Especial - Juventud Rebelde

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juventud rebelde
JUEVES
23 DE JUNIO DE 2016
INFORMÁTICA
Y NUEVAS TECNOLOGÍAS
ESPECIAL
05
A cargo de YURISANDER GUEVARA
[email protected]
Las máquinas y nosotros (I)
El robot, la aguja y la primera ley
Por vez primera un robot puede dañar a los humanos de forma intencional.
La creación, aunque artística, invita a reflexionar
sobre las aristas éticas, legales y hasta filosóficas del asunto
ROBOT. El término hoy conocido por todos
hace menos de un siglo nunca se había
empleado. Lo inventó Josef Capek en 1920,
hermano del escritor checo Karel Capek,
uno de los más importantes autores de la
literatura del siglo XX en su país, quien lo
utilizara por vez primera en su obra R.U.R.
(Rossum’s Universal Robots).
Etimológicamente hablando, el término
deriva de robota, palabra en idioma checo
que se usa para definir la «labor forzada»,
servil o esclava, que algo o alguien realiza.
Al ser traducida R.U.R. al idioma inglés, se
usó por vez primera el término robot, reconocido también por la Real Academia de la
Lengua Española.
Desde entonces la literatura de ciencia
ficción se ha nutrido de esta palabra en
numerosas obras, donde las máquinas son
tan o más avanzadas en su «inteligencia»
que los humanos.
En 1942 el escritor ruso Isaac Asimov
enriqueció la aplicación del término con sus
Tres Leyes de la Robótica, publicadas en su
libro Círculo vicioso. Las leyes son una serie de mandamientos destinados a proteger
a la humanidad que convive con estas máquinas avanzadas, y si bien son normas
usadas en la literatura, hasta hoy se han
constituido como el asidero ético más utilizado y analizado por la comunidad científica
en el área de la robótica.
Las leyes rezan lo siguiente: 1- Un robot no
hará daño a un ser humano o, por inacción,
permitirá que un ser humano sufra daño.
2- Un robot debe obedecer las órdenes
dadas por los seres humanos, excepto si
estas órdenes entrasen en conflicto con la
primera ley. 3- Un robot debe proteger su
propia existencia en la medida en que esta
protección no entre en conflicto con la primera o la segunda ley. Según los presupuestos de estas regulaciones, el robot que
las violase, moriría en el acto.
Como explicase el propio Asimov, sus
leyes buscaban contrarrestar el «complejo
de Frankenstein», o lo que es igual, el temor
a que el ser humano desarrollara máquinas
que hipotéticamente pudieran rebelarse
contra sus creadores.
A primera vista no habría problema para
hacer cumplir estas leyes en los robots, programación mediante. Son una suerte de
código moral del robot que definiría su forma
de actuar y comportarse como un ser moralmente correcto. ¿Es posible entonces que
un robot viole alguna de sus tres leyes y
«dañe» a un ser humano?
Según las historias de Asimov, a pesar
de las tres leyes siempre alguien resulta
herido o muerto por la acción de una máquina. Si nos trasladamos al mundo real, los
robots son también capaces de dañarnos.
En estos casos, la mayoría de las veces
los errores son humanos, como el de los
operarios de fábricas automatizadas que llegan a las noticias luego de sufrir daños, y
las causas varían entre equipos defectuosos
o fallas en su manipulación. También tenemos a la industria militar y sus mortíferas
máquinas. Pero, ¿qué pasaría si un robot
nos dañase «a propósito»? Eso es lo que ha
logrado un artista estadounidense.
LA PRIMERA LEY
Alexander Reben es un ingeniero en robótica que se dedica a emplear sus conocimientos para crear obras de arte con las
máquinas. En su web oficial, areben.com,
se pueden conocer una serie de iniciativas
enmarcadas en los usos que pueden tener
los robots a partir de la interacción con el
mundo que los rodea.
La última creación de Reben se llama La
primera ley y es, cuando menos, desconcertante. Se trata de un robot conformado
por una base y un brazo, este último armado con una aguja quirúrgica. En la base hay
un dispositivo triangular que es capaz de
contener el dedo de una mano.
El artista estadounidense programó al robot a partir de redes neuronales para que,
al detectar un dedo en el dispositivo triangular de la base, decida «por sí mismo» si lo
va a pinchar o no con su aguja. Es la primera vez en la historia que un ser humano
crea una máquina capaz de atacar de forma
intencionada.
«Contamos con drones y armas mortales capaces de eliminar a los seres vivos,
pero en ellos media la decisión del ser humano que los opera. Este robot es diferente porque es capaz de tomar decisiones por
sí mismo. El hecho de que el robot decida
no dañar a alguien —lo cual es impredecible—, es lo que hace surgir preguntas
APPLICANDO
Google Now Launcher
NO se trata de una aplicación de personalización del teléfono. Más bien apunta
a un complemento para el rendimiento del
terminal. Con apenas 15 megabytes de espacio
importantes y lo convierte en algo
singular. Aunque existan máquinas capaces de hacer daño, la
responsabilidad moral reside
en sus operarios. Mi robot
solo daña con el pinchazo de una aguja,
pero ahora que
existe un tipo de
máquina como esta, debe ser confrontada»,
afirma Reben en su web.
El artista espera que personas de campos tan dispares como el del Derecho, la
filosofía y la ingeniería se unan en una discusión profunda en torno a las implicaciones de su robot.
Al respecto, la investigadora Kate Darling,
del Instituto Tecnológico de Massachusetts,
Estados Unidos, quien se dedica a analizar el
impacto social a corto plazo de tecnologías
robóticas, ha declarado al portal fastcompany.com que le gusta la idea de Reben, aunque «no pondría su dedo en el dispositivo».
Darling advierte que mientras más nos
alejemos de nuestra responsabilidad con la
forma en que se puede comportar una máquina, el daño que esta podría causar sería
más «intencional» en los términos que hoy
acogen los sistemas legales.
Por eso, agrega la investigadora, en la
medida en que la tecnología mejore y los
robots se hagan más autónomos y cotidianos en nuestro entorno, debemos repensar
la forma en que interactuamos con ellos y a
qué debemos atenernos.
Desde el punto de vista de la responsabilidad, comenta Darling a la referida
publicación web, los robots se volverán
más comunes en nuestras vidas en las
próximas décadas. Serán más que meras
herramientas a nuestra disposición, tal y
como hoy los vemos. El incremento de tecnologías autónomas podría hacer que viéramos a los robots más como animales,
en el sentido de que no podemos predecir
lo que van a hacer.
Científicos de la talla del británico Stephen Hawking han advertido de los peligros que podrían representar los robots
del futuro, una vez se logren sistemas de
inteligencia artificial similares al comportamiento humano, con todas sus luces y
sombras.
utilizado en su almacenamiento, Google Now Launcher es
una ligera herramienta de inicio para tu dispositivo.
Si bien no permite cambiar el aspecto de los íconos de las
aplicaciones, y tampoco cuenta con opciones de personalización avanzadas, acaso la mejor característica de Google
Now Launcher es su nulo consumo de memoria RAM. En
pruebas realizadas durante tres días, esta herramienta no
consumió recursos de la memoria disponible en el terminal.
Al mismo tiempo, el nivel de la batería se mantuvo bueno, lo cual indica que al no poseer muchos procesos en
segundo plano, este lanzador es ideal para los terminales
gama media.
Tiene un «problema» de serie en los teléfonos móviles,
El robot de Alexander Reben, capaz de dañar
intencionalmente, abre una discusión sobre
el futuro de esta disciplina científica. Foto:
Alexander Reben
TOMANDO MEDIDAS
El robot La primera ley es una muestra
de cómo se pueden traspasar fronteras éticas hasta ahora solo delineadas en la literatura, cuestión que algunos países ya
comenzaron a tomarse en serio.
El pasado 21 de mayo el diario Japan
Times anunció que el Ministerio de Economía, Comercio e Industria de Japón prepara
guías de seguridad para los fabricantes de
robots en el futuro cercano.
Preocupados por las consecuencias que
pueda tener para la sociedad la introducción
de robots en la vida cotidiana, autoridades
de esa cartera indicaron que los fabricantes
requerirán instalar sensores que eviten que
los robots choquen contra las personas, al
tiempo que las máquinas deben ser construidas con materiales suaves para que en
caso de suceder una colisión, los humanos
no sufran daños.
Otra medida no menos importante es la
implantación de un botón de emergencia
capaz de apagar completamente al robot si
este funciona mal.
Japón, en particular, trabaja de forma acelerada en la robótica para usarla como mano
de obra, debido a la crisis de natalidad que
padece desde hace años. La falta de trabajadores, esperan las autoridades niponas,
podría ser paliada con máquinas. Mientras
ese momento llega, han comenzado a tomar
medidas preventivas.
Acaso coincida conmigo en que la idea
de los japoneses parece ser la más lógica.
A fin de cuentas, si ya un robot de mesa es
capaz de pincharnos con una aguja, ¿qué
podrían hacer aquellos equipados con algo
más letal?
ya que la pantalla no cambia de posición vertical a horizontal. Empero, se corrige con unos simples pasos. Primero,
es necesario poseer la aplicación de Google para Android
actualizada a su versión 5.8 o superior. Desde esta última
aplicación se personaliza el comportamiento del launcher.
Entre los ajustes aparece una opción llamada «Permitir rotación», la seleccionamos y el móvil cambiará de posición a
nuestro antojo.
Google Now Launcher está disponible para dispositivos
con Android 4.0.1 o superior, y si está el terminal en línea
la barra de búsqueda permite encontrar lo que deseemos,
ya sea a mano o mediante el uso de la voz.
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