Catan, Carlos Felipe c. Netzsch Argentina S.A. y otro

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CATAN, CARLOS FELIPE C. NETZSCH ARGENTINA S.A. Y OTRO
Tribunal: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, sala C
Fecha: 15/02/2008
Publicado en: LA LEY 09/06/2008, 11
HECHOS:
Un comerciante individual promovió demanda contra una sociedad por cobro de sumas de
dinero, afirmando haber vendido a ésta ciertas bombas para la extracción de petróleo, cuyo
precio no habría sido cancelado. La demanda fue rechazada en primera instancia, puesto que el
juzgador consideró no probada la existencia del contrato. Ante la apelación del actor, la alzada
confirma lo decidido en primera instancia.
SUMARIOS:
Es improcedente la demanda por cobro de sumas de dinero por la mercadería que el actor
sostiene haber vendido al demandado, dada la ausencia de elementos de juicio que permitan
juzgar acreditada la existencia del contrato o, al menos, de algún principio de ejecución, máxime
cuando tampoco se cuenta con precisiones sobre la conformación del precio de lo facturado, en
tanto elemento particularmente relevante cuando se trata de una compraventa.
Si quien ejerce el comercio en forma unipersonal no lleva libros de comercio debe, en caso de
verificarse una controversia, asumir las consecuencias fruto del incumplimiento de la carga legal
prevista en los arts. 33 y 43 del Código de Comercio.
La circunstancia de ser el actor una empresa unipersonal no lo exime del deber de llevar los
libros de comercio exigidos legalmente, pues toda persona que ejerce el comercio en forma
habitual –sea que se trate de un comerciante individual o de un ente ideal- está obligada a tener
los libros necesarios, como son el Diario y el Inventario y Balances.
TEXTO COMPLETO:
2ª Instancia. — Buenos Aires, febrero 15 de 2008.
¿Es arreglada a derecho la sentencia apelada de fs. 398/401?
El Dr. Juan Manuel Ojea Quintana dice:
I.- Los hechos
1. Se presentó a fs. 65/71 Carlos Felipe Catán promoviendo demanda contra Netzsch Argentina
S.A. por el cobro de la suma de dólares estadounidenses setenta y dos mil seiscientos
(u$s72.600), con más los intereses y las costas del juicio. A fs. 75 hizo reserva de solicitar su
reajuste equitativo.
Explicó que adquirió en una subasta realizada por el Banco Ciudad —por cuenta y orden de la
Administración Nacional de Aduanas— tres bombas para la extracción de petróleo con más un
lote de repuestos, por $ 13.310. Adujo que tal mercadería había sido comprada a Nestzch Brasil
S.A. e importada por Sepeco S.A. y que esta última no pudo afrontar el pago de los impuestos
correspondientes, por lo que la Administración Nacional de Aduanas dispuso su realización.
Indicó que para aquél entonces Netzsch constituyó una sociedad en la República, Netzsch
Argentina S.A., y que su presidente se contactó con su parte a fin de concertar la compra de todo
lo oportunamente enviado a Sepeco SA. Señaló que ello finalmente se acordó verbalmente bajo
las siguientes condiciones: toda el lote se enviaría a la compradora y el precio de lo adquirido
sería facturado progresivamente, a medida que fuera cancelándose cada una de las respectivas
facturas, en razón de lo costoso que sería para la vendedora abonar conjuntamente el IVA
correspondiente a tales operaciones.
Así las cosas, se remitió toda la mercadería, que fue debidamente entregada conforme el remito
n° 0000-00000025 del 10/2/2000, y el 9/5/2000 se emitió la factura n° 0001-0000001 por u$s
21.780 en concepto de la primera de las bombas adquiridas por la contraria (v. documentación
obrante en fotoduplicado a fs. 13/14).
Destacó que la demandada se demoró en el pago de la obligación asumida mediante la mentada
factura n° 0001-0000001 y que, cancelada aquélla en su totalidad recién el 25/3/2001, se negó a
proseguir con el negocio y a abonar la demás maquinaria incluida en la operación.
Expresó que las negociaciones extrajudiciales tendientes a la solución del conflicto resultaron
infructuosas, como así la respectiva mediación. De modo que, luego de colectar la suma de
dinero necesaria para afrontar el IVA que importaría la facturación por el saldo del precio,
emitió la factura n° 0001-00000107 por u$s 60.000 más IVA (v. fs. 26).
Finalmente afirmó que fue pactada la tenencia de lo vendido, sin costo alguno en concepto de
estadía, tal como lo refiere la leyenda inserta en el remito n° 0000-00000025.
Fundó en derecho y ofreció prueba.
2. Se imprimió a las actuaciones el trámite de juicio ordinario (v. fs. 76).
3. Corrido el traslado de la demanda, a fs. 104/111, se presentó por apoderamiento la accionada
Netzsch Argentina S.A. solicitando el rechazo de la misma con costas. Asimismo, consignó la
mercadería —que dice de la actora— que se encuentra en su planta industrial sita en Grand
Bourg.
Formuló una pormenorizada negativa de los extremos basales de su contraria. Luego expuso que
la compraventa sólo fue acordada respecto de la bomba "NEMO modelo 12 NE 890 A" que se
encuentra incluida en la factura n° 0001-00000001 y resultó totalmente abonada por su parte.
Afirmó que la operación alegada por la contraria respecto de la demás mercadería nunca fue
concretada con su parte.
Explicó que la adquisición de la mentada maquinaria obedeció a que un cliente suyo, Petroleros
Sudamericanos UTE NECOM, le solicitó dicho modelo de bomba, mas no podía afrontar el
precio de lista de la misma. Adujo que el negocio brindaba algunas ventajas —tal como un
menor costo de la máquina— y las dificultades que pudiera exhibir la bomba podían ser
solucionadas eventualmente por su parte sin quitarle toda la rentabilidad a la operación (garantía
vencida, desgaste de la bomba por su exposición a la luz, el aire, etc.).
Destacó que adquirió dicha bomba, a pesar del riesgo que podía insumir la compra de una
máquina que no había sido resguardada adecuadamente, porque su instalación era efectuada en
la superficie del terreno y las fallas que ésta presentara implicaban un costo mucho menor que el
que pudiera representar la instalación fallida de las restantes bombas propiedad de la actora.
Adujo, asimismo, que recibió la demás maquinaria y repuestos enviados por la accionante, toda
vez que aquélla había insistido que las conservara para el supuesto de que se presentase algún
otro interesado en su compra.
Finalmente solicitó la aplicación de multa en los términos del Cpr. 45.
4. A fs. 127/128 el juez de grado difirió el tratamiento de la cuestión concerniente a la
consignación para el momento del dictado de la sentencia definitiva.
II.- La sentencia de primera instancia
Mediante el pronunciamiento de fs. 398/401 la a quo desestimó la demanda promovida por
Carlos Felipe Catán contra Netzsch Argentina S.A., por cobro de sumas de dinero.
Para decidir así consideró que no se hallaba probada en el sub lite la existencia del contrato de
compraventa de las demás bombas —no incluidas en la abonada factura 0001-00000001— cuyo
pago del precio procura el actor.
La anterior sentenciante principalmente ponderó: a) la oportuna impugnación de la factura n°
0001-00000107 en los términos del artículo 474, por lo que no puede entonces invocarse la
existencia de una cuenta liquidada; b) la falta de transferencia de la propiedad de los muebles
que se alegan enajenados; c) la carencia de elementos de juicio en orden a acreditar el precio
establecido de la argüida operación; d) la insuficiencia exhibida por la prueba testimonial
producida; y e) la ausencia de los libros contables de la actora contra la presentación de los de la
demandada —que no registran la compraventa—.
Finalmente destacó la magistrada la circunstancia de que la factura sustento del presente
reclamo fuera emitida recién el 17/1/2002, con posterioridad al envío de cierta intimación de
pago cursada a la demandada el 27/8/2001 y luego de que esta última iniciara un proceso de
mediación a fin de que retirara las maquinarias de su predio comercial y le abonara el precio de
su depósito (septiembre/octubre de 2001).
Impuso las costas a la accionante vencida.
III.- El recurso
De esa sentencia apeló el actor a fs. 404. Su expresión de agravios luce a fs. 411/413 y fue
respondida por la demandada a fs. 417/420.
Las quejas proferidas por el accionante pueden sintetizarse del siguiente modo: a) la juez no
consideró que la demora en la emisión de la factura N° 107 obedeció a que la demandada
cancelaba las facturas con dilación y el pago inmediato del IVA —en el marco de los años
2001/2002— suponía a su parte un alto costo que no podía afrontar; b) fue errónea la
interpretación realizada por la a quo de la conducta asumida por la partes en función del inciso
cuarto del artículo 218 del Código de Comercio y sin considerar lo previsto en el inciso 5; c)
apreció errada la valoración de la instrucción probatoria agregada en autos —especialmente con
respecto a ciertos testimonios y a la pericia contable—; y d) las costas, al menos, debieron ser
impuestas en el orden causado.
IV.- La solución
Cuestionó el recurrente, sustancialmente, la valoración efectuada por la a quo de la prueba aquí
instruida y las inferencias por ella realizadas, que la condujeron a juzgar inexistente el negocio
que constituye la base de su pretensión; esto es, la alegada compraventa de la Mercadería
precisada en la factura n° 0001-00000107.
Sin embargo, resultan insustanciales las objeciones introducidas por el apelante y no logran
rebatir adecuadamente los argumentos esgrimidos por la anterior sentenciante en el
pronunciamiento recurrido.
a) Coincido con la magistrada de grado en cuanto consideró sorprendente, cuanto menos, que la
factura n° 0001-00000107 —cuyo pago del precio aquí se persigue— haya sido emitida recién
el 17/1/2002 (v. instrumento copiado a fs. 24) aún después de que se iniciara un proceso legal de
mediación y transcurridos casi dos años desde que el lote completo (bombas y repuestos) fuera
entregado a la demandada en el predio sito en Grand Bourg.
Insiste el actor en que no fueron tomadas en cuenta por la a quo sus explicaciones brindadas en
punto a las dificultades económicas acaecidas por aquél entonces —que le impedían afrontar el
pago del IVA que implicaría la emisión de la factura en cuestión— y a la demora de la
demandada en la cancelación de la anterior operación.
Tales excusas se tornan improcedentes si se tiene en cuenta que la emisión de una factura
supone una usual operatoria en el ámbito mercantil y que los gastos que conlleva el
desenvolvimiento dentro del mismo deben ser oportunamente previstos por quien se desempeña
como comerciante.
Bien pudo, por ejemplo, abonar el precio del IVA con parte del dinero percibido por la
enajenación de la bomba adquirida por la demandada, individualizada en la factura n° 000100000001 (v. pericia contable, fs. 328).
Además, dicha conjetura se sumó al restante plexo de presunciones desarrollado por la
sentenciante en su decisorio, que tampoco juzgo que haya sido debidamente impugnado por la
recurrente.
En efecto, no se cuenta con elementos acreditativos que posibiliten arribar a la conclusión de
que medió efectiva intención de la actora de transferir la propiedad de las maquinarias y
repuestos en cuestión (incluidos en la factura n° 0001-00000107) en los términos de los artículos
450 del Código de Comercio y 1353 del Código Civil. Y no brinda claridad al respecto la
leyenda que luce en el remito n° 000-00000025 que reza: "El almacenaje de esta mercadería no
generará costo alguno en concepto de estadía" (v. fs. 20).
Por el contrario, dicha cláusula permite atribuir mayor consistencia a la versión de la
demandada, en cuanto sostuvo que la remisión de lo demás detallado en ese remito —no
enajenado en la abonada factura n° 0001-00000001— obedeció al deseo de la actora de que
fuera exhibido a potenciales clientes.
b) Aún cuando no soslayo que las operaciones entre comerciantes se presumen onerosas por
virtud del artículo 218,5 del Código de Comercio ni que la conducta asumida por las partes
durante la ejecución del contrato otorga la mejor explicación respecto de cuál fue su real
intención al tiempo de contratar conforme el inciso cuarto del citado artículo; se presenta un
prius lógico que impide avanzar sobre la aplicación, en el caso, de tales principios: la ausencia
de elementos de juicio que permitan juzgar acreditada la existencia de la compraventa invocada
por la actora.
El artículo 1193 del Código Civil establece que los contratos que tengan por objeto una cantidad
de más de diez mil pesos, deberán hacerse por escrito y no pueden ser probados por testigos. A
ello debe adicionarse lo previsto por el artículo 209 del Código de Comercio que permite la
admisibilidad de la prueba testimonial para acreditar la existencia de un contrato cuyo valor
exceda los 200 pesos fuertes, en tanto medie principio de prueba por escrito.
Tales rígidas previsiones, sin embargo, han sido superadas por la jurisprudencia en la medida en
que existiera algún principio de ejecución del contrato que confirmara su existencia y en
consecuencia permitiera conocer su alcance mediante las declaraciones de testigos. Mas tal no es
el caso bajo examen.
En efecto, nótese que no se instruyó prueba suficiente para considerar comprobado que mediara
algún principio de ejecución del contrato. La factura emitida el 17/1/2002, n°0001-00000107,
fue oportunamente rechazada por la demandada el 24/1/2002 mediante la nota agregada en copia
a fs. 30; y la entrega de la mercadería, como se ha visto, configuró una suerte de depósito o
estadía gratuitos.
c) Tampoco se cuenta con precisiones sobre la conformación del precio de lo facturado a la
demandada —elemento particularmente relevante, si se tiene en cuenta que se trata de un
contrato de compraventa—. Cierto es que Alvaro Martín Torres en su testimonio indicó que la
operación se cerró al precio FOB (v. fs. 256/262; respuesta séptima). Empero, ello no concuerda
con el precio precisado en la factura n° 0001-00000107 y las explicaciones recién ahora
brindadas por el actor en orden a cierto descuento que permitiría arribar al monto facturado,
resultan extemporáneas y no fueron debidamente propuestas a la juez de grado.
Igualmente y con relación, asimismo, al agravio formulado por el demandante respecto de la
ponderación de las demás testificales rendidas en autos, lo cierto es que los testimonios
brindados por el citado Sr. Torres (v. fs. 256/262) y por Domingo Bosch (v. fs. 269/273) que
confirmarían, en todo caso, el relato del accionante, han quedado neutralizados por aquéllos
correspondientes a los testigos Sres. Damián Omar Antoniello y Ricardo Roberto Izaguirre (v.
fs. 307/309 y 314/317, respectivamente) que dan sustento a la versión de la demandada.
Estimo, pues, que la declaración del Sr. Torres carece de fuerza de convicción suficiente para
comprobar la procedencia del reclamo y suplir la orfandad probatoria advertida en el sub lite.
Recuérdese en este sentido que el Juez goza de amplias facultades para valorar, conforme las
reglas de la sana crítica, la fuerza probatoria de las declaraciones testimoniales (Cpr. 456 in
fine).
Juzgadas inconducentes para la solución del conflicto las declaraciones testimoniales
producidas, resulta innecesario el tratamiento del planteo que fuera introducido por el apelante
en lo concerniente a la improcedencia del testimonio del Dr. L. obrante a fs. 303/305.
d) Se agravió asimismo el accionante porque la a quo evaluó la prueba de libros bajo la óptica
del artículo 63,3 del Código de Comercio cuando, como informó el perito contador, su parte no
se hallaba obligada a llevar registros rubricados por ejercer el comercio de forma unipersonal.
La queja resulta insustancial.
Es claro que puede no llevarlos y ejercer el comercio (artículo 1 del Código de Comercio). Pero
lo cierto es que de verificarse una controversia, debe asumir las consecuencias fruto del
incumplimiento de la carga legal prevista en los artículos 33,2 y 43 del Código de Comercio.
En efecto, la circunstancia de ser el actor una empresa unipersonal no la exime del deber de
llevar los libros exigidos legalmente, pues toda persona que ejerce el comercio en forma habitual
—sea que se trate de un comerciante individual o de un ente ideal— está obligado a tener los
libros necesarios, como son el Diario y el Inventario y Balances (CCom. 33,2; 43, 45 y 48)
(conf. Sala E, in re: "Noguera Valdez Paola c/ Davor SRL s/ ordinario", del 17/4/1995; en igual
sentido: CNCom., Sala B, in re: "Prontar SRL c/ Silberman Rafael", del 14/10/1981).
Por lo demás, aún cuando por vía de hipótesis los registros llevados por la actora no se
descartaran como elementos de valoración (v. pericia contable, fs. 349/350), aquéllos carecerían
de valor probatorio, en tanto tal consecuencia le asigna la normativa a la prueba contable
practicada sobre los libros de comercio presentados por la partes, llevados en legal forma, de los
que resultara prueba contradictoria. En este caso, el conflicto se resolverá por la restante prueba
aportada por las partes (art. 63, párraf. 5, Cód. Com) (conf. ADOLFO A. N. ROUILLON,
"Código de Comercio...", La Ley, Bs. As., 2005, T. 1, pág. 99 y antecedentes allí citados).
Textualmente expone la norma que "el tribunal prescindirá de este medio de prueba y procederá
por los méritos de las demás probanzas que se presenten, calificándolas con arreglo a las
disposiciones de este Código" (art. 63,5 del Código de Comercio).
Mas, como quedó dicho, la actividad probatoria desplegada por la actora ha sido insuficiente
para juzgar cumplida la carga de la prueba que se hallaba a su cargo y no ha sido acreditado en
autos el negocio por virtud del cual le correspondería la percepción del precio reclamado. De
modo que deben rechazarse las quejas formuladas por el apelante.
e) Resta, por fin, el tratamiento del agravio concerniente a la imposición de costas. Apeló la
actora porque le fueron aplicadas a su parte.
También será desestimada esta pretensión recursiva.
Es que no se cuenta con ningún argumento que permita apartarse, en los términos del Cpr. 68 in
fine, del principio objetivo de la derrota contemplado en primera parte de dicha previsión legal.
Consecuentemente, las costas de ambas instancias serán impuestas a la actora vencida.
f) Las consideraciones hasta aquí vertidas resultan suficientes para concluir sobre la
improcedencia del recurso proferido por la accionante. Recuérdese que el sentenciante puede
inclinarse por aquellas pruebas que merezcan mayor certidumbre en concordancia con las demás
obrantes en la causa, siendo ello, en definitiva, una facultad privativa del magistrado (esta Sala,
in re: "Belloni Omar Marcelo c. Mazza Turismo-Mazza Hnos. S.A.C." del 27.05.02; in re:
"Abaceta Héctor Luis c. Tonel Antonio A.", del 18.06.96) y que los jueces no están obligados a
seguir a las partes en todas sus argumentaciones, sino tan sólo pronunciarse acerca de aquéllas
que se estimen conducentes para fundar sus conclusiones y resulten decisivas para la solución de
la controversia (CSJN, fallos 307:2216 y precedentes allí citados).
V.- Conclusión
Por lo expuesto, si mi criterio fuera compartido por mis distinguidos colegas, corresponderá
confirmar la sentencia apelada en cuanto fue materia de recurso. Costas de ambas instancias a la
actora, por virtud del principio objetivo de la derrota (Cpr. 68).
Por análogas razones los Señores Jueces de Cámara doctores Caviglione Fraga y Monti adhieren
al voto que antecede.
Y vistos:
Por los fundamentos del acuerdo que antecede se confirma la sentencia en cuanto fue materia de
recurso. Costas de ambas instancias a la actora vencida (Cpr. 68).
El Dr. Juan Manuel Ojea Quintana actúa conforme lo dispuesto en la Resolución N° 542/06 del
Consejo de la Magistratura y el Acuerdo del 15.11.06 de esta Excma. Cámara de Apelaciones.
— Juan Manuel Ojea Quintana. — Juan Manuel Caviglione Fraga. — José Luis Monti.
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