Panticosa lírica o el balneario en broma

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92 San Lorenzo
Diario del AltoAragón - Viernes, 10 de agosto de 2012
CULTURA
El Bardo de los Pirineos. Panticosa lírica
Batallón de modistillas
Panticosa
lírica o el
balneario
en broma
Un librito festivo de 1927
Por Javier BARREIRO BORDONABA
Escritor
C
OMO es de rigor, dada su
importancia como establecimiento vacacional y
curativo, el balneario de Panticosa aparece como escenario de
diversas obras literarias desde el
siglo XIX. Citaré tres de ellas, separadas en el tiempo. En 1903,
el filipinólogo y efímero gobernador civil de Huesca, Wenceslao Retana, al que dediqué un
artículo hace tres años en este mismo suplemento, publicó
en la madrileña editorial Fernando Fe, La tristeza errante,
novela con pujos regeneracionistas que fue reeditada treinta
años más tarde por la editorial
del aragonés Ramón Sopena.
En 1954, el periodista Ramón
Salanova, oriundo de Bolea y
de cuyo nacimiento este año
se cumple el centenario, publicó la novela Balneario, editada
por El Noticiero, periódico para
el que escribía. Y hace sólo tres
años, el vizcaíno Alejandro Salvador Zazurca, afincado en Zaragoza desde 1972, publicó en
la editorial Mira, La fuente de la
belleza. Diario del balneario de
Panticosa.
Pero no son estas obras, unas
más y otras menos accesibles en
el día de hoy, las que quiero glosar, sino un raro folleto poético
de 1927, titulado Panticosa lírica, firmado con el seudónimo
El Bardo de los Pirineos. Con el
subtítulo “Colección de versos
y cantares compuestos en momentos de buen humor” y editado en Madrid por la Imprenta
y Encuadernación de Julio Cosano, el texto, de tan sólo dieciséis páginas, se recoge en la
bibliografía que José Luis Calvo
incluyó en su estudio, El modernismo literario en Aragón, Zaragoza, IFC, 1989 (p. 231) aunque
el libro tenga muy poco que ver
con este movimiento poético y,
también, en mi Diccionario de
Autores Aragoneses contemporáneos (1885-2005), Zaragoza,
DPZ, 2010 (p. 146). Sin embargo, no he logrado encontrar dato alguno sobre la identidad de
este Bardo de los Pirineos.
El seudónimo proviene de
un personaje de la trilogía lírica de Felipe Pedrell, Los Pirineos
(1891), compuesta sobre un extenso poema de Víctor Balaguer.
El compositor catalán lo utilizó
para firmar el ensayo-manifiesto, “Por nuestra música”, que
incluyó como introducción a su
obra. Pero, de hecho, El Bardo
de los Pirineos es un personaje
intemporal de dicha ópera, que
va rememorando y cantando la
historia de los montes pirenaicos desde Navarra a Cataluña.
Se trata de una figura venerable
que viste la blanca túnica de los
bardos celtas y porta un arpa de
oro.
Volviendo a Panticosa lírica,
ilustrada con varios dibujos de
carácter humorístico, en su cubierta, un gato negro, porta un
laúd. El texto comienza con un
soneto, “Las aguas de Panticosa” en el que se publicitan los
beneficios que las termas del
balneario obran en los tuberculosos. Prosigue con una parodia del cuplé de Álvaro Retana y
Gaspar de Aquino, “Batallón de
modistillas” (1912), en la que se
nombra a varios de los empleados del hotel y se advierte de
que el doctor, ya en su primera
visita, prohibirá fumar y beber
a los pacientes. A continuación,
una breve parodia de “La Marsellesa”, entona su guerra a las
enfermedades
respiratorias.
Con la música de la canción napolitana “¡Oh, Mari!”, se canta
al buen humor y al olvido del
sufrimiento. Sigue después, y
con música del sainete lírico El
gorro frigio (1888), una canción
que cuenta como un banquero
con seis hijas, logró casarlas en
media docena de años de visitas
a Panticosa y cómo una dama
millonaria también consiguió
marido.
Aparecen, luego, la partitura
y la letra de un danzón cubano,
estilo que empezaba por entonces a ponerse de moda. Con el
título “Manuel”, contiene varias recomendaciones para disfrutar y sacar buen rendimiento
de la estancia en estas termas.
Siguen, después, la partitura
y letra de un “Himno” en seis
partes, en el que se describen
jocosamente varias de las particularidades del balneario:
Los que tenéis bronquitis
con vómitos de sangre,
con fiebre, inapetencia
y gran demacración,
debéis beber el agua
del manantial del Hígado
y tomar con constancia
y fe su inhalación.
De nuevo una parodia del
cuplé “Las caramellas”1, del
que se aporta también un fragmento de su partitura. En ella
el visitante se sorprende de cómo, habiendo pensado encontrar allí enfermos y depresivos,
se tropieza con gente de buen
humor en la que el agua milagrosa ha operado una positiva
transformación. Otro elogio de
las aguas, emprende el siguiente cantable, con música de La
Corte de Faraón (1910). En la penúltima página, y bajo el título
de “Cantares, guajiras y jotas”,
una serie de nueve coplas con
temática variada. Finalmente,
dos guajiras de diez versos romanceados y un “Decálogo del
Batallón de modistillas
enfermo del pecho”, con temática muy similar a lo anterior, rematan el folleto.
Es muy probable que estos
versos se escribiesen para alguna representación jocosa, pues
en la parodia de “Batallón de
modistillas”, se alude a un coro que, mientras entona que no
fumar es lo mejor asintiendo a
las recomendaciones del doctor, todos sus miembros andan
dándole al pitillo. Sin duda, los
asilados, que en sus largas ho-
>El Bardo de los
Pirineos es un
personaje intemporal
de dicha ópera, que
va rememorando y
cantando la historia
de los montes
pirenaicos desde
Navarra a Cataluña
ras de ocio establecían fácilmente relaciones amistosas, se
juntaban por afinidades y los
afectados de fibra literaria, prepararían funciones, lecturas de
parodias y poesías satíricas que
amenizarían las tardes y las noches de los alojados
De no aparecer algún documento o referencia, es muy difícil presuponer el autor, pues
apenas hay elementos que nos
puedan orientar en una u otra
dirección. Únicamente, la elección del seudónimo El Bardo
de los Pirineos y la inclusión de
partituras en el texto, puede hacer pensar que dicho autor tuviera conocimientos de música.
Es posible, asimismo, que en
alguna de las composiciones o
partituras estuviera la mano de
más de un autor.
Nota:
En la partitura original su título es “Les caramelles” (en Cataluña, canciones populares
que se cantaban en la Pascua
de Resurrección) y figura como marcha. Sus autores son
Juan Misterio, seudónimo de
Juan Casas Vila, y Cándida Pérez Martínez. Popularizado
por la menorquina Pilar Alonso, fue una de las piezas principales en la época de apogeo
del cuplé catalán (1915-1926).
1
Por Luis CAMPO VIDAL
Ingeniero y escritor
C
AMPORRELLS celebra
cada año la plantada “lo
Mai”, del mayo. Una ceremonia ancestral que empieza
la noche del 30 de abril y termina la madrugada del 1 de
mayo. La fiesta consiste en cortar un chopo en las afueras del
pueblo, que se traslada hasta la
plaza de la iglesia para plantarlo de nuevo.
Los orígenes de esta fiesta se
remontan a las antiguas civilizaciones de los fenicios y los
griegos y llegó a celebrarse en
diferentes lugares de Europa,
pero esta tradición ha ido desapareciendo con los años.
En Camporrells, en cambio,
se mantiene con fuerza y además sus habitantes se permiten
el lujo de realizar toda la operación con métodos manuales,
con las mismas herramientas
que se utilizan desde hace siglos. El chopo se corta con un
hacha, se transporta a hombros
y se planta con ayuda de cuerdas, horcas y una pieza metálica, la parpalina.
La ceremonia es una fiesta
pagana que muestra una alegoría a la primavera.
José Guillén “Pepito de La
Justa”, presidente de la “Asociació Totxets de Camporrells”
nos cuenta que antiguamente la plantada la protagonizaban únicamente los mozos del
pueblo, solo los hombres. Después de plantar el mayo, recorrían las calles de Camporrells
cantando canciones y haciendo paradas ante las casas de
las chicas del pueblo. A aquellas muchachas solteras que
consideraban guapas y simpáticas les dejaban una rama de
chopo colgada en su ventana,
a las antipáticas las “premiaban” con unas ramas de higuera o de habas. La tradición ha
ido evolucionando con el tiempo, de acuerdo a los cambios
sociales, culturales y de convivencia. Actualmente todo el
pueblo participa en la fiesta independientemente de la edad o
el sexo, ya sea cortando, transportando el chopo, replantándolo o como espectador.
El pasado 30 de abril tuve la
oportunidad de presenciar esa
ceremonia. Me impresionó el
elevado nivel de participación
popular. Me llamó especialmente la atención, una señora
muy mayor que, en plena madrugada, caminaba con dificultad, ayudada por un andador,
para no perderse el espectáculo. Daba la sensación de que
allí, a aquellas horas de la noche, estaban presentes todos
los habitantes de Camporrells,
sin excepción, además de numerosos invitados venidos de
fuera.
Es impresionante el derroche
de maña y fuerza que se necesita para efectuar toda esa operación de transporte y plantado
manual, no exenta de peligro.
El chopo, una vez plantado en el centro de la plaza de
la iglesia, tiene la función de
actuar como soporte de la estructura de la Fiesta Mayor de
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