EDITORIAL ARGENTINA SEIKYO Determinar es el factor determinante:

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EDITORIAL ARGENTINA SEIKYO
Determinar es el factor determinante:
Es cierta aquella frase que dice: “querer es poder”? Hasta donde es capaz de influir la
decisión interior en los acontecimientos de una persona? Preguntas que encuentran
respuestas en el principio budista de ichinen sanzen.
Piedra libre para el tigre
Dentro de los numerosos escritos de Nichiren Daishonin, existe uno muy conocido
llamado “El general Tigre de Piedra”. Allí, el Buda relata la historia de un renombrado
general de la antigua China, llamado Li Kuang. Al parecer la madre de este habría
muerto tras el ataque de un feroz tigre. En cierta ocasión, Li Kuang se encuentra con el
salvaje tigre y, colmado de ira por la muerte de su madre, lo atraviesa con una flecha. Al
acercarse para ver a su presa, se da cuenta de que se había equivocado, y que lo que
había creído un tigre era una simple roca, con una forma semejante a la del animal. Sin
embargo, la flecha estaba realmente clavada en ella. Sorprendido por esa hazaña tan
increíble, Li Kuang volvió realizar varios intentos de atravesar la roca con una flecha,
pero jamás pudo lograrlo por segunda vez.
La conclusión de la historia es que la decisión del general fue tan fuerte, que le permitió
lograr lo que “racionalmente” se consideraba imposible. Pero luego, cuando fue
consciente de esa realidad, o sea, cuando supo que se trataba de una roca y no, de un
tigre, no logro superar la barrera de lo racionalmente aceptable (que una flecha de
madera es incapaz de atravesar una piedra). No pudo romper con lo que generalmente se
considera sentido común.
Hoy, si bien es poco probable que un familiar o un amigo sea devorado por un tigre (a
menos que quien este leyendo estas líneas se encuentre en alguna selva africana), si es
muy común toparse con grandes piedras en el camino de la vida diaria. Y lograr
atravesarlas, tal como el primer flechazo de Li Kuang contra la roca, depende de una
sola palabra: decisión.
Tres cosas hay en la vida: realidad, decisión y convicción
Ni salud, ni dinero, ni amor. La vida es una constante decisión. Ya sea para bien o para
mal, vivimos decidiendo. Tomemos un ejemplo: alguien se despierta a media noche y
tiene sed; va a la cocina, se sirve un vaso de agua y lo toma. Esa persona tuvo que
realizar varias decisiones aun para una acción tan sencilla. La decisión de saciar la sed
en lugar de seguir durmiendo; la decisión de buscar el agua en la cocina en lugar del
baño; la decisión de tomar agua en lugar de jugo, etc. Nada pasa por que si, y todo pasa
porque lo decidimos. Si se define como realidad la sed de la persona, se podría decir que
la acción de levantarse y tomar agua para modificar esa realidad fue producto de su
decisión previa. Sin embargo, hay un tercer factor que entra en la cancha en este partido
entre realidad y decisión: la convicción. Volviendo al ejemplo de la nuestro desvelado
sediento, ese nuevo factor tuvo una fundamental incidencia en su decisión. Para el,
tomar la resolución de saciar la sed fue sencillo, porque sabia objetivamente que tenia
agua para hacerlo, es decir, tenia la convicción de contar con los medios para hacer
realidad su decisión. Eso es pura lógica; resulta muy fácil decidir algo cuando sabemos
que lograrlo esta a nuestro alcance. Pero si esa persona hubiera pensado que tal vez no
había nada para tomar en la heladera, y que se le había cortado el agua corriente de la
red, posiblemente habría decidido aguantar y volver a dormirse. En tal caso, en lugar de
que su decisión modificara la realidad, la realidad terminaría modificando su decisión.
Y el dilema es el que todos enfrentamos a menudo; existe una tendencia casi natural a
adaptarnos a la realidad, en vez de luchar por modificarla: si nos bajan el sueldo, lo
primero que pensamos es como hacer para seguir viviendo con menos dinero, en lugar
de pensar como hacer para volver a ganar la misma suma. Nuestras decisiones terminan
relegadas bajo el duro manto de la realidad, y por ello mismo, se nos hace imposible
modificarla. Es una especie de macabro círculo vicioso en el que por no estar seguro, no
tomamos la decisión, y por no tomar la decisión, no podemos lograr aquello de lo que
no estábamos seguros.
Por eso, tal vez la clave este en como tener la seguridad de que podemos concretar todo
aquello que decidimos o nos proponemos. Y en ese aspecto, la filosofía del Budismo
tiene mucho para aportar. O no, o si, o no, o si (vieron que, de verdad, dudamos
mucho?).
Poder quiere decir que se puede
El principio budista de la verdadera entidad de todos los fenómenos (shoho jisso)
explica la base teórica que garantiza al ser humano su posibilidad de modificar la
realidad. La frase, todos los fenómenos (jisso) se refiere a todas las formas y
acontecimientos que ocurren en el mundo real, todo lo que pasa y nos pasa. En la frase
verdadera entidad (shoho), entidad se refiere a algo así como la verdadera esencia de
todas las cosas. Esa esencia, si bien no es visible, existe sin falta. Funciona de manera
análoga a la conocida ley de gravedad, que, si bien no es visible en si misma (tal como
la verdadera entidad), se deja ver a través de una manzana que cae (el fenómeno).
Esa verdadera entidad se manifiesta como fenómeno a través de lo que se conoce como
los diez factores de la vida. Ellos son: la apariencia, la naturaleza, la entidad, la fuerza,
la causa interna, la relación o causa externa, el efecto latente, el efecto manifiesto y su
coherencia del principio al fin.
Apariencia se refiere a la forma de las cosas. Naturaleza, al potencial interno que no se
ve desde el exterior. Entidad, a la entidad de la vida, que se manifiesta a través de la
apariencia y la naturaleza. Estos tres factores juntos permiten que una vida individual
pueda verse como un todo integrado. No existe una persona que no tenga apariencia o
que no tenga naturaleza; todos nosotros estamos compuestos por los tres. El factor
poder se refiere a la fuerza y al potencial latente en la vida. Influencia, a la actividad de
ese poder cuando se manifiesta en la realidad visible. Causa inherente indica las causas
de cambio interno que posee un fenómeno, y relación, las condiciones externas e
internas que hacen que la causa inherente se manifieste. Efecto latente es el efecto
directo de cualquier cambio, y el efecto manifiesto, la manifestación perceptible de ese
efecto latente. De esa manera cobra sentido uno de los conceptos fundamentales del
Budismo: el de causa y efecto.
El ultimo de los diez factores, coherencia del principio al fin, como su nombre lo indica,
hace referencia a que todos los factores anteriores son coherentes entre si. Por ejemplo,
sucede algo tan cotidiano como que nuestra cara refleje nuestro estado de ánimo. Que le
vamos a hacer!
Cuando uno percibe todo esto desde lo profundo de su vida, se convierte en lo que se
conoce como un buda. Un buda, o la Budeidad, no es ni más ni menos que disfrutar el
estado de vida desde el cual se puede percibir esa realidad genuina. En definitiva, dicha
realidad es Nam-myoho-renge-kyo o la vida universal. Es por ello que todos los
fenómenos (nosotros incluidos como tales), las plantas, la piedras, etc. Son
manifestación de Nam-myoho-renge-kyo. O sea que todos los fenómenos se refiere a
cada forma individual de vida, mientras que la verdadera entidad de esos fenómenos
constituye una gran y única fuerza cósmica vital.
Así como cada uno vive su vida de manera individual, al mismo tiempo es parte de esa
gran vida cósmica que se conoce como ley de Myoho-renge-kyo. Cada existencia
individual (los fenómenos) es igual a la vida cósmica (verdadera entidad). Y la vida
cósmica (verdadera entidad) no existe separadamente de la vida de cada individuo
(todos los fenómenos). Constituyen una misma cosa que no se puede dividir.
Microcosmos y macrocosmos están tan profundamente unidos, que cada uno contiene
en si mismo al otro; por lo tanto, lo que consideramos externo tiene tanta injerencia
sobre nuestra vida como nosotros tenemos injerencia en lo externo.
Mediante ese principio, la filosofía budista garantiza nuestra capacidad de modificar la
realidad objetiva. No estamos indefensos ante las circunstancias; por el contrario,
tenemos todo el potencial necesario para cambiarlas: esta dentro de nosotros. Por ello, la
entidad de todos los fenómenos es, en su sentido fundamental, un principio referido a la
transformación del presente. La idea no es alejarse de la realidad, por más sufrimientos
que esta nos depare. Es extraer y hacer surgir el estado de Budeidad desde el interior
mismo de la vida, para generar un cambio en el mundo fenoménico. Y así, desde la
Budeidad, imprimir cambios positivos en la realidad fenoménica.
La voz de la Ley Mística que emitimos cuando invocamos Nam-myoho-renge-kyo al
Gohonzon de la verdadera entidad de todos los fenómenos hace brotar desde nuestro
interior nuestra propia naturaleza de Buda. Cuando esta aflora, busca manifestarse
externamente. O sea que, cuando invocamos, nosotros mismos (todos los fenómenos)
brillamos como entidades de la Ley Mística (verdadera entidad).
Cuando podemos percibir realmente dicho principio, las ilusiones, bajo cuyas
influencias hemos venido viviendo, desaparecen por completo, y dejamos de vernos a
nosotros mismos como seres pequeños e insignificantes, y nos volvemos conscientes de
nuestra infinita capacidad de cambio.
Mejor decidamos decidir
Desde tal perspectiva, la postura de una persona es un factor determinante de su realidad
objetiva y por eso cobra una importancia total. La realidad que nos toque vivir es un
hecho, no podemos elegir otra; pero si podemos elegir generar una decisión interior
capaz de modificarla. Esa decisión interior, o ichinen, hace la diferencia.
La decisión es invisible, pero se manifiesta en el momento crucial. Controla todos los
aspectos de un individuo, a cada instante, todos los días de su vida.
Supongamos por un momento que nuestro corazón o la determinación que albergamos
en el son como un pintor. Lo que cuenta es la actitud básica que domina el interior, el
instante vital de nuestra vida. Lo importante es plasmar en el corazón la imagen de lo
que queremos, lo más claramente posible. Ese retrato se convertirá en el diseño del
futuro de uno mismo. Y la fuerza de la postura nos permitirá interpretar, con nuestra
vida, una obra, de acuerdo con ese bosquejo. Por eso, cuanto mas detallado sea el plano
en nuestro corazón, tanto mejor será. Todo depende de lo que albergue el corazón. La
oración sincera sin falta recibe respuesta. Pero, si uno decide que algo será imposible,
en total coherencia con esa decisión interior, hasta las cosas mas sencillas nunca
lograran concretarse. Por otro lado, cuando uno tiene la convicción de poder hacer algo
sin falta, ya esta un paso mas cerca de hacerlo realidad. De acuerdo con el principio de
ichinen sanzen, los pensamientos y sentimientos negativos cobran forma en la realidad,
y producen resultados negativos. Las personas que albergan pensamientos negativos
crean, en su propia vida, efectos que concuerdan perfectamente con su forma de pensar.
Por eso es que es tan importante ser optimistas; en el Budismo no hay lugar para el
pesimismo. No hay lugar para quien es tan, pero tan negativo que, cuando le preguntan
si ve el vaso medio vacío o medio lleno, responde: Lo veo roto.
Pasado, presente y futuro
El Budismo expuesto por Sidharta Gautama o Shakyamuni se denomina del verdadero
efecto (hon ga myo), porque observa el instante presente como el efecto del pasado. O
sea que, mirando hacia atrás, analiza cuando y como se formaron las causas de nuestra
situación actual.
En contraste, el Budismo explicado por Nichiren Daishonin se llama de la verdadera
causa (hon nin myo). Su énfasis esta puesto en tomar al momento actual como una
causa hacia el porvenir. Es una actitud que intenta abrir ampliamente el futuro, a partir
de una acción emprendida fuertemente con total conciencia de ello.
Y en ello es fundamental la decisión con convicción; cabe aclarar que eso no se refiere a
un pase mágico, como quien se levanta un día decidido a cambiar el mundo, se pone la
capa y emprende su vuelo en busca de aventuras heroicas. Hay muchas capacidades
adquiridas en la vida: la de decidir con convicción también es una de ellas. Y el mejor
campo de entrenamiento son los momentos cruciales. Nuestra personalidad va tomando
forma de acuerdo con lo que hacemos en esos precisos momentos. Superar un obstáculo,
como si pasáramos por encima de una pared para ir en busca de un espacio amplio y
despejado, es el entrenamiento que acrecienta nuestra decisión.
Ya llegamos al final y solo nos queda mencionar un aspecto importante en lo que a
decidir se refiere. En uno de sus escritos, Nichiren Daishonin habla de la confianza en el
momento de encarar nuestra oración: Aquellos que creen en el Sutra del Loto
acumularan una buena fortuna [que proviene] desde diez mil millas•h.
Por más que uno tenga una enorme campana, si la tañe con un palito pequeño no lograra
extraer un buen sonido. Así lo explica el presidente Ikeda en una guía dada
recientemente:
Nuestra oración debe ser ferviente,
poderosa y profunda!
Con tal fortaleza espiritual,
podemos enfrentar de lleno
cualquier dificultad
y vencerla!
Ahora, con los fundamentos doctrinarios de por que pasa lo que queremos que pase,
estamos listos para decidir el objetivo que queramos, cualquiera sea, con la convicción
de que lo vamos a lograr sin falta; con la misma convicción con que tomamos un vaso
de agua cuando tenemos sed.
Por Editorial Seikyo
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