Usos cotidianos del condicional en el lenguaje escrito

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Usos cotidianos del condicional en el
lenguaje escrito
CARLOS SANTAMARÍA Y ORLANDO ESPINO
Universidad de La Laguna
Resumen
Este artículo presenta un estudio normativo sobre el uso del condicional en el lenguaje escrito. Se partió de una muestra de textos
en español con 450.000 palabras, en los que se identificaron 408 condicionales. Analizamos la cualidad de estos condicionales
como indicativos simples, bicondicionales, contrafácticos, deónticos (de obligaciones, permisos, etc.) o causales, comprobando la frecuencia de uso de cada uno de estos tipos de condicional. Además, en cada uno de ellos, se cuantificó su frecuencia de aparición en
orden directo (antecedente-consecuente)e inverso (consecuente-antecedente),así como la aparición de negaciones en cada uno de sus
componentes. Los resultados se compararon con las predicciones de las principales teorías actuales del razonamiento.
Palabras clave: Razonamiento deductivo, correctivas lógicas, condicionales.
The use of conditionals in everyday written
langauge
Abstract
This paper presents a normative study on the use of conditionals in written language. A sample of texts (total length 450.000
words) originally written in Spanish was used. A total of 408 conditionals were found. We analyzed the quality of the conditionals as simple indicative, biconditionals, counterfactual, deontic (obligations, permissions, etc.) or causal, and tested the frequency
of use for each of these types of conditionals. For each of them, we also tested the order as direct (antecedent-consequent) or reverse
(consequent-antecedent),and the use of negations in each of the components. The results were compared to the predictions of the main
current theories of reasoning.
Keywords: Deductive reasoning, logical correctives, conditionals.
Agradecimientos: Agradecemos a Enrique Meseguer su ayuda en la obtención y el tratamiento informático de los textos que se utilizan en esta investigación. También estamos en deuda con Juan A. García Madruga y un revisor anónimo por sus sugerencias sobre una versión previa de este artículo. Esta investigación fue parcialmente subvencionada por la DGES (PB 96-1048).
Correspondencia con los autores: Dpto. de Psicología Cognitiva. Universidad de La Laguna. Campus de Guajara. 38205
La Laguna (Tenerife). Fax: 922-609301. E-mail: [email protected]
© 1998 by Fundación Infancia y Aprendizaje, ISSN: 0214-3550
Cognitiva, 1998, (10) 1-2, 227-238
228
INTRODUCCIÓN
Pocas palabras definen mejor la naturaleza humana que este sencillo monosílabo. Cuando
enunciamos un condicional (Si...), ponemos de manifiesto nuestras dudas o nuestros deseos (si
consigo el dinero suficiente...), planteamos hipótesis o atribuimos causas (si sumergimos un cuerpo en
un fluido...), enunciamos normas sociales o crudas advertencias (si llegas tarde a casa...), o incluso
jugamos a la simulación mental concibiendo otros mundos posibles que nos permitan huir de
la realidad (si no hubiera obrado de ese modo...). Resulta difícil concebir un lenguaje estructurado
que carezca de construcciones condicionales. Incluso los fríos lenguajes de programación confieren un extraordinario peso a este tipo de enunciados que permiten subordinar acciones a los
resultados previos. Los únicos ordenadores que pueden prescindir de los condicionales son las
más simples calculadoras.
El estudio del condicional en las ciencias humanas ha jugado un papel relevante en Lingüística, Filosofía y Psicología. Existen influyentes tratados multidisciplinares dedicados enteramente a su estudio (Harper y Stalnaker, 1981; Traugott, ter Meulen, Reilly y Ferguson, 1986).
La lógica proposicional distingue dos tipos principales de condicionales: el condicional simple
y el bicondicional. El primero responde a la tabla de verdad de la implicación material (p_q). Por
ejemplo, la frase:
Si un animal es un perro, entonces tiene cuatro patas
(1)
resultará falsa solamente en el caso de que encontremos un perro con un número de patas diferente de cuatro. Es decir, cuando el antecedente del condicional (en este caso, la proposición
“un animal es un perro”) es verdadero y el consecuente (“tiene cuatro patas”) resulta falso. En
todos los demás casos, la implicación material mantiene su veracidad. Esto es, cuando encontramos perros con cuatro patas, o animales que no sean perros y tienen cuatro patas (gatos,
caballos...), o animales que ni son perros ni tienen cuatro patas (pollos, arañas...).
Desde el punto de vista lógico, en el condicional simple, podemos deducir el consecuente a
partir del conocimiento de la veracidad del condicional y de un caso en que sea verdadero el
antecedente (por ejemplo, si añadimos a la frase 1 la premisa menor “Toby es un perro”, podremos
inferir que Toby tiene cuatro patas), y la falsedad del antecedente a partir de la falsedad del consecuente (añadiendo la información de que Toby no tiene cuatro patas, podremos deducir que no es
un perro). Sin embargo, no resulta deducible la veracidad del antecedente a partir de la veracidad
del consecuente (aunque sepamos que Toby tiene cuatro patas no podremos asegurar que es un
perro); ni la falsedad del consecuente a partir de la falsedad del antecedente (del caso “Toby no es
un perro”, no podemos deducir que no tenga cuatro patas).
El bicondicional responde a la tabla de verdad de la equivalencia material (p_q) que puede
expresarse en lenguaje natural con la forma: Si...y sólo si..., entonces... Por ejemplo,
Si y sólo si un animal es un cuadrúpedo, entonces tiene cuatro patas
(2)
Una expresión bicondicional será falsa, no sólo en el caso en que el antecedente es verdadero
y el consecuente falso, sino en el caso complementario en que el antecedente es falso y el consecuente verdadero. Esta diferencia entre uno y otro tipo de enunciado condicional da lugar a un
tratamiento distinto de las inferencias deducibles en cada caso. El bicondicional permite un
mayor número de inferencias; a partir de la frase 2 y del antecedente o el consecuente afirmados
o negados, pueden ejecutarse cuatro inferencias:
—
—
—
—
Toby es un cuadrúpedo, por tanto tiene cuatro patas.
Toby no es un cuadrúpedo, por tanto no tiene cuatro patas.
Toby tiene cuatro patas, por tanto es un cuadrúpedo.
Toby no tiene cuatro patas, por tanto no es un cuadrúpedo.
229
Además de la distinción entre condicional simple y bicondicional, que sanciona el cálculo de
predicados, existen otras interpretaciones posibles de las expresiones condicionales, cuyas condiciones de verdad no resultan tan claras y que dan una idea de la polisemia del condicional. Por
ejemplo, en ocasiones usamos frases como: si quieres una cerveza, hay varias en la nevera. En donde
la veracidad del consecuente no parece depender en absoluto de la del antecedente (las cervezas
estarán en la nevera independientemente de que la persona interpelada quiera una o no).
Otro caso en donde las condiciones de verdad del condicional resultan difíciles de establecer
es el de los contrafácticos. Los condicionales contrafácticos se usan para suponer lo que habría
sucedido de cumplirse una condición antecedente cuya falsedad conocemos. Por ejemplo, si
Pedro hubiera conducido con prudencia, no habría tenido el accidente. Con arreglo a la tabla de verdad
del condicional, estos condicionales son siempre verdaderos puesto que, como hemos visto, el
condicional simple sólo es falso en uno de los casos en que el antecedente es verdadero (en el
caso en que además el consecuente es falso) y es verdadero en todos los casos en que el antecedente es falso. Por lo tanto, si sabemos (como en los contrafácticos) que el antecedente de un
condicional es falso, podemos deducir que el condicional será verdadero en cualquier caso. Sin
embargo, resulta poco razonable una interpretación así desde el punto de vista psicológico, de
forma que tal vez habría que pensar que estos condicionales no son veritativo funcionales. Es
decir que el valor de verdad de la expresión condicional no vendría determinado por el de las
proposiciones que la componen.
La estructura sintáctica del condicional puede utilizarse también para expresar relaciones de
causa efecto; por ejemplo, si giramos la llave de contacto, se pone en marcha el coche. Estos condicionales difieren de los que expresan relaciones de contingencias en que reflejan un orden temporal
de los fenómenos, de forma que la causa debe preceder al efecto.
También podemos establecer una distinción entre distintos tipos de condicionales desde el
punto de vista modal: es decir, con respecto a los distintos modos o formas en que las proposiciones pueden ser verdaderas o falsas. En este nivel de análisis los condicionales que hemos visto
hasta ahora ponen en juego una modalidad de verdad que se refiere a condiciones necesarias y a
condiciones suficientes. Concretamente, en el condicional simple el antecedente es una condición necesaria para el consecuente y éste es una condición suficiente para el antecedente; mientras que en el bicondicional, tanto el antecedente como el consecuente se condicionan respectivamente de un modo necesario y suficiente.
El condicional puede poner en juego otras modalidades de verdad. Las más estudiadas en
Psicológía son las de naturaleza deóntica: aquellas que se refieren a normas y que han sido analizadas con profusión en lógica y filosofía del derecho. Un condicional deóntico podría ser el
que se refiere a lo que está permitido o a aquello que resulta obligatorio o está prohibido en
cierto sistema normativo. En este campo, la psicología se ha ocupado en especial de la naturaleza de los condicionales que expresan permisos y obligaciones. Concretamente, el trabajo seminal de Cheng y Holyoak (1985) constituyó el precedente de un giro de atención en la investigación del razonamiento hacia el estudio de la formulación condicional de obligaciones y permisos, con un copioso volumen de publicaciones en esta línea como resultado (para una
revisión de esta bibliografía puede consultarse, Evans, Newstead y Byrne, 1993; González
Labra y Arias Santos, 1995; Santamaría, 1995). En este sentido, una regla condicional de permiso tendría la estructura:
Si se da la condición previa, entonces puede llevarse a cabo la acción.
Por ejemplo,
Si tienes carnet de conducir, entonces puedes conducir un coche.
Una regla de obligación tendría la estructura:
Si se da la condición previa, entonces tiene que llevarse a cabo la acción.
Por ejemplo,
Si eres propietario de una vivienda, entonces tienes que pagar la contribución urbana.
Evidentemente, las condiciones de incumplimiento de la norma varían de una situación a
otra, de forma que un permiso se incumple por parte de quien lleva a cabo la acción sin cumplir
230
la condición previa (por ejemplo, quien conduce sin carnet), mientras que una obligación se
incumple en la situación complementaria; es decir, por parte de quien no lleva a cabo la acción
cumpliéndose la condición previa (por ejemplo, quien no paga la contribución siendo propietario de una vivienda). Los condicionales deónticos difieren de los indicativos en que no son veritativo-funcionales. Es decir, los casos de incumplimiento de las normas no niegan su existencia.
Simplemente, indican que hay individuos que no las cumplen.
En este artículo vamos a presentar un estudio de corpus sobre la frecuencia de uso de los
principales tipos de condicional en español. Para ello analizaremos la aparición de la forma condicional en una amplia selección de textos escritos. Nos centraremos en las clases de condicionales que han producido mayor interés en la investigación psicológica evaluando en cada expresión la naturaleza de la implicación (condicional simple o bicondicional), su posible carácter
deóntico o contrafáctico, y la posibilidad de que exprese una relación causal. También analizaremos el orden en que se construye el condicional: desde el antecedente al consecuente, o en
orden inverso, y la posible inclusión de negaciones en cada una de sus proposiciones. Trataremos de comprobar si estas dos últimas cualidades se relacionan empíricamente con los distintos
tipos de condicional incluidos en el estudio.
La presente investigación pretende por tanto cubrir la necesidad de normativizar los usos del
condicional para la investigación psicológica. Hemos de tener en cuenta que el del razonamiento condicional es un campo de estudio con una gran tradición de investigación experimental en
el que se han formulado teorías específicas para algunos tipos específicos de condicional (especialmente, los deónticos) pero en el que no se ha llevado a cabo ningún estudio riguroso de la
frecuencia con que las personas utilizan estas formas lingüísticas. Disponer de dichos datos
resulta imprescindible para calibrar la repercusión de las teorías específicas (cuál es el universo
de fenómenos que están pretendiendo explicar realmente) y para evaluar las predicciones de
distintas teorías sobre el razonamiento.
MÉTODO
Materiales
Las frases se extrajeron del corpus de Alameda y Cuetos (1995) y provienen de textos periodísticos y literarios en castellano. La longitud total de los textos utilizados fue de unas 450.000
palabras. Los textos eran literarios y periodísticos. Todos los periódicos y revistas utilizados eran
españoles. Sin embargo, los textos literarios eran españoles y latinoamericanos (todos habían
sido escritos originalmente en español: no se incluyeron traducciones). Un programa de ordenador seleccionó las frases que contenían la palabra “SI”.
Categorización
Para categorizar los textos se contó con la colaboración voluntaria de 80 alumnos de tercer
curso de Psicología de la Universidad de la Laguna que fueron instruidos en los criterios de clasificación. Cada alumno categorizó aproximadamente 30 frases. En cada una de las frases debían calificar el enunciado respondiendo a siete preguntas. Incluimos aquí un extracto de las instrucciones que recibían los evaluadores para contestar a las preguntas:
1. El objetivo de la primera pregunta era simplemente eliminar de nuestra base de datos los
usos no condicionales de la palabra “si”. Por lo tanto, esta primera pregunta determinaba el que
el evaluador siguiera respondiendo a las siguientes, cosa que haría únicamente si la respuesta a
esta primera pregunta era afirmativa. La primera pregunta incluía esta explicación, donde se
trata más bien de aclarar en qué casos la palabra “si” no es condicional:
231
¿Expresa un condicional? Deberás contestar a esta pregunta señalando sólo una de las tres casillas SÍ, NO y ERROR. Señalarás sí cuando se trate de un condicional puro en los que un concepto o un hecho depende de otro u otros p. ej. Estudia si quieres aprender. Deberás contestar NO
si se trata de un caso como los siguientes:
a) expresa una aseveración terminante:
— Si ayer dijiste que sí, ¿por qué dices hoy que no?
b) introduce interrogaciones indirectas:
— Veremos si aprobamos el curso.
— Me han preguntado si vendrás.
c) expresa énfasis o ponderación:
— Es como si me ardiera el estómago
— Es listo si los hay.
— Si yo ya lo decía.
— ¡Si yo no he sido!
d) indica un deseo:
— ¿Si Dios quisiera que mejoraran las cosas?
e) introduce disyunciones:
— No sé si quedarme o irme.
f) a veces equivale a aunque:
— No diría nada si le hicieran una faena.
Los evaluadores debían contestar en la casilla “error” cuando aparecían erratas no detectadas
por el ordenador en relación con la partícula si, por ejmplo, cuando en el corpus aparecía el si
afirmativo sin acento.
2. La segunda pregunta distingue los condicionales expresados en orden directo de los que
aparecen en orden inverso. Por lo tanto, había dos categorías de respuesta mutuamente excluyentes y los evaluadores debían responder a esta pregunta en todos los casos en que su respuesta
a la primera pregunta fuese afirmativa. La pregunta era esta, con una breve explicación:
¿En qué orden se expresa el condicional? El condicional puede expresarse en el orden: Antecedente-Consecuente (A-C) o Consecuente-Antecedente (C-A). Por ejemplo, “Si tengo tiempo, te
ayudaré” sigue el orden A-C mientras que: “Te ayudaré, si tengo tiempo”, el orden C-A. Cuando
tengas dudas sobre cuál es el antecedente puedes añadir la palabra “entonces” y comprobarás
que siempre va entre el antecedente y el consecuente.
3. El uso de negaciones en el condicional puede afectar al antecedente, al consecuente, a
ambos, o a ninguno de ellos. Por lo tanto, esta pregunta permitía cuatro categorías (mutuamente excluyentes) de respuesta:
¿Incluye negaciones? Los condicionales pueden incluir negaciones en el antecedente, el consecuente o ambos. Por ejemplo: Si estamos cansados, no iremos al polideportivo, tiene negado el
consecuente. (aquí tienes que tener en cuenta lo que decidiste sobre el orden en la pregunta
anterior).
4. La distinción entre condicional simple y bicondicional se puede expresar en lenguaje
natural mediante una desambiguación morfosintáctica, semántica o pragmática. El problema
es que también puede mantenerse la ambigüedad sobre el caso en que el antecedente es falso y
el consecuente verdadero, ya que el lenguaje no suele ser explícito sobre todos los casos posibles
en que cada uno de los constituyentes de una frase puedan ser verdaderos o falsos. Ante esta
dificultad, decidimos categorizar solamente la distinciones morfosintácticas como bicondicionales. Las posibilidades alternativas de respuesta eran dos:
¿Es un bicondicional? El bicondicional se suele expresar con frases como “Si me pagas por adelantado, y sólo en ese caso te podrás llevar el coche”. Debe quedar claro, por la estructura de la
frase, que ni el consecuente puede ocurrir en ausencia del antecedente, ni éste en ausencia del
consecuente. Deberás contestar SÍ o NO a esta pregunta.
5. Como ya hemos dicho, los condicionales contrafácticos son bastante atípicos y no responden a una análisis en términos veritativo-funcionales. Por sus peculiaridades resulta difícil atri-
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buirles carácter causal o deóntico, y esto nos condujo a analizarlos como una categoría excluyente de estos otros atributos.
¿Es un condicional contrafáctico? Aquí deberás contestar solamente SÍ o NO. Los condicionales
contrafácticos son los que expresan lo que habría sucedido de haberse dado una condición que
no se ha cumplido. Por ejemplo: Si Pablo hubiera venido, le hubiese gustado la película.
6. Los condicionales deónticos se clasificaron como una categoría general, y dentro de ellos
se distinguieron aquellos tipos que han producido alguna investigación psicológica específica.
Es decir, obligaciones y permisos. No se hizo distinción por tanto, entre otros tipos de condicionales deónticos como los que expresen posibilidad, necesidad y prohibición (véase, Bulygin,
1995). También esta categoría de condicionales deónticos se trató como independiente de los
condicionales causales puesto que en algún sentido todos los deónticos denotan causalidad: la
que emana del sistema normativo y recae sobre la conducta del individuo. Tampoco fue posible
relacionarla con los contrafácticos por su propia naturaleza normativa.
¿Es un condicional deóntico? Los condicionales deónticos son los que incluyen palabras como
“poder”, “deber”, etc. poniendo en relación condiciones y acciones, e indicando normalmente
una obligación o un permiso. Las obligaciones indican que Si se cumple la condición, entonces se
tiene que llevar a cabo la acción. Por ejemplo, “Si cobras un sueldo, entonces tienes que pagar impuestos”.
En los permisos, Si se cumple la condición, entonces puede llevarse a cabo la acción. Por ejemplo, “Si
limpias tu habitación, podrás salir a jugar”. Deberás indicar si el condicional es deóntico, y en caso
afirmativo decir si es OBLIGACIÓN, PERMISO u OTRO (esto último, en caso de que sea
deóntico pero no siga la estructura de permisos u obligaciones).
7. La causalidad se consideró de forma dicotómica y, como se ha dicho, independiente de la
condición deóntica o contrafáctica.
¿Expresa causalidad? Algunos de los condicionales que no son contrafácticos ni deónticos
expresan relaciones causa-efecto. Por ejemplo: Si pulsas el interruptor, se enciende la luz. Cuando la
respuesta a las preguntas 5 y 6 sea negativa, deberás contestar SI o NO a la de la causalidad.
Las frases se asignaron a los evaluadores de forma que dos de ellos evaluaran independientemente cada uno de los enunciados. El ordenador seleccionó 1180 frases, de las cuales se eliminaron 11 que contenían errores (el más frecuente, la aparición de la forma “SI” sin acento expresando erróneamente el adverbio afirmativo o el pronombre reflexivo de tercera persona). Por lo
tanto, la muestra de frases utilizadas en ulteriores análisis fue de 1169. Después de la evaluación inicial se calculó la fiabilidad interjueces utilizando el método de “dos mitades” de Guttman que dió lugar a un coeficiente de 0,88. Todas las frases en que se había apreciado algún
desacuerdo entre los jueces volvieron a ser evaluadas en los ámbitos que habían dado lugar a la
discrepancia. Por ejemplo, si un condicional se había considerado como contrafáctico por uno
de los jueces y no por el otro, se sometía de nuevo a evaluación reconsiderando su cualidad contrafáctica. En esta segunda fase se utilizó como criterio el consenso entre cuatro jueces que
habían recibido una instrucción adicional. Los resultados de la segunda fase de evaluación pasaron a sustituir a los datos discrepantes de la primera fase para obtener la matriz definitiva sobre
la que se llevaron a cabo el resto de los análisis.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
El análisis de resultados se ha centrado en las cuestiones más relevantes para la psicología del
razonamiento. Por lo tanto, en primer lugar hemos aislado los usos propiamente condicionales
de la forma lingüística “SI”, para centrarnos en ellos. El único tipo de condicionales en que se
han hecho subdivisiones ha sido el de los deónticos. Esto se debe a que existe, como ya se ha
mencionado, un claro interés en la psicología del razonamiento por dos subclases de estos condicionales: los permisos y las obligaciones. Por tanto, nosotros hemos analizado independientemente la ocurrencia de estas subclases.
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El primer resultado a tener en cuenta es que la forma “SI” en castellano se utiliza con bastante menor frecuencia como condicional que en el resto de sus usos. Concretamente, de las 1169
frases, sólo 408 (35%) eran condicionales (prueba binomial comparando la proporción observada con el criterio de 0,5; p<0,0001). Puesto que el objetivo de este artículo es el uso del condicional, el resto de los análisis se referirán a estas 408 frases.
TABLA I
Porcentaje de ocurrencia de los distintos tipos de condicional
Percentage of use for each type of conditional
Indicativo simple (*)
50,8
Bicondicional
1,2
Contrafáctico
10,0
Deóntico
Oblig.
Perm.
Otros
5,4
2,2
21,1
Causal
9,3
(*) Esta categoría agrupa a los condicionales que no han sido categorizados como bicondicionales, contrafácticos, deónticos o causales por
los evaluadores.
El porcentaje de aparición de cada uno de los tipos de condicional analizados en este estudio
aparece en la tabla I. Puede apreciarse que la frecuencia de uso de la forma sintáctica del bicondicional es mucho menor que la del condicional simple (la prueba se efectuo sobre la frecuencia
con que las palabras fueron calificadas positivamente como bicondicionales; binomial;
p<0,0001). Sin embargo, hay que tener en cuenta que solamente se ha categorizado en este
estudio la especificación del bicondicional en términos sintácticos; mediante el uso de la expresión “si... y sólo si...”. Es muy probable que muchas expresiones cotidianas con intención
bicondicional utilicen la forma simple y recurran a una desambiguación semántica. Como
podría ser esperable, la mayoría de los condicionales no son contrafácticos (p<0,0001). Sin
embargo es destacable que el porcentaje de condicionales que contienen circunstancias contrafácticas es similar al de aquellos que expresan relaciones causa-efecto, siendo, incluso, la tendencia favorable a los primeros (prueba de Wilcoxon de pares asociados; z=0,34; n.s.). Bastante
más frecuente es el uso del condicional para expresar normas. Concretamente, el porcentaje de
condicionales deónticos es mayor que el de condicionales de causa-efecto (Wilcoxon; z=6,52;
p<0,0001, dos colas), y que el de condicionales contrafácticos (Wilcoxon; z=6,38; p<0,0001,
dos colas). No obstante, es curioso observar que los tipos de condicional deóntico más profusamente descritos e investigados en Psicología (permisos y obligaciones) suponen sólo un pequeño porcentaje de los que se suelen usar. Concretamente, de los condicionales calificados como
deónticos, sólo el 7,7% eran permisos y el 18,8% obligaciones. de forma que los condicionales
deónticos más frecuentes eran los de otras categorías (73,5%; con respecto a obligaciones:
z=7,49; p<0,0001, dos colas; con respecto a permisos: z=11,57; p<0,0001, dos colas). Por su
parte, las obligaciones resultaron más frecuentes que los permisos (z=2,39; p<0,01; dos colas).
La tabla II hace referencia al orden en que se expresan el antecedente y el
consecuente del condicional. Globalmente, el orden canónico que sitúa primero el antecedente es bastante más frecuente que el orden inverso (72,3% frente a 27,7%; binomial,
p<0,0001, dos colas). Esta preferencia, como se aprecia en la tabla, se refleja en todos los tipos
de condicional aunque varía en intensidad, siendo esta variación significativa en los condicionales contrafácticos que, aunque siguen la tendencia general, se encontró que resulta más probable enunciarlos en sentido inverso que el resto de los condicionales (ji- cuadrado=4,31;
234
p<0,04). En los bicondicionales parece observarse una tendencia semejante, pero el escaso
número de observaciones de este tipo de estructura impide la aparición de diferencias fiables y
la obtención de conclusiones al respecto.Es curioso observar, que otros condicionales como el de
causa-efecto que expresan una clara direccionalidad no se apartan significativamente de la tendencia general y si lo hacen parece ser en cierta medida en el sentido contrario al que podría
predecirse si el lenguaje hubiera de reflejar el orden causal de los fenómenos.
TABLA II
Porcentajes de uso del condicional en orden directo (antecedente-consecuente); frente a inverso (consecuente-antecedente), en
los distintos tipos analizados
Percentage of use of conditionals in direct order (antecedent-consequent); against inverse order (consequent-antecedent) for
each type of conditional
Directo
Indicativo simple(*)
74,9
Bicondicional
60,0
Contrafáctico
58,5
Deóntico
Oblig.
Perm.
Otros
72,7
66,7
74,4
Causal
65,8
(*) Esta categoría agrupa a los condicionales que no han sido categorizados como bicondicionales, contrafácticos, deónticos o causales por
los evaluadores.
En la tabla III damos cuenta de la inclusión de negaciones en los argumentos condicionales.
En líneas generales, lo más frecuente es usar los condicionales en su forma afirmativa (71,3%),
seguido por la negación de uno sólo de sus componentes (12,7% para el antecedente y 11,8%
para el consecuente), y por último, la negación de las dos proposiciones (4,2%). Mediante la
prueba de Kolmogorov - Smirnov de bondad del ajuste se comprobó que estas frecuencias se
apartaban significativamente de una distribución uniforme (z=14,41; p<0,0001, dos colas).
Como puede apreciarse en la tabla, casi todos los tipos de condicional reflejaron este patrón
general. Las diferencias aparentes ocurrieron en tipos de condicional de baja frecuencia y no
resultaron significativas, aunque la tendencia que aparece en el caso de las reglas deónticas de
obligaciones sí podría ser tenida en cuenta puesto que si dicotomizamos la variable negación
teniendo solamente en cuenta el que el argumento incluya o no alguna negación, encontramos
que frente al 28,7% global de enunciados que incluyen negaciones, las reglas de obligaciones
presentan un 50% de enunciados negados (sobre la relación de contingencia, ji-cuadrado=5,17; p<0,03).
No se encontró ninguna interacción entre el orden en que aparecían los condicionales (directo o inverso) y la inclusión de negaciones.
CONCLUSIONES
Los resultados obtenidos dan cuenta de un buen número de fenómenos que complementan
y, en algunos casos, comprometen los hallazgos experimentales que sustentan las principales
teorías del razonamiento. Comentaremos los que nos parecen más relevantes. En primer lugar,
es destacable que en castellano, no solamente existan numerosos usos condicionales de la forma
SI, sino además una buena muestra, aún más frecuente en su uso, de acepciones no condiciona-
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TABLA III
Porcentajes de uso de la negación en los distintos tipos de condicional
Percentage of use of negations for each type of conditional
Sin negación
Sólo Antec.
Sólo Consec.
Doble negación
Indicativo simple(*)
71,7
13,0
12,1
3,1
Bicondicional
100,0
0,0
0,0
0,0
Contrafáctico
61,0
14,6
17,1
7,3
Deóntico
Oblig.
Perm.
Otros
50,0
88,9
76,7
18,2
11,1
11,6
22,7
0,0
7,0
9,1
0,0
4,7
Causal
71,1
13,2
10,5
5,3
(*) Esta categoría agrupa a los condicionales que no han sido categorizados como bicondicionales, contrafácticos, deónticos o causales por
los evaluadores.
les. En nuestra opinión, esto no refleja un mero fenómeno lexicográfico de homografía en
donde una misma forma lingüística adopta significados esencialmente distintos. Más bien,
podríamos considerar que la mayor parte de las acepciones están fuertemente emparentadas, no
sólo en su etimología sino en su intención comunicativa. De hecho, la mayor parte de los usos
de la forma SI, reflejan algún tipo de incertidumbre por parte del hablante o, al menos hacen
referencia de algún modo a una situación hipotética (recordar los ejemplos aportados al describir el primer nivel de categorización).
El análisis diferencial de los tipos de condicional aporta resultados de gran interés. Es destacable el escasísimo uso de la forma sintáctica del bicondicional. Esto indica un gran desequilibrio empírico entre las dos formas canónicas sancionadas por la lógica (condicional simple y
bicondicional). En una primera lectura, podríamos pensar que este resultado compromete
algunas explicaciones de los errores en razonamiento condicional que se basan en la interpretación de un condicional como bicondicional. Por ejemplo, desde perspectivas teóricas opuestas,
Johnson-Laird y Byrne (1991) y Rips (1994) han planteado que la frecuente selección de las
tarjetas correspondientes a p y q en la tarea de selección de Wason se debe a que los participantes interpretan el enunciado como bicondicional. Dada la baja frecuencia de uso del bicondicional, podríamos pensar que esta interpretación es poco plausible. Sin embargo, tal vez lo que
indica nuestro resultado es que las personas tendemos a usar la forma simple para expresar
tanto implicaciones como equivalencias materiales. Por lo tanto, sería razonable suponer que
un enunciado que utilice la forma sintáctica del condicional simple podrá ser interpretado en
los dos sentidos. Lo que resulta sorprendente es que el lenguaje común no haga uso habitual de
la desambiguación sintáctica para discernir entre estos dos significados del condicional. Este
hallazgo es especialmente comprometedor para las teorías de reglas formales de inferencia
(Braine y O’Brien, 1991; Rips, 1994) que basan su explicación de la capacidad humana para el
razonamiento en mecanismos sintácticos. Si la sintaxis fuera la vía principal de actuación del
razonamiento humano sería esperable que las personas utilizaran con mayor frecuencia estrategias de este tipo para desambiguar las estructuras de significado de las expresiones. Por el contrario, la teoría semántica de los modelos mentales (Johnson-Laird, 1983; Johnson-Laird y
Byrne, 1991) se adecua perfectamente a la explicación de estos datos. Además, desde este
punto de vista, es esperable que los seres humanos sean reacios a distinguir sintácticamente el
condicional simple del bicondicional puesto que ambos comparten la misma representación
inicial, de modo que para distinguir uno de otro es necesario especificar el modelo mental. Por
ejemplo, la representación inicial de la frase: si hay una p, entonces hay una q, sería:
236
p
q
...
que representa explícitamente el caso en que hay una p y una q, y mantiene en suspenso (. . .) la
existencia de otras posibilidades. Si el condicional se interpreta como implicación material se
especificaría así:
[p] q
...
en donde los corchetes indican que las cus que puedan aparecer en los modelos desplegado no
podrán estar emparejadas con otros elementos que no sean pes. En la interpretación de equivalencia material, tanto el antecedente como el consecuente aparecen exhaustivamente representados (entre corchetes):
[p] [q]
...
Resulta por tanto más económico utilizar habitualmente una forma común para los dos
tipos de condicional y reservar la desambiguación sintáctica para casos en que se requiere un
uso más específico del lenguaje. Concretamente, la mayor parte de los condicionales tienen su
referencia directa en la situación en que tanto el antecedente como el consecuente son verdaderos. Por ejemplo, un empleado al que su jefe le diga la frase: Si terminas hoy el trabajo podrás irte
de vacaciones apreciará una intención más positiva que si le dicen: Si no terminas hoy el trabajo no
podrás irte de vacaciones. El condicional, como la mayor parte de las estructuras lingüísticas tiene
una situación preferente de referencia y la primera de estas dos frases se refiere directamente al
caso en que el empleado termina el trabajo y se va de vacaciones, mientras que la segunda se
refiere en especial al caso contrario. Si las dos frases se interpretan como bicondicionales su significado es idéntico, de modo que el empleado va de vacaciones en caso de terminar el trabajo, y
no en el caso contrario, pero las personas no podemos tener en cuenta todos los casos posibles
cuando construimos y comprendemos el lenguaje cotidianamente, de forma que enunciamos
las frases haciendo hincapié en los casos cuya referencia directa nos interesa en mayor medida.
Otro resultado interesante para la polémica actual sobre los mecanismos implicados en el
razonamiento condicional es la proporción de condicionales deónticos. Si bien da la impresión
de que este tipo de condicionales se utilizan con cierta frecuencia, las obligaciones y especialmente los permisos son bastante infrecuentes. Este resultado es comprometedor para la teoría
de esquemas pragmáticos de razonamiento de Cheng y Holyoak (1985) puesto que esta teoría
supone que los esquemas de permiso y obligaciones se adquieren por aprendizaje inductivo a
partir del uso, resulta difícil explicar el aprendizaje de estructuras complejas con una proporción tan baja de casos favorables. Es posible que en las interacciones asimétricas entre adultos y
niños aparezcan más frecuentemente expresiones deónticas de permisos y obligaciones. Evidentemente, esto no lo podemos comprobar a partir del corpus utilizado. En cualquier caso,
como ha señalado O’Brien (1995) parece que el rango de aplicación de una teoría que explica el
razonamiento adulto en un número tan escaso de situaciones es bastante limitado. De hecho, a
partir de nuestro datos podemos considerar que la teoría de esquemas pragmáticos explica
menos del 8% de las situaciones en que se usa la estructura condicional.
También resulta sorprendentemente bajo el porcentaje de condicionales que expresan con
claridad una relación de causa-efecto. Este tipo de situaciones expresan un conocimiento explícito por parte de quien los enuncia sobre la estructura del mundo. Parece, por lo tanto que las
personas tendemos a usar los condicionales con mayor frecuencia para enunciar relaciones entre
casos (contingencias) que estructuras de conocimiento. En este sentido, es curioso que la asimetría de la relación causal no se refleja en un cambio en la proporción de enunciados en orden
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directo (antecedente-consecuente) e inverso (consecuente-antecedente) frente a relaciones claramente bidireccionales como la del bicondicional. Sin embargo, los condicionales contrafácticos
sí presentan un comportamiento distinto de modo que resulta casi tan frecuente enunciarlos en
orden inverso como directo. Esto podría explicarse por la cualidad contextualizadora que tiene
el primer elemento mencionado en una situación contrafáctica. El orden en que se enuncia un
condicional contrafáctico vendría determinado por cuál sea el elemento de referencia. Por
ejemplo, Miller y Gunasegaram (1990, pág. 1111) plantearon a los sujetos el siguiente enunciado:
Imagina dos personas (Jones y Cooper) a los que se ofrece la siguiente atractiva propuesta. A cada individuo se le pide que lance
una moneda. Si las dos monedas caen del mismo lado (las dos de cara o las dos de cruz), cada uno gana 1000 libras. Sin
embargo, si las dos monedas no caen del mismo lado, ninguno gana nada. Jones tira primero y sale cara; entonces tira Cooper y
sale cruz. Por lo tanto, el resultado es que ningún individuo gana nada.
Cuando se pidió a los sujetos que imaginaran lo que podría haber sucedido para que se produjera otro resultado, más del 80% informaron de que el caso de que Cooper hubiera sacado
cara les vino a la mente antes que la posibilidad de que Jones hubiera sacado cruz. Por lo tanto,
si tuvieran que componer un condicional contrafáctico sobre su convicción, es probable que
dijeran: “Habrían ganado 1000 libras, si Cooper hubiera sacado cara” lo que permite poner el
énfasis en la situación de referencia (lo que podría haber sucedido).
Los datos sobre el uso de negaciones no muestran claros efectos diferenciales. El resultado
más relevante es la preferencia global por los casos afirmativos, lo que es consistente con la
mayor parte de las teorías de razonamiento y sólo compromete parcialmente el planteamiento
de Evans (1993; Pollard y Evans, 1980) sobre el sesgo hacia las conclusiones negativas. Dicho
sesgo consiste en que los sujetos realizan más inferencias a partir de reglas con conclusiones
negativas que afirmativas. Puesto que también se ha encontrado que cuando el condicional
contiene algún elemento negado, las conclusiones negativas son más frecuentes, tal vez, de
existir el sesgo debería reflejarse en un mayor uso de las negaciones en los propios enunciados
condicionales, aunque tampoco es esto una predicción necesaria del planteamiento de Evans. El
mayor uso de negaciones en las obligaciones parece reflejar el carácter restrictivo de las normas
sociales y probablemente deberíamos esperar que el razonamiento sobre condicionales que
incluyen elementos negados podría ser más fácil en el ámbito de las obligaciones que en otras
situaciones.
En líneas generales los resultados obtenidos en este estudio aportan una información nueva
al campo del razonamiento condicional: el uso espontáneo de los enunciados condicionales en
el lenguaje común. Creemos que estos datos pueden aclarar algunos conceptos que provienen
de la investigación experimental y ayudar en el planteamiento de hipótesis para la futura investigación en este campo. Sería necesario no obstante realizar estudios semejantes con otras
expresiones lingüísticas que también pueden expresar el condicional, como siempre (Santamaría,
García Madruga y Carretero, 1996) o a menos que (Schaeken, García Madruga, y Johnson-Laird,
1995). Tambíén sería conveniente extender este tipo de estudios a otras conectivas como la disyunción y la conjunción. En resumen, a pesar de las evidentes limitaciones de un estudio de
estas características con un corpus limitado y restringido a una muestra de textos escritos, creemos haber aportado en este trabajo una información útil y empirica sobre el uso de las expresiones condicionales.
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Extended Summary
One of the main features of conditionals is their polysemy. The traditional research in conditional reasoning was specially concerned to the truth functional or indicative conditionals.
However, it has been a growing interest in other types of conditionals more recently. Particularly, a number of studies have investigated deontic (e.g. Cheng and Holyoak, 1985), and
counterfactual conditionals (Miller and Gunasegaram, 1990). The aim of this paper is to establish the frequency of use of each type of conditional in written Spanish. We tested the frequency of the two classic truth functional conditionals (single conditional and biconditional),
the counterfactual conditionals, the deontic conditionals (obligations, permissions, etc.), and
the causal conditionals. The order in which the conditional is stated (antecedent-consequent
vs. consequent-antecedent) and the presence of negations in the antecedent, in the consequent,
or in both propositions, was also quantified.
The results indicate that the use of the syntactic structure of the biconditional is quite
uncommon in Spanish suggesting that a semantic disambiguation is preferred. The proportion of counterfactual conditionals is similar to that of conditionals expressing causality. The
conditionals expressing deontic situations are scarcely frequent, but among those types, those
more widely investigated in the psychology of reasoning: obligations and, specially, permissions are rather uncommon. Most conditionals are expressed in direct order (antecedent-consequent) and most of them do not use negations. The consequences of these results for the main
current theories of reasoning are discussed in the paper.
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