LAS DOS CARAS DE LA MONEDA Podríamos decir que Zeus, además de ser el dios por excelencia, es el rey de las infidelidades. Esto ha desatado siempre la ira de su esposa Hera, dando lugar a malentendidos y castigos a sus amantes y descendientes ilegítimos. Dentro de su repertorio podemos encontrar un sinfín de engaños y maniobras a cada cal más tergiversada para conseguir a sus amantes. A pesar de la cólera de su esposa, Zeus siempre se las ha apañado para conseguir que toda su descendencia divina, legítima o no, esté presente en el Olimpo. Una de las amantes que más ha sufrido a causa de la ira de Hera es Leto, madre de Apolo y Ártemis. Las dos han accedido a concedernos una entrevista para contarnos su historia. L.M.: En primer lugar me gustaría, Leto, que nos dijeses como conseguiste finalmente dar a luz a Apolo y Artemis. Leto: Tras haberme quedado embarazada, Zeus y Hera se unieron en matrimonio. Todo el mundo teme la ira de Hera, y, en mi caso, con mas razón aun. (Mira nerviosa a Hera mientras habla.) En cuanto lo supo, ordenó que no me proporcionasen ayuda, o, de lo contrario, habría un castigo. Nadie se dispuso ayudarme, pues les aterraban las terribles consecuencias. Padecía grandes dolores, ya que no quedaba mucho tiempo para que naciesen mis hijos, pero no podía hacer nada. Algunos dioses se apiadaron de mí, pero no Hera, por supuesto. Finalmente conseguí que el alumbramiento tuviese lugar en una pequeña isla llamada entonces Ortigia. L.M.: ¿Consideras, por lo tanto, a Hera una enemiga? Leto: Por una parte sí, puesto que ellos todavía no estaban casados y, además, sería su marido quien debía cargar con la culpa, no yo. Aunque pueda comprender sus motivos, no veo necesarias sus represalias hacia mí en un momento tan crítico de mi vida. Hera: ¿Cómo osas culpar a Zeus de tal cosa? Todo es culpa tuya y por eso fuiste justamente castigada. Nada de eso hubiese pasado si tú no hubieses decidido aventurarte en la vida de alguien tan poderoso como Zeus. ¿Cómo podría yo tolerar de buena gana que los hijos ilegítimos de mi marido fuesen traídos al mundo? Ni siquiera esa pequeña e insignificante isla debería haber permitido tal suceso. L.M.:¿Dirías que Leto es tu enemiga, Hera? Hera: No una enemiga personal, sino una enemiga de mi matrimonio. No tendría nada que hacer si fuese mi enemiga personal. L.M.: ¿Tuvo entonces Zeus un papel importante en todo esto ? Hera: Por supuesto que sí, a pesar de haber intentado hacerle entrar en razón, todos mis intentos han sido fallidos. Leto: Gracias a Zeus la pequeña isla donde nacieron mis hijos fue fijada en un lugar de forma permanente, pues en el pasado solía moverse por el océano sin un sitio fijo. Además su nombre ahora es Delos, que significa brillante, en honor a mi hijo Apolo. Pero a pesar de sus intentos de ayuda, Hera siempre ha conseguido que mi vida no sea nada fácil. L.M.: (Mirando a Hera) ¿Es justo que se te conozca por tu ira? Hera: Mis actos están justificados por las malas acciones de mis enemigos. L.M.: Leto, una de tus mayores protecciones han sido Febo y Febe, pero también te han traído problemas. ¿Alguna vez has pensado en que quizá hubiese sido mejor no tenerlos? Leto: Llevas razón en que han sido mis hijos los que me han llevado a necesitar la protección que ellos mismos me han proporcionado. Apolo ha protegido mi vida con sus flechas en mas de una ocasión. Pero ninguno de esos peligros es nada comparado con la felicidad que me proporcionan. L.M.: Entonces, Hera, ¿sigues intentado acabar con los hijos de Leto? Hera: Simplemente he castigado a quien lo merece., y lo seguiré haciendo siempre que sea necesario. L.M.: ¿No has pensado nunca en apiadarte de las amantes de Zeus? Al fin y al cabo, simplemente se han enamorado o se han visto atraídas por el mismo dios que tú. Hera: Todas se querrían parecer a mí, y estar al lado de Zeus, pero no pueden ser como yo, nadie puede ser como yo, y, por consiguiente, nadie debería ocupar el lugar que yo ocupo junto a Zeus. No es culpa suya, sino de las mujeres que le hacen caer en sus engaños para conseguir algo de él. Son ellas quienes merecen el castigo, no solo por sus actos, sino también por conseguir que Zeus les de algo que no debería, su piedad. L.M.: ¿Ha sido Zeus una gran ayuda para ti, Leto? Leto: De no haber sido por su apoyo, no habría podido dar a luz y nadie hubiese recompensado la valentía de la pequeña isla. Pero, aun así, considero que ninguna de sus infidelidades tendrían que haber ocurrido. Debería mantenerse fiel a su esposa, y no tener que proteger a las víctimas de su ira. Es lo menos que puede hacer. L.M.: Antes de terminar esta entrevista, me gustaría que valoraseis si habéis sido completamente sinceras, y si no habría un atisbo de perdón hacia la otra en vuestros sentimientos. Hera: Seguiré siempre firme en lo que he dicho y en mis razones para justificar mis actos. Con esto finalizo mi entrevista, considero que no hay nada más de interés que deba aportar. Leto: Estaría dispuesta a perdonar a Hera. ¿Por qué no? Para mí, sus razones son justificadas, pero pierde la razón con sus acciones y sus palabras. Debería perdonar a sus víctimas y, al conseguir el apoyo de todas las personas que la odian, sería mucho más poderosa. Tanto que incluso podría vengarse de Zeus si quisiese, a quien estoy segura que le guarda rencor. Laura Menéndez Menéndez 1º Bachillerato Humanidades I.E.S. Emilio Alarcos, Gijón