El siglo XIX: Realismo - Colegio Cooperativa San Saturio

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El siglo XIX: Realismo.
1. La sociedad del Realismo
El realismo, surgido en la segunda mitad del siglo XIX, fue un movimiento artístico que se
propuso representar la realidad de acuerdo con los intereses de la sociedad burguesa (cuyo
ascenso se vio favorecido por el desarrollo de la Revolución industrial).
La forma de pensamiento dominante en la época fue el positivismo, cuyos métodos se
basaban en la experimentación y la observación objetiva. El desarrollo científico dio lugar a un
progreso técnico que se reflejó en el auge de la industria y repercutió en las formas de vida,
con adelantos como el ferrocarril o la luz eléctrica. Se desarrolló, así, una creciente fe en el
progreso, que se creía que iba a conducir a una mejora moral. La sociedad se sentía a gusto
con su tiempo y los adelantos que aportaba.
El autor realista se convirtió en un cronista del presente y del pasado inmediato, a los que
dedicó todas las páginas de sus obras.
2. La literatura del Realismo
La burguesía abandona el ideario romántico y lo sustituye por una mentalidad realista, que
describe la realidad social tal como es.
Características del Realismo: imitación del método científico: la obra debe reflejar la realidad
de forma exacta y objetiva, con una ubicación próxima de los hechos; argumentos que versan
sobre la realidad vulgar, cotidiana; (relatos verosímiles protagonizados por personajes
comunes); conflicto entre las aspiraciones de los personajes, individuales o colectivos, y las
normas sociales; frecuente propósito de crítica social y política; estilo sobrio y sencillo; la
novela es el género más utilizado y sus rasgos típicos son: verosimilitud, predominio del
narrador omnisciente, didactismo, estructura lineal, abundancia de descripciones del mundo
de la burguesía, de la clase media y aproximación del lenguaje al uso coloquial.
3. El Realismo en España. La generación de 1868
El Realismo se introduce en España con considerable retraso. La primera novela plenamente
realista, La Fontana de Oro, de Galdós, se publicó en 1870, año situado en medio del proceso
revolucionario que se inicia con el derrocamiento de Isabel II (1868) y termina con un golpe de
Estado (1874) que da inicio a una larga etapa conocida como Restauración.
La Restauración supuso una profunda transformación de la sociedad española. En el terreno
del pensamiento creó un enfrentamiento ideológico entre progresistas y tradicionalistas, que
se reflejará en la narrativa.
La generación de 1868 está formada por novelistas que publican entre 1874 y 1884, década
que da comienzo a la Restauración. Dentro de esta generación figuran escritores como el
tradicionalista José Mª de Pereda, autor de Peñas arriba; Juan Valera, que, al margen de los
conflictos ideológicos, escribió Pepita Jiménez; Galdós y Clarín, progresistas defensores de la
modernización de España; y Emilia Pardo Bazán, partidaria de un moderado naturalismo, en
consonancia con su catolicismo e ideología conservadora.
La marcada tendencia regionalista del Realismo español se manifiesta en la costumbre que
tienen los escritores de situar sus obras en los ambientes que les son más conocidos.
Benito Pérez Galdós (1843-1920). Entre su producción literaria destacan sus novelas, que se
pueden clasificar en:
Episodios nacionales. Constituyen una reconstrucción novelada de la historia de España del
siglo XIX, desde la batalla de Trafalgar (1805) hasta los comienzos de la Restauración (1875).
Constan de cuarenta y seis novelas, agrupadas en cinco series de diez volúmenes cada una, salvo la última, que abarca seis.
Novelas de la primera época. Las primeras novelas de Galdós —Doña Perfecta, Gloria, La
familia de León Roch...— reciben el nombre de novelas de tesis porque se someten a la
ideología del autor: enfrentan a personajes de mentalidad conservadora con otros de ideas
progresistas que Galdós comparte y defiende (reflejan el enfrentamiento ideológico que
dividía la España de la época).
Novelas contemporáneas. En ellas Galdós plasmó la realidad madrileña del momento, reflejo
de la del resto de España: retrató tanto sus lugares (calles, barrios, etc.) como a sus habitantes
(comerciantes, cesantes, burgueses, etc.). La desheredada, Lo prohibido, Miau y Fortunata y
Jacinta son las novelas más representativas de esta época.
Etapa espiritualista. Estas novelas, influidas por el realismo ruso, se centran en el mundo
interior de sus personajes y en valores como la caridad, encarnados en individuos de enorme
grandeza moral pese a su condición humilde. Así ocurre, por ejemplo, en las novelas Nazarín y
Misericordia.
Leopoldo Alas, «Clarín»
La obra de Clarín (1852-1901) se compone de numerosos artículos de crítica literaria, dos
novelas, varios libros de cuentos y una obra de teatro. Su producción novelística se reduce a
dos títulos: La Regenta y Su único hijo. Especial importancia tienen sus cuentos, entre los que
destaca Adiós, Cordera, uno de los mejores de la literatura española.
La Regenta es la obra maestra de Clarín y una de las novelas más importantes de la literatura
española. Ambientada en la ciudad de Vetusta, La Regenta presenta el conflicto de dos
personajes (Ana Ozores y Fermín de Pas) dominados por el anhelo amoroso en un ambiente
hostil. Tras el nombre de Vetusta se esconde la ciudad de Oviedo y sus habitantes: una
sociedad burguesa, llena de hipocresía y convencionalismos. El pormenorizado análisis de la
sociedad, de la que se ofrecen diversos ambientes (iglesia, aristocracia, pequeña burguesía,
trabajadores...), y el detallado estudio de los personajes convierten esta novela en un
magnífico ejemplo del naturalismo en España.
Es una novela de escasa acción, en la que cobran relieve las descripciones de la psicología de
los personajes y de los ambientes. El autor combina con acierto el punto de vista objetivo con
el del narrador omnisciente.
4. El Naturalismo
En las décadas finales del siglo XIX, el realismo evolucionó hacia el naturalismo, corriente
artística impulsada por el autor francés Émile Zola.
El Naturalismo aplica en literatura el método científico de las ciencias experimentales y
defiende que la conducta de los personajes está determinada por la herencia genética y el
ambiente social.
El novelista imita el método científico: observación, documentación, comprobación de datos...
Características del Naturalismo: descripciones detalladas basadas en la psicología y la
medicina; preferencia por los aspectos sórdidos y desagradables; personajes con taras físicas o
psíquicas.
5. El Naturalismo en España
El Naturalismo se introdujo en España hacia 1882, en medio de una fuerte polémica por parte
de los sectores más conservadores. La escritora Emilia Pardo Bazán defendió en su libro La
cuestión palpitante la técnica literaria naturalista, pero no sus bases teóricas.
Además de Emilia Pardo Bazán, hubo otros escritores que utilizaron en sus obras algunos
recursos naturalistas, como Palacio Valdés, Vicente Blasco Ibáñez, Clarín y Galdós.
Hacia 1887 se comienza a producir una reacción antinaturalista. En España se percibe el
cambio en las últimas novelas de los escritores realistas Valera, Galdós, Clarín y Emilia Pardo
Bazán, que ponen el acento en los problemas morales y espirituales de los personajes. Galdós
inicia el cambio de rumbo con La incógnita y Realidad.
El giro de la narrativa de finales del XIX conecta con la renovación estética del Modernismo.
6. El teatro en la segunda mitad del siglo XIX
El Realismo trajo consigo un teatro de ambientación contemporánea e intención moralizante,
conocido como alta comedia. Sus principales autores son Manuel Tamayo y Baus y Adelardo
López de Ayala.
El drama romántico tuvo continuidad en José Echegaray.
A finales de siglo, Benito Pérez Galdós intentó, suscitando grandes polémicas, renovar el teatro
con obras de crítica social.
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