[ ellos ] le crucificaron allí

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«[ ellos ] le crucificaron allí»
David Roper
Y cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y
otro a la izquierda. Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus
vestidos, echando suertes. Y el pueblo estaba mirando; y aun los gobernantes se burlaban de él, diciendo: A otros
salvó; sálvese a sí mismo, si éste es el Cristo, el escogido de Dios. Los soldados también le escarnecían,
acercándose y presentándole vinagre, y diciendo: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo. Había
también sobre él un título escrito con letras griegas, latinas y hebreas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS (Lucas
23.33–38).
Cuando era como la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Y el sol se oscureció,
y el velo del templo se rasgó por la mitad. Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos
encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró (Lucas 23.44–46).
s una infinidad de muertes la que ha habido
sobre esta tierra, pero he aquí una muerte que
fue diferente de todas las demás (Mateo 27.54). A
pesar de la magnitud de esta muerte, el relato de
ella se resume en cuatro palabras del texto bajo
estudio: «[ellos] le crucificaron allí» (Lucas 23.33).
E
¿QUIÉNES?
¿Quiénes fueron responsables de la muerte
de Cristo en la cruz? En primer lugar, fueron
responsables los judíos. Ellos planearon esa muerte
(Mateo 27.1–2), y exigieron que Él muriera (Marcos
15.12–14). Fue por causa de la envidia y del prejuicio
que le crucificaron. En segundo lugar, fueron
responsables los soldados romanos. Estos fueron los
que llevaron a cabo el acto en sí de poner a Jesús en
una cruz. Le crucificaron por ignorancia (Oseas
4.6). Por último, somos responsables nosotros.
Fueron nuestros pecados los que le clavaron en la
cruz (Isaías 53.6; 1era Corintios 15.3; 2a Corintios
5.21).
¿Tenían los judíos suficiente influencia política
para hacer que Cristo fuera a la cruz si Él no
deseaba ir? ¿Tenían los soldados romanos suficientes legionarios para obligarlo a estar allí? La
respuesta es un rotundo ¡No! (Vea Juan 10.17–18;
Mateo 26.52–53.)
Fueron nuestros pecados los que le hicieron
clamar a gran voz (Mateo 27.46). El pecado separa
a la gente de Dios (Isaías 59.1–2). El más terrible
castigo que se sufre en el infierno es que allí la
gente estará separada de Dios (2a Tesalonicenses
1.9) ¡y Jesús sufrió los dolores del infierno por
nosotros!
¿A QUIÉN?
¡Fue el Hijo de Dios quien murió en esa cruz! La
que una vez fue instrumento de tortura, es hoy el
símbolo de todo lo que es bueno, noble, inspirador
y santo. ¿Por qué? ¡Porque quien murió allí fue
alguien único! ¡La influencia de Jesús continúa
viva! ¡Él es verdaderamente el Hijo de Dios!
¿QUÉ?
Cristo murió en la cruz romana, el instrumento
de tortura más cruel que jamás se concibió. No
obstante, la cruz fue solamente la culminación del
sufrimiento físico que padeció nuestro Señor.
Vuelva a recrear en su mente los sufrimientos de
Él.1 (Lea Mateo 26.39 e Isaías 53.4.)
¿DÓNDE?
¿Dónde crucificaron a Cristo? Lo crucificaron
en un lugar cruel: el Gólgota, el Calvario, «el
Lugar de la Calavera». Era un lugar vergonzoso: en
medio de dos ladrones. Era, no obstante, un lugar
apropiado: Fuera de los muros de la ciudad (Hebreos
13.11–12; vea Hechos 7.58). Por último, era un
lugar visible: junto a un camino muy transitado
(Marcos 15.29–30).
CONCLUSIÓN
¿Qué significa este relato para usted y para mí?
Significa que Dios nos ama y que nosotros podemos
ser salvos (Marcos 16.16; Juan 14.15).
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Narre brevemente los eventos de la traición, el arresto,
los juicios, el castigo y la crucifixión de que fue objeto
Jesús.
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