chicken popis girl in utah - USE

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CHICKEN POPIS GIRL IN UTAH Era la primera vez que viajaba a Estados Unidos, cuando llegué al aeropuerto de Salt Lake estaba nevando y la temperatura bajo cero me acogía, tome el taxi y fui en búsqueda del apartamento, tiritando me baje de aquel para buscar el número del que sería mi confidente inerte por más de tres meses pero no lo encontré hasta después de veinte minutos, entumecida por el frio entré y pernocté enseguida ya que no lo había hecho en todo el viaje...pasaron algunas semanas y como todos me adapte al clima. Ahora me tocaba trabajar, administrar el dinero y realizar las labores domésticas sin la presencia y ayuda de mi opresora familia. Como muchas de las jovencitas que viajaban yo no sabía cocinar, pese a que me era esquiva esa virtud, perpetraba diariamente una mezcolanza instintiva de ingredientes y encaramándome de valor los comía para no morir de inanición. Yo tenía claro el objeto de mi viaje, debía cumplir la consigna “make a lot of Money”; por fortuna conseguí dos trabajos y todo me estaba yendo bien; convivía y compartía todo con mis amigas, una más cruel que la otra (Grey fue responsable del sobrenombre risible que intitula mi testimonio). Luego, me fui a esquiar a Deer Valley por invitación de unos amigos filipinos...perdón exagero...a aprender a esquiar debido a que no sabía ni siquiera como ponerme las botas, fue increíble!, al menos ahora sé cómo frenar. También recuerdo esas largas caminatas del trabajo al housing y solo me animaba a hacerlo cuando nevaba, llegaba jadeando, con el rostro cuasi frígido pero feliz porque era mi estación preferida. Todo era perfecto hasta que sucedió lo inesperado; el 17 de febrero a las 8:05 a.m. (según mi despertador), amanecí con fiebre alta y sarpullido en gran parte del cuerpo, lo primero que pensé es que me había intoxicado o tal vez eran síntomas de alguna alergia, sentí un debilitamiento general inusitado, raudamente fui a la clínica y pase por emergencias, me desvestí y me puse una bata (era lo único que me cubría el cuerpo), acto seguido me inyectaron algo que no se hasta ahora que fue e introdujeron una enorme aguja en mi brazo. La Dra. Saturnino al no encontrar causas después de interrogarme tuvo que extraerme sangre para los exámenes respectivos mientras yo languidecía en la camilla, sola, aprehensiva y con malestares cada vez mas intensos, moribunda con espíritu suicida pensando en enfermedades malignas desconocidas que habían atacado mi organismo. Después de cuatro horas la Dra. se acerca a mi con los resultados, estaba preparada para todo, y sentenció: No se ha presentado en su sangre ningún agente patógeno que cause estos síntomas (estaba con la traductora por radio); lejos de alegrarme me preocupé aún mas, nadie sabía qué demonios tenía(...), minutos más tarde, otra vez el martirio, me introdujeron un tubo en la garganta y procedieron a realizar un raspado, que fue uno de los más profundos abatimientos que he tenido en mi vida cuyo efecto se prolongó por varios días, mi espera concluyó cuando recibí la penosa noticia “THE LAST MEDICAL EXAM SAY YOU HAVE CHICKEN POX, I AM SORRY, THERE´S NO TREATMENT FOR THAT AND IT´LL PASS AT TWO WEEKS”, yo no sabía que era chicken pox, fue entonces que intervino la traductora arguyendo que tenía VARICELA. Me sentí tranquila porque no era una enfermedad mortal, pero si complicada de sobrellevar. Excluida de la humanidad por un tiempo para evitar el contagio, con medicamentos y cremas que lastimosamente no me permitirían soslayar el proceso, pase varias semanas. Asi aconteció esta etapa que me he permitido recordar solo para el presente testimonio y que desde este momento concentraré todos mis esfuerzos para desahaprender el recuerdo de este oscuro episodio. Todavía no olvidaba la consigna asi es que me reincorporé a uno de mis trabajos semanas después de no ver la luz y a nadie mas que a mis fieles amigas. Como la persona responsable que soy, seguí laborando hasta el término del contrato pese a estar convaleciente. No desaproveche los últimos lapsos de estancia asi que me fui de shopping, compré zapatillas, botas, polos, jeans, chucherías y regalos para mi familia; en la noche parties in Star bar, Downstair...todo entonces volvió a la normalidad. En el tiempo que estuve en Estados Unidos sobrevinieron momentos de afligimiento y júbilo, pero rescaté lo apreciable y edificante; sonreí otras sollocé, pero sin duda fue una increíble y anecdótica experiencia que pretendo repetir (excepto tener VARICELA obviamente). Responsabilidad, constancia y esfuerzo, son valores que no me di cuenta que estaban presentes en mi hasta la inminencia de dificultades y solución a las mismas. Con este relato, desprendiéndome de eufemismos, he querido compartir con todos ustedes las situaciones positivas y no tan buenas que acaecieron pero que sin duda me hicieron una mejor persona dispuesta a manejar los sucesos complejos con más sensatez y dispuesta a retornar por más aventuras la próxima temporada. Gracias USE 
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