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Los plaguicidas en México, hoy
Lilia América Albert
La Jornada Veracruz, Junio 23, 2014
El pasado mayo, la Red de Acción sobre Plaguicidas y sus Alternativas en México (RAPAM) alertó que, en
México, tienen registro comercial 186 ingredientes activos de plaguicidas altamente peligrosos.
Entre ellos están 85 ingredientes activos que no están autorizados en la Unión Europea debido a sus efectos
negativos para la salud y/ o el medio ambiente o porque los fabricantes decidieron retirarlos del mercado
europeo para no invertir en realizar las nuevas pruebas exigidas por las autoridades europeas para
descartar un impacto adverso para la salud y ambiente. Estos 85 ingredientes están en cientos de
formulaciones comerciales disponibles en nuestro país; además, también están autorizados para uso
agrícola 62 ingredientes activos de plaguicidas que son altamente tóxicos para abejas, algunos de los cuales,
como fipronil e imidacloprid, están prohibidos en Europa.
Es importante recordar que, según la base de datos de la Comisión Federal para la Protección Contra
Riesgos Sanitarios (Cofepris), en México están autorizados al menos 782 ingredientes activos de plaguicidas,
los cuales se utilizan en un poco más de 5 mil 600 formulaciones comerciales. Aunque estos ingredientes
incluyen aceites, extractos vegetales y organismos vivos, la mayoría son productos sintéticos.
A pesar de esta importante cantidad y variedad de ingredientes activos, en la actualidad se carece de datos
precisos sobre las cantidades de plaguicidas que se aplican en el país, en qué cultivos o actividades, en
dónde se aplican y la forma en que se hace, datos que manejan como información confidencial las empresas
que los comercializan. No hay registros de acceso público al respecto y se ignoran las variaciones de uso en
los años recientes, pues las estadísticas disponibles son de 1995, hace casi veinte años.
Como es lógico, esta falta de información es un riesgo muy grande para el ambiente de nuestro país y la
salud de sus habitantes, ya que se desconoce qué poblaciones pueden estar más expuestas, a qué
productos principalmente y cuáles pueden ser los efectos negativos de la exposición; por lo mismo, las
autoridades de salud, trabajo y ambiente no pueden tomar medidas para proteger a los expuestos.
Según la legislación mexicana, un plaguicida es cualquier sustancia o mezcla de sustancias que se destine a
controlar una plaga, incluyendo los vectores de enfermedades humanas y de animales, así como las
especies no deseadas que causen perjuicio o que interfieran con la producción agropecuaria y forestal. Se
pueden utilizar plaguicidas no solamente en las actividades agrícolas, sino en las pecuarias, las forestales,
para control de plagas urbanas y de almacenes e, inclusive, para el control de cultivos ilícitos.
En muchos países hay una importante preocupación social por las posibles consecuencias negativas del uso
de estas sustancias, pues no existe la certeza de que no afecten a la salud o al medio ambiente, a pesar de
que, según los fabricantes, sus riesgos se pueden controlar mediante el uso de equipo de protección
adecuado y siguiendo las instrucciones de las etiquetas. Sin embargo, es evidente que es imposible aplicar
estas medidas en climas tropicales y en las zonas en que los aplicadores pueden ser analfabetos, como
muchas de nuestro país. Por otro lado, generalmente las etiquetas advierten sobre los efectos tóxicos a
corto plazo pero no informan sobre los efectos crónicos.
En particular, la mayor preocupación es sobre el uso de los plaguicidas que tengan uno más de los
siguientes efectos: una alta toxicidad aguda o crónica para los humanos, por ejemplo, si causan cáncer,
mutagénesis, daño reproductivo o efectos hormonales, así como sobre los que tienen una toxicidad
ambiental relevante; es decir, que son muy persistentes, se bioacumulan en el agua y/o los sedimentos o
son altamente tóxicos para organismos benéficos como las abejas. También debería prestarse atención a los
que están incluidos en algún convenio internacional, como la mayoría de los organoclorados.
En México están autorizados para uso agrícola 160 ingredientes activos que, según los criterios anteriores,
son altamente peligrosos; entre ellos destacan el herbicida paraquat, que está prohibido en 36 países y
autorizado en México en 38 registros comerciales, y el herbicida atrazina, que está prohibido en Europa por
el riesgo de contaminación de los acuíferos subterráneos y tiene 32 registros comerciales autorizados en
nuestro país.
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Otros ejemplos de plaguicidas altamente peligrosos, que no están autorizados en la Unión Europea, pero sí
en México, son el insecticida carbofurán de alta toxicidad aguda, con efecto sobre los sistemas hormonales
y de alta toxicidad para las abejas, así como los insecticidas dicofol y metamidofós, que están siendo
evaluados por el Comité de Examen del Convenio de Estocolmo a causa de su toxicidad, persistencia y
bioacumulación para su posible prohibición mundial.
A pesar de las avances internacionales en el control de estos productos, en México tradicionalmente se le
ha dado poca importancia al tema y las autoridades no sólo no reconocen que pueden ser un grave
problema nacional y que es necesario un cambio de política, sino que llegan a extremos como los del
Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) que, en su página de Internet, afirma que
“Muchos plaguicidas pueden representar un riesgo a los seres humanos. Por otro lado, en la mayoría de los
casos, la cantidad de estos plaguicidas a los que se encuentra expuesta la gente es muy pequeña como para
representar un riesgo”, lo cual es un grave error, ya que hay plaguicidas cuya dosis letal aguda es
extremadamente baja, muchos más que se ha comprobado que pueden alterar el funcionamiento de los
sistemas hormonales aún en concentraciones muy bajas, sin olvidar los que se pueden acumular en el
ambiente y los organismos vivos al paso del tiempo, independientemente de que la exposición sea ocasional
y a pequeñas dosis.
Esta afirmación del INECC es una muestra clara de la ignorancia que priva en este caso en algunas esferas
oficiales y del riesgo al que estamos expuestos cuando dependemos de estas instancias para nuestra
protección.
Al respecto, el representante de RAPAM afirmó que, en México, “Se sigue una política neoliberal
productivista, creyendo que serán el mercado y las empresas transnacionales los que traerán los cambios
necesarios; no se reconoce el grave peligro de salud pública y ambiental que ocasiona su libre uso y esto se
va agravar al promover cultivos genéticamente modificados tolerantes a herbicidas como soya tolerante a
glifosato o maíz tolerante a glifosato y/o glufosinato de amonio.” Expresó, “no hay un riesgo aceptable si se
puede evitar” y añadió “es hora de cambiar la política neoliberal que privilegia los intereses mercantiles y
fomentar alternativas agroecológicas en una política de sustitución paulatina de plaguicidas altamente
peligrosos para reducir riesgos a la salud y el medio ambiente en cumplimiento del Convenio sobre el
Enfoque Estratégico de Sustancias Químicas a Nivel Internacional (SAICM, por sus siglas en inglés).”
Ante los datos reunidos y difundidos por RAPAM sobre el uso de plaguicidas en México es más que evidente
que el caso de estos productos y sus riesgos es uno más en los que las autoridades de los diversos sectores y
niveles ignoran los riesgos y su ignorancia nos expone a graves daños de corto y largo plazo, además de
violar nuestros derechos constitucionales a la protección de la salud y a un medio ambiente sano.
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