Lope de Vega Carpio, La Dorotea, edición de Giuseppe

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ISSN: 1579-735X
Lemir 18 (2014): 9-12 Reseñas
Lope de Vega Carpio, La Dorotea, edición de Giuseppe
Grilli, Carmen Benavides y Blanca Periñán,
Collana: Iberica, 2012
Lope de Vega (1562/1635) logra con La Dorotea la culminación de su producción literaria. La edición de la que damos noticia nos acerca esta obra de la mano de los investigadores Giuseppe Grilli (profesor de literatura española en la Università degli Studi Roma
Tre, iberista, comparatista y responsable científico de la colección «Iberica»), Carmen
Benavides (especialista en la terminología del Siglo de Oro) y Blanca Periñán (profesora
en la Università di Pisa, y colaboradora externa del la RAE), quienes ofrecen una cuidada
y delicada edición bilingüe, presentando el texto castellano y su traducción al italiano encarados para poder confrontar sus lecturas.
No disponemos de un autógrafo de La Dorotea. Se conserva la edición príncipe de 1632
y después de ésta se publicarían dos ediciones más en el siglo xvii, en 1654 y 1675. En cambio, la Arcadia de Lope alcanzó dieciséis impresiones entre 1598 y 1630, a pesar de resultar
de un interés notablemente inferior para el público de hoy día. En el limitado éxito editorial quizá influyera el hecho de que La Dorotea no pertenece a un género (como el pastoril
o el picaresco) que contara con un público ya bien predispuesto para comprar cualquier
título nuevo. Lope nunca pudo olvidar a Elena Osorio, de modo que el amor de juventud siguió presente hasta los últimos años de su vida, cuando escribió La Dorotea. Y así, este texto
de «acción en prosa» está directamente inspirado en un episodio amoroso transcurrido
cuatro decenios antes, que dejaría una huella permanente en el alma y escritos del poeta.
El volumen objeto de esta reseña constituye la primera traducción integral (e interpretativa) en lengua italiana de la obra maestra de Lope de la que el lector hoy puede disponer. El nacimiento de esta edición cuenta —como se explica en el prólogo— con un estricto origen universitario: dos cursos de traducción literaria en la Universidad de Pisa dieron
comienzo al proyecto. Primero fue Giuseppe Grilli quien impartió esos cursos; después
de su traslado a Roma, se encargó Blanca Periñán de las clases. Y La Dorotea fue reiterado
objeto de estudio y ensayo por parte de ambos. Carmen Benavides siguió y colaboró como
alumna libre en aquellas clases y finalmente se sumó a la empresa traductora cuya puesta
a punto surgió de esos encargos docentes. Y es que La Dorotea, en efecto, con su estructura compleja se presta magníficamente como modelo de los escollos de la traducción entre
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lenguas aparentemente tan afines como el italiano y el castellano. Además, su variedad de
temas y estilos permite abordar diferentes modalidades y formas.
Como es sabido, teatro, novela e incluso ensayo se distribuyen en La Dorotea para dar
paso a una antología poética donde se da cabida a algunas perlas de sabiduría y técnica
y hasta de experimentalismo: baste con recordar tan solo las églogas llamadas piscatorias, las «barcarolas». Un aspecto este último que ha llamado la atención de distintos y
esmerados lopistas, empezando por J. M. Rozas; una atención merecida, aunque tal vez
haya contribuido a fragmentar la apreciación del texto cuya unidad es imprescindible
para entender su verdad poética. Los autores de la traducción se implican en esa línea de
exégesis con una meditada y clara decisión de abandono de la idea de traducción literal a
favor del uso de las equivalencias para dar sentido auténtico al texto, sobre todo en lo referente a la transacción del riquísimo patrimonio paremiológico incorporado en la obra.
Grilli, en una breve síntesis del trabajo de colaboración, en unas páginas de comentario al
final del libro, insiste en este aspecto de conjunto compacto, a pesar de su variedad constantemente buscada y no solo con finalidades de entretenimiento1. Porque, según estos
traductores-intérpretes italianos, se trata de una obra «culturalista», es decir, que hace
suyo el instrumento literario, pero marcando paso a la cultura2.
Si la polémica entre Lope y Pellicer tuvo sus vaivenes personales, y pequeñas guerrillas
madrileñas3, no cabe duda que La Dorotea pudo en su día, y sigue queriendo, rivalizar con el
Quijote cervantino en ofrecer una visión total (aunque para nada del todo omnicomprensiva e ideológica) del mundo. En este punto, aunque haya perdido la vigencia algo obsesiva
que tuvo un tiempo, cabe recordar la doble lectura que se ha dado mayoritariamente del
libro lopesco. Según algunos es obra de juventud, apasionado romance donde se traslucen
los amoríos del poeta con la actriz Elena Osorio, su fracaso y consiguiente desengaño. Según otros, más que de una revisión y posterior publicación de un inédito de antaño —ya
que la materia doroteica era explotada por el autor en múltiples géneros y obritas, desde
el poema de La hermosura de Angélica hasta una abundante serie de comedias contemporáneas o de costumbre— debe considerarse una obra (la decisiva) del ciclo de senectute4.
En realidad, hoy es decididamente mayoritaria la apreciación de La Dorotea como obra
cumbre de Lope y se reconoce su papel extraordinario en la fijación de la idea de Poesía (i.
1.– El propio Grilli se ha ocupado del texto de Lope en un monografía, Intrecci di vita. Intorno a «La Dorotea»
di Lope de Vega, Napoli, Il Torcolire - Università di Napoli L’Orientale, 2008; también Periñán había dedicado
un estudio a la obra, «Espacio de la ficción y espacio de la polémica: a propósito de La Dorotea», Anuario Lope
de Vega, 14 (2008), pp. 213-233.
2.– Grilli dedica a esta imbricación una breve antología y en el prólogo argumenta esa perspectiva de «cultura como clave».
3.– Recordemos lo que escribe Periñán en su artículo antes citado: «Por supuesto el más evidente es el
considerado por todos los críticos agresión no tanto o no sólo a Góngora y su escritura culta como a Pellicer
y sus comentarios a la obra gongorina, sobre todo inmediatamente tras la salida de las Lecciones solemnes, en el
verano de 1631, ‘en tiempo real’ diríamos hoy, y son las dos famosas escenas 2 y 3 del acto iv, completamente
centradas en la burla de la escritura que necesita la mediación del comentarista para ser entendida».
4.– Marcella Trambaioli ha investigado repetidamente y puesto al día la bibliografía sobre el tema. Véase
para un resumen la reseña de Marcella Trambaioli, «Giuseppe Grilli, Intrecci di Vite. Intorno a «La Dorotea»
di Lope de Vega», en Anuario Lope de Vega, xiv, 2008, Editorial Milenio, Universitat Autònoma de Barcelona,
pp. 487-495.
Lope de Vega, La Dorotea, ed. de Grilli, Benavides y Periñán
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e., Literatura, en el Fénix). En la versión italiana se percibe constantemente la opción de
los autores por la segunda interpretación y su lectura del libro como auténtico intento de
sintetizar una vida y una obra que, sin falsas modestias, el autor considera excepcionales.
Dadas esas premisas generales, creemos oportuno en esta sede intentar aclarar puntos
que la escueta presentación editorial del trabajo ha dejado un poco en la sombra. Por información directa de los autores, conocemos que la anotación del texto se debe principalmente a Blanca Periñán, que sintetiza con el don de la brevedad una larga acumulación de
materiales en buena medida incorporados en las ediciones comentadas que han permitido durante años el acceso a la obra, específicamente la de José Manuel Blecua (Madrid,
Revista de Occidente, 1955)5 y la de Edwin S. Morby (Valencia, Castalia, 1958) cuya versión definitiva (aunque minor) se lee en ‘Clásicos Castalia’ (1980).
En esta segunda edición de la traducción italiana (imprescindible tras una primera
impresión con algunas erratas) se tienen en cuenta también las consideraciones textuales y los comentarios de Donald McGrady en sus ediciones (Madrid, Biblioteca Castro,
1998; y Barcelona, Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg [Biblioteca Clásica de la Real
Academia Española], 2011). Asimismo, el texto, que ha sido restablecido a partir de los
ejemplares conservados de la princeps, tiene en cuenta las ediciones modernas, pero discrepa de ellas todas las veces que la traducción lo impone. Es decir, la traducción responde a una definición textual previamente fijada y que, aunque coincide casi siempre con
la última versión de McGrady, tampoco la sigue acríticamente. O dicho de otro modo, lo
que pretende el libro es ser una traducción más que una edición; y de hecho el resultado
es una lectura de la obra y una puesta al día de la interpretación de la misma. En eso difiere profundamente del ensayo de lectura y traducción parcial llevados a cabo por una
gran lopista, Alda Croce6.
En conclusión podríamos decir que, vertida al italiano, la lengua que tantas veces actuó como faro del renacimiento español, La Dorotea recupera todas sus pretensiones de
superar las distinciones de género y estilo que obsesionaban, sobre todo en Italia, a los
literatos, y que acabaron por marginar en aquel país esa gran literatura, ofreciendo de
hecho a los que escribían en español una fabulosa ocasión de modernidad y belleza. Lo
sintetiza Blanca Periñán de este modo:
Lope anciano ha lanzado su reto: incluir todo tipo de formas, mezclando y encadenando las unas a las otras gracias a su dominio de la tópica occidental, en demostración de su gran cultura en un momento en que cundía la fusión de géneros.
Y es que, a pesar de haber obtenido en los últimos tiempos una relevante atención crítica y una valoración literaria creciente, La Dorotea sigue siendo en parte un clásico de alguna manera marginado. En este sentido, la intención de la versión italiana actual es la de ser
5.– Luego corregida y aumentada en la versión publicada por Cátedra en Letras Hispánicas, 1996.
6.– A. Croce, «La Dorotea» di Lope de Vega Studio critico seguito dalla traduzione della parte principale dell’opera, Bari, Laterza,1940. Alda Croce era hija del hispanista y gran iniciador de los estudios eruditos en Italia
(específicamente en el terreno del hispanismo, antes de dedicarse a la crítica y la filosofía). De la misma estudiosa conviene recodar la modélica traducción de la Gatomaquia (La gattomachia, a cura di A. Croce, Milano,
Adelphi, 1983).
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explícitamente una invitación a la lectura y a la exaltación de un auténtico capolavoro, obra
maestra. De hecho, esta intención se confirma explícitamente en la presentación editorial:
La Dorotea, culmine della letterarietà lopiana, è il solo capolavoro della letteratura spagnola dei secoli d’oro a non aver ancora ottenuto il suo riconoscimento
internazionale. Testo e traduzione che qui presentiamo vogliono essere parte della sua definitiva valorizzazione nel canone occidentale. Prima traduzione integrale in italiano, è tra le pochissime realizzate nelle grandi lingue di cultura, con
l’americana del 1985 è l’unica posteriore a quelle ottocentesche.
Tal vez la parte más problemática del trabajo de los traductores haya sido la relativa a
los textos poéticos: la llaneza de Lope, insertada en un contexto de prosa, donde constantemente se barajan el estilo culto del entramado erudito y polianteico, junto con el registro satírico y hasta burlesco, resultaba de antemano una empresa de no fácil solución. El
criterio elegido es el de ofrecer una versión no rimada y solo parcialmente respetuosa de
la métrica, con el fin de poder mantener el equilibrio semántico entre las dos versiones.
En última instancia, la traducción —esfuerzo imposible de perfección, mejorable siempre—, en este caso, más allá de facilitar la lectura de un texto complejo a un lector no
especialista en literatura española áurea, estimula hacia una lectura nueva de uno de los
grandes libros de la Edad Moderna. En los momentos de traducción literal se consigue la
más valiosa aproximación textual, incluso a nivel hermenéutico. La Dorotea en italiano se
confirma, así, como libro que bajo la evidente historia de celos, como en otras piezas de Lope, elabora uno de los conceptos-clave del posthumanismo, la envidia, ya que el in-uidere es
el rasgo sobre el que se fundamenta el (des)equilibro de la República, como lo individualiza
el primer capítulo del Quijote de 1605. Y es esa mirada hostil la que acabará hundiendo la
sociedad y el estado moderno en la configuración que supieron darse en la Monarquía de
los Austria. Lope, con esta obra no va a la zaga ni de Góngora ni de Cervantes en su seria
reflexión sobre la realidad presente y sus contradicciones profundas hasta conseguir esa
profundidad que la llaneza de su estilo poético (cómico, insiste Pellicer y no lírico, como
merece ser tildado el del cordobés), había escamoteado. Pero escamotear no es anular.
La obra que supone la culminación de la creación literaria de Lope de Vega logra con
esta edición bilingüe un aliciente más para su difusión y conocimiento, a través de una
lectura en un agradable y espontáneo italiano que privilegia un registro expresivo sin demasiados arcaísmos, a través de las equivalencias —sobre todo en la considerable carga
paremiológica—, sin los corsés de una traducción excesivamente literal o que intentara primar la rima o el ritmo supeditando la coherencia del texto italiano. Sin duda, la
traducción italiana de Giuseppe Grilli, Carmen Benavides y Blanca Periñán es un texto lingüísticamente muy cuidado y accesible, pensado tanto para un público amplio con
inquietudes culturales, como para el investigador. En suma, esta edición de La Dorotea
contribuye decisivamente a divulgar una de las mejores muestras de la literatura áurea
española del siglo xvii, que no disfrutó del éxito editorial merecido en su tiempo.
Silvia C. Millán González
(Universitat de València)
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