
mensaje de verdad salvífica. La verdad bíblica es indispensable para el entendimiento, alimento
y disciplina de la iglesia.
La Escritura debe transferirnos de nuestras necesidades percibidas a nuestras necesidades reales,
y debe liberarnos de nuestra miopía de vernos a nosotros mismos a través de las imágenes
seductivas, clichés, promesas, y prioridades de la cultura de las masas. La única manera que
podemos comprendernos correctamente a nosotros mismos y ver las provisiones de Dios para
suplir nuestras necesidades es a la luz de la verdad de Dios. La Biblia, por consiguiente, debe
ser enseñada y predicada en la iglesia. Los sermones deben ser exposiciones de la Biblia y sus
enseñanzas, y no expresiones de las ideas y opiniones de la época y culturas. No debemos ir mas
allá de la verdad que Dios nos ha dado.
El trabajo del Espíritu Santo en la experiencia personal no pueden estar desconectadas de La
Escritura. El Espíritu de Dios no habla en forma contraria o independiente de La Escritura. Sin
La Escritura nunca hubiésemos sabido de la gracia de Dios en Cristo. La Palabra bíblica, no las
experiencias espirituales, es la base de la verdad.
TESIS PRIMERA: SOLA SCRIPTURA
Afirmamos que la Escritura inerrante es la única fuente de revelación divina escrita, la cual es lo
único que puede regir la conciencia. La Biblia sola enseña todo lo que es necesario para nuestra
salvación de pecado y es la medida con la cual todo el compartimento del cristiano debe medirse
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 Tesoros escondidos de la literatura cristiana
Negamos que cualquier credo, concilio o individuo pueda regir la conciencia del cristiano, que
el Espíritu Santo habla independientemente o lo contrario de lo que esta escrito en la Biblia, o
que experiencias espirituales personales puedan ser en alguna forma u ocasión, medio de
revelación.
SOLUS CHRISTUS: LA EROSION DE LA FE CENTRALIZADA EN CRISTO
En la manera en que la fe evangélica ha sido secularizada, sus intereses han sido mezclado con
los intereses de la cultura. El resultado es la pérdida de los valores absolutos, individualismo
permisivo, y la sustitución de bienestar por santidad, recuperación por arrepentimiento,
institución por verdad, sentimientos por creencia, destino por providencia, y gratificación
inmediata por esperanza perdurable. Cristo y su cruz ha sido desplazado del centro de nuestra
visión.
TESIS SEGUNDA: SOLUS CHRISTUS
Reafirmamos que nuestra salvación es obtenida por el trabajo mediador de solamente el Cristo
histórico. Su vida sin pecado y su pago imputacional (sustitucional) solamente son suficientes
para nuestra justificación y reconciliación con el Padre.
Negamos que el evangelio es predicado si el trabajo sustitucionario de Cristo es no declarado y
la fe en Cristo no es solicitada.
SOLA GRATIA: LA EROSION DEL EVANGELIO
La confianza sin garantía en la habilidad humana es un producto de la caída de la naturaleza
humana. Esta confianza falsa ha invadido el mundo evangélico. Aparecen ideas como el
evangelio de auto-estima y auto suficiencia, el evangelio de salud y prosperidad, el evangelio
que se ha convertido en un producto para vender y pecadores que se han convertido en
consumidores que quieren comprar el producto, la fe cristiana considerada como verdadera no
porque sea verdad absoluta sino por que es un método que funciona. Estas actitudes silencian la
doctrina de justificación, no importa el compromiso o la doctrina oficial de nuestras iglesias.
La gracia de Dios en Cristo no es solamente necesaria sino que es la única causa suficiente de
salvación. Confesamos que todo ser humano nace espiritualmente muerto y por consiguiente es
incapaz de aún cooperar con gracia regenerante.
TESIS TERCERA: SOLA GRATIA
Reafirmamos que en salvación somos rescatados de la ira de Dios solamente por su gracia. El
trabajo sobrenatural del Espíritu Santo es el que nos trae a Cristo a través de liberarnos de
nuestra esclavitud del pecado y resucitarnos de la muerte espiritual a la vida espiritual.
Negamos que la salvación es de alguna manera el resultado de trabajo humano. Métodos
humanos, técnicas o estratégicas de por si mismas no pueden producir esta transformación. Fe
no es producida por nuestra naturaleza humana no regenerada.
SOLA FIDE: LA EROSION DEL ARTICULO MAS IMPORTANTE
La justificación es a través de la gracia solamente, por fe solamente debido a Cristo solamente.
Este es el artículo por el cual la iglesia se mantiene en pie o cae. Hoy en día este artículo es
ignorado, distorsionado o a veces aún negado por líderes, profesores teológicos, académicos y
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 Tesoros escondidos de la literatura cristiana
pastores que se creen ser evangélicos. Aparte de que la caída naturaleza humana siempre se ha
negado a reconocer la imputación de la santidad de Cristo, las ideas modernas avivan las llamas
del descontento con el Evangelio bíblico. Nosotros hemos permitido que este descontento dirija
la calidad de nuestro ministerio y lo que estamos predicando.
Muchos miembros del movimiento de crecimiento de iglesias creen que la comprensión
sociológica de los miembros de la congregación es tan importante para el éxito del evangelio
como las verdades bíblicas que se proclaman. Como resultado de ésto, convicciones teológicas
son frecuentemente separadas del trabajo del ministerio. La orientación y técnicas de mercadería
en la iglesia nos alejan mucho más, borrando la distinción entre la Palabra bíblica y el mundo,
robando la cruz de Cristo de su ofensa, y reduciendo la fe cristiana a los principios y métodos
que traen éxito a las corporaciones seculares del mundo.
Mientras la teología de la cruz puede ser creída, estos movimientos en la realidad la despojan de
su significado. No hay evangelio excepto el de la sustitución de Cristo por nuestro lugar de tal
manera que Dios le imputó a Cristo nuestro pecado e imputó en nosotros la santidad de Cristo.
Debido a que Cristo recibió el juicio que nosotros mereciamos, por esto nosotros ahora
caminamos en su gracia, como aquellos que han sido perdonados para siempre, aceptados y
adoptados como hijos de Dios. No hay ninguna base para ser aceptados frente al Santísimo
Dios, excepto el trabajo salvífico de Cristo. Nuestra aceptación por Dios no depende de nuestro
patriotismo, devoción eclesiástica o decencia moral. Solamente depende del trabajo de Cristo. El
evangelio declara lo que Dios ha hecho por nosotros en Cristo. El evangelio no declara lo que
nosotros podamos hacer para encontrar a Cristo.
TESIS CUARTA: SOLA FIDE
Reafirmamos que la justificación es por gracia solamente, a través de fe solamente por Cristo
solamente. En la justificación la santidad de Cristo es imputada a nosotros como la única posible
satisfacción a la justicia perfecta de Dios.
Negamos que la justificación depende de cualquier mérito encontrado en nosotros, o depende de
cualquier infusión de la santidad de Cristo en nosotros, o que una institución se llame iglesia,
cuando esta niega o condena sola fide, sea reconocida como una iglesia legítima.
SOLI DEO GLORIA: LA EROSION DE LA ADORACION CENTRADA SOLAMENTE EN
DIOS
Cuando en la iglesia la autoridad bíblica se ha perdido, Cristo se ha desplazado, el evangelio se
ha distorsionado, o la fe se ha pervertido, siempre ha sido por una razón: nuestros intereses han
desplazado los intereses de Dios y entonces hacemos su trabajo según nuestros intereses y como
nos plazca. La pérdida de la centralidad de Dios en la vida de la iglesia de hoy es un hecho
común y lamentable. Esta pérdida es la que nos permite transformar adoración en
entretenimiento, la predicación del evangelio en mercadeo, fe y creencia en técnicas, ser bueno
en sentirse bueno y sentir bueno, y fidelidad en éxito o sentimientos de haber obtenido santidad.
Como resultado de ésto, Dios, Cristo y la Biblia comienzan a tener poco significado para
nosotros y no tienen tanta influencia sobre nuestras vidas.
Dios no existe para satisfacer ambiciones humanas, deseos y apetitos de consumidores o
nuestros intereses espirituales privados. Debemos enfocarnos en Dios en nuestra adoración, en
lugar de buscar en la adoración la satisfacción de nuestras necesidades personales. Dios es
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soberano en adoración; nosotros no lo somos. Nuestra preocupación absoluta debe ser por el
reino y la gloria de Dios, no por nuestros imperios, popularidad o éxito.
TESIS QUINTA: SOLI DEO GLORIA
Reafirmamos que debido a que la salvación viene de Dios y ha sido obtenida por Dios, ésta es
para la gloria de Dios y que debemos glorificarlo a El siempre. Debemos vivir nuestra vida
completa en la presencia de Dios, bajo la autoridad de Dios y solamente para su gloria.
Negamos que nosotros podemos propiamente glorificar a Dios si nuestra adoración es
confundida con entretenimiento, si descuidamos la LEY o el EVANGELIO en la predicación, o
si auto-superación, auto-estima o satisfacción propia se han convertido en alternativas para el
evangelio.
UNA LLAMADA AL ARREPENTIMIENTO Y A LA REFORMACION
La fidelidad de la iglesia evangélica en épocas pasadas tiene un contraste prominente con la
infidelidad de la iglesia del presente. A comienzos del siglo veinte, las iglesias evangélicas
mantenían una función altamente misionera, y crearon numerosas instituciones religiosas para
servir en la causa de la verdad bíblica y el reino de Dios. Esa era la época en la cual el
comportamiento y las expectativas de los cristianos eran muy diferentes del comportamiento y
expectativas de la cultura. Hoy en día no se ve la diferencia. El mundo evangélico de hoy está
perdiendo su fidelidad bíblica, brújula moral y el celo misionero.
Nos arrepentimos de nuestra contaminación con el mundo. Hemos sido influenciados por los
"evangelios" de la cultura secular, que no son evangelios. Hemos debilitado la iglesia por
nuestra propia falta de arrepentimiento serio, nuestra ceguera a nuestro propio pecado que
vemos tan claramente en otros, y nuestra inexcusable falta de celo para hablarles a otros de Dios
y del trabajo salvífico de Cristo.
Con gran sentido de emergencia, llamamos a evangélicos erróneos que se han desviado de la
Palabra de Dios con respecto a esta Declaración para que vuelvan al evangelicalismo histórico.
Los que se han desviado incluyen aquellos que declaran que hay esperanza de vida eterna sin
tener fe explicita en Jesucristo, los que aseguran que los que rehusan a Cristo serán
exterminados en lugar de tener que enfrentarse al justo juicio de Dios a través de eterno
sufrimiento, o los que aseguran que evangélicos y Católicos Romanos son uno en Cristo a pesar
de que los Católicos Romanos no creen en la doctrina bíblica de justificación.
La Alianza de Evangélicos Declarantes le pide a todos los cristianos que hagan un gran esfuerzo
para implementar esta Declaración en la adoración, ministerio, pólizas, vida y evangelismo de la
iglesia.
Por la gloria de Cristo. Amen
*****
¿Entiendes lo que lees?
Por Walter Vega
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He aquí una nueva sección para la revista Religionario. El título es una inspiración de la
pregunta que hace Felipe al Etiope en Hechos 8.26-40. Felipe explica las escrituras y gracias a
este gesto el etíope terminó comprendiendo el evangelio de C.J. y pidió ser bautizado.
Muchas veces dejamos pasar ciertos textos por el simple hecho de no entenderlos. Y ¡créame!,
todas estas veces perdemos una oportunidad de comprender las escrituras y crecer en ellas. Pero
no todas las veces son textos que no entendemos sino más bien son textos que supuestamente
creemos entender. Este artículo es para probar si lo que supuestamente cree entender es de
edificación para su vida.
Tomaremos un texto de 1 Pedro 1.14-16 que dice:
Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra
ignorancia, sino, así como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda
vuestra manera de vivir, porque escrito está:
"Sed santos, porque yo soy santo".
Las perfecciones morales, los buenos comportamientos, y toda acción que pretenda mostrar y
demostrar lo contrario a la maldad son clasificados dentro de lo que se le podría llamar “actos
obedientes”. Todo acto obediente requiere de normas, reglamentos, preceptos, ordenanzas, y
mandamientos.
Dentro del derecho al error pretenderé tomar el lugar del supuesto lector interpretando este texto
como me imagino que se cree entender, luego pondré en evidencia ciertos elementos que me (y
lo) ayudaran a interpretar este texto como debiera entenderse.
Lo que creo entender
Una rápida lectura me está indicando que debo obedecer para ser santo. Y como en mi cultura
judeo-cristiana la explicación del término obediencia tiene su sentido en los mandamientos,
ordenanzas y preceptos divinos, entonces concluiré que debo obedecer los mandamientos de
Dios y luego por consecuencia seré Santo. Es así como mi comprensión de este texto me induce
a ver al Apóstol Pedro exhortando a los fieles con una frase imperativa “sed santos porque yo
soy Santo”.
¿Es esto lo que quiere decir Pedro? No querrá más bien decir que nuestra identidad en Cristo
quién nos hizo santos nos capacita para ser obedientes. Pero no obedientes a los preceptos,
ordenanzas y mandamientos, si no obedientes a la verdad, fe, evangelio, Espíritu, que son la
base, medio, y el dunamys (dinamismo divino) que me lleva a entender el espíritu de estos
preceptos ordenanzas y mandamientos para ejecutarlos con sabiduría y ciencia de Dios.
Si mi entendimiento se reduce a un accionar en obediencia a los preceptos y mandamientos
terminaré como un legalista más, aquí en la tierra, sin comprender la gracia de Dios.
Condenado, pensando que no merezco el amor de Dios, orgulloso cada vez que cumplo la ley de
Dios. En altos y bajos espirituales. Una vida sin expectativa ni proyección de crecimiento EN
Dios, no puede ser edificada.
Es verdad que siendo nuevos convertido nos movemos en base a preceptos preguntando qué es
BUENO y qué es MALO. Y es verdad que nuestras congregaciones siguiendo estas exigencias
nos enseñan lo que es bueno y malo. Normas y reglas externas que, como dice pablo, son un
buen ejercicio pero no alcanzan a tocar el fondo de los problemas conductuales.
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En 2 Co. 3.6 Pablo explica su ministerio diciendo que este Dios lo capacitó para ser ministro de
un NUEVO PACTO. En su antitesis se encarga de demostrar que el ser ministro de la ley no es
de edificación, es más, dice que mata. Entonces como un siervo obediente a este llamado de ser
ministro de un Nuevo Pacto se encarga primero de explicarnos el espíritu de la obediencia. Lo
expresa en los siguientes textos: obedecer a la verdad Gal 3.1; 5.7 obedecer a la fe Ro 1.5; 16.26
obedecer al evangelio Ro 10.16; 2 Co 9.13.
Sabemos que por obediencia de uno los todos fueron constituidos justos Ro 5.19. y que hemos
obedecido de corazón a esta forma de doctrina Ro. 6.17.
El diccionario Vine en español del A.T. define este adjetivo Santo como sigue:
En hebreo el verbo qadash y la palabra qadesh combinan ambos elementos: descriptivo y
estático. La comprensión tradicional de «separado» es solo un significado derivado y NO el
principal. QadoÆsh es importante en el Pentateuco, en los escritos poéticos y proféticos, y se
encuentra poco en la literatura histórica… En el Antiguo Testamento qadoÆsh tiene una fuerte
connotación religiosa. En uno de sus sentidos el vocablo describe un objeto, lugar o día como
«santo», en el sentido de «dedicado» a un propósito especial…
O sea, consagrado (dedicado). De dedicación con proyección, no de sacro.
Elementos que nos ayudaran a entender
Primero: Tener claro que es Dios quien hizo y hace la obra de crecimiento en usted. Que su
nuevo nacimiento fue producido, impulsado por Dios desde su llamamiento hasta la ejecución
de las obras por consecuencia de su nueva creación.
2Ti 1:9 Él nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el
propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos,
Segundo: saber que Pedro está citando un texto del antiguo testamento. Texto que encontrará en
la Reina Valera expresado de la siguiente forma verbal:
Lev 19:2 "Habla a toda la congregación de los hijos de Israel y diles:
"Santos seréis, porque santo soy yo, Jehová, vuestro Dios
Lev 11:45 Yo soy Jehová, que os hago subir de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios: seréis,
pues, santos, porque yo soy santo".
El verbo qadoÆsh está interpretado y traducido en futuro lo que hace perder el sentido de
imperativo. Pero no quiero que entendamos este texto solamente en base a una conjugación
verbal porque no es correcto. Sí, deseo, que lo entendamos en su contexto, para esto citaré frases
del capítulo primero de la primera carta de Pedro:
elegidos…
en santificación del Espíritu, para obedecer…
según su gran misericordia…
sois guardados por el poder de Dios, mediante la fe…
esperad por completo en la gracia…
no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia…
pues ya sabéis que fuisteis rescatados…
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Por medio de él creéis en Dios…
Al obedecer a la verdad, mediante el Espíritu, habéis purificado vuestras almas…
pues habéis renacido, no de simiente corruptible…
la palabra del Señor permanece para siempre…
San Agustín oraba citando la siguiente frase:
“Dame lo que ordenas, Señor, y ordena lo que quieres.”
Dicho de otra forma es el Señor el que produce el querer como el hacer en tu vida y tu tarea es
mantener firme esta obediencia a la fe, al evangelio, a la verdad que producirán frutos de
santidad en tu vida porque el que te llamó es Santo, por esto eres y serás Santo.
*****
Definiciones y desafíos contemporáneos de la Pneumatología
reformada
Por Rev. Carlos A. Mena C.
Introducción
Primeramente vamos a definir conceptos para tener una mayor claridad de lo que quiero decir
con el Espíritu Santo en la perspectiva reformada, que de ahora en adelante llamaré
“Pneumatología Reformada”
Acostumbramos a utilizar el concepto “reformado”, pero realmente ¿qué quiere decir reformado
en el contexto de la pneumatología? Por lo visto, no hay unanimidad en los que decimos ser
herederos de la reforma protestante sobre este punto.
En la historia, encontramos que este término fue utilizado indistintamente para referirse a los
protestantes, llámese luteranos, calvinistas, zwinglianos. Con la controversia que surgió en torno
a la Santa Cena, entre los romanos y luteranos, el concepto reformado pasó a ser utilizado en
aquellos que seguían las ideas de Zwinglio y Calvino. Al decaer, en el escenario protestante, la
importancia del planteamiento de Zwinglio, comenzaron a designar a los seguidores de Calvino,
como reformados.
Es así, entonces, que no es un error afirmar que la pneumatología reformada tiene fundamento
en la “teología calvinista”, cosa que es fundamental para todos los que se aprecian ser
reformados.
Creo que de forma equivoca, muchas iglesias hoy día utilizan el término “reformado”, pero sin
tener en consideración lo que la historia nos dice, pero más aún, apartándose de la teología
calvinistas, y por ende de su pneumatología. Hay quienes piensan que ser reformado tiene que
ver con pertenecer a una iglesia histórica descendiente de la Reforma Protestante, o que
mantiene un espíritu reformista como los reformadores. Pero esto no hace justicia al sentido del
concepto “reformado.” Una correcta aplicación es declarar que ser reformado tiene directa
relación con el pensamiento, doctrina y visión de los reformadores, pero particularmente
vinculado al pensamiento calvinista.
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Para ser más específico, cuando utilizó el concepto “Reformado”, lo aplico en el ámbito
“ortodoxo”. Esto quiere decir que cuando hablamos de una “Fe Reformada ortodoxa”, nos
estamos ubicando en aquella área teológica heredada de las escuelas de Louis Berkhof, Charles
Hoge, William Cunningham, B.B. Warfield, A. Kuyper, H. Bavinck, y otros de esta línea.
Especifico esto, dado que el concepto reformado, hoy día, es muy amplio y merece, por cierto
resguardar su origen y aplicación.
Para entender mejor nuestra posición, tenemos que identificar tres ramas de la tradición
teológica reformada. Estas son: La Clásica, la Ortodoxa, y la Moderna
Se puede identificar los años 1500 hasta 1646 DC, como la época “Clásica”. Encontramos aquí
a los teólogos que son la fuente de la tradición reformada: Zwinglio, Calvino, Knox, Bullinger,
y otros. En esta época se desarrollan las confesiones y los catecismos reformados: Catecismo de
Ginebra, La Confesión Escocesa, La Segunda Confesión Helvética, La Confesión de Bélgica, el
catecismo de Heidelberg, la Confesión y Catecismos de Westminster, Los Cánones de Dort.
Con la Confesión y Catecismo de Westminster y el Sínodo de Dort, llegamos al fin de la época
Clásica y el comienzo de le época “Ortodoxa”. La palabra “ortodoxa” representa el deseo de
mantener el lenguaje y enfoque de una teología específica. En este caso hablamos de la teología
realizada por el Sínodo de Dort y de Westminster. Los teólogos que identificamos para esta
época ya los he mencionado más arriba, obviamente hay otros más que siguen esta misma línea
en nuestros tiempos (Boice, Sproul, Stott, H. C. de Campo, etc.)
La teología Reformada Moderna, o “Neo-ortodoxa”, acepta el pensamiento crítico de la
modernidad, es decir, es una teología que dialoga ampliamente con todas las ciencias y
pensamientos filosóficos. Pero el peligro de esta rama es la tentación de perder el lenguaje y los
temas reformados. Por ello, tiende a ser tan ecuménica en su dialogo y reflexión que el resultado
es la pérdida de la identidad reformada y sus postulados. Algunos teólogos de esta rama son:
H.R. Mackintosh, Kart Barth, Emil Bruner, Reinhold Niebuhr, Jurgen Moltmann, John Leith, R.
Bultmann y otros fáciles de identificar.
Pero también hay que entender que una pneumatología reformada, es necesariamente aquella
que adoptan las iglesias herederas del cristianismo bíblico. Esta pneumatología tiene origen en
las Sagradas Escrituras, y que han sido planteadas por el Apóstol Pablo, Agustín, Calvino, y que
hoy las encontramos resumidas en las Confesiones de Fe reformadas. Es una pneumatología
derivada exclusivamente de los postulados bíblicos, los que con una sana exégesis nos llevan a
apreciar con más profundidad la Obra de Jesucristo y del Santo Espíritu en la vida de la iglesia y
del creyente.
A la luz de este enfoque, y en palabras de Augustus Nicodemus Lopes, podemos definir la
pneumatología reformada como siendo: “aquella comprensión de la Persona y Obra del espíritu
Santo, que parte de la revelación divina grabada en las escrituras, leída e interpretada en la
óptica de la Hermenéutica reformada, teniendo como propósito la gloria de Dios y el avance de
su reino en este mundo.”
Siguiendo el pensamiento del Rev. Augustus Nicodemus, respecto al actual escenario de los
pastores y líderes reformados, nos comenta lo siguiente:
“En una época en que el número de reformados comprometidos con la teología calvinista, es tan
pequeño, no es de extrañar que tendencias teológicas, filosóficas y hermenéuticas compartidas
con el post-modernismo y el creciente movimiento neo-pentecostal, se infiltren en las iglesias
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históricamente reformadas y deformen la comprensión correcta acerca del espíritu Santo. Tales
amenazas ya están presentes, y aparentemente vienen para quedarse un largo tiempo.
Entenderlas ahora es esencial para la preservación de la identidad reformada en cuanto a la obra
del Espíritu Santo en el mundo y en la iglesia.”
En este ensayo veremos tres grandes desafíos a los que se enfrenta nuestra pneumatologia
actualmente. Por un lado está la herejía del Pelagianismo y su influencia. Por otro lado tenemos
la filosofía del pluralismo y el pragmatismo en la vida eclesiástica, y por último el gran desafío
de la corriente neo-pentecostal.
¿De qué forma está presente el pelagianismo en la pneumatología? ¿Qué influencia han legado
los grandes predicadores como Charles Finney, a la obra del Espíritu Santo en la salvación de
los pecadores? ¿Qué tan bíblico y correcto es decir que el Espíritu Santo actúa salvando a todas
las personas, no importando su credo religioso? ¿Cómo se presenta el pragmatismo en la vida de
la iglesia, y qué función cumple allí el Espíritu Santo? ¿Qué tanto ha influenciado la corriente
neo-pentecostal a la pneumatología reformada?
Estas y otras preguntas intentaremos responder en este trabajo, por supuesto con la ayuda y guía
del Espíritu Santo.
Capítulo I
Pelagianismo y Charles Finney
A. Pelagianismo
Una de las grandes herejías a las que se ha visto sometida la iglesia cristiana, es el pelagianismo.
A la vez, este es un gran desafío que enfrentan las iglesias reformadas de hoy. ¿Qué es el
pelagianismo?
El pelagianismo es una de las herejías cristianas con más peso en la Edad Antigua, pero no
desterrada completamente de la Iglesia actualmente. Surgió como doctrina en el siglo V DC,
siendo condenado por la Iglesia de forma definitiva el año 417 DC. Negaba la existencia del
pecado original, falta que habría afectado sólo a Adán. Por tanto la humanidad nacía libre de
culpa y una de las funciones del bautismo, limpiar ese pecado, quedaba así sin sentido. Además,
defendía que la gracia no tenía ningún papel en la salvación, sólo era importante obrar bien
siguiendo el ejemplo de Jesús. El pelagianismo recibe su nombre de Pelagio, un monje Británico
que apareció en el radio de la historia cerca del año 380 en Roma. Desapareció misteriosamente
del ámbito de la historia cerca del 410.
No es el propósito de este ensayo tratar en forma extensa las discusiones históricas sobre el
pelagianismo, pero si podemos decir que:
“…en cierta ocasión, mientras San Agustín oraba, dijo “Señor, concede lo que demandas y
demanda lo que concedes”. Estas palabras sonaron horribles a los oídos de Pelagio quien ‘no era
ni un infiel ni un hombre inmoral’ pero alguien quien sostenía que si Dios demandaba algo de
los hombres es porque eso era posible, y que el hombre tenía la obligación de cumplirlo. De esta
manera comenzó la disputa entre Agustín y Pelagio quien en sus estudios concluyó con la
doctrina la cual se conoce hoy como Pelagianismo. El punto de comienzo de Pelagio fue que el
hombre no podía ser hecho responsable por obedecer si este no era capaz de hacerlo. Si Dios
demandaba que los hombres hicieran el bien y se abstuvieran del mal, eso implicaba que tenían
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la habilidad innata para hacerlo. Pelagio mantenía que el pecado de Adán tuvo consecuencias
solamente para él y nadie más y que los que nacen en el mundo como descendientes de Adán
entran a la vida en el mismo estado de inocencia en el cual Adán lo hizo. Ellos como Adán son
libres para obedecer o desobedecer. Los hombres son constituidos pecadores solamente por un
acto de rebelión inteligente y activa contra Dios. Los hombres se Salvan, cuando se reforman así
mismos al hacer lo correcto. La Redención, como la Biblia lo describe, es por lo tanto
innecesaria. Con la luz del Evangelio, una vida sin pecado se hace mucho más fácil. Por esto
Pelagio fue condenado en el concilio de Cartago en A.D. 412, y otra vez en 428 A.D., esta
decisión fue confirmada. En el 431 A.D. la Iglesia Oriental se adjuntó a la censura de los
Pelagianos en el Sinodo General de Efeso.”
Los Semi-Pelagianos fueron un grupo de Cristianos encabezados por Juan Cassiano quien no
estando contento con las posiciones emitidas por San Agustín sobre el Pecado Original y la
corrupción del hombre, el tema de la Predestinación Soberana, y la necesidad de Gracia en la
Redención, pero también estando en contra de los extremos de Pelagio, decidió buscar un
terreno medio entre lo que Agustin creía y lo que Pelagio enseñó. En este proceso, se desarrolló
la teoría conocida como Semi-Pelagianismo.
Esta enseña que la caída de Adán tuvo un efecto universal en todos los hombres resultando en
un estado de debilidad (depravación parcial) y no de una depravación total, el hombre está
totalmente depravado excepto su voluntad. “El hombre está enfermo pero no muerto en sus
pecados, no se puede sanar a sí mismo pero puede llamar el doctor”, como el que dice, y obtener
la sanidad. El hombre no puede ser salvo aparte de la Gracia de Dios. La Gracia de dios,
mediada a través del Sacrificio de Cristo es usualmente necesaria, pero no necesariamente
siempre (ej. la conversión de Pablo), iniciada por la búsqueda de Dios por el hombre.
En el fondo, el pelagianismo, el semi-pelagianismo, y el arminianismo, una nueva forma
modificada del pelagianismo en el S. XVIII DC, son sistemas teológicos sinergistas, es decir, el
hombre coopera para su salvación. Además, mantienen el mismo concepto de fe, una decisión
puramente humana de recibir a Jesucristo y no como un don misericordioso de parte de Dios.
B. INFLUENCIA DE CHARLES FINNEY
Finney fue un muy franco pelagiano. Sus creencias teológicas, revelan su repugnancia a la
preparación teológica. Un historiador resume así la teología de Finney:
"El concepto de que un hombre no regenerado es gobernado por una naturaleza caída no tenía
sentido... Una decisión de la voluntad, no un cambio de naturaleza, era todo lo que se requería
para ser convertido... Si la conversión era el resultado de la decisión del pecador, y si era
responsabilidad del predicador inducir esa decisión... entonces cualquier medida que llevara al
inconverso hacia el punto de una instantánea y absoluta conversión tenía que ser buena"
Estas ideas eran contrarias a la ortodoxia de la época. Pero, ¿de dónde sacó Finney estas ideas?
Casi todos los historiadores señalan la influencia de Nathaniel William Taylor (1786-1858),
profesor de teología en Yale. Los puntos de vista de Finney eran casi idénticos a los que se
hallan en la "Teología New Haven" de Taylor, también denominadas la "Nueva Teología". "La
voz era de Finney", pero "el pensamiento era de Taylor". O, como lo expone Nathan Hatch:
"Las abstracciones de la teología New Haven de pronto habían cobrado vida en el burdo y
animado fanatismo de las Nuevas Medidas [de Finney]"
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 Tesoros escondidos de la literatura cristiana
Es así que, la llamada teología “New Haven”, popularizada por Finney, produjo lo que se
esperaba. En 1838, los presbiterianos se dividieron en la Antigua Escuela y en la Nueva
Escuela. La primera representaba la tradición teológica que descendía de la Reforma hasta los
Puritanos (Reformados). La segunda expresaba la nueva teología de Taylor y Finney, que son
las que más han influenciado en los predicadores actuales (Semi-pelagianos)
C. DESAFÍOS PARA LA PNEUMATOLOGIA REFORMADA
Debemos decir que la doctrina del pelagianismo en sus diversas expresiones actuales, amenaza
seriamente la doctrina reformada del Espíritu, especialmente en las áreas de la regeneración y el
llamamiento eficaz, fundamentales para entender el ordo salutis de nuestra salvación. Veamos
algunas de estas amenazas, a la cuales hay que combatir firmemente como ministros
reformados.
1. Reduce la regeneración del pecador a una decisión de su propia voluntad. Si recordamos,
Charle Finney decía que la regeneración era una decisión del pecador para volverse a Dios y
obedecerle. No hay transformación milagrosa, ya que el pecador es moralmente capaz de
volverse a Dios. Obviamente este pensamiento tiene origen en el pelagianismo. La regeneración
no era una obra sobrenatural producida por el Espíritu Santo en los escogidos, según la teología
de Finney.
Basta darse cuenta en el titulo de su famoso sermón, “Los pecadores deben cambiar sus propios
corazones”, para entender el pensamiento de Finney. Para él, no hay nada en la religión que
ultrapase los poderes ordinarios de la naturaleza. Era un gran predicar pelagiano que hasta hoy,
un gran número de pastores, evangelistas y maestros siguen su ejemplo y su teología.
2. Reduce el llamado eficaz del Espíritu Santo a una mera persuasión moral. Para Finney la obra
del Espíritu se limita al ejercicio de influencias morales en el pecador, “más la conversión en sí
misma, es un acto del propio pecador.” (Teología Sistemática, pp. 236) La doctrina calvinista es
que el Espíritu de Dios, a través del ministerio de la Palabra llama irresistiblemente al elegido,
regenerándolo y habilitándolo a responder positivamente en fe a la oferta de las Buenas Nuevas.
En el concepto pelagiano, o semi-pelagiano, el Espíritu Santo apenas se esfuerza para persuadir
a los pecadores, cayendo en éstos últimos la decisión y capacidad de convertirse a Dios y ejercer
fe en Cristo.
Como nos dice Augustus Nicodemus, “el desafío del pelagianismo en sus formas
contemporáneas para la identidad reformada, es alarmante”.
El neo-pentecostalísmo, en su asombroso crecimiento en América Latina, ha traído serias
amenazas pelagianas, las que han puesto en alerta a las iglesias reformadas, y que desafían el
pensamiento calvinista respecto a la regeneración del pecador y su llamamiento irresistible,
operado por el Espíritu Santo
Hoy los pentecostales son más de 450 millones en el mundo, y con el crecimiento del
pelagianismo, la fe reformada está siendo seriamente amenazada en lo que respecta a la obra del
Espíritu en la salvación de los pecadores.
Pero el mayor desafío viene del mismo seno de la iglesia reformada. Hoy podemos ver que hay
muchos pastores, evangelistas y maestros que se dicen ser reformados, pero lamentablemente no
han asumido un compromiso honesto con las doctrinas calvinistas, y especialmente con la
depravación total del pecador.
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Al preguntar hoy día a los pastores, evangelistas o maestros, si son pelagianos, o semipelagianos, de seguro ninguno dirá que lo es en razón de que tal sistema doctrinal fue
condenado por toda la cristiandad en la historia de la iglesia, y también por desconocer el
significado de tal sistema.
Para ir concluyendo esta primera parte, cito la crítica de Augustus Nicodemus hacia este doble
estándar que encontramos en algunos pastores que se dicen ser reformados:
“Muchos ministros de iglesias reformadas, probablemente dirán las respuestas correctas en un
examen teológico, pero entre tanto operan en sus ministerios como si esas convicciones no
tienen absolutamente ninguna consecuencia.”
Esto no debe ser así. El pelagianismo y la influencia de Charles Finney, ciertamente son
atrayentes y fácil de digerir. Pero son totalmente contrarias a la fe reformada, no por capricho,
sino porque no tienen sustento bíblico serio y consistente. La pneumatología reformada pone el
énfasis, no en el hombre como lo plantean los pelagianos, sino exclusivamente en Dios, de
quien proviene la salvación al pecador.
Capítulo II Desafíos filosóficos: pluralismo y pragmatismo
A. Pluralismo Religioso
Con pluralismo se quiere significar un sistema por el cual se acepta o reconoce la diversidad y
multiplicidad de doctrinas o posiciones.
Hoy en día en el plano cultural se llama “pluralista” a aquel que en un ámbito ideológico en
particular, ya sea político, religioso, artístico, etc., sostenga lo acertado de todos los métodos y
formas existentes y no acepte que pueda plantearse ningún tipo de incompatibilidad y
antagonismo entre los mismos.
Últimamente, el pluralismo religioso es planteado en un plano relativamente extenso como uno
de los temas de estudio teológico, de manera tal que incluso en las sociedades islámicas hay
personas que se han visto influenciadas por este tema y lo han presentado bajo el nombre de “los
senderos rectos”.
Se han enunciado sentidos diferentes, e incluso algunos contrapuestos, para el “pluralismo
religioso”. Entonces, ¿qué es lo que se pretende al querer reconocer la legitimidad de la
pluralidad de confesiones religiosas y dogmas? Veamos las siguientes posibilidades:
* Aceptar la existencia de las diferentes religiones y dogmas en el mundo.
* Gozar del derecho a elegir la propia religión.
* No necesariamente los seguidores de otras religiones fuera de la verdadera serán objeto del castigo
en el Más Allá.
* Es posible vivir en paz y armonía no obstante la existencia de las diferentes religiones y dogmas.
* Básicamente, las verdades son diversas y todas las confesiones religiosas y religiones ostentan la
verdad a pesar de brindar conceptos contrapuestos.
* Cada una de las diferentes religiones y dogmas tiene algo de verdad, de manera que la Verdad se
encuentra con todos.
* La verdad es una sola, pero los caminos hacia ella son diferentes, y las diferencias vuelven a
dos cosas: a) las formas diversas en que comprendemos las realidades y textos religiosos; b) La
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diversidad de las experiencias religiosas y las diferentes interpretaciones relacionadas a las
mismas.
El alegato principal de los defensores de pluralismo religioso es que las diferentes religiones, a
pesar de que sus puntos de vista se diferencian y presentan una discrepancia esencial e
insuperable, son iguales y equivalentes en lo que respecta a su condición de “Verdad” y de
“sendero recto”. En base a esto, con “brindar validez a la diversidad de religiones o pluralismo
religioso” se refieren a “reconocer la autenticidad y condición verdadera de todas las
religiones”.
El presupuesto de todo esto es que el cristianismo no es el único camino para llegar a Dios, sino
que Dios está salvando almas en otras religiones, como en las religiones orientales.
B. Pragmatismo Religioso
El pragmatismo consiste en reducir "lo verdadero a lo útil" negando el conocimiento teórico en
diversos grados; para los más radicales sólo es verdadero aquello que conduce al éxito
individual, mientras que para otros, sólo es verdadero cuando se haya verificado con los hechos.
El fundador del pragmatismo es el filósofo norteamericano William James, del cual procede el
mismo nombre "Pragmatismo”
William James fue criado en un hogar con intenso interés religioso. (Durante el Segundo Gran
Reavivamiento su padre se convirtió al cristianismo y, tiempo después, se pasó al
swedenborgianismo). Como resultado, James aplicó su filosofía del pragmatismo a la religión:
“Decidimos si Dios existe o no, dependiendo de si esa creencia tiene consecuencias positivas en
nuestra experiencia.” "Una idea es 'verdadera' siempre y cuando creer en ella sea provechoso
para nuestras vidas", James escribió: "si las ideas teológicas demuestran tener valor para la vida
concreta, serán verdad".
Hoy muchos norteamericanos y latinoamericanos, eligen su religión basándose en lo que
satisface sus necesidades, los afirma o los ayuda a hacer frente con mayor eficacia a problemas
personales, desde bajar de peso hasta mejorar su matrimonio. Muchos dicen: "Bueno, hacemos
lo que nos funciona". Pero, hay un grave problema en escoger una religión según "lo que nos
funcione", y es que no podemos saber si es verdad o es sólo una proyección de nuestras
necesidades.
Como dice el teólogo luterano John Warwick Montgomery: "Las verdades no siempre
'funcionan', y las creencias que 'funcionan' no siempre son verdad"
C. Desafíos para la Pneumatología Reformada
A la luz de lo anterior, se puede decir que el pluralismo y el pragmatismo, generalmente andan
de la mano. Donde el concepto de verdad absoluta deja de existir (Pluralismo) las personas y las
organizaciones pasan a orientar sus decisiones en términos de aquello que más satisface sus
necesidades (Pragmatismo)
La combinación de estas dos filosofías aparece claramente en ciertos movimientos que
cohabitan en las iglesias evangélicas, y a la vez representan un nuevo desafío al cristianismo en
general, y a la fe reformada en particular. La gran pregunta que se hace hoy día al cristianismo,
no es si aquello es verdad, sino si aquello funciona. Su inquietud es saber si el cambio de vida es
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para mejor, si Cristo es realmente poderoso para transformarlos, y si verdaderamente puede
darles paz, esperanza, alegría, y propósito a sus vidas.
Veamos algunos desafíos que traen estas filosofías a la Persona y obra del Espíritu Santo.
1. La actividad salvadora del Espíritu Santo. La fe reformada enseña una distinción en las
operaciones del Espíritu Santo, y que están directamente relacionadas con la Gracia Común y la
Gracia Especial. La Gracias Común se refiera al actuar del Espíritu en el mundo en general,
preservando valores morales, sustentando con beneficios materiales a toda persona no
importando sus creencias religiosas.
“Tú no eres un creyente en Cristo y todavía estas fuera del infierno”, escribe Donald Barnhouse.
“Esta es la gracia común de Dios. Tú no estas en el infierno, pero sí estas en la tierra en buena
salud y en prosperidad. Esta es la gracia común de Dios. La mayoría de aquellos quienes leen
estas palabras están viviendo en hogares o apartamentos cómodos. Esta es gracia común. Tú no
andas en las calles buscando refugio de una ciudad desolada por la guerra. Esta es una gracia
común. Tú llegas a casa del trabajo y tus hijos corren a encontrarte y los encuentras sanos. Esta
es gracia común. Tú puedes meter tus manos en la cartera y darle a tu hijo un cincuenta como
una pensión. Esto es gracia común. Entras a tu casa y te sientas a comer una buena comida. Esta
es gracia común. En el día que tú leas estas palabras hay mas de un billón y medio de miembros
de la raza humana que irán al ganadero sin suficiente pan para satisfacer su hambre. El hecho de
que tengas suficiente es gracia común. Tú no lo mereces.”
Pero esto no significa que el ser humano ya es salvo de una vez y para siempre, necesita de la
gracia salvadora, la Gracia Especial.
La Gracia Especial se refiere a la operación salvadora del Espíritu Santo, restringida a los
elegidos, aunque suficiente para todos, pero aplicada solo a los regenerados, y santificados por
la sangre de Cristo.
Nosotros necesitamos más que la gracia común para salvarnos. Nosotros necesitamos su gracia
salvadora especial. “Dios manda su amor hacia nosotros en que aun siendo pecadores Cristo
murió por nosotros.”(Ro. 5:8) Nosotros necesitamos su gracia especial para que nos impulse y
nos levante de nuestros pecados y nos pueda salvar.
Pero el pluralismo religioso amenaza este concepto, pues enseña que el Espíritu Santo opera la
salvación en todos los hombres (Cae en la doctrina del Universalismo), indistintamente de su
religión, no siendo restringido sólo al amito del cristianismo. Un ejemplo de este pluralismo
religioso es el que sostiene el ex - calvinista Clark Pinnock
2. la relación entre la Palabra y el Espíritu. La fe reformada enseña la relación indisoluble entre
la Palabra y el obrar del Espíritu Santo. El Espíritu actúa en gracia por medio de la Palabra, pero
a su vez, la Palabra actúa como criterio para reconocer el obrar del Espíritu, en contraste con la
actividad de espíritus malignos o de espíritus humanos, es decir, la Palabra es el manual del
Espíritu.
El pluralismo religioso amenaza esta enseñanza, porque divorcia la acción salvadora del Espíritu
de la verdad bíblica. El pragmatismo religioso, por otra parte, enfatiza la validez de experiencias
religiosas fuera de sus contenidos doctrinales, amenazando así, la forma en que deben
relacionarse el Espíritu y la Palabra.
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3. La soberanía del Espíritu en convertir pecadores y expandir la Iglesia. En nuestra fe
reformada, el actuar del Espíritu Santo tiene directa relación con la extensión de la Iglesia y la
conversión de los pecadores. Ciertamente, Dios ha dispuesto medios para llevar a cabo esta
tarea. La Iglesia debe evangelizar ardientemente, y esperar pacientemente el resultado que el
Espíritu traerá.
2 Octubre 2004, de la Confraternidad Latinoamericana de Iglesias Reformadas.
Ahora, el desafío que nos presenta el pragmatismo religioso frente a esta enseñanza reformada,
tiene que ver con el empleo de métodos, estrategias y técnicas de marketing secular, y de
ciencias como la sociología y psicología, para que a través de las cuales, la Iglesia pueda crecer.
Bajo esta amenaza, se piensa que el progreso o fracaso del crecimiento de una iglesia local, está
relacionado, no a la soberanía del Espíritu Santo en extender la iglesia, sino más bien al uso de
metodologías que puedan funcionar.
Debemos dejar bien en claro que la fe reformada, al contrario de ser indiferente, defiende y
apoya el trabajo evangelístico y misionero. Pero también tiene reservas al planteamiento de
estrategias, que para obtener resultados, acude a metodologías que son parte del pragmatismo
del actual movimiento de crecimiento de iglesias.
Al principio de la Reforma, surgieron los “profetas de Zwickau”, sobre todo, el profeta
revolucionario Tomás Munzter, los cuales se opusieron al biblicionismo de los reformadores.
Los de Zwickau, reclamaban ya no tener necesidad de la Biblia, puesto que dependían
directamente del Espíritu Santo, y estaban en contacto inmediato con Dios. Munzter fue aun
más radical. Declaró que “el hombre que no recibe el testimonio vivo (la Biblia, para él, era
letra muerta), no sabe nada acerca de Dios, aunque haya tragado 100.000 Biblias”, y solo el
grupo de profetas que él encabezaba, tenía este “testimonio”. Su fanatismo, condujo a la terrible
hecatombe de los campesinos.
Capítulo III
El Desafío Neo-Pentecostal
En este ensayo hemos estado revisando algunos desafíos que enfrenta nuestra teología
calvinista, o como también le llamamos, nuestra fe reformada. Es así, que hoy día nos
enfrentamos a los mismos adversarios (y en una confrontación de tensiones similares) que las
que hallaron Calvino y los reformadores en el siglo XVI. Hay tres fuerzas que están presionando
a las Iglesias históricas, y especialmente a las reformadas, y que causan ciertos estragos de
diversa magnitud entre el pueblo reformado y aun en los pastores. Una de estas fuerzas es el
humanismo, otra el ecumenismo unionista (bajo la batuta de Roma), y la otra el neopentecostalismo, a los que algunos llaman los “münzeritas contemporáneos.”
El neo-pentecostalismo se distancia enormemente de la teología calvinista en tres grandes áreas:
a) Antropología; b) Soteriología; y c) Pneumatología. Pero, en todos los casos concuerda con la
teología católico-romana.
Este movimiento ha surgido en estas últimas décadas, como un desdoblamiento del
pentecostalismo clásico de comienzos de siglo. Su énfasis es en los milagros, sanidades,
revelaciones, visiones, guerra espiritual, prosperidad económica, éxito, y particularmente una
manera sobrenatural de querer encarar la realidad espiritual.
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A. LITURGIA NEO-PENTECOSTAL
El énfasis particular de estas liturgias es la experiencia. Hoy el culto en la iglesias no
reformadas, especialmente las pentecostales y carismáticas, han adoptado este énfasis, que como
se ha visto anteriormente, es una adaptación colectiva del pragmatismo americano donde todos
hacen lo que les gusta, y en donde todos les gusta lo que hacen.
Estoy muy de acuerdo con el análisis de Cesar A. Henríquez sobre los efectos de la postmodernidad en el culto. De ello, extraigo el siguiente resumen.
“Hace una década era imposible visualizar la iglesia contemporánea con sus cambios y
transformaciones. En la modernidad, los cambios eran graduados y perfectibles. En la postmodernidad, las transformaciones las captamos cuando ya están caducando y dándole lugar a
otra. Antes, la liturgia de cada denominación era bastante homogénea y distinta a la de otras.
Estos cambios han afectado a las rígidas liturgias anteriores y se ha instalado un modelo cultico
globalizado que ha uniformado a las iglesias de las diversas tradiciones. Ya no hay diferencias
entre cómo se desarrolla un culto en una iglesia neopentecostal y una de corte bautista que haya
entrado en el espíritu de la llamada "renovación de la alabanza" Los cambios experimentados,
no han sido pocos ni pequeños. Entre ellos podemos anotar que el culto ha adquirido
características de espectáculo y entretenimiento. La sociedad post-moderna ha dejado atrás la
cultura de la palabra y ha abrazado la cultura de la imagen. Las mega-iglesias post-modernas
prefieren utilizar salas cinematográficas, que les ofrecen las facilidades técnicas que requiere el
espectáculo, utilizan músicos profesionales, juegos de luces, butacas cómodas. El sermón ha
dejado de ser el centro del culto, sustituido por la música y el canto. El centro de la reunión es el
que presenta y dirige, con su postura, gestos e imagen cuidadosamente ensayados. Esta realidad
complementa los sueños megalómanos de los ídolos contemporáneos que idolatran los números.
Otra característica, es la catarsis emocional. La modernidad colocó en lugar de privilegio la
razón como criterio de verdad. La post-modernidad absolutiza los sentimientos. Las grandes
concentraciones posmodernas no son motivadas por ideas o proyectos, sino por la búsqueda de
sensaciones colectivas. Las soluciones no están fuera sino dentro de cada quien. "Pon la mente
en blanco y déjate llevar", "voy al culto porque me siento bien, me lleno de paz". La alabanza,
que ahora ocupa el 70 por ciento del tiempo del culto, se convierte en espacio de psicoterapia
espiritual. La espiritualidad se confunde con emotivismo y evasión de la realidad. La Biblia se
subordina a la experiencia. Esta producción y búsqueda de sensaciones y emociones, puede
ayudar a sentirse bien en el momento, pero no tiene ningún tipo de trascendencia la vida.
Una tercera característica, se expresa con la palabra inglesa de moda: "light", que significa
ligero, frívolo, liviano. La cultura light de la post-modernidad, expropia los contenidos
fundamentales de las cosas, dejándolas en una vaciedad repleta de incoherencias y provoca una
vida sin compromisos ni complicaciones. En esta cultura, el culto se vacía de sus contenidos
fundamentales para que pueda ser aceptado fácilmente; el Evangelio se presenta como un
producto que debe ser ofrecido en un formato que no espante a la clientela, debe ser atractivo y
llamativo y vaciarse de todo aquello que signifique compromiso, sacrificio, esfuerzo, entrega.”
En todo esto, el pluralismo promete enriquecer la teología, pero en realidad tiende a diluirla en
múltiples opciones que no presentan ninguna coherencia ni sustancia respecto a la obra que,
verdaderamente, realiza el Espíritu Santo en el pecador y en la iglesia. Ejemplo palpable de ello
es la corriente neo-pentecostal.
B. HERMENÉUTICA NEO-PENTECOSTAL
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La hermenéutica de los neo-pentecostales, está caracteriza por una lectura de las Escrituras y de
la realidad siempre en términos de la acción sobrenatural de Dios. Dios es percibido solamente
en función de su actuar extraordinario, pero más que el actuar de Dios, es la manifestación
extraordinaria del Espíritu Santo.
Para los neo-pentecostales, el Espíritu les guía en la vida diaria a través de impulsos, sueños,
visiones, palabras proféticas, y les da solución a sus problemas siempre de forma milagrosa,
como las liberaciones, exorcismos, y curaciones.
En nuestro continente americano, las llamadas iglesias evangélicas, son definidas por su
creencia en los milagros. La fe reformada no se opone a los milagros obrados por Dios, pero no
concuerda con hacer de ellos, algo prioritario y urgente para la vida de la iglesia, dejando sin
sentido lo natural.
Es alarmante ver cómo en estos últimos 25 años, el neo-pentecostalismo ha logrado penetrar
todos los estratos sociales y eclesiásticos. Según los resultados de una encuesta realizada en
1979, en USA, por una empresa especializada en el tema, el 20% de los bautistas declaró ser
pentecostal-carismático; el 1% de los bautistas manifestó haber hablado en lenguas; el 18% de
los metodistas se identificó como carismático, igual hizo el 20% de los luteranos y el 16% de los
presbiterianos. Un común denominador en la encuesta fue la “aceptación de los dones del
Espíritu como legítimos y auténticos para la iglesia de hoy, y una apertura a las señales y
prodigios que caracterizaron a la iglesia primitiva”
En el trabajo realizado por Harold Segura Carmona sobre los neo-pentecostales, creo son muy
interesante y acertadas las siguientes palabras:
“El movimiento pentecostal-carismático, al promover la búsqueda de la verdad por medio de las
sensaciones, la imaginación, las visiones personales, la iluminación privada u otros medios
subjetivos, ha contribuido, con o sin intención, a la proliferación de movimientos exóticos, que
alarman con sus prácticas extravagantes. Líderes de las Iglesias pentecostales de corte clásico,
se sorprenden al saber cómo muchos grupos independientes y diferentes comunidades cristianas
han exagerado los énfasis y han caído lamentablemente en el abuso de la fe pentecostal. Hace
pocos meses, escuché que una de las iglesias nuevas de la ciudad, iba a ser denunciada ante la
fiscalía regional por sus prácticas exóticas. Habían decidido desnudar a varias damas, con el
propósito de aplicarles un masaje con aceite ungido y expulsar de esa manera los rebeldes
demonios. En un país suramericano, hace pocos años, dos o tres personas fueron ahogadas por
un pastor cuando éste intentaba inundar a los demonios que los poseían. Del pentecostalismo
emotivo, con facilidad se pasó al misticismo atrevido. La guerra espiritual se está tornando en
animismo premoderno, la práctica bíblica del exorcismo está degenerando en sincretismo
místico, el culto emotivo se está convirtiendo en espacio neurotizante, la práctica de la profecía
que anuncia el futuro se está convirtiendo en vaticinio espiritista, además de fuente de ganancias
económicas. El cuadro no es nada agradable y el desafío se agiganta cada día.
Se ha producido un desequilibrio en el pentecostalismo clásico, “en cuanto asume el imaginario
social popular de un mundo regido por espíritus buenos y malos y propone una forma de
manejar el mundo de los espíritus, restringida a quienes detentan el poder mágico. De esta
manera se desplazan los contenidos evangélicos” En esta nueva versión del evangelio, por
ejemplo, el pecado se convierte en posesión satánica y los exorcismos ya no usan el poder del
Jesús liberador, sino los instrumentos ungidos designados por el clérigo de turno: llaves
bendecidas, aguas ungidas, pañuelos poderosos, en fin. Con mucha razón, algunos se preguntan
si estas expresiones exóticas de la fe no pertenecen a una nueva religión, a una manifestación
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 Tesoros escondidos de la literatura cristiana
sincrética con trasfondo afroamericano. Otra vez nos surge la inquietud: ¿qué tiene que ver todo
este espectáculo sensacionalista con la Reforma del siglo XVI? La Sola Escritura, la Sola
Gracia, la Sola Fe, el Solo Cristo, han sido vergonzosamente reemplazados por el solo show, el
mucho animismo, el bastante chamanismo, y el gran caudillismo. El pentecostalismo de vieja
estirpe clásica debe estar alarmado, como alarmados estamos el resto de los evangélicos de
apego reformado.”
La hermenéutica sobrenaturalista de los neo-pentecostales representa un serio desafío para la
teología calvinista y la identidad reformada, ya que tiende a menospreciar una de las doctrinas
esenciales de la fe reformada, como es la Providencia Divina.
Los reformados, al realizar un trabajo hermenéutico bíblico, usamos el término Providencia para
expresar el actuar de Dios por medio de su Espíritu, y obrando en el mundo a través de personas
y circunstancias de la vida para cumplir sus propósitos. Estos medios no son intervenciones
milagrosas o extraordinarios, de parte de Dios en la vida ordinaria, sino más bien medios
naturales.
Los calvinistas reconocemos que Dios interviene milagrosamente en este mundo, pero siempre
en términos restringidos, es decir, no es lo común, sino en situaciones muy especiales y
puntuales. Pero normalmente, el Espíritu de Dios actúa a través de medios naturales.
La implementación es una parte muy esencial en la estructura del sermón. Es dar respuestas al
cómo hacerlo. Generalmente se predica llamando a las personas a hacer, o no hacer tal cosa. La
implementación es dar las herramientas a la persona para saber cómo hacer lo que debe hacer.
Encontrará más detalle en el texto de Wadislau M. Gomes: Aconselhamiento Redentivo, (Sao
Paulo, Editora Cultura Crista, 2004)
Al enfatizar la acción extraordinaria, sobrenatural y milagrosa del Espíritu Santo en el mundo,
dejando de lado los medios naturales, el neo-pentecostalismo acaba por desestimar la
importancia del obrar pneumatológico a través de medios naturales. Este agravio se acentúa
más, cuando en la normalidad del obrar del Espíritu Santo, se producen los arrepentimientos y
conversiones usando para ello medios naturales como escuchar la Palabra, leer un tratado, la
predicación, el testimonio de alguien. En la totalidad de los casos, aunque hay raras excepciones
como el caso del Apóstol Pablo, las conversiones no son intervenciones milagrosas y
extraordinarias, sino más bien, el actuar del Espíritu Santo usando medios naturales.
Como resultado de la influencia neo-pentecostal, las iglesias reformadas que han sido afectadas
por esta tendencia, consideran los medios naturales como siendo espiritualmente inferiores. Un
ejemplo de esta tendencia es cuando se dice, que hay que dejar de lado los remedios para
mostrar la fe. Con esto la persona espera una intervención extraordinario, y si no sana
milagrosamente, es porque no tiene fe. Esta actitud desestima los medios naturales que pueden
ser usados por Dios para su sanidad, como es lo que normalmente sucede en todo el mundo.
Otro resultado de esta influencia, lo vemos en la disminución de predicar la Palabra de Dios con
preparación e implementación, a cambio de esperar ver que sucedan milagros extraordinarios
para convencer a los pecadores. Hay un énfasis en los milagros, como medio evangelístico, y no
en la Palabra de Dios, como manifestación de la “real presencia” del Espíritu Santo.
Conclusión
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Los desafíos para la fe reformada en cuanto a la Pneumatología, ya están presentes en nuestro
medio, y por lo visto prometen quedarse por un largo tiempo. Muchas iglesias históricas,
llámese Anglicana, Luterana, Presbiteriana, Bautista, Metodista y aún la Iglesia Católica
Apostólica y Romana, han sido afectadas con la influencias del pelagianismo, la filosofía del
pluralismo religioso y el pragmatismo religioso, y por supuesto, con la broca penetrante de la
corriente neo-pentecostal, que ha sido causa de tanta división en los últimos tiempos.
La pneumatología reformada en nuestro continente latinoamericano, ha sido trastornada con la
brisa del postmodernismo, cargado de una filosofía y teología que amenazan seriamente la
Persona y Obra del Espíritu Santo. En el fondo lo desvirtúan. Estas tendencias, se han encargado
de buscar y de dar todo aquello que funciona, no importando si es bíblico o no, para satisfacer
los placeres del hombre, volviendo en ello, al antropocentrismo y utilitarismo de una religión
que le interesa más vender placer, que glorificar a Dios y gozar de sus beneficios, a través de
una vida de esfuerzo, humildad y servicio a Dios.
Estos desafíos están forzando a las iglesias reformadas a revalidar lo que creen sobre el Espíritu
Santo y el actuar de este en el mundo, pero hasta ahora, muchas ya han sucumbido a esta
tentación. ¿Cómo trataremos este tema en 20 años más? La respuesta será conforme a lo que
hoy estamos haciendo como pastores, líderes y maestros reformados frente a estos y otros
grandes desafíos.
Termino citando las palabras de Harold Segura Carmona, quién nos invita a no quedarnos sólo
en el debate teológico, filosófico y sociológico del actual ambiente religioso, sino más bien, creo
yo, debemos aunar esfuerzos y apoyar a hombres y mujeres que se la jueguen por la fe
reformada, en este caso especial, por la pneumatología reformada, que creemos es la enseñanza
correcta bíblicamente.
“Hay un largo camino por recorrer. El tema no debe quedarse siendo debatido en círculos
reducidos de creyentes que gustan de la reflexión teológica y doctrinal, o entre académicos de la
fe que gustan de este tipo de gimnasia mental. La reflexión y la preocupación debe ser
compartida por todos los creyentes que procuran servir al Señor y ser fieles a su Reino. ¿Qué
hacer? La pregunta es la de cientos de pastores y pastoras que sirven a lo largo y ancho del
continente y para quienes el desafío del pentecostalismo [Pelagianismo, pluralismo y
pragmatismo] es más urgente que el análisis de la pentecostalidad. Mientras que para los
cientistas sociales los problemas son los de las taxonomías, las hipótesis interpretativas, los
marcos sociológicos, la ideología, y otros más, para los pastores, lo que apremia son las
preguntas que apuntan hacia la salud de la fe y la conducción integral de la grey. Otra vez: ¿Qué
hacer? La respuesta nos pertenece a todos, y este modesto ensayo solo ha intentado ser una
provocación al diálogo y un modesto punto de partida.”
*****
La Deidad de Cristo
Por Benjamín B. Warfield profesor del Princeton Theological Seminary
Recientemente un escritor ha hecho notar que nuestra segura convicción de la deidad de Cristo
descansa, no "en diversos pasajes rebuscados ni tampoco en viejos argumentos derivados de
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 Tesoros escondidos de la literatura cristiana
estos mismos, sino que se basa en el hecho general de la manifestación de Jesu-Cristo, y de la
totalidad de la gran impresión que Él mismo dejó en el mundo". Su antítesis es demasiado
absoluta, y tal vez pone de manifiesto una desconfianza injustificada en la evidencia de las
Escrituras. Para mejorarlo, deberíamos leer esta aseveración as: Nuestra convicción, en cuanto a
la deidad de Cristo, descansa no sólo en los pasajes de las Escrituras que lo afirman sino
también en la impresión global que Él dejó en el mundo. O tal vez: Nuestra convicción descansa
no tanto en las afirmaciones de las Escrituras como en su entera manifestación. Ambas líneas de
evidencia son válidas, y cuando se entrelazan forman una cuerda irrompible. Aquellos textos y
pasajes que tocan el tema s demuestran que Jesús era estimado como divino por aquellos que le
acompañaban; que Él mismo se consideraba divino; que era reconocido como Divino por
aquellos que eran enseñados por el Espíritu. En resumen, muestran que Él era divino. Pero por
encima de esta evidencia Bíblica, la impresión que Jesús ha dejado sobre el mundo lleva en s un
testimonio independiente acerca de su deidad, y pudiera ser que para muchas mentes esto fuese
visto como la evidencia más contundente de todas. Verdaderamente esta es una evidencia muy
consecuente y convincente.
La experiencia como prueba
La justificación que da el autor que acabamos de citar en su negligencia de la evidencia de las
Escrituras a favor de aquella dada por la impresión que Jesús dejó en el mundo, también puede
ser criticada. "Jesucristo", nos dice este autor, "es una de esas verdades esenciales que son
demasiado grandes para ser probadas, tal como Dios, o la libertad, o la inmortalidad". Todas
estas cosas descansan, parecería, no en pruebas irrefutables sino en la experiencia. No
necesitamos precisar que esta experiencia es en sí misma una prueba. Quisiéramos, sin embargo,
destacar que parece haberse introducido cierta confusión en cuanto a nuestra capacidad de
argumentar sobre aquello de lo cual estamos convencidos y
el poder acceder a toda la fuerza de esa argumentación. Deseamos concretar pruebas de aquello
de lo que uno está convencido, pues al fin y al cabo deseamos acceder a toda la fuerza de
nuestro argumento. Es cierto que "las conclusiones más básicas y esenciales de la mente
humana son mucho más amplias y fuertes que los argumentos mediante los cuales son
sostenidas"; que las verdades "siempre están cambiando pero las creencias persisten". Pero esto
no es debido a que la conclusión a la que nos referimos no descanse en pruebas sólidas, sino a
que nosotros no tenemos la habilidad de presentar, en nuestros argumentos sobre las mismas, las
pruebas realmente básicas sobre las cuales descansan.
Reconocimiento inconsciente
Un hombre es capaz de reconocer a primera vista el rostro de su amigo, o su propia escritura.
Pregúntele cómo puede reconocer el rostro de su amigo, o su propia escritura, y tal vez se quede
callado, intente buscar una respuesta y conteste balbuceando sin sentido. Y sin embargo, su
reconocimiento descansa en bases sólidas, a pesar de que él mismo carezca de la habilidad
analítica necesaria para aislar y exponer esas bases.
Nosotros, con buenas bases, creemos en Dios, en la libertad y en la inmortalidad, aunque no
seamos capaces de analizar satisfactoriamente estas bases. Ninguna convicción verdadera existe
sin estar adecuada y racionalmente basada en un cuerpo de evidencia. As que, si estamos
firmemente convencidos de la deidad de Cristo, ser sobre bases adecuadas, apelando a la razón.
Pero es posible que estemos plantados sobre bases que jamás hayan sido analizadas, o que
incluso sean imposibles de analizar para exponerlas así a la lógica formal.
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 Tesoros escondidos de la literatura cristiana
No necesitamos esperar al análisis de las bases de nuestras convicciones para que estas actúen
en la formación de nuestras convicciones, como tampoco necesitamos completar un análisis de
nuestros alimentos antes que estos nos den las vitaminas que necesitamos; y podemos creer
firmemente en una evidencia fatalmente mezclada con error, igual como podemos nutrirnos con
una comida que carece de total pureza. La constitución de nuestras mentes, al igual que la va
digestiva, sabe cómo segregar lo que necesita para su sustento; y de la misma manera que
nosotros podemos vivir sin ningún conocimiento de la química, también podemos albergar
convicciones fuertes, sólidamente fundadas en razonamientos correctos, sin el más mínimo
conocimiento de la ciencia de la lógica. La convicción de un cristiano en cuanto a la deidad de
su Señor no depende de la habilidad del cristiano para defender su postura. Es posible que la
evidencia y argumentos que presente sean totalmente deficientes, mientras que la evidencia
sobre la cual él reposa sigue siendo completamente convincente.
Testimonio en la solución
La misma gran abundancia de evidencia en cuanto a la deidad de Cristo complica de por sí su
exposición de una manera adecuada y convincente. Esto es cierto, incluso, en cuanto a la
evidencia bíblica, por muy precisa y clara que ésta sea. En sus comentarios el Dr. Dale acierta al
decir que los textos explícitos en los que se afirma la deidad de Cristo están lejos de ser los
pasajes que aportan las pruebas más completas o incluso las más impresionantes que las
Escrituras proporcionan sobre la deidad de nuestro Señor.
Él compara estos textos con la sal cristalizada que aparece en la arena de la playa cuando baja la
marea. "Estos cristales no son", dice, "las más fuertes, aunque pueden ser las más claras pruebas
de que el mar está compuesto por sal. La sal está presente en forma diluida en cada cubo de
agua que cojamos del mar". La deidad de Cristo está presente, en disolución, en cada página del
Nuevo Testamento. Cada palabra que hace mención de él, cada palabra que se le adjudica, es
mencionada con la presuposición que Él es Dios. Esta es la razón por la cual los críticos, que
intentan eliminar el testimonio del Nuevo Testamento sobre la deidad de nuestro Seor, se han
propuesto una labor frustrante y desesperante. Todo el Nuevo Testamento tendría que ser
eliminado.
Tampoco podemos ignorar el testimonio que presenta el Nuevo Testamento. La deidad de Cristo
es la presuposición de cada palabra del Nuevo Testamento. Es imposible recortar ciertas
palabras del Nuevo Testamento y con ellas intentar componer documentos antiguos en los
cuales la deidad de Cristo no estuviera asumida. La convicción, más que segura, de la deidad de
Cristo es contemporánea al mismo Cristianismo. Nunca ha habido ningún tipo de Cristianismo,
ni en el tiempo Apostólico ni después, que esto no fuera una base fundamental de fe.
Un Evangelio saturado
Vamos a observar en uno o dos ejemplos de cómo la narrativa del Evangelio está
completamente saturada con la sombra de la deidad de Cristo, de modo que aflora en el lugar y
la forma más inesperada. En tres pasajes del Evangelio según Mateo, donde se registran las
palabras de Jesús, se le representa hablando de la forma más natural y familiar del mundo de
"sus ángeles" (Mt 13:41; 16:27; 24:31). En estos tres pasajes l mismo se designa como "el Hijo
del hombre"; y en los tres hay alusiones adicionales sobre Su majestad. "Enviar el Hijo del
hombre sus ángeles, y cogerán de su reino todos los escándalos, y los que hacen iniquidad, y los
echarán en el horno de fuego" (Mt. 13:41-42a). ¿Quién es este Hijo del hombre que tiene
ángeles y por cuya mano y mandato es ejecutado el juicio final? "Porque el Hijo del hombre
vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagar a cada uno conforme a sus
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 Tesoros escondidos de la literatura cristiana
obras" (Mt 16:27). ¿Quién es este Hijo del hombre rodeado por sus ángeles, en cuya mano están
las fuentes de la vida? El Hijo del hombre "enviar sus ángeles con gran voz de trompeta, y
juntar sus escogidos de los cuatro vientos, de un cabo del cielo hasta el otro" (Mt 24:31). ¿Quién
es este Hijo del hombre por cuyo mandamiento envía a Sus ángeles a aventar a los hombres y
separarlos? Un estudio cuidadoso de estos pasajes demostrar que no es una clase especial de
ángeles a lo que se refieren las palabras "los ángeles del Hijo del hombre", sino sencillamente a
los ángeles como una clase de seres en general, que le pertenecen para que le sirvan según sus
órdenes. En una palabra, el Señor Jesu-Cristo está por encima de los ángeles (Mr 13:32); y esto
está argumentado con gran detalle las primeras secciones de la Epístola a los Hebreos. "Pues,
¿A cuál de los ángeles dijo jamás: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por
estrado de tus pies" (He 1:13).
El Cielo venido a la Tierra
Hay tres parábolas recogidas en el capítulo quince de Lucas donde Cristo se defendió de los
ataques de los fariseos por el hecho de recibir a pecadores y comer con ellos. ¡La esencia de la
defensa ofrecida por nuestro Seor mismo es que hay gozo en el cielo por los pecadores
arrepentidos! ¿Por qué "en el cielo", "delante del trono de Dios"? ¿Estaba acaso simplemente
poniendo el juicio del cielo por encima del de la tierra o apuntando hacia su vindicación futura?
Nada de esto. Él estaba representando su actuación al recibir pecadores, al buscar a los perdidos,
como su actuación normal y correcta, ya que es la conducta normal del cielo, manifestada en él.
Él es el cielo viniendo a la tierra. Su defensa es pues el descubrir la verdadera naturaleza de la
transacción. Cuando los perdidos vienen a Él son recibidos porque ésta es la manera establecida
por el cielo; y Él no puede obrar de otra manera que no concuerde con lo establecido. Él asume
tácitamente como algo propio el papel del buen Pastor.
Una posición única
Todas las grandes designaciones no son tanto reivindicadas como asumidas por Él mismo para
sí mismo. Él nunca se refiere a s mismo como "profeta", aunque acepta esta designación cuando
otros se la dan: Él se pone a s mismo por encima de todos los profetas, incluso por encima de
Juan, el más grande de los profetas, como aquél en quien todos los profetas esperaron. Si el
Señor Jesús se llama a sí mismo "Mesías", entonces llena ese término con el significado más
profundo, enfocando siempre la relación única del Mesías hacia Dios como Su representante y
Su Hijo. No se conforma con presentarse a sí mismo simplemente como teniendo una relación
única y especial con Dios: Él se proclama a s mismo como el recipiente de la plenitud de la
deidad, el participante de todo aquello que Dios posee (Mt 11:28). Él habla de s mismo
abiertamente como "Aquel de Dios" - Nota del traductor: en inglés "God’s Other"-, la
manifestación de Dios en la tierra, Aquel al que haberle visto es haber visto al Padre, y quien
hace la obra de Dios en la tierra. Él reclama abiertamente las prerrogativas divinas; el
conocimiento del corazón el hombre, el perdón de los pecados, la posesión de toda autoridad en
la tierra y en el cielo. Ciertamente, todo lo que Dios tiene y es Él también lo afirma tener y ser:
omnipotencia, omnisciencia y perfección pertenecen tanto al uno como al otro. No sólo ejecuta
todos las obras divinas, sino que también Su conciencia humana se fusiona con la consciencia
divina. Si sus seguidores fueron lentos en reconocer su deidad, no fue debido a que Él no fuera
Dios, o que no hubiera manifestado suficientemente Su deidad. Fue debido a que ellos fueron
necios y tardos de corazón para creer lo que estaba de forma tan patente delante de sus ojos.
La gran evidencia
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Por lo tanto, las Escrituras nos dan suficiente evidencia de que Cristo es Dios. Pero las
Escrituras están lejos de darnos toda la evidencia. Tenemos evidencia de ello, por ejemplo, en la
revolución que Cristo ha traído al mundo. Si, acaso, alguien preguntara cuál es la evidencia más
convincente de la deidad de Cristo, tal vez la mejor respuesta sería simplemente el Cristianismo.
La nueva vida que Él ha traído al mundo, la nueva creación que ha producido mediante Su vida
y Su obra en el mundo, tal vez sean una de sus credenciales más palpables.
Mírelo objetivamente. Lea un libro como La expansión del Cristianismo, de Hacnack, o Vida
Cristiana en la Iglesia Primitiva, de Von Dobschtz (ninguno de los cuales acepta la divinidad de
Cristo), y entonces pregúntese: ¿Podrían estas cosas ser hechas por un poder que no fuera
divino? Y entonces recuerde que estas cosas no sólo fueron traídas a ese mundo pagano hace
dos mil años, sino que han sido traídas de nuevo a cada generación desde entonces; pues el
Cristianismo ha reconquistado el mundo cada generación desde entonces. Piense como la
proclamación del Cristianismo se ha extendido, consumiendo en su camino a través del mundo
como el fuego consume la hierba en la pradera. Piense como ha transformado vidas al
extenderse. Si todo esto no hubiera ocurrido en realidad, tanto en su aspecto objetivo como
subjetivo, sería difícil de creer. "Si un viajero," dice Charles Darwin, "estuviera a punto de
naufragar en alguna costa desconocida, seguro que orara de la forma más devota rogando que
los misioneros hubieran llegado anteriormente hasta esas tierras. El mensaje del misionero es la
varita mágica del mago". ¿Es posible que esta influencia transformadora, que no ha perdido su
poder durante dos mil años, procediera de un mero hombre? Es históricamente imposible que
este gran movimiento, el cual llamamos Cristianismo, que permanece inmarchitable después de
todos estos años, pudiera haberse originado por un simple impulso humano, o pudiera
representar hoy el mero esfuerzo humano.
La evidencia interior
O tómelo subjetivamente. Todo Cristiano tiene dentro de s la prueba del poder transformador de
Cristo, y puede repetir el silogismo del hombre ciego: "Por cierto, maravillosa cosa es esta, que
vosotros no sabéis de dónde sea, y a mí me abrió los ojos". "Un espíritu no es afectado por
temas profundos que no haya sido primeramente tocado profundamente. ¿Nos confiaremos",
dice un elocuente pensador, "al tacto de nuestros dedos, a la visión de nuestros ojos, al oír de
nuestros oídos, y no confiar en la profunda conciencia de nuestra alta naturaleza: la respuesta de
la conciencia, la flor de nuestra felicidad espiritual, el brillo del amor espiritual? El negar que
ésta experiencia espiritual sea tan real como lo es la experiencia física es rebajar las más nobles
facultades de nuestra naturaleza. Es como decir que una parte de nuestra naturaleza dice la
verdad y la otra parte miente. La proposición de que los hechos en el área espiritual son menos
reales que los hechos en el área física contradice toda filosofa". El corazón transformado de los
Cristianos, mostrándose por medio de "temperamentos afables, motivos nobles, vidas
visiblemente guiadas por el imperio de las grandes aspiraciones". Estas son las pruebas
omnipresentes de la divinidad de la Persona que es la fuente que alimenta su inspiración.
Para todo Cristiano, la suprema prueba de la deidad de su Señor, es, entonces, su propia
experiencia interna del poder transformador de su Señor sobre su corazón y vida. No está más
seguro aquél que sabe que el sol existe porque siente su calor que aquél que ha experimentado el
poder transformador del Señor y sabe que Él es su Dios y Seor. He aquí, tal vez, la prueba más
apropiada o, mejor dicho, la más convincente de la deidad de Cristo para cada Cristiano. Es una
prueba de la cual no puede escapar, y de la cual, sea capaz o no de analizarla lógicamente, no
puede mas que rendir su más irrebatible y sincera convicción. Tal vez no está seguro de muchas
cosas más, pero él sabe que su Redentor vive. Y porque Él vive, nosotros también viviremos. Y
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esto es asegurado por el Señor mismo. Porque nosotros vivimos, Él también vive. Esta es la
imborrable convicción del corazón de todo cristiano.
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Del conocimiento de sí mismo y de la Gracia
Por Juan de Valdés
Cuanto más profundamente me pongo a considerar el beneficio de Cristo, considerando cómo Él
está en todos y sobre todos los que le aceptan, tanto más me maravillo de que todos los hombres
no corran en pos de Él, y no le abracen y pongan en sus corazones; cuando se les ha ofrecido
como don la remisión de pecados y la reconciliación con Dios, y por consiguiente la
inmortalidad y vida con Cristo.
Y habiéndome puesto muchas veces a considerar, de dónde puede provenir el que no acepten
esta singularísima gracia todos los que de ella tienen noticia, he entendido que proviene del no
conocer al hombre, ni a sí mismo, ni a Dios.
Y en efecto acontece que, no conociendo el hombre en sí la impiedad ni la malignidad ni la
rebeldía, que le son naturales por el pecado original, no desconfía de sí mismo, ni de poder por
sí mismo satisfacer a Dios, ni de ser justo delante de Dios. Asimismo acontece que, como el
hombre no conoce en Dios la bondad ni la misericordia ni la fidelidad, no se fía de Dios, y así
no se puede persuadir, ni asegurar en su ánimo, de que le pertenezca la justicia de Cristo, de que
por lo que padeció Cristo, Dios lo acepta a él por justo. Y si el hombre se conociese,
considerándose impío, maligno y rebelde, no solamente por sí, sino por ser -como es- hijo de
Adam, desconfiaría de sí mismo, de poderse justificar por sí; y si conociese a Dios, conociendo
en Él bondad, misericordia y fidelidad, fácilmente se fiaría de Él aceptando el perdón que le
ofrece el Evangelio, y tanto más cuanto que conociéndose a sí mismo, no le parecería muy
extraño que Dios le perdonase, sin propio mérito suyo, los males e inconvenientes en los cuales
se conoce caído.
De donde entiendo, que así como es imposible que el hombre, no conociéndose a sí mismo ni
conociendo a Dios, acepte la gracia del Evangelio y se asegure con ella; así es imposible que el
hombre, conociéndose a sí mismo y conociendo a Dios, pretenda ni piense justificarse por sus
propias obras; ni por esquivar las malas, ni por aplicarse a las buenas.
Y si uno me dijere: -¿pues, cómo los santos hebreos, que se conocían a sí mismos y conocían a
Dios, pretendían justificarse con los sacrificios que la Ley manda? Le responderé que los santos
hebreos no constituían sus justificaciones en sus sacrificios, sino en la palabra de Dios, que les
prometía perdonarles, haciendo ellos aquellos sacrificios. Y aquí entiendo que era mucho más
difícil a los santos hebreos, porque se conocían a sí mismos y conocían a Dios, el reducirse a
tenerse por justos sacrificando; y que no lo es tanto a los santos cristianos, que se conocen a sí
mismos y conocen a Dios, el reducirse a tenerse por justos creyendo y aceptando la gracia del
Evangelio. Por cuanto es ciertísimo que los santos hebreos, sacrificando, conocían que daban a
Dios lo que ellos mismos, por inclinación suya natural, se complacían darle; y sabían que de por
sí aquello no agradaba ni satisfacía a Dios, como consta por muchas cosas que leemos en la
santa Escritura antigua, y particularmente en los Salmos y en Isaías. Y por cuanto es ciertísimo
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también que los santos cristianos, creyendo, conocen que dan a Dios lo que por su inclinación
natural no querrían darle, y de lo que Dios se agrada y quiere que le sea dado, como consta por
toda la santa Escritura nueva.
Por lo que resuelvo, que los hombres que en el tiempo del Evangelio pretenden justificarse
obrando (esto es: con sus obras), dan testimonio de que no se conocen a sí mismos, ni conocen a
Dios; que los que pretenden ser justos, creyendo, dan testimonio de que se conocen a sí mismos,
y conocen a Dios.
En este discurso aprendo, entre otras, dos cosas importantísimas: la primera es que, puesto que
es cierto que ya Dios no pide a los hombres que sacrifiquen, pidiéndoles asimismo que crean,
que acepten la gracia, la remisión de los pecados y la reconciliación con Dios que les ofrece el
Evangelio, mostrándoles cómo habiendo puesto Dios en Cristo los pecados de todos los
hombres, en Él los ha castigado todos, quedando satisfecha su justicia; el hombre, por pecador y
malo que sea, que no se tuviere por perdonado y por reconciliado con Dios, y así por justo; por
el hecho mismo, dará testimonio de que no conoce a Dios, puesto que no se fía de Su palabra, y
de que no conoce a CRISTO, puesto que no está seguro de que es justo en CRISTO. Y si este tal
hombre pretendiere justificarse obrando, dará testimonio de que desconoce la inclinación natural
del hombre. De manera que, o debo yo conocerme justo en CRISTO, aunque yo me conozco
pecador en mí, o debo negar lo que afirma el Evangelio: que en Cristo Dios ha castigado las
iniquidades y los pecados de todos los hombres, y los míos con ellos; o soy constreñido a decir,
que Dios es injusto, castigando dos veces los pecados, una en Cristo, y otra en mí; y porque
decir esto sería impiedad, y negar lo otro sería incredulidad, queda solo que yo me esfuerce a
tenerme por perdonado y reconciliado con Dios, y así, por justo en CRISTO, sometiendo la luz
natural a la luz espiritual.
La segunda cosa que aprendo es que, siendo cierto que la imposibilidad que el hombre tiene de
aceptar este santo Evangelio de Cristo proviene del no conocerse el hombre a sí mismo ni
conocer a Dios, a todo hombre le corresponde aplicarse muy de veras a conocerse a sí mismo y
a su inclinación natural, tomándola desde Adam; y a conocer a Dios, tomando por principal
aplicación la continua comunión y deseo en Cristo, rogando afectuosamente y fervientemente a
Dios que le abra los ojos, de manera que llegue a estos conocimientos, y rogándole, que si ha
empezado a abrírselos se los abra cada día más.
Y de este modo, si no hubiere comenzado a aceptar el santo Evangelio de CRISTO, yéndose
quitando la imposibilidad, lo comenzará a aceptar; y si hubiese empezado a aceptarlo,
habiéndosele quitado la dificultad que hallaba en recibirlo, lo aceptará más y mejor, siendo
eficaz la fe en Él para mortificarle y vivificarle, con las cuales cosas se confirma en nosotros la
fe cristiana, la cual es fundamento de esta divinísima confesión de Pedro, cuando dijo a Cristo:
«Tu eres el Cristo, el hijo del Dios vivificador».
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Del Escritorio al Púlpito: ¿Importa la pasión?
Por Guillermo Green
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 Tesoros escondidos de la literatura cristiana
Los que predican la Palabra de Dios no son exentos del cansancio y el desánimo. Cuando un
predicador no está experimentando circunstancias óptimas en su pastorado, podría menguar su
fervor, su pasión. Es más, cada sermón podría llegar a ser una tarea tediosa, desagradable.
En tales circunstancias, el pastor reformado estaría tentado a pensar: “De todos modos la
Palabra de Dios no depende de mí. Si predico con o sin pasión, Dios cumplirá sus propósitos.”
Si bien este pensamiento tiene un grado de verdad, sin embargo sería una lástima que un pastor
cediera la pasión por tales excusas. En este artículo vamos a meditar sobre la pasión en la
predicación.
Debe quedar clara la enseñanza bíblica sobre la Palabra de Dios. No depende ni está amarrada a
la condición del hombre. Aún Balaam profetizó correctamente, aunque por motivos malos y con
intenciones contrarias a la gloria de Dios. Dice Salmo 119:89: “Para siempre, oh Jehová
permanece tu palabra en los cielos.” Jesús dijo, “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras
no pasarán” (Mateo 24:35).
La Palabra de Dios no sólo permanecerá más allá que este mundo, sino que es efectiva. El autor
a los Hebreos la asemeja a una espada cortante de dos filos, y discierne los pensamientos y las
intenciones del corazón (Hebreos 4:12). Por medio del profeta Isaías Dios declara que su
Palabra es tan efectiva como la lluvia que hace crecer las hierbas, así su Palabra cumple los
propósitos con los cuales es enviada (Isaías 55:10,11). Muchos otros pasajes de la Biblia
testifican que la Palabra de Dios no es limitada a las debilidades de los hombres.
Más aún, ya que la Palabra de Dios es una manifestación de la soberanía de Dios, Pablo puede
decirle a Timoteo que “predique la palabra a tiempo y fuera de tiempo” (2 Timoteo 4:1-3). La
predicación no depende de circunstancias favorables que invitan a la pasión y favorecen el buen
ánimo. En el contexto de 2 Timoteo 4 Pablo menciona que muchas personas no querrán oír la
verdad, sino que irán tras otros mensajes más atractivos. Pero Timoteo debía proclamar la
Verdad divina como los profetas de antaño - sea que muchos crean o no.
Todos estos puntos parecerían llevarnos a la conclusión que la pasión y el fervor en la
predicación no son necesarios. Aún podríamos mencionar a Pablo, que dice que llegó a Corinto
en debilidad, con temor y temblor, no con elocuencia ni sabiduría humana. ¿Es necesaria la
pasión en la predicación? Definamos primero qué es la “pasión”.
En el diccionario encontramos diferentes matices en cuanto a la definición de “pasión.” La raíz
viene de “padecer”. Hoy todavía hablamos de la “pasión de Jesús”, cuando más sufrió por los
pecadores. Aristóteles usaba el término para describir toda afección del hombre, contrapuesta a
la acción. Y se ha usado en la filosofía desde ese entonces para esa parte del hombre que
llamamos “afecto”, y mucho se usó para describir afectos o deseos malos - “pasiones de la
carne.” Hoy se usa comúnmente para describir la forma en que una persona habla o actúa “predicó con pasión.” Esto significa que el predicador habló con cierta vehemencia, se notó
urgencia y sinceridad en su mensaje.
Para efectos de este artículo, definiremos la “pasión” según una de las definiciones del
diccionario Océano: “Deseo o afición vehemente a una cosa.” No vamos a hablar en primer
lugar de la forma externa de un sermón - aunque creo que la pasión se desborda en la
presentación también. Pero estamos definiendo la “pasión” como ese deseo profundo de que el
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 Tesoros escondidos de la literatura cristiana
oyente crea y obedezca lo que se predica. Sería opuesta a la serenidad, la frialdad, la apatía, y la
tranquilidad (Océano, Sinónimos y Antónimos).
Dios reveló su gloria a Moisés en el monte de Sinaí. Estuvo en su presencia por 40 días. Luego
de dar los 10 mandamientos, Dios invitó a Moisés con los ancianos a comer en su presencia señal de comunión en el pacto. Después del pecado de Israel con el becerro de oro, Moisés pide
ver la gloria de Jehová, y Dios anuncia su gloria y su Nombre con las palabras: “¡Jehová!
¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad,
que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de
ningún modo tendrá por inocente al malvado” (Exodo 34:6,7). El relato dice que al oír el
Nombre de Dios proclamado, se apresuró, bajó la cabeza hacia el suelo y adoró. Esta revelación
de Dios a Moisés fue, sin duda, un paso muy importante en su ministerio. Comprendió a Dios
mejor, fue traído más cerca al corazón de su Señor, en ese monte fue moldeado más a la imagen
de Dios. Y le confirió las cualidades necesarias para el resto de su ministerio.
La presencia íntima de Dios tuvo un impacto sobre Moisés que duró toda su vida. Moisés pidió
ser borrado del libro de la vida antes que las promesas de Dios fallaran. Su ser entero estaba
absorbido con la gloria del Nombre de Dios. No quería que las naciones se burlaran de Dios y su
pacto, no quería que los incrédulos tuvieran motivo de blasfemar. La gloria resplandeciente en
el rostro de Moisés no era algo sólo en la superficie de su piel - profundizaba a la parte más
íntima de su alma, y consumía todo su ser. Y a pesar de las fallas humanas de Moisés, el libro de
Hebreos nos recuerda que Moisés fue “fiel en toda la casa de Dios” (Hebreos 3:2). Una pasión
por Dios y su gloria consumía a Moisés, y lo llevó hasta la muerte en el servicio de sus
propósitos.
No sólo en Moisés, sino en muchos de los santos del Antiguo Testamento encontramos esta
misma pasión, este mismo celo. Recordamos la reacción de Isaías ante la visión del Dios tres
veces santo - era de adoración, de arrepentimiento, y de consagración. Y la tradición judía nos
dice que Isaías fue fiel hasta la muerte, muerte por ser aserrado por la mitad bajo Manasés. El
capítulo 11 de Hebreos, el capítulo de los “héroes de la fe”, nos relata muchos ejemplos de
personas tan “apasionadas” por Dios y su gloria, que estuvieron dispuestas a llevar “vituperios,
azotes, prisiones y cárceles” (Hebreos 11:36). La pasión bíblica es la pasión por Dios y su
Nombre. La pasión bíblica - el deseo o afición “vehemente” por la gloria de Dios - ha sido una
cualidad de todos los santos. Y vemos esta pasión en su forma más pura y clara en nuestro
salvador, Jesucristo.
El celo por su Padre consumió a Jesús. La pasión por la gloria de Dios que compartían los
profetas era sólo una sombra de la pasión que tuvo el Hijo. Desde los 12 años encontramos a
Jesús apasionado por la obra que su Padre le había encomendado. Jesucristo realizó todo su
trabajo de todo corazón - nada fue hecho a medias. Amonestó fuertemente a los que profanaban
el templo, y recibía con ternura a los pecadores arrepentidos. Ni siquiera podía ver masas de
gente y quedarse apático ante ello; nos relata el Evangelio que Jesús vio las multitudes, “y tuvo
compasión de ellas, porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen
pastor” (Mateo 9:36). Nada que hizo el Señor carecía de pasión, de intensidad, de identificarse
con la misión de su Padre.
En el huerto de Getsemaní, por supuesto, tenemos la lucha más clara y apasionada de Jesús por
la Iglesia. Sus gemidos nunca serán igualados ni comprendidos por los mortales. Lo único que
podemos hacer es quedarnos a la orilla de la escena y maravillarnos de la gracia de Dios, y del
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infinito amor de nuestro Señor por nosotros. ¿Acaso contemplar a Jesús en el huerto nos deja sin
efecto alguno? ¿No conmueve el alma y el corazón? Ciertamente impactó profundamente a los
apóstoles.
Leemos en Hechos 2 que Pedro le decía con profunda sinceridad a los judíos que se
arrepintieran de sus pecados, porque el Jesús que habían crucificado ahora vive y vendrá como
juez.
Leemos que los apóstoles proclamaban el evangelio con “denuedo”, a pesar de amenazas de
muerte. Los mismos judíos tomaban nota de su valor (Hechos 4:13), y “les reconocían que
habían estado con Jesús.”
Escuchemos las palabras de Pablo: “...prefiero morir, antes que nadie desvanezca esta mi gloria.
Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y
¡ay de mi si no anunciare el evangelio!... a todos me he hecho de todo, para que de todos modos
salve a algunos” (1 Cor. 9:15,22).
Jesús realizó su ministerio consumido por la gloria de su Padre, “apasionado” en su labor. Y
este mismo Espíritu de Jesús es transmitido a sus siervos, para que sientan una misma pasión, y
mismo celo por el Nombre de Dios. Un anhelo por la salvación de los perdidos, un deseo
ardiente por ver la Iglesia de Cristo edificada, un celo por la justicia de Dios - estas cosas ahora
arden en el alma del Cristiano, y especialmente en el que es llamado a proclamar su Palabra. Mi
querido amigo que lee estas palabras - si no sientes esta pasión, ¡tu la necesitas! No porque tu
pasión vaya a salvar a las personas. Ya vimos que esto no es el caso. Necesitamos una pasión
por Dios y por nuestro trabajo porque nuestro llamado debe consumirnos cuerpo y alma.
En primer lugar, tu necesitas pasión para ti mismo. Si tu eres predicador, tal vez crees que basta
que prediques la Biblia de manera responsable y pastorees a tu rebaño. Pero mi hermano, habrá
ocasiones cuando se requerirá valor más que exégesis cuidadosa. Habrá ocasiones cuando se
necesita la compasión antes que exposiciones lúcidas de la Biblia. La esencia del Cristianismo
incluye más que la comunicación intelectual de verdades - se trata también de la convicción, la
confianza, el denuedo - en otras palabras, la pasión. Primero tu y yo necesitamos de una pasión
por Dios, su gloria, y por nuestra misión.
En segundo lugar, tu iglesia necesita a un pastor de pasión - y recordemos que no estamos
definiendo el término “pasión” por algún estilo de predicación. Cuando un pastor labora en el
rebaño con pasión, penetrará en la vida de su congregación - sus alegrías y pruebas, sus
tentaciones y triunfos. No hay cosa más triste que un sermón “ortodoxo” que carece por
completo de todo sentido de la lucha humana. Una de las razones que Dios ha dado el evangelio
en “vasos de barro” es para que juntos - pastor y congregación - podamos maravillarnos del
poder de Dios perfeccionado en debilidad. La pasión llevará al pastor a una intensidad mayor de
amor y compasión por las ovejas.
Tu iglesia necesita a un pastor de pasión también porque serás un mejor predicador - no porque
cambiará tu estilo por algún fervor fingido. Una verdadera pasión por predicar la Palabra de
Dios resultará en el deseo de pensar más claramente acerca de las necesidades espirituales,
emocionales y físicas de la congregación. Y cuando subas al púlpito, será manifiesta la
compasión de Cristo, se manifestará el poder del Espíritu, y Dios superará tus debilidades
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naturales. Valor de lo alto será tuyo, y hablarás cuando otros callarían. Irás adonde otros no
irían. Bendecirás a los que otros han desechado. Cumplirás la misión que Dios te ha
encomendado. Dijo el apóstol Pablo, “olvidando ciertamente lo que queda atrás, y
extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta...” (Filipenses 3:13).
Oración: “Padre, otorga a tu Iglesia pastores apasionados - de pasión no nacida de deseo
humano, sino la que está encendida por tu gloria, nutrida por tu misericordia y compasión por
los pecadores, y revelada en la proclamación sincera y valiente de tu Palabra. Amén.”
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Dios: El controlador de la historia
Por D. Martyn Lloyd-Jones
En la presente coyuntura mundial, requiere una verdadera urgencia el comprender que los
eventos históricos deben ser interpretados a la luz del reino de Dios. Si aspiramos a disfrutar de
paz interior a pesar de lo que ocurre en el mundo, la única forma de hacerlo es llegar a
comprender esta filosofía bíblica de la historia. Dicha filosofía explica los acontecimientos en el
mundo secular y su relación con la Iglesia de Dios. El principio esencial es que se puede
entender la historia sólo en términos del reino de Dios. Es decir, el gobierno de Dios en el
mundo, en el cual está incluida la Iglesia. Dios está dirigiendo toda la historia para así realizar
su propósito con respecto al reino. Nuestro objetivo será ahora el de analizar este principio en
mayor profundidad.
La perplejidad por los acontecimientos actuales no es una novedad
El problema no es nuevo. Nosotros, en el siglo pasado y en el actual, hemos sido ingenuos al
creer que nuestros problemas son excepcionales y peculiares. No lo son. Solo estamos
experimentando lo que el pueblo de Dios ha vivido ya en muchas oportunidades anteriores. Es
bueno recordar que la historia se repite, y así desligarnos de aquella ingenua y envanecida
opinión que los modernos tenemos de nosotros mismos. Nuestras perplejidades de ninguna
manera son nuevas. Hay muchos hoy día que sienten que no pueden ser cristianos por las
dificultades intelectuales que plantea la aparente frustración de la historia. Sin embargo, este
problema es tan antiguo como la misma humanidad y ha dejado perplejos a muchos desde el
principio. El conocimiento y los acontecimientos actuales poco tienen que ver en el asunto, de
manera que bien podemos despojarnos de cualquier tipo de orgullo intelectual. El problema es el
mismo que tuvo que enfrentar el hombre que escribió el Salmo 73 (1), o Habacuc, o Israel en
forma nacional. La epístola a los Hebreos fue escrita especialmente para aclarar este problema.
Los cristianos hebreos decían en efecto: Hemos creído el evangelio, dejamos el judaísmo y nos
unimos a la Iglesia cristiana. Todo con base en lo que ustedes nos dijeron acerca de Cristo, su
salvación, y su venida para establecer su reino y gobernar sobre la tierra. Él no ha venido; nos
persiguen y nos despojan de nuestros bienes, y estamos sufriendo intensamente. ¿Dónde está la
respuesta?
Los cristianos a quienes escribió el apóstol Pedro fueron tentados a preguntar: «¿Dónde está la
promesa de su advenimiento?» (2 Pe 3.4). Estaban siendo ridiculizados por los burladores que
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les decían: ¡Ah! Ustedes creyeron ese evangelio y confiaron sus vidas a ese Señor Jesucristo.
Les dijeron que iba a volver para reinar pero, ¿dónde está el cumplimiento de su promesa?
¡Todo sigue como antes! La respuesta de Pedro, cabe destacar, recuerda a los lectores de su
carta que este era ya un antiguo problema. Les dijo en efecto: ¡No se preocupen, es exactamente
lo que decían las personas antes del diluvio; lo que dijeron antes de la destrucción de Sodoma y
Gomorra, y es lo que siempre han dicho! Su respuesta exacta según las Escrituras fue: «Para con
el Señor, un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no retarda su promesa,
según algunos la tienen por tardanza» (3.8–9). Esto es precisamente lo que dijo Habacuc: «La
visión todavía tardará hasta el plazo señalado; bien que se apresura hacia el fin… aunque
tardare, aguárdala, porque de seguro vendrá, no se tardará» (Hb 2.3).
El tema de la historia es también el gran tema del libro de Apocalipsis. No importa cómo se
interprete este libro, representa claramente un pronóstico de la historia; una visión previa de
eventos sobresalientes a través del largo curso de los tiempos hasta la consumación final. Sin
embargo, muchos intérpretes se obsesionan con el simbolismo que pasan por alto o pierden el
tema principal. Son tan expertos en los detalles que pierden la verdad central. El libro de
Apocalipsis es principalmente una gran visión anticipada de la historia, con Jesucristo como la
persona central que controla la historia al abrir «los sellos». De esta manera contiene un mensaje
de consuelo no sólo para los creyentes del primer siglo, sino para el pueblo de Cristo en todo
tiempo y en todo lugar.
*****
Dios no está obligado a recibir todo lo que nosotros llamamos alabanza
u ofrenda para "El"
Por Carlos Moyano (Bs. As. – Arg.)
Un ejemplo de esto es lo que una persona me contó que presenció cuando fue a una
congregación en Hollywood California. Dice que comenzaron a cantar, y vio varias parejas de
hombres homosexuales tomados de la mano cantando un canto que dice "Abre mis ojos oh
Cristo, yo quiero verte, santo, santo, santo, yo quiero verte". ¿Puede usted imaginarse a Dios
recibiendo esa ofrenda de alabanza? Dios sabe perfectamente que es lo que ellos van a hacer
después de cantarle a él, Dios conoce su estilo de vida, lo cual es completamente opuesto al
diseño y ordenanza divina. Dios de ninguna manera va a aceptar una ofrenda de sus labios
aunque esos individuos sean "buena gente", como algunos de nosotros les podríamos llamar;
aunque esos cantos sean en el nombre de Jesús; aunque usen versos de las escrituras con música
para cantarle a Dios; esa ofrenda no será de ninguna manera aceptable por haber violado los
mandamientos e instrucciones establecidos por El mismo de cómo quiere que se hagan las
cosas.
Supongamos por un momento que ellos fueron completamente sinceros, ¿Está Dios obligado a
rebajar las normas que El ha establecido en las escrituras solo por el hecho de que ellos son
sinceros cuando cantan? De ninguna manera. Así también, si nosotros violamos lo establecido
en las escrituras para presentar ofrenda delante de Dios, El jamás rebajará sus normas solamente
porque nosotros seamos sinceros. Además de ser sinceros, tenemos que conocer cual es la
manera o ingredientes que deben ser incluidos en nuestra alabanza para que sea agradable
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delante de Dios hasta que llegue a ser alabanza suprema. Dios ve más allá de lo que nosotros
vemos. No solo la música de rock, o música con gran ritmo podría ser del desagrado de Dios.
Debemos comprender que aunque tengamos un canto suave, tocado sin estridencia rítmica, no
está necesariamente agradando a Dios. Tan pronto viole los requerimientos de Dios, tan pronto
la ofrenda esté sucia, no será aceptada. Es una de las razones por las cuales debemos
asegurarnos de pedir perdón y apartarnos de nuestros pecados para presentarnos delante de
Dios, él no puede ser burlado. La adoración no es un acto, es una vida, es una forma o estilo de
vida. El diablo es muy astuto, si no puede quitar la ofrenda de tus manos y convencerte de no
presentarla, te la va a ensuciar, de todos modos, tu ofrenda no será aceptada.
Nadab y Abiú se presentaron delante del altar de alabanza con toda sinceridad, estaban seguros
de que Dios aceptaría lo que ofrecían. Sorpresa! Ese mismo Dios, es el mismo de ayer, de hoy y
por los siglos. Su posición en cuanto a este asunto no ha cambiado. Sigue siendo tan exigente
como antes, sólo que ahora a un nivel más profundo, a un nivel espiritual. El no está dispuesto a
ceder a nuestras "buenas intenciones" o "sinceridad". Lev.10:1-2.
¿Quién más sincero que David, en su primer intento de traer el arca a Sión? I Crónicas 13. Sin
embargo, por no seguir los lineamientos dictados por Dios por medio de Moisés, causó la
muerte de Usa. Después que consultó a Jehová, le fue revelado que el arca no debía ser
transportada en una carreta tirada por bueyes. Probablemente a nosotros no nos hubiera
importado ese detalle, quizá habríamos pensado que lo que importaba era traer el arca. Bueno,
pues a Dios si le importa como se hacen las cosas, hay requerimientos específicos en las
escrituras, que no se pueden violar. De Génesis a Apocalipsis las escrituras contienen infinidad
de ejemplos de ofrendas rechazadas por Dios. La idea de cargar el arca en una carreta y con
bueyes, fue copiada de los Filisteos cuando enviaron el arca de regreso precisamente en una
carreta tirada por vacas. No nos equivoquemos, la sinceridad no es suficiente.
Hablando acerca de la sinceridad, ¿Cree usted honestamente que un indú que con toda
sinceridad piensa que su dios vaca lo va a salvar será salvo? Por eso digo que hay mucha gente
sincera en el infierno; porque literalmente "no hay otro nombre debajo del cielo dado a los
hombres en quien podamos ser salvos, sino el nombre de Jesús". Hechos 4:12. Basado en estos
pasajes y muchos otros, no importa que tan sincero sea una persona, si su ofrenda no es
presentada de acuerdo a la escrituras sino de acuerdo a copia de los filisteos Dios no tiene
ninguna obligación de aceptarla.
Veamos algunos pasajes que muestran en el contexto de alabanza o sacrificios en el altar "para
Dios" en los cuales en lugar de agradarle eran completamente desagradables para Dios. Por
supuesto, como en una gran mayoría de casos el día de hoy, todos estaban seguros de que Dios
estaba recibiendo su ofrenda de alabanza. Ninguno podía contemplar la mínima posibilidad de
que estaba sucediendo exactamente lo contrario: (Sugiero con mucho énfasis que tome su Biblia
en este momento, y se tome el tiempo para leer estos pasajes en oración, usted verá que los
comentarios están apegados a lo escrito)
Génesis 2 - 4 La ofrenda de Caín es rechazada. Por causa de eso mató a su hermano. Siglos
después, la ofrenda que se presenta en el altar sigue definiendo nuestra posición en Dios y con
los hermanos. El rock pesado es una de las mayores causas de división en el cuerpo de Cristo en
el mundo hoy.
Éxodo 15 Sólo Moisés supo, que aunque danzaran alegremente por la gran liberación del
ejercito Egipcio, esta les sería contada dentro de las 10 veces que tentaron a Dios en el desierto
causándole disgusto. Habían fallado la prueba. Esa alabanza Dios la esperaba antes de cruzar el
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mar, sólo obtuvo quejas. De todos los que ofrecieron esta alabanza en esta ocasión, solo dos
entraron en la tierra prometida. 1 Corintios10:10-11; Josué y Caleb. Números 14.
Levíticos 10 Nadab y Abiú. Consagrados por Aarón delante de Jehová, ungidos para ser
sacerdotes, decidieron presentar ofrenda quemada y ofrecieron fuego extraño que no había sido
ordenado. Sin la autorización de Aarón, en un tiempo del día en el cual no correspondía de
acuerdo a lo establecido por Dios. En otras palabras, es como que hayan dicho "ahora vamos a
demostrarles a todos que Dios también se hace presente por medio de nosotros". Creo que ellos
murieron porque sus motivos eran equivocados y porque no siguieron el mandamiento de
presentación de sacrificios de acuerdo a lo escrito. Quizá el mismo error que muchos
cometemos el día de hoy, presentamos sacrificios que no son de su agrado creyendo que todo lo
que nosotros llamamos alabanza El está en la obligación de recibirlo porque decimos que es en
su nombre, fuego extraño, que no va de acuerdo a lineamientos de las escrituras que El mismo
ha establecido para que la ofrenda sea aceptable.
Deuteronomio 32 "Fiesta para Jehová". Bajo este título, el pueblo de Israel cometió gran pecado
delante de Dios. Yo personalmente he ido a conciertos que se hacen en el nombre de Jesús, los
cuales tienen las mismas características descritas en este pasaje. No será sorpresa que muchos le
llamen Señor, Señor, en tu nombre hicimos esto y aquello, y que no se les permita entrar en el
reino de Dios. Mateo 7:21-22.
1 Samuel 13:8-14 Saúl "se esforzó, y ofreció holocausto" (sacrificio de alabanza). Al igual que
Saúl, quizá nosotros "nos esforzamos" usando brazo humano, esfuerzo humano, esfuerzo carnal,
presionados por la gente para que le demos conforme a lo que quieren oír. Por no hacerlo
conforme a lo que le fue dicho departe de Jehová, perdió el reinado para siempre. Para que usted
se dé cuenta de la magnitud de lo que realmente sucedió lo dejo meditando en la expresión
usada por los ciegos cuando clamaron a Jesús para ser sanos, ellos dijeron: "Jesús hijo de David
ten misericordia de nosotros". Si Saúl hubiera conservado el reinado para siempre se hubiera
dicho: "Jesús hijo de Saúl ten misericordia de nosotros". (Mateo)
1 Crónicas 13 Dios no acepta la gran fiesta de alabanza ofrecida con gran júbilo, instrumentos
sonoros, danza y gran algarabía por un aparente "pequeño detalle" en la manera en que se trató
de traer la presencia de Dios. En ninguna manera estoy tratando de decir que no hay que
alegrarse delante de Jehová, creo que la ofrenda que presentamos tiene que contener gran
alegría, júbilo, regocijo, con todo tipo de instrumentos, danza y saltos de gozo. Mi punto es que,
no todas las veces que hagamos eso, Dios está en la obligación de recibirlo. Nuestra ofrenda
podría ser rechazada si no es del agrado de Dios. En ese caso uno de los levitas (Usa) murió.
Nuevamente por un esfuerzo humano. Trató de detener el arca para que no se cayera. Además,
aquí aparece (otra vez) en las escrituras el asunto de no seguir el mandamiento específico en
cuanto a que no debía transportarse el arca en una carreta tirada por bueyes, sino en los hombros
de levitas. Estaban literalmente copiando una idea de los filisteos. Al igual que muchos de
nosotros, queremos usar ideas de los filisteos incircuncisos que no son el pueblo de Dios para
traer su presencia. Copiamos las maneras musicales del mundo y le llamamos ofrenda a Jehová.
Dios no está dispuesto a rebajar sus normas. Como Usa, podríamos morir en el intento.
Isaías 1 ¿De qué le servía a Dios la multitud de sacrificios? Presentarse delante de él era
considerado por Dios como hollar o pisotear sus atrios. Vana ofrenda. Incienso abominable. Sus
fiestas solemnes consideradas iniquidad, "las tiene aborrecidas mi alma"; "me son gravosas";
"cansado estoy de soportarlas"; escondía su rostro cuando el pueblo levantaba sus manos; las
miraba como llenas de sangre; "no oiré" muchas oraciones. Dios quería que quitaran las obras
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de iniquidad de delante de sus ojos. "Venid y estemos a cuenta…". El pueblo de Dios pensaba
muy diferente a lo que el profeta Isaías registra que Dios pensaba.
Malaquías 3:10 ¿Quién también hay de vosotros que cierre las puertas o alumbre mi altar de
balde? Yo no tengo complacencia en vosotros, dice Jehová de los ejércitos, ni de vuestra mano
aceptaré ofrenda. Los sacerdotes traían ofrenda a Dios no de acuerdo a los mandamientos
escritos, traían animales con defectos, traían de los animales que ya no les servían, de las sobras.
Nuevamente en las escrituras el asunto de no seguir el mandamiento específico en cuanto a traer
ofrenda o presentar sacrificio delante de Dios. En el Nuevo Testamento, las ofrendas traídas a
Dios del Antiguo Testamento representan nuestra alabanza. Hebreos 13:10-15
1 Corintios 10 1 Corintios 10:11 une la historia del Antiguo Testamento con la iglesia del
Nuevo Testamento cuando nos dice que "estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están
escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos". Ese
mismo capítulo de 1 Corintios dice que el pueblo de Israel eran los cristianos de su época. (v.4).
Cualquiera que ha estudiado un poquito sabe que a Moisés le fue dado construir un tabernáculo
en el desierto de acuerdo al modelo que le fue mostrado en el monte (Ex.25). Basado en las
divisiones mencionadas en los escritos de Moisés, el atrio o patio cuyo aspecto predominante es
el altar de bronce o de los sacrificios, representa o es un tipo de la alabanza para la iglesia de
nuestros días. Esa escritura en el contexto del pueblo de Dios del Nuevo Testamento (1 Co.10)
contiene una advertencia con respecto a agradar a Dios diciendo: v.5 “Pero de los más de ellos
no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto.” 6 “Mas estas cosas sucedieron
como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron. Pero
Dios no se agradó de la mayoría de ellos y estas cosas sucedieron como ejemplo para nosotros.”
Apocalipsis 11 En Apocalipsis 11 se le pide al ángel que mida el templo de Dios (no pagano) y
el altar, y a los que adoran en el. Luego le dice que el patio (atrio) que están fuera del altar no lo
mida, porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán (pisotear) la ciudad santa 42
meses que equivalen a 3 ½ años.
Hay tipología bíblica implicada aquí, las mismas escrituras explican esta tipología. Los que
adoran en el otro altar de incienso, que sí le fue permitido medir, son los que están a un nivel
diferente a los del atrio. Este otro altar es el altar del incienso. En Hebreos 9 cuando el Espíritu
Santo inspira al escritor, el atrio ya no está incluido en la mención, también es dejado fuera. Y
es que, definitivamente necesitamos pasar a una relación cercana a Dios que va más allá de
llegar a la iglesia y más allá de una simple participación activa en la alabanza. La adoración no
es un acto, es una forma de vida. El altar del incienso nos habla de un nivel más profundo en la
presencia de Dios, nos habla de oración, intercesión según Apocalipsis 5:8; 19:8. Creo que
muchos creyentes el día de hoy están espiritualmente en el atrio, multitudes están engañadas con
música que no promueve la presencia de Dios, música que no nos causa arrepentimiento de
obras muertas, música que no promueve o no nos motiva a la oración.
Amados en Cristo, todos los versos anteriores son un testimonio bíblico de que…DEFINITIVAMENTE
Dios no está obligado a recibir todo, a lo que nosotros llamamos alabanza u ofrenda para "El"
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Referencias
Carta de Guido de Bres a su esposa antes de morir
Traducido por Jorge Ruiz Ortiz.
La carta original se puede leer en Procédures tenues à l’endroit de ceux de la religion aux Pais Bas
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Cómo Desarrollar una Mente Cristiana
Tomado de la revista ANDAMIO, Volumen III, 1996 (Postmodernismo, una perspectiva
cristiana).
Cómo orar en medio de la crisis
Tomado y adaptado del libro Del temor a la fe, D. Martyn Lloyd-Jones, Desarrollo Cristiano
Internacional-Hebrón.
La Declaración de Cambridge
Alliance of Confessing Evangelicals Executive Council (1996)
Dr. John Armstrong
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Dr. Luder Whitlock
Dr. J.A.O. Preus, III
Definiciones y desafíos contemporáneos de la Pneumatología reformada
LIBROS
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2. Hoekema, A.A. La Biblia y el futuro. Grand Rapids:SLC, 1984.
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5. Murria, Ian, Revival and revivalism. Edinburgh: Banner of Truth, 1994.
6. Ridderbos, H. El pensamiento del apóstol Pablo. Grand Rapids: Libros Desafios.2000.
7. Stott, J.R.W. Sed llenos del Espíritu. Miami: Caribe.
INTERNET CONSULTADA
Augustus Nicodemus Lopes: http://www.ipb.org.br/estudos_biblicos/index
R. Scott Clark:
http://www.contra-mundum.org/castellano/clark/Pelagianismo.pdf
Jorge L. Trujillo: http://www.vidaeterna.org/esp/estudios/pecado_original.htm
Pluralismo Religioso, una concepción islámica:
http://www.islamoriente.com/articulos/aqaed/pluralismo/pluralismo.htm
Cómo nos rebaja a tontos el Darvinismo: Evolución y postmodernismo.
http://www.4truth.net/site/apps/nl/content3.asp?c=kiKUL4PPLvF&b=1461639&ct=2027133
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La gracia común de Dios: http://www.abideinchrist.org/selahes/aug17.html
Dios: El controlador de la historia
Tomado y adaptado del libro Del temor a la fe, D. Martyn Lloyd-Jones, Hebrón.
www.carlosydamaris.com.ar
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