Imaginario Social y Homosexualidad ¿Narrativas extraviadas, figuras irregulares, cuerpos silenciados? RUIZ, Nelsoni Santiago, Agosto de 2009 Introducción Este ensayo pretende hacer una revisión del material bibliográfico referido al tema de la configuración de las valoraciones subjetivas que se crean en torno a la Homosexualidad a partir de los Imaginarios Sociales, y con ello comprender cómo desde un universo indiferenciado de significaciones imaginarias sociales (magma) surgen producciones de sentido que intervienen en los modos en que el poder ejerce violencia institucional sobre los cuerpos, disciplinándolos e instituyendo narrativas y practicas discursivas que hacen legítimo y reconocible el modelo hegemónico heteronormativo (familia patriarcal formada por conyugues de distinto sexo); silenciando e invisibilizando cuerpos entendidos como “irregulares”, “raros”, “anormales” o “enfermos” (lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, transgéneros e intersexuales); instalando de esta manera dispositivos biopolíticos que configuran en un mismo movimiento diferencias sexuales y desigualdades e inequidades de género. Imaginario Social Homosexualidad y Diversas disciplinas como la antropología, sociología, historia y psicología, han estudiado los movimientos que resisten y luchan contra las discriminaciones y exclusiones que emanan en sociedades con predominio de una matriz cultural heterosexual. De acuerdo a Fernández (2006), a partir de la segunda mitad del siglo XX, diversos movimientos feministas y de activismo gay, generaron luchas públicas y privadas que tuvieron como eje principal de su accionar las reivindicaciones en las luchas contra la opresión de las sexualidades hegemónicas, la búsqueda de igualdad de oportunidades, los planteos de equidad y la desnaturalización de las hegemonías heteronormativas. En 1975, Foucault señaló que la sexualidad ha sido encerrada desde el siglo XIX, siendo absorbida por la familia conyugal, restringiéndose a una función reproductora que se impuso como modelo, como norma, como verdad; entendiéndose lo opuesto como “anormal”, “inverosímil” e “inadmisible”. Aquello que no apunta a la generación, a la multiplicación de la raza humana, no tiene sitio ni ley, se encuentra expulsado, negado y reducido al silencio; no sólo no existe sino que no debe existir y se hace desaparecer a la menor manifestación de actos o palabras. Las obras de Freud el “Porvenir de una ilusión” (1927), y el “Malestar en la Cultura” (1931), que dan cuenta de la configuración del psiquismo del sujeto social y de su relación con la cultura, despliegan los espectros sociales del aumento de la represión, el poder y sus coberturas ideológicas, como determinaciones específicas de un sistema que intenta apresar la multiplicidad de quehaceres comunitarios en sus aparatos de captura y sumisión (De, Brasi, 2007). Dadas estas olas de represión y de normalización Estatal, social y educacional en diferentes épocas y sociedades, las minorías sexuales han tenido que construir sus propias narrativas; diversos modos de disciplinamientos universales los llevaron a generar condiciones de sobrevivencia, creando códigos culturales para generar infinitas maneras de comunicarse en silencio, efectivas formas de reconocerse y de construir identidades. Dichos elementos fueron esenciales para desplegar modos de convivencia, amistad y modos de relacionabilidad alternativos, como respuestas al modelo heteronormativo hegemónico (Sutherland, 2008). Ahora bien, de acuerdo a Castoriadis (2001), es la Institución imaginaria de la Sociedad la que determina los modos de organización de la sexualidad, que incluyen las identidades sexuales, orientación sexual, erotismo, vinculación afectiva y la reproducción. En la vertiente histórica – social se construyen de manera colectiva y anónima organizadores de sentido que disciplinan y norman los cuerpos, su materialidad, energías, sensaciones y placeres. Los sujetos son actores de complejos modos de subjetivación, de modos singulares de creación que se generan en lo histórico – social; sus maneras de responder constituyen una combinación de discursos que les son propios y de discursos que provienen del otro, de esta manera, y siguiendo los planteamientos de De, Brasi (2007), existe una conexión permanente entre los procesos libidinales del sujeto y los modos de organización que se encuentran instituidos de manera formal e informal en las sociedades. A partir de producciones de subjetividad que han sido construidas por un colectivo anónimo, se han creado e instituido universos de sentidos totalizantes en torno a las relaciones eróticoafectivas e intercambios sexuales; predeterminando la identidad sexual de los cuerpos y presentándolos como una superficie de carne disponible a los placeres inarticulados, detenidos y paralizados por excitaciones autorizadas (intercambios eróticos legítimos) al mismo tiempo que prohibidas (intercambios eróticos alternativos) (Bersani, 2008). Los universos de sentidos totalizantes, invisibilizan la sexodiversidad, y con ello la multiplicidad de posiciones del sujeto; dando lugar a la construcción de regímenes de “verdad” que sofocan modos alternativos de reconfigurar la relacionalidad, y con ello el intercambio afectivo - erótico entre los cuerpos. Estas incesantes creaciones colectivas anónimas, generan múltiples marcas sobre los cuerpos, ejerciendo violencia simbólica sobre ellos al establecer límites de lo permitido, lo prohibido, lo sano y lo enfermo. Estas marcas son biológicas, deseantes y pulsionales, pero al mismo tiempo históricosociales y políticas; según Foucault (1975), el poder aplica sobre la sexualidad leyes de prohibición: “no te acercaras”, “no tocaras”, “no experimentaras placer”, “no aparecerás”, en definitiva, “no existirás salvo en la sombra y el secreto”; estas “verdades” instituidas, utilizan como instrumento la amenaza de un castigo que consistirá en suprimir su expresión; de este modo, la existencia de la diversidad sexual se genera bajo el riesgo de su propia anulación: represión, amedrentamiento y / o burla de los otros. La vertiente histórico – social, constituye entonces un terreno imperfecto y provisiorio de intrincados congelamientos (reglas, estructuras, normas) y de líneas de fugas singulares (creaciones diversas); en él, coexisten luchas de poder que tensionan por consecuencia de la búsqueda de transformación de los modos de concebir la sexualidad (fuerzas instituyentes) y la conservación de las prácticas hegemónicas (fuerzas instituidas). Siguiendo a Fernández (2007), las fuerzas instituyentes e instituidas se articulan desde tres elementos básicos: la fuerza o violencia, el discurso del orden y los imaginarios sociales. La fuerza o violencia, constituye el modo en que el poder se produce en el acto, generando exaltaciones de las hegemonías heteronormativas instituidas, y con ello, negaciones articuladas, producciones de invisibles de la diversidad sexual. Los discursos del orden y los imaginarios sociales reactualizan la fuerza y la transforman en poder, haciéndolo constante y transmisible; se requiere que la fuerza y el discurso del orden legitimante estén insertos en montajes, practicas extradiscursivas y soportes mitológicos que hablan a las pasiones y hacen que el poder marche, funcione y se reproduzca. De esta manera, la repetición insistente de narrativas heterosexuales, exaltaciones de discursos heteronormativos y naturalización de sentidos y prácticas sexuales entre hombres y mujeres, sostienen una red simbólica que arman un contexto complejo en el que tensionan categorías que pasan por el cuerpo, el poder, la legitimidad, lo biopolítico y las violencias institucionales (Sutherland, 2008). En este sentido, a partir de significaciones imaginarias sociales se construyen “realidades”, “verdades” que ejercen dominio biopolítco sobre los cuerpos, legitimando en el seno del colectivo, narrativas y mitos que sostienen el modo de concebir la homosexualidad como un modo de funcionamiento “irregular”. La posibilidad de legitimar formas alternativas de intimidad, supone la necesidad de despojar al cuerpo de su identidad sexual prefijada efectiva o instituida por el imaginario social central. La creación de nuevos modos de subjetivación que permitan el paso de las diferencias y desigualdades sexuales a la igualdad, equidad y reconocimiento, implica la construcción de categorías filosóficas y políticas que puedan dar cuenta de tales transformaciones; siguiendo a Fernández (2006) las sociedades que cuentan con políticas totalizantes, exacerban las desigualdades y las impunidades concomitantes, sosteniendo diferencias normalizadas o asimiladas; mientras que las sociedades que parten de las lógicas de la multiplicidad, cuentan con políticas que reconocen la diversidad y engloban a aquellos que han sido rechazados y excluidos históricamente. De este modo, demandas como la legitimización de uniones civiles de colectivos gay y lésbicos, por poner un ejemplo, apuntan hacia el reconocimiento por parte del Estado de la existencia de la diversidad de sus miembros; detrás de esto se encuentran lógicas de “normalización” de las relaciones de personas del mismo sexo, la aplicabilidad de los mismos derechos como el resto de los individuos de una sociedad, tolerancia y no discriminación, cuestiones que pasan que por el repertorio de la demanda política y social y que desafían los modos de entender el verdadero ejercicio de la Democracia. El paso de un tipo de Estado (totalizante) a uno democrático de derecho, cuyos principios rectores son, la igualdad, autonomía personal (libre desarrollo de la personalidad) y pluralismo (respeto a la diversidad de formas de vida), garantizarían la posibilidad de que se instale en la sociedad la idea de la diversidad al interior del derecho de la familia, y que se conciban las parejas homosexuales como modos alternativos a los establecidos por la familia patriarcal formada por conyugues de distinto sexo. Ahora bien, en palabras de Shuterland (2008), la legitimidad de las sociedades de convivencia entre personas del mismo sexo, no es menor, pero no garantiza que el Estado imponga restricciones como por ejemplo, la prohibición para adoptar hijos y otras menudencias culturales; en este sentido y siguiendo a Fernández (2006) la legitimación de un poder, depende de la creación de cercos de sentido producidos por universos de significaciones imaginarias sociales que lo sostenga, es decir, de la creación de nuevas insistencias narrativas y mitos que den cuenta de la diversidad sexual, la visibilicen y la hagan natural y esperada en las sociedades. Conclusiones En suma, la legitimidad de la diversidad sexual, implica hacer visible la desigualdad de los derechos y la pluralidad de múltiples identidades; lo que supone la necesidad de “imaginar” figuras, sentidos y múltiples formas de reinventar y reconfigurar desde la subjetividad las relaciones erótico – afectivas de los cuerpos. Las coberturas ideológicas y universos de sentido instituidos por imaginarios sociales, prefijan o predeterminan en el hombre el modo en que debe practicar su sexualidad. Despojar al cuerpo de su identidad sexual prescito conduciría a instalar un intercambio erótico - afectivo fundado en la presencia y la plenitud para el que la práctica, más que una erótica basada en un goce ejercido desde la clandestinidad, dados los universos de sentidos totalizantes instalados en las sociedades. Referencias Bibliográficas Ardila, R. (2002). Homosexualidad y psicología. Bogotá, Colombia: Manual Moderno. Bersani, Leo (2008). Freud/ Foucault: Idas y Vueltas. Revista de Cultura. Papel maquina. 1, 81 – 87 Castoriadis, Cornelius (2007). La Institución Imaginaria de la Sociedad. Traducción de Antoni Vicens y MarcoAurelio Galmarini. Ensayo Tusquets Editores. De Brasi, Juan Carlos (2007). La Explosión del Sujeto: Acontecer de las masas desfondamiento subjetivo en Freud. EPBCN / MESA Editoriales. Fernández, Ana María y Cols (2006). Política y subjetividad asambleas barriales y fábricas recuperadas. Colección Pensaren Movimiento. Ediciones Tinta Limón. Fernández, Ana María (2007). Las Lógicas Colectivas: Imaginarios Sociales, Cuerpos y Multiplicidades. Colección Sin Fronteras. Editorial Biblos. Foucault, Michel (1993) Historia de la sexualidad. La Voluntad de Saber. Siglo veintiuno de España Editores, S.A. Mondimore, Francis (1998). Una Historia Natural de la Homosexualidad. Editorial Paidos. Sutherland, Juan (2008). Multitudes minoritarias, batallas sexuales y matrimonio hegemónico. Revista de Cultura. Papel maquina. 1, 89 - 94 i Nelson Ruiz, Psicólogo Magister en Psicología de Análisis de Instituciones y Grupos [email protected]