Luego la segunda 1962 Liliana Todos nosotros hemos oído hablar de la historia de un familiar, de un amigo… lo que a continuación pasare a redactar, es mi propia historia. Aquella que marco mi niñez, luego mi juventud y después mi etapa de adultez. Pase por todos los estados emocionales, a veces felices, otros muy difíciles, otros no tan felices, con pérdidas dolorosas de seres amados. La lucha fue ardua (cuantas veces no sabía qué dirección tomar) pero no podía permitirme bajar los brazos y debía seguir a delante. Nací en Italia, en un pueblo llamado Montazzoli (provincia de Chieti, cercano al mar Adriático) el 7 de noviembre de 1936. Pase mi infancia junto a mis padres y dos hermanos, (un tercero varón el más chico nació después de la guerra). Siendo chica, a los 6 años de edad, estallo la segunda guerra mundial (1942). Mi papa Faustino Iarussi fue llamado y llevado a combatir a la guerra de Trípoli por la falta de soldados. . En sus cartas les decía a mi mama y a mi abuela, que lo ayudaran a volver antes de que estallara la guerra mundial. Quedamos solos, mi mama, mis dos hermanos, y mi abuela. Pasamos necesidades. Se decían que siendo hijo único con un familiar grave de salud, mandaban de vuelta al soldado, entonces mi abuela se hizo la enferma, como decir, era pequeña solo recuerdo que mi abuela recibía pinchazos de agujas en los talones y en su cuerpo para ver si reaccionaba, con un cuerpo médico y familiares alrededor a ella y viendo que no se movía, los médicos mandaron el telegrama para que mi papa regresara. Finalmente regresó, y mi abuela se repuso, esa misma noche que llego mí papá estallo la guerra mundial y murieron todos los compañeros de él. En 1945 finaliza la guerra, y en 1949 nació mi tercer hermano. Tenía tan solo quince años cuando conocí a un joven del pueblo (quien seria con el tiempo mi marido), que por aquella trágica guerra emigro años después a la Argentina. Debido a que su papá se encontraba en ahí, le pidió que viniera, porque había trabajo y se podía formar un futuro, así lo hizo; yo quede en Italia. Tiempo después nos casamos por poder y viaje a este país, que nos cobijo, pero en aquella lejana Italia quedaron mis padres y hermanos. Fue muy difícil la partida y también mis primeros tiempos aquí, veíamos como acá los jóvenes se divertían con los amigos, No tenían la sombra de la guerra. Mientras nosotros estábamos obligados a trabajar de sol a sol para construirnos la casa y poder adquirir los alimentos y a todo lo necesario para nuestro sustento, además de la dificultad del idioma. Mi esposo Mauro Di Fiore trabaja como albañil, yo como modista, pasaba el tiempo, a veces la soledad me acosaba, extrañaba mucho a mi familia, las comunicaciones eran difíciles y por carta, pero seguíamos luchando. En 1956 nació mi primera hija a la que llamamos Rosana. Al ver que progresábamos y que mis familia en Italia estaba complicada porque se hablaba otra vez de la guerra, le dijimos a mis hermanos que se vengan a la Argentina, Fino de 16 años y Romano 14 años esto fue para Diciembre ´56. Quienes a unos meses de llegar compraron un terreno y empezaron a edificar su casa. En 1962 nació nuestra segunda hija Liliana. Mi marido, en momentos libre seguía construyendo nuestra casa, debo decir que fue muy previsor porque construyo delante de la casa dos locales, digo previsor porque un día enfermo de gravedad, quedando viuda con 28 años con mis 2 hijas chicas una de 9 años y otra de 2 años, el tenia 35 al morir. Tuve que enfrentar sola la vida, cuánto dolor me invadía, pero no me podía permitir aflojar, pase noche sin dormir, porque tenía que terminar algún trabajo de costura, necesitaba el dinero para alimentarnos. Cuantas veces me perdí de hacerles un mimo o jugar con ellas, porque el trabajo no me lo permitía. No tenía tiempo, debía enfrentar TODO y fueron etapas muy difíciles y duras. Mi hija mayor comenzó la escuela primaria, luego la segunda y yo seguía con la costura. Un día en uno de los locales puse un despacho de pan y el otro lo alquilaba. En ratos libres seguía con la costura. Así transcurría los años. Hoy agradezco a Dios que a pesar de tantos pesares logre que mis hijas estudiaran, cada una forjo su propio destino. Son buenas personas, y buenas hijas. Son mi sostén en la vida, una me dio dos nietos a los que adoro. Y la otra es Profesora de educación física y no se caso. Tuve muchos problemas de salud (muchas operaciones, el milagro de salir de un cáncer, una operación en la columna, cadera, tiroides, vesícula, fibroma, secaría), pero me apoye en Dios con toda mis fuerzas para seguir porque él es quien me regalo 11 años de vida después del cáncer. Acá estoy con ganas de vivir y seguir luchando. En 1980 después decido hacer un viaje para ver a mis padres que no vía en 27 años y recorrer Europa. Lo que sería un viaje de placer término en un gran dolor. Viaje para el funeral de mi mama. Quien murió de alegría al recibir la noticia de que nos volveríamos a ver. Tuve amistades muy buenas y otras me defraudaron, pero la vida es así. De todo lo que he vivido rescato lo positivo, porque en la balanza de la vida peso más lo bueno. Hoy tengo 74 años me dispuse aprender algo sobre computación, eso era impensado para mí y lo estoy haciendo con mucho placer aun debo decir me cuesta pero lo voy a lograr con esfuerzo, ese mismo que puse tantas veces en mi vida. Carolina Iarussi