literatura

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LITERATURA
LA NOVELÍSTICADE MERCERODOREDAPUEDE CALIFICARSE
DE POÉTICA EN EL SENTIDO EN QUE, YA EN 1923, PAULVALÉRY
DEFINÍA ESTE TIPO DE NARRATIVA COMO OPOSICIÓNA LA
POESÍA: UNA NOVELA QUE DESCUBRE MUNDOS INTERIORES,
SENSACIONES DE SORPRESA ANTE UN UNIVERSO NO GASTADO
POR LOS TÓPICOS.
MONTSERRAT P A L A U U N I V E R S I D A D D E B A R C E L O N A
n el conjunto de la literatura catalana del siglo %, La plaqa del
Diamant (1962), de Merce Rodoreda (1909-1 982), es un best-seller indiscutible, una de las novelas más difundidas, tanto por las distintas ediciones impresas, como, posteriormente, por sus
versiones cinematográfica y televisiva. La
escritora catalana, a partir de este éxito
editorial, reemprende en los años 60 la
producción truncada por la guerra y el
exilio y, en medio de una generalizada
tendencia hacia el realismo, aporta una
visión contrapuesta de minimización de
los hechos históricos que, a la vez, universaliza su obra.
Merce Rodoreda, considerada como una
postjoyciana por el continuo cultivo del
monólogo interior, edifica su narrativa
sobre una percepción intelectual de la
realidad, con lo que anula el patetis
mo -identificado con el género en la
época ochocentista y modernista- y lo
reduce a un nivel de pequeñez condensada intelectualmente, atenuando la tragedia en un intento expresivo. N o en balde esta autora pertenece al grupo de
Sabadell, que coincidía, en los años 30,
con las concepciones estéticas de
los italianos, concretamente del novecentista Massimo Botempelli. Pero Merce
Rodoreda va más allá. Su relato, desdramatizado, participa en el juego intelectual a través de la personalización y la
originalidad de la época de entreguerras
mediante la combinación de un lirismo
estilístico con la descripción conductista.
El lirismo es una de las primeras características de su estilo, la llave de toda su
producción. La novelística de Merce Rodoreda puede calificarse de poética en el
sentido en que, ya en 1923, Paul Valéry
definía este tipo de narrativa como oposición a la poesía: una novela que descubre mundos interiores, sensaciones de
sorpresa ante un universo no gastado por
los tópicos. Al igual que la novela impresionista de Virginia Woolf, se inclina por
temas poco importantes, limitándose a
contemplar la vida desde el punto de vista
de la sensibilidad, a través de una trama
sencilla y cotidiana. Es partidaria de las
técnicas subjetivistas y su objeto narrativo
son las relaciones humanas y la dificultad
de comunicación que éstas ofrecen, algo
que, en definitiva, es también el tema central de buena parte de la literatura contemporánea del siglo %. Al igual que
Woolf, Stein o la escuela de Oxford, convierte lo efímero en lo más importante y la
cosa más cotidiana, el instante más pequeño, se vuelve el eje de la verdad, entre
la eternidad y el olvido.
Podemos dividir su producción en dos
bloques. En el primer bloque encontraríamos las novelas de aprendizaie, los "bildungsroman". Aloma (1938, reed. 1968),
La plaqa del Diamant (1962) y El carrer
de les Camelies (1966) constituyen un primer núcleo caracterizado por la iniciación de la heroína en el camino de la
vida, a través de la experiencia -negati-
LITERATURA
va- sexual que le lleva a una vida adulta
que elimina las ilusiones. El aprendizaje
deriva hacia la nostalgia de la infancia,
paralela al desencanto causado por una
realidad cada vez más dura. El choque
del paso niño-adulto se une a los problemas de las mujeres, abocadas a una existencia gris, sin ninguna esperanza, con el
w r o deseo de una seguridad económica
a cualquier precio, ya que el amor no
existe o les repugna. Entre estas heroínas,
la Natalia/Colometa de La plaga del Diamant sobresale por su proyección histórico-épica y por su técnica de notable elaboración.
Ahora bien, los detalles y las descripciones en estas novelas marcan un ambiente
poético que produce una primera -y generalizada a nivel de amplio consumoimpresión de obra suave y sentimental,
por no decir "rosa", pero que, después de
una lectura atenta, observando la distancia que la narradora siempre impone a la
realidad, presentan la crueldad y el pesimismo. Por otra parte, la minuciosa atención por los detalles, los objetos y los símbolos, vincula estas obras a la influencia.
del "nouveau roman", en el aspecto que
éste adopta del relato presentado a través del comportamiento de los personajes, es decir en la vinculación con toda la
novela "behaviorista" de precedentes
norteamericanos, una técnica evidente en
muchas de sus narraciones cortas. El pun-
to central es el mito del aprendizaje en
unos escenarios triviales y cotidianos, porque para Merce Rodoreda la vida es trivial y sus novelas son una deshumanización de la aventura humana.
En un segundo bloque, y fijándonos solamente en la producción más interesante, aunque todo el conjunto de su producción sea destacable, Mirall trencat
(1974))sintetiza todos los temas, técnicas
y recursos anteriores y abre nuevos hori:
zontes porque es la novela de la madurez, del desencanto, del sentimiento trágico cuando se ha consumado la decadencia de un mundo pasado, que ya no puede volver. Es la novela de la vejez, y las
preocupaciones sobre las heroínas individuales de la etapa anterior adquieren el
relieve de un retrato de la condición humana y, por tanto, se universalizan. La
decadencia es inevitable y en Mirall trencat no es un solo personaje el que se lamenta de su trágico destino, sino una multitud de voces que se juntan para dar un
punto de vista variado y múltiple y decirnos, con más intensidad, que la vida es
banal y que sólo queda la muerte como
valor absoluto, siempre partiendo de una
concepción simbolista de la vida y del
arte.
El estilo de la autora adquiere también
más madurez. N o se trata simplemente de
hacer una novela de folletín sobre un linaje familiar, sino, a la vez, de construir
una meditación sobre el paso del tiempo.
Los detalles se vuelven sutiles y simbólicos.
Sutileza como la del espejo -un instrumento femenino- que juega con el significado y el significante. El espejo resquebrajado del tiempo pasado, el espejo que
refleja cómo pasan los años y el mundo
feliz de la familia. Pero, también, el espejo
de Sthendal, que concibe los detalles
como una de las partes más importantes
de la novela. La vida, como novela, es un
espejo, testimonio mudo del paso del
tiempo. Espejo que refleja la vida a jirones -como la técnica narrativa-, espejo
que tiene diversas funciones o es de distintos modos. Pero espejo, al fin y al cabo,
que esconde la realidad, que no es otra
que la del sueño. Por esto, cuando el espejo-objeto se rompe, la decadencia del
linaje es patente, pero, a la vez, permite
un distanciamiento mítico porque la novela se transforma, entonces, en sueño,
aquello que la autora desea.
Merce Rodoreda opta por el mito y la
nostalgia del pasado, porque el futuro se
impone a regañadientes, incluso cuando
el presente tampoco sea, para la vida
adulta y gris que comporta, deseable.
Con temas, personajes, escenarios y argumentos cotidianos ha sabido crear
todo un universo muy particular, porque
aplica su teoría: "Toda novela es convencional. La gracia consiste en hacer que no
lo parezca."
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La p l a p del Diamant
MERCERODOREDA
a Julieta vino expresamente a la pastelería para decirme que, antes de rifar el ramo,
rifanan cafeteras; que ella ya las había visto: preciosas, blancas, con una naranja pintada,
cortada por la mitad, enseñando los gajos. Yo no tenía ganas de ir a bailar, ni tenía ganas
de salir, porque me había pasado el día despachando dulces, y las puntas de los dedos me
dolían de tanto apretar cordeles dorados y de tanto hacer nudos y lazadas. Y porque
conocía a la Julieta, que no tenía miedo a trasnochar y que igual le daba dormir que no
dormir. Pero me hizo acompañarla quieras que no, porque yo era así, que sufría si alguien
me pedía algo y tenía que decirle que no. Iba de blanco de pies a cabeza; el vestido y las
enaguas almidonadas, los zapatos como un sorbo de leche, las arracadas de pasta blanca,
tres pulseras de aro que hacían juego con las arracadas y un bolso blanco, que la Julieta
me dijo que era de hule, con el cierre haciendo como una concha de oro.
Cuando llegamos a la plaza ya tocaban los músicos. El techo estaba adornado con flores y
cadenetas de papel de todos los colores: una tira de cadeneta, una tira de flores. Había
flores con una bombilla dentro y todo el techo parecía un paraguas boca abajo, porque las
puntas de las tiras, por los lados, estaban atadas más arriba que en el centro, donde todas
se juntaban. La cinta de goma de las enaguas, que tanto trabajo me había costado pasar
con una horquilla que se enganchaba, abrochada con un botoncito y una presilla de hilo,
me apretaba. Ya debía de tener una señal roja en la cintura. De vez en cuando respiraba
hondo, para ensanchar la cinta, pero en cuanto el aire me salía por la boca la cinta volvía a
martirizarme. El entarimado de los músicos estaba rodeado de esparragueras que hacían
de barandilla, y las esparragueras estaban adornadas con flores de papel atadas con alambre delgadito. Y los músicos, sudados y en mangas de camisa. Mi madre muerta hacía
años y sin poder aconsejarme y mi padre casado con otra. Mi padre casado con otra y yo
sin madre, que sólo había vivido para cuidarme. Y mi padre casado y yo jovencita y sola
en la Plaza del Diamante, esperando a que rifasen cafeteras, y la Julieta gritando para que
la voz pasase por encima de la música, jno te sientes, que te arrugarás!, y delante de los
ojos las bombillas vestidas de flor y las cadenetas pegadas con engrudo y todo el mundo
contento, y mientras estaba en Babia una voz que me dice al oído: ¿bailamos?
Traducción de Enrique Sordo
NOTA: Tras los originales en catalán, se incluye la relación de traducciones existentes de cada uno de los autores.
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