Presencia internacional de América Latina

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AMÉRICA LATINA, ENTRE LA AUTONOMÍA Y LA SUBORDINACIÓN
Introducción
1. Una década perdida a favor de EE.UU.
2. El caso peruano
3. Bibliografía
Es difícil de concebir a América Latina como una región autónoma, con decisiones soberanas en sus políticas
internacionales. La historia de las Relaciones Internacionales han estado plagadas de intervencionismos por
fuerzas superiores, económica y socialmente. Nos referimos claro está, a los Estados Unidos, con una política
claramente intervencionista.
Es difícil de concebir que las políticas internas ayuden o se reformulen para tener unas decisiones de acorde
a sus propios intereses. Mucho menos en estos tiempos cuando América Latina está padeciendo el flagelo de
la implantación de un nuevo programa económico, que ha violado la vida institucional de una nación a favor
del capital foráneo, aduciendo que la apertura es lo más indicado para universalizar la economía de un país.
Al respecto no es menester entrar en detalle sobre los rasgos de esta política económica. El motivo del
presente trabajo abarca de cómo se han dado y se están dando las políticas internacionales de los países
Latinoamericanos y en la segunda parte hacer un breve análisis del caso peruano.
1. UNA DÉCADA PERDIDA A FAVOR DE EE.UU.
Como lo afirma Wayne Selcher (1980, p. 297) la última década ha sido testigo de gravitantes cambios en las
relaciones internacionales de los países sudamericanos. Estados Unidos siguió siendo el más importante
actor extrarregional.
Y en esto los países sudamericanos no han hecho nada para poder contrarrestarlo, por el contrario ha
surgido una política de agradar al vecino del norte. La deuda externa y su pago ha sido el principal motivo o
esfuerzo por quedar bien con la Banca Multilateral de Desarrollo y así, recibir la bendición de EE.UU.
Países como Chile y Argentina han sido considerados hasta bien entrado el nuevo milenio, como los
abanderados de una nueva política internacional, donde el mercado interno se abrió al capital internacional.
Pero, ya se vio que Argentina colapsó, porque precisamente la carga de la deuda, su pago y el despilfarro
económico en que incurrió el presidente Fernando De La Rua, lo llevaron a ese estado, sin dejar de culpar a
Carlos Ménem, principal artífice de lo que se ve actualmente por incurrir en demasiados préstamos de la
banca internacional y dejar una bomba de tiempo, hasta volverla un país inmanejable e inestable y con muy
serias reticencias, por decir todas, de parte de la BMDs y EE.UU., que se niegan a echarle un salvavidas
para la economía, aduciendo problemas de su política interna.
Actualmnente Brasil, el gigante del Sur, con la elección de Luiz I. Lula Da Silva, parece haber despertado de
su letargo en el que lo mantuvo el presidente Fernando H. Cardoso con su política alineada a EE.UU., y ha
dado los primeros pasos tímidos, de que por ese camino de la liberalización económica, que no ha llegado a
los sectores más pobres y ha ocasionado una serie e insalvable exclusión social, trayendo más pobreza y
desempleo. Pero todos estos son meros datos alentadores que distan mucho de ser reales, apenas
perspectivas optimistas, la realidad es aún muy dura y merece el concurso unido de todos los países para
poder enfrentar y dar una solución conjunta a problemas como la deuda y a la no intervención de las
políticas internacionales.
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Es cierto que América Latina vive un periodo democrático, luego de largas décadas de periodos autocráticos.
La democracia de ahora se vive bajo la hegemonía norteamericana, que para ellos representó históricamente
defender el hemisferio significó manejarla. La vigencia del estado de derecho es plena y las constituciones
tienen una supremacía plena, con criterios de legalidad. Esto es significativo, sin duda, luego que las
sociedades latinoamericanas poshispánicas salieron del colonialismo que significó prácticas autoritarias
difíciles de superar. Hoy esta democracia no significa como en la década del 50 y 60, algo que promovía
EE.UU., la defensa y el combate contra el comunismo. EE.UU. realizó muchas intervenciones militares y
puso presidentes fantoches, ocultando intereses comerciales y su dominación política detrás de la misión de
extender las reglas de la democracia en el continente, haciendo que muchas veces se vea el péndulo
democrático.
En Washington prevaleció la idea de que cualquier gobierno era aceptable si servía a la contención del
comunismo. De este modo en nombre de la defensa y seguridad del mundo libre, la política estadounidense
propició y estimuló, directa e indirectamente el debilitamiento de regímenes como el chileno de Salvador
Allende y en la destrucción de otras frágiles democracias, ya que éstas eran, según Washington, incapaces de
defenderse a sí mismas. Los caudillos populistas y los dictadores de los 50, 60, y 70 fueron, sin duda, un
resultado externo de la historia latinoamericana.
2. EL CASO PERUANO
En la década de los 60, 70 y 80, el Perú tuvo una cierta autonomía frente a los designios internacionales.
Cierta, en la medida que no fue completa, porque de soslayo se dieron las grandes políticas auspiciadas por
la CEPAL, como la implantación de la Reforma Agraria, tomaron al país dentro de las actividades que ya
habían tomado otros países. A decir verdad, el populismo se instaló de manera tardía en el Perú. El Perú no
fue la excepción a esta regla, con el régimen revolucionario de las Fuerzas Armadas, en 1968 se inició un
proceso revolucionario.
Hélan Jaworski (1980 p. 380) afirma que el llamado experimento peruano abarca en lo esencial hechos tan
diversos y controvertidos como las reformas emprendidas en el agro, en la gestión y la propiedad
empresarial, en la explotación de los recursos naturales y en la propiedad de la prensa; pero también
procedimientos, metodologías y comportamientos inéditos respecto a la participación popular, el incentivo al
desarrollo tecnológico, la incorporación de grupos marginales y el rol eminentemente desarrollista asumido
por la propia fuerza armada. En este sentido, se completo estos programas con la nacionalización de los
recursos estratégicos, la expropiación de empresas internacionales, la nacionalización parcial de la banca,
que en cierta medida se puede observar como unos intentos nacionalistas de imponer su propia política
interna, aunque el resultado de todas estas medidas hayan resultadas malas. El campesino con tierra no pudo
solucionar su problema del hambre ni menos pudo comercializar sus productos, se suprimieron libertades
básicas a los ciudadanos como la libre expresión, la banca tuvo un pobre desempeño en el desarrollo de la
economía interna. Se puede considerar como un intento fallido en el camino de la propia autodeterminación
de los pueblo.
En el régimen de Fernando Belaúnde la política económica implementada da coherencia a un proceso de
reestructuración de las relaciones bilaterales en función de la opción política de realineamiento con
Washington. Se inscribe una tendencia a la recomposición de la hegemonía norteamericana en la región y a
la restricción de los espacios de autonomía generados en los sesenta, para presentar al régimen belaundista
como amigo de la política norteamericana. Con el gobierno de Alan García, se evidencia la orientación
nacionalista y no alineada de su gestión que busca recuperar los márgenes de autonomía perdidos, que
recupera el discurso antiimperialista e integracionista. La actitud autonomista se expresa con la postura del
problema de la deuda externa y el conflicto centroamericanos. Ambas cosas van a marcar significativamente
el periodo de Alan García.
En el gobierno de Alberto Fujimori, marcado por una nueva política económica se dan unas características
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de entendimiento que otorgan una especial importancia a los vínculos privados de miembros prominentes del
gobierno con sectores empresariales y financieros norteamericanos. Se podría afirmar que el alineamiento es
mucho más marcado que en los anteriores regímenes. Cobra especial importancia, el pago religioso de la
deuda externa, las privatizaciones de empresas rentables y no rentables, las reformas laborales, el despido
indiscriminado de trabajadores de la administración pública, para cumplir con el pedido exterior de reforzar
el Estado deficiente y politizado, paquidérmico y social, en un nuevo Estado con claras tendencias
empresariales y sobre todo, económicas.
En resumen se podría decir que América Latina ha perdido su autonomía interna que alguna vez tuvo, muy
lejano por cierto pero le permitió construir una identidad como nación y como región. Ahora, prevalece el
interés exterior, de los Bancos de Desarrollo y de las políticas de EE.UU. La tarea a emprender es ardua,
pero es una tarea que debe hacerse si se quiere ver a América Latina, libre política y económicamente.
Bogotá, 5 de Diciembre de 2002
Bibliografía
1. Muñoz, Heraldo, 1980 (compilador) Entre la Autonomía y la Subordinación. Política Exterior de los
Países Latinoamericanos. Grupo Editor Latinoamericano, volumen 2.
2. Wayne Selcher, 1980 Problemas estratégicos y políticas exteriores en el cono sur latinoamericano. En
Entre la Autonomía y la Subordinación. Política Exterior de los Países Latinoamericanos. Grupo Editor
Latinoamericano, volumen 2.
3. Hélan Jawaroski, 1980. Perú: La política internacional del gobierno militar en sus dos vertientes
(1968−1980). En Entre la Autonomía y la Subordinación. Política Exterior de los Países Latinoamericanos.
Grupo Editor Latinoamericano, volumen 2.
4. Tickner, Arlene, (Compiladora) 2001. Sistema Interamericano y Democracia. Ediciones Uniandes y OEA.
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