RATON Versión Español / English version Néstor Gutierrez

Anuncio
RATON
Versión Español / English version
Néstor Gutierrez, Argentina
Se llamaba Rodolfo Moreno; pero todos lo conocían por Ratón, quizá por lo chiquito, inquieto y asustadizo.
Vivía con su madre, mujer de pésima fama, que siempre estaba de mal humor por las molestias que le
ocasionaba, según decía, su pequeño y triste hijo, de quien nunca se había sabido quien era e1 padre. En
el barrio se comentaba cuales eran en realidad las molestias que le daba Ratón y eran las que le impedía
atender debidamente a sus amistades todas del sexo masculino. Estos llegaban a su casa invariablemente
por la noche.
La vestimenta habitual de Ratón era por demás pintoresca. Consistía en un saco y pantalón de distinto
color, prendas que por lo general le iban muy holgadas y dejaban a la vista de cualquier espectador
avisado, que en algún memento habían sido de propiedad de algunos de los tantos amigos de su madre.
Eran apresuradamente adaptadas al magro físico de Ratón, en forma muy desprolija.
-¡Che, Ratón, el finado era más grande!- le solíamos decir en son de burla sus amigos, con toda esa
crueldad que suele caracterizar a los niños y que no es otra cosa que el reflejo de la de sus mayores.
En su cabeza lucía permanentemente una boina y en invierno llevaba como único abrigo un pulóver
deshilachado.
Su madre lo obligaba llamarla señora, cuando estaba en presencia de otra gente, con el fin de aparentar
que no existía ningún tipo de vínculo de índole familiar. El no hacerlo constituía suficiente antecedente para
sufrir una tremenda y memorable paliza.
Entre nosotros siempre estaba Anita, la hija menor de unos gringos dueños de una carpintería, que nos
seguía a todas partes y por tal hecho la motejaron corno "varonera", palabra con clara connotación
despectiva. Rubia, alta y robusta, tenía unos grandes ojos azules, de un azul intenso, como suele ser
características de los de su raza. Andaba siempre en busca de Ratón con quien parecía encontrarse muy a
gusto a pesar de las diferencias de tamaño, de color y de formación familiar. Sus padres, de profunda fe
evangélica le habían prohibido en forma terminante juntarse con Ratón, ni siquiera tener encuentros
casuales y todos estos pequeños deslices que la niña había tenido merecían una severa reprimenda, si
bien no pasaba lo mismo con nosotros, que pertenecíamos a familias consideradas como aceptables.
-¡Che, Ratón ahí viene la gringa! le avisábamos los más chicos.
-¡Anita, llegó tu novio! –le avisaba el chino Mayorga. El resto de los presentes estallábamos en
carcajadas.
Durante dos días Ratón no se reunió con nosotros. Al tercero apareció más pálido que nunca. En su brazo
derecho llevaba un paquete de regular tamaño, hecho con papel de diario y atado groseramente con un hilo
ordinario. Cuando lo rodeamos nos contó:
- Mi mamá me echó de casa me dijo que me fuera a la puta madre que me parió
-¿Qué vas a hacer ahora? - pregunté yo.
- Voy a ir para e1 lado de las chacras a ver si consigo algún trabajo - contestó. Era la época de recolección
de fruta y en esos tiempos se tomaba a cualquiera que tuviera suficiente fuerza como para cargar cajones o
recoger fruta.
Tenía once años por aquel entonces y fue la última vez que nos vimos, al menos eso suponíamos.
Pasaron los años y Anita junto con su hermano Sigfrido se fueron a estudiar a Bahía Blanca. El resto de la
barra quedó en el pueblo.
Una mañana de verano estaba enfrascado en mis tareas de tenedor de libros en el almacén de ramos
generales en que mi padre me había ubicado desde que terminara el secundario. Lo hizo en total acuerdo
con el dueño del mismo, un árabe del cual era casi amigo. En eso me distrajo una leve risa. Me di vuelta y
allí estaba Anita y su hermano Sigfrido:
-! Que haces, Negro fiero! - me llamó por el sobrenombre en el que era conocido por todos y que a mi
nunca me gustó.
-¿Qué están haciendo ustedes por aquí? –les pregunté luego de haberlos abrazado.
- Volvimos el pago para trabajar, ya que los dos nos recibimos en el Instituto del Profesorado Secundario
de Bahía - me contestaron.
-¿Van a ejercer aquí?
-No, conseguimos puesto en la provincia de Neuquén. Yo en San Martín de los Andes y Sigfrido o en
Cutral-Co.- Volvió a hablar Anita mientras su hermano permanecía en silencio aunque sonriente.
- ¿Por qué no lo hicieron en Bahía?
- Mira, el ambiente allí se había puesto un poco pesado y nosotros que habíamos militado mientras
estudiamos preferimos hacer mutis por el foro y poner tierra de por medio.
Seguimos conversando de generalidades por unos minutos y finalmente me hizo la pregunta obligada:
-¿Sabes algo de Ratón?
-Solo lo he visto alunas veces cuando venía de franco, ingresó hace años a la policía de la provincia y creo
que está bien.
- ¿Bien como policía? - terció Sigfrido- Eso es imposible. Son todos unos perros.
-No digas eso, hay policías buenos, sobretodo aquí que todos nos conocemos.
-Puede ser en los pueblos chicos, pero vos no los has visto como actúan en las ciudades. No saben lo que
es la compasión - volvió a hablar Sigfrído mientras Anita permanecía en silencio y mirando hacia los
costados por si alguien escuchaba,
En esos momentos se acercó el patrón con no disimulado fastidio al ver que yo no atendía mi trabajo y que
los otros no eran clientes. Se fueron con la promesa de hacerme saber de ellos en cuanto estuvieran en su
nuevo domicilio
En el mes de marzo de mil novecientos setenta y seis, como es sabido y lamentado, se derrocó, sin que
hubiera una violencia inicial, al gobierno constitucional, como había ocurrido en otras oportunidades. Al poco
tiempo comenzaron las persecuciones a integrantes de movimientos políticos, en particular a aquellos que
militaban en sectores progresistas, tildados sin más ni más como subversivos En el sur esta etapa se inicio
con alguna demora, aunque con la misma virulencia que en otros lugares del país..Pasado un breve lapso
se comenzó a tener conocimiento de la existencia de centros de detención, verdaderos campos de
concentración donde se practicaba una tortura sistemática.
Entre los primeros detenidos figuraron Anita y su hermano, como activos militantes del gremio docente,
perseguido como un ente subversivo, y por la calidad intelectual de sus integrantes.
Los padres de Anita y Sigfrido, tras largo peregrinaje lograron dar con el paradero de ambos. Solicitaron la
intervención de la embajada de Alemania Federal, dado que ambos padres eran originarios de Francfort. De
esta manera los dos hermanos se exiliaron y sólo regresaron al país en mil novecientos ochenta y cinco en
respuesta de un llamado realizado por la Conadep y distintos organismos de derechos humanos,
Anita fue el principal testigo en el juicio sustanciado contra los principales torturadores del campo de
concentración donde estuvo internada
Señaló particularmente a uno de ellos, que tenía el hábito de violar y luego someter a una tortura
prolongada a sus víctimas a las que llamaba “señoras", con cínico respeto, sin dejar de exhibir una feroz
sonrisa. Anita fue una de las elegidas.
Todos los que asistimos al juicio nos preguntamos unos a los otros, como había sido posible que Ratón no
reconociera en ningún momento a la novia de su infancia.
RATON1
Although his name was Rodolfo Moreno, everybody knew him as “Ratón”, probably because of his
size, restlessness, and timid manner.
He lived with his mother, a woman with terrible reputation, who was always in a bad mood. She
used to say it was because of the nuisances of her tiny, sad, and fatherless son. The neighbours
commented that in reality the nuisances caused by Ratón actually owed to the fact of him being an
obstacle in her desire to properly assist her friends. All of them being males, they invariably visited
her house during the night.
Ratón’s regular garb was extremely colourful. It consisted of mismatching tops and pants, usually
big in size showing any warned viewer that they were formerly worn by one of the many friends of
his mother’s. They looked carelessly and hurriedly altered to fit his minuscule body.
“Hey, Ratón, the deceased was much bigger!” us friends used to say to him in a tone of mockery,
with all the cruel characteristics of kids who were no more than living reflections of their elders.
His head was always covered with a beret and during the winter his sole coat was a ragged
pullover.
When he and his mother were with other people, Ratón was obligated to call her “Madam” in order
to prevent showing any family ties. Failing to do so constituted enough reason to earn a memorable
and tremendous thrashing.
The youngest daughter of the “gringos,”2 Anita, was always mixed up with us. The carpenter’s
daughter followed us everywhere and was branded as “tomboy” in an obvious pejorative way.
Blond, tall and sturdy, she had big blue eyes, an intense blue characteristic of people of her race.
She was always after Ratón; despite their differences in size, colour, and family background she
seemed to feel pleased when she was with him. Her evangelic parents emphatically forbid her to
1
In Spanish Ratón means “mouse”, it is very common in Spanish speaking countries to have these type of
nicknames.
2
It is common in Latin America to call “gringos” to all foreigners specially from “developed” countries and are not
always referred to U.S. citizens only.
look for Ratón, not even in casual encounters. For every slip-up the girl received well-deserved and
severe reprimand. It wasn’t the same case with the rest of us, since we belonged to families
considered to be “acceptable”.
“Hey, Ratón here comes la ‘gringa’”, us guys said letting him know.
“Anita, your boyfriend has arrived!” Mayorga would tell her. The rest of us would burst with laughter.
For two days Ratón hadn’t met us, on the third day he appeared more pale than ever. In his right
arm he carried a medium sized package, wrapped in newspaper and tied coarsely with a cheap
thread. As we approached him he said, “My mother kicked me out… She told me to go to the bitch
that gave birth to me.”
“What are you going to do?” I asked.
“I am heading off to where the farms are to see if I get a job,” he answered. It was harvest-time
anybody with enough strength to carry and pick fruit was hired.
He was 11 years old then and it was the last time we saw him, or so we thought.
Years passed and Anita and brother Sigfrido left to Bahía Blanca to study. The rest of the gang
remained in town.
After completing my high school, I was placed by my father at the General Store as a bookkeeper
in accordance with the owner, an Arab who was almost a friend. One summer morning while I was
absorbed in my duties a mild laugh distracted me. I turned around an Anita and her brother were
there.
“What’s up Negro fiero3!” he called me by my all to common nickname which I never liked.
“What are you two doing here?” I asked after hugging them.
“We came back to work, we’ve both graduated from Bahía College of Education”, they replied.
“So you will teach here…?”
“No, we both have jobs in the Province of Neuquen. Me at San Martín de Los Andes and Sigfrido at
Cutral-Co.” Anita continued talking while her brother remained silent although smiling.
3
ugly black
“Why didn’t you stay in Bahía?”
“Look, the atmosphere there had become threatening and us being political activists while studying,
now, prefer to make ourselves scarce, disappear, put some space between us and the problem...”
We continued talking about trivial, unimportant things for a while until she posed the mandatory
question:
“Have you heard of Ratón?”
“Saw him a couple of times being off-duty, he joined the province police years ago and I think he’s
doing well.”
“Well as a policeman?” Sigfrido interjected, “That can not be! They’re all pigs!”
“Don’t say that, some are good, especially those who we know.”
“Could be in the small towns; but you haven’t seen them acting in the cities. They don’t know
compassion.” Sigfrido kept talking while Anita remained silent, she was looking around in case
someone was listening.
At that moment my boss approached with sincere annoyance, aware of my unattended job and that
these were not clients. They left promising to let me know of their new address.
In March 1976, the constitutional government was sadly overthrown without no initial violence as it
had occurred in past instances. Shortly after, members of political movements, especially
progressive activists, were labelled subversive and persecuted. In the south, this stage was
initiated with some delay, although equally virulent as other places in the country. After a brief lapse
in time, soon it became known that there were detention centres; real concentration camps were
systematically torturing.
Anita and her brother were among the first arrested. They were persecuted as political activists,
militants within their teaching union, which was also persecuted for being an entity of discontent for
the intellectual quality of its members. After long journeys, Anita and Sigfredo’s parents, found their
whereabouts, and being originally from Frankfurt, requested the intervention of the Federal
Republic of Germany’s embassy. Both of them went into exile and returned to the country in 1985
in response to various human rights organizations.
At the trial, Anita was the main witness against many of the worst torturers of the concentration
camp where she had been a prisoner. She pointed particularly to one: the one who called his
victims, “madams” with cynical respect; the same one who never failed to show a ferocious smile;
the man who used to rape and execute extended torture on his victims. Anita was one of many who
were selected.
All of us attending the trial wondered how it possible was that Ratón didn’t recognize his childhood
girlfriend.
Descargar